Schleiermacher y la hermenéutica


Schleiermacher.

  1. El punto de partida de la hermenéutica schleiermacheriana.

Santo Tomás de Aquino, al inicio de la Suma Teológica, habla de la doctrina de los cuatro sentidos: el sentido literal o histórico; el sentido espiritual y este lo va a dividir en: el alegórico, el moral y el anagógico.

El sentido literal o histórico es aquel que se presenta como la acepción obvia de los términos, según este, las palabras indican la realidad.

El sentido espiritual consiste en usar las cosas mismas expresadas desde las palabras para significar otras cosas; este sentido presupone el sentido literal o histórico. Este sentido tiene una triple división:

El sentido alegórico consiste en que algunas cosas contenidas en el antiguo testamento adquieren su pleno significado a partir del Nuevo Testamento.

El sentido moral es aquel según el cual las cosas, que en la Sagrada Escritura llegan a cumplirse en Cristo, adquieren su significado en Cristo y que son signo de aquello que nosotros debemos cumplir.

El sentido anagógico es aquel según el cual las cosas contenidas en la Sagrada Escritura están atentas a la gloria futura, al cumplimiento de la gloria futura.

Según Tomás de Aquino la Sagrada Escritura no es solamente un texto o un libro, sino que a partir de los sentidos que se pueden extraer de ella se convierte en rerum et verum scientia, real y verdadera ciencia.

Spinoza sostendrá que no es suficiente atreverse solamente a estas cuestiones; para él un pensamiento, una idea o una enseñanza no solo se pueden comunicar sobre la base de esta unidad sino que es necesario dirigirse separadamente también al intelecto o a la experiencia, a la deducción o a la narración, al conocimiento o a la acción, a la razón o a la fe , a la teología o a la filosofía para que se pueda establecer una clara distinción de los ámbitos de las problemáticas relativas a cada cuestión; según este, en el proceso interpretativo de cada texto es la misma verdad del texto quien depende de la interpretación y no la interpretación del texto quien depende de la verdad; no existe un texto verdadero que pueda prescindir de la interpretación y sobre todo la cuestión del sentido de un texto se distingue radicalmente de la cuestión acerca de la verdad del texto; Spinoza invitaba constantemente a no confundir la autenticidad del significado con la verdad del contenido; según esto, la verdad no nos es dada anticipadamente respecto a la interpretación; de aquí se sigue que asumir el sentido de un texto permite por ello acceder a la verdad.

Según Spinoza cuando la verdad se encuentra al final de un proceso o cuando la verdad es el resultado de un proceso, entonces la inteligencia debe, en un primer momento, encaminarse a examinar las reglas que permiten abarcar el sentido de un texto. Por lo tanto, para Spinoza la regla de oro para interpretar la Sagrada Escritura es “no atribuir nada a la Escritura como enseñanza que no provenga de ella misma si no reconocemos tal enseñanza con la máxima evidencia después de una investigación crítica de ella”; por esto Spinoza insistirá en las características de la investigación crítica y sobre todo qué claridades, qué luces debe aportar esa investigación. En este sentido él aporta tres reglas particulares para la interpretación:

Primera: la interpretación debe tener en cuenta la naturaleza y las particularidades de la lengua en que fueron escritos los libros de la Sagrada Escritura y que representan el lenguaje corriente de los redactores de los textos.

Segunda: esta investigación debe recoger y clarificar los enunciados de cada uno de los textos para conformar, formar y establecer todos los pasos que se refieren al mismo argumento.

Tercera: la investigación crítica debe estar iluminada por las circunstancias a donde la lleva el pensamiento y que se refieran a todos los libros de los profetas, a sus vidas, a sus costumbres, a los intereses particulares de los autores de cada uno de los libros.

En resumen, se puede decir que Spinoza propone que para llegar al verdadero sentido es necesario hacer un análisis gramatical, estructural e histórico que tenga en cuenta las particularidades del intérprete, del texto y del autor.

Schleiermacher ha crecido en un ambiente donde la filología juega un papel muy importante, la misma filología tenía como propuesta principal la de establecer el sentido del texto. En las etapas sucesivas de la evolución de la hermenéutica se podía asistir a la identificación entre sentido y verdad; después a la búsqueda del sentido en vista a la consecución de la verdad; sin embargo, lo que se pone en juego es la relación entre la verdad y el sentido o lo que es lo mismo la verdad del sentido.

Esta cuestión es central en la evolución de la hermenéutica y se puede apreciar en las obras de Ernesti, Morus, Ast, Wolf y en el texto La filosofía de la filología de Schlegel.

Justamente Schleiermacher propondrá su teoría hermenéutica teniendo como referencia a los grandes representantes de la filología del siglo XVIII; los cuales criticará y además propondrá una teoría general de la interpretación; en esto continúa la labor iniciada por Dilthey cuando quiere proponer la hermenéutica a la base de toda forma de comprensión y de entender a la filosofía como hermenéutica.

Para Schleiermacher no basta con hablar de una unidad del sentido y tal unidad al principio de la interpretación; es necesario ir más allá y establecer el principio de la unidad originaria del significado; por este motivo Schleiermacher no se propone más el problema de sus contemporáneos: distinguir diferentes tipos de comprensión y de hermenéuticas.

Schleiermacher parte del hecho de considerar la hermenéutica como la comprensión del discurso del otro; considera que todo discurso se regula según una doble y constitutiva referencia. Por una parte, está la totalidad, el conjunto total de la lengua dentro del cual surgen las características del discurso; por otra parte, se da el conjunto de pensamientos expresados por el individuo en cada discurso; según esto, la hermenéutica se ejercita como comprensión de la lengua y como comprensión del individuo que utiliza determinadas experiencias lingüísticas; ambos momentos están íntimamente relacionados ya que la lengua y su uso es un continuo acto de individualización.

Según el primer modelo de interpretación se puede agotar y decidir cuál sea el único sentido que cada palabra posee en un caso determinado; aquí el uso de la palabra se establece apelando al doble criterio de la universalidad (el significado de la palabra tal y como es sugerido por el diccionario) y de la particularidad (el significado particular tal y como lo entiende el autor).

Según Schleiermacher toda palabra posee un solo significado y de este se derivan en última instancia la posible multiplicidad de sentidos que de él se desprenden; es más, esta multiplicidad de sentidos solo se hace comprensible cuando se puede reconducir a la unidad originaria.

Para este autor, la proposición es el lugar originario en el que pensamiento, lengua, comprensión e interpretación se manifiestan como un dato de hecho; la proposición es la unidad expresiva del discurso.

Schleiermacher siempre tuvo claro que la hermenéutica no solo se podía reducir a ser una disciplina que únicamente explicara los textos a partir de una serie de aplicaciones técnicas (subtilitas explicandi); es más esta fue la tendencia que Schleiermacher combatió siempre; él trataba además de colocar a la hermenéutica en la línea de una comprensión, de un saber sobre el texto (subtilitas inteligendi) y esta no es posible, según nuestro autor, sin recurrir a experiencias hermenéuticas tales como: modelos, aplicaciones, reglas, cánones, argumentaciones y dispositivos. Y si la hermenéutica apunta a un inteligere entonces, esta se convierte para Schleiermacher en la verdadera y propia metodología de la filosofía.

Si se mira más de cerca esta cuestión acabada de expresar, nos daremos cuenta que lo que hay de fondo es algo mucho más profundo que mira al sentido mismo de la actividad humana: el hecho que la comprensión no es algo que está garantizado de una vez y por todas desde el inicio, sino toda vez que se continúa, se sigue comprendiendo y con ello se está decidiendo el destino del hombre, su deber estar comprendiendo siempre, como individuo y cada vez de manera renovada.

El punto de partida de la hermenéutica para Schleiermacher es la no comprensión del discurso “Die Hermeneutik beruht auf dem Factum des Nichtverstehns der Rede”[1]; según esto, el punto de partida para la hermenéutica es la no comprensión, la extrañeza, la negatividad, la imposibilidad; la comprensión no es algo que se da inmediatamente, es algo que necesita de la mediación, es una tarea infinita.

La tarea que la hermenéutica deber realizar es la tematización de la comprensión tratando de apropiarse  de todas sus condiciones; esto hace que la comprensión pretenda ser perfecta, verdadera, fundamental, exacta, completa y con dicha pretensión ella se presenta como algo inacabado, algo no completado, ni conquistado sino como algo dinámico, algo que está siempre en la vía del perfeccionamiento, es decir un “querer comprender”; el acto hermenéutico parte inicialmente del hecho de la no comprensión del discurso del otro y luego este hecho se mueve hacia otro punto importante de la comprensión: el deseo de comprender, la necesidad de la comprensión; este deseo y necesidad se presentan como una tendencia hacia la perfección.

Según lo anterior la hermenéutica se presenta como un hecho operativo, una praxis, una metodología, una actividad que se ejecuta operativamente; por lo tanto, tiene que ver con la praxis; esto lo explica Schleiermacher diciendo que la hermenéutica es una técnica, un arte, una metodología, que ella surge de una praxis privada de arte y tiende a una perfección que no se alcanza jamás.

La no comprensión del discurso en la hermenéutica no es un hecho inicial que luego se va dejando atrás, sino que es un estado permanente dentro del proceso de la interpretación y se va presentando de modo gradual en todo hecho interpretativo.

  1. El texto: lugar donde se presenta la extrañeza y la cercanía, la identidad y la diferencia.

En la obra, en el texto se hace presente un continuo juego entre extrañeza y familiaridad; extrañeza frente a un texto, a una obra que me es lejana y que no puedo comprender, un horizonte de comprensión que me causa extrañeza por su lejanía; familiaridad que es la cercanía que me mueve a hacer cercano un horizonte que se me presenta como lejano; apropiarme de un horizonte de comprensión para moverme en él como si fuera mi lugar de habitación.

En el texto se opera además una relación de identidad y diferencia. El origen, el fundamento y la génesis de la identidad no se pueden visualizar más que en el resultado, en el punto final, es decir en la obra, en el texto que viene a constituirse en la diferencia; así la identidad del texto se constituye teniendo como base la diferencia; en este sentido, es necesario distinguir entre la formación lingüística del texto, su constitución, su textualidad como algo hecho y el proceso de comprensión, que es a su vez el proceso de reconstrucción del texto por interpretar: así como el pensamiento se transforma en lengua y por esto se hace un dato individual en la obra por interpretar, así también el acto individual se transforma en pensamiento cuando se debe interpretar; transformar la obra en pensamiento, transformar el pensamiento en obra. Justamente aquí estamos encontrándonos con una de las bases de la propuesta de Schleiermacher: la interpretación sicológica; la que puede ser leída teniendo como base la ontología, ya que transformar la lengua en pensamiento significa universalizar lo individual, todo pensamiento se da como un hecho lingüístico, lo individual del pensamiento, al elevarse a la lengua se hace universal. Para Schleiermacher esto queda expresado en los términos “se puede comprender la parte mediante el todo, se puede comprender el todo mediante la parte”.[2]

  1. El circulo hermenéutico.

El circulo hermenéutico adquiere todo su sentido en la propuesta de Schleiermacher justamente en la relación que se establece entre el todo y la parte y las múltiples maneras como este se manifiesta.

Primeramente, en la obra: en el texto las múltiples partes de este remiten al todo de la misma, pero el todo remite a las partes en el cual este se manifiesta, de tal modo que se puede decir que el todo se revela, se expresa y se hace comprensible en las partes, pero además que las partes solo adquieren su sentido con referencia al todo.

Por otro lado, el círculo hermenéutico se hace manifiesto en la relación entre el autor y su obra, entre el texto y su autor, de modo que la obra manifiesta una forma de pensar, una forma de ser, un modo de situarse en el mundo que es propio de su autor; al autor se plasma en la obra, el autor es la obra; en este sentido Schleiermacher insistirá en que una de las tareas de la hermenéutica es la de comprender el discurso mejor que su autor lo comprende.[3]

El círculo hermenéutico se hace patente en la relación entre el hecho individual del lenguaje plasmado en la obra, la manera como el autor utiliza de modo particular en su obra las normas gramaticales, los diferentes sentidos y significaciones que le da a las palabras y el lenguaje universal al cual se refiere su horizonte conceptual, de tal modo que el autor de un texto, de una obra y de un discurso emplea en su utilización ecos lingüísticos que tienen resonancias diferentes; de ahí que en el caso de los filósofos a veces sea necesario conocer el modo especifico como cada uno de ellos utilizan determinados conceptos centrales en sus propuestas filosóficas.

Esta particularidad lingüística del autor remite a la generalidad del lenguaje en el cual se circunscribe, a la generalidad explicita del lenguaje, la particularidad lingüística.

El círculo hermenéutico se plasma en la relación que se establece entre la identidad conquistada por la obra cuando llega a ser plasmada en su integridad, cuando llega a ser realizada y la diferencia o la extrañeza que esta suscita en el intérprete; de modo que el proceso hermenéutico es siempre un proceso que va de la identidad de la obra a la extrañeza y la lejanía que esa suscita en el intérprete; extrañeza y lejanía que nunca se verán colmadas, sino que siempre serán una tarea por realizar, conquistar y conseguir, una tarea ad infinitum.

Este proceso interpretativo será el que conforma al sujeto de la interpretación en la medida en que le genera sentido; pero el objeto que genera sentido será siempre la obra, y será a la vez, la motivación principal que jalonará una continua circularidad entre sujeto y objeto; justamente el deseo de alcanzar el sentido pleno de la obra será la motivación que jalonará la búsqueda infinita de parte del sujeto en el objeto que es la obra, el discurso.

Si se pudiera hacer un proceso de abstracción y se lograra visualizar el ser mismo, el mecanismo y lo ontológico del círculo hermenéutico no habría otra experiencia, no quedaría otra actitud que maravillarse frente a este hecho, como lo hiciera el mismo Schleiermacher hasta el punto de proponer a la hermenéutica como filosofía.[4]

La obra es el lugar mismo donde se opera esta circularidad; ella misma es lugar y punto de encuentro, lugar de identidad, en ella convergen autor, lengua, pensamiento, individualidad, generalidad; ella es lugar que suscita extrañeza, lejanía, divergencia, punto de conflicto; por esto mismo creer que se tiene el sentido, que se posee el saber, no es más que una ilusión ya que ni el saber, ni el sentido son auto-transparencia, son solo una tarea que, desde el círculo hermenéutico, envían al intérprete al infinito.

  1. Tipos de interpretación.

4.1.       Interpretación psicológica

Esta tercera vía trata de acercarse ya no al autor, entendido como fuerza organizadora de la obra, ni mucho menos como fuerza ordenadora de la obra entendida esta a su vez como una unidad coherente de sentido, sino que la tercera vía tratará de acceder allá donde la obra se entiende como impulso, idea o ley originaria a la cual se le debe dar una estructura concreta.

La interpretación técnica se corresponde con la interpretación psicológica; simplemente este segundo término aparece cuando la interpretación se desea llevar hasta un nivel más profundo, sobre todo cuando se trata de comprender lo que hay de más peculiarmente individual en la obra y en el autor de la misma. La interpretación psicológica es la misma interpretación técnica que trata de alcanzar un nivel más originario en el esfuerzo por tratar de comprender la obra, y esto sobre la base de que detrás de toda obra literaria se esconde un gran telón de fondo que es el aspecto histórico, pero además que el estilo literario sobre el cual se produce una obra es siempre susceptible de recibir nuevos influjos, por lo tanto, no puede ser totalmente ni integralmente originario.

En la interpretación psicológica, la interpretación se esforzará por ir más allá de la obra e intentará no sólo mirar al autor de la misma como estilo y una manera de producir la obra, de organizarla y de articularla, sino que lo mirará como alguien que además está condicionado por la tradición, por un mundo de instituciones literarias; pero sobre todo la interpretación deberá buscar la idea que inspira a la obra, la idea que le da impulso interno a la obra, la cual habrá que buscar en el acto mismo de su surgimiento, hecho que tampoco podrá aislarse de la entera personalidad del autor.

Desde la perspectiva de Schleiermacher, el método psicológico intenta explicar la obra desde el punto de vista de la idea que la determina y desde las condiciones internas que hacen que el autor cree la obra; es decir, el autor exteriormente está determinado por unas condiciones que lo llevan a producir una obra; sin embargo, el autor realiza una lectura propia, una lectura interna de dichas condiciones y son estas las que generan un proceso productivo de la obra. El método psicológico trata de comprender dicha lectura interna que el autor hace y que es lo que genera la obra.

4.2.       La interpretación técnica.

Para Schleiermacher, la interpretación técnica se dirige a comprender e interpretar la unidad del autor de una obra y las manifestaciones que se desprenden de dicha unidad del autor. Esto quiere decir que la individualidad, el modo particular de organizar, expresar y manifestar los pensamientos está unido a todas las demás manifestaciones de la personalidad del autor. Según esto, puede decirse que el autor de una obra tiene su propio estilo, su manera estilística particular en el momento de construir su obra.

La comprensión del autor de una obra sólo tiene sentido en cuanto ella puede ayudar a clarificar la obra que él mismo compuso; no se trata sólo de reconstruir una biografía, ni de tener conocimientos de un autor sin ningún sentido; se trata de que la comprensión, de los datos biográficos, aporten luz y claridad sobre la comprensión de la obra de un autor.

Según Schleiermacher, cada autor tiene una impronta que lo distingue y lo hace característico, a la vez que lo diferencia de los demás; sostiene que si el escritor no tuviese esta impronta simplemente no sería posible la obra. Y no es que la impronta implique originalidad ni genialidad, sino individualidad e irrepetibilidad. Dicha individualidad debe ser propia de cada escritor porque de lo contrario no tendría estilo. El estilo de un autor tiene su raíz en la pertenencia a un grupo, escuela o una clase social determinada; esto es lo que Schleiermacher en sus escritos suele llamar enraizamiento. Schleiermacher dice que el autor está enraizado en un grupo, una clase, una escuela o una colectividad.

En el caso concreto de la interpretación técnica, se trata primero de descubrir la estructura interna que da sustento a una obra. En este sentido, Schleiermacher habla de la composición de la obra que está conformada por diferentes partes estructuradas en torno a la idea que rige la obra. En segundo lugar, se trata de poner en evidencia el tipo de lenguaje con que el autor escribe una obra; en este sentido se habla del estilo del autor.

4.3.       El método gramatical o interpretación gramatical

El objetivo del método gramatical es comprender el discurso relacionándolo con la lengua en que es formulado. Para alcanzar este objetivo, la base atómica o base primera sobre la cual se apoya dicho método es la palabra individual; el primer modo como se presenta ante los ojos de Schleiermacher la interpretación gramatical es a nivel de la palabra individual. La palabra individual y su significado son extraídos de la relación que se presenta entre la palabra individual y la palabra en la lengua, es decir, en el vocabulario.

El problema central que la interpretación gramatical plantea es tratar de comprender el significado y el sentido fundamental que un texto quiere proponer, y para ello se sirve de los instrumentos lingüísticos que el texto expone; se trata de establecer el sentido, el uso y el significado que cada palabra tiene dentro del contexto y del conjunto de las palabras.

Toda palabra tiene un sentido, una función y un significado en el contexto dentro del cual se inserta. A este respecto, Schleiermacher habla de la intuición del concepto en cuestión. La intuición consiste en una visión global que no se contrapone al concepto como forma de conocimiento inferior e imprecisa, sino que se define por su capacidad para encontrar inmediatamente lo individual y para encontrar su funcionamiento dentro de un esquema racional más general.

La palabra, como elemento clave del método gramatical, está unida al uso histórico que a ella se le da desde situaciones, eventos y acontecimientos que la determinan en su significado y en su sentido. La palabra adquiere su sentido y su significado de acuerdo al contexto en el que ésta se encuentra. En este sentido, Schleiermacher sostiene que: “El sentido de toda palabra en un lugar determinado se debe determinar con base en su conexión con aquellas que la rodean” (ctd en Vattimo, Schleiermacher 208-209).

Una obra literaria está hecha de palabras que están unidas o asociadas por unas estructuras gramaticales. La interpretación de una palabra dentro de una obra literaria necesariamente debe hacer referencia a un contexto de palabras que la determinan en su funcionamiento, en su significado y en el sentido que ésta debe ejercer dentro del contexto. Así, Schleiermacher vuelve a encontrarse con el problema del círculo hermenéutico, visto desde la relación individualidad-totalidad, palabra-contexto-palabra. Esto demuestra que el círculo hermenéutico es una estructura que subyace a todo proceso interpretativo.

A su vez, la base para interpretar una palabra dentro de un contexto es la proposición y la función que la palabra ejerce dentro de la misma; a su vez, la proposición se remite a otra u otras proposiciones. En dicha relación, la palabra alcanza claridad y lucidez. Detrás de toda proposición subyace un elemento formal, que constituye la unidad de la proposición; de este elemento formal se debe partir para llegar a tener claridad sobre una palabra que se desea interpretar. La palabra individual alcanzará claridad cuando sea iluminada dentro de un contexto de relaciones orgánicas y estructurales conformadas formalmente con base en la palabra.

Una estructura formal puede ser mecánica o puede ser orgánica. Por estructura formal-mecánica puede entenderse un conjunto de palabras que designan un conjunto de objetos, pero no hay un requerimiento estructural entre unos y otros; tal caso sucede cuando se enuncian grupos de objetos.

Por estructura formal-orgánica puede entenderse la necesidad del sentido requerido para darle coherencia a un grupo de palabras y de frases; según esto, el pasaje de una proposición a otra, el pasaje de una frase a otra se da no por mero arbitrio o capricho, sino por la necesidad que requiere el sentido de aquello que se quiere decir.

A su vez por estructura formal puede entenderse aquellas partes del discurso que no indican cosas, acciones o cualidades de las cosas; a la estructura formal no corresponde nada objetivo en la realidad que se pudiera indicar con este nombre.



[1] “La hermenéutica se basa en el hecho de la no comprensión del discurso”. Schleiermacher Hermeneutik. Texto bilingüe alemán italiano. Editorial Rusconi, 1996. Milán. Pp. 193-194. Las traducciones al español serán nuestras.
[2] Ibid. Pp. 14.
[3] Cf. Ibid. Pp. 15.
[4] Cf. Ibid. Pp. 14.

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