La hermenéutica y el paradigma antropológico.
La hermenéutica y el
paradigma antropológico.
La modernidad (racionalismo, empirismo, idealismo)
Uno de los
problemas fundamentales a través de los cuales es posible realizar un rastreo
de la filosofía moderna es la cuestión acerca del conocimiento, esto se puede
concretizar en la pregunta ¿cómo conoce el ser humano?
Frente a esta
pregunta los pensadores modernos más o menos concordaron en decir que lo
primero que acontece en el proceso del conocimiento es la concurrencia de los
sentidos, en este sentido algunos de ellos consideraban que todo conocimiento
empieza con los sentidos; después, sostenían ellos se daba una impresión, algo
queda impreso en la mente de quien comprende, esta impresión adquiría la
categoría de una representación y después de ésta se da la idea.
Después de la
idea vienen otras ideas que surgen de las ideas iniciales; dentro de este
contexto, algunos pensadores llegaron a considerar la posibilidad de las ideas
innatas; estas consisten en ideas que nacen con el hombre, algunos, como Descartes,
consideraban que el hombre en el momento de nacer ya las poseía completamente,
otros como Leibniz consideraban que el hombre las poseía pero en germen, en
semilla y en el transcurso de la vida las iba desarrollando.
Dentro del mismo
contexto moderno otra lectura del innatismo fue el trascendentalismo kantiano o
el apriorismo; Kant consideraba que el hombre poseía unas categorías
trascendentales a partir de las cuales aprehendía la realidad.
Otra era la
respuesta que daba el empirismo al mismo problema al considerar como causa
primera del conocimiento las experiencias; los filósofos empiristas criticaban
el innatismo y consideraban que la mente es algo así como una tabula rasa en la
cual las experiencias van dejando su huella.
Otra cuestión
inherente al mismo problema del conocimiento era la pregunta acerca de si las
ideas eran subjetivas, objetivas o eran algo independiente, de acuerdo a la
respuesta que se daba a dicha cuestión se podía hablar de subjetivismo u
objetivismo epistemológico; de ahí también surge el movimiento idealista que
con Hegel consideraba que la idea tenía vida propia.
El romanticismo.
Dentro del
Romanticismo surgen dos grandes pensadores que de una u otra manera trataron de
desarrollar la misma pregunta ¿cómo conoce el hombre? Simplemente que ellos
ubican la cuestión dentro de un contexto diferente.
Schleiermacher
ubica la cuestión dentro del contexto de la interpretación de los textos; este
pensador desarrollará varios métodos a partir de los cuales es posible leer e
interpretar un texto: el método histórico, el sicológico, el lingüístico y el
técnico.
La interpretación
histórica trata de dar cuenta del contexto histórico dentro del cual fue
escrita una obra, así como el ambiente histórico que determinó al autor de la
obra.
La interpretación
sicológica trata de dar cuenta de los rasgos sicológicos que caracterizan al
autor de la obra.
La interpretación
lingüística se concentrará en la manera como el autor de la obra utiliza el
lenguaje; en este sentido Schleiermacher distinguirá entre el lenguaje general,
tal cual lo utiliza una determinada colectividad, un pueblo o una cultura y la
manera específica como lo utiliza el autor de la obra, el cual queda plasmado
en la misma; en este sentido es necesario decir que los grandes autores siempre
han utilizado sus propias lenguas naturales de forma muy específica y
particular, hasta tal punto que algunos de ellos han tenido su propio glosario,
en nuestros días por ejemplo debe recordarse la manera como Heidegger utiliza
de modo particular el alemán.
Para
Schleiermacher la interpretación técnica es la síntesis de las anteriores; ésta
intenta captar al autor de la obra en su momento creador; el instante en el
cual el autor tiene su idea esclarecida y esclarecedora y desde ella trata de
estructurar y desarrollar su obra.
Viendo todo este
proceso hermenéutico es necesario recordar que para el pensador alemán la
cuestión central es comprender al autor mejor de cuanto se comprendió a sí
mismo en su momento y en su proceso creador e incluso comprender su obra mejor
de cuanto el autor la comprendió. Todo este proceso da una idea clara de lo que
significa comprender, e interpretar.
El gran lector de
Schleiermacher fue Dilthey y en parte su continuador; aunque el contexto del
segundo ha cambiado un poco y su motivación era distinta al abordar el tema de
la hermenéutica, éste, como aquel, se concentra en el problema de la
comprensión.
Cuando Dilthey
hablará de los actos intencionales y retencionales, y para con ellos tratar de
dar una justificación al problema del método de las ciencias humanas, está
moviéndose dentro del contexto que ya había planteado su antecesor: la
comprensión, la interpretación. Estas son dos categorías epistemológicas y
gnoseológicas que se emparentaban con la sicología y que trataban de ser una
ayuda para dar respuesta a su intento por justificar metodológicamente las
ciencias humanas.
Bien se sabe que
su intento fue fallido, luego en su segundo periodo trata de recurrir a las Weltanschauungen y desde ellas
justificar, desde categorías históricas, la cuestión metodológica de las
ciencias humanas.
Como bien se sabe
son tres grandes cosmovisiones las que, según Dilthey, han predominado en la
cultura occidental: la religiosa, la filosófica y la poética. El mismo pensador
alemán trató de comprenderlas históricamente; así como trató de entender el
comportamiento, el desarrollo y la estructuración que la filosofía, la religión
y la poesía tuvieron durante toda la cultura occidental.
Más allá de las
simples apariencias fueron estos dos grandes pensadores los que pusieron las
bases para comprender el problema de la comprensión desde la hermenéutica.
Cuando Gadamer en su introducción a Verdad y método sostiene que el problema
que guía su obra es tratar de explicar lo que sucede en el hombre cuando
comprende, está siguiendo los pasos no solo de Schleiermacher y Dilthey sino
también de Heidegger.
Ya este último
pensador desde sus años juveniles había mostrado que la comprensión es el
problema central que determina al hombre, ésta es una categoría (un
existenciario) que caracteriza al ser humano por el hecho mismo de existir;
este proyecto lo llevará a cabo en tres de sus grandes obras iniciales: El
informe Natorp, Ontología, hermenéutica de la facticidad y Ser y tiempo.
La contemporaneidad.
Estos cuatro
grandes pensadores: Schleiermacher, Dilthey, Heidegger y Gadamer son quienes,
desde el campo de la hermenéutica, tratan de aportar los elementos para
responder a la pregunta que desde la modernidad se han hecho los pensadores
¿cómo comprende el ser humano? Los pensadores contemporáneos responden a esta
pregunta tratando de explicar lo que es el verstehen
o la Verständis (comprender o
comprensión); en lo que sigue se intentarán dar algunos elementos de lo que
constituye la comprensión, y esto se hará desde la pregunta formulada
anteriormente ¿cómo comprende el ser humano?
El lenguaje.
La hermenéutica
contemporánea, y quizás la filosofía contemporánea ha insistido en lo que se
llama el giro lingüístico, éste consiste en el hecho de que la reflexión
hodierna se ha volcado en una reflexión sobre el lenguaje; desde esta
perspectiva hay que destacar que tanto la filosofía continental como la
analítica reflexionan sobre el tema del lenguaje. Incluso se pueden encontrar
tópicos comunes, lugares de encuentro en dos tendencias que antes eran
contrapuestas, en este sentido cabe mencionarse por ejemplo el concepto de
juego lingüístico que es tema de reflexión tanto en Gadamer como en
Wittgenstein.
El lenguaje no es
algo objetivo frente a lo cual nos situamos, no es un objeto que estudiamos,
como si se tratara de una cosa sobre la cual reflexionan los científicos; el
lenguaje es un flujo, es algo que nos invade y nos permea, nos traspasa; en
este sentido se afirma que el lenguaje nos habla; no hablamos un lenguaje, sino
que somos hablados por el lenguaje.
El lenguaje se
manifiesta en su funcionamiento, en la manera como es hablado, en las
comunidades idiomáticas. Descubrimos el funcionamiento del mismo no tanto
estudiándolo sino observándolo y hablándolo. En este sentido tiene toda la
razón el segundo Wittgenstein cuando en Las
investigaciones filosóficas invita a observar el lenguaje más que
estudiarlo.
Todo lo que puede
ser pensado, todo lo que puede ser observado, sentido y amado está mediatizado
por experiencias lingüísticas; no hay nada que exceda los límites del lenguaje,
no existe nada antes, por encima o fuera del lenguaje, todo lo que puede ser pensado
es lenguaje; en este sentido Heidegger insistirá en que el lenguaje es la casa
del ser y Gadamer recordara que “El ser que puede ser comprendido es lenguaje”
(Gadamer 567).
El círculo hermenéutico.
Esta
característica de la comprensión tiene como particularidad el hecho de que
comprendemos siempre en torno a circularidades de varios tipos:
juicio-prejuicio, comprensión-precomprensión; pero en el “Entre” es donde
realmente acontece la interpretación; “entre” el comprender y el precomprender,
entre el juicio y el prejuicio; el hombre accede al conocimiento a partir de
circularidades que van de supuestos a presupuestos.
El gran telón de
fondo de la comprensión es el lenguaje, éste se nos presenta como un previo a
partir del cual accedemos a la realidad, en la medida en que tenemos
experiencias lingüísticas cada vez más amplias, más amplia se nos hace nuestra
visión de la realidad; en este sentido se podría decir que quien accede a un
mayor número de experiencias lingüísticas está más capacitado para entender la
realidad: el arte, la matemática, los idiomas, los diferentes saberes se
conforman como experiencias lingüísticas que nos capacitan para movernos dentro
de la realidad.
Por otro lado, la
hermenéutica contemporánea nos ha enseñado que en todo proceso comprensivo,
accedemos a los saberes siempre retornando sobre los elementos previos que
hemos adquirido en nuestro proceso cognoscitivo; una obra que leemos una
primera vez y luego la volvemos a leer varias veces, por cada nueva relectura
que hagamos sobre ella estamos moviéndonos dentro de una circularidad
cognoscitiva; lo mismo sucede con nuestros autores favoritos, con las
películas, con las obras de arte, con la música, etc.
Los prejuicios
La historia de
los prejuicios se remonta hasta la modernidad, esta es presentada bajo un doble
aspecto: negativa y positiva.
La historia
negativa de los prejuicios hace referencia al hecho de que para los modernos
estos impedían un acceso objetivo y neutral al conocimiento; los prejuicios
propios del ser humano no le permitían acceder al conocimiento de manera
objetiva e imparcial. Pues de alguna manera constituyen un sesgo para acceder
al saber; recuérdese como caso paradigmático el hecho de que Descartes al
inicio del Discurso del método los colocaba entre paréntesis.
La historia
positiva de los prejuicios hace referencia al hecho de que éstos son la base
del conocimiento, conocemos porque poseemos unos previos, éstos nos sirven de
orientación y guía en el proceso del conocimiento.
Prejuicio es un
juicio previo que necesita ser convalidado, ser cuestionado y aceptado o
rechazado de acuerdo a la convalidación que sobre él se pueda tener.
El problema está
en que si no llega a convalidarse entonces siempre fungirá como un obstáculo
para el conocimiento; pero si llega a sustentarse su validez o negatividad
entonces se convertirá en un saber fundado.
Este problema del
prejuicio es tan importante en la hermenéutica contemporánea que llega a
sostenerse que todos los saberes, así como todos los grandes pensadores en sus
teorías se mueven por intuiciones, creencias, mitos, costumbres, tradiciones;
en este sentido puede sostenerse que lo que existe antes de una idea clara y
distinta son los elementos acabados de mencionar; detrás de los conceptos
racionales, intelectuales, evidentes y claros lo que existe son prejuicios,
preconceptos, precomprensiones.
De igual manera
habría que sostener que este tema de los preconceptos pone en tela de juicio el
tan pretendido sueño de un conocimiento neutral, objetivo e imparcial; todo
conocimiento tiene a la base una gran carga de emotividad, creencias,
intuiciones, prejuicios.
La verdad
Respecto al tema
de la verdad la hermenéutica contemporánea ha cuestionado mucho este concepto;
en la historia de la cultura occidental pueden rastrearse muchas acepciones,
éstas de una u otra manera son permanentemente revisadas y cuestionadas; sin
embargo se puede percatar que en la actualidad todos los conceptos siguen
teniendo una plena validez. Se intentará en lo que sigue hacer un breve
recorrido histórico y al final del mismo se mostrará cuáles son las formas como
hoy la hermenéutica plantea dicho tema.
Las tres
concepciones predominantes son: la griega que considera la verdad en los
términos de αλητεια; la
latina que considera la verdad en los términos de Veritas, y la hebrea que considera la verdad en los términos de Amén. A lo largo de la cultura
occidental, aunque el término ha sido discutido, cuestionado, interrogado y
hasta negado, pues en nuestros días Vattimo (2010) habla de un “Adiós a la
verdad”; sin embargo, el concepto sigue teniendo una plena vigencia.
Como es bien
sabido, el concepto ha sufrido sus modificaciones. Durante todo el medioevo, la
modernidad, y la contemporaneidad el concepto de Veritas ha tenido una gran acogida; ha sido traducido normalmente
en su acepción de adecuación, encuadramiento, correspondencia y se ha hecho
famoso bajo su fórmula latina: “Adaequatio
res ad intellectum”, “intellectum ad rem”, “res ad intellectum”. Quizás
quien más se ha aproximado al uso de este concepto a lo largo de nuestra
cultura occidental sea Heidegger en su texto Das Wessen der Warheit (1999); en él muestra como la verdad en el
medioevo, se considera la adecuación de la realidad al trascedente; durante la
modernidad la adecuación de la idea al intelecto, y esto desde el racionalismo;
desde el empirismo, la verdad fue considerada como la adecuación del dato
objetivo a los sentidos y a la experiencia que de ello se pudiera obtener;
luego Heidegger, a lo largo de toda su obra, mostrará cómo esta versión de la
verdad se introducirá en la época contemporánea bajo las formas que reviste en
el análisis lingüístico, cosa que no es nada nuevo, pues ya Aristóteles lo
había propuesto; Brentano hará una revaloración del mismo concepto
aristotélico, y a través de éste Husserl y toda la escuela fenomenológica.
De igual manera
el concepto hebreo de Amén, ha tenido toda una larga tradición a lo largo de la
cultura occidental, básicamente ha predominado en aquellos ambientes donde se
ha enfatizado el carácter ético-moral, el tema de la subjetividad, e incluso el
tema del humanismo cristiano-renacentista e idealista. Dentro de esta historia
del concepto entran en juego nociones como sujeto moral, sujeto de
responsabilidad moral, dignidad humana, ser humano, etc, nociones como crisis
del humanismo, crisis de la subjetividad, inconsciente, son conceptos de primer
orden en este desarrollo histórico.
Finalmente el
concepto de αλητεια, que se ha
tornado en un concepto de gran resonancia en la cultura contemporánea, teniendo
a la base la teorización heideggeriana, pues dicho pensador ha tratado de leer
y releer toda la nuestra cultura desde el mencionado concepto, es desde ahí,
desde donde surgen una serie de ecos que tienen una gran y profunda resonancia
para el ámbito de la hermenéutica.
La primera
resonancia hace referencia al hecho de que la verdad es desvelamiento y
desocultamiento; este concepto puede ser visto desde múltiples perspectivas;
Heidegger ha sido el pensador, junto a su discípulo Gadamer, que más ha
insistido en esas perspectivas: en la obra de arte, tal y como puede percibirse
después de una atenta lectura a Ursprungs
des Kuntswerkes; de igual manera se insinúa otra perspectiva en el ámbito
de la historia, y concretamente desde la apertura epocal; el fenómeno de la
poesía y del lenguaje, tal y como se insinúa en Unterwegs zur Sprache; el concepto de diferencia ontológica, que es
central en la propuesta heideggeriana, insinúa a la base esta noción de verdad.
Una segunda
resonancia hace referencia al hecho de que Gadamer ha insinuado que la verdad,
desde la perspectiva de la experiencia estética, se refiere a la transformación
que experimenta quien accede a dicha experiencia; en este sentido, el juego de
palabras a que alude es más que significativo para ilustrar dicho concepto: una
verdadera experiencia se convierte en una experiencia verdadera. Con esto alude
al hecho de que quien tiene realmente una experiencia de la verdad, su vida no
puede seguir siendo la misma, quien tiene una experiencia de la verdad
experimenta una transformación; quien después de leer una obra experimenta una
transformación en su vida, entonces tuvo una verdadera y real experiencia.
Una tercera
resonancia se escucha en el concepto de la verdad como habitación o la verdad
como morada. Esta se puede ilustrar desde la experiencia que vivimos los seres
humanos cuando después de frecuentar a un autor, o a una obra, o a un género
literario, cinematográfico etc., la seguimos alimentando durante toda la vida;
el autor preferido que permanentemente leemos, la obra que permanentemente
leemos y releemos son experiencias que más que frecuentarlas, las habitamos,
las vivimos, moramos en ellas, hacemos nuestra morada en ellas.
Conclusión
Se podría
perfectamente decir que, a partir de lo dicho aquí, quien más favorecido sale a
partir de este debate hermenéutico es el hombre, el ser humano. Por obvias
razones, la hermenéutica trata de explicar cómo comprende el hombre, cuál es el
proceso comprensivo e intelectivo que determina el ser humano. En este sentido
se ha tratado de explicar el salto que se da entre la filosofía moderna y la
contemporánea respecto a la pregunta ¿cómo comprende el hombre?
El debate
hermenéutico coloca en el centro al tema del hombre, porque esa es su gran
preocupación; cuando al final se decía que la verdad transforma, la verdad
cambia, la verdad se habita, la verdad se desoculta, la verdad hace más clara
nuestra experiencia de la vida, en todos estos elementos perviven las
concepciones anteriores sobre el tema de la verdad, pero en el fondo, la gran
verdad que pervive detrás de ellos es la verdad sobre el hombre.
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