Humanismo vs Antihumanismo: una cuestión humanista.


Humanismo vs Antihumanismo: una cuestión humanista.

Por: Orlando Arroyave Valencia. Pbro[1].

El Humanismo.

El concepto humanismo fue acuñado en Alemania en el siglo XIX, sin embargo se utilizó de modo retrospectivo para designar el movimiento filosófico-cultural surgido en el siglo XIV, movimiento que se oponía a la metafísica tal y como era utilizada en la Escolástica.

Del humanismo existían dos versiones: humanista era aquel que se preocupaba de los valores humanos y del bienestar de la humanidad, de los valores filantrópicos, de la ayuda y preocupación por el otro y por los otros. Humanista era aquel que se dedicaba el cultivo de la humanitas, es decir aquel que se dedicaba al estudio de las lenguas clásicas, de la historia y de la literatura de los antiguos; estudio que básicamente se concentraba en los autores clásicos: Cicerón, Tito Livio, Tácito, Terencio, Flavio, Virgilio, Ovidio, Lucrecio, etc.; fueron humanistas reconocidos: Petrarca, Nicolás de Cusa, Marsilio Ficino, Pico de la Mirándola, Erasmo de Rotterdam, Montaigne, Vico, y aunque no hay un horizonte común de comprensión entre todos, sin embargo es común entre ellos que sitúen como tema de reflexión el desplazamiento del cielo a la tierra.

En la segunda versión del humanismo acabada de mencionar tuvo un papel muy importante la filología, ya que esta permitía y propiciaba el acceso a las fuentes antiguas en su lengua original; ello ejercía un papel crítico, escéptico y revitalizador a quienes realizaban dichos estudios; además de un papel de autocritica teórica y práctica que no solo se ejercía dentro de los ámbitos culturales sino que ello apuntaba a una reforma de la Iglesia; básicamente este era el proyecto que Erasmo de Rotterdam compartía con Lutero, proyecto que Lutero truncó con el movimiento reformista puesto en ejecución.

A pesar de que existen en la actualidad opiniones que sostienen que el humanismo renacentista no fue un movimiento propiamente filosófico, salvo por el retorno al platonismo, sino un movimiento literario, sin embargo y a pesar de esto, cabe considerar que el humanismo está a la base del proyecto filosófico de la modernidad, tanto del racionalismo como del empirismo. Los humanistas proponían una visión de la realidad en la que cabían la pluralidad, la diversidad y la diferencia como elementos propios para una sana convivencia, sobre todo en un contexto caracterizado por las guerras religiosas (católicos y hugonotes); dentro de este contexto Descartes y los racionalistas así como los empiristas proponían la necesidad de la certeza y de la verdad única e indubitable; verdad que debía ser afirmada y sostenida contra la diversidad y la diferencia, dado que estas no habían alcanzado el ideal pacifista que buscaban; desde este punto de vista, puede verse como los humanistas son la fuerza que está a la base de los movimientos racionalistas y empiristas propugnados por la modernidad.

El humanismo hace una apuesta por la dignidad del ser humano y este entendido como un ser emancipado y redimido, un ser libre; es Dios quien confiere dignidad y libertad al ser humano, lo hace tanto cuando lo crea y más aún cuando lo redime. El ser humano, al ser libre, se inserta en la naturaleza y en la sociedad y emplea todas sus fuerzas para comprender el funcionamiento del cosmos y emplea todas sus fuerzas para dominar, controlar y transformar la naturaleza; desde esta perspectiva el humanismo converge no solo en el proyecto reformador instaurado por Lutero, sino también en el proyecto racional propugnado por la Ilustración, así como los ideales libertarios y reformadores proclamados por la Revolución francesa, en el proceso de industrialización gritado por la revolución industrial, en la noción de historia y esta entendida como progreso incesante y constante hacia un mundo mejor y finalmente en el dominio planetario de la técnica.

Evidentemente el proyecto humanista que subyace a la base de toda la modernidad y que desencadenaría todos los fenómenos acabados de mencionar, era un proyecto optimista; se creía entonces que la fraternidad, la libertad y la igualdad extendidos por todo el mundo ayudarían a acabar el hambre, la miseria, la explotación; sin embargo, todo ese optimismo termina desgarrándose y resquebrajándose en los conflictos bélicos que vivió Europa, y esto unido al fenómeno de la crisis cultural que vivió el mismo continente y que de una u otra manera afectó a las ciencias, la lógica y la matemática.

Los antihumanismos.

¿Se debe pues seguir hablando de humanismo? Dado el descalabro al cual ha conducido el humanismo propugnado por el Renacimiento, dado que en nombre del humanismo también se han realizado una serie de acciones antihumanistas, esto ha hecho que en el siglo XX surjan una serie de teorías antihumanistas de diferentes tipos; antihumanismos que apuntan no a un saber teórico sobre lo que se desea para la humanidad y para el hombre sino a un saber teórico que reflexiona sobre lo que se sabe de él y de la humanidad. Entre dichos antihumanismos se pueden contar el sicoanálisis de Freud que revela que el inconsciente es la base sobre la cual se sustenta el yo consciente, y que por lo tanto el estado consciente del hombre se apoya en una sombra oscura que él mismo no puede controlar; además está el antihumanismo Heidegger que se basa en una crítica a la base metafísica sobre la cual se han apoyado los humanismos y por lo tanto no hacen justicia al verdadero ser del hombre, y por esta razón él prefiere utilizar el concepto de Dasein para designar al hombre; el antihumanismo de Lévi-Strauss; el antihumanismo de corte marxista proclamado por Althusser; el antihumanismo de corte nietzscheano que desarrolla Foucault y que trata de desentrañar todos aquellos fenómenos oscuros que durante la historia de la humanidad se han convertido en horrores: la historia clínica, el sanatorio, el manicomio, los orfanatos. Todos estos antihumanismos tienen una posición crítica y hasta pesimista frente a la noción optimista, racional, consciente y progresiva del ser humano y de la humanidad proclamada por el humanismo renacentista y durante toda la modernidad, visión según la cual el ser humano habría de caminar hacia un estado ideal de mejoría.

Los antihumanismos son posiciones críticas frente a las ideas difundidas por los humanismos renacentistas; el humanismo de Freud basado en una crítica contra la racionalidad ilustrada y esta entendida como un estado de conciencia y de razón en el ser humano; frente a esto, Freud opone el inconsciente y este entendido como aquel lugar oscuro que determina los estados conscientes en el ser humano; el antihumanismo heideggeriano que prefiere recurrir a la palabra Dasein antes que a la palabra hombre porque considera que dicho término está muy cargado de elementos metafísicos y que por lo tanto no le hacen justicia a la verdadera esencia del hombre; el antihumanismo de Nietzsche releído por Foucault y que se ha encargado de hacer conscientes los mecanismos de poder que han determinado la lectura que una sociedad, en una determinada época ha hecho del hombre: baste recordar el caso del parricidio, del hermafrodita; la proclamación del final de la subjetividad y del sujeto moral y la autoproclamación del hombre ya no esclavo de ningún tipo de moral ni de valor etc. Básicamente los antihumanismos han puesto de relieve aquellas experiencias no tan humanas, en el sentido optimista del término, que han determinado las visiones que el hombre ha tenido de sí mismo; también han puesto de relieve una crítica radical a la noción de hombre inspirada en unos intereses egoístas; han propuesto una crítica radical contra todos aquellos mecanismos de poder que han ido contra la condición humana.

Sin embargo los humanismos han podido resistir los embates de los antihumanismos; es más parece que una solución a los dilemas planteados por los antihumanismos pueda provenir de una reflexión acerca del alma humana y esta entendida como el centro del ser humano; porque es en el alma donde se encuentra el asiento de lo grande y lo pequeño del ser humano, es allí donde se encuentran sus grandezas y sus miserias, sus anhelos, sus deseos y sus afanes; el alma humana es el lugar intermedio entre el inconsciente y el consciente, el lugar de las grandes decisiones morales. Según todo esto una reflexión humanista en nuestros días no puede dejar de lado la reflexión antihumanista, pero los grandes dilemas planteados por los unos y por los otros, antes que menguar el ser humano y la reflexión que este hace de sí mismo, lo que hace es lanzarlo hacia el propio centro de su ser, centro que se ubica en una reflexión sobre el alma humana.

Humanismo y hermenéutica.

La hermenéutica filosófica se constituye como tal en base a elementos extraídos de la tradición humanista, es el caso de conceptos tales como: sentido común, gusto, formación y capacidad de juicio; pero en estos mismos conceptos se detecta esa critica que han hecho los antihumanistas; Gadamer para tratar de aportar algunos elementos a favor de la reflexión humanista ha insistido básicamente en la importancia del lenguaje materno o lenguaje natural y este entendido como medio para entendernos a nosotros mismos, entender a los demás y entender a nuestro entorno; por otro lado ha insistido en el concepto de juego y este entendido desde la relación que se establece entre texto y lector, entre obra e intérprete y en la necesidad no tanto de que uno de los dos polos lleve la primacía en el acto comprensivo, sino justamente en la relación; es justamente en la relación entre texto y lector, obra e intérprete donde acontece el acto mismo de comprender; es en la acción reciproca, en la interacción entre ambas partes donde se realiza el acto de comprender; de ahí la importancia capital que para al efecto tiene el círculo hermenéutico.

El italiano Ernesto Grassi haciendo un ejercicio histórico humanista y hermenéutico ha sido capaz de detectar que a lo largo de la historia occidental, y paralelo al humanismo de raigambre platónica, se ha dado un humanismo no platónico; de ese modo mientras que aquel ha tenido que recurrir a categorías racionales tales como la lógica, el cálculo, la medición y la matemática para revelar el ámbito de lo humano, pero a la vez ha dejado en la oscuridad elementos tales como lo pulsional y lo pasional, reconociendo además que el lenguaje tiene una función demostrativa y que se afinca en categorías y leyes lógicas y racionales, frente a esto el humanismo no platonizante ha puesto de relieve el valor de la metáfora y del lenguaje simbólico para adentrarse en aquellos lugares donde el humanismo platonizante no había podido llegar. Este humanismo se concentra además en el horizonte vital, horizonte en el cual se mancomunan el hombre y su mundo, el hombre y su realidad vital y existencial; en el lenguaje metafórico y simbólico se revelan el sentido y el sinsentido, lo lógico y lo ilógico; en el humanismo no platónico el ente se revela en cuanto hace parte del horizonte existencial del ser-humano.

Todo esto ha puesto de manifiesto la necesidad de recalcar la importancia del humanismo para la hermenéutica; pero además ha puesto de manifiesto el lenguaje simbólico y metafórico, para que, desde la hermenéutica, se puedan desentrañar las profundidades recónditas en las que se sumerge el ser humano.

Parece ser que la reflexión humanista, desde la hermenéutica, intenta descentrar al hombre (el hombre centro del cosmos) para ubicarlo en el lugar en el cual él se haga más consciente de aquel lugar donde lo oscuro, sombrío, irracional e inconsciente se esconde, para que logre integrar esto a las otras características de su ser y así pueda transformarse en un ser más integral, que sea capaz de percibir tanto su lado oscuro como su lado luminoso, su lado de pecado pero también de gracia. De este modo la propuesta hermenéutica-humanista es una invitación para que cada quien siga su propio camino y de esa manera sea fiel a la propia experiencia vivida y todo esto desarrollado dentro del marco de la divisa agustiniana de “ama y haz lo que quieras, quiere y haz lo que tu corazón requiere, ama y haz lo que te pide el alma” (Garagalza, 2006, 231).

Esta propuesta hermenéutico-humanista tiene como intención colocar a la conciencia frente a lo inconsciente, oscuro y sombrío que guarda el alma humana pero también frente a lo grande, luminoso y virtuoso que se esconde en la misma; con ello se busca una humanización de la humanidad y del mismo hombre, porque es allí en lo oscuro y sombrío, pero también en lo luminoso, virtuoso y grandioso del ser humano donde se esconde la posibilidad de la transformación, del cambio y de la creatividad hacia una nueva forma de vivir.



[1] Sacerdote de la Arquidiócesis de Medellín; doctor canónico en filosofía de la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma; doctor civil en filosofía de la Pontificia Universidad Bolivariana de Medellín, docente interno en la misma universidad e investigador del grupo Epimeleia de la misma universidad. Realiza sus funciones ministeriales en la Parroquia de la Candelaria de Medellín.

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