La ontología en el joven Heidegger
Introducción.
Para Heidegger el concepto de
temporalidad o mas bien la temporalidad es constitutiva de la existencia
humana, la temporalidad es un carácter constitutivo de la existencia humana.
El joven
Heidegger tenía treinta y cinco años, cuando dicta una conferencia el 24 de
julio de 1924 a los seminaristas de Marburgo, donde ya expresa sus intuiciones
fundamentales sobre el problema de la temporalidad, intuiciones que luego
desembocarán en 1927 en su texto fundamental Sein und Zeit.
La sensibilidad
de Heidegger por dicha temática estaba motivada por varias tendencias que
dominaban en la época, estas son:
En primer lugar
la fenomenología husserliana, que hacía de la subjetividad el punto basilar
sobre el cual fundamentar la experiencia del mundo. Husserl hace una separación
entre el ser del constituyente, es decir, el hombre y entre el ser de lo
constituido, es decir, el mundo.
En segundo lugar
el neokantismo que Heidegger había conocido por Natorp, Rickert y Lask. Este
neokantismo hacía la misma separación de fondo entre el ser del constituyente,
el hombre y el ser de lo constituido, es decir, el mundo, simplemente que el
neokantismo afirmaba o reivindicaba para el sujeto un estatuto trascendental.
En un tercer
momento, y por un lado totalmente opuesto, Dilthey y Simmel enfatizaban el
historicismo y el vitalismo, es decir el Leben,
sobre el mundo de la vida. Estos en vez de enfatizar el carácter estable del
conocimiento y del saber, colocaban el carácter histórico y transeúnte del
mismo, y con ello abrían el horizonte al relativismo y al irracionalismo.
Frente a esta
triple panorámica del horizonte filosófico en que se encuentra el joven
Heidegger, él con gran originalidad evita las abstracciones teoréticas sea de
la fenomenología, sea del neokantismo, evitando igualmente el irracionalismo
propio del historicismo y de la filosofía de la vida.
La meditación
sobre san Pablo, san Agustín y Lutero fue lo que lo llevó a situarse en un
camino que no le permitió caer en
ninguno de los extremos mencionados, en el fondo su meditación exegética
cristiana fue la tabla de salvación, en medio del mar de ideas, en que se
desarrolló su labor intelectual.
De esta
meditación protocristiana él extrae una intuición fundamental: que la vida
humana no puede ser considerada en sus justos caracteres, mientras se la
considere desde categorías teoréticas, mientras se haga de ella un objeto de
investigación abstracta, mientras se la considere como una cosa entre las cosas
por observar y mientras se reduzca a ser objeto de observación y descripción
neutral.
La vida humana se
hace viable cuando se mira en su carácter de acción, de decisión y de
escogencia. Siguiendo las huellas del análisis proto cristiano, Heidegger
abandona el análisis teórico-abstracto del ser humano, y se acerca al análisis
de la acción moral, en donde la decisión, la acción y la escogencia están en
juego permanentemente, y desde ahí elabora un análisis filosófico que ilumina
la existencia humana, hacia todas sus potencialidades a tener buenos
resultados.
El joven Heidegger
elabora ciertas categorías, teniendo en mente este objetivo; ellas en Sein und Zeit se llaman existenciales y
a su vez distinguen el itinerario filosófico de Heidegger concebido en estos
años, y que es definida de las siguientes maneras: ciencia teorética originaria
(Theoretische Urswissenschaft),
ciencia preliminar (Vorwissenschaft),
después hermenéutica de la facticidad (Hermeneutik
der Faktizität), finalmente analítica existencial (Existenciale Analytik).
Si la
hermenéutica protocristiana hace descubrir al joven Heidegger el problema de la
existencia en toda y con toda su intensidad, por otro lado él no logra
cristalizar un aparato conceptual adecuado para una elaboración filosófica
rigurosa. Buscando esta apropiación conceptual rigurosa, es que Heidegger
recurre a Aristóteles; en sus textos encuentra el rigor filosófico, sobre todo,
cuando se ven lejos de toda esclerotización conceptual milenaria y tradicional,
y se encuentran en toda su frescura y en todo su esplendor. Sólo en los textos
aristotélicos, sobre todo en los de la filosofía práctica, él encuentra el
aparato conceptual riguroso que andaba buscando, para elaborar su propia
articulación filosófica de la facticidad.
¿Qué es lo que
hace que la temporalidad se presente como algo esencial para el pensamiento del
joven Heidegger? La razón fundamental es que a Heidegger la temporalidad se le revela como algo constitutivo de la
existencia, en otros términos se puede decir que, a los ojos de Heidegger
la existencia en cuanto proyección se extiende hacia el futuro, en el tiempo.
En esto consiste el cambio de perspectiva operado por Heidegger, reivindicado
por él con respecto a la tradición.
En esta nueva
prospectiva heideggeriana, el tiempo aparece no como un fenómeno medible, como
una sucesión de instantes todos iguales; el tiempo en esta nueva prospectiva
aparece como el tiempo de la acción, el momento que se espera para tomar la
decisión y la elección.
En esta nueva
perspectiva no funciona ya la experiencia temporal del cronómetro; se hace
necesaria la experiencia cairológica de la temporalidad. Heidegger mismo ha
inventado la expresión cairológica
teniendo como base un doble punto de referencia:
Primeramente está
Aristóteles, que en la ética nicomaquea habla del kairos en el sentido
del momento bueno, en el sentido de la ocasión oportuna para actuar.
En segundo lugar
está San Pablo, que en la primera carta a los tesalonicenses invita a los
creyentes a no estar preocupados sobre los momentos y los tiempos, sino a
considerar la existencia cristiana como una gran vigilia, a mantenerse
preparados para el momento en el cual el Señor vendrá como un ladrón a
medianoche.
En la nueva
prospectiva heideggeriana, que se podría llamar práctico-hermenéutica, la existencia no está fijada en la
actualidad del presente, sino que es considerada como un poder ser o como una
praxis originaria; la existencia se-extiende en el tiempo hacia el hacerse
propio, es en este sentido que él habla de la temporalidad originaria. Esta es
la perspectiva temporal que Heidegger desarrollará y argumentará ampliamente en
Sein und Zeit.
Desde lo
anteriormente dicho, se puede comprender la lógica que inquieta al joven
Heidegger, y que ya lo sitúa en el camino que lo llevará a Sein und Zeit.
Cuando en 1924
tiene su conferencia sobre el tiempo, Heidegger daba un seminario universitario
sobre Aristóteles; Heidegger está dedicado enteramente a la reflexión sobre el
estagirita, a la teoría de las pasiones, libro II de la retórica. Heidegger
estaba pensando en recoger todos sus escritos y sus cursos sobre Aristóteles,
para hacer con ellos una monografía. En este año de 1924 hablaba con todos sus
amigos íntimos y los alumnos sobre su interpretación sobre Aristóteles.
¿Qué fue lo que
alejó a Heidegger de dicho proyecto monográfico? Heidegger trata de mostrar que
detrás de la definición aristotélica del tiempo como numeración del antes y el
después, se esconde un abismo que consiste en la insondable profundidad del
alma, sin la cual no hay numeración del tiempo, y sin la cual tampoco se da el
tiempo.
Continuando por
este camino, Heidegger intentaba demostrar la tradicional oposición entre
Aristóteles, que consideraba el tiempo como un fenómeno físico, y Agustín que
consideraba el tiempo como un fenómeno sicológico, como duración o dilatación
de la mente, del alma.
Heidegger
inicialmente consideraba que en Aristóteles era posible rastrear ambos lados
del fenómeno temporal, sin embargo prontamente desistirá de tal empresa, cuando
llega a comprender que Aristóteles no
sale del horizonte naturalista. La intención entonces para Heidegger es
liberar el fenómeno del tiempo de tal horizonte y rastrearlo en su
originalidad. Pero ¿dónde se encuentra la temporalidad originaria? ¿En qué ente
privilegiado se encuentra? ¿Cuál es su modo de ser? ¿Cuál es su relación con el
ser?
Para Heidegger la
necesidad de iluminar el problema del tiempo surge de su confrontación con
Aristóteles, iluminación que se manifiesta en la secreta relación que existe
entre el ser-ahí y el tiempo, entre el ser y el tiempo, relación que la tradición
filosófica occidental no ha tematizado. No es un acaso el hecho que Heidegger,
contemporáneamente a la conferencia sobre la temporalidad, se hubiese empeñado
en realizar un ensayo de casi setenta páginas sobre la misma temática y que
debía incluir cuatro capítulos, que son:
En primer lugar
la problemática de Dilthey y la tendencia fundamental de Yorck. En un segundo
momento los caracteres del ser originario del ser-ahí. En el tercer capítulo
trataría el ser-ahí y la temporalidad. Y finalmente trataría el ser-ahí y la
historicidad.
Heidegger nuevamente
profundizará el concepto de temporalidad, en el semestre de verano de 1925, y
desde este momento el problema de la temporalidad tendrá un lugar privilegiado
en su reflexión, el que lo llevará a través del camino que culminará en Sein und Zeit.
En la conferencia
sobre el concepto del tiempo, el proyecto filosófico de Heidegger toma forma y
se presenta de manera esquemática, dicho proyecto culmina con su gran obra de Sein und Zeit; éste además se presenta
como un primer intento por definir los caracteres que constituyen la existencia
humana, los caracteres que constituyen al ser-ahí, de entre los cuales el más
importante es la temporalidad.
En la conferencia
sobre el concepto de tiempo, se asiste a un primer esfuerzo intelectual, en el
que Heidegger deja entrever la nueva terminología que lo hará famoso a partir
de Sein und Zeit. En la mencionada
conferencia, el concepto de Befindlichkeit
es un término que está unido a la proyectualidad, a la decisión y a la espontaneidad
de la comprensión. Dicho término indica el estado de pasividad, de situación,
de encontrarse y en él están implicados los estados de ánimo, y las afecciones.
El término de
arrojamiento, de situación y de afección, es decir Befindlichkeit es la traducción heideggeriana del término latino de
Affectio, así deja entrever la
génesis y el significado del término introducido por Heidegger.
Por aquellos días
de 1924, Heidegger está concluyendo un seminario sobre Aristóteles, y en él
utiliza el término diatesis, disposición para con él referirse al estado
de ánimo dentro del cuadro de la doctrina aristotélica de las pasiones, así se
concluye el marco conceptual desde el cual se debe comprender la Befindlichkeit. Cuando Heidegger
expresa su propia tesis según la cual la situación emotiva, el sentirse es
parte constitutiva del ser-ahí, esta tomando como pre-texto histórico el
pensamiento agustiniano y el pensamiento aristotélico.
Esta
investigación se propone ahora analizar el texto que lleva por título Begriff der Zeit (El concepto de tiempo), siempre teniendo como mira la pregunta ¿Qué
es el ser para Heidegger en esta conferencia? ¿Cuál es la noción de ser que
aquí maneja? Para ello utilizaremos como hilo conductor las nociones de
temporalidad, para referirnos a la existencia auténticamente vivida, y el
concepto de temporariedad para referirnos con ello a la existencia
in-auténticamente vivida.
Temporalidad y temporariedad.
Los conceptos usuales de tiempo
Heidegger en la
conferencia antes mencionada, parte de una afirmación en la que sostiene que
“el tiempo encuentra su sentido en la eternidad”[1]
y corrobora que aquí, en esta afirmación, se encuentran el punto de partida y
la vía a seguir, que reza así: “desde la eternidad hacia el tiempo”[2].
Dice que nosotros podemos colocar el problema en estos términos, siempre y
cuando conozcamos y comprendamos suficientemente lo que es la eternidad. Sin
embargo, a partir de esta afirmación, empieza a mostrar una serie de
posibilidades, todas ellas puestas en un nivel relativo.
Si la eternidad es algo más que el perpetuarse en algo
diferente del vacío, si la eternidad
no es girar eternamente en torno a algo, si
la eternidad es Dios, entonces, concluye Heidegger, solamente se puede hablar
de temporalidad cuando se conozca a ese Dios, cuando se conozca la eternidad.
Continúa utilizando esta forma lingüística relativa diciendo que si la eternidad es Dios y en Dios se
encuentra una respuesta afirmativa al problema de la temporalidad, entonces
solamente por la fe se acepta a Dios y solamente quien cree tiene acceso a Él;
solamente la teología tiene acceso a Dios, por ende a la temporalidad y a la
filosofía le está vedado ese camino, ya que la filosofía no podrá jamás hacer
un uso metódico de este camino “el teólogo es el conocedor adecuado y
competente para conocer el tiempo (y si las cosas son así) […] la teología
tiene mucho que ver con el tiempo bajo muchos aspectos”[3].
Heidegger
especifica dos modos como la teología habla de la temporalidad, sin embargo
llama la atención que en estos dos modos de hablar de la temporalidad, da un salto al hablar de la
existenciariedad, él plantea las cosas así: en primer lugar la teología
habla de la existencia humana como de un ser delante de Dios, el ser temporal
del hombre relacionado con la eternidad. La existencia de Dios, conceptúa
Heidegger, no depende de la teología, ni de la fe de los hombres.
En segundo lugar
la fe cristiana debe tener una referencia al tiempo y a lo que sucede en él,
Heidegger cita a san Pablo en su carta a los Gálatas 4.4, igualmente cita el
evangelio de san Marcos 1,15 y la carta a los Efesios 1, 9-10 en donde se habla
del cumplimiento del tiempo.
Heidegger
sostiene que el dato de fe no es el punto de partida para el filósofo, éste
parte del tiempo tratando de comprender el tiempo mismo y aunque el tiempo
tiene el aspecto de la eternidad, se revela como un derivado del ser temporal[4].
Heidegger plantea
la tarea por realizar diciendo que el tratado sobre el tiempo no es teológico,
no puede ser teológico porque ello hace mucho más difícil el tratado del
problema de la eternidad, el tratamiento teológico prepara de manera justa y
auténtica el problema de la temporalidad[5].
Más aún, Heidegger dice que el planteamiento que va a hacer, no es ni siquiera
filosófico, en el sentido que ofrezca un tratamiento de la temporalidad de
aceptación universalmente válida, tratamiento que se preguntaría sobre todo lo
que se esconde detrás del concepto de tiempo, y sobre su relación con otras
categorías. ¿Cuál es la tarea que Heidegger se propone en este texto?
Heidegger habla
de una ciencia preliminar[6]
que se propone indagar lo que dicen la ciencia y la filosofía, es decir el
discurso interpretativo del ser-ahí, sobre el ser-ahí y sobre el mundo. Él
plantea, como un ejemplo, que si el modo de acercamiento al reloj que se hace
en la física, toma cuerpo y en ello se hace presente, se muestra. En otros
términos se puede decir que en la medida en que hay un acercamiento al mundo,
desde una determinada dimensión, dicho acercamiento se hace viviente y con ello
se muestra el fenómeno en su totalidad. La ciencia
preliminar de la que habla Heidegger vive del esfuerzo obstinado de que la
ciencia y la filosofía se mueven dentro del ámbito del concepto. Tanto el
filósofo como el científico tienen como posibilidad la claridad de lo que
comprenden y no comprenden.
Dicha comprensión
de la ciencia preliminar, debe clarificar cuándo una investigación se nutre de
un saber nominal, aceptado por tradición o cuándo toma seriamente su tema.
Estas investigaciones son a veces, según Heidegger, las interpretaciones de
algunos que son necesarias y urgentes, pero se han limitado a ver en esas
adquisiciones, cómo se han comportado los antiguos; estas reflexiones sobre la
temporalidad, tienen en común con la filosofía el hecho de que no son teología[7].
Heidegger tiene
como hilo conductor para su investigación, la cuestión sobre el tiempo, un
tiempo que puede ser temporal o un tiempo que puede ser temporario, a nuestra
manera de ver; es temporario el tiempo cuando se mira desde categorías
universales, generales y absolutistas; es temporal el tiempo cuando encarnado
en el ser ahí, se convierte en proyecto de vida, en posibilidad posibilitante
de mundo, en un continuo entretejido de posibilidades, todas ellas mancomunadas
en un proyecto de vida; también es temporal el tiempo cuando la muerte se
convierte por un lado en un límite, por otro en una posibilidad posibilitante;
es temporal el tiempo cuando en el proyecto de vida se dan rasgos de una
historia efectual, que de una u otra manera inciden en el mismo; es temporal el
tiempo cuando el proyecto de vida conlleva consigo una serie de efectos o de
consecuencias para la vida del hombre. En última instancia se puede decir que
el tiempo se temporaliza para el hombre cuando se convierte en Sorge, cura, cuidado de sí.
Ya Heidegger
desde sus primeros escritos deja entrever su actitud polémica y polemizante con
la ciencia y con la teología, actitud que en las obras posteriores, siendo él
ya más maduro filosóficamente hablando, se hará más radical.
Como hace en Sein und Zeit[8],
en Der Begriff der Zeit parte para su
reflexión sobre la temporalidad del sentido medio, de la cotidianidad “es sobre
todo oportuno, un acento preliminar al tiempo que se encuentra en la
cotidianidad, al tiempo de la naturaleza y del mundo”[9].
El interés que lo
mueve al problema de la temporalidad, es el suscitado por la física, en la
reflexión sobre los principios fundamentales de medición de la naturaleza,
dentro de un sistema de referencia espacio-temporal. Einstein es quien en su
teoría de la relatividad fija y concentra el estado de la investigación que da
origen al problema de tiempo en Heidegger.
Algunas de las
tesis principales sobre el tiempo son: una vieja tesis de Aristóteles que dice
que el espacio en sí no existe, que no hay espacio absoluto; el espacio existe
sólo mediante los cuerpos y las energías que contiene; tampoco el tiempo
existe. Sólo existe como consecuencia de los eventos que ahí se desarrollan;
para Heidegger la extremización de las nociones einstenianas, se hace evidente
cuando sostiene que “no hay un tiempo absoluto, ni mucho menos una
sincronización absoluta”[10].
Aunque aquí hay
un aspecto negativo, también hay un aspecto positivo, y es que la teoría de la
relatividad muestra que las ecuaciones permanecen estables a pesar de las
variaciones, que por un cierto placer se introducen en la naturaleza[11].
Al lado de la teoría einsteniana de la relatividad coloca la concepción de la
temporalidad aristotélica. Sin embargo hay algo que llama la atención, no es sólo
el hecho de que se asocia a Einstein con Aristóteles sino que además Heidegger
hable de la teoría de la relatividad en un apartado donde está hablando sobre
la concepción cotidiana de la temporalidad.
Lo anterior
suscita un interrogante ¿no será que el empleo de la temporalidad que utiliza la
teoría einsteniana, para Heidegger es constitutiva de la cotidianidad media? No
debe sorprender el hecho de que la temporalidad tratada por la física
relativista, propuesta por Einstein, constituya para Heidegger parte de la
cotidianidad media, pues él asume una posición crítica frente a lecturas de la
temporalidad que permanecen en el ámbito de lo meramente natural[12].
Desde aquí es posible decir que la concepción temporal utilizada por la física
relativista pertenece no al ámbito de lo temporal sino al ámbito de lo
temporario, cabe preguntarse ¿lo mismo puede decirse de la teoría naturalista
de Aristóteles?
Heidegger
sostiene que ya Aristóteles había visto el tiempo como aquello en lo que se
desarrollan los eventos, asociando el tiempo con la mutación, el cambio, la
locomoción, el modo fundamental del ser de la naturaleza. El tiempo mismo no es
movimiento pero tiene que ver con el movimiento, el tiempo se encuentra en el
movimiento, en lo que es mutación, cambio. La mutación se encuentra en el
tiempo.
Desde esta
percepción aristotélica relaciona tiempo y cambio, mutación y naturaleza, luego
asocia el tiempo con la medición, con la medida. Para Heidegger el físico ve el
tiempo desde la medida, la duración; medida que indica el cuándo, en el sentido
de cuando en cuando, la duración. Después habla sobre el reloj, del que dice
que señala el tiempo y lo considera como un sistema físico de medida que señala
la sucesión temporal, a no ser que este sistema físico sea expuesto al cambio
por una incidencia externa. Además asocia la duración con la repetición cuando
dice que la repetición es cíclica, cada período tiene la misma duración
temporal en el reloj.
El reloj da la
misma duración, igual que se repite incesantemente y se puede rehacer
constantemente, división de intervalo que es arbitraria. La igualdad de la
sucesión temporal, rehecha en el tiempo, se relaciona con otras igualdades
también medibles numéricamente a través de la cantidad.
El reloj es un
sistema físico de medición del tiempo, el que lo mide teniendo como base la
periodización repetida de los mismos intervalos de tiempo. El reloj cuantifica
el tiempo dando siempre la posibilidad de rehacer todo tiempo acontecido.
Heidegger se pregunta ¿Qué esperamos del tiempo por medio del reloj?
El reloj es aquel
sistema físico que sirve para fijar arbitrariamente un ahora, en torno al cual
se establecen el antes y el después; todo antes tiene a la base un ahora, lo
mismo que todo después. Pero en este sucederse del ahora y en relación a este
antes y el después, se da un tiempo homogéneo, sólo en cuanto es homogéneo es
medible. Según Heidegger, el tiempo en el reloj es un desarrollo de los
estadios, que en sucesión continua, se relacionan según el orden de un antes y
un después.
Cuando se está
pendiente de un evento determinado, con el reloj en la mano, lo que interesa no
es tanto la duración del mismo, sino la fijación del respectivo ahora. El
tiempo es alguna cosa en que un ahora, un momento determinado puede ser fijado
arbitrariamente, de modo tal que de dos momentos temporales distintos, el uno
es siempre un antes y el otro un después, sin que ningún punto ahora se
distinga de los otros.
En cuanto ahora,
ese es antes de un después, y en cuanto después es posible después de un antes.
La mirada de Heidegger se dirige hacia el ahora, llegando a plantearse con
ello, si el ahora soy yo o si es cada uno que en un momento determinado hace
referencia al ahora. Sin embargo, todo esto le sirve para plantearse el
problema del tiempo natural, un reloj natural que la existencia humana se ha
procurado desde siempre y que consiste en “el reloj natural de la alternancia
entre la noche y el día”[13].
La reflexión
heideggeriana sobre la temporalidad se mueve en torno a la pregunta por el
reloj, por el ahora, el antes y el después entendidos como instancias
temporales, pero la pregunta heideggeriana por la temporalidad, lo conduce a la
pregunta crucial sobre si el tiempo es el mismo ser-ahí, si el tiempo es el mismo hombre, llegando a san Agustín, quien en
su libro XI de Las confesiones, ha
llevado la pregunta por la temporalidad a la pregunta sobre si “él mismo (el
alma) sea el tiempo”[14].
Es bien
importante ver cómo, la reflexión heideggeriana sobre el tiempo se mueve inicialmente
bajo categorías temporales, es decir las categorías que clásicamente se han
estudiado sobre el tiempo: el ahora, el después y el antes como sucesión y
acontecer, como movimiento, la pregunta por el reloj y el tiempo en él fijado,
la cuestión de la temporalidad o de la temporariedad, en el marco del
pensamiento de la teoría de la relatividad y en el pensamiento aristotélico;
todas estas son reflexiones que de una u otra manera se mueven dentro del marco
de la reflexión sobre el tiempo visto como temporalidad o como temporariedad. Después
Heidegger comienza a hacer el giro en torno a la noción temporal del tiempo, el
tiempo en cuanto algo que se da en el ser-ahí, o el tiempo en que transcurre el
ser del ser-ahí. La base para ello es el texto de san Agustín que se ha
mencionado.
Todas las
reflexiones sobre el tiempo que Heidegger menciona: la aristotélica, la
einsteniana o relativista, la de la cotidianidad media son reflexiones que
probablemente pueden ser ubicadas dentro de la consideración temporaria del
tiempo más no temporal del tiempo.
De la temporariedad a la temporalidad de la
existencia.
La pregunta por
el sentido de la temporalidad ha llevado la investigación heideggeriana a la
consideración sobre el ser-ahí, el que es a su vez entendido como la vida
humana en su ser. Este ente que se entiende en su ser de vez en cuando, ser
cada vez de su ser, ser que cada uno de nosotros es y que cada uno de nosotros
capta cuando dice la afirmación fundamental yo soy. Yo soy es la manifestación del ser del hombre que es en
cada caso el mío.
Cuando se dice yo
soy, en esa aseveración se afirma el auténtico afirmar el ser que tiene el
carácter del ser del hombre. Yo soy, es la aserción que denota el auténtico
afirmar el ser, que tiene el carácter del ser del hombre; el carácter del ser
del hombre se afirma en la aserción yo soy; este ente que es el hombre es en
cada caso el mío. La aserción yo soy es la que capta y aprehende el auténtico
ser del ser-ahí que en cada caso es el mío.
Para Heidegger
esta reflexión sobre la temporalidad, que conduce a la existenciariedad, es
necesaria por dos razones: la primera porque se hace comprensible desde el
primer momento lo que es en el tiempo y la segunda porque se hace comprensible
lo que es la temporalidad auténtica. Así desde un primer momento se hacen comprensibles
los diversos modos del ser temporal y la conexión que se da entre las dos
razones mencionadas anteriormente.
La temporalidad
constituida por una serie de ahoras hace, comprensible el ser del ser-ahí; en
cada ahora se manifiesta no sólo el rasgo temporal, sino que se hace evidente
el ser del ser-ahí que en cada caso soy yo. De esta manera se manifiesta el
propio ser del ser-ahí que es en cada caso el mío.
De la existencia a los existenciales.
Si el ser humano
está inmerso en el tiempo, de manera que de él se pudiese extraer lo que es el
tiempo, entonces es necesario caracterizar este ser-ahí en las determinaciones
fundamentales de su ser.
Así se empiezan a
ver en el joven Heidegger el manejo de las categorías que usará en Sein und Zeit y en su filosofía
posterior; así, cuando dice que la aserción fundamental del ser-ahí
relativamente a su propio ser, es el ser temporal, el ser-ahí es un ser que, en su ser temporal, le va su propio ser[15].
De esta manera
indagando sobre el sentido de la temporalidad, se han llegado a caracterizar
algunas estructuras fundamentales del ser-ahí ¿Cuáles son dichas estructuras?
1. El ser-ahí es
un ente que es caracterizado como ser-en-el-mundo.
Ello significa que el ser-ahí no debe realizar ningún artificio para entrar en
el mundo, el ser ahí es el ser que tiene que habérselas con el mundo, es ese
ser que tiene que hacer cuentas con el mundo, por lo tanto tiene que actuar en
el mundo, tiene que transformar el mundo, afanarse en él y continuar en el
mismo; pero no solamente Heidegger toma en consideración las funciones éticas y
sociales del ser-ahí en el mundo, también las funciones intelectuales,
científicas y tecnológicas, ya que el ser-ahí considera, interroga, determina mediante
la observación y la comparación el mundo. Finalmente concluye que, el ser-ahí-en-el-mundo es un ser que está
caracterizado como un ser que tiene cuidado de sí, el ser-ahí cuida de sí, está
atento a sí mismo.
En esta primera característica
ya se incluyen varios caracteres que Heidegger luego tomará en consideración en
su texto Sein und Zeit: la primera es
que el ser-ahí es un ser-en-el-mundo. La segunda es que el ser-ahí es un ser
que actúa en el mundo. La tercera es que el ser-ahí es un ser que interpela el
mundo mediante la interrogación, observación y comparación del mundo, y
finalmente es que el ser-ahí es un ser que estando en el mundo está dedicado al
cuidado de sí, tiene cura de sí, está empeñado en su propio ser. Categorías
morales, éticas, sociales, científicas, filosóficas y tecnológicas como modos
concretos de ser-en-el-mundo, modos de estar-en-el-mundo.
2. Heidegger
considera en segunda instancia la mismidad y la otredad. El ser-ahí es un
ser-en-el-mundo y contemporáneamente es un ser con el otro y con los otros. El
ser ahí es ese ser que estando ahí, es con el otro y es para los otros, de la
misma manera que es otro para los otros y para el otro que se sitúa frente a él
como un ser que le está ahí delante.
La consideración
heideggeriana no sólo se entiende desde el con, en el sentido del uno con el
otro, sino también desde el por, ser uno por el otro, perfilándose aquí una
problemática que en el Heidegger de Sein
und Zeit ya se evidencia, y que con mayor fuerza se deja entrever en
análisis como los planteados en su texto Identität
und Differënz.
El ser-ahí es un
ser que en su mismidad llega a ser tal porque hay otro ser-ahí, el ser-ahí es un
ser con el otro; desde esta perspectiva es un ser que comparte su propio mundo
con los otros.
De esta reflexión,
Heidegger va a extraer dos conclusiones: el ser-ahí es un ser que se encuentra
con el otro, la propiciación del encuentro con el otro propiciada por el ser
uno con el otro. Pero además este encuentro de uno con el otro, este estar el
uno frente al otro, propiciado por el ser uno con el otro en el propio mundo
con el mundo del otro, se relaciona con el ser uno para el otro. Esta es la
segunda conclusión: ser uno para el otro, de manera que en el ser uno con el
otro se enfatiza la mismidad, pero al ser uno para el otro se enfatiza la
mismidad desplegada hacia la otredad, la mismidad abierta a la otredad.
Heidegger plantea
un problema que no se puede dejar sin hacer referencia a él, es el encuentro,
el estar ahí delante de…, evidentemente el encontrarse uno con el otro
significa un punto común de referencia, en el que uno se encuentra a sí mismo
porque hay otro-ahí delante; el encuentro personal consigo mismo propiciado por
el encuentro con el otro. Por otro lado el encuentro con el otro que está ahí
delante, hace referencia al hecho de que el otro puede no ser nadie para uno,
el otro puede ser otro que nada tiene para uno o uno no tiene nada para el
otro; por eso Heidegger inmediatamente enfatiza que, en esta relación el otro
que se encuentra “allí adelante para los otros, o sea un ser al modo en que está allí adelante como una
piedra que no tiene mundo y al que no se le presta atención[16].
3. El ser-ahí es
un ser que tiene el habla como un medio,
a partir del cual se evidencia y se patentiza el mundo, el ser-ahí tiene un mundo porque tiene el habla, el lenguaje. El
habla es un hablar sobre algo, expresándose sobre algo. Ya Aristóteles conocía
este hecho del habla y del lenguaje. No es sólo hablar sobre algo, sino que en
ello se expresa un auto-conocimiento, no sólo es el conocimiento de algo, sino
el propio conocimiento lo que está implicado en el hablar; el hablar dice cómo
el ser-ahí se comprende y de qué cosa se comprende, más aún en el hablar se
hace patente el presente en que habita un coloquio determinado[17].
En esta tercera
determinación se vislumbra un elemento que no sólo aparecerá en el Heidegger de
Sein und Zeit, sino que aparecerá a
lo largo de toda su reflexión filosófica, es el tema del lenguaje, el que por
ejemplo será el tema central de la meditación realizada en Unterwegs zur Sprache, Hölderling
und das Wessen der Dichtung, en la Brieff
über den Humanismus etc., desde aquí podemos hacer una crítica, contra
todas aquellas posiciones que consideran que el tema del lenguaje, es una
reflexión exclusiva del Heidegger maduro. En el texto de 1924 Der Begriff der Zeit, ya se deja ver el
tratamiento sobre el tema del lenguaje, este texto es un testimonio donde se ve
que Heidegger desde su juventud, ya se interesa por el mencionado tema.
Heidegger destaca
cómo el ser-uno con el otro posee una determinación preeminente del ser, dicha
determinación eminente del ser del ser-ahí es destacada por Heidegger en el
habla. Poseer mundo con el otro es poseer un lenguaje “el tener aquí el mundo
el uno con el otro, es el habla”[18].
En el habla se da
una expresión de algo, define Heidegger el hablar como el hablar de algo,
hablar sobre algo y en ello una auto-expresión, en otros términos hablar es
hablar de algo y es auto-expresarse.
Heidegger remite
el tema del hablar a la interpretación, al tema de la auto-interpretación
cuando dice que “en el modo en que el ser-ahí habla y en la medida en que tenga
que ver con ese hablar, en ello está implícita una auto-interpretación del
ser-ahí”[19].
Todo hablar es un
hablar sobre algo y en todo hablar sobre algo hay ya implícito un hablar sobre
sí, que tiene como característica la mediación de la interpretación. Todo hablar es un interpretar y un
interpretarse del ser-ahí que comprende comprendiéndose. Toda
auto-interpretación dice de cómo el ser-ahí se comprende a sí mismo, por qué cosa
se toma a sí mismo.
En el diálogo, en
el coloquio, en lo que se dice uno con otro, en ello permanece una
auto-comprensión del presente que permanece en tal coloquio. En todo diálogo no
sólo se da una auto-interpretación del presente, sino que en el coloquio dicha
auto-interpretación del presente permanece inédita.
De esta manera
Heidegger no sólo resalta la interpretación y la auto-interpretación a partir
del habla, no sólo recalca el carácter de lo lingüístico, sino que además en
ello resalta lo hermenéutico, además recalca en ello lo temporal cuando dice
“el presente habita en el coloquio”[20].
No sólo uno y otro, es además lo hermenéutico y lo temporal lo que es motivo de
coloquio, de lenguaje, de diálogo y de conversación.
Otro de los temas
que determinan la reflexión heideggeriana en la madurez, es el tema de la
interpretación, tema que ya es posible entrever en este escrito de su juventud.
La temporalidad se deja entrever en el tema del lenguaje, cuando el presente
habita en el coloquio; la temporariedad sería en estos términos, no la
expresión del presente en el diálogo, sino la charlatanería, la habladuría que
se puede apoderar del ser-ahí.
4. La
determinación yo soy es constitutiva para el ser-ahí, sobre todo a partir del
yo soy de vez en cuando. Si el ser-ahí es un yo soy, lo que lo constituye es
que ese yo soy se despliega como un yo soy de vez en cuando, al ser-ahí en
cuanto ser-en-el-mundo, le es primordial el hecho de que es mi propio ser.
Tanto en el ser
de vez en cuando, se debe especificar la mismidad en cuanto es mi ser de vez en
vez, y de vez en vez mi propio ser; el ser del ser-ahí en cuanto mi ser, que de
vez en cuando es el mío, no puede ir aislado, ni separado abstractamente del
todo que es el mío. Todos los caracteres esenciales del ser-ahí, deben
reencontrarse siempre de nuevo en el hecho de que ese ser es el mío.
Es la práctica concreta de la acción, en cuanto
reencontrada en la decisión, la que se concretiza en la propiedad propia del
ser-ahí; la práctica concreta de la acción que se reencuentra en la decisión
es mi práctica, es mi decisión y mi acción.
5. El ser-ahí es
un ser que en su propio ser lo es con los otros y estos a su vez con otros.
Ninguno es sí mismo en la cotidianidad media, yo soy en el modo en que soy,
ninguno es sí mismo sino en su modo de ser, el ser del ser-ahí emerge de la
cotidianidad media tratando de clarificar el yo soy. De todos los modos
posibles del se que la cotidianidad
media presenta: se esclarece, se vislumbra, se patentiza el yo soy como algo
que emerge de dicha cotidianidad.
Aquí Heidegger
evidencia un tema que luego será
retomado en Sein und Zeit, la
supremacía del ser del ser-ahí, como algo que emerge desde la clarificación y
dilucidación de la cotidianidad media. Desde todas las posibilidades que ofrece
la cotidianidad, emergen la propias posibilidades del ser-ahí; desde el
aniquilamiento crítico de la cotidianidad media, emerge el yo soy como
posibilidad propia, que opta entre muchas posibilidades; el ser-ahí emerge como
un ser que emerge como posibilidad propia del yo soy y del ser que se es.
6. En el
ser-en-el-mundo cotidiano del ser-ahí le va su propio ser, al ser-ahí le va su
propio ser en la cotidianidad y en ser-en-el-mundo. En cada decisión, en cada
acción está inmiscuido el ser del ser-ahí, en el sentido de un cuidarse, de un
tener al cuidado de sí-mismo su propio ser, en el hacer, en el tener que hacer,
en ello le va el propio ser del ser ahí “aquello que tengo qué hacer, aquello
de lo que me ocupo, aquello a lo que me encadena mi propia profesión, aquello
soy yo mismo, y en eso se desarrolla mi propio ser”[21].
El cuidar-se del
ser-ahí, el pre-ocupar-se del ser-ahí constantemente le agrega la ocupación del
ser; el ser es ocupación que se agrega al ser-ahí cuando cuida de sí; cuando el
ser-ahí cuida de sí, se ocupa de sí y en ello es evidente una interpretación
del ser. En toda preocupación por el ser-ahí, a la manera de un cuidado de sí,
en ello está implicada una interpretación del ser, y viceversa, toda
comprensión del ser lleva implícita una interpretación dominante del ser-ahí.
7. En la vida
cotidiana media, el ser-ahí se encuentra encarcelado en sí mismo, sin que ello
implique una reflexión sobre sí-mismo, ni sobre su propio yo. Ello implica que
no hay una distancia entre el ser-ahí y su yo, ya que en todo aquello que tiene
que hacer se encuentra siempre a sí mismo, siempre y cuando haya tomado
distancia de la cotidianidad media. En esta, el ser-ahí se encuentra siempre
encarcelado en sí mismo.
8. Para Heidegger,
la reflexión sobre el ser del ser-ahí no puede ser una reflexión externa
encaminada a la demostración, ni a la mostración. La reflexión primordial sobre
el ser-ahí, no está encaminada a la observación empírica sino a ser-lo, es
decir reflexionarse, hablar-se, ser-lo, hablar de sí, reflexionar de sí,
ser-sí-mismo. La auto-reflexión es un modo eminente como el ser-ahí se tiene a
sí mismo.
Aquí se deja
entrever una novedad típicamente heideggeriana en su reflexión sobre el hombre;
este no puede ser visto como algo externo a sí mismo, como un objeto de
observación. Heidegger lanza una invitación a abordar al hombre en su mismidad
misma de ser-ahí, en el yo soy.
Afirma Heidegger
que la interpretación media del ser-ahí, está dominada por los criterios del
se-cree, de lo que se transmite del ser-ahí y de la vida humana; la reflexión
media sobre el ser-ahí está dominada por el se, por la tradición[22].
Heidegger hace
referencia a los dos elementos fundamentales en su propuesta filosófica madura
y que en este escrito se manifiesta de manera embrional: la reflexión sobre el
ser del ser-ahí no puede ser algo externo, ni encaminado a la demostración, ni
a la mostración. La reflexión sobre el ser del ser-ahí está encaminada a la
auto-reflexión, a un reflexionar-se.
En un segundo
momento, la reflexión heideggeriana se encamina a asumir críticamente la
cotidianidad media, en cuanto está permeada por el anonimato, que se manifiesta
de manera evidente en el se, en el
sentido de la tradición, de la vida humana y del creer.
Dos maneras de
hablar del se, la primera donde está
implícita la auto-reflexión en el sentido del pensar-se, saber-se, hablar-se. La segunda se-dice, se-piensa, se-cree, en todo ello está implícita la
cotidianidad media. En estas dos maneras de hablar del se, dos horizontes de reflexión que encaminan a pensar al hombre de
manera distinta, dos horizontes que en el Heidegger maduro, van a significar
una posición crítica contra todo tipo de humanismo encaminado a reflexionar
externamente sobre el hombre, a demostrar el ser del hombre, a mostrar lo que
el hombre es, y una segunda posición del Heidegger maduro encaminada a una
reflexión crítica contra todo tipo de cotidianidad media, contra todo tipo de
ocupación cotidiana, dicha posición crítica está encaminada a mostrar lo que el
hombre es, considerado en su forma más auténtica.
Toda esta caracterización
está orientada a una sola pregunta ¿Es posible una investigación interpretativa
del ser del ser-ahí, que esté encaminada a la comprensión de su propio ser? A
lo cual Heidegger responderá afirmativamente diciendo que sí es posible. Señala
además que la dificultad para elaborar dicha investigación “no nace de la
objeción que la observación sicológica del ser-ahí termina por perderse en la oscuridad”[23].
Tampoco la dificultad radica en la limitación del conocer humano, dice
Heidegger que si no eludimos esta aporía no podemos colocarnos en una reflexión
sobre el ser-del-ser-ahí en su autenticidad más propia.
El hilo conductor
de esta investigación es la distinción entre la temporalidad y la
temporariedad, todo lo dicho en los numerales anteriores está encaminado, según
parece, a mostrar que una auténtica temporalidad consiste en el hecho de que el
ser-ahí se apropie de su propio ser a partir de la cura (Sorge), del cuidado de sí, a partir del comprender y del
comprenderse o del comprender comprendiéndose, a partir del lenguaje y del
habla, del encuentro consigo mismo, con lo otro y con el otro; toda experiencia
de mundo y de mundanidad son experiencias temporales, el mundo se evidencia
como un hecho temporal; el tomar conciencia de la propia identidad tomando
distancia de la cotidianidad son hechos temporales. Así Heidegger deja entrever
la radicalidad en su pensar, cuando desde categorías temporarias y temporales,
articula no sólo una nueva visión del ser del ser-ahí, sino que en ello hay
toda una ruptura y una crítica con respecto a la manera tradicional de
considerar al hombre.
Heidegger
considera que la autenticidad del ser-ahí es la posibilidad extrema; ahora esta
posibilidad extrema del ser determina al ser-ahí de manera esencial, y la
autenticidad es la determinación extrema del ser-ahí, bajo la cual los
caracteres enumerados anteriormente son lo que son.
Dos conceptos se
relacionan estrechamente con el ser del ser-ahí: la autenticidad del ser-ahí y
la posibilidad de ser extrema. La segunda es la determinación del ser ahí en la
que entran en juego todos los elementos que lo constituyen, y que fueron
enumerados anteriormente. La primera determina al ser-ahí de manera sustancial.
Simplificando al máximo podemos decir que la posibilidad de ser extrema es
quien determina primariamente al ser del ser-ahí y que la autenticidad es la
determinación del ser-ahí.
Heidegger
clarifica en qué consiste la aporía en el conocimiento del ser-ahí, y dice
negativamente que no es su limitación, no es su inseguridad, no está en la
imperfección del conocimiento, sino que la aporía radica en el ente mismo que
debe ser conocido, en la posibilidad fundamental de su ser[24].
La existencia desde la muerte.
Heidegger
comienza a perfilar el tema de la muerte, entendida ésta como el fin, como
posibilidad del hombre y de su existencia. Propone el tema de la muerte desde
la existencia del hombre, cuando dice que el hombre siempre está en camino, el
hombre permanece como aquel que no ha llegado todavía, pero cuando llega al
final, entonces este ya no es más, porque ha llegado el final.
En el hecho de
reconocer que el ser-ahí es un ser para la muerte, Heidegger recalca varias
aporías: la primera es que la muerte es la posibilidad extrema que posibilita
toda otra posibilidad, pero que una vez realizada ya no es más posibilidad, es
la nada que imposibilita toda otra posibilidad.
La segunda aporía
que Heidegger señala es el hecho de saber que la muerte es una certeza y que en
cuanto tal es posibilitante de toda otra posibilidad, pero dicha certeza es
incierta, en el sentido que es una posibilidad latente que en cualquier momento
puede imposibilitar la posibilidad propia del ser-ahí. En esta segunda aporía
se puede decir que la muerte es para el ser-ahí una certeza incierta.
Para Heidegger,
el detenerse a pensar estas aporías, es lo que hace que el ser-ahí se muestre
en su extrema posibilidad.
Para el ser-ahí,
la muerte es la certeza que puede convertirse en algo que se constituye en su
saber propio, permanente e inminente. La presencia latente de la muerte, la
presencia consciente de la muerte, la presencia sapiente de la muerte hacen que
el ser-ahí se encuentre consigo mismo y en si-mismo. Esto es lo que hace que el
ser-ahí se auto-interprete y se auto-comprende superando por certeza y
autenticidad toda otra certeza.
El tema de la
muerte siempre estará latente en toda la reflexión heideggeriana, en Begriff der Zeit dicho tema se muestra
de manera incipiente, pero a la vez nos muestra como este será un tema que
contramarcará todo su itinerario intelectual.
Leer la muerte en
los términos de posibilidad posibilitante, de certeza incierta, de sapiencia
sapiente encaminada a la sapiencia de la propia existencia, significa no sólo
asumir la muerte sino también la existencia, en términos temporales. Lo
contrario, asumir la muerte sin ver en ella los rasgos de posibilidad
posibilitante, sin considerarla una certeza incierta pero inminente, no ver en
la muerte lo que de sapiente nos puede traer para vivir sabiamente nuestra
existencia, significa asumirla de manera temporaria. En última instancia,
tratando de enmarcar el texto heideggeriano en la hipótesis que aquí manejamos,
tenemos que decir, que el itinerario intelectual de Heidegger, es una
invitación y una motivación para asumir la tanto la muerte como la existencia,
en los términos de una temporalidad, que relacionada con el ser del ser-ahí, se
convierte en una ontología existencial, en una analítica existencial.
Crítica contra la mentalidad cientifista, racionalista
propia de la modernidad.
Heidegger elabora
este discurso en tercera persona singular, pero a la vez en primera persona
singular; así cuando dice que el hombre es un ser siempre en camino, habla en
tercera singular, y cuando dice yo soy siempre un ser ahora en camino, habla en
primera singular. En ello se hace evidente una de las características que
contramarcan el pensamiento existencial, y que a su vez será distintivo del
pensamiento heideggeriano, especialmente en la madurez y concretamente en la Brieff über den Humanismus: la
imposibilidad de hablar del ser del hombre en tercera persona, la imposibilidad
de hablar en términos objetivantes sobre las características que definen el ser
del ser-ahí. Aquí se evidencia una polémica abierta que Heidegger plantea
contra el objetivismo cosificante propio de una mentalidad racionalista y
cientifista[25].
Heidegger se
pregunta si el ser del ser-ahí puede sustituir el ser en sentido propio, y para
responder a esa pregunta recurrimos a lo antes dicho en el sentido que, es
imposible hablar del ser del ser-ahí en tercera persona, en categorías
objetivantes; se debe recordar que esto es lo que lleva a Heidegger a plantear
en el texto antes mencionado, la insuficiencia del humanismo tradicionalmente
comprendido; este autor aquí plantea que el ser del ser-ahí de aquellos que ya
han llegado a su fin no es ya, es nada, se confunde con la nada “yo no poseo
jamás el ser del otro de manera auténtica, (es decir) de la única manera
adecuada de tener el ser-ahí: yo no soy jamás el otro”[26].
El ser del
ser-ahí es un ser del cual solamente se habla en primera persona: mi propio
ser, ser que yo soy, ser que de vez en cuando es el mío.
El ser del
ser-ahí es un poder ser, es un camino en el cual siempre se está en camino y al
cual nunca se llega, que tiene un fin, pero cuando se ha llegado a este fin, entonces
se convierte en la nada; el ser del ser-ahí es un estar siempre en camino, y es
en cada caso el mío; el ser-ahí se determina totalmente en este empeño y en la
conquista del ser, a este respecto Heidegger dice: “en este ser, tal
determinación es total, constitutiva”[27].
Heidegger se hace
una pregunta ¿Puede el ser-ahí de los otros sustituir el ser-ahí en sentido
propio? En esta cuestión se deja entrever una polémica contra la actitud
generalizante y trascendental que caracteriza a la modernidad, según esta, la
generalización y la trascendentalización surge de la observación de la
individualidad que queda anulada en la generalidad. Es una polémica que tiene
en Hegel su máximo exponente, y en la mentalidad cientifista. Heidegger
argumenta en favor de una mentalidad hermenéutica y estética, la que luego, en
su madurez, tendrá grandes resonancias en textos como Ursprungs des Kunstwerkes; huellas que luego serán asumidas por sus
discípulos como en el caso de Gadamer.
Para Heidegger es
claro que el ser-ahí es insustituible en su individualidad, que el ser-ahí no
puede ser reemplazado por otro u otros ser-ahí que ya existieron y que ahora no
son porque han quedado reducidos a la nada, a este respecto dice: “por lo tanto
el ser-ahí de los otros no puede sustituir el ser-ahí en sentido propio” y más
adelante dice “yo no poseo jamás el ser-ahí del otro de manera originaria, en
la única manera adecuada de poseer el ser-ahí (es): yo no soy jamás el ser del
otro”[28].
Conclusión.
Hasta aquí es
posible considerar el texto Der Begriff
der Zeit desde dos momentos: el primero es el que aquí se llama
introductorio que abarca la ubicación del tema del tiempo con respecto al
tratamiento teológico del mismo, el planteamiento de las distintas
consideraciones del tiempo desde la teorías más sobresalientes para el momento
en el que Heidegger escribe el texto. Hasta aquí es posible hablar de
categorías temporarias más no temporales, es decir teorías que no le hacen justicia
al verdadero sentido del tiempo.
El segundo
momento abarca una consideración de las categorías que determinan al ser del
ser-ahí desde la temporalización. Continuamos nuestro estudio del texto
tratando de adentrarnos en la tercera parte del mismo.
Heidegger
recapitula la cuestión con una pregunta: todo lo dicho hasta aquí ¿Qué sentido
tiene para la investigación sobre la temporalidad que se propuso al inicio? A
lo cual responde que el ser-ahí, siempre el mío, sabe de su propia muerte y lo
sabe también cuando no quiere saber de ella.
El hecho de
pre-figurar la propia muerte como un no-más, como la nada hace del ser-ahí un
ser que es primeramente posibilidad pura, el ser-ahí es un ser que en su ser es
posibilidad pura, a este respecto Heidegger dice que “el ser-ahí en cuanto vida
humana es primeramente un ser posible, es el ser de la posibilidad del no más,
por lo mismo un ser in-determinado”[29].
Para Heidegger el
conocimiento del ser del ser-ahí permanece siempre como una tarea inconclusa,
cuando el ser del ser-ahí no ha llegado a su final es siempre una tarea porque
está siempre en camino, pero cuando llega a su fin ya no es más. Surge entonces
una cuestión que ahora se quiere hacer: ¿No es en torno a este dilema
heideggeriano donde se han generado las grandes controversias del sin-sentido
de la existencia? Sin embargo es en torno a este dilema donde para Heidegger la
existencia comienza a tener sentido de proyecto y de posibilidad.
La manera
adecuada de abordar el ser-ahí es reconociendo que debo retener mi propio ser,
que el ser de los que ya fueron y que ahora no son, no es una buena información
justamente porque ya no son. Los demás no pueden tener mi propio ser, ni yo
puedo tener el ser de nadie; en este sentido se diría que el se referido al pensar, cuanto pensarse
es único e in-transferible, es una tarea que no se puede hacer sino a nombre
propio, a título personal.
La base para que
el ser-ahí se manifieste en su propia posibilidad según Heidegger, es
permanecer en la aporía que se refiere al hecho de que el ser-ahí es un ser
in-transferible, no es experimentable el ser del otro, el ser del ser-ahí es
siempre algo en camino, una tarea, un proyecto que jamás llega a su fin, porque
cuando llega a su fin ya no es más. Sólo haciendo experiencia de esta aporía,
es como el ser-ahí se encuentra a sí mismo como posibilidad pura, o como dice
Heidegger que sólo haciendo experiencia de esta aporía “tanto más claramente se
puede ver que el ser-ahí se muestra en su posibilidad extrema”[30].
El final del
ser-ahí no es algo que llega como un golpe de suerte, sino que es algo de lo
que el ser-ahí tiene plena certeza y en todo momento sabe de la inminente
posibilidad de su propio fin. Sin embargo dicha certeza se convierte en
incertidumbre porque en cada momento la posibilidad extrema, el propio fin
puede hacer su arribo. El ser-ahí experimenta el final, la propia muerte como
posibilidad extrema.
Heidegger
relaciona la auto-interpretación del ser-ahí con la interpretación del ser-ahí
en el hecho de saber-se como un ser para la muerte, el ser-ahí se auto-interpreta
cuando interpreta la propia muerte como posibilidad, como certeza que está por
encima de toda otra certeza, a este respecto Heidegger dice de la muerte que es
“la certeza indeterminada de la posibilidad más propia del ser-para-el-fin”[31].
Heidegger se hace
la pregunta sobre la relación entre la muerte, la auto-interpretación, sobre el
análisis del ser-ahí y el problema de la temporalidad, sin embargo remite a la
reflexión del ser-ahí que sabe de su propia muerte y tiene la certeza de ella
aún cuando de ella no quiere saber nada. El ser-ahí hace siempre un recorrido
que va hasta la consideración de su posibilidad de no ser-más y la considera
como extrema posibilidad que es certeza e in-certeza a la vez, que es certeza y
total in-determinación.
El ser-ahí tiene
siempre la posibilidad de saber sobre su propia muerte, pero siempre se retrae
ante ella al modo del lo sé ya pero no
la pienso, lo sé ya pero hay un re-traimiento ante la misma. En este
sentido el ser-ahí se encuentra ante la posibilidad de rechazar la propia
muerte o de saber sobre la misma al modo de lo sé ya “el ser-ahí se encuentra
siempre ante la posibilidad de eludir la propia muerte”[32].
La muerte es
entendida por Heidegger como el no más desde el recorrido que se debe hacer para poder descubrirla como
algo que me afecta; la muerte es ese
no más que afecta mi propio ser. La
muerte tiene para Heidegger diferentes implicaciones: por ella no hay más que aquí
y ahora.
El ser-ahí hace un recorrido anticipado que lo lleva
hasta su propia muerte; dicho recorrido, cuando es hecho sabiamente,
enfrenta al ser-ahí a su propio como,
a su ahora, a su cotidianidad que no necesariamente es banal, sino que es una
confrontación a la que se remiten “toda preocupación, y toda programación”[33].
El hecho que el
ser-ahí haga un recorrido prefigurando su propia muerte, hace que este se
coloque de frente a su como; en ello se vislumbra el ser-ahí como un ser
anonadado en la gloria de la cotidianidad o en su propio ser auténtico; ello hace
a la vez que el ser-ahí se considere como un ser cuyo rasgo fundamental es la
interpretación, y que de la misma manera considere su como, como un rasgo fundamental de la existencia.
El como del
ser-ahí en torno al cual organiza su propia existencia y frente al cual está su
propio ser, estaba ya constituido a modo de principio ético en el horizonte
conceptual de Kant. Por otro lado para los profetas de hoy, según Heidegger, el
como permanece oculto, sobre todo cuando se colocan frente a la manera de organizar
el ser-ahí.
Hay un horizonte
conceptual común a los pensadores que se sitúan en la época de la entre-guerra
y es que la humanidad se ha sumido en una gran oscuridad ética, hecho éste que
no sólo se evidencia en el atropello del ser humano, sino también en la
organización social, económica, política que enfatiza lo técnico-científico y
olvida lo humano; a esto se refiere la crítica de Heidegger al decir que: “ha
permanecido a su vez una prerrogativa para los profetas de hoy, el hecho de
organizar el ser-ahí de manera que ocultan el como”[34].
Si la hipótesis
interpretativa que hemos hecho nuestra es correcta, entonces el como, visto en
relación a la muerte, y desde ésta al hecho de que el ser-ahí se considere un
ser interpretante e interpretativo en su existencia, y por lo tanto la
temporalidad auténticamente asumida, significa que el como confronta al ser-ahí
en su más auténtico ser; pero a la vez los rasgos de la temporariedad pueden
llevar al ser-ahí a un autoengaño, cuando considera su propio ser desde la
gloria de la cotidianidad.
El ser-ahí es
dueño de sí mismo, amo de su propio ser, existe auténticamente cuando
permanentemente hace su recorrido hasta la muerte “este recorrido no es otra
cosa que el futuro único y auténtico del propio ser-ahí”[35].
La temporalidad auténtica se descubre como un futuro que confronta un presente
y un pasado en el como; para el ser ahí, es cosa de darse tiempo, es cosa en la
que toda confrontación, todo rumor, todo afán son confrontados por este como,
que referidos al futuro en un recorrido permanente del ser-ahí, adquieren un
sentido y un puesto destacado.
Vistas las cosas
de esta manera, el ser-ahí no está en el
tiempo, sino que él mismo es el tiempo; bajo la óptica de nuestra hipótesis
interpretativa tendremos que decir que toda temporalidad se convierte en
existencia en el ser-ahí, cuando el ser-ahí es el tiempo; para designar lo anterior podemos recurrir a varias
expresiones: el ser-ahí que está en el tiempo, el ser-ahí que es el tiempo, o
si se quiere el ser-ahí que es temporalidad y el ser-ahí que es temporariedad.
El futuro
permanece como el fenómeno fundamental del tiempo, siempre y cuando el ser-ahí
permanezca en el recorrido que lo lleva a vislumbrar el propio fin desde el
como, es decir el ahora; se evidencia en ello la Sorge que el propio ser-ahí tiene de sí y que en Sein und Zeit se convertirá en el
ser-del-ser-ahí; se evidencia además que la medida no puede ser una manera
originaria de asumir el tiempo, más bien, puede ser una forma temporaria de
medir el tiempo, más no temporal; a este respecto la pregunta por el cuándo
quiere determinar el carácter indeterminado del tiempo, es a la vez una
pregunta que busca fugarse y alejarse del no más.
Cada instante es
visto en su posibilidad o como posibilidad cuando es visto en relación al no
más, es decir a la muerte; de ahí que el ser futuro, como posibilidad del
ser-ahí, da tiempo porque es el tiempo; la pregunta por la cantidad de tiempo y
por el cuándo son para Heidegger preguntas que permanecen inadecuadas; se hace
una afirmación adecuada cuando se dice que el tiempo no tiene tiempo para medir
el tiempo. Vivir calculando el tiempo, vivir midiendo el tiempo, vivir con el
reloj en la mano no es otra cosa para el ser-ahí que vivir inauténticamente el
tiempo. Y por ende hablamos de temporariedad.
La pregunta por
el cuánto es la pregunta por el presente, por el ahora, por lo que ahora tengo;
es la pregunta que lleva al ser-ahí al apego de las cosas presentes, aquello de
lo que en el presente tiene a su cuidado, la pregunta por el cuánto es la
pregunta por lo que se encuentra en el mundo, en cuanto presente.
El cuidado en el
que se entretiene el ser-ahí, cuando se ocupa del ahora, de su presente,
constituye un futuro; futuro que no es dirigido a la experiencia última y
definitiva del ser-ahí, sino a la propia experiencia inauténtica de la
temporalidad, es decir la temporariedad. Es cuando el ser-ahí tiene experiencia
curándose del desarrollo de la humanidad y de la civilización, es cuando el
ser-ahí mantiene una actitud constante de llenar el día, cuando se ocupa por
mantener plena actividad diaria en el presente, en todos estos casos el futuro
se le presenta como algo propio, como algo de lo cual se debe ocupar, el
ser-ahí se cansa de llenar su jornada, de ocupar su jornada.
Cuando en el
horizonte conceptual del ser-ahí hay una preeminencia de la cotidianidad y en
esto hay una necesidad de llenar el tiempo, entonces el tiempo mismo se
convierte en algo vacío, en temporariedad. El ser-ahí que vive con el reloj en
la mano y que sólo se preocupa por el ahora.
Ser uno con el
otro, significa vivir del se, de la
moda, de la cotidianidad media, en la temporariedad y por ende existir
inauténticamente con el reloj en la mano midiendo el ahora; el ser-ahí que vive
del se de la cotidianidad media, no
es jamás él mismo un yo soy, sino un se
es; el reloj que se tiene, cada
reloj indica el tiempo del ser uno-con-el-otro en el mundo.
Toda medida del
tiempo con respecto a la cotidianidad del mismo, es una medida del ahora, pero
no una medida ni del pasado, ni del futuro. La medida del tiempo que el reloj
permite realizar, es un intento por reconducir la temporalidad al ahora, al
momento presente; por esto es que el tiempo de la naturaleza medido desde la
medida, permite acceder al pasado y al futuro pero siempre desde el ahora; en
la cotidianidad media, en virtud del se.
El reloj mide un
ahora con respecto a un ahora en el tiempo futuro; sin embargo con ello no
intenta comprender el futuro, sino el ahora futuro con respecto al ahora
presente; así concluye Heidegger que el tiempo visto desde esta perspectiva
solamente nos permite acceder al ahora presente.
Determinar lo que
es el tiempo desde el tiempo de la naturaleza, entonces significa confrontarnos
con el metron del pasado y del futuro, es decir el nun; así entonces el
tiempo es visto con relación al presente, el pasado es un no-más presente, el
futuro como un no-ahora presente indeterminado: el pasado no se puede recuperar
y el futuro es indeterminado.
La cotidianidad
habla de sí misma como de aquello que constantemente se encuentra en la
naturaleza, el hecho de que se diga desde la cotidianidad que los
acontecimientos tienen un tiempo, significa que ellos se encuentran atravesados
por un presente.
[1] Heidegger, Martin. Begriff der Zeit. 23. De ahora en adelante será citado con las letras BZ. Para esta investigación se ha utilizado la traducción italiana Il concetto di tempo, de la editorial
Adelphi, año 20004, traducción realizada bajo el cuidado del profesor
Franco Volpi, por ende las traducciones son propias. Aunque también se han
conocido algunas traducciones españolas, algunas de las cuales son muy
deficientes; la mejor de estas es la de editorial Trotta.
[2] Heidegger, Martin. BZ. 23.
[3] Heidegger, Martin. BZ. 23.
[4] Heidegger,
Martin. BZ. 24.
[5] Aquí se deja entrever la importancia de la reflexión teológica
protocristiana para el joven Heidegger; sin embargo declina de un tratamiento
teológico sobre el problema de la temporalidad, para empeñarse en un tratamiento
filosófico, el que como se decía en la introducción, requiere de algunos
conceptos teológicos, bíblicos y cristianos para su elaboración.
[6] Recuérdese
que ya se ha hablado al comienzo de esta ciencia preliminar con el nombre de
Vorwissenschaft, esta es la ciencia que contramarca el itinerario filosófico
del Heidegger de estos años de juventud.
[7] Heidegger, Martin. BZ. 25.
[8] Recuérdese
que Heidegger en Sein und Zeit
hablará del Mann para referirse al
modo de pensar cotidiano, al termino medio del modo de pensar; Gerede y Neugier son los términos que Gaos traduce por habladurías, novedades. Cfr. El texto
original alemán §§ 35-36
[9] Heidegger, Martin. BZ. 25.
[10] Heidegger Martin. BZ. 26.
Aquí Franco Volpi, el traductor italiano, tiene una nota de pie de página y en
ella sostiene que “en el resumen, Heidegger extremiza las tesis eistenianas”.
[11] No debe
olvidarse que en esta temática de la invariabilidad de las ecuaciones, se deja
entrever algo del ambiente que rondaba por los horizontes conceptuales
universitarios en esta época y que es temática introducida por los
neokantianos: son los a priori kantianos categorías de carácter trascendental y
por lo tanto invariables? Son categorías que varían con el tiempo? Justamente
sobre esto es que Heidegger ha disertado en su tesis doctoral y que lleva por
título: Die Kategorien und
Bedeutungslehre des Duns Scotus, traducción italiana la doctrina delle categorie e del significado in Duns Scoto. Hasta
la actualidad no conocemos una traducción en español. Vattimo en su introducción
a Heidegger ha escrito algo sobre el tema, donde dice lo siguiente “la
disertación de doctorado plantea un tema corriente de la discusión filosófica
de la época, es decir la reivindicación de la validez de la lógica contra las
tendencias psicologistas que, retomando a Mill, reducían las leyes lógicas a
leyes empíricas sobre el funcionamiento de la mente humana. (la traducción es
propia del texto original italiano) Cfr. 5ss…
[12] Recuérdese
lo que ya decíamos al comienzo –en la introducción- sobre cómo Heidegger toma
distancia de la concepción temporaria del tiempo en Aristóteles por permanecer
dentro del ámbito de lo meramente natural.
[13] Heidegger, Martin. BZ. 29.
[14] Heidegger, Martin. BZ. 29. Se está refiriendo al libro XI,
Cap. XXVII
[15] Cfr. Heidegger, Martin. BZ. 31.
[16] Heidegger, Martin. BZ. 32.
[17] Cfr. Heidegger, Martin. BZ. 33.
[18] Heidegger, Martin. BZ. 32. “il avere qui il mondo l’uno con l’altro, é il
parlare".
[19] Heidegger, Martin. BZ. 33.
[20] Heidegger, Martin. BZ. 33-
[21] Heidegger Martin. BZ. 34.
[22] Cfr. Heidegger, Martin. BZ. 35.
[23] Heidegger, Martin. BZ. 35.
[24] Heidegger, Martin. BZ. 35
[25] Recuérdese
lo que ya decíamos al comienzo, en la introducción, hablando sobre la intuición
fundamental a la que llega el joven Heidegger: “que la vida humana no puede ser
considerada en sus justos caracteres, mientras se la considere desde categorías
teoréticas, mientras se haga de ella un objeto de investigación abstracta,
mientras se la considere como una cosa entre las cosas por observar y mientras
se reduzca a ser objeto de observación y descripción neutral”.
[26] Heidegger, Martin. BZ.
36. El paréntesis en esta citación es nuestro.
[27] Heidegger, Martin. BZ. 36.
[28] Heidegger, Martin. BZ.. 36. El paréntesis es
nuestro.
[29] Heidegger, Martin. BZ. 37.
[30] Heidegger, Martin. BZ. 36.
[31] Heidegger, Martin. BZ. 37.
[32] Heidegger, Martin. BZ. 38.
[33] Heidegger,
Martin. BZ, 39.
[34] Heidegger,
Martin. BZ, 39.
[35] Heidegger,
Martin. BZ, 40.
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