la preguntología heideggeriana
La preguntología.
Heidegger
por la época en que enseña en Friburgo, el llamado periodo de Friburgo, realiza una atenta reflexión sobre el carácter
problemático que es propio de toda investigación filosófica. Esta reflexión
está relacionada con la estructura de la pregunta propiamente filosófica, y del
preguntar como actitud inherente al quehacer filosófico, este fenómeno se ha
llamado la preguntología
heideggeriana.
El marco
dentro del cual se ubica dicho problema es una abierta polémica con Franz
Overbeck, el teólogo amigo de Nietzsche. Overbeck refuta la ausencia de los presupuestos,
los prejuicios y los preconceptos, así como la apertura característica que son
propios del interrogar filosófico. Con esto empieza a delinearse en Heidegger un
manifiesto interés por el escepticismo, desde esta óptica, Heidegger tuvo una
clara intención, manifiesta pero no realizada, de dictar un curso sobre el
escepticismo en la filosofía antigua.
La situación corriente del preguntar.
Todos
ordinariamente preguntamos, todos nos hacemos preguntas en nuestra vida
cotidiana ¿Qué vamos a hacer? ¿Cuál es el programa de fin de semana? ¿Dónde es
la fiesta? ¿Qué dijo el profesor?, incluso nos hacemos preguntas que afectan
nuestro ser de modo más íntimo ¿Quién soy yo? ¿Qué estoy haciendo con mi vida?
¿Cómo debo reorganizar mis asuntos?; hacemos preguntas de alto talante ¿Existe
realmente Dios? ¿Si Dios existe por qué hay hambre en el mundo? ¿Soy criatura
de Dios? ¿Existe una vida más allá de la muerte?; nos hacemos preguntas en las
que queremos conocer lo que los demás piensan de nosotros ¿Me amas? ¿Estas
realmente enamorado? ¿Quién soy yo para ti?
Este tipo
de preguntas ha generado un malentendido muy grande, y que a veces hace mucho
daño, cuando se oye decir que todos son filósofos, que todo el mundo filosofa
porque reflexionan sobre los asuntos de la vida. E incluso según este tipo de
preguntas muchas veces se cree que los filósofos son una especie de vagos,
desadaptados y personas que pierden el tiempo. Y peor aún, a veces nos
encontramos con personas que creen que saben filosofía porque se realizan este
tipo de preguntas; en todos estos casos hay que decir que estas preguntas
tienen que ver mucho con la cotidianidad pero que en el fondo no son
filosóficas.
Pero entonces
surge una pregunta ¿Qué es lo que hace que una pregunta sea realmente
filosófica? ¿Cuándo preguntamos filosóficamente? Para poder responder a esta
pregunta es necesario que demos una mirada a la importancia de la pregunta para
la filosofía.
La filosofía surge de la pregunta.
1. Consideraciones clásicas sobre la filosofía.
Normalmente
escuchamos que la filosofía surge del asombro, esta concepción tiene su origen
en Grecia. Especialmente de la propuesta filosófica de Aristóteles que sostenía
que el hombre para poder empezar a filosofar debía maravillarse y asombrarse
frente a la realidad.
También
escuchamos que la filosofía es, como su nombre griego lo indica: φυλειν
τον σοφον, amor por la sabiduría, y por esta razón cuando pensamos en un
filósofo nos imaginamos que este es un ser humano que sabe mucho, un ser medio
desubicado en este mundo, pero concentrado en el mundo de las ideas y muchas
veces perdido en una nebulosa del saber. Nos imaginamos que los filósofos son
seres medio extraños que viven rodeados de alumnos, o muchas veces son
ermitaños que aman y prefieren la soledad y en la soledad encuentran sabiduría.
Hemos escuchado que la filosofía surge de un modo de
vida, y de hecho así lo consideraron, y lo consideran algunas escuelas como el
epicureísmo. Según esta forma de valorar el quehacer filosófico, la filosofía
se encamina hacia un modo de vida donde el filósofo es el ser que cuida de sí
mismo, la filosofía encamina al filósofo hacia la realización de ciertas
prácticas que le ayudan a un buen vivir, el filósofo es aquel ser que encuentra
en la forma de vida regida por el
cuidado de sí o la epimeleia un sentido para el buen vivir, el filósofo le
indica y le muestra a las personas cómo se vive bien.
También hemos escuchado que la filosofía surge de una
manera de observar el cosmos; en la cultura griega-preclásica algunos filósofos
observan el cosmos y se percatan de que este es diferente del caos. En este
sentido ellos contraponen cosmos y caos. El cosmos es orden, medida, armonía;
en el cosmos todo tiene una finalidad, una racionalidad, una estructura; el
cosmos se rige por leyes y normas, y estas a su vez inciden en los fenómenos.
Por el contrario en el caos el hombre se encuentra frente a todo lo opuesto: el
caos es lo que no tiene forma, ni medida, ni armonía; en el caos no hay
estructura, no hay progreso ni desarrollo, tampoco se dan leyes ni fenómenos
físicos determinados por leyes físicas. Cuando los hombres se dan cuenta que el
cosmos tiene una racionalidad, entonces empieza la filosofía, y esta entendida
como esa forma de pensamiento que busca dar razón de los fenómenos cósmicos.
Otra de las concepciones que ha predominado en la
cultura occidental sobre el origen de la filosofía, es la que la contrapone el
logos al mito. Grecia vivió dos momentos: un momento mitológico, en el cual la
forma más corriente para explicar la realidad era recurrir al mito. En el mito,
los dioses en medio de guerras, venganzas, luchas apasionadas, amores
desafortunados y traiciones…. De todo ello hacen surgir el cosmos. Los dioses
mitológicos son las representaciones de las pasiones humanas y a ellos recurre
el hombre cuando se encuentra frente a los grandes dilemas de la existencia.
Pero en Grecia cuando la concepción mitológica entra en crisis, surge la
filosofía; esta trata de dar una explicación del cosmos ya no en base a las
luchas de los dioses sino desde la explicación racional, la observación del
cosmos. Sócrates recurre a la idea del bien para proponer una concepción
ético-moral que trate de explicar el drama de la existencia humana.
2. La pregunta está
a la base del quehacer filosófico.
Sin embargo en todas estas explicaciones que han
tratado de explicar el origen de la filosofía, se ha olvidado que la pregunta
es lo que está a la base de todas ellas, veamos por qué y de qué modo.
Los filósofos se sitúan frente al mundo, lo observan,
se percatan de su orden, sus leyes y sus medidas; lo ven diferente al caos, lo
explican desde la razón y desde todas estas actitudes surgen unas preguntas
¿Por qué? ¿Por qué el cosmos es orden y no caos? ¿Por qué orientar la
existencia hacia la búsqueda de la felicidad? ¿Por qué es racional y no
mitológico? ¿Qué es lo que hace que el mundo sea como es? ¿Qué es lo que está a
la base del cosmos?
Estas preguntas, y las respuestas que se dan a ellas,
hacen que en la historia de la filosofía distingamos los filósofos
presocráticos entre los naturalistas y los no naturalistas. Justamente la
filosofía nace de la pregunta, porque lo que está a la base de los pensadores
antiguos es la pregunta acerca del origen del cosmos, y el cosmos primeramente
entendido de modo natural, físico y después entendido de modo cultural.
Esta distinción entre mundo natural, físico o cosmos y
mundo cultural surgirá de la respuesta que los filósofos antiguos dieron a la
pregunta por el origen del cosmos.
Es sabido que unos filósofos que plantearon la
pregunta por el origen del cosmos respondieron con conceptos naturales y
físicos, tales como el agua, el aire, el viento, el fuego, la tierra. En cambio
otros filósofos trataron de responder a la pregunta con conceptos elaborados
conceptualmente, tales como apeiron o arjé, esto daría pie para luego hablar de
fisis y logos, entendiendo el primero como lo físico y lo natural, lo segundo
como lo cultural y conceptual.
En la época de Platón puede apreciarse que la pregunta
gira en torno al mismo problema ¿Cuál es el origen del cosmos? Pero este
entendido en los términos de mundo sensible contrapuesto al mundo
suprasensible, este pensador planteará una dicotomía entre ambos mundos, y dará
una supremacía al suprasensible. Sabemos que Platón opta por la idea y esta
entendida como principio unificador del cosmos.
Años después la respuesta de Aristóteles a la pregunta
por el origen del cosmos tendrá una resonancia ambigua, porque por un lado el
estagirita partirá de la observación física de la naturaleza, de los procesos
naturales, del desarrollo del cosmos pero tendrá que llegar a una respuesta en
la que propondrá el motor inmóvil, la causa in-causada como la base del
funcionamiento de todo el cosmos.
Después vendrá todo el medioevo planteándose la misma
pregunta acerca del origen del cosmos y como se sabe, la respuesta recaerá en
la cristianización del motor inmóvil aristotélico por parte de Santo Tomás y la
cristianización del mundo suprasensible y del mundo sensible por parte de
Agustín y los otros pensadores medievales.
La modernidad, a partir del Renacimiento, planteará la
misma pregunta, pero surgirán antiguas problemáticas olvidadas; por un lado Giambattista
Vico planteará la pregunta acerca del origen del cosmos pero referido al mundo
de la cultura y de la civilización. Los humanistas en el Renacimiento, pondrán
al ser humano como el centro del cosmos, con ello están tratando de responder a
la antigua pregunta por el origen del cosmos. Con Descartes y Kant se
replanteará la pregunta enmascarándola bajo la forma de la razón: la Razón es
la diosa que determina el funcionamiento del cosmos, la Razón es la diosa que
lo dirime todo, todo debe pasar por el juicio de la razón. Luego los idealistas,
al replantear la pregunta por el origen del cosmos, pondrán a la idea como la
base del mismo. El materialismo dialéctico, años más tarde, propondrá la
materia y no la idea como el origen del cosmos, con ello estaba tratando de
responder a la pregunta acerca del origen del cosmos. El empirismo, heredando
la propuesta de Galileo, Kepler, Newton y su explicación causal del mundo, pero
también la propuesta filosófica de Kant, recurrirá a la necesidad de explicar
el cosmos a partir del concepto de ley física, estructura cósmica y causalidad;
debe recordarse la atracción que ejercía la teoría de la gravitación universal
por esta época, pues la teoría newtoniana permitía explicar el funcionamiento
del cosmos bajo la figura de fuerzas de atracción y de repulsión, además de
proponer la figura de Dios como el gran relojero que hace funcionar el mundo.
Cuando Heidegger en la época contemporánea, así como
la escuela de Frankfort está proponiendo la pregunta por la técnica y la razón
instrumental; cuando Habermas se pregunta por la acción comunicativa; cuando
Vattimo, Lyotard y otros se preguntan por la sociedad postmoderna, el nihilismo
y el relativismo; en todos estos casos está latente la pregunta que iniciara el
quehacer filosófico en la cultura occidental.
La otra historia de
la pregunta.
La pregunta filosófica no solo se conservó bajo la
forma interrogativa que inquiere por el origen del cosmos, además de esto es
posible hacer un rastreo histórico que muestra que la pregunta filosófica se
conservó bajo la forma de la dialéctica, y esta entendida bajo la forma del
diálogo.
En Sócrates, la pregunta adquiere importancia en
cuanto es un medio que ayuda a los discípulos a parir ideas; estamos hablando
de la mayéutica. Es decir, una pregunta bien formulada en el salón de clases y
dirigida hacia los alumnos está encaminada a suscitar en los alumnos unas
respuestas y unas inquietudes que terminarán por hacerlos generar, producir y
proponer ideas que ellos jamás se hubieran hecho por sí mismos. Se podría decir
que este es el modelo del maestro socrático.
El maestro socrático es aquel que, planteando
preguntas en el salón de clases, hará que sus discípulos sean capaces de crear
y generar ideas. Evidentemente, el maestro debe saber cuál es el tema, debe
conocerlo, y prepararlo anticipadamente, y desde ahí, de manera previa a la
clase, debe preparar unas preguntas que estén encaminadas a orientar el tema y
la discusión.
Platón comprendió la intención de su maestro pero
agregó algo nuevo a la cuestión de la pregunta. La pregunta debe estar
encaminada no solo a la producción de ideas sino a ilustrar un tema. Aunque la
metodología es igual: plantear preguntas y suscitar respuestas, las preguntas y
las respuestas se encaminan hacia un telos, un fin que es previamente previsto
y preparado por el maestro. Platón con esto era capaz de llevar a sus alumnos a
que experimentaran el placer de la contemplación de las ideas, los alumnos no
solo respondían a las preguntas e inquietudes del maestro sino que en el
proceso de pregunta y respuesta experimentan el placer y el gozo del conocer.
Plotino siguiendo a Platón y dentro del contexto del
neoplatonismo, retomará la dialéctica para tratar de explicar el salto que se
da desde la realidad espiritual, intelectiva y suprasensorial hasta la realidad
natural, material y corporal. Plotino ve que así como en la dialéctica
platónica se presenta un juego entre contrarios: pregunta-respuesta, así en la
realidad se da un juego de contrarios: realidades espirituales, realidades
materiales, realidades anímicas y realidades corporales. Plotino encuentra que
la dialéctica es la manera como se puede llegar a una conciliación entre
realidades contrarias.
El medioevo, siguiendo a Plotino, Platón y el
neoplatonismo, retomará la dialéctica para tratar de explicar la manera como el
mundo material es creación de Dios. Entre Dios y la naturaleza hay realidades
intermedias, tanto espirituales como anímicas; las realidades naturales son un
medio para acceder a la contemplación de las espirituales, el mundo adquiere el
carácter del símbolo y del signo y es un medio para acceder a la contemplación
de Dios.
Pero también en el Medioevo, la dialéctica se renueva
en las universidades catedralicias bajo la forma de cuestiones, disputas,
preguntas, respuestas y conclusiones. La
Suma teológica de santo Tomás es todo un monumento a la manera como los
pensadores del medioevo releyeron la cuestión de la dialéctica. Ellos sabían
que la discusión, basada en la pregunta y la respuesta, en el argumento y el
contra-argumento era un medio para generar conocimiento y para parir ideas.
También sabían que había cuestiones que se quedaban inconclusas porque los
argumentos y los contra-argumentos no daban la posibilidad de llegar a
conclusiones claras. Sin embargo siguiendo una tradición antigua, en este
proceso dialéctico, lo que más importaba era no tanto el placer de llegar a una
conclusión clara y distinta sino experimentar el placer del saber y del
conocimiento.
La dialéctica en la época moderna sigue conservando un
papel preponderante en la propuesta de Hegel. Este pensador leyendo a Platón y
a Plotino presentará toda una teoría
sobre la dialéctica basada en la triada tesis, anti-tesis y síntesis, pero
aplicada al proceso histórico-social-cultural. La realidad histórica-cultural
se presenta como un continuo proceso de contrarios: el espíritu subjetivo
contra el espíritu objetivo y ambos encaminados hacia un fin: el espíritu
absoluto. Esta propuesta dará pie para que luego Dilthey estableciera las bases
del estudio de la historia desde el punto de vista científico.
Gadamer en la época contemporánea, releyendo a Platón
y a Hegel volverá nuevamente sobre el tema de la dialéctica, pero esta vez
leída desde la pregunta y la respuesta en el contexto del diálogo. Gadamer en Verdad y Método propondrá toda una
teoría sobre el diálogo basado en la cuestión de la pregunta y la respuesta.
Lo que hay que retener aquí es que la pregunta (la
tesis) tiene su contrapuesto en la respuesta (antítesis) y ambas se encaminan a
la conciliación, por lo menos así fue planteada la cuestión en Hegel y Plotino;
aunque la otra cara de la moneda muestra que tanto en Platón, como en el
medioevo, también en Gadamer la dialéctica pregunta y respuesta no puede llegar
jamás a la conciliación, sino que ellas siempre van a dejar un espacio abierto
para la discusión, para el análisis y para el replanteamiento.
¿Cómo formular
preguntas filosóficas?
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