INTRODUCCIÓN A LA FILOSOFÍA ANALÍTICA
Introducción a la
filosofía del lenguaje.
Una aproximación al
estudio de la lingüística.
Orlando Arroyave
Valencia.
Introducción.
Escribir un texto sobre
el lenguaje es similar a la elaboración de una novela. Toda novela tiene un
personaje principal, que en este caso es el lenguaje. También tiene unos
personajes secundarios, que en este caso son los autores que han abordado dicho
tema. Además está ubicada en un tiempo, aquí se hace referencia a los distintos
períodos históricos por donde ha trasegado el tema de estudio. Por otro lado la
novela requiere de un espacio, el que aquí es abordado desde distintas
perspectivas: analíticos y continentales, alemanes, italianos, franceses,
ingleses, etc., la cultura en general.
El personaje principal
desarrolla una trama, aquí las tramas son distintas; estas se presentan de
acuerdo a los diferentes escenarios donde se encuentra nuestro personaje. Éste
tiene que desarrollar y resolver sus propios dilemas, interrogantes y sus
propias situaciones. Primero una reflexión de tipo trascendental, después una
de carácter inmanente; más adelante una del orden de lo simbólico; continua con
una relación entre pensamiento y lenguaje; se adentra en el terreno de las
formas de vida, pero antes ha reflexionado en la posibilidad de crear una forma
estándar para todos; finalmente se convierte en narrativa, discurso, memoria e
historia. Al final terminamos decepcionados porque esta historia no ha
terminado, este personaje principal no ha desarrollado sus dilemas, él sigue campante
entrometiéndose en nuestra vida, en nuestras cuestiones, en nuestra realidad y
nosotros nos seguimos cuestionado sobre su destino final.
He escogido este título
para la obra porque el vericueto es un camino ubicado en un terreno escarpado y
difícil de andar; ese es el camino que ha tenido que recorrer el personaje
principal de nuestra novela: el lenguaje. En su trasegar por la historia, por
las épocas, por las culturas, los pensadores, los textos, etc., ha tenido
tropiezos, ha sido incomprendido, ha caído y ha tenido que levantarse, y aún no
ha llegado a su fin. Su misión es la de tener que seguir caminando,
entrometiéndose en todo, relacionándose con todos y siendo tan escurridizo y
evasivo que quién sabe si al final terminemos por comprenderlo.
Este texto nació como un
esfuerzo por traducir la parte dedicada al lenguaje en la obra Analitici e continentali de Franca
D’Agostini, de esta obra me he servido muchísimo. También me he servido del “Manual de Filosofía del lenguaje”, texto
que me obsequiaron los profesores de la maestría en filosofía de la universidad
del Valle, cuando estuve allí como par académico. En fin son tantos los autores
y las obras de las que me he servido que no alcanzo a mencionarlas todas en la
introducción. El lector las irá descubriendo a lo largo de su lectura.
Quiero dedicar este
texto a quienes fueron mis profesores en el pregrado en filosofía: Monseñor
Gonzalo Restrepo; Padre Sergio Duque, Doctor Gonzalo Soto y de manera muy
especial quiero rendir un homenaje a quien fuera mi profesor de filosofía del
lenguaje: Juan Guillermo Hoyos, que hace poco descansó en la paz del Señor, y
quien por primera vez me introdujera en la obra de Wittgenstein. A ellos mi
reconocimiento y mi gratitud.
Quiero agradecer a mis
alumnos pues son ellos quienes hacen que cada día me exija para poder responder
con más calidad y altura a los cursos que debo dictar. A ellos les debo mi
dedicación, mi empeño y mi esfuerzo.
También agradezco al
doctor Luís Fernando Fernández, pues durante su gestión como director y ahora
como decano, siempre he contado con su apoyo y con su amistad.
Capítulo
primero.
Líneas
interpretativas de la filosofía contemporánea.
En este primer capítulo veremos los hilos
conductores o las pautas interpretativas desde los cuales se puede interpretar
la filosofía contemporánea.
- analíticos y continentales.
La filosofía analítica
concentra todos sus esfuerzos en el análisis lógico lingüístico. Ella busca justificar los criterios que hacen
verdadero el saber. Ella intenta clarificar los criterios que le dan
justificación científica al saber y universalidad al pensamiento.
El tipo de escritura que la escuela analítica
emplea es argumentativo, y definitorio, es decir, ella busca, a través de
definiciones, clarificar y despejar de dudas todos los ámbitos donde se puedan
encontrar obscuridades.
La escuela analítica concentra su atención en
una analítica de la verdad, es decir, los análisis que emprenden los
representantes de esta escuela, los realizan teniendo como base un análisis de
la verdad.
La analítica de la verdad está encaminada a justificar
los criterios que hacen valido el saber, e intenta clarificar los criterios que
le dan justificación científica y universal al mismo.
La escuela analítica critica la metafísica
porque es algo que no se puede justificar en su validez universal. Los
representantes de esta escuela buscan una liquidación definitiva de la
metafísica, dado que muchos de los parámetros desde los cuales es posible
justificar dicha disciplina, no soportan análisis rigurosos como los
contemplados por esta escuela de pensamiento. El representante más
significativo de la escuela analítica es Rudolph Carnap.
La filosofía continental
sostiene que hoy se debe hablar del ser, pero no necesariamente de la
metafísica, esto es lo que afirman las corrientes heideggerianas. La corriente
derridiana sostiene que cuando se habla del ser, implica moverse dentro de los
parámetros de la metafísica, y por lo tanto, ello significa que debemos seguir siendo
prisioneros de las categorías metafísicas (Vattimo 1990 63).
El estilo de escritura de la escuela
continental es más sugestivo, narrativo, poético y persuasivo.
Una de las búsquedas de esta escuela se
concentra en una ontología de la actualidad. La que está conformada por
aquellos que con Heidegger sostienen que hoy se debe seguir hablando del ser, y
aquellos que con Derrida sostienen que hablar del ser implica hablar de
metafísica, es decir, seguir prisioneros de la metafísica.
Dentro de la filosofía continental hay un
análisis histórico efectual y desde ahí se tratan de buscar los criterios que
le dan sentido al saber.
El representante más significativo de la
escuela continental es Martin Heidegger.
- Línea kantiana- línea hegeliana
La línea kantiana indaga las condiciones
trascendentales que hacen posible el conocimiento, también las condiciones
trascendentales que hacen posible la racionalidad teórica y práctica.
Dicha línea se encarna en todas las
propuestas filosóficas que concentran su
atención en la lógica, la epistemología, las formas del saber científico y de
la acción ética.
La línea hegeliana se evidencia en aquellas
tendencias que centran su atención en la historia de las formas de la vida, en
la historia de los lenguajes, y de los paradigmas científicos.
Se ocupa también del problema de la
historicidad de los saberes, y de la historicidad de la misma filosofía, a este
respecto, es muy significativo el análisis que Vattimo trae en su libro Tecnica ed esistenza (Vattimo 1997 13-18),
allí muestra la historicidad de las civilizaciones, y de las mismas escuelas de
pensamiento.
Esta línea de reflexión llega hasta los
extremos del relativismo, el que se desprende supuestamente de una escucha de
la historia, del destino del ser, como en el caso de Heidegger y sus discípulos[1].
- Hebraísmo y cristianismo.
Son las dos grandes tradiciones religiosas
que han dejado su impronta en el Occidente moderno. Estas están representadas
por Derrida y Levinas. Ambos hablan de la historicidad, la que por un lado se
concentra en la finitud de la existencia y que se expresa en los términos
de que siempre estamos arrojados en una
condición histórica, determinada, finita y especifica.
Lo que más importa a esta filosofía es el
"siempre" y no los rasgos característicos de la situación concreta.
Este modo de considerar la historicidad es
hebraico porque espera a aquel que ha de venir, lo que es un componente
esencial en los últimos escritos de Derrida.
Ambos hacen pensar en la posibilidad de
pensar la historicidad y la temporalidad fuera de la perspectiva de la parusía.
Para el cristianismo se hace necesaria la
afirmación del retorno de un Mesías ya venido al mundo, y que es reconocible
también en los momentos ya acontecidos de la historia de la salvación.
- Estructura y evento.
La corriente estructural propugna por un
retorno a los fundamentos eternos, últimos e inmutables, es una filosofía de
corte metafísico. El ser es interpretado como fundamento eterno e inmutable.
No se debe olvidar que en el momento actual
hay una gran crítica contra la metafísica, pues según algunos filósofos
contemporáneos, la metafísica tiende a encerrar el ser dentro de estructuras.
Dicha crítica se hace evidente sobre todo a
partir del proceso genealógico que Nietzsche instaura contra la moral, la
metafísica y la religión.
La corriente eventual hace una lectura del
ser como acaecer, como mutabilidad, como evento, todo es acaecimiento, nada es
estable, en esta se da una deconstrucción de los fundamentos últimos, eternos e
inmutables.
Todo intento de justificación de un ser
único, eterno e inmutable es fuertemente criticado con argumentos que lo tildan
de ideológico. A este respecto es significativa la crítica que Vattimo hace
contra el marxismo (Vattimo 1997 12).
5. ¿Es posible seguir
hablando de filosofía?
Se dice que en el momento actual es difícil
hablar de la filosofía fundamentalmente por tres razones:
a. Porque
no existe la filosofía sino que existen muchas filosofías, muchos modos de
hacer filosofía y muchas maneras para decirse filósofos.
b. Porque
se habla más frecuentemente y propiamente de filosofías aplicadas: filosofía de
las ciencias, de la política, de la religión, etc. No se habla tanto de
filosofía como saber, actitud del pensamiento o estilo argumentativo puro y
desconectado de las aplicaciones.
c. Porque
hay una difundida sospecha de que la filosofía como tal no existe. Hay un
residuo inútil de la cultura occidental, un tipo de discurso excéntrico o
genérico que sea incapaz de hablar con las otras formas de pensamiento y de
responder a los problemas propuestos por la contemporaneidad.
6. Más allá de la filosofía.
En el fondo de todo, está la tendencia de la
filosofía a autocriticarse, tendencia visible desde el siglo XVIII, y se hace
evidente como auto-retractación y autodestrucción.
Desde el siglo XVIII se puede rastrear una
tendencia muy clara y a la vez unificante del pensamiento, es decir la
reflexión sobre el final de la filosofía.
El último siglo se ha caracterizado porque ha
proclamado con fuerza el final de la filosofía en el pensamiento contemporáneo,
esta es la razón por la que es necesario habituarse a usar la noción de fin de la filosofía o final de la filosofía.
Esto explica el hecho de que se hable de
filósofos artistas, filósofos escritores, filósofos negativos, desde
Kierkegaard hasta Derrida, desde Marx hasta Richard Rorty, desde Nietzsche
hasta Wittgenstein, Adorno y Lyotard.
Sólo se puede aceptar que hoy por hoy exista una filosofía cuando se está en la
capacidad de aceptar la labor de autocrítica destructiva de la misma, una
antifilosofía, es decir, la posibilidad de que se dé un final de la filosofía.
Aceptar esta pluralidad de filosofías, modos
de hacer filosofía o de filosofías aplicadas es una manera de rastrear la filosofía contemporánea.
Nosotros hablamos de filosofía desde la
perspectiva de aquella disciplina que se
pone a sí misma como el propio problema, en este sentido se puede decir que
ella se esfuerza por autodescribirse y
autocomprenderse.
La filosofía de nuestro tiempo, está profundamente
marcada por el problema de la propia identidad, de las propias tareas y de los
propios límites.
Aproximarse al pensamiento contemporáneo
significa referirse a discusiones y controversias sobre las tareas, objetos,
métodos de un saber o una actitud existencial, un contenido teórico, un estilo
o una práctica de escritura llamados filosóficos.
Sin embargo nosotros creemos que la filosofía
de hoy haya encontrado su propia verdad metafilosófica en la negación de sí
misma, en la proclamación de su propio final, en un primer momento. En un
segundo momento afirmamos el final de la filosofía desde la pluralidad, la
diversidad de las muchas prácticas y perspectivas filosóficas.
7. La
unidad y la pluralidad.
La autocomprensión de la filosofía, el
fenómeno de que ella haya encontrado su propia verdad metafilosófica radica en
el hecho de:
a.
Negarse a sí misma, en proclamar su propio final.
b. La pluralidad, la diversidad, las muchas
prácticas y perspectivas filosóficas.
La caracterización de la filosofía contemporánea
hunde sus raíces, en el hecho de que, desde los años sesenta, hay una
conciencia cada vez más creciente de la idea de la pluralidad y de la
diversidad. Ello no ha sido visto como un límite o una circunstancia de crisis,
sino como una oportunidad positiva, un chance en los términos de Vattimo.
Hoy existe un gran dominio de las categorías
de diferencia y multiplicidad. Mientras que la filosofía anterior, tanto en la
modernidad como en la medievalidad y en la antigüedad, las propuestas
filosóficas hicieron un gran énfasis en la unidad, la filosofía contemporánea
insiste en la diferencia y en la pluralidad.
8. El presente.
La pluralidad de las verdades, de las
perspectivas teóricas, de las filosofías es el punto de partida típico del
pensamiento de los últimos treinta años, aunque también el punto de llegada. Esta
pluralidad genera:
a. Tentativas de re-unificación de la
fragmentación, destacándose en esta línea Karl Otto Apel y Jürgen Habermas.
Tentativa que propone la tarea de pensar sin reducirse a las diferencias que
dispersan, estas se pueden llamar posiciones
re-unificantes.
b. Tentativas de disgregación o de vivir la
diferencia en su plenitud, posiciones que se pueden llamar disgregacionistas. Según ellas, no hay urgencia en buscar la
reunificación de la razón, no hay razón unificante, sino que se puede adaptar y
adoptar un pensamiento parcializado y fragmentario.
Este punto de partida de la pluralidad, y
frente a ella los intentos de unificación racional o de dispersión y disgregación
racional, se genera en los años cincuenta y sesenta. Ahí se sitúa el punto de partida de lo que se llama la filosofía
contemporánea. En esta época se publican algunas obras claves: Verdad y Método de Gadamer 1960, La estructura de las revoluciones
científicas de Thomas Kuhn 1962, De
camino al habla 1959 y el Nietzsche de Heidegger 1961, Historia y critica de la opinión pública de Habermas 1962.
Se vislumbran así, en los inicios de la
década de los años sesenta, las bases de nuestro presente filosófico, desde ahí
se perfilan las principales tendencias
de lo que se ha llamado el pensamiento contemporáneo, estas tendencias son:
1. La filosofía del lenguaje.
2. La hermenéutica.
3. La teoría crítica.
4. El post-estructuralismo y el
post-modernismo.
5. La epistemología post-positivista.
9. El problema ético.
En la filosofía contemporánea se asiste a varias reflexiones de tipo
práctico, este hecho demuestra que, para cierto núcleo de pensadores de la
filosofía contemporánea, se presenta una primacía de la razón práctica,
reflexionada desde la ética, sobre la racionalidad teórica. La reflexión ética
en la filosofía contemporánea surge básicamente por tres razones:
En primer lugar se puede decir que el giro
ético surge del hecho de que haya una crítica fuerte contra la metafísica, la
que servía de fundamento a las anteriores postulaciones éticas.
En segundo lugar es necesario decir que se
puede pensar que, el creciente interés por la ética, surge cuando se hace un
tipo de reflexión frente a la pluralidad cada vez más marcada de nuestro mundo,
de esta manera se puede aseverar que, se da un salto que va desde lo puramente
descriptivo, propio de nuestra sociedad, a lo prescriptivo.
Una tercera razón por la cual se puede
explicar el interés ético que ha surgido en la filosofía contemporánea es el
hecho de que la reflexión ética es una reacción que busca rehabilitar la
filosofía frente a la primacía de la razón científico-técnica.
Por otro lado se puede alegar que es evidente
el hecho de que el giro ético sea una manera radical de proponer la pregunta
¿Qué es hoy la filosofía?
La reflexión ética opta por el hecho de que
la cuestión religiosa sea puesta sobre nuevas bases, en este sentido se destaca
una notoria franja de filósofos contemporáneos que propugnan, en sus bases, por
cuestiones de tipo teórico.
Se hace evidente además, la reflexión
filosófica sobre el arte, que desde el Romanticismo hasta hoy, conquista cada
vez más espacios de gran magnitud. Tanto los filósofos del arte, como los de la
religión pueden ser matafilosóficos en un sentido tan radical como lo son los
epistemólogos.
10. Rehabilitación de la filosofía.
La propuesta filosófica de nuestro tiempo
incluye la imagen del final de la
filosofía, la antifilosofía y la idea de una filosofía pluralizada y
pluralista. Incluye a la vez la visión de una filosofía que no rompe con los
esquemas del pasado sino que muestra el giro ético, con ello se destaca que la
filosofía es capaz de reelaborar las categorías éticas y a la vez puede
establecer un diálogo con la tradición.
Reconfirmar, pluralidad, fin de la filosofía son los tres elementos nucleares que se asoman
en este renacimiento de la cuestión ética, dentro de la práctica filosófica de
los últimos treinta años.
11. La
Teoría.
El hecho con que se enfrenta en la filosofía
contemporánea son las dos grandes corrientes filosóficas, las dos maneras de
hacer filosofía: la continental y la analítica. Ello implica dos maneras de
pensar, de argumentar y de razonar. La primera es aquella forma de pensar que incluye la literatura, la historia, la
humanística y la narrativa. La otra incluye la lógica, la matemática y el análisis lógico como modos de hacer
filosofía. Quizás la definición más acertada de filosofía sea aquella de
que la filosofía es una especie de
híbrido en el que entran en juego tanto lo
histórico-humanístico-literario-hermenéutico y lo lógico-matemático-analítico.
Se puede decir que en los textos de los
filósofos, y del quehacer filosófico contemporáneo hay un predominio relativo
de valores, tanto analíticos como continentales.
12. Otros
problemas.
a. La superación del
sujeto.
Dicha cuestión recorre todo el pensamiento
contemporáneo. En la tradición filosófica, la reflexión en torno al sujeto, es
un hilo conductor del debate filosófico que recorre por ejemplo la propuesta
diltheyana del historicismo, donde se da una inclusión del sujeto en los datos
propios de la experiencia, en las ciencias del espíritu, en las implicaciones
del sujeto, en la constitución propia de la cientificidad.
La cuestión del sujeto es la misma cuestión
que da sentido al giro existencial en el que Heidegger retoma la fenomenología
husserliana. Con ello se retoma la superación del humanismo y la superación del
subjetivismo metafísico.
Lo mismo la hermenéutica, que el
post-estructuralismo, el estructuralismo y la teoría crítica se empeñan en
sobrepasar la cuestión de la subjetividad cartesiana.
La cuestión del sujeto habla de un saber en
que el sujeto se debilita, se escinde, un sujeto atravesado por el lenguaje,
por el ser, por el inconsciente.
b. La metafísica.
La metafísica primero es
negada y cuestionada tanto por Carnap, en la corriente analítica,
como por Heidegger en la corriente continental. Luego es cuestionada desde el
giro lingüístico, incluido en todas las corrientes filosóficas contemporáneas,
sin embargo también existe una franja de filósofos que llegan a sostener una rehabilitación de la metafísica.
Lo que hay que tener en cuenta es que la
cuestión de la metafísica se refiere a una realidad incierta, a un objeto
igualmente incierto. La metafísica hace referencia a una objetividad no
fácilmente conquistable ni comprensible, así como tampoco constatable desde el
punto de vista empírico.
c. El problema del
lenguaje.
Dicha cuestión es crucial en la filosofía de
la época contemporánea, en la que se encuentran implicadas todas las corrientes
filosóficas de este siglo; por un lado en la corriente analítica se destacan
nombres tan respetables como: Wittgenstein, Russel, Frege, Moore; por el lado
continental se destacan nombres tan ilustres como: Heidegger y Gadamer. Mientras que los primeros son los
máximos exponentes de la filosofía analítica, los segundos son los
representantes de la filosofía continental, la que llega a tocar los confines
de la hermenéutica.
d. El paradigma relativista.
Que importa tanto a la corriente analítica:
los juegos lingüísticos de Wittgenstein, las cuestiones relativistas de Quinne,
el relativismo de Kuhn, como a la corriente continental que surge con el
relativismo historicista de Dilthey, Simmel o el perspectivismo nietzscheano.
La cuestión del relativismo se refiere al
hecho de que la pluralidad de lenguajes y la historicidad de las adquisiciones
teóricas hacen inadecuado el esfuerzo
filosófico que daría lugar a un saber
universal, hasta el grado de que, para quienes propugnan por el
relativismo, se hace imposible hablar de modo definitivo y exhaustivo de los entes.
La filosofía contemporánea nace de estas
limitaciones y en ellas se puede ver reflejada auténticamente.
La cuestión filosófica envía seguramente a la
cuestión del final de un cierto paradigma filosófico: yo-cosa, el modo de
representación propuesto por la tradición filosófica que se ha heredado especialmente
de la modernidad.
Todo lo anterior constituye un envío a buscar
nuevas premisas teóricas o a volver a las antiguas formas de pensamiento.
Capítulo segundo.
Características generales de la filosofía analítica.
1. ¿Cuál es el estilo de
la filosofía analítica?
Lo que ha caracterizado a la filosofía
analítica ha sido fundamentalmente un
estilo de argumentación y de escritura, un modo de trabajar en filosofía y
de concebir las tareas y los objetivos del discurso filosófico. Dicho estilo
puede ser rastreable en dos aspectos:
a. La tendencia de los filósofos analíticos a
escribir textos breves, y en los que se
afrontan cuestiones detalladas. Ellos se adentran en cuestiones sutiles, usan
lenguajes disciplinares, esquemas y formalismos. En sus textos dichos filósofos
pretenden plantear una argumentación que es llevada de modo riguroso y controlable, de tal manera que todo sea justificable.
b. La filosofía analítica intenta elaborar un
campo único de discusión y de acuerdo que sea un punto de referencia a
lenguajes que se pueden compartir; en este sentido los filósofos analíticos
aspiran a plantear un metalenguaje. Este debe convertirse en un lenguaje desde
el cual sea posible analizar los lenguajes ordinarios o comunes.
2. ¿Qué relación se
puede establecer entre lenguaje y pensamiento?
El objeto, el contenido y el campo donde se
indaga y se investigan los lenguajes comunes, los comportamientos y los modos
de vida es el lenguaje, por esto, la filosofía analítica también ha sido
identificada como la filosofía lingüística; los problemas filosóficos son
problemas del lenguaje y ellos pueden ser resueltos reformulando los lenguajes.
El dato más novedoso de la filosofía
analítica es haber descubierto y declarado abiertamente el rol decisivo del
lenguaje en el trabajo del pensamiento y de haber concebido una práctica filosófica
que fuera consecuente con dicho objeto temático.
La idea de filosofía del lenguaje, y que es
propia de la filosofía analítica, puede implicar el hecho de que se dé una
primacía del lenguaje sobre el pensamiento, es decir, que en la relación que se
presenta entre lenguaje y pensamiento, el primero sea más importante y más
destacado que el segundo; sin embargo esta idea anterior es algo que no todos
los filósofos analíticos están dispuestos a compartir.
El hecho de que la filosofía analítica se
identifique con la filosofía del lenguaje es algo que está en profunda
continuidad con la idea original desde la que nacía el análisis lingüístico, y
que era problema común al pensamiento europeo a finales del siglo XVIII, es
decir, la necesidad de autojustificación de las ciencias y de los saberes. En
este sentido, si la filosofía quería adquirir el rol de un saber
científicamente fundado, debía justificar
el problema de su objeto en general y del objeto filosófico particular;
objeto que es la parte de la realidad a la cual se debía dedicar la filosofía.
Cuando Frege, tratando de resolver este
problema, coloca como objeto de estudio de la filosofía a las entidades
lógicas, está haciendo referencia a aquellos entes que no vemos pero que son,
porque están en nuestra mente, como por ejemplo los números.
El interés de Frege es el estudio del
pensamiento como entidad no empírica, ni sicológica, sino como entidad
lógico-lingüística, como pensamiento significativo, pensamiento que tiene una
significación. Para él, el lenguajes es un modo de reflexionar y de representar
el pensamiento; el lenguaje es un espejo en el que se representa y se
reflexiona sobre el pensamiento, esto sugiere ya un análisis del lenguaje. Este
problema se ubica en los orígenes del
pensamiento analítico, sin embargo, un análisis del lenguaje no necesariamente
implica una filosofía del lenguaje.
Frege, el fundador de la filosofía analítica,
propone el nexo pensamiento-lenguaje como la problemática sobre la que analiza
la filosofía. Al hacer esto, repropone nuevamente la noción de análisis, que
para su época estaba tan infravalorada y que había sido propuesta por Kant.
3. ¿En qué consiste el análisis?
El análisis se diferencia de otros métodos
porque no pone en relación diversas entidades, él trata de descomponer aquello
de lo que dispone. Lo anterior, visto desde los juicios sintéticos y analíticos
de Kant, quiere decir que, mientras los juicios sintéticos relacionan diversas
entidades, es decir, que el predicado agrega algo nuevo al sujeto, los segundos
simplemente explicitan una conexión interna existente entre los dos elementos
de un juicio. En los juicios analíticos el predicado pertenece al sujeto.
La pregunta que surge es ¿de qué disponemos?
una tradición, que se remonta hasta Descartes, ha respondido que lo único de
que disponemos es el pensamiento; así, para esta tradición, tanto en el
razonar, en el pensar y en el tener experiencias lo único de que se dispone es
el pensamiento.
Después de Kant surgen las preguntas ¿qué es
el pensamiento? ¿cómo lo podemos analizar? Estas preguntas nos colocan en el
ámbito en el cual Kant sitúa el objeto de la filosofía: es decir el análisis de
lo trascendental.
Después Frege, tratando de responder a estas
preguntas, sostendrá que el análisis lógico es un análisis lógico-lingüístico,
por tanto dicho análisis se convierte en un análisis de tipo lógico-lingüístico
y por consiguiente esta será la tarea de
la filosofía. La tarea de la cual se ocupará la filosofía, según Frege,
será la lingüística y por lo tanto será filosofía lingüística.
Desde esta nueva perspectiva, el pensamiento
será comprendido no como flujo de la conciencia, sino como un conjunto de
configuraciones casi-objetivas y simbólicas, es decir: conceptos, pensamientos,
entidades lógico-lingüísticas que definen el pensamiento. En la relación que se
establece entre estas entidades y la experiencia, es donde surgen los problemas
de los que se ocupa la filosofía analítica.
La manera como los filósofos analíticos
conciben el análisis lingüístico ha sido objeto de muchas discusiones y por lo
tanto se ha prestado para que, en torno a él, se presenten muchos equívocos,
sobre todo en el momento en que debe ser llevado a la práctica, tales equívocos
pueden sintetizarse de la manera siguiente:
unos filósofos analíticos, conciben el
análisis lingüístico como un proceso de descomposición
de lo más complejo en las partes más simples. Otros conciben el análisis
lingüístico como el desarrollo a través
del cual lo inexpresado llega a hacerse expreso, es decir expresar lo
inexpresado. Otros filósofos analíticos conciben que el análisis
lingüístico consiste en la traducción o paráfrasis. Aún la misma
idea de análisis lingüístico privado de toda referencia a lo empírico es
cuestionada.
Desde lo anteriormente visto, las opciones
que se dan en el análisis lingüístico son varias:
a. Las razones por las que se examina el
lenguaje, las razones por las cuales los filósofos de esta tendencia analizan
el lenguaje se encaminan a descubrir cómo
funciona, y desde ahí, ellos tratan
de desenmascarar los falsos problemas filosóficos.
b. Los filósofos analíticos, al analizar el
lenguaje, tratan de descubrir la manera como
se usa el lenguaje natural, el lenguaje común, respecto a los lenguajes
lógicos y especializados.
c. El tipo de lenguaje sobre el que
investigan los filósofos analíticos pueden ser: el lenguaje común, el lenguaje
lógico, el científico, el filosófico, etc.
La complejidad de las nociones de análisis y
de lenguaje lleva, en los años ochenta, al movimiento analítico, a comprenderse
como un determinado estilo argumentativo. Sin embargo, la relación
lenguaje-pensamiento, y la manera como se relacionan, sigue siendo determinante
para la escuela analítica.
4. La relación entre
lógica y filosofía.
El método que Frege proponía es el análisis
lógico formal y es a partir del análisis del lenguaje como función de verdad
que él descubre la fecundidad del análisis. Para este autor, el análisis es un
desarrollo, es una operación que hace
surgir desde el trabajo lógico, conceptos nuevos sin referencia a la
experiencia empírica.
Para la historia de la escuela analítica es
fundamental el análisis aplicado a la lógica formal. También para los
analíticos permanece una referencia común: el uso de representaciones
esquemáticas y la necesidad de recurrir a modelos teóricos de cualquier tipo.
Este es un punto en el cual el pensamiento continental y el pensamiento
analítico entran en franca confrontación, ya que el primero está caracterizado
por un rechazo a todo tipo de formulación, un rechazo por el deseo de
esquematizar o modelización del pensamiento. Este rechazo se presenta desde una
concepción de la filosofía como práctica que elimine la representación formal
de los propios resultados.
5. La dimensión
lingüística y biológica.
La filosofía analítica, entendida como
análisis del lenguaje, y dotada de pretensiones de cientificidad, ha debido
confrontarse con las ciencias del lenguaje. Si el primer punto de referencia es
la lógica, ello no implica que la escuela analítica no haya tenido que recurrir
o confrontarse con otras ciencias como la lingüística. Si en un comienzo la
lógica fue el punto de referencia privilegiado de los analíticos, después
fueron otros sectores, del estudio del lenguaje, los que estuvieron implicados
en el trabajo de los filósofos analíticos. Dichos trabajos de los filósofos
analíticos han dado nuevos impulsos a la investigación lógica, análogamente la
investigación filosófica sobre el lenguaje, ha dado nuevos impulsos a la
lingüística y su desarrollo.
6. Tendencias y temas de
la filosofía analítica.
El lenguaje y el pensamiento no sólo son
objetos del método analítico sino que definen además su ámbito de trabajo. Los
pensadores analíticos se ocupan de las más variadas temáticas: ética, estética
y arte, sin embargo lo que es común a los más diversos pensadores, es la
investigación rigurosa de los significados y de los conceptos en juego,
acompañado de un gran interés cognoscitivo y teórico.
La relación con la lógica, las más diversas
variantes de la lingüística, las ciencias cognoscitivas y la apertura a las más
variadas temáticas hace que la identificación de los pensadores analíticos sea
hoy difícil, por ejemplo, Noam Chomsky es considerado un filósofo de
inspiración analítica, John Rawls es un filósofo neocontractualista, también es
considerado analítico Ronald D’workin filósofo del derecho.
El origen de esta dificultad radica en que
hay diversidad de discusiones abordadas desde la escuela analítica y en la
imposibilidad para determinar el origen exacto de la corriente analítica;
además de las posibles referencias a Aristóteles, Sócrates, Leibniz o Kant, el
origen de la escuela analítica se puede rastrear en la escuela de Franz
Brentano o en Frege, en Wittgenstein o en el neopositivismo, en Moore y
Russell.
Las características que definen el concepto
de análisis y de teoría analítica son:
a. Un análisis en el que prevalece una
orientación lógico-lingüística. En este sentido, la escuela analítica es
enfática al afirmar que de lo que disponemos y a lo que nos referimos
esencialmente es el lenguaje, y la tarea fundamental de la filosofía es la de
elaborar una teoría del significado.
b. Un análisis en el que predomina una
orientación sicológico-cognoscitiva. No sólo disponemos del lenguaje, sino
también del sentido común, de la intuición, del pensamiento. El lenguaje nos
obliga a interrogar la naturaleza de la mente y de los procesos mentales.
c. El análisis es entendido como un método de
trabajo, también como un método aplicado que se preocupa por reflexionar en los
problemas lógicos o sicológicos y de problemas de la justicia, de la política,
de la ética y del arte.
Capítulo tercero.
Historia del lenguaje como problema filosófico.
Prehistoria.
La prehistoria de la filosofía del lenguaje
hunde sus raíces en las cuestiones y problemáticas relativas al lenguaje
planteadas a lo largo de toda la historia de la cultura occidental, estas a su
vez están representadas en las propuestas de los distintos pensadores, en los
planteamientos generales de todas las épocas, en las escuelas y tendencias. Por
esta razón antes de que en esta investigación nos adentremos en la época contemporánea,
es necesario que veamos muy brevemente lo relativo a las épocas anteriores y
las diferentes posiciones respecto al tema que nos compete, es decir el
lenguaje.
1. El problema del lenguaje en la época antigua.
1.1. Platón.
El problema del lenguaje en Grecia, y por lo
tanto en la época antigua está permeado por la cuestión acerca de si este y los
nombres son entes naturales. Desde esta perspectiva, el lenguaje y los nombres
son hechos connaturales y transparentes. Esta es una primera idea acerca de la
manera como los griegos concebían el lenguaje, esta primera acepción también es
llamada con el nombre de esencialismo, sustancialismo o naturalismo
lingüístico.
También en Grecia y en la época antigua
existía la idea acerca de que el lenguaje es un hecho convencional. En este
segundo sentido se pensaba que el lenguaje es algo arbitrario. Esta segunda
forma de concebir el lenguaje en la cultura antigua es llamada convencionalismo
lingüístico.
El problema del lenguaje en la época antigua
generó varias escuelas, cada una de las cuales aceptaban bien que el lenguaje
fuera un hecho natural, un hecho real o bien que el lenguaje es un hecho logico
que se sobrepone a la realidad.
Las bases más remotas del problema
lingüístico en Grecia se remontan hasta el análisis del lenguaje como un hecho
lógico, en este sentido empieza a darse una gran valoración al discurso y este
entendido como un hecho lógicamente estructurado. De esta manera se
sobreentiende que la concepción naturalista o realista del lenguaje, en los
inicios de Grecia no tuviera tanta incidencia como la concepción lógica del
lenguaje. Esta a su vez, se relaciona con lo que se podría llamar una conexión
con el ser. De modo que el lenguaje puesto en función del ser implica la
escucha. La escucha es el reconocimiento del ser a través del lenguaje. El ser
entendido como unidad concentra y recoge en sí la pluralidad y la diversidad.
El discurso lógicamente estructurado y este a su vez, entendido como producto
del lenguaje podía reunir varias condiciones, entre ellas, y la más importante,
es que este es el lugar donde descansa la verdad del ser. Otras condiciones
son: el discurso es el fruto y la expresión del pensamiento, el discurso
conforma un sistema, el discurso revela y desvela el universo lingüístico.
De manera que el problema del lenguaje en la
época antigua y especialmente desde la cultura griega estaba permeado por la
cuestión acerca de si este es un hecho natural, realista o sea la concepción
naturalista del lenguaje. Frente a esta concepción está la que consideraba que
el lenguaje es producto de una convención, un consenso o un convenio. También
está la cuestión acerca de la relación entre lenguaje y ser, y en medio de
estas polémicas está el tema de la escucha. Estos aspectos o problemas
inherentes al tema del lenguaje delimitan el gran marco y el trasfondo sobre el
cual se plantean otras cuestiones relativas al lenguaje: la verdad, el
pensamiento, el sistema y el universo lingüístico. De una u otra manera el gran
espacio o lugar sobre el cual siempre se realizaban los estudios sobre el
lenguaje fue el discurso.
Otra de las cuestiones que se planteaban en
la época antigua y especialmente desde Grecia, es por ejemplo el hecho de que
el nombre asignado a la realidad es algo que tiende a estabilizarse y aquietarse,
mientras que la realidad es algo cambiante y en continua movilidad. Esta
cuestión es lo que se podría llamar una concepción metafísica del lenguaje.
También en Grecia se planteaba el problema
acerca de que el logos es universal, es razón, ley del universo que tiene su
principio de unidad en el nombre que lo nombra (ονομα), el nombre es la representación particular de la realidad.
La cuestión que determina el pensamiento griego clásico, es la de si es el
nombre o es el discurso el que refleja el orden cósmico, el logos que lo
determina o el ser que le subyace a la realidad. La ley universal que determina
el cosmos no puede recogerse en una sola palabra sino en el discurso.
La teoría naturalista o realista del lenguaje
admitía que los nombres son signos naturales, además exactos por naturaleza.
La teoría convencionalista del lenguaje
consideraba que los nombres y las palabras conque designamos a las cosas son
producto del consenso, del pacto o del convenio. Las palabras y los nombres
pueden ser producto de la convención o de la costumbre de quienes adquieren el
hábito de hablar.
El tema del naturalismo y del
convencionalismo lingüístico viene tematizado en el Cratilo de Platón. En dicho texto Cratilo es el defensor del
carácter naturalista de los nombres, en este sentido dicho personaje dice en el
diálogo que: “cada uno de los seres tiene el nombre exacto por naturaleza”
(383a 3-b1). El nombre que tiene cada cosa es el mismo para todos los hombres y
para todas las lenguas. Hermógenes en el diálogo platónico representa la
posición contraria según la cual: “todo nombre es producto del pacto y del
consenso. Cada uno tiene su nombre no por naturaleza sino por convención y
hábito de quienes suelen poner nombres (384c10-e1). El nombre es
intercambiable, dispensable y sustituible. Esta posición representa un salto
que va del sentido del nombre naturalista al sentido del nombre que se da según
el uso y el intercambio subjetivo.
La problemática en torno al lenguaje
planteada por el Cratilo se
desarrolla dentro de un ambiente más amplio, según el cual, los griegos se
están preguntando acerca del carácter físico-naturalista del cosmos y el
carácter lógico-racional y cultural del cosmos. Mientras que el primero queda
consignado bajo el termino φισις, el
segundo queda consignado bajo el término λογος;
el equivalente de esta cuestión era φισις
o νομος.
Es necesario sostener que cuando Platón en el
Cratilo intenta abordar el tema del
lenguaje, su intención no es realizar un tratado sobre dicho tema sino plantear
la cuestión de la epistemología y la cuestión de la ontología. En este sentido
se puede afirmar que el Cratilo no es
un estudio sobre el lenguaje, su estructura o su funcionamiento sino que el
mismo es tratado en su función para acceder al conocimiento, en este sentido el
Cratilo puede ser entendido como un
tratado de epistemología.
En torno al problema del lenguaje y del
conocimiento se plantea el problema del relativismo y del absolutismo
epistemológico, pues si el hombre es la medida de todas las cosas, cada hombre
puede llamar a cada cosa según sea se percepción de la misma y en este sentido
plantear un convencionalismo lingüístico. Pero si el lenguaje nombra la esencia
de cada cosa, lo que está implícito en el lenguaje es solo y nada más que la
esencia de esta.
La misma cuestión esencialista o
convencionalista plantea la problemática suscitada en torno a Parménides y
Heráclito, ya que si el lenguaje nombra la esencia de cada cosa, la esencia y
lo que permanece sería o correspondería a un esencialismo lingüístico. Por el
contrario, el convencionalismo lingüístico se correspondería con el todo que
fluye (παντα ρει) heraclíteo.
De modo que el diálogo platónico el Cratilo es una síntesis apretada de todo
lo que en Grecia tiene que ver con la ontología, la metafísica, la
epistemología, el absolutismo y el relativismo; todo esto visto en relación con
el lenguaje.
1.2. Aristóteles.
En Aristóteles el problema del lenguaje va a
estar asociado fundamentalmente con el discurso apofántico. Este consiste
básicamente en mostrar algo como lo que es. En este sentido se puede decir que
los enunciados asertivos muestran algo como lo que es, diferencia de otras
formas del discurso tales como la interrogativa, la imperativa que no desvelan
el ser de la cosas en su forma de presencia.
Básicamente el discurso apofántico intenta
mostrar claramente alguna faceta o modo de ver de la que cosa de la que se
habla. El discurso apofántico intenta mostrar en vez de ocultar.
También el tema del lenguaje en Aristóteles
versa en torno al discurso asertivo o declarativo, el gran tema que cobija el
planteamiento aristotélico sobre el lenguaje es un tratado general sobre los
discursos asertivos o declarativos.
El discurso apofántico puede dividirse en
varias posibilidades: afirmativo o negativo, universal o particular. A partir
de estas posibilidades del discurso apofántico se desprenden cuatro tipos de
enunciados: primero, los enunciados universales afirmativos, segundo los
enunciado universales negativos, tercero, los enunciados particulares
afirmativos, y cuarto los enunciados particulares negativos. Entre estos se
pueden establecer varias relaciones lógicas tales como entre el primero y el
cuarto, entre el segundo y el tercero se puede establecer una relación de contradicción. Entre el primero y el
segundo se puede establecer una relación de contrariedad.
Entre el tercero y el cuarto se puede establecer una relación de compatibilidad. Entre uno y tres, dos y
cuatro se pueden establecer las relaciones de implicación.
Aristóteles define el lenguaje en los
términos de símbolo. Palabra que etimológicamente se refería al contrato o al
convenio. En este sentido es necesario destacar que Aristóteles le atribuía un
carácter convencional al signo lingüístico. Desde esta perspectiva solía
afirmar que los sonidos que emite la voz humana son símbolos que hacen referencia al estado del alma.
También sostiene que las palabras escritas corresponden a los símbolos de las
palabras que emite la voz.
2. El problema del lenguaje en la Edad Media.
En la Edad Media los problemas del
conocimiento experimentan un nuevo resurgir. Los pensadores medievales indagan
y se inquietan por el problema del conocimiento. Tanto los artistas, monjes,
como reyes, filósofos y teólogos se preocupan por observar, cuestionar e
interrogar acerca del problema del lenguaje.
También en la Edad Media se presenta una
disputa entre la teología, que era el saber canónicamente establecido y espiritualmente
aceptado y los nuevos tipos de saberes científicos. Este fue el gran telón de
fondo que sirvió de marco para las disputas entre los principales problemas
filosóficos, antropológicos (tales como los estados del alma, las pasiones que
experimenta el hombre, las relaciones entre cuerpo, alma, espíritu y los
estados volitivos, las pasiones, los deseos, los impulsos) y los problemas
lingüísticos, semánticos y semióticos.
Lo anteriormente anotado es la razón por la
cual la lingüística, la semántica y la semiótica medieval se han convertido en
los grandes puntos de referencia para la hermenéutica, la semántica, la
semiótica y la lingüística contemporánea: “la filosofía medieval ha llegado a
constituirse en una fuente muy importante para el enriquecimiento de la
semiótica (Beuchot 1991 11).
El hecho de que los autores medievales se
hayan convertido en punto de referencia para la lingüística contemporánea ha
generado en el interior de esta última un interés por la lógica y la teoría del
signo desarrollada por aquella. En efecto, en la época medieval se presentó con
gran fuerza una reflexión sobre el tipo de conocimiento que se deriva del
signo, por lo tanto, en la Edad Media se puede encontrar toda una reflexión
semiológica. Esta es la razón por la cual se puede afirmar, sostener y subrayar
la gran importancia que tuvo el signo para que el hombre medieval accediera a
leer e interpretar la realidad. Esta reflexión antropológica sobre el signo, su
sentido, su intérprete y la realidad se convierten así en lo que se podría
llamar una primera etapa sobre la teoría semiótica o teoría de los signos.
Es necesario resaltar que durante todo el
medioevo, algunos filósofos se preocuparon por realizar una clasificación de
los signos. Justamente, durante este período se presentó un gran interés por
distinguir los síntomas, los indicios, las indicaciones, los gestos, las
marcas, las voces, las figuras, las letras, las señales y los símbolos que
proceden de esta época.
Justamente cuando san Agustín en su texto De doctrina Christiana II, 1 define el
signo bajo los términos de que es una cosa que hace pensar en otra cosa
distinta a ella misma, está planteando las bases para que todos los pensadores
medievales discutan el tema del signo en sus términos más adecuados. El sentido
y el significado del signo, al representar algo distinto que está contenido en
el mismo, conlleva a reflexiones de carácter lingüístico, semiótico, sintáctico
y lógico, y estos relacionados con las proposiciones, con la estructura mental
del intérprete, con la percepción que el intérprete tiene de la realidad y con
la realidad misma en cuanto tal.
Esta definición agustiniana del signo también
generó durante todo el medioevo la cuestión acerca del carácter sensible y del
carácter intelectual del signo, siendo esta segunda cuestión el problema
central sobre el cual Guillermo de Ockham, en el siglo XIV concentrará todos
sus esfuerzos reflexivos e intelectuales.
En el Medioevo es la época en la que aparecen
los elementos más rudimentarios que luego darían pie para elaborar toda una
teoría sobre el signo lingüístico. Según esta, el signo es aquel que
participando del lenguaje nombra de manera singular pero tiene un significado
universal. La cuestión desarrollada ante el problema de los universales,
durante todo el Medioevo, especialmente
en los siglos XII-XIII y XIV, por autores como Anselmo de Canterbury, Pedro
Abelardo, Guillermo de Ockham fue una de las disputas que más elementos aportó
al problema de la filosofía del lenguaje. Problema que se desata en torno al
eje articulador acerca de si los conceptos son nombres o formas sonoras,
problema llamado Nominalismo, y el Conceptualismo que entiende los conceptos como
contenidos de conciencia. Entre estas dos tendencias surge una tercera llamada
el Proporcionalismo que trata de comprender los conceptos en la complejidad
discursiva proporcionada por el signo.
El problema antes mencionado, básicamente lo
había heredado el Medioevo de la cultura Estoica. Para los Estoicos el estudio
de la dialéctica comienza con el estudio de la voz. Esta era la que permitía
hacer la diferencia entre expresiones humanas y las animales. Así el Estoicismo
inaugura toda una tradición que habría de entender la voz como el producto
articulado del pensamiento humano. A su vez, esta tendencia daría pie para
despertar una reflexión lingüística. Siguiendo esta tradición, los pensadores
medievales, llegarían a considerar la voz como articulación material del
pensamiento.
Por otro lado, los pensadores medievales
llegarían a ser grandes estudiosos del pensamiento de Aristóteles,
especialmente del Organon. De ellos
heredarán las cuestiones lingüísticas acerca de la lógica. Toda la problemática
que se suscitará durante todo el Medioevo en torno al problema de la lógica y
al problema de la lingüística generará la temática en torno a los nombres. Los
autores medievales, distinguen a torno a estos, varios niveles de uso,
institución e imposición. Según estos, las voces se disponen en emisiones
vocales y recepciones auditivas.
Desde esta perspectiva surgen tres elementos
importantes para la reflexión sobre el lenguaje visto desde la filosofía:
primero el problema de la lógica y esta a su vez es entendida como la
coordinación de los elementos de las proposiciones, y su correspondencia con la
realidad. Segundo, la intencionalidad, y esta entendida como previsión mental
del uso del lenguaje. Tercero, la institución o imposición de los nombres,
esta, a su vez, es entendida como la conclusión en la cual desembocaría la
polémica desarrollada en el Cratilo
de Platón acerca del naturalismo o esencialismo o sustancialismo y el
convencionalismo lingüístico.
Una vez que el nombre se ha impuesto, la voz
empieza a tener una significación, esta hace que se convierta en vocablo o en
una dicción. En este sentido, cuando esto ocurre, entonces la voz empieza a
hacer parte de la oración o también del discurso (Beuchot 16). La proposición
es la oración que indica o describe un estado de cosas, consta además de dos
elementos o términos que son sujeto y predicado, estos a su vez están unidos
por la cópula. La lógica centra su objetivo en el tipo de proposición llamada
indicativa. Los dos términos de la proposición, son elementos extremos de la
misma y son voces incomplejas o simples. Por el contrario, las oraciones y las
proposiciones son voces complejas pues surgen de las combinaciones producidas
por las voces simples (Beuchot 16).
Aristóteles fue el pensador de la antigüedad
que, respecto al problema que estudia la cuestión de la proposición, generó o
tuvo una mayor influencia en la filosofía posterior; justamente de la propuesta
que este hiciera, los medievales toman en consideración cuestiones relativas a
la proposición, al término y al razonamiento; estos elementos fueron
determinantes tanto para la lógica como para el discurso y la proposición. En
este sentido Aristóteles afirmaba que la proposición constituye un enunciado
negativo o positivo, ella niega o afirma algo de algo. También sostenía que la
proposición estaba conformada por los términos, sujeto o predicado, que son los
extremos de la misma. Además de esto, aseveraba que la proposición incluye
dentro de sí un razonamiento y que consiste en el hecho de que una vez que este
ya se ha establecido se sigue algo diferente de él.
Cuando la lógica medieval centra su atención
en la proposición indicativa no puede dejar de negar la influencia que sobre
ella tuviera Aristóteles, de ahí que el Medioevo heredara cuestiones relativas
al tratamiento de los términos, las voces y los tipos de proposiciones.
Dentro del mismo contexto medieval Guillermo
de Ockham afirmará que los nombres y los verbos cuando ejercen una función en
el interior de la proposición lo harán bien ejerciendo la función del sujeto o
bien la función del predicado, dado que para algunos pensadores del Medioevo,
el verbo hace parte del predicado.
También sostienen algunos pensadores
medievales que cuando los nombres y los verbos tienen o adquieren un
significado se pueden llamar categoremáticos,
en oposición a los sincategoremáticos
que son las demás configuraciones sonoras que hacen parte de la proposición
pero que no tienen una función categorial y que serían los conectores lógicos
que tienen como finalidad dar forma a las proposiciones.
Los términos categoremáticos pueden evocar
categorías como objetos o seres y acciones. Estos están dotados de
significación y pueden llegar a ser signos independientes. Los mismos términos
categoremáticos pueden desempeñar una función significativa y también una función de suposición. Esta última supone una tensión existente entre el
contenido mental establecido y actualizado y la referencia. Estos elementos son
datos centrales para elaborar una teoría semiológica. En este sentido era algo establecido
para el Medioevo que la suposición es el vínculo que se establece entre las
proposiciones y la realidad. La suposición es la base sobre la cual se
establece un vínculo entre la proposición y la realidad. La cosa que puede
representar un término dentro de la proposición tiene su asiento en la
suposición, de modo que cuando un término, dentro de la proposición tiene un
sentido o representa algo es porque está basado en la suposición-adivinación.
La suposición puede ser una categoría sintáctica pues permite discernir y
distinguir la verdad de las proposiciones mediante las referencias que se
establezcan entre sus términos (Beuchot 29).
3. El problema del lenguaje en la época Moderna.
La época Moderna, a partir de los siglos
XVII-XVIII propone un problema lingüístico nuevo llamado el problema de las lenguas universales adicionales. Problema este
que consiste en el hecho de inventar una lengua filosófica que combine las
ventajas de una clasificación lógica de las nociones con una codificación
universal realizada por medio de cifras o bien por medio de un alfabeto
artificial. En este sentido, autores como Descartes, Leibniz y otros pensadores
de esta época trataron de abordar el problema desde la idea central según la
cual se presenta una estrecha y directa relación entre lenguaje y pensamiento.
En este sentido era idea generalmente aceptada el hecho de que el lenguaje es
la forma como se expresa el pensamiento. Ya John Locke en su texto Ensayo sobre el entendimiento humano,
partía de la convicción de que en la relación entre pensamiento y lenguaje, el
primero tiene una primacía sobre el segundo; por esta razón, este autor
sostenía que las palabras significan de forma primaria las ideas que están en
la mente de quien las usa. También sostenía que una palabra no es más que un
signo y que el sentido de esta es arbitrario (Cuartas Restrepo 142) (Locke
135ss).
Leibniz sostiene que las lenguas son el mejor
reflejo del espíritu humano; la mejor manera para conocer las operaciones del
entendimiento humano es conocer y comprender el significado de las palabras.
En la época Moderna es necesario destacar los
aportes de Vico y de Leibniz sobre el lenguaje, esta es la razón por la cual
brevemente esta investigación se detendrá en estos dos autores.
3.1. Vico y el lenguaje.
En Giambattista Vico el problema del lenguaje
tiene una importancia capital pues él considera que a partir de la lengua se
puede valorar y estimar científicamente la herencia intelectual de la cultura
Occidental. Vico considera que la historia de la lengua, que la historia de la
literatura y de la poesía tienen no sólo un origen común sino que son una y la
misma cosa. También plantea el problema según el cual él considera que el
lenguaje se genera espontáneamente creando imágenes. Vico es un pensador que
tiene mucha importancia en el estudio del problema del lenguaje pues él rompe
con el paradigma según el cual para poder estudiar la lengua había que partir
de los problemas lógicos, es decir, el paradigma apofántico-aristotélico, tal y
como lo había concebido la tradición occidental hasta entonces. Vico, desde una
nueva postulación, cuestiona todos los estudios lingüísticos anteriores a él y
abre nuevas perspectivas para los estudios literarios, poéticos y filosóficos.
Su texto titulado Scienza nova es fundamentalmente
un estudio sobre el lenguaje; en él propone tres etapas históricas en las que
trata de explicar el acontecer histórico del lenguaje.
La primera etapa del desarrollo histórico del
lenguaje Vico la explica diciendo que los hombres tuvieron inicialmente una
lengua sagrada o mitológica en la que no disponían de las palabras ni de su
uso. La que era por tanto de carácter mental. Dicho autor, decía que esta
lengua además de ser mental, también era divina y mitológica y que consistía en
una serie de ritos religiosos y actos de consagración. Además, sostiene este
autor que, si la lengua era mental y mitológica, los hombres no disponían del
uso de la palabra, por lo tanto no eran capaces de hablar, esta es la razón por
la cual recurrían a ritos y actos de consagración. Esta primera etapa es
llamada por Vico como lengua jeroglífica,
lengua sagrada o lengua de los dioses.
La segunda etapa del desarrollo histórico del
lenguaje, la denomina Vico con el nombre de etapa histórica o poética. En ella
se da un predominio de lo alegórico y lo simbólico expresado a partir de los
emblemas heroicos, en el lenguaje de las armas, en la acuñación de monedas y de
medallas, además de todo esto, esta también es una época muda, profundamente
simbólica y alegórica.
La tercera etapa del desarrollo histórico del
lenguaje Vico la identifica con el lenguaje de la plebe. Esta coincide, según
este autor, con el lenguaje epistolar; en ella se ponen de manifiesto las
relaciones prácticas, aunque es también la lengua de los héroes. Básicamente lo
que está a la base de este tercer momento es la idea según la cual las lenguas
vulgares han sido creadas por la plebe, por el vulgo y por los pueblos que de
una u otra manera intentaban inmortalizar, recordar, rememorar y eternizar sus
hazañas heroicas, sus logros y sus triunfos históricos.
Según
Vico, en esta triada lingüística se distinguen tres tipos de lenguas o
lenguajes: el primero es el lenguaje de los dioses, que fue un lenguaje
inarticulado y mudo. El segundo fue el lenguaje de los héroes, que fue una
lengua muda pero articulada. El tercero es el lenguaje de los hombres, el que
es casi completamente articulado y ligeramente muda. En dicho desarrollo
histórico, lo primero que se ha dado ha sido la onomatopeya, después han aparecido las interjecciones, más tarde se han dado las preposiciones, las que preceden a los sujetos o nombres, así como a
los verbos porque aquellas hacen parte de la composición de estos. Según Vico
las preposiciones aparecen antes que los verbos porque no es posible que se dé
una proposición sin un sujeto, y según este orden de ideas los últimos en
aparecer son los verbos.
Quizás la base de la teoría de Vico se
encuentre en un intento por explicar el surgimiento de las lenguas vernáculas,
las lenguas particulares que para entonces empezaban a tener una gran acogida,
después de la caída del paradigma medieval que fue fundamentalmente teológico y
profundamente emparentado con el latín. Por otro lado no debe olvidarse que para la época en la que
escribe su obra, Vico estaba también en pleno vigor todo el esfuerzo del
Renacimiento y de los autores de esta época por traducir desde el griego, el
latín y el hebreo a las lenguas vernáculas a los autores clásicos; en este
sentido puede decirse que Vico estaba respondiendo al clamor de su época.
Tampoco puede perderse el punto de vista
desde el cual, el mismo Vico, y la posteridad, empiezan a estudiar el lenguaje.
Este autor rompe con el paradigma aristotélico según el cual el lenguaje debe
estudiarse desde la primacía de la lógica, la proposición y el juicio, y por el
contrario propone la visión según la cual el lenguaje está profundamente
relacionado con el acontecer histórico-cultural; el lenguaje es un hecho
histórico. También a partir de Vico el lenguaje puede considerarse como un
organismo que va desarrollándose según las diferentes épocas históricas que él
mismo vive; por un lado, el lenguaje refleja un momento histórico, que según
Vico corresponde a las épocas histórica, heroica, mítica, teocéntrica, la época
antropocéntrica. Desde esta perspectiva surge la otra gran tendencia que ha
predominado en la cultura occidental: la corriente continental. El lenguaje ya
no refleja el momento histórico o la época en la cual se desarrolla sino que él
mismo es histórico en su devenir y en su acontecer.
Desde lo visto hasta aquí en la propuesta de
Vico respecto al problema del lenguaje pueden destacarse tres cosas: primero,
el estudio del lenguaje puede hacerse las leyes lógicas que determinan su
funcionamiento. Segundo, el lenguaje puede estudiarse desde su desarrollo
histórico particular. Tercero, el lenguaje puede estudiarse como si fuera la
expresión de un momento histórico particular. Estas tres visiones podrían
denominarse respectivamente como el lenguaje y la lógica (visión logicista), el
lenguaje y el ser cultural (visión ontológica) y el lenguaje concebido bajo los
caracteres de un órgano o de una maquina (concepción mecanicista y
organicista).
Hasta aquí en este breve recorrido histórico
sobre el tema del lenguaje se han destacado en la antigüedad griega las
concepciones sustancialistas y convencionalistas expuestas en el Cratilo de
Platón. La concepción logicista propuesta por Aristóteles. Después en el
Medioevo se ha visto el predominio del nominalismo, el conceptualismo, los
universales, además las teorías semióticas y semiológicas, y el problema de la
voz y la articulación de las palabras. En la Modernidad, el problema que
enfrenta Vico es el de la relación que se da o se presenta entre lengua y
cultura, lengua e historia, la lengua y su devenir orgánico, intento, este
último que tuvo que ver con la caída del paradigma medieval teocéntrico y con
el surgimiento de las lenguas vernáculas y con la traducción, interpretación y
actualización de los autores clásicos y antiguos, esto último coincide con la
época del Renacimiento. Para la posteridad, la propuesta de Vico implica ya no
solo el predominio del estudio lógico sobre el lenguaje sino también el estudio
ontológico y organicista-mecanicista del mismo, dando pie con ello a las dos
grandes tendencias que han predominado en la cultura occidental sobre el
estudio del lenguaje: la analítica y la continental. Finalmente fue un tema
propio de la modernidad el hecho de haber recalcado la relación que se presenta
entre lenguaje y pensamiento, tema que también tendrá una amplia repercusión en
la cultura contemporánea. Ahora esta investigación, centrará de modo muy breve
su atención sobre otro gran exponente de la época moderna: Leibniz.
3.2. Leibniz y el lenguaje.
Leibniz considera que el lenguaje es un don
que Dios le da al hombre; este don viene unido a otros dones tales como: el
deseo de vivir y la necesidad de relacionarse con sus semejantes, para crear
así la sociedad; de esa manera, para este autor, la capacidad de hablar y de comunicarse
que recibió el hombre domo un don de Dios, es el gran cohesionador del hombre
con sus semejantes en la sociedad.
El hombre posee además sus órganos corporales
dispuestos de tal manera que resultan ser los más apropiados para expresar las
palabras y los sonidos articulados; las palabras a su vez, sirven para
expresar, explicar y representar las ideas. El hombre posee la facultad de
tener un lenguaje pues los sonidos son signos de concepciones interiores y de
esta manera puede comunicar y trasmitir a los demás lo que él piensa.
Podría decirse que Leibniz se ubica dentro de
la modernidad en cuanto que piensa el lenguaje desde la perspectiva de la
relación que se puede establecer entre este y el pensamiento. Pero además desde
la perspectiva que iniciara san Agustín en la cultura occidental al hablar de
una palabra interna y una palabra externa.
Leibniz al relacionar las ideas con las
palabras, y estas entendidas como signos externos, supone que no existe una
conexión natural entre las unas y las otras. La relación que existe entre las
ideas y el lenguaje se da porque hay una conexión arbitraria en virtud de la
cual tal palabra ha sido voluntariamente el signo de una determinada idea, con
ello nuestro autor, está apoyando la idea según la cual los que significan las
palabras, el significado de las mismas no se da por una necesidad natural sino
que es un hecho arbitrario. En este fenómeno influyen acontecimientos dados por
el azar y también por razones de orden moral. En todo ello interviene la
elección arbitraria, como ejemplo de esto puede mencionarse el hecho de los
códigos lingüísticos que usan ciertas sociedades secretas, ciertas logias o
ciertos grupos de espionaje; los códigos lingüísticos son creados desde un
lenguaje común, para que nada más sean comprendidos por los que hacen parte de
la misma asociación, logia o grupo. Estos códigos lingüísticos al ser creados
desde un lenguaje ordinario utilizan metáforas, signos o símbolos cambiando su
sentido y su significación, y adquiriendo así un nuevo sentido y una nueva
significación. También sostiene Leibniz que los comerciantes de distintas
culturas y pueblos, al tomar las palabras y mezclarlas terminan alterando y
cambiando el significado y el sentido de las mismas y con ello introducen
nuevas palabras y términos.
Por otro lado, Leibniz trata de explicar
cuáles fueron los orígenes del que nacieron el griego, el latín y el celta, y
que tienen raíces comunes con las lenguas germánicas o célticas. Según él todas
estas lenguas provienen de la cultura Escita; el pueblo Escita llega del Mar
Negro a través del Danubio y una de sus ramas se ubicaría en Grecia, y la otra
se quedaría en Germania y en las Galias; con ello pudo conjeturar la hipótesis
según la cual todos los pueblos europeos provienen del Asia. Todas las lenguas
de la cultura Escita tienen raíces comunes entre ellas, también con las lenguas
de Europa y aún con el Árabe. Con relación a este se deben comprender el
Hebreo, el Caldeo, el Siríaco y el Púnico antiguo. Todas estas relaciones entre
las distintas lenguas, sus similitudes, sus diferencias se deben al hecho de
las migraciones que se presentaron en los distintos pueblos de la antigüedad.
En este sentido podría decirse que Leibniz consideraba que existía un origen
común entre todas las naciones y que existía una lengua y primitiva que era el
origen común de todas las lenguas actuales.
Lo expuesto anteriormente es la razón por la
cual Leibniz consideraba que nuestras lenguas poseen un elemento común
primitivo que ha sobrevivido en el interior de ellas, a pesar de los cambios y
transformaciones que han experimentado; pero se debe a las migraciones el hecho
de que dicho elemento primitivo se conserve en la similitud de sonidos de las
distintas palabras que son emitidas por el ser humano al pronunciarlas.
3.3.
John Locke y el lenguaje.
La obra principal de Locke es el Ensayo sobre el entendimiento humano
publicado en el año de 1670. El objetivo del texto es investigar el origen, la
certeza y el alcance del entendimiento humano, así como indagar acerca de los
fundamentos y los grados de las creencias, las opiniones y los sentimientos. La
obra consta de cuatro libros: en el primero Locke realiza una crítica y una
negación del innatismo cartesiano y este entendido a su vez como el origen de
las ideas. En el segundo libro su autor trata de indagar sobres las distintas
clases de ideas y el origen de estas. El libro tercero es un tratado sobre las
palabras y sobre el lenguaje en general. El libro cuarto trata de desarrollar
la diferencia que existe entre conocimiento y opinión.
Locke sostiene en dicho texto que la idea es
un fenómeno mental independiente de cualquier posible afirmación o negación. En
este sentido, sostiene que son ideas por ejemplo las aprehensiones o las
representaciones de cualquier clase, así como blancura, hombre, dureza,
movimiento, elegante son términos que expresan ideas. La mente es algo así como
una hoja de papel en blanco en la cual aparecen, a través de la experiencia,
las ideas. También sostiene nuestro autor que existen varios tipos de ideas; en
este sentido existen las ideas que nuestra mente se forma por la sensación tales como el amarillo, el
blanco, lo cálido, lo húmedo. También existen las ideas que son producto de la
reflexión, el pensamiento, la duda, la razón, la creencia, la voluntad, etc.,
las ideas que son producto de las sensaciones proceden de la experiencia
externa. Las ideas que son producto de la reflexión proceden de la experiencia
interna. Tanto las unas como las otras son recibidas por el entendimiento de
modo pasivo y son llamadas también por Locke ideas simples. Para Locke también
existen las ideas complejas y estas son las que surgen como formaciones
realizadas por una intensa actividad del espíritu.
También existen las ideas claras, distintas,
evidentes y las ideas confusas, ambiguas, verdaderas o falsas. Sostiene también
nuestro autor que existen sensaciones de ideas, este sentido de sensación de
una idea puede propiciar una falsa asociación y de ahí se desprende un error.
Locke asevera que las ideas se expresan
mediante palabras y por esta razón es necesario revisar una y otra vez los
nombres y las palabras para ver si se adecuan y ajustan a las ideas que quieren
expresar. También sostiene que es necesario encontrar los medios y los
mecanismos adecuados para evitar confusiones y abusos en el manejo de los
mismos.
Respecto al problema del lenguaje, Locke
sostiene que de una sustancia no podemos conocer su aspecto real, en otros
términos sostiene que no podemos conocer realmente una sustancia, afirma que
solamente podemos conocer su aspecto nominal, es decir, solo podemos acceder
cognoscitivamente a las esencias nominales; estas últimas tienen su apoyo y su
fundamento en la naturaleza, esta es única razón que Locke exige para que
puedan ser rectamente usadas.
A partir de lo expuesto anteriormente puede
decirse que Locke defiende un nominalismo moderado, pues considera que los
nombres no se forman arbitrariamente sino que tienen su fundamento en la
experiencia que se desprende de la realidad, por lo tanto, los nombres designan
realidades.
Lo que Locke se propone en su teoría sobre el
lenguaje, expuesta en el libro tercero de su Ensayo sobre el entendimiento
humano, es realizar la defensa de una reforma del uso de nuestras prácticas
lingüísticas, pues con términos como murciélago o sal designamos esencias
reales pero además o más allá de estas, nombramos esencias nominales.
Locke se ubica dentro del paradigma
desarrollado por la modernidad, en este sentido puede decirse que su teoría
trata de desplegar el problema que se presenta entre lenguaje y pensamiento. En
este sentido, este autor defiende la primacía o la prioridad del pensamiento
sobre el lenguaje. Con esta tesis, Locke pretende mostrar que las palabras
tienen significados porque quienes las usan son capaces de tener pensamientos
con esos mismos significados; ello quiere decir que quien mentalmente tiene una
representación de algo, es capaz de darle significado a las expresiones que de
ello se forman.
El problema del lenguaje
en la época contemporánea.
4.1.Inicios de la filosofía analítica.
Los orígenes de la escuela analítica se
pueden rastrear en dos grandes tendencias filosóficas: el positivismo lógico o
neopositivismo que tuvo sus orígenes entre la primera y la tercera década del
siglo pasado, y que comprende el círculo
de Viena, el círculo de Berlín y la escuela de Varsovia. Y también se
puede rastrear en los trabajos de los primeros filósofos analíticos de la
escuela de Cambridge, de entre los cuales se destacan principalmente Russell y Moore.
Desde los orígenes se da una contaminación de
las dos corrientes analíticas, ya que el positivismo lógico, en su versión
vienesa, se inspiraba en las innovaciones lógicas de Russell y Whitehead
(autores de los Principia mathematica
escrito entre 1910 y 1913), además de Peano y de Frege, quienes fueron
decisivos en la formación intelectual de Russell y del Tractatus de Wittgenstein.
Por lo demás, el trabajo de Frege puede ser
considerado como el trasfondo único de los dos movimientos, ya que Frege fue el
punto de referencia tanto de Russell, cuanto de los neopositivístas austríacos,
alemanes, polacos, y por otra parte, Frege anticipa el giro lingüístico en
todas sus variantes, aún los intereses por el lenguaje ordinario y por los
aspectos ejecutivos y pragmáticos del mismo.
La idea de la filosofía como análisis
riguroso, fondo común de todos los pensadores analíticos, se puede rastrear en
el pensamiento austríaco de la segunda mitad del siglo XVIII, por lo tanto en
Franz Brentano, Bolzano y Lotze. Brentano influye en la cultura continental,
incursionando con el estilo filosófico inglés. De esta manera, Brentano y sus
discípulos tuvieron una influencia directa en el desarrollo del pensamiento
inglés.
4.2. La filosofía
analítica: años 1930-40.
No hay una fecha precisa sobre el inicio de
la filosofía analítica, esta depende del aspecto del programa analítico que se
quiera considerar. Si el acento se coloca en la noción de ciencia, en el
carácter científico de la filosofía, es necesario ubicar los orígenes de dicho
movimiento en Brentano y sus discípulos, estos fueron los principales teóricos
del carácter científico de la filosofía, fenómeno que se puede rastrear entre
el siglo XVIII y XIX.
Si el acento se coloca en la noción de
análisis como procedimiento reflexivo, según lo entiende Ernst Tugendhat, se
podría decir que ya Frege, hacia finales del siglo XVIII, haya elaborado una
concepción de la filosofía analítica en todos sus efectos, y que en definitiva,
toda la tradición de la filosofía pura,
puede ser considerada, una forma no consciente, del análisis lingüístico. En
este sentido se puede decir que la filosofía pura se extiende históricamente
desde Aristóteles hasta Descartes, pasando por Kant.
Si el acento se coloca a su vez, en el
procedimiento de confrontación entre el sentido común y el lenguaje filosófico,
esta coincide con una forma de análisis que se presenta en Moore y en sus
discípulos, entonces es necesario ir hasta más lejos históricamente, pues en
este caso los orígenes de la filosofía analítica habría que ubicarlos en la
escuela escocesa del sentido común, esta se puede encontrar en el siglo XVII.
Si se piensa en la práctica del análisis, y
este entendido como simple ejercicio sobre el lenguaje no contaminado de
implicaciones epistemológicas, es decir de la teoría de la ciencia y del
conocimiento, es necesario rastrear los orígenes del movimiento analítico en la
filosofía surgida en Inglaterra, fenómeno este que se presenta años más tarde,
y gracias a las nuevas investigaciones de Wittgenstein en los años treinta del
siglo XX, y al trabajo de Austin entre los años cuarenta y cincuenta.
En general, para tener presentes estos
movimientos, se puede admitir que los precursores de estos, hayan sido Frege,
así como algunos discípulos de Brentano, los primeros lógicos polacos, Russell,
Moore y el primer Wittgenstein. Pero también es necesario tener muy claro que
el verdadero y propio movimiento analítico surge más tarde. Este coincide con
el inicio de la filosofía lingüística, y esta pensada primeramente como lógica,
después como análisis del lenguaje ordinario, común e ideal o metalenguaje.
En esta perspectiva, la fase inaugural de la
filosofía analítica, se puede ubicar hacia mil novecientos treinta, cuando se
inicia la publicación de la revista oficial del neopositivismo vienes Erkenntnis (1930) y también es fundada
en Cambridge Analysis (1933).
En la primera mitad de los años treinta son
fijados los principios esenciales de la filosofía lingüística, estos quedan
consignados en los siguientes textos: sintaxis
lógica del lenguaje de Carnap, en el ensayo Expresiones sistemáticamente desviantes de Gilbert Ryle, y en lenguaje, verdad y lógica de Alfred
Ayer. Por esta misma época se inicia la difusión del pensamiento neopositivista
del mundo anglosajón.
Con la llegada de Hitler al poder, acaecida
en 1933, muchos intelectuales alemanes y polacos son obligados a emigrar, y los
principales neopositivistas tuvieron que irse a vivir a Norteamérica, donde se
genera una fecunda contaminación con el pragmatismo. También en Inglaterra se presenta
este fenómeno pues se inicia un diálogo, promovido sobre todo por Ayer, entre
las ideas del círculo de Viena y la tradición analítica inglesa. En Inglaterra,
en Cambridge, hacia 1929, retornaba Wittgenstein, y desde 1930, cuando
reemprendía su enseñanza en el Trinity
College, el neopositivismo no obtenía un gran seguimiento, ya que estaban
desarrollándose cada vez más las tradiciones de análisis filosóficos
emprendidas por Russell y Moore.
Al finalizar los años treinta, se ve
perfilada una situación bastante clara, pues
los componentes doctrinales del movimiento lógico-neo-positivista se han
difundido sobre todo en los Estados Unidos, y los componentes propiamente
analíticos, se han difundido especialmente en Inglaterra. En ambos casos, el
análisis filosófico, es concebido como análisis lógico, y la lógica es vista
como una estructura normativa, única, también se puede considerar como un
cierto orden interno del lenguaje, a partir del cual se pueden medir, corregir
y encontrar las inconsistencias de los enunciados de la filosofía, resolver los
problemas filosóficos o desenmascarar los falsos problemas filosóficos.
En los desarrollos americanos del
neopositivismo prevalecen los intereses metalógicos y epistemológicos de la
teoría de la ciencia, mientras que en el pensamiento ingles el análisis se
ocupa por lo demás, de la solución o disolución de problemáticas filosóficas
clásicas.
4.3. Dos grandes
tendencias en la filosofía analítica.
En los años cincuenta, ya es clara la
distinción entre análisis americano y análisis inglés, pero a esta, tiende a
sobreponerse la distinción entre los dos tipos de lenguajes. Por un lado, la
forma de análisis propuesto por los filósofos ingleses y por otro, los
americanos, y desde ahí la distinción entre los dos tipos de lenguajes: el
lenguaje común, el científico, el filosófico, el artístico y por otro lado el
metalenguaje. De la tradición neopositivista proviene la búsqueda de un
lenguaje ideal, que consiste en la purificación y clarificación del lenguaje
común, y en particular del lenguaje científico y filosófico, que además relaciona o traduce, a un lenguaje
formal o reglamentado, es decir, en un lenguaje cuya forma lógica y cuyos
procedimientos sean controlables, clarificados, verificables y definidos. Esta
tendencia, que ya era evidente en Frege y Russell, se expresa de manera
ejemplar en Carnap, en Reichenbach y en sus discípulos americanos como Quine o
Goodman. Además se desarrolla sobre todo en los Estados Unidos.
Los analíticos ingleses prácticamente la
ignoran. Por el contrario, en Inglaterra a su vez, e inicialmente a partir de
los trabajos de Moore, se desarrolla el análisis del lenguaje ordinario o
lenguaje común, entendido como:
a. La Individualización de los juegos que
aparecen en el lenguaje, por ejemplo hablar de sensaciones es un juego distinto
que hablar de objetos, lo que lleva a plantear la hipótesis de un lenguaje
neutro que hable de unas o de los otros. Aunque ello es una reducción indebida
en la tarea esencialmente terapéutica de disolución de los problemas
filosóficos.
b. Se
presenta un redescubrimiento y un resurgimiento conceptual del lenguaje
ordinario o común, no sólo encaminado a resolver los enigmas de naturaleza
teórico-filosófica, sino también a clarificar la dignidad filosófica de las
tesis del sentido común.
La primera orientación que Wittgenstein da a su pensamiento se desarrolla, sobre
todo, en la segunda mitad de los años treinta, esta se despliega inicialmente
en Cambridge y tiene como exponentes principales a Wisdom y Waismann. A esta
tendencia pertenece también Ryle, que trabajando en Oxford, comparte la teoría
de Wittgenstein del análisis como disolución de los problemas filosóficos. La
segunda, que se inspira sobre todo en el estilo analítico de Moore, y que es
inaugurada en la postguerra por Austin, es característica de la escuela de
Oxford y ha tenido un amplio y diversificado número de exponentes. Entre los
más importantes están Estrawson, Grice, y el estadounidense Searle. Así nace la
que, por un tiempo, ha sido llamada la Oxford
Cambridge Philosophy, que ha tenido prontamente una gran difusión sobre
todo en los Estados Unidos.
4.4. Un giro hacia el
pragmatismo.
Los elementos de divergencia entre las dos
tendencias del análisis del lenguaje ordinario no eran en verdad muy numerosos.
Las dos tendencias estaban orientadas a concebir el lenguaje en términos de
acciones (juegos, actos lingüísticos) más que en términos de proposiciones y de
funciones de verdad.
Ambas se contraponían a la formalización, al
uso de procedimientos formales para el análisis y la clarificación del lenguaje
natural, porque para ambas, la naturaleza esencialmente interactiva y
comunicativa del lenguaje, parecía desautorizar este tipo de procedimiento.
Ambas, en última instancia, se oponían
inicialmente a la adopción de textos metodológicos específicos y a la
construcción de modelos explicativos generales, y proponían un trabajo local de
solución-disolución lingüística de los problemas.
La diferencia más relevante consistía en el
hecho de que la primera tenía una orientación más teórico-filosófica y menos
lingüística: el interés de Wittgenstein por el lenguaje, en efecto, provenía de
la lógica, mientras el interés por el lenguaje para Austin provenía de la
filología, más que la defensa del sentido común, como en el caso de Moore. Esta
diferencia en el transcurso de los años sesenta es gradualmente reducida, en
parte porque la importancia de las teorías de Austin crecían y por el otro
punto de vista, permanecían como prerrogativas de los estudiosos de
Wittgenstein, sólo en los años ochenta los analíticos americanos empiezan a
ocuparse sistemáticamente del Wittgenstein de las Investigaciones filosóficas, en parte porque el mismo análisis de
Oxford adquiría una nueva densidad y un nuevo empeño teórico filosófico,
gracias a la obra de Searle y Grice, que después de la muerte de Austin,
desarrollaron en una teoría orgánica, densa de implicaciones lógicas,
filosóficas y lingüísticas: las intuiciones austinianas.
Al final del decenio no se puede advertir la
diferencia entre los común-lingüistas de Oxford y aquellos de Cambridge y por
lo general se habla de la Oxford
Philosophy. Propiamente por aquellos años, algunos de entre los más
importantes exponentes ingleses de la filosofía analítica son llamados para
enseñar en los Estados Unidos, y desde aquí se desprende la nueva visión
pragmática del lenguaje característica de la Oxford Philosophy que se inserta en la tradición del pragmatismo
americano, y en los desarrollos en el sentido que habían conferido ya al
análisis neopositivista los alumnos de Carnap y Reinchenbach, como Quine, Searle,
Goodman.
Aparece claro que en el transcurso de
aquellos años se ha generado un giro lingüístico, un giro pragmático que
interesa de varias maneras a todos los exponentes de la filosofía analítica.
Giro pragmático significa desviar el interés del análisis lingüístico como
estructura lógica y como facultad preferentemente asertiva, es decir la
capacidad de producir enunciados que describen estados de cosas y
caracterizados por ser verdaderos o falsos, al análisis del lenguaje como
facultad comunicativa y como conjunto de actividades multiformes, ligadas a
otras actividades de tipo social, desviación del interés de una visión
correspondecionista del significado y de la verdad, a una visión del
significado como entidad regulada por estipulaciones e interacciones.
La misma dicotomía entre análisis del
lenguaje ideal y análisis del lenguaje común se atenúa progresivamente. Por una
lado, desde los primeros años sesenta, los estudiosos del lenguaje ideal
propenden a considerar con más atención el rol del lenguaje natural y se dan
tentativos de formalización de los lenguajes ordinarios, por otro lado, la
desconfianza hacia la formalización, típica de la otra corriente, es
redimensionada y los común-lingüísticos empiezan a formalizar los hechos
lingüísticos.
Un dato persistente de divergencia, entre
ambas orientaciones, es la dicotomía entre análisis construccionista y análisis
descriptivista. Es una diferencia que inicialmente distingue la praxis
filosófica de los lenguajes comunes, de aquellas de los teóricos del lenguaje
ideal, y que mancomuna a los unos y a los otros en una explicita discusión.
Seguidamente la aplicación historiográfica de las dos categorías se hace menos
clara, pero es permanentemente la línea de trabajo filosófico ejemplarmente
representada por Searle y aquella de Donald Davidson.
Searle hereda de Austin y Grice un interés
descriptivo, después de haber indagado los hechos lingüísticos, elaborando una
clarificación, se ha propuesto indagar la intencionalidad, la mente, así como
varias de las funciones sociales de producción del lenguaje. El interés de
Davidson parece orientado hacia la resolución de los problemas clásicos de la
investigación analítica y su reflexión sobre la semántica de las lenguas
naturales, este se desarrolla sobre todo a partir de una teoría general de la
verdad y del significado puesta en su lugar o construida preventivamente.
4.5. Más allá de la
filosofía analítica.
Los veinte años que transcurren entre 1960 y
1980 son una época particularmente compleja. La filosofía analítica es conocida
en todo el mundo y en América es considerada la filosofía en sentido propio y
riguroso. Pero con dicho evento llega a una incertidumbre, ya que se vislumbra
una situación de diversificación interna que caracteriza permanentemente el movimiento.
Un cierto estilo argumentativo, particularmente minucioso, con procedimientos
demostrativos de tipo jurídico y que permanece aparentemente como el único
elemento común de los ejercicios filosóficos disgregados por métodos,
presupuestos y objetivos.
Para algunos y por un cierto tiempo, esta
situación ha implicado una crisis del movimiento y la necesidad de liberarse de
la denominación analítica.
Este es un problema que hunde sus raíces en
la misma ambigüedad que está unida al concepto de análisis riguroso, entendido
como reducción de lo complejo a lo
simple y que está latente permanentemente en las obras de los común-lingüistas
y en las obras de los teóricos del lenguaje ideal. También es entendido este
concepto como traducción y en este
sentido, el rigor del procedimiento no se determina con referencia a un orden
lógico-ontológico objetivo. Desde aquí se presenta la necesidad de plantear un
principio de claridad como criterio determinante de la interpretación y de la
traducción. Dicho concepto de análisis riguroso está unido también al
escepticismo en materia de filosofía y de conocimiento que caracteriza tanto la tradición del pragmatismo americano
cuanto al trabajo intelectual del Wittgenstein de las Investigaciones filosóficas.
Las fuentes más directas y cercanas a esta
tendencia se pueden rastrear en las teorías de Quine, que con sus conclusiones
relativistas, habían puesto en crisis la fe neopositivista en la posibilidad de
construir investigaciones absolutamente rigurosas. También se pueden rastrear
en las tesis de sus discípulos como Donald Davidson, cuyas tesis se acercan más
a la tradición hermenéutica, y que estimula la negación de la existencia de
algo que se llama lenguaje y este concebido como estructura compartida y
claramente definida.
Naturalmente no todos comparten estas tesis.
Se duda por ejemplo que se haya dado una fe perfecta en la existencia de un
lenguaje definido claramente, salvo en algunos casos de los exponentes del
neopositivismo sobre todo en sus orígenes. Es además discutible la parte de la
conclusión post-analítica a la que Rorty y otros analíticos llegan en sus
investigaciones. En los mismos años en que en los Estados Unidos se anunciaba
el giro post-analítico, Michael Dummett en Oxford, proponía una redefinición de
las tareas, las proveniencias y de la praxis de la filosofía analítica,
retomando el programa de Frege y entraba en una polémica con Davidson,
discutiendo las conclusiones relativistas. Hacia la mitad de los años ochenta
el inglés Strawson, desde los años cincuenta, se había opuesto al espíritu
anti-sistemático de los primeros filósofos del lenguaje ordinario, asociando la
posibilidad de una definición precisa y actualizada de las tareas de los
análisis. El alemán Ernst Tugendhat por su lado reafirma el primado de la
filosofía lingüística desde el punto de llegada a la ontología tradicional.
4.6. Hacia lo cognoscitivo.
Este giro ya se venía preparando desde los
años cincuenta, cuando se empieza a redimensionar sobre la importancia de la
lógica formal y matemática, e incluso, desde el análisis de factores
genéricamente antropológicos: sociales, retóricos, sicológicos que asumían un
papel relevante y totalmente diferente.
Hacia finales de los años cincuenta se
comienza a discutir una de las tesis más características del movimiento: se
comienzan a refutar las tesis psicologista y mentalista, igualmente se empiezan
a refutar las prohibiciones que consideraban los hechos del pensamiento y del
lenguaje como acontecimientos mentales.
Estas posiciones eran defendidas por Frege y
por Wittgenstein y habían llevado al análisis del lenguaje fundamentalmente en
la línea de la investigación lógica del significado, en otros términos se puede
decir que la alternativa era si el significado no es una representación mental,
entonces debía ser evidentemente una función lógica. Ellos también habían
llegado a considerar a la semántica o la teoría del significado como una rama
de la matemática y no de la psicología ni de la lingüística, hecho este que
había dado lugar a muchas dificultades.
Estando las cosas así, las competencias del
hablante adquirían una gran relevancia, lo que llevaba al hecho de que era
necesario emprender investigaciones de tipo sicológico y mirar con interés las
experimentaciones que estaban elaborando los sicólogos.
Vistas las cosas así, la psicología se
convierte en el trasfondo disciplinar propio de las investigaciones lógicas y
epistemológicas, aquí renacen debates tales como el de la intencionalidad y el
de la filosofía de la mente, temáticas que habían sido puestas en tela de
juicio en la tradición analítica.
Ya en los años sesenta, una gran parte de los
filósofos analíticos ponían en discusión los modelos lógicos y matemáticos para
el estudio del significado y propendían por modelos alternativos, más amplios y
más unidos a las nacientes ciencias cognoscitivas.
¿Cuáles fueron los hechos que contribuyeron a
este giro? Primeramente el hecho de que las teorías lingüísticas de Chomsky
comienzan a difundirse, teorías que se basaban en un renovado interés por las
cuestiones sicológicas y en una renovación del pensamiento cartesiano en lo
concerniente al problema del lenguaje y del pensamiento.
En segundo lugar el nacimiento de un área de
elaboración teórica que se da gracias al desarrollo de la informática: la inteligencia
artificial, surgida en la mitad de los años cincuenta, y que es el lugar de
encuentro de diversas tradiciones unidas por un mismo interés: lógico,
lingüístico, sicológico y filosófico.
La inteligencia artificial es lugar común de
encuentro de la lingüística generativa, la sicología cognoscitiva, la filosofía
del lenguaje, la filosofía de la mente, la teoría lógica de la computabilidad y
la informática. La inteligencia artificial a la par, que es lugar de encuentro,
es lugar de debate, de investigación, llegando a los confines cada vez más
amplios de la sicología, de la antropología, de la biología, y las
neurociencias que nacen con el nombre de ciencias cognoscitivas y que postulan
formulas transversales donde entran en juego todos los intentos investigativos
sobre el pensamiento, el lenguaje, y las relaciones del uno y del otro.
Capítulo cuarto.
Autores más representativos de la filosofía
analítica.
1. Frege.
1.1. El objetivo.
¿Cuál es el objetivo de la
filosofía del lenguaje en la propuesta de Frege? Frege pretende,
fundamentalmente, ofrecer una explicación general acerca de la manera como
funciona el lenguaje. Para alcanzar este objetivo, propone una teoría del
significado que abarca las siguientes cuestiones:
En primer lugar, sostiene que
conocemos el significado de una expresión cuando sabemos cómo funciona,
funcionamiento que se da cuando hace parte de un lenguaje.
En segundo lugar, afirma que una
teoría del significado es fundamentalmente una teoría de la comprensión, en
este sentido equipara significado y comprensión.
En tercer lugar, postula que una
teoría del significado lingüístico tiene como finalidad la de explicar cómo las
oraciones tienen determinados valores de verdad o falsedad de acuerdo a su
comprensión.
Esta teoría del significado
comprende varios principios básicos que son:
Primer principio. El principio del contexto. Según este,
el significado de una expresión no se debe investigar por separado, sino que se
debe investigar dentro del contexto de las oraciones en las cuales está
inmersa, ya que el significado de las expresiones solamente se explica a partir
de su contribución específica a los significados de las oraciones en que puede
aparecer.
Segundo principio. El principio de la composicionalidad.
Según este principio, el significado de una oración está determinado por las
reglas composicionales y este se extrae a partir del análisis del significado
de sus partes.
1.2. Una teoría del
significado.
¿Qué entiende Frege por
significado? ¿A qué se refiere el significado? Una de las grandes dificultades
que uno encuentra, cuando lee la obra de Frege, es que este autor no tiene un
término preciso para hablar de significado, sin embargo, dicho pensador
menciona varios elementos que ayudan a comprender el término.
El primer elemento, y que se
puede apreciar como una característica
general. Frege destaca el hecho de que el significado leído desde una
categoría semántica general, contribuye, junto a otras palabras, de otras
categorías semánticas, al significado de las oraciones. El significado de una
oración se da cuando es leído desde una categoría semántica general, desde una
sumatoria de las palabras, que además, están unidas a otras categorías
semánticas, por ejemplo: “la revolución francesa, se convierte en paradigma,
cuando transforma la historia universal”.
Segundo elemento. La fuerza. La fuerza permite distinguir
una afirmación de una pregunta. La significación de una aseveración dependerá
de su compromiso con la verdad, lo mismo que una pregunta se cuestiona acerca
de si la verdad es la fuerza que se da solo en una aseveración completa, en
este caso se habla de fuerza asertórica.
Tercer elemento. El tono (Färbung). El tono es un aspecto del significado que no afecta para
nada la verdad o la falsedad de lo que se dice. En las expresiones: ha muerto o
ha fallecido, la verdad y la falsedad no
se ven afectadas para nada.
Cuarto elemento. El sentido (Sinn). Para Frege, el sentido de una oración completa es el
pensamiento que expresa. El sentido de una parte de un discurso es el sentido
de una parte del discurso. Para desentrañar el sentido de una palabra o de una
expresión adquieren importancia aquellos rasgos de significado que son
relevantes para el valor de verdad de alguna oración en la que aparecen.
Frege hace la distinción entre el
significado de una expresión y aquello que significa, reconociendo en aquello
que significa a la cosa significada; esta última es designada con el término Bedeutung (referencia). Esta no hace
parte del significado de una expresión, pues según Frege, para comprender la
expresión no es necesario conocer la referencia de la expresión.
El Bedeutung (referencia) no es un componente del significado. Según
Frege, el sentido es la parte del significado que debe ser captada para decidir
los valores de verdad de las oraciones. Esta parte del significado, que es el
sentido, determina la referencia (Bedeutung).
Por lo anteriormente expuesto, se
puede decir que, para Frege, una teoría del significado está profundamente
ligada a una teoría de la comprensión. Además, para este autor, una teoría de
la comprensión de las expresiones no consiste solamente en asociar algo en el
mundo.
Las tesis sobre el Bedeutung (referencia) se pueden
expresar así:
Primera tesis. Para tener
claridad sobre el nivel de comprensión de una expresión, de una frase, de un
discurso etc., es necesario situarse entre el sentido (Sinn) y la referencia (Bedeutung).
Segunda tesis. El Sinn determina el Bedeutung.
Tercera tesis. El Bedeutung contribuye a la clarificación
del valor de verdad de la oración en que aparece.
Cuarta tesis. El Sinn de una palabra no consiste en la
imagen mental, en la representación que se pueda tener sobre algo.
Quinta tesis. El Bedeutung del todo dependerá del Bedeutung de las partes, según esta, la
referencia a los componentes de una oración o expresión determina la
comprensión que se tenga del todo.
Sexta tesis. Si una parte de la
expresión carece de Bedeutung, entonces
el todo de la expresión será afectada porque esta carecerá de Bedeutung.
Séptima tesis. El Bedeutung de una oración determinará su
verdad o su falsedad. En otros términos se puede decir que una oración es
verdadera o es falsa según el Bedeutung
que la determina.
¿Cuáles son los argumentos que
Frege propone para sustentar la distinción que se presenta entre Sinn y Bedeutung? Según nuestro autor, la proposición es algo que está
constituido por la combinación de sus componentes; cada uno de estos componentes
ayuda, con su sentido particular, a darle sentido al todo. Una proposición
siempre está referida a su valor de verdad y esto es lo que le da su valor. El
sentido de una proposición radica en la capacidad que ésta tiene para expresar
pensamiento. El sujeto siempre debe estar en la capacidad de captar el sentido
de una oración, por lo tanto, está capacitado para captar cuanto del
pensamiento se expresa en la proposición. En este sentido, Frege sostiene que
captar el sentido de la proposición, es captar cómo la expresión ayuda a darle
sentido a la proposición. Además de captar el sentido de la proposición, Frege
sugiere que para explicar el carácter informativo encerrado en la proposición,
es necesario que el sujeto esté en la capacidad de conocer un modo de
identificar al objeto.
Considera nuestro autor que, un
término con su significado, contribuye al significado del enunciado donde
aparece; de esta manera, todo enunciado transmite una determinada información y
al hacerlo se convierte en algo que se puede evaluar bien sea como verdadero o
como falso. Para poder evaluar un enunciado es necesario recurrir al sentido
que este posee, y el sentido de este, es como la gran contribución que él
aporta al sentido general. Pero además el sentido general se convertirá en una
gran contribución a la referencia (Bedeutung).
Lo anteriormente dicho supone
que, en el mundo se den una serie de condiciones específicas, que son las que
hacen que un enunciado sea verdadero, esto es lo que Frege llama un modelo veritativo funcional.
¿Qué es la referencia? Para
Frege, la referencia es una identidad que se forma por la relación a la verdad
o a la falsedad de los enunciados en que aparece un nombre. La referencia no
puede ser el significado de un término, para que el hombre pueda diferenciar un
objeto de otro en el mundo, debe poseer un conocimiento discriminatorio o un
conocimiento identificador de objetos. Visto desde el sujeto, este conocimiento
puede variar, ya que en el sujeto, se dan diferencias individuales que pueden
variar de sujeto a sujeto, visto desde el objeto, este se puede presentar de
diferentes modos o desde diferentes facetas.
1.3.
El propósito.
¿Cuál es el propósito de Frege? Su propósito
es explicar la naturaleza de los entes matemáticos y más en general de los
entes del pensamiento. Dicha explicación, común en la filosofía de la
matemática, era de tipo sicológico. Los matemáticos y los filósofos tendían a
considerar el número como fruto de una intuición o de una cierta percepción de
la realidad.
Según Frege, esto parece verdadero cuando se
tienden a considerar números pequeños como el cinco o el tres, por ejemplo
cuando pensamos en las tres o cuatro cosas que tenemos delante de nosotros,
pero se hace mucho más difícil cuando se piensa en la serie de números
infinitos. Ya Descartes decía que, más allá de la serie infinita, se percibe
alguna cosa que sobrepasa las fuerzas del hombre, y Kant considera la
numeración infinita como el sublime matemático.
Frege considera que la noción de número no
tiene fundamento en la intuición sensible o en la experiencia y que debe ser
deducible analíticamente, es decir, deduciendo de las leyes lógicas generales o
de las definiciones. Es aquí donde se deduce el juicio analítico y la lógica
pura. El análisis no es una labor infecunda sino el desarrollo de una verdad
puramente lógica, o sea, un análisis que se hace sin referirse a otros ámbitos
particulares de la ciencia.
En su texto Los fundamentos de la matemática, Frege alcanza a dar una
definición fundamentalmente lógica del concepto de número, dando con ello a la
lógica, según él, una posición de disciplina fundativa de la matemática, de
aquí el nombre que toma la perspectiva de Frege, es decir: el logicismo.
¿Qué es la lógica, cuál es su ámbito de
aplicación? Para Frege la lógica es el análisis de las conexiones entre los
pensamientos, y la descomposición de pensamientos complejos. Esta se realiza
con el fin de individuar los pensamientos simples que constituyen o conforman
los complejos. Dicho análisis está profundamente influenciado por el realismo
platónico de Lotze, por lo que el objetivismo es punto de referencia permanente
en el pensamiento de Frege. Desde aquí sostiene que los pensamientos no tienen
una naturaleza mental, sino que son entidades independientes y autónomas, sólo
de esta manera es que se pueden entender, comprender y compartir los
pensamientos de los otros. Para Frege no es posible compartir los hechos
interiores, ya que jamás se puede compartir el dolor de cabeza del otro.
Surge entonces un interrogante ¿qué es el
pensamiento, si no es un hecho sicológico? Frege llega a la reflexión sobre el
giro lingüístico meditando en los objetos lógicos, objetos que no tienen una
naturaleza empírica, ni sicológica, sino puramente lógica. Después, Frege
elabora una hipótesis sobre un tercer reino, que es intermedio entre el mundo
físico y el mundo síquico; el hecho que hace posible la identificación de este
reino con el lenguaje fue descubierto más tarde con Wittgenstein y el
neopositivismo.
No fue tema relevante en el pensamiento de
Frege la primacía del lenguaje sobre el pensamiento, su tema fue, por el
contrario, una atomización de la palabra frente al espíritu humano, y sin más,
coloca en el horizonte del pensamiento, el giro lingüístico.
Frege notaba que, en las investigaciones
matemáticas, el lenguaje natural era necesario para explicarlas, el lenguaje
que usamos todos los días es el mismo que servía para explicar las matemáticas,
aunque es un lenguaje lleno de imperfecciones e imprecisiones. Por lo tanto, la
tarea consistía en crear un lenguaje purificado, controlable en todos sus
aspectos, y que fuese susceptible de adaptarse a la deducción matemática, es
aquí donde surge la ideografía o la escritura de conceptos.
Frege es considerado como el padre del
análisis del lenguaje ideal, pero Frege se coloca en la empresa del análisis
del lenguaje ordinario y en ello descubre problemas lógicos, lingüísticos, y
formula teorías que se convertirían en clásicas, dentro de lo cual estaba
incluido un lenguaje ideográfico y un análisis del concepto de número. Con lo
anterior se ha podido hablar de un paradigma fregeano al que se refiere
constantemente toda la filosofía analítica del lenguaje en sus distintas
versiones y tendencias, hecho este que perdura hasta los años setenta.
La obra de Frege fue acogida muy fríamente,
ya que era muy matemática para ser acogida por los filósofos y muy filosófica
para ser acogida por los matemáticos, entristecido por los escasos frutos de su
trabajo, Frege se vio apartado e ignorado; cuando estaba a punto de publicar su
texto Principios fundamentales de la
aritmética, el 16 de junio de 1902, recibe una carta de un joven estudioso
inglés llamado Bertrand Russell quien le comentaba que, desde el sistema de los
principios, era posible derivar una autonomía. Frege agrega un apéndice a dicha
obra en la que anuncia el dato y con ello anunciaba una modificación a su
programa de fundación de la lógica aritmética, dicha modificación fue motivo de
ulteriores revisiones, y el problema resaltado por Russell, fue para Frege
motivo de reflexiones posteriores.
2. Russell.
De familia noble, se adhiere con entusiasmo
al programa de la lógica y con ello se convierte en el primer y más entusiasta
difusor de la obra de Frege. Su aporte a la filosofía analítica ha sido objeto
de las opiniones más dispares, lo que hace que él mantenga durante los años
treinta una abierta confrontación y no adhesión al movimiento, siendo
adversario al giro lingüístico.
2.1. Consideraciones generales.
Durante los primeros años de su
formación recibe la influencia del idealismo de Badley, después se presentará
un giro en su pensamiento, cuando conoce las teorías de Peano.
El giro del idealismo a las
propuestas de Peano se presenta porque sostiene que la metafísica idealista,
siendo fundada sobre una lógica de ascendencia aristotélica, que atribuye una
importancia muy relevante al nexo que se presenta entre sujeto y predicado, sin
embargo, desconoce el concepto de relación; esta metafísica idealista conduce a
doctrinas esencialmente monistas y a la negación de la pluralidad de los entes.
Después del giro mencionado
anteriormente, se presenta el paso de Russell del idealismo al realismo de
Moore. Este paso implica la adhesión total al programa de reconstrucción de la
matemática, en términos lógicos, en la línea propuesta por Cantor y Frege.
El descubrimiento de la famosa
teoría ingenua de los conjuntos y con ello la reflexión sobre las tesis
lógico-ontológicas de Meinong, llevan a Russell a abandonar su platonismo
inicial, según el cual, cada término significante denota algo real y se adhiere
a una concepción más cercana al nominalismo.
Los enunciados que contienen
expresiones aparentemente denotativas (por ejemplo: El actual rey de Francia es
calvo), son parafraseadas de manera que se haga desaparecer el sintagma[2]
problemático (el actual rey de Francia), a favor de una combinación de
predicados que se aplican (o no aplican) a individuos.
Esta perspectiva reduccionista
planteada por Russell, concuerda con una distinción epistemológica que él mismo
había teorizado, según esta, todo conocimiento es directo o por descripción. El
conocimiento por descripción es reducible a aquel directo a través de un
análisis lógico.
Después Russell elaborará una
teoría atomística donde subrayará una ontología de los objetos, actos atómicos
y actos complejos; teoría cercana al atomismo lógico de Wittgenstein. Después
Russell se dedica a reducir la matemática a la lógica basándose en la teoría de
los tipos.
En este esfuerzo recurre a dos
principios desde los cuales se pone a prueba la naturaleza de la lógica, el
primer principio es el axioma del infinito, según el cual, existe al menos un
conjunto infinito, y el axioma de lo reducible, según el cual toda función
proposicional es extensivamente equivalente a una función predicativa.
2.2. Teoría de los conjuntos.
Esta teoría fue desarrollada por
Russel a la luz de la teoría del alemán Georg Cantor.
El concepto de conjunto es el
mismo que se utiliza en el lenguaje común, como cuando decimos: un conjunto de
personas, un conjunto de letras, o como cuando hablamos de conjuntos
relacionados, o como cuando a cada elemento de un conjunto corresponde un
elemento de otro conjunto y de esta manera se hacen coincidir y a la vez se
pueden relacionar sin que falte ni sobre ninguno por relacionar.
La teoría de los conjuntos le
sirve de base a Russel para elaborar la teoría de los números. Dado que aquí se
presenta una gran afinidad y cercanía entre la lógica y la matemática, Russel,
intentó buscar, en la lógica, un fundamento para las matemáticas. Esta teoría
recibe por nombre el logicismo.
Russel, en este proyecto
mencionado anteriormente, recurrió a una serie de conceptos tales como el de
clase, conjunto, y en esta tarea es cuando apareció el concepto de proposición atómica. Según este
concepto, puede llamarse proposición atómica, a aquella proposición que es el
componente último de una proposición general. Sin embargo, Russel, en su
empeño, se encuentra con una serie de paradojas que no podía resolver sobre
todo en el plano de la lógica, ya que, no es posible llegar a un sistema completo
de axiomas que sea tan exhaustivo, que nada quede fuera de él; todo lo
contrario, en todo sistema de axiomas, siempre queda algo por fuera de él que
no se pueda explicar dentro de ese tipo de sistema de afirmaciones.
En el proyecto logicista, en el que se intentó
buscar, en la lógica, un fundamento para las matemáticas, y en el que Frege ya
había estado trabajando antes que Russel, aquel, había introducido una
categoría llamada volumen del concepto;
según esta categoría, el concepto: lados cuadrados tiene el mismo volumen que
el concepto estaciones del año, vértices del cuadrado, puntos cardinales, todo
ellos se relacionan con un conjunto de letras como A,B,C,D y define el número
4. Todo esto tiene una importancia capital en la teoría de los números, ya que
constituye la forma abstracta de definir lo que es un número natural.
Número natural es un ente que es
común a conjuntos relacionados entre sí: el número doce es un ente que es común
a los meses del año, las horas del reloj tradicional, los discípulos de Jesús,
las tribus de Israel, las puertas de la nueva Jerusalén.
Russel, sin embargo, no alcanzará
su objetivo de reducir las matemáticas a la lógica. Para este pensador, las
investigaciones sobre la lógica y su intento por reducir la matemática a la lógica,
lo lleva a hacer extensivo el método lógico analítico, aplicado por Frege a
otros problemas de la filosofía tales como el mundo externo, la causalidad y la
libertad. Según este método, los problemas tradicionales de la filosofía se
pueden descomponer en una serie de sub-problemas que hay que resolver
previamente.
Según lo expuesto anteriormente,
una de las tareas primordiales de la lógica es la de hacer explicitas las
formas lógicas implícitas en el discurso y establecer una teoría general sobre
ellas. Desde aquí, Russel, define el objeto de la filosofía, el cual coincide
con el estudio de la lógica ya que esta le proporciona un método de
investigación a aquella.
Desde este punto de vista, se
concibe la tarea y el método de la filosofía, y con ello, la filosofía se
parecerá cada vez más a la ciencia. Así la filosofía tendrá el método de la
ciencia, y con ello, la filosofía será tan precisa como aquella. La filosofía
debe aspirar a resultados que las otras ciencias no podrán aprobar ni
desaprobar, desde este punto de vista, Russel considera a la filosofía como un
saber puramente intelectual definiéndolo como entendimiento teórico del mundo,
y este es entendido como un todo.
Un problema filosófico que
siempre le interesó a Russel fue la relación que se puede establecer entre la
interpretación, las teorías o las hipótesis que el hombre realiza y el mundo
sobre el cual se elaboran las mismas. En otros términos se puede decir que,
nuestro pensador, estaba bastante interesado en la relación que se puede
establecer entre la realidad objetiva (el mundo) y la interpretación o la
hipótesis que sobre él formulan los hombres. La cuestión que mantuvo siempre en
vilo a nuestro autor es la siguiente: ¿es posible conocer en su esencia, en su
absoluta objetividad la cosa en sí, el mundo exterior o solamente es
cognoscible a través del conocimiento objetivo, o a través de los datos que nos
aportan los sentidos, o la mediación que realizamos a través de los sentidos?
Dicho dilema parece no tener
solución ya que no nos es posible conocer el mundo sin la mediación de los
sentidos (auditivos, olfativos, táctiles, visivos).
2.3. La obra de Bertrand Russel.
La gran obra de Bertrand Russel
se puede dividir en tres grandes sectores que abarcan varios intereses
fundamentales: un sector es el lógico-matemático. Otro sector es el
filosófico-epistemológico. Otro sector es el político-social.
2.3.1. El lógico-matemático y
epistemólogo.
Cuando Russel se propone darle un
fundamento lógico a las matemáticas estaba respondiendo a una de las grandes
crisis de su tiempo: la crisis epistemológica que afectaba a algunas ciencias
construidas aparentemente con gran solidez y de modo particular a las
matemáticas.
Un primer paso para consolidar la
fundamentación lógica de las matemáticas lo habían dado Peano y Redekind, este
último en su libro Sobre la naturaleza de
los números, y el primero en su obra Memoria
sobre unos nuevos principios de la aritmética. Ambas obras trataban de dar
respuesta a un problema que generalmente se conoció con el nombre de teoría de los números.
Dentro de este nuevo orden de
ideas, Russel, intuye que la raíz última de las matemáticas se ubicaba en un
plano fronterizo entre las ciencias del espíritu y las ciencias de la
naturaleza.
Lo que Russel intenta dilucidar
es si las matemáticas son una prolongación de la lógica o si las matemáticas
contienen elementos diferenciales empíricos. En el fondo de este problema se
encuentra Kant y su teoría sobre los juicios sintéticos a priori, ya que estos,
no se pueden derivar de la experiencia, y desde ahí se puede inferir su
carácter de analíticos. Sin embargo, ellos proporcionan cuadros acerca de la
realidad, es decir, ellos aportan cuadros o imágenes que son capaces de
explicar la realidad empírica o que al menos ayudan a explicarla.
Así como los juicios sintéticos a
priori no necesitan de la experiencia, pues no nacen de ella, y sin embargo
proporcionan un marco conceptual que trata de explicarla, así las matemáticas
no necesitan de ninguna hipótesis de inspiración empírica para construir sus
entes.
Es más, la importancia de la
definición dada por Russel al número natural consistía en que la geometría, el
álgebra y la teoría de las funciones, así como la aritmética, número complejo,
número real y racional y las funciones que de estos se derivan se podían
reducir al concepto de número natural.
La pregunta que estaba en el
fondo de la investigación russeliana era: ¿las matemáticas son un modelo o más
bien una prolongación de la lógica? De donde se infería que un modelo es una
estructura compleja que se reconstruye siempre en base a las observaciones de
la realidad, y que como estructura puede alcanzar grandes niveles de
complejidad. De aquí también se infiere que Russel hacía la distinción entre
las matemáticas útiles y las inútiles. Las primeras son modelos, resultados de
la experiencia y que son útiles porque sirven para medir empíricamente en
planos de pequeña escala o porque se derivan de modelos. En cambio las
matemáticas inútiles son las que se apartan de la modelización.
Las matemáticas útiles llegan a
ser extensivas porque responden a dos tipos básicos, primero: la generalización
de operaciones. Segundo: la analogía formal partiendo de modelos útiles.
Sin embargo, Russel negó que las
matemáticas útiles o inútiles fueran modelos, ya que había descubierto que la
idea de número natural no era primaria sino que podía reducirse a las ideas de
conjunto y coordinación.
Pero además Russel llega a la
conclusión de que los procesos lógicos tienen un valor afirmativo, ya que no
son tan apriorísticos como se creía normalmente. Los procesos lógicos se han
formado de manera a posteriori en el transcurso de la evolución filogénica y
cultural. Según Russel, de esta manera se explica la utilidad de la lógica y de
su larga prolongación en las matemáticas.
Russel además, intenta demostrar
que la lógica tiene potencialmente una enorme cantidad de información sobre el
mundo físico, la cual se pone de manifiesto en sus prolongaciones sobre la
geometría y el cálculo. Pero si las cosas son así, entonces la lógica es una
fuente de información y ello se debe a que es una estructura, un modelo que
está vinculado originariamente a la realidad y que solo se hace productiva
cuando es aplicada; en este sentido se puede inferir, desde lo anteriormente
expuesto, que toda forma lógica proviene de aplicaciones históricas y
filogenéticas, es decir, conservadas por herencia.
Las matemáticas son un apéndice
híper-desarrollado de la lógica. La lógica, a su vez, es una organización
cognoscitiva, un instrumento biológico que se orienta hacia un objetivo
utilitario: nuestras relaciones con el mundo.
Recientemente su figura ha sido revalorada
hasta tal punto que Quine, Popper, Wittgenstein y Carnap heredan de él el
análisis riguroso y minucioso y con ello lo que parece ser el primer y el
último requisito del movimiento.
Él, retomando a Frege y Peano, postula la
técnica del análisis lingüístico del que fijó sus principios y que sirvieron
para varias generaciones de pensadores analíticos, aún para el matemático
Alfred Whitehead su maestro.
¿Dónde está contenida la tesis central de su
trabajo? La tesis central de su trabajo está contenida en una teoría de la descripción, que Russell
expone en la revista Mind en 1905
sobre la denotación y que después perfecciona en escritos sucesivos.
¿Cuál es el problema que origina la teoría?
El problema del que se origina el análisis lingüístico es ¿Qué significación se
le debe dar a frases como “el actual rey de Francia es calvo”, sabiendo que hoy
rige la república?
Según Frege este tipo de enunciados no son
falsos ni verdaderos, según Russel, este tipo de enunciados deben ser
parafraseados para que surja la verdad o la falsedad. Dicho enunciado se revela
falso en el momento en que la frase es parafraseada del siguiente modo: “existe
sólo un x que hoy reina en Francia y este x es calvo”. Este enunciado es falso
porque no hay ningún x que de este tipo reine actualmente en Francia.
Russell transforma el lenguaje de modo tal
que se convierte en algo que capacita o incapacita para denotar una realidad efectivamente
existente y que vale como empíricamente rastreable.
¿Cuáles aspectos de su teoría fueron
decisivos para el desarrollo posterior del análisis? El primero es la
naturaleza innegable del lenguaje natural, según el cual, la forma gramatical
de un enunciado puede enmascarar su verdadera forma lógica o sugerir una forma
lógica distinta de aquella que el enunciado posee. De este hecho es, como se
sabe desde Wittgenstein y Carnap, que surgen los problemas lógicos que se deben
resolver o disolver.
3. Wittgenstein.
En 1911, Ludwig Wittgenstein, siendo
ingeniero y un apasionado de los problemas lógicos y matemáticos, siguiendo el
consejo de Frege, llega hasta Cambridge para seguir las lecciones de Bertrand
Russell. Aquí, a partir de las lecciones recibidas, y de las teorías
russellianas, en parte discutidas con él, se formó algunas ideas sobre la lógica de la lógica, es decir,
comprender la naturaleza de las proposiciones en general y en particular
aquellas de la propia lógica.
Dichas anotaciones reciben una forma
definitiva en 1918, y fueron publicadas en 1922 con una introducción de
Russell, bajo el nombre del Tractatus
logico-philosophicus, sin lugar a dudas una de las obras que mayor
influencia ha tenido en la filosofía contemporánea.
¿Cuáles son los elementos fundamentales del Tractatus? El Tractatus se basa en algunas tesis muy simples pero que están
dotadas de múltiples consecuencias problemáticas. Así por ejemplo: el mundo es
un conjunto de hechos, nosotros nos
formamos imágenes de estos hechos,
algunas de estas imágenes son lingüísticas,
es decir, son proposiciones. Imágenes
que tienen una cierta forma, una cierta dirección y pueden ser falsas o
verdaderas. Tienen sentido aquellas proposiciones que son verdaderas o falsas y
que constituyen imágenes de hechos del mundo real o posible o que constituyen
una composición de esas imágenes.
De aquí se sigue que las proposiciones sobre
metafísica, teología, estética, ética y hasta sicología son proposiciones
privadas de sentido y es imposible hablar sobre estas cosas de manera sensata.
Es propio del análisis dilucidar cuáles
proposiciones son aceptables, es decir, reducibles a enunciados observables,
descriptivos de objetos simples. Lo anterior logra establecer la verdad o
falsedad de los enunciados, gracias a las leyes de la lógica y gracias al
método de las tablas de verdad, de
las que Wittgenstein se ha considerado uno de los creadores.
Para Wittgenstein, estas tesis, anteriormente
enunciadas, son una limitación para la lógica y para la filosofía basada en ella.
Ya que abstenerse de hablar sobre ética, estética, teología, religión, etc., es
no hablar de lo que más importa, lo que tampoco significa desvalorar estos
ámbitos, ni catalogarlos como ámbitos insensatos. Las cosas al comienzo no
fueron muy claras.
A los ojos de Wittgenstein el Tractatus no es una obra inaugural, ni
una obra que inaugure una nueva manera de hacer filosofía, sino una obra
concluyente que demuestra la inutilidad de la práctica filosófica.
Después del Tractatus él guarda silencio sobre la filosofía y se convierte en
un maestro de escuela rural elemental, después fue jardinero de un convento y
cuando reemprende la tarea de hacer filosofía se dedica a corregir los
elementos neopositivistas de su obra, practicando un análisis filosófico no ya
basado en la lógica, sino en el lenguaje común y en la descripción de los usos
de la lengua.
Hacia los años treinta, la noción de
significado entendida como referencia a la cosa, empieza a ser puesta en duda,
lo mismo que la concepción denotativa del lenguaje, se cuestiona duramente la
idea de que la única función del lenguaje sea describir la realidad y se
empieza a considerar como paradigmática para el estudio del lenguaje.
Estas eran tesis sostenidas por el primer
Wittgenstein ya que constituían el presupuesto lógico sostenido por los neopositivistas
de Viena. Para ellos, la noción de verdad, estaba profundamente ligada a la
noción de adecuación, correspondencia de la palabra a la cosa. Esta es la razón
por la cual muchos filósofos consideran como central, en la discusión
filosófica, el paradigma neopositivista y es la razón por la cual una verdadera
filosofía analítica debía nacer desligada de los programas originarios
epistemológicos y de la teoría empirista que constituía su trasfondo.
Quine, Orman y Carnap, unidos a la revisión
que Wittgenstein hace del Tractatus,
operan la ruptura del paradigma referencialista.
Moritz Schlick, amigo personal de
Wittgenstein, lo anima para que reemprenda una revisión del Tractatus, hacia 1929, corrigiendo el
trasfondo neopositivista que le es inherente. Dicha labor correctiva se
constituye en una obra de auto-revisión.
En las lecciones tenidas entre 1930 y 1947 en
Cambridge y en las Philosophichen
Untersuchungen (Las Investigaciones
Filosóficas), que son como el punto de llegada, Wittgenstein repropone la
revisión del lenguaje, tal cual se había considerado en el Tractatus, y lo hace bajo una mirada filosófica sustancialmente
diversa de aquella que lo moviera en su primer escrito.
3.1. Las dos etapas de la propuesta filosófica de
Wittgenstein.
En el pensamiento de
Wittgenstein pueden distinguirse dos etapas, la primera está marcada por la
publicación del tractatus
logico-philosophicus (1921-1922), en el que trata de dar una salida a los
problemas no resueltos del positivismo clásico respecto a las matemáticas, a la
ciencia y a la filosofía.
Para él la filosofía
no es un saber sino una actividad, y su finalidad es aclarar las proposiciones;
de este modo la filosofía se circunscribe dentro del análisis del lenguaje.
La segunda etapa está
definida por su obra Investigaciones
filosóficas publicada póstumamente en el año 1953; este libro da origen a
la corriente denominada filosofía analítica, que centra su interés en el
estudio del lenguaje como único modo de resolver los problemas filosóficos.
Según el primer Wittgenstein,
el mundo es la totalidad de los hechos
atómicos y no de las cosas, ya que un hecho atómico está formado justamente
por cosas o entidades nombrables mediante nombres, pronombres, personajes,
adjetivos demostrativos, etc., de modo que hay una relación de las cosas con
las palabras. Como una combinación de cosas es un hecho atómico, una combinación de palabras es una proposición atómica.
Las proposiciones atómicas representan hechos
atómicos en el sentido de que las primeras son una representación, cuadro o
pintura de los segundos; las proposiciones atómicas y los hechos atómicos son
isomórficos, de modo que el lenguaje se convierte así en una imagen o especie
de mapa de la realidad. Las proposiciones atómicas que no representan hechos
atómicos carecen de significación. En cuanto a las combinaciones de
proposiciones atómicas constituyen las llamadas funciones de verdad. Wittgenstein sostiene que los límites de mi
lenguaje son los límites del mundo.
El último
Wittgenstein encontró El tractatus
sumamente insatisfactorio, en este segundo periodo de su publicación, la
filosofía tiene una misión distinta ya que debe ayudarnos a apartar el
embrujamiento de nuestra inteligencia mediante el lenguaje. Esto solo lo
podremos alcanzar cuando veamos claramente el lenguaje en vez de ilusionarnos
sobre él tratando de descubrirle una esencia. No hay nada oculto en el
lenguaje, hay que abrir los ojos para ver y descubrir cómo funciona.
Ahora bien, el
lenguaje funciona en sus usos, pero estos usos son múltiples y variados, de
modo que no hay propiamente un lenguaje sino lenguajes, y estos son formas de
vida. Lo que llamamos lenguaje son juegos
de lenguaje. Uno de los muchos juegos del lenguaje sirve para describir,
otro sirve para preguntar, otro para consolar, otro para indignar, etc., no hay
una función exclusiva del lenguaje.
La mayor parte de las
interpretaciones del pensamiento de Wittgenstein se fundan en el papel que él
ha representado en dos momentos importantes para la historia de la filosofía
analítica: uno centrado en la noción de lenguaje ideal y otro centrado en la
noción de lenguaje corriente y en los juegos del lenguaje.
En el primer
Wittgenstein se han subrayado los elementos analíticos y por lo tanto el
influjo de Frege y de Russell en la formación de su pensamiento; por otro lado
en el segundo Wittgenstein se ha destacado la singularidad de su pensamiento.
Así como el primer Wittgenstein es llamado el padre del positivismo lógico, el
segundo Wittgenstein es llamado el padre de la filosofía lingüística
especialmente como se ha desarrollado en Oxford.
Wittgenstein, en el segundo
periodo de su producción filosófica, supone que hay tres cosas importantes. Primero:
trató de dar una solución definitiva a los principales problemas de la
filosofía. Segundo: procuró alcanzar los límites del discurso fáctico,
sosteniendo en este sentido, que todo lo que puede decirse en proposiciones
fácticas, encontrará un lugar dentro de estos límites. Tercero: esperaba
investigar los fundamentos de la lógica, con el propósito de explicar
adecuadamente lo que en realidad es la necesidad lógica.
Determinar los
límites del lenguaje, es trazar una frontera alrededor de todas las
proposiciones fácticas concebibles, que incluyen tanto a las proposiciones
fácticas de las ciencias. Como a las proposiciones fácticas de la vida diaria.
Wittgenstein creía que había al menos dos clases de cosas que no pueden decirse
en lenguaje fáctico: las unas son puros sinsentidos y sin ningún interés. Por
otro lado dice que hay cosas importantes que tratamos de expresar en el
lenguaje fáctico aun cuando no pertenecen a la clase que puede expresarse de
este modo, ejemplo de esta segunda categoría son las verdades de la religión,
la moral y la misma filosofía.
Wittgenstein piensa
la lógica como la estructura de todo lenguaje fáctico. En esta forma, si se
pudiera descubrir cómo está construida esta estructura, de antemano, se sabría
cuáles son los límites del posible desenvolvimiento del lenguaje fáctico. La
lógica, según Wittgenstein, es el estudio de todo que puede conocerse con
anticipación a la experiencia o lo que es a priori. Así que cualquiera que
investigue la lógica, está realmente investigando la naturaleza esencial del
lenguaje.
La lógica ofrece el
andamiaje del mundo. Su idea es que a cada proposición fáctica corresponde una
posibilidad fáctica. Todas estas posibilidades tomadas en conjunto constituyen
el espacio lógico en que toma forma el mundo de los hechos. Esto quiere decir
que hay un espacio de posibilidades, algunas de las cuales se realizarán como
hechos, mientras otras no se realizarán. La realización de una posibilidad es
como la ocupación de un punto en el espacio, un hecho más donde previamente
solo había una posibilidad, un espacio para un hecho. De esta manera, el mundo
de los hechos toma forma, como un edificio, en este andamiaje, que está fijado
por la lógica.
“Está lloviendo” es
una proposición fáctica que dice que ciertas
posibilidades fácticas se están realizando y que otras no se están realizando,
y tiene que estar absolutamente definido qué posibilidades se dice que se
realizan y cuáles son las que se dice que no se realizan. Está proposición
fáctica tiene un sentido absolutamente definido. Cada proposición fáctica
tomada en sí misma dice algo acerca del modo como el mundo de los hechos toma
forma dentro de su andamiaje. La proposición fáctica tiene que decir algo
absolutamente definido. No puede dejar nada confuso o incierto. La lógica es un
mapa de todas las posibilidades, de todo lo que podría concebiblemente ser el
caso y tiene que mostrarnos los límites de todo lo que concebiblemente puede
decirse. Dibujando el mapa de la lógica se están haciendo manifiestos tanto los
límites del lenguaje como los límites de todos los mundos posibles.
Las proposiciones
lógicas revelan la estructura del lenguaje, y así la estructura del mundo,
ambas estructuras la del mundo y la del lenguaje son las mismas, la estructura
del lenguaje es la imagen de la estructura del mundo y ambas son descubiertas
por la lógica.
La tesis de
Wittgenstein es que el lenguaje refleja la estructura del mundo y debe tomarse
como una tesis sobre posibilidades, de modo que todas las posibles preferencias
que el mundo actual puede hacer están ya reflejadas en el lenguaje. Toda
posibilidad se apareja a una proposición fáctica con sentido definido, de modo
que el mundo de los hechos solo puede tomar forma en un andamiaje lógico fijado
de antemano. La lógica revela la estructura del lenguaje y al mismo tiempo la
estructura de la realidad. Las dos estructuras son las mismas algo así como el
hombre y su sombra.
Una proposición
compleja estará relacionada con un gran número de posibilidades, un gran número
de puntos en el espacio lógico. Una proposición compleja es un mensaje
compuesto de varios mensajes simples cada uno de los cuales está relacionado
con un punto en el espacio lógico. La verdad o la falsedad de un mensaje
complejo dependerá enteramente de la verdad o la falsedad de los mensajes
simples. El mensaje complejo será la función veritativa de verdad de los
mensajes simples. El atomismo lógico para Wittgenstein consiste en que tiene
que haber algunas proposiciones que transmiten mensajes absolutamente simples.
Una proposición
consiste en palabras y las palabras están ligadas a las cosas; cada cosa es una
unidad, la proposición es una posibilidad que puede o no relacionarse con una
cosa. Wittgenstein sostiene que una proposición está construida de palabras de
modo similar a como están construidos los puntos de una pintura y los
diagramas. Un orden de puntos en un diagrama representará un orden posible de
cosas en la realidad.
Cuando una palabra
está relacionada con una cosa, incorpora en sí todas las posibilidades en que
puede participar esta cosa, a la manera de un camaleón que es capaz de
armonizar con el color de la cosa en que se asienta por medio de todos sus
cambios posibles. Una proposición pinta el estado del asunto acerca del cual
trata.
Para Wittgenstein las
proposiciones sobre la moral, la religión, la estética, y la filosofía misma
yacen fuera de las fronteras del discurso fáctico. Desde el positivismo
pareciera que estas proposiciones dijeran algo sin sentido, algo carente de
sentido; sin embargo lo que realmente acaece, según nuestro autor, es que
carecen de sentido fáctico. Reconocer esto es dar el primer paso para comprenderlas.
4. George Edward Moore.
Este pensador, sin lugar a dudas, en
Cambridge, fue uno de los pensadores que más influyó, a comienzos de siglo,
para que se formara una racionalidad analítica de tipo inglés.
En Russell y en el primer Wittgenstein la
cuestión fundamental es la lógica y luego la observación empírica, para Moore
que, que es discípulo de Russell y amigo de ambos, la validación de una teoría
filosófica se debe confrontar con el sentido común.
¿Cuál es el centro del trabajo de Moore? Este
está constituido desde el hecho de considerar la filosofía como una crítica de la filosofía. Esta idea es la
pauta interpretativa desde la que se deben leer los dos textos de dicho
pensador, y por lo tanto, está contenido en dos de sus obras Ensayos filosóficos y Estudios filosóficos.
En 1903, él escribe para la revista Mind un artículo que lleva por título refutación del idealismo. En él afronta
un tema central en la discusión analítica, dicho tema, sucintamente se puede
enunciar así: el problema de la realidad de las cosas que constituyen los
objetos de la experiencia. Según la tesis sostenida por Moore, para el
idealismo la experiencia hace parte integrante de la conciencia, y no hace
referencia a objetos individuales de dicha experiencia. Pero para sostener esta
tesis, es necesario entrar en conflicto con muchas convicciones que conforman
el sentido común.
A la par con esto, Moore defiende el realismo
ingenuo que acompaña y funda las convicciones del hombre común, y que las
teorías filosóficas tienden a desmentir.
Hay verdades fundamentales que se contradicen
cuando son desmentidas, por ejemplo, es imposible negar la existencia de
sujetos humanos, ya que si se niega dicha existencia, implícitamente se niega
la existencia del filósofo que hace dicha afirmación. Este es el mismo tema que
tanto Wittgenstein, como Apel, proponen contra el antifundacionismo. Lo
característico de Moore es que la defensa de las evidencias últimas es un
argumento contra la filosofía idealista, mientras que Apel se sirve de este
argumento para la reconstrucción de la racionalidad.
¿En qué consiste el estilo filosófico de Moore?
Es un estilo fundamentado en una gran claridad y simplicidad, y consiste en la
discusión sistemática de cualquier tesis, discusión orientada a la
individuación de verdades intuitivas, últimas y no discutibles posteriormente.
Para Moore el análisis es descomposición de
lo complejo en entidades primeras, las que son intuiciones de base. Esta es la
base sobre la que Moore, junto con Brentano, años antes, repropone a favor de
la ética, es decir una visión intuicionista de la misma, y no ya una visión emotiva.
Según esta, el bien, el mal y la valoración inherente a estos, no es solo un
tema que atañe a las emociones, sino que
son susceptibles de un tratamiento racional. Con ello, Moore lleva al campo de
la tradición analítica el tema de la ética, tema que Wittgenstein y Russell
habían alejado de la discusión del análisis lingüístico.
Con Wittgenstein,
Russell y Moore nace la noción de análisis clásico, el que se centraba en dos
elementos principales: el primero es la descomposición de los elementos de los
problemas complejos en simples. El segundo es la crítica de la filosofía,
crítica hecha en base al análisis del lenguaje, o en base a las creencias del
sentido común y que son fuentes de intuiciones comunes válidas.
¿Cuáles son los
criterios y los fundamentos para el análisis? Los enunciados son descompuestos
y verificados según las reglas y los formalismos establecidos por Peano, Frege,
Wittgenstein, Whitehead y Russell. Mientras que los enunciados comunes son
analizados teniendo como referencia la experiencia común de la vida y del
lenguaje. Estos dos elementos: lógica y sentido común, siguen definiendo las
tendencias de la filosofía analítica aún hoy.
5. Franz Brentano.
Estudioso de la
lógica, y autor de una teoría sicológica de los actos intencionales. Su filosofía
ha sido definida en los términos de proto-analítica, basada en instancias de
claridad y objetividad, con una gran carga anti-idealista, reacia a las
elaboraciones sistemáticas, inclinada hacia un trabajo meticuloso sobre
problemáticas circunscritas.
Brentano, con su
trabajo filosófico, favorece la difusión del empirismo inglés y el positivismo,
e inaugura el filón conceptual que desemboca en las reflexiones sicológicas y
lógicas que terminan en la fenomenología
y en el empirismo lógico, y de aquí sucesivamente a la filosofía analítica. Entre
los discípulos de Brentano se encuentran: Husserl, el fundador de la
fenomenología; Kart Stumpf, el iniciador de la sicología de la forma, o también
conocida como la Gestaltpsichologie;
Anton Marty, que inaugura la escuela neopositivista en Suecia, y Alexius von
Meinong, que para algunos, es el padre del pensamiento analítico.
5.1. La verdad.
5.1.1. Introducción.
Brentano sostiene que el concepto
de verdad que ha predominado en la cultura occidental es el que se deriva de la
propuesta filosófica de Aristóteles. Este pensador para llegar a este concepto,
necesitó crear el concepto de ciencia en su aspecto más amplio, también
necesitó de una nueva terminología, esta no existía para su tiempo, por lo
tanto fue necesario que acuñara una serie nueva de conceptos, o una nueva
terminología.
Esta es la razón por la cual,
Brentano, hace la distinción entre unos conceptos creados por Aristóteles,
estos, por lo tanto, no existían. Otros conceptos los tomó del lenguaje
corriente, sin embargo operó un cambio en ellos cuando los delimita, los
clarifica en sus múltiples sentidos y sobre todo cuando los encontraba
ambiguos, esta tarea la lleva a cabo cuando a la vez delimita los componentes
conceptuales que están relacionados con ellos.
Al hacer esto, nos dice Brentano,
Aristóteles no podía dejar de reconocer la aparición de equívocos insospechados
en palabras como ente, causa, parte. Estos equívocos se encontraban en cada
palabra o en clases enteras de palabras, de igual modo sostiene Brentano, que
Aristóteles no eliminó estos equívocos sino que los multiplicó y los imitó.
Esta equivocidad, según Brentano, pertenece al espíritu mismo de lenguaje.
El estudio aristotélico sobre la
equivocidad adquiere así carta de ciudadanía, y llega a ser tan profundo que
éste llegó a reconocer sus peligros lógicos y distinguió tres tipos: equívocos
contingentes, equívocos a causa de la analogía y equívocos por relación con
referencia de otros términos con uno que lleva el nombre en el sentido más
propio.
5.1.2 .La equivocidad.
Brentano trata de explicar los
tres tipos de equívocos mencionados anteriormente.
El primero. El equívoco
contingente. Se limita a un idioma, por lo tanto se genera a causa de la
traducción, ya que con esta los juegos de las palabras se pierden, sin embargo,
los juegos que descansan sobre una especie de conexión de ideas que son comunes
a las distintas naciones, los encontramos a menudo proporcionalmente en todas
(Brentano 9).
Cuando Brentano habla sobre el
estudio de la equivocidad en Aristóteles menciona el término αληθες y sostiene que su traducción al latín por la palabra Verum o al alemán por Warh
vale exactamente lo mismo. Debido a esto, las definiciones del concepto de
verdad y sus múltiples significados traspasaron las barreras de la cultura
griega y se hicieron determinantes para otras culturas.
¿Qué dice Aristóteles acerca de
la verdad? ¿cómo entiende Brentano el concepto aristotélico de verdad? Para
Aristóteles las expresiones verdadero y falso son ambiguas a causa de las
múltiples relaciones con algo uno, a este uno pertenece el nombre en el sentido
más propio. Brentano recalca que la ambigüedad de la expresión “verdadero”
salta a la vista y su relación con algo uno es determinante para la
clarificación de su sentido.
¿Qué es el uno? ¿Dónde se encuentra
la verdad en el sentido más propio? Según Aristóteles este uno se encuentra en
el juicio, todas las cosas que se llaman verdaderas o falsas reciben este
nombre por su relación con el juicio; unas cosas se llaman así porque enuncian
un juicio verdadero o falso, como en el caso de una afirmación verdadera o
falsa, o como en el caso de una de un dicho o un juicio. Otras cosas son
verdaderas o falsas porque quien las toma por reales las juzga como verdaderas
o falsas. Otras cosas son verdaderas o falsas porque dan lugar a un juicio
verdadero o falso. Incluso algunos conceptos son llamados verdaderos o falsos
por la relación de lo que está contenido en ellos. La verdad y la falsedad en
sentido propio se encuentran en el juicio, por lo tanto todo juicio es verdadero
o es falso.
Según Brentano y desde la óptica
de Aristóteles ¿cuándo un juicio es verdadero o falso? Un juicio es verdadero
cuando el que juzga procede en conformidad con las cosas, y es falso cuando
procede de modo opuesto a ellas, en este sentido dice Aristóteles que cuando
uno considera como separado lo que está separado y como unido lo que está
unido, cuando esto sucede, entonces juzga con verdad, y yerra cuando procede de
manera opuesta a las cosas (Brentano 13). De esta manera, Aristóteles explicó
el concepto de verdad como la concordancia del juicio con las cosas reales.
¿Qué cosas quedan claras en la
propuesta aristotélica que hace Brentano? Primero. Que el concepto de verdad es
un concepto plagado de equivocidad. Equivocidad que proviene del espíritu del
concepto mismo, esta también proviene de la traducción que sobre el mismo se
hiciera al traspasar las fronteras del helenismo. El mismo Aristóteles conoció
la equivocidad inherente al concepto de verdad, él estagirita mismo la potenció
y la propagó.
Segundo. Aristóteles, según la
propuesta de Brentano, sostiene que lo que sea verdadero o falso tiene su
fundamento en su relación con lo uno, y que este uno es el juicio. Así,
Brentano, desde su aproximación al pensamiento de Aristóteles, está proponiendo
las bases del problema de la verdad para la cultura contemporánea, estas se
pueden rastrear de la siguiente manera: la relación de la verdad con el uno, o
podríamos decir, la relación de la verdad con el ser, y en este sentido se está
hablando de la base ontológica de la verdad, este tema será tratado en nuestros
días especialmente por Heidegger, y por la hermenéutica. También está
proponiendo el problema de la relación que se presenta entre el juicio y la
verdad, este tema es de gran actualidad, y tiene profundas repercusiones en la
escuela analítica, en la lingüística, o en la filosofía del lenguaje.
Tercero. Podríamos decir que si
no se presenta una proposición, o un sin juicio entonces no puede afirmarse la
verdad o la falsedad. La base para que se dé una experiencia verdadera o falsa
es el juicio.
5.1.3. Antecedentes históricos de
la propuesta aristotélica.
Brentano también va a realizar un
rastreo de corte histórico mirando cómo las escuelas jónicas y sofísticas son
quienes preparan o anteceden la propuesta aristotélica respecto al problema de
la verdad (cf. Brentano 13).
Los Jonios creían, según
Brentano, que las cosas y las fuerzas externas a nosotros se podían conocer
gracias a las cosas similares que había dentro de nosotros (Brentano 13).
De los Sofistas, Brentano, propone dos tesis, que siendo contrarias en sus
apreciaciones, hacían referencia a la verdad. La primera es la que propone Gorgias, quien sostiene que nada real se
puede conocer y si algo se puede conocer, dicho conocimiento no se puede
comunicar. También sostiene que nada concuerda con nada, salvo consigo mismo.
Lo que está fuera de mí no está dentro de mí. Lo que está en mí, en mí se queda
y no se puede comunicar. A partir de esto, Gorgias
sostiene que no es posible la verdad ni la comunicación de la misma. Según
Brentano, este sofista, considera que todo pensamiento es uno consigo mismo y
cada pensamiento es diferente de los demás (Brentano 13-14).
La segunda propuesta sofista era
la que sostenía Protágoras, quien consideraba que todo era verdadero, en vez de
ser todo falso. Fuese lo que fuese, lo que cada uno piense es verdadero.
Brentano se pregunta acerca de cómo llegó Protágoras a este pensamiento, y
responde diciendo que, el pensador griego sostenía que si cada una de las
creencias era verdadera de acuerdo a la perfecta concordancia y coincidencia
con algo existente, entonces cada una de ellas es verdadera porque es idéntica
consigo misma.
¿Cómo ha leído la Tradición esta
propuesta aristotélica? El medioevo reconoció que lo verdadero y lo falso se
encuentran en el juicio. Fue el medioevo quien acuñó y clarificó la definición
de la verdad en los términos de Adaequatio rei et intellectus.
Brentano, además sostendrá que la
edad moderna toma como referencia a dos grandes personajes paradigmáticos:
Descartes y Kant. Sostiene, además, que Windelband refuta la propuesta
kantiana.
Descartes, dice Brentano, a pesar
de la gran revolución que realizó con su propuesta filosófica, dejó intacta la
definición aristotélica de la verdad.
Brentano también cuestiona la
interpretación que Windelband hace de la propuesta Kant acerca de la verdad,
pues según Windelband, Kant reformó el concepto aristotélico de la verdad
cuando sostiene que la verdad no es lo que concuerda con el objeto sino lo que
concuerda con la norma del espíritu. Además sostiene que la verdad no solo se
encuentra en el juicio, ni en el pensamiento sino en todos los otros ámbitos de
la actividad espiritual tales como la voluntad, la sensibilidad, en tanto que
estas sean normales.
Brentano sostiene que la
interpretación que Windelband realiza de
Kant no es acertada, pues es una interpretación que induce a un error. Para
refutar la interpretación de Windelband, Brentano hace una relectura de algunos
pasajes de la Crítica de la razón pura,
en dichos pasajes Kant responde a la pregunta acerca de ¿dónde se encuentra la
verdad? La respuesta que, según la interpretación brentaniana, da Kant es que
la verdad se encuentra en el juicio. El juicio se elabora sobre el objeto, y
este en cuanto pensado. Tanto la verdad como el error, al igual que la
apariencia se encuentran en el juicio y este en cuanto pensado, es decir, en
cuanto referido al pensamiento.
De igual manera, la
interpretación que Brentano hace sobre la propuesta kantiana respecto al tema
de la verdad, incluye la pregunta ¿qué es la verdad? A lo cual responderá que
la verdad es la concordancia del conocimiento con el objeto. Sin embargo, Kant
dará un paso adelante para preguntarse acerca de cuál es el criterio universal
y seguro para asegurar la verdad en cualquier conocimiento.
Kant sostiene que la verdad es la
concordancia del juicio con su objeto, aquí no hay nada nuevo, pues esto es lo
que afirmó la tradición, sin embargo debe distinguirse este objeto, del cual
surge el juicio de otros objetos, ya que un conocimiento es falso si no
concuerda con el objeto al cual se refiere, incluso aunque contenga algo que
pudiera saber para otros objetos (Brentano 22).
¿Cuál es el criterio universal al
que intenta llegar Kant? Un criterio universal sería aquel que valiese para
todos los conocimientos sin distinción de sus objetos. Sin embargo, Brentano
objeta dicho criterio cuando afirma que “es imposible indicar un criterio
suficiente y, a la vez, universal de la verdad. Un criterio universal sería
aquel que valiese para todos los conocimientos sin distinción de sus objetos”
(Brentano 23). Sin embargo en dicho criterio se haría abstracción de todo
contenido del conocimiento y la verdad se refiere a ese contenido e igualmente
es, desde todo punto de vista, imposible y absurdo preguntar por una
característica de la verdad de tal contenido.
Finalmente, Brentano sostiene que
también Kant se atuvo a la definición aristotélica de la verdad como
concordancia del juicio con la realidad. Así se podría decir que todos los
pensadores que marcaron su época, y que aparecieron después de Aristóteles, no
sintieron la necesidad de proceder a un cambio en esta cuestión, por
revolucionarios que fuesen (Brentano 25).
5.1.4. Intentos brentanianos por
refutar el concepto de verdad.
Brentano sostiene que a lo largo
de la historia se han dado varios intentos por refutar el concepto de la verdad
entendido como concordancia.
Un primer intento fue el de
sustituir el concepto de concordancia
con el objeto por el concepto de lo normativo en general, y si este no
se pudo, al menos se intentó refutar el juicio normativo o prescriptivo. El
autor más representativo fue Sigwart, pues en su propuesta lógica, intenta
rebatir dicho concepto.
La objeción que este pensador le
hace al concepto de adecuación o concordancia radica en el hecho de que la
evidencia debe ser siempre verdadera, un juicio que se lleva a cabo con razones
insuficientes o de modo totalmente ciego sería un error. Alega este autor que
una suposición frívola, un mero prejuicio o una opinión adoptada en virtud de
la autoridad o porque es usual, puede ser también tanto verdadera como falsa,
en estos casos, el conocimiento no está basado en unas normas, y por lo tanto,
no es condenable y sin embargo se da el conocimiento de la verdad.
5.1.5. Dificultades inherentes al
concepto aristotélico de la verdad.
Brentano sostiene que de todas
las definiciones tradicionales acerca de la verdad, la que acuñó Aristóteles,
es la que puede reclamar su asentimiento, es la que a él le parece más
adecuada. Sin embargo, a pesar de su aprobación, dicha propuesta aristotélica
contiene ciertas dificultades que bien vale la pena resaltar.
La primera dificultad consiste en
que una concordancia se puede considerar como una identidad. En este sentido,
se puede decir que el juicio sobre algo, al concordar con ese algo, sería
idéntico a él, sería él mismo, lo que se presenta como imposible o por lo menos
contradictorio en cuanto que un juicio sobre algo es externo a ese algo. Un
juicio sobre algo no se puede hacer coincidir plenamente con su objeto, ya que
es algo externo a él, es una representación.
Según Brentano, Dilthey argumenta
contra la noción de verdad entendida como adecuación pues en el caso de que
debamos reconocer el error del otro, su error debería estar en nuestra alma, lo
cual es imposible, y por si acaso, eso fuera posible no podríamos saber que se
equivoca pues nos haríamos participes de su error. Según esto, se debería
rechazar el concepto de verdad como correspondencia con su objeto.
Brentano sostiene que la
propuesta diltheyana es errónea pues esta desconoce la distinción cartesiana
entre realidad formal y realidad objetiva. Nuestro autor, para explicar esta
distinción, propone el siguiente ejemplo: “si creo algo, esta creencia está
formalmente en mí. Si posteriormente recuerdo esta creencia, entonces la
creencia está objetivamente en mí. Se trata del mismo acto individual de creer,
pero una vez lo ejecuto y la otra vez es solo el objeto inmanente de la actividad
de recordar que se llevó a cabo (Brentano 29).
Brentano encuentra otra
dificultad en el hecho de que para Aristóteles el juicio consiste en una unión
de pensamientos, es decir, en una síntesis y la síntesis consiste en que cuando
se juzga, se está uniendo algo real con algo real o en considerar como separado
algo real de algo. Luego, si se tienen como realmente unidas las cosas que
están realmente unidas y si se tienen como separadas las cosas que realmente lo
están, entonces se juzga con verdad. Si se procede de manera contraria,
entonces se juzga falsamente. Esto lo expresa Brentano sintéticamente diciendo
que “un juicio es verdadero cuando atribuye a una cosa algo que en la realidad
está unido a ella, o si niega algo de una cosa que en la realidad no está unida
a ella” (Brentano 31).
Para Brentano “la verdad de un
juicio consiste bien sea en atribuir a una cosa algo real que se da en ella
como algo uno, o bien en negarle una parte real que no existe con ella como
algo uno o bien en afirmar que algo real existe si existe o que no existe si no
existe” (Brentano 34).
¿Qué entiende Brentano por
concordancia? Concordancia no significa igualdad o ser parecido. Concordancia
significa estar en correspondencia, se adecuado, estar de acuerdo, armonizar
(Brentano 39).
Brentano considera que un juicio
es verdadero, cuando afirma de algo que es, pues realmente lo es, y de algo que
no es, niega que sea, y un juicio es falso si se encuentra en contradicción con
lo que es o con lo que no es.
Queda claro que el concepto de verdad
entendido como adecuación del juicio a la realidad no es algo evidente y claro,
sino algo problemático y oscuro. Esta oscuridad y problematicidad se hacen
evidentes bien sea en las objeciones que acabamos de ver, bien sea en las
dificultades inherentes a dicho concepto.
Queda claro que la noción de
verdad como adecuación del juicio a la cosa, ya para la época de Brentano, es
bastante problemática y este autor, quiere mostrar dicha problemática, esta se
hace evidente cuando realiza objeciones contra el concepto de verdad, o cuando
muestra las dificultades inherentes al mismo.
Queda claro que Brentano abre una
doble vía: la vía ontológica de la verdad, vía que consiste en llevar la noción
de verdad a su relación con lo uno, con el ser. Esta concepción ontológica de
la verdad está asociada a la cosa misma o a la verdad de la cosa misma. Así la
verdad del juicio dependerá de la verdad del objeto, sin embargo, para
Brentano, la verdad de la cosa dependerá de la verdad del juicio. En este
sentido se podría decir que quien determina lo hay para ver y lo que hay que
ver en el objeto es el juicio. Es justamente de esta profunda relación entre
juicio y cosa, verdad lógica y verdad ontológica de donde se desprende la
aseveración que tiene su asiento en Aristóteles
y que luego se prolongará en el medioevo, aún en la modernidad con Kant
y Descartes, y hasta en el mismo Brentano, quien nos ha dado su visión de ella.
La otra vía que se hace patente
en Brentano cuando habla de la verdad es la lógica, lingüística o proposicional
y que consiste en el análisis lógico del concepto de verdad, análisis que se
elabora desde la proposición y el juicio. Esta concepción lógico-lingüística de
la verdad, se basa en un análisis del juicio y de las leyes lógicas que
determinan el funcionamiento del lenguaje. En este sentido, Brentano habla del
significado primero y propio de la verdad, es decir, la verdad del juicio, la
verdad contenida en el juicio y este determinado en su funcionamiento a partir
de las leyes de la lógica.
En estas dos vías acabadas de
mencionar aparecen las dos grandes tendencias que se plantearán, desde su
fundamento, el problema de la verdad, a saber: el análisis lingüístico o la vía
analítica y la vía fenomenológica o hermenéutica. Estas constituyen el
trasfondo de lo que se ha llamado filosofía contemporánea, desde los dos
grandes bloques que la conforman: analíticos y continentales.
5.2. La psicología.
Brentano elabora también una
teoría psicológica, la que tiene su fundamento también en Aristóteles. Para
tratar de clasificar las actividades psíquicas se remonta hasta un análisis del
pensador griego, y trata de captar como éste divide los fenómenos psíquicos en
aquellos que son comunes entre los hombres y los animales y aquellos que son
propios de los hombres (Brentano 1935 85).
Según Brentano, Aristóteles
consideraba que las facultades del alma son propias de los hombres, mientras
que las facultades de los órganos son propias de los animales. Estas últimas,
las comparten con los hombres, es decir, son propias de los hombres y de los
animales.
Brentano considera la teoría
aristotélica como cuestionable a partir de las opiniones de varios pensadores
pues por un lado, no hay claridad acerca de cuáles sean los fenómenos psíquicos
comunes entre los hombres y los animales. En esta polémica, Brentano menciona a
Descartes quien niega toda capacidad psíquica a los animales. Locke acepta que
exista en el hombre la capacidad para realizar procesos de abstracción,
mientras que en los animales no existe dicha capacidad. Berkeley niega que en
los animales exista la capacidad para realizar conceptos abstractos.
Frente a ellos, Brentano
considera otras clarificaciones de los actos psíquicos que rechaza porque no
alcanza a desarrollar la esencia de la cuestión.
El principio que, según Brentano,
debe determinar la división de las actividades psíquicas en el hombre es la
referencia al objeto inmanente de la actividad psíquica o la referencia a la
diversa modalidad de su existencia intencional.
Bajo este principio, Brentano
divide los actos psíquicos en tres clases: El primero corresponde a las
representaciones. El segundo corresponde al juicio. El tercero corresponde a
las emociones, a los interese y al amor (Brentano 1935 89).
Primero. ¿Qué es una
representación? Brentano dice que una representación se produce cuando algo se
nos aparece (Brentano 1935 90), además dice que es imposible que la actividad
psíquica se dé sin tener a la base una representación. Así, cuando oigo un
nombre, inmediatamente me represento lo que él designa. La finalidad de los
nombres es provocar sensaciones.
Segundo. ¿Qué entiende Brentano
por juicio? Por juicio entiende el “admitir algo (como verdadero), o rechazarlo
(como falso), de conformidad con la acepción filosófica usual (Brentano 1935
90-91).
Tercero. ¿Qué son las emociones
para Brentano? Las emociones son aquellos fenómenos psíquicos que no están
contenidos ni en las representaciones ni en los juicios. Las emociones
corresponden a los afectos y estos están ligados a la excitación física. La
cólera, el miedo y el apetito violento son también consideradas por Brentano
como emociones; de igual modo son emociones los deseos, la resolución y los
propósitos.
Brentano sostiene que Kant
supedita el conocimiento como facultad a las emociones. Brentano dirá que el afán
por el saber, el afán por la novedad quedan supeditadas al acto psíquico del
interés, así como todo placer o dolor, todo deseo y esperanza, toda resolución
voluntaria quedan supeditadas al acto psíquico del interés (Brentano 1935 92).
Dentro del interés, Brentano
considera al amor y dentro de este concepto al odio. Considera el amor en todos
sus sentidos. Dice que es consciente de que se le pueda tildar de
reduccionista, pero que cuando habla de amor se refiere al hecho de que algo se
apetece, algo se disfruta con placer, algo se anhela en cuanto es bueno. Todo
objeto es amado u odiado en cuanto es bueno o malo (Brentano 1935 92-93).
Brentano considera que la
experiencia interna, y esta referida a la conciencia, y esta a su vez, referida
al objeto, es el único árbitro que dirime en la contienda entre la igualdad o
la diversidad de la referencia intencional. Justamente cuando en la apreciación
sobre algo se presentan diferencias respecto a la observación, dice Brentano,
que se trata de renovar la observación para cambiar o renovar la apreciación y
de esa manera entonces se puede reconocer el error. Dice también, nuestro autor
que, no basta con reconocer el error sino también el motivo que generan dicho
error. Solo de esta manera, sostiene Brentano, se puede justificar la
apreciación sobre la representación y el juicio.
El ser humano puede llegar a
tener conciencia de un objeto desde una doble perspectiva, bien sea desde la
representación, o desde el juicio. Según Brentano, son dos modalidades diversas
en la conciencia que el hombre puede tener de un objeto. De igual manera
sostiene que todo juicio sobre el objeto supone una representación del mismo.
6. Charles Morris.
Charles Morris y
Rudolph Carnap fueron los encargados de publicar la Enciclopedia de la ciencia unificada. Esta es el órgano a través
del cual se pone de manifiesto un proyecto iniciado por los positivistas
lógicos, proyecto que busca la unificación de las ciencias por medio de la
unificación de un lenguaje universal y controlable.
Morris fue el
promotor principal del encuentro entre el pragmatismo americano y la filosofía
analítica de carácter neopositivista. Además formuló una sistematización de los
modos de estudiar el lenguaje. Esta hace énfasis en el análisis lingüístico
desde la sintáctica, es decir, el
estudio de las relaciones que se establecen entre los diferentes signos.
También enfatiza la semántica, es
decir, el estudio de las relaciones entre los signos y las cosas por ellos
designadas. Finalmente hace un gran énfasis en la pragmática, es decir, el estudio de las relaciones de los signos
con aquellos que los interpretan.
Al reconocer esta
tridimensionalidad del proceso semiótico, se reconocen varias dimensiones: la
primera es la formalista que
desconoce una valoración de los significados. La segunda es la empirista que es proclive a subrayar la
necesidad de la relación signo-objeto. Además está la dimensión que tiende a
considerar la lengua como una actividad comunicativa de naturaleza social, y
que tiende a satisfacer las necesidades, o las manifestaciones de un grupo
social determinado.
7. Rudolph Carnap.
Si es verdad que el
movimiento analítico nace de la superación y de la evolución del
neopositivismo, entonces se puede concluir que el primer filósofo analítico ha
sido Carnap, ya que ha estado presente en las crisis sucesivas que han llevado
a una revisión profunda del neopositivismo.
En primer lugar, es
necesario destacar, que Carnap ha llevado a término todas las innovaciones
lógicas propuestas por Frege, su maestro, lo mismo que las de Russell y
Whitehead.
En su texto, La construcción lógica del mundo, aplica
el método lógico a la teoría del conocimiento y a la ciencia en general, y de
la misma manera se fijan los principios generales de la visión neopositivista
del lenguaje y de la experiencia.
A partir de datos
elementales, es decir, de percepciones globales instantáneas, se construyen
unidades complejas teniendo como base las reglas de la lógica. Desde aquí se da
una reducción del lenguaje en toda su complejidad a dos tipos enunciados: los
enunciados empíricos, observativos
que describen una experiencia, y los enunciados que expresan verdades lógicas. Gracias al análisis
lógico, el hombre posee la capacidad de individuar y de eliminar todo otro tipo
de enunciado.
Luego Carnap, toma
posición a favor de la teoría fisicalista, según la cual, todos los enunciados
de partida, a partir de los cuales el hombre construye su imagen del mundo, son
verdades transmitidas por la física. En otros momentos, dicho autor, opta por
tener como punto de partida las experiencias subjetivas. Es fundamentalmente en
el año de 1934 cuando toma posición frente a las teorías formalistas.
La teoría formalista
implica una visión no absolutista de los principios y axiomas. Las reglas a las
que se conforma el hombre son elegidas y determinadas por convención, no tienen
un carácter objetivo como suponen los filósofos defensores de la lógica, pero
tampoco son construcciones lógicas subjetivas creadas por el matemático o por
el lógico.
Carnap llega a
concluir: primero que las formas lingüísticas dentro de las que el hombre se
mueve son convencionales. En segundo lugar, para Carnap debe reinar un
principio de tolerancia dadas las posibilidades de las elecciones que debe
regir el diálogo racional. En tercer lugar la lógica se puede reducir a la
sintaxis del lenguaje específico, dentro del cual se mueven el lógico, el
matemático y el filósofo.
Capítulo quinto.
El giro lingüístico: una aproximación desde Wittgenstein,
Heidegger y Gadamer.
1.
Introducción.
El hecho de que el lenguaje se
imponga como un problema para la filosofía contemporánea, eso ha permitido
hablar en nuestros días de lo que se ha llamado el giro lingüístico. Este concepto abarca como problemática central
el tema del lenguaje; tema que por lo demás, y después de Las investigaciones lógicas de Husserl, ha concentrado todos los
esfuerzos reflexivos de las dos grandes
tendencias filosóficas hoy en boga: la filosofía analítica, filosofía del
lenguaje o análisis del lenguaje y la hermenéutica.
El problema del lenguaje se ha
considerado como el territorio común sobre el cual están trabajando las dos
grandes tendencias de la filosofía contemporánea, aunque cada una de ellas haga
un tratamiento diferente del mismo.
En la cultura contemporánea se
presentan de hecho dos formas de concebir el quehacer filosófico o la praxis
filosófica desde la perspectiva del lenguaje: por un lado el análisis
lingüístico propugnado por la filosofía analítica estudia el lenguaje con la
intención de desentrañar las reglas que determinan un uso correcto del
lenguaje; con el uso de dichas reglas, estos filósofos pretenden purificar el
lenguaje ordinario de malos entendidos y confusiones; de este modo, ellos
plantean la necesidad de crear un espacio, un metalenguaje donde se presente un
lugar común de comprensión y entendimiento; por otro lado, la filosofía
continental, desde la perspectiva hermenéutica se preocupa por un estudio del
lenguaje desde lo que se podría llamar una visión ontológica del mismo; de esta manera, el lenguaje es considerado
como el lugar, el espacio, el terreno común en el cual acontecen todas nuestras
relaciones con los demás hombres y con las cosas; los dos grandes paradigmas
emblemáticos de esta discusión lo representan Heidegger por la parte
continental-hermenéutica y Carnap por la parte
analítica-anglosajona-lingüística.
2.
Heidegger y Carnap: dos concepciones sobre el lenguaje.
2.1.
Heidegger: una concepción hermenéutica del lenguaje.
Este pensador desde los más
remotos inicios de su propuesta filosófica tuvo la gran intuición de captar que
las formas lingüísticas así como las expresiones, los usos del lenguaje tienen
la tendencia a petrificar, absolutizar y dogmatizar aquello que intentan
definir; se podría decir que para Heidegger,
todo intento por definir conceptualmente una realidad o una cosa,
significa petrificarla o anularla porque de hecho existen cosas, realidades que
escapan a esta intención; en este sentido, por ejemplo, tratar de definir la
libertad es un contrasentido porque la libertad es algo dinámico, movedizo, en
continuo movimiento y ya el hecho de definirla sería un intento por fijarla,
retenerla y petrificarla; es necesario mencionar la distinción que este
pensador desarrolló entre lo pre-teorético y lo teorético, siendo lo primero
aquel plano donde se presenta la vida tal cual es ella y como es y sin
definirla; Heidegger hablará del plano pre-teorético o de la facticidad. Lo
teorético abarca el plano de las definiciones, de los conceptos, de las
palabras, éste coincide con el mundo de lo dogmático. Particularmente
importantes fueron dos conceptos que acuñara el joven Heidegger siendo profesor
en Friburgo; el primero se refiere a la nada, el decir de este pensador es que
“la nada nadea o la nada anonada” (das
Nicht nichtet); la nada se hace presente como una acción que anonada; la
nada no puede ser nada porque con esto se incurriría en una contradicción; de
modo que si se dice que la nada es nada se incurre en una contradicción porque
la nada no puede ser algo; el otro concepto que Heidegger acuña es respecto al
mundo cuando dice que “el mundo mundea” (die
Welt weltet) y con ello quiere decir que lo más propio del mundo es que
éste sea un lugar de acción, de movimiento, de elección y de decisiones; valga
la pena decir que estos juegos lingüísticos le valieron al pensador alemán
mucha parte de su fama inicial así como el renombre que adquirió durante los
primeros años de su labor filosófica.
2.2.
Carnap: Una concepción lógica del lenguaje.
Cuando Carnap accede al lenguaje
propuesto por Heidegger en su famoso ensayo ¿Qué
es la metafísica? Intenta demostrar contra el pensador alemán que el
discurso que éste elabora no es susceptible de un análisis lógico-gramatical;
que el discurso que elabora en dicho ensayo no puede ser aceptado desde el
punto de vista de la lógica formal pues no aporta criterios claros sobre su
propio sentido; dicho discurso no puede ser expresado mediante el discurso de
la lógica formal; lo que Carnap no llega a cuestionar de su propio discurso
contra Heidegger es si lo que entiende por sentido sea el único sentido
susceptible de darse a dicha palabra; por el contrario, Heidegger mismo ya
plantea el término sentido en una doble dirección: por un lado, este pensador
propone que el sentido va asociado a una forma de pensamiento frío, calculador,
planificador propio del pensamiento técnico científico y cibernético; por otro
lado el sentido que va asociado a una forma de pensamiento meditativo, poético
y que de una u otra manera está relacionado al fenómeno del arte.
3.
¿Qué es el lenguaje?
Si se hiciera un recorrido
histórico tratando de mostrar cómo la tradición occidental ha entendido el
lenguaje necesariamente se tendría que hablar de varios modos de concebirlo;
así en la época clásica griega el lenguaje fue entendido como si éste fuera un
instrumento o un medio de comunicación entre los hombres, y en este sentido se
estaría haciendo referencia al habla coloquial; también en la misma época,
especialmente en la propuesta aristotélica, el lenguaje podría ser entendido
como el medio a través del cual se expresan o vehiculan externamente los
pensamientos, las ideas, emociones o representaciones que subyacen en el
interior del hombre, el lenguaje hace patente externamente lo internamente
concebido en el ser del hombre. Desde la misma época también existió otra
teoría llamada esencialista o sustancialista que sostenía que el lenguaje era
el medio a través del cual las cosas y los hombres manifiestan y expresan su
ser; de modo que, según esta teoría, quien se apropia del lenguaje, quien se
apropia de la palabra se apropia de la esencia de la cosa mencionada o
nombrada.
Después del Renacimiento tuvo una
gran acogida la teoría que sostenía que el lenguaje es el telón de fondo, es el
trasfondo sobre el cual, en el cual y a través del cual las manifestaciones culturales
cobran sentido y adquieren sentido; esta teoría podría aplicarse a las
manifestaciones propias de la cultura tal y como la concibe Vico; durante el
Idealismo y el Romanticismo el lenguaje adquirió la categoría de ser el medio a
través del cual o por medio del cual se expresa la tradición, es el medio a
través del cual se articulan las tradiciones; el lenguaje en este sentido es el
horizonte común de comprensión que se establece entre la Tradición y quien la
interpreta, estudia o analiza de modo que quien quiere conocer la Tradición
necesariamente tiene que decodificar el código lingüístico en el cual ésta
viene expresada; este es el sentido que domina en la reflexión gadameriana,
heideggeriana y diltheyana. También, especialmente en Heidegger, el lenguaje es
el lugar común, el horizonte común a través del cual y en el cual transcurre
nuestro ser en el mundo, nuestro ser con los otros y nuestro ser para la
muerte; otras propuestas sobre el lenguaje que se han hecho evidentes en la
época contemporánea son aquellas que hacen referencia a los ámbitos
particulares, ámbitos locales o especializados donde las palabras, los
conceptos, las expresiones lingüísticas están supeditadas a ámbitos
particulares, de ellos depende su sentido, su significación, su uso correcto o
incorrecto; también se ha hecho evidente en algunas líneas de pensamiento
contemporáneo el hecho de que el lenguaje en sus usos, formas, expresiones está
determinado por unas estructuras lógicas, válidas universalmente así como
generalmente aceptadas; en la época actual el estudio del lenguaje rebasa los
ámbitos de lo que en épocas anteriores se entendía por lenguaje; hoy el gesto,
el signo, el símbolo, la palabra tácita o expresa, la poesía, la literatura,
las obras clásicas, las obras de arte, la pintura, la escultura, la música, el
dibujo, las acuarelas, etc., conforman el mundo del lenguaje y por lo tanto son
objeto de estudio para todos aquellos que se toman seriamente el problema del
lenguaje.
Las grandes dificultades con que
nos encontramos cuando estudiamos el tema del lenguaje las podemos ubicar aquí,
en este panorama acabado de esbozar; se podría decir que el lenguaje se convierte en algo tan general
y tan amplio que es casi imposible abarcarlo; esta inabarcabilidad del sentido
del lenguaje es lo que hace que su estudio sea una tarea difícil de realizar.
4.
Vía analítica o lógica y vía continental o hermenéutica.
Todas estas acepciones,
significaciones y sentidos equívocos, plurívocos y multívocos respecto al tema
del lenguaje como problema han desencadenado dos grandes tendencias: la
analítica y la continental. Vamos a referirnos a ellas brevemente, haciendo la
siguiente aclaración: ambas vías tienen como punto de partida o lugar de
referencia común la hermeneia griega
y las dos maneras diferentes de concebirla.
La hermeneia es una expresión griega muy difícil de definir porque
hace alusión a varias cosas; originariamente alude al hecho del discurso, un
discurso que debe mediar entre quien lo dice originalmente, quien lo recibe y
quien hace de mediador, comunicador o portador del mismo; en este sentido, todo
discurso tiene tres grandes momentos: el primer momento hace referencia a la
fuente o autor original del cual brota el discurso; el segundo momento se
refiere a quien lleva o porta el mensaje, es decir el mensajero; el tercer
momento se refiere a quien recibe el mensaje, es decir al receptor; el
mensajero se sitúa entre la fuente del discurso o autor y el receptor del
mismo; el mensajero tiene como tarea el hecho de repetir, pronunciar, decir o
reproducir el mensaje de la manera más fidedigna posible y con las palabras más
adecuadas a las dadas por el autor original del mensaje.
Frente a este hecho se pueden
presentar equívocos bien sea el que se refiere al cómo entendió el mensaje el
mensajero que lo debía trasmitir, las palabras que debía utilizar, el sentido
que les quiso dar y/o se pueden presentar equívocos en quien recibió el mensaje
pues pudo entenderlo e interpretarlo de manera diferente y distorsionada; este
fenómeno hermenéutico está poniendo de relieve el hecho de que los conceptos
pueden relativizarse y de que ellos mismos pueden no ser comprensibles de modo
universal ni general.
Aristóteles en la filosofía
antigua viendo de manera directa este problema intentó dar una solución al
mismo haciendo una diferenciación de planos: el plano del lenguaje o el plano
lógico-formal y el plano de las cosas o plano ontológico; siendo el primero
aquel en el cual se deberían estudiar todos los componentes, las reglas, las
normas a partir de las cuales se logra o alcanza un uso acertado y correcto del
lenguaje.
Surgen de aquí en adelante y
durante la cultura occidental dos planos tradicionales, dos modos de concebir
el lenguaje: el lenguaje y la lengua; el primero es la forma expresiva que
media entre ámbitos distintos, es la esfera en la que se instituyen las
relaciones vitales, es el espacio en el cual sale a la luz todo nuestro hacer y
pensar (Fabris 8).
El segundo o sea la lengua es el
espejo de la realidad que le corresponde al lenguaje; la lengua es el discurso
estructurado cuya función es la de servir de instrumento apto para la
comunicación; éste puede ser analizado y descompuesto en sus diferentes partes
(Ibíd.). Esta forma llamada apofántica fue la que predominó durante toda la
cultura occidental, la otra forma aparecía durante algunos momentos de dicha
historia y en sus apariciones siempre ejercía la función de crítica; la forma
apofántica es la que permite hablar de cuándo un discurso es verdadero o falso.
Una de las grandes consecuencias de dicho predominio del discurso apofántico
radica en el hecho de que existen discursos tales como la plegaria, la
exhortación, el discurso artístico, poético y religioso que han quedado por
fuera de dicho modelo pues no son discursos que se amoldan a los cánones
exigidos por los apofánticos[3].
La vía analítica siempre tuvo una
gran preocupación por desentrañar los aspectos lógicos y normativos que
determinan el funcionamiento del lenguaje y desde su análisis, descomposición y
examen del lenguaje tratar de desentrañar el aspecto verificativo, erróneo,
falsario de las expresiones lingüísticas; la corriente continental, más
emparentada con la línea hermenéutica, trató siempre de hacer un rastreo del
lenguaje desde las formas de vida operativa y desde los discursos olvidados o
dejados de lado por aquel.
El siglo XX desde el giro
lingüístico ha presenciado una disputa, lejanía y una crítica al predominio de
la apófansis y lo ha hecho desde el pensamiento hermenéutico desarrollado por
el segundo Wittgenstein, Martin Heidegger y Hans Georg Gadamer. Se tratarán de
estudiar brevemente los aportes de estos pensadores respecto al mencionado
problema.
5. Wittgenstein.
5.1.
El primer Wittgenstein. El Tractatus logico-philosophicus.
La obra filosófica que ha hecho
relevante a Wittgenstein para el mundo intelectual es el Tractatus logico-philosophicus, escrita en 1918 y publicada en 1921
se ha convertido en el texto que ha impulsado el desarrollo del Circulo de
Viena; en ella, su autor, concibe la filosofía como un ejercicio crítico, una
crítica del lenguaje; considera que los problemas filosóficos escritos sobre el
lenguaje y sus formulaciones no son tanto falsos sino insensatos; la crítica es
entendida en los mismos términos en que Kant, durante su periodo crítico
concebía dicha función; es decir, como una crítica de los límites del propio
lenguaje, una crítica de los límites de nuestro propio lenguaje.
En dicho texto, su autor muestra
una gran preocupación por el sinsentido y su consiguiente rechazo y una gran
tendencia al análisis del lenguaje y de la proposición, siendo ésta a su vez
entendida en los términos de expresión de pensamiento; la proposición cumple la
función que opera desde el interior de nuestro decir pero no de nuestro pensar;
para Wittgenstein el pensamiento que traza un límite pone el más allá de este
límite; sin embargo el lenguaje circunscrito de manera adecuada no realiza esta
función ( no hay nada más allá del lenguaje); el Tractatus trata del problema de lo que se debe callar.
Para Wittgenstein toda proposición
es una imagen, una fotografía, un mapa de la realidad; la proposición es además
el modelo de la realidad. Esto quiere decir que la proposición es una
configuración (Abbildung) que
representa las relaciones de la realidad en general, en este sentido se habla
de una imagen lógica. Toda imagen lógica proporciona una forma lógica y ésta
consiste en que toda imagen debe tener algo en común con la realidad para poder
configurarla.
El pensamiento está configurado de
tal manera que intenta ser una imagen de la realidad, el pensamiento se
relaciona con la realidad cuanto que tiende a ser su imagen; el lenguaje es la
forma o el medio como dicha imagen se hace expresa externamente, el lenguaje
expresa externamente lo que internamente se configura en el pensamiento; de
modo que en el lenguaje se hacen explicitas las formas lógicas que determinan
nuestra forma de ver, de organizar y de estructurar la realidad.
Para Wittgenstein el lenguaje no
expresa la esencia de las cosas, ni su ser; él considera que el lenguaje
expresa la forma como las cosas se estructuran, se organizan y entablan sus
relaciones con otras cosas; el lenguaje no apunta tanto al qué son las cosas,
sino al cómo se conforman, cómo se estructuran y se relacionan; básicamente el
sentido de la verdad o falsedad de una proposición va a surgir de la adecuación
que se pueda establecer entre la proposición, el juicio o el enunciado y el
estado de cosas que describe.
Toda proposición está constituida
o conformada por varias partes más elementales que la constituyen; el sentido
de la verdad o de la falsedad para dicha proposición necesariamente está
relacionado con las posibles combinaciones que entre ellas se puedan
establecer.
Ya el Wittgenstein del Tractatus
consideraba que no es posible hablar del lenguaje en otros términos o
caracteres diferentes al lenguaje; en otros términos se puede decir que si
queremos o pretendemos describir lo que es el lenguaje necesariamente tenemos
que hacerlo dentro de los límites del mismo lenguaje, “El lenguaje solo puede
mostrarse a sí mismo, el lenguaje solo puede exhibirse a sí mismo en aquello
que él dice” (Fabris 14); la forma lógica de la proposición solo puede
exhibirse a través de ella misma, la proposición es quien exhibe la forma
lógica que le subyace (Tractatus 4.121).
También es claro para el
Wittgenstein del Tractatus que no es posible objetivar al sujeto que enuncia la
proposición; el sujeto que enuncia la proposición se muestra, se exhibe a
través de ésta, el sujeto se reduce a un límite y se coloca al margen de la
realidad con él relacionada (Tractatus 5.64); lo anteriormente expresado
coincide con el hecho de decir que para nuestro autor solipsismo y realismo
coinciden en su apreciación de la realidad: “El ojo ve la realidad, pero tú no
ves el propio ojo cuando ve la realidad” (Tractatus 5.633).
No existe un lenguaje más allá del
lenguaje, un metalenguaje que pueda describir tanto el lenguaje como la forma
proposicional y lógica en que éste se exhibe; existe para el Wittgenstein del
Tractatus un solo lenguaje y si se intentara elaborar otro lenguaje, éste no
tendría más sentido que el sentido del que se intenta describir, por lo tanto,
la empresa que Wittgenstein se había propuesto desarrollar en su primera obra
se muestra o se presenta como algo paradójico.
Cuando Wittgenstein intenta
elaborar un lenguaje perfecto y que ha de convertirse en el modelo de la lengua
natural termina encontrándose un lenguaje que se presenta como un espejo en el
cual se refleja el mundo y la realidad; este lenguaje presupone que los nombres
tienen un significado y que las proposiciones elementales tienen un sentido;
aquí radica la conexión del lenguaje con el mundo; en el lenguaje todo está ya
dado de antemano, todo está exento de sorpresas: “El mundo de la vida, al
restaurar constantemente ese su carácter aleatorio, y también con la
multiplicidad de sus interrelacionadas estructuras, acaba por subordinarse a un
orden ideal” (Fabris 14-15).
5.2.
El segundo Wittgenstein. Las investigaciones filosóficas.
Entre 1941 y 1949 Wittgenstein
elaborará un replanteamiento y una revaloración de la propuesta filosófica que
él había elaborado en el Tractatus; esto acontecerá en su segunda gran obra
titulada Las investigaciones filosóficas; esta nueva propuesta y posición dará
pie para que se hable del segundo Wittgenstein.
¿En qué consiste esa nueva
propuesta? Lo primero que habría que decir es que nuestro pensador renuncia al
proyecto de crear un nuevo lenguaje o metalenguaje para describir el lenguaje
natural; él hará un gran énfasis y un gran empuje al lenguaje considerado como
medio; en este sentido, nuestro pensador considera que el lenguaje es el gran
telón de fondo sobre el cual hay que situar nuestras acciones y nuestros
pensamientos, nuestro pensar y nuestro actuar; ese gran telón de fondo es algo
que no se puede trascender; esta idea está acompañada de otro gran pensamiento
intuido por Wittgenstein según el cual no es posible crear un nuevo lenguaje o
metalenguaje para eliminar los engaños y las dificultades inherentes al
lenguaje común; idea ésta que era compartida además por Frege y por los
filósofos que inicialmente conforman el círculo de Viena y la tendencia
analítica.
El punto de partida y de llegada
es el lenguaje común y el lenguaje ordinario; en el lenguaje común y ordinario
encontramos el modelo originario del significado de las diversas operaciones
lingüísticas, no se debe pretender ni aspirar con él a la consecución de un
lenguaje ideal de significación; no se trata de reformarlo, ni de renovarlo
sino se ordenar lo que acontece en su interior.
Toda la tradición filosófica que
se remite a Aristóteles siempre privilegió un tipo de discurso, un tipo de
proposición por sobre los demás; discurso que se limita a describir un estado
de cosas y que desde dicha función se puede evaluar como verdadero o como
falso; una proposición es verdadera o es falsa si describe correcta o
incorrectamente un estado de cosas o una situación; en este sentido se podría
hablar la proposición como imagen, modelo, mapa o descripción de la realidad,
modelo que el propio Wittgenstein había asumido como paradigmático en la
primera parte de su propuesta filosófica y concretamente en el Tractatus (3.1;
3.2). Sin embargo en su segunda gran obra, este autor reevalúa esta posición
planteada en el mencionado texto y ahora en el nuevo planteamiento abordará o
recuperará toda una serie de formas lingüísticas o expresiones comunes propias
del lenguaje ordinario; dentro de este contexto se abre paso, en su propuesta,
una nueva noción que será la clave para entender el giro que propone en su
nueva visión filosófica sobre el lenguaje: el juego lingüístico.
En la nueva perspectiva que
inaugura Wittgenstein se presenta o se manifiesta una predilección ya no por el
lenguaje apofántico propio de la tradición aristotélica sino que, partiendo del
lenguaje ordinario concede un cierto grado de validez a todos los modos del
habla (cf. Investigaciones I, 23). De ahora en adelante la lengua será definida
en los términos de multiplicidad de juegos lingüísticos; desde esta nueva
perspectiva, este autor instaurará una crítica contra todas las concepciones
del lenguaje que habían predominado en la cultura occidental.
La cultura occidental siempre
consideró que toda palabra designa el nombre con que debía nombrarse la cosa o
el objeto designado, de este modo se establece la relación palabra-cosa,
palabra objeto; el significado asociado a la palabra corresponde al objeto que
ella evoca y designa, sus cualidades o características.
Esta forma de concebir el lenguaje
presupone el hecho de que detrás del lenguaje históricamente dado se esconde
una estructura lingüística que es capaz de captar y nombrar los objetos en su
inmediatez; esta estructura lingüística puede ser descompuesta en sus elementos
constitutivos y estos a su vez designan los objetos del mundo; de esta manera
se establece la relación realidad y lenguaje.
Incluso en algún momento de la
tradición se consideró que cuando la relación entre palabra y cosa nombrada no
era muy fluida se debía a un cierto proceso espiritual desconocido, misterioso
y supersticioso, de modo que todo el
problema se redujo a lo supersticioso.
Sin embargo, dice Wittgenstein,
que lo que la tradición dejó de ver en toda esta problemática fueron las
circunstancias y las situaciones donde el lenguaje se emplea efectivamente, así
como el contexto en el que se utiliza el mismo.
Desde toda esta problemática se
perfila lo que ha de ser la tarea fundamental para Wittgenstein en este segundo
periodo de su producción filosófica, a saber: tratar de clarificar el estatuto
de uso de las diferentes expresiones lingüísticas en su multiplicidad, esto lo
hará remontarse yendo a las experiencias y a los comportamientos propios del
hombre; en este sentido va a introducir la noción de juego lingüístico, noción
que es fundamental para comprender globalmente la esfera del lenguaje.
Esta es la nueva dirección desde
la cual tanto el lenguaje como las relaciones que él puede establecer con el
mundo de la vida, expresiones, gestos, signos, palabras y actitudes pueden
definirse tal y como si fueran un conjunto de juegos lingüísticos, modos o
manera como se estructura el habla, diversos usos de las palabras según
determinadas reglas.
La noción de juego lingüístico le
permite a Wittgenstein asumir una posición crítica contra la tradición, también
le permite criticar la pretensión originaria de los filósofos analíticos al
querer reducir todo el lenguaje a un metalenguaje o lenguaje ideal; los mismos
juegos lingüísticos se han de convertir en un objeto de análisis para
Wittgenstein; las reglas lingüísticas que empleamos en la utilización del
lenguaje son modelos de comportamiento que aprendemos y utilizamos en nuestra
vida; sostiene Wittgenstein que quien sigue una regla obedece una orden, de que
en nuestros procesos lingüísticos somos adiestrados para obedecer reglas hasta
el momento en que esto se convierte en una costumbre; de modo que seguir una
regla es una praxis vital; todo el proceso de entender y comprender se remite a
un saber hacer; todo juego lingüístico se fundamenta en una forma de vida y la
filosofía debe estar capacitada para describir dicha forma de vida (Fabris 19).
El lenguaje según esta nueva
posición de Wittgenstein está conformado y constituido por una multiplicidad de
usos y de juegos, todos ellos se basan en la praxis misma del lenguaje; nuestro
pensador cree que el lenguaje, los
conceptos, los nombres y las proposiciones no son definibles en su esencia, ni
tampoco son nociones rígidas; ellos se configuran en los usos, en los juegos de
los cuales hacen parte; este autor también considera que aunque existen
múltiples juegos y usos del lenguaje, sin embargo entre todos los conceptos,
proposiciones y nombres existe algo así como unos lazos comunes que revelan una
cierta familiaridad entre ellos; de esta manera se pueden encontrar hilos
conductores, fibras que se entrelazan y que conforman una red compleja; por
esto la invitación que hace Wittgenstein en las Investigaciones es no tanto a pensar cuanto a observar y desde la
observación tratar de delinear el método a seguir en cuestiones relativas al
estudio del lenguaje (Investigaciones I,66;67).
Para el Wittgenstein de las
Investigaciones filosóficas el lenguaje coincide con la multiplicidad de sus
configuraciones, usos o juegos y no existe una predilección por ninguno de
ellos; en dichas configuraciones la lengua se rige de acuerdo a unas reglas que
no siempre son evidentes por sí mismas; sin embargo son ellas las que
estructuran los diferentes juegos lingüísticos que se hablan permanentemente;
las palabras adquieren su significación por el lugar que ellas ocupan dentro
del conjunto de reglas y estas son las que le asignan el papel que ellas deben
desempeñar; toda palabra tiene una función y ésta es quien hace que aquella sea
tomada en consideración; incluso las palabras de los filósofos que a veces
tienden a ser tan confusas han de ser devueltas de su papel o lugar metafísico
al lenguaje cotidiano; la función de la filosofía es la de describir, sin
alterar el uso efectivo del lenguaje (Investigaciones 1,124); desde esta
perspectiva se puede decir que no hay espacio ni para una metafísica ni para un
metalenguaje.
Por lo tanto la tarea que queda
por realizar es la descripción de las formas de vida en que habitamos, las que
nos pertenecen y a las que pertenecemos y la descripción de las estructuras
lingüísticas que utilizamos; desde esta perspectiva se podría decir que
Wittgenstein intenta llevar a cabo una fenomenología de lo cotidiano, donde lo
cotidiano se convierte en un terreno de análisis y sobre este se pueden
diferenciar los problemas verdaderos de los falsos.
5.3.
Conclusión.
La intención de Wittgenstein en el
Tractatus es dar una salida, buscar
una solución a los problemas matemáticos, científicos y filosóficos que el
positivismo clásico no había podido resolver. Desde una lectura de dicho texto
se puede inferir que la filosofía no es un saber sino una actividad cuya
finalidad radica en la necesidad de aclarar las proposiciones; esta es la razón
por la cual para éste autor la filosofía se circunscribe dentro de un análisis
del lenguaje[4].
Wittgenstein considera en esta su
primera obra que el mundo está conformado y constituido por la totalidad de los
hechos atómicos; no son las cosas, ni la sumatoria de éstas las que conforman
el mundo.
¿Qué es un hecho atómico? Es la
conformación de varias cosas o entidades que se pueden nombrar o designar
mediante nombres, pronombres personales, adjetivos, sustantivos; desde esta
perspectiva se puede inferir que existe una profunda relación entre las cosas,
las entidades y las palabras que las designan.
Si un hecho atómico es la
conformación y la combinación de varias cosas o entidades, la proposición
atómica es la combinación de varias palabras; de modo que las proposiciones
atómicas son espejos, mapas o representaciones de hechos atómicos; las primeras
son cuadros, imágenes o pinturas que representan a las segundas; de esta manera
es que Wittgenstein llega a considerar el lenguaje como un mapa, una imagen o
un cuadro en el cual se ve reflejada la realidad.
También considera nuestro autor
que las proposiciones atómicas que no representan hechos atómicos carecen de
valor y por lo tanto no tienen ningún sentido; el conjunto y la combinación de
las proposiciones atómicas constituyen para este autor lo que se llama funciones
de verdad. Quizás una de las tesis más atrevidas que propone este autor es que
los límites de mi lenguaje significan los límites del mundo; esta tesis ha
hecho que muchos tilden a Wittgenstein de caer en un solipsismo lingüístico.
El Wittgenstein de la Untersuchungen propone como tarea para
la filosofía la de que ella debe ayudarnos a desenmascarar el embrujamiento en
que vive nuestra inteligencia; esta labor se logra mediante el análisis y la
crítica del lenguaje; esto se alcanza cuando este sea visto de manera clara y
cuando se renuncie a la intención de buscar en él una esencia o una estructura
que lo trascienda. Detrás del lenguaje no hay ni existe nada oculto que se
esconda en su trasfondo; esta es la razón por la cual la invitación de
Wittgenstein es no tanto a pensar el lenguaje sino a observar, ver y descubrir
cómo funciona.
El lenguaje funciona en sus usos,
estos pueden ser múltiples y variados; desde esta perspectiva este autor
infiere que no existe un lenguaje sino lenguajes y estos se conforman y
constituyen como formas de vida; lo que se designa con el término lenguaje
realmente surge de los juegos lingüísticos o juegos del lenguaje; un juego
lingüístico sirve para consolar, otro para mostrar o manifestar la indignación,
otro para mandar, designar o amonestar, de este modo puede inferirse que
existen muchos, variados y múltiples juegos lingüísticos; el lenguaje no
funciona pues desde una forma unidireccional.
Se puede decir que la mayor parte
de las interpretaciones sobre la propuesta wittgensteniana se fundan en los dos
momentos más importantes para la historia de la filosofía analítica; el primero
de éstos se centra en la noción de lenguaje ideal o búsqueda de un metalenguaje
y desde este analizar los lenguajes corrientes o el lenguaje natural; el
segundo momento se centra en el análisis de los lenguajes corrientes o juegos
del lenguaje; por esta razón en Wittgenstein se pueden encontrar los que se
podrían llamar los elementos analíticos en el pensamiento de Wittgenstein.
6. El problema del lenguaje en Heidegger.
6.1. Antecedentes históricos del problema
lingüístico.
¿Cuáles
son las concepciones sobre el lenguaje que existieron antes que esta? En primer
lugar hay que considerar la concepción mítico-mágica del lenguaje, que
considera la palabra y la cosa como conformación de un todo; así conociendo el
nombre de la cosa, se adquiere la fuerza para el conocimiento de la cosa;
concepción que se destaca en los albores de Grecia cuando se da la distinción
entre φισις y λογος, entre mundo y palabra, realidad y afirmación lingüística; sin
embargo en Heráclito el λεγειν, el λογος es lo que originariamente abre el
ser y el sentido.
En un
segundo momento, desde el Cratilo de
Platón y desde Aristóteles el lenguaje es considerado como sistema convencional
de signos que designa contenidos pensados antes y ello con miras al entendimiento
dentro de una comunidad. Desde aquí la palabra se refiere al concepto y el
lenguaje se refiere a la esencia de las cosas; la intención de alcanzar la
esencia inmutable e invariable de las cosas en el pensamiento, se hizo tanto
más necesario valorar y entender el lenguaje como perteneciente a este mundo
huidizo y mutable; con este giro el pensar puro, νοειν del νους, recibe la
primacía delante del λογος del
lenguaje (λεγειν).
En un
tercer momento es necesario nombrar la función anterior como función objetiva
de la significación; ella se coloca en primer plano pero a precio de
desaparecer la totalidad viva del acontecer del lenguaje en su función
originariamente creadora y reveladora de sentido; esta fue precisamente la
imagen del lenguaje que permeó toda la cultura occidental: predomina en el
Estoicismo, en la Escolástica, en el Realismo, en el Nominalismo y en la
discusión sobre los universales. El Racionalismo no logra superar la visión del
lenguaje como simple significación; además en la época moderna la teoría
lingüística de los signos se enlaza con la transformación del pensar, de ser a
la esencia, quedando así la palabra subordinada como signo a la esencia pura.
Para Kant
el juicio es la síntesis de una multiplicidad. Síntesis que es conducida y
posibilitada por principios apriorísticos de unidad. El hecho de que el juicio
sea síntesis de la multiplicidad, que se expresa lingüísticamente en la frase,
en ello Von Humboldt ve un acontecer lingüístico, donde en el concepto, se da
un contenido y una forma, siendo así trasladado a una categoría del
pensamiento, es decir, es insertado en un contexto lingüístico determinado al
que se refiere la totalidad del lenguaje y desde esa totalidad es entendido.
Por medio
de la hermenéutica de Schleiermacher se llega en Dilthey, y con este, a una
concepción del lenguaje trascendental hermenéutico. Este comprende la
intelección a partir de la totalidad de nuestro acontecer histórico
lingüístico, y muestra a este, como condición de la posibilidad de la
intelección histórica.
6.1.1. El lenguaje en el romanticismo alemán.
En el siglo XVIII y principios del
XIX se produce con Hamann, Herder y Von Humboldt una visión orgánica,
originaria y unitaria de la lengua
6.1.2. Johann Georg Hamann[5].
El lenguaje para Hamann no es otra
cosa que la razón. El lenguaje es el padre de la razón y de la revelación. En
él se realiza la revelación, la percepción y la intelección originaria. El
lenguaje es pura razón y a la vez crítica, es el órgano y el criterio de la
razón
Este pensador se puede ubicar
dentro de lo que se llama un pensamiento postilustrado. Él es el estandarte de
la mentalidad posilustrada. Dentro de este contexto, se destaca su crítica a
Kant, desde el hecho que este negaba la posibilidad de que la razón, en el
momento mismo de comprender, estuviera libre de presupuestos. Frente a esto,
Hamann elabora una tematización sobre el lenguaje, y este considerado como la
fuente común tanto de la razón como de la Revelación. En el lenguaje la razón y
la Revelación se hacen patentes, comprensibles y visibles. La historia, la
cultura y el patrimonio de las naciones son mediatizadas en términos
lingüísticos. La palabra recoge el modo como los hombres se refieren a la
realidad. La palabra es la fuente de la razón y del mundo, sin palabra no hay mundo,
ni hay razón. Para este pensador, no es posible justificar una razón
independiente de la palabra, es más, en su propuesta Hamann insiste en el hecho
de que en la medida en que la razón está determinada por circunstancias
histórico-culturales no se puede convertir en un punto estable de referencia.
Hamann considera que la poesía es
el origen del lenguaje, y que el arte es la base para instaurar una nueva
mitología. Con este proyecto, se hará un intento por restablecer una
experiencia relacional con los orígenes de la humanidad. Con esto se presenta
la posibilidad de una nueva mitología estética. Según esto, el arte ha de
realizar el papel que en otra época desarrollaron las tradiciones religiosas,
desde aquí el artista aparecerá como un redentor, un nuevo mesías. Este
fenómeno se ha llamado el papel mesiánico de los artistas. Dentro de este
contexto, Dionisos es considerado como el dios que ha de venir, el dios por
venir, que ha de restablecer la imagen resquebrajada del cristianismo cuando ha
caído en manos de la Ilustración y del Racionalismo. Dionisos es el dios que ha
de restablecer la imagen del mundo resquebrajada por el imperio de la razón.
6.1.3. Johann Gottfried Herder.
Herder
fundamenta el lenguaje en el sentimiento, en la experiencia inmediata que crea
para sí una expresión; a la vez realiza una crítica a Kant cuando este realiza
un retroceso trascendental hasta las condiciones previas de posibilidad del
conocimiento objetivo, y sin embargo no avanza hasta el lenguaje, Kant no ha
mostrado el acontecer del lenguaje como condición de conocimiento objetivo, no
ha ilustrado el origen y la esencia del lenguaje.
Herder es quien sistematiza y
quien prosigue con la propuesta de Hamann; él es quien organiza la gran
teorización sobre el problema del lenguaje propio de la Ilustración; sin
embargo toda la sistematización de Herder no alcanzaría a comprenderse
totalmente sino se tuviera en cuenta su constante referencia a Hamann.
Primero que todo Herder va a
polemizar con Condillac cuando ha reducido el hombre a un ser mecánico y con
ello lo remite a una dimensión animal; además va a polemizar con Rousseau quien
ha elevado el animal al nivel del hombre, defendiendo la hipótesis de un estado
de naturaleza y un lenguaje natural; frene a la primera propuesta Herder
sostendrá que el hecho de que en todas las civilizaciones se presentan en todos
los lenguajes sonidos prelingüísticos inarticulados y la articulación
lingüística, los que se muestran como alegorías de las voces de la naturaleza,
ello no significa que se dé algo así como un lenguaje de la naturaleza.
Frente a lo segundo Herder dirá
que entre el hombre y el animal no hay un salto cuantitativo ni una escala
continua sino un salto cualitativo; lo que va caracterizar al hombre es la
intención consciente o reflexión; justamente en esa intención consciente y
reflexión se arraiga el lenguaje.
Herder ha sostenido que el
lenguaje no es una invención de Dios para los hombres, sino que han sido los
hombres quienes han tenido que inventarse un lenguaje; justamente desde este
carácter inmanente del lenguaje, Herder, ha identificado el carácter racional
de la humanidad con el carácter lingüístico; en ese sentido ha sostenido que en
la lengua se depositan las etapas esenciales del desarrollo de la humanidad.
Herder va, por este lado, a
plantear la cuestión sobre la distinción de los mitos y la forma justa de
relacionarse con el mito; en el primer punto distingue entre mitologías
primigenias, arcaicas, y mitologías literarias y estéticas; sostiene que jamás
se pude adentrar en un mito de manera conceptual, académica o intelectual, solo
se puede adentrar dentro de un mito desde una viva sensibilidad para lo que el
hombre está vivo y es originario, irreductible a un tejido de conceptos y
abstracciones; de modo que nunca un vivo análisis conceptual por refinado que
sea podrá alcanzar a comprender lo que sea el mito en su esencia porque con
ello entran elementos prelingüísticos fantasiosos no elaborables jamás en
conceptos.
En los mitos encontramos las
primeras producciones lingüísticas de la humanidad; acercarse a los mitos
significa acercarse a las primeras producciones lingüísticas de la humanidad, esto
equivale a acercarse a los orígenes de la humanidad; de ahí que para Herder sea
una tarea primordial la de alcanzar una relación no erudita ni conceptual con
los mitos y con los orígenes de la humanidad, sino una actitud de simpatía
entre lo que en el mito sigue vivo y que de una u otra manera aún continúa
perviviendo en el hombre; además Herder va a insistir en el hecho de que en la
interpretación de un texto antiguo sea necesario comprender la época, la nación
y el estado en que fue escrito ya que es imposible pretender que dicho texto
sea comprensible de igual manera para todos; comprender un texto significa, por
lo tanto y ante todo, historizarlo, pero no relegarlo a lo arcaico y superado
sino para poder recoger en él el sentido peculiar que permanece inaccesible a
una razón que se pretenda metahistórica y universal (Ferraris 100).
Los modernos siempre quisieron
enfatizar la distancia temporal respecto a los antiguos y afirmar su
superioridad, Herder va a proponer, en su remisión al contexto y al mundo así
como al ambiente en que surgió la obra, una relación afectiva y efectiva,
intensa, originaria y primigenia con ella; lo importante en la remisión a un
mito no es tanto describir su significado sino explicitar la forma de fantasía,
de lógica, de pensamiento, en una palabra, de humanidad que el mito pone en
evidencia y que los diversos mitos patentizan en los diferentes pueblos
(Ferraris 100).
6.1.4. Karl Wilhelm Von Humboldt.
Von
Humboldt lucha por una comprensión de la unidad viva del lenguaje. Para él el
lenguaje es unidad en oposición al espíritu individual y objetivo, pues cada
uno habla su idioma, pero al mismo tiempo es introducido por el idioma en una
comunidad idiomática y con este hecho es introducido en el espíritu objetivo de
una configuración histórica y cultural de la humanidad. Para él el lenguaje es
unidad en oposición de sujeto y objeto
ya que nosotros no afrontamos una objetividad subsistente en sí misma y dada ya
previamente como algo completo y concluso en sí mismo. Al contrario descubrimos
el mundo no anteriormente al lenguaje, ni anteriormente al mundo descubrimos el
sentido del lenguaje, ya que los lenguajes no son un medio para exponer la
verdad ya conocida sino más bien para descubrir la anteriormente desconocida.
Von
Humboldt ofrece por primera vez en el lenguaje la totalidad de una visión del
mundo, y la objetividad se da por primera vez en esta totalidad transmitida
lingüísticamente; razón por la que el lenguaje debe ser entendido y considerado
en su totalidad.
Para este pensador el lenguaje no
es el esfuerzo voluntarista, intelectualista o conceptual que posee el hombre
sino que es una producción espontánea que produce el pensamiento y en el cual
se arraigan las formas históricas que produce la humanidad; de modo que en toda
lengua se da una forma interna, la que expresa la visión particular del mundo
que posee cada pueblo; de este modo la reflexión lingüística de Humboldt se
resuelve en una reflexión antropológica y en una reflexión histórica, siendo
estas las que permiten una campo privilegiado para acceder a la Weltanschauungen propias de cada pueblo;
de manera análoga y en concordancia con estas ideas, Humboldt va a distinguir
entre Nación y Estado; dando movilidad y desarrollo a la primera, quietud y
estaticidad a la segunda; sin embargo ni el Estado ni la Nación son capaces de
penetrar hasta el fondo de la vida histórica de un pueblo.
Para Humboldt el lenguaje no es un
medio para acceder a la verdad ya establecida sino para descubrir la verdad que
desde el inicio es desconocida; la lengua es un eco de la naturaleza común del
hombre (Ferraris 102); a través del lenguaje el hombre sale de su aislamiento
para entrar en contacto con la humanidad y con la historia.
Para Humboldt la lengua no es algo
estático y quieto sino que es algo que está en continuo movimiento, algo que
está en pleno desarrollo y en continuo progreso; la lengua no es algo que se
pueda estudiar como si fuese algo inerte, estático o muerto sino que es como un
gran organismo viviente; de ahí que para Humboldt el estudio gramatical de la
lengua no le hace justicia a lo que es la lengua; propone para ello un estudio
comparativo de la lengua, un estudio evolutivo, de la manera similar a como se
estudian los demás organismos naturales.
6.2. El lenguaje: existencia, poesía y camino en Heidegger.
Retomando
nuestro tema del giro lingüístico releído desde el marco de la filosofía del
lenguaje, es necesario que ahora dirijamos nuestra mirada ya no a la escuela
analítica sino a la continental y dentro de esta consideremos a sus dos grandes
últimos exponentes: Heidegger y Gadamer, siempre vistos desde sus propuestas
lingüísticas. Siguiendo un orden cronológico, en primer lugar, nos ocuparemos
del maestro Heidegger, después de su discípulo Gadamer.
La
propuesta filosófica sobre el lenguaje en Heidegger se puede leer desde los
tres grandes momentos que enuncia el título. Un primer momento hace referencia
al estudio que este autor realiza sobre el lenguaje en su primera obra de gran
impacto: Ser y tiempo, obra publicada
en 1926. El segundo momento hace referencia al extenso y profundo diálogo que
Heidegger realiza con Hölderlin a través de su poesía, este se realiza durante
los años treinta del siglo pasado. El tercer momento hace referencia a su obra De camino al habla, donde continúa
dialogando con los poetas, pero también donde elabora nuevas categorías
filosóficas para tratar el tema del lenguaje. Siguiendo este orden, esta
investigación se introducirá dentro del tema del lenguaje visto desde este
autor.
6.2.1. Lenguaje y existencia.
El
propósito inicial de Heidegger en Ser y
tiempo, como es bien sabido, es la clarificación descriptiva del ser en
general; pero para poder preguntarse por el problema del ser en general, se
hace necesario plantearse la cuestión acerca del ser que se pregunta por el ser en general, es decir, el hombre;
el que para este autor coincide con el ser-ahí. Esta es la razón por la cual la
pregunta por el sentido del ser, termina convirtiéndose en la pregunta por el
hombre.
El punto
de partida para este análisis sobre el hombre (ser-ahí) es la manera como él
vive en su cotidianidad, su manera de obrar y su manera cotidiana de
comprender. Justamente la palabra alemana Dasein
hace referencia al modo ordinario y cotidiano en que el hombre está-ahí en su
mundo y en medio de las cosas intramundanas, en medio de los instrumentos, en
medio de las cosas que comparecen en su presencia. La manera como el ser se
estructura es dinámica, emotiva, en continuo movimiento gracias al fenómeno de
la temporalidad. De ahí el nombre que nuestro autor adopta para su obra
principal: Ser y tiempo.
La
pretensión de Heidegger, en esta su primera obra significativa, es no tanto
definir el Dasein, ni buscar su
esencia, sino que lo que él pretende es describir el modo como él se configura,
trata de describir cómo es el Dasein.
Para
empezar efectivamente su análisis del Dasein,
Heidegger empieza colocando al ser-ahí dentro de un contexto estructurado,
cargado de sentido y de significación. Un horizonte de comprensión, es el marco
dentro del cual nuestro autor coloca al hombre, y a partir de ahí inicia su
análisis, con esto Heidegger intenta mirar al hombre en cuanto un ser abierto y
que es capaz de captar el mundo cargado de significaciones y de sentido.
Después de
esto, Heidegger, tratando de describir la posición del Dasein en un horizonte de significación y comprensión, llega a
definir los existenciarios, y estos entendidos como los modos a través de los
cuales el Dasein asume su posición en
el mundo. A partir de su situación en el mundo, el ser-ahí tiene una doble
posibilidad: comprenderse auténticamente o comprenderse inauténticamente.
De entre
los existenciarios, Heidegger destaca “el habla” (Rede), los estados de ánimo o el cómo me encuentro (Befindlichkeit) y la comprensión (Verständnis) o el entender (verstehen). Cuando nuestro autor analiza
los modos del habla en sus formas propias o impropias, también aborda el tema
del lenguaje; en este sentido el parágrafo 34 de Ser y tiempo lleva por título El
habla y el lenguaje. ¿De qué modo entiende Heidegger el habla?
El punto
de partida para el análisis heideggeriano sobre el habla es el estudio sobre el
ser-ahí situado en el mundo; este a su vez es entendido como un todo estructurado,
como una estructura en la cual se dan o se presentan una serie de remandos,
relaciones e interconexiones entre los diferentes elementos que componen el
mundo.
Dentro de
este contexto, Heidegger enfrenta la necesidad de clarificar dos conceptos que
habitualmente el ser-ahí encuentra en el mundo: el hablar y el decir. En este
sentido es necesario decir que el lenguaje es algo que está más allá, el
lenguaje es algo que sobrepasa al ser-ahí. Desde aquí, Heidegger intenta
colocar al lenguaje dentro de la estructura
comunicativa del hombre, desde su capacidad para comunicarse.
Heidegger coloca el habla en un
lugar existencial tan importante como lo es la afectividad, la situación, el
cómo me encuentro y la comprensión o el entender (verstehen). Desde esta perspectiva, se puede decir que el habla es
la articulación de algo. El habla además consiste en el hecho de que algo pueda
ser comprendido y entendido (Fabris 22-23).
Lo que Heidegger intenta poner en
evidencia es que dentro de todo este proceso se da o se hace presente una
articulación. Esta a su vez, se presenta
como el hecho de que la comprensión siempre se evidencia como la
inserción dentro de una estructura se significados; estos a su vez, envían,
interconectan, relacionan e implican a otros significados. Todo este proceso de
interconexiones, remandos y envíos se expresan a través del habla.
Todo lo que el ser-ahí puede
entender a partir de las múltiples conexiones adquieren sentido porque obtienen
la palabra. En otros términos se puede decir que los significados desembocan en
las palabras.
Aquí puede evidenciarse una
crítica de Heidegger contra la propuesta que considera que las palabras pueden
ser entendidas como entes, como cosas u objetos. Lo que Heidegger tiene en
mente con esta crítica es que las palabras no son ni entes, que subsisten por
sí mismos, ni tampoco son instrumentos que se puedan utilizar. Lo que las
palabras hacen es expresar y hacer un despliegue de comprensión. Toda
comprensión surge del ser-ahí que se sitúa en el mundo de manera emotiva y
afectiva.
Heidegger también pretende mostrar
aquí una nueva forma de pensar la definición aristotélica según la cual el
hombre es un animal racional. Según esta, el hombre es presentado como el ente
que habla, en términos de Heidegger esto significa que el hombre es el ser que
siempre habla y que en su hablar muestra o desvela la manera como está
articulado el mundo y la manera como él se sitúa emotivamente y afectivamente
en su mundo. También sostiene Heidegger que los griegos entendieron el lenguaje
como hablar, pues ellos no tenían una palabra para designar el lenguaje.
Nuestro autor hace una crítica al
hecho de que la reflexión filosófica de Occidente haya entendido el concepto
griego λογος en los términos de
enunciado y que toda la reflexión sobre el lenguaje se haya colocado en la vía
de esta reflexión sobre el enunciado, es decir, sobre el λογος. Más tarde la reflexión sobre el lenguaje se encuentra en la
gramática que buscó su fundamento en la lógica de este λογος; de esta manera, este concepto se encuentra, después de
muchos ires y venires, en una ontología de la presencia, de la simple presencia
o de lo presente; la lingüística retoma estas categorías heredándolas de la
reflexión filosófica de Occidente y resaltando por ello las categorías de la
significación, las que a su vez se asientan en el habla y esta entendida como
enunciado. Todo este proceso histórico descrito por Heidegger en el § 34 de Ser y tiempo tiene como finalidad la de
colocar el fenómeno del lenguaje en su momento o lugar más originario, y en
este sentido tratar de liberar la gramática respecto a la lógica pero desde una
comprensión previa positiva que entienda el habla como un fenómeno
fundamentalmente existencial.
Según lo anterior, el lenguaje se
debe comprender como horizonte de sentido y de comprensión, como apertura del
ser-ahí al mundo y a su realidad existencial y como el ámbito en el cual se
despliega su propio ser.
Heidegger, a partir de los años
treinta desarrollará esta nueva perspectiva anunciada en Ser y tiempo, así como someterá a discusión el modelo tradicional
histórico como ha sido tratado el tema del lenguaje desde la perspectiva
asertórica, de modo que este modelo queda subordinado a la estructura de la
interpretación, siendo esta la que define las condiciones que hacen posible lo
asertórico, así como el hecho de que este pueda aplicarse universalmente.
Para el modelo asertórico las
palabras son simplemente cosas dadas, son los instrumentos que hacen posible la
comunicación, pero ese modelo deja de lado el hecho de que aquellas sirven para
expresar la articulación que se presenta entre la situación, la comprensión y
la expresión. Este modelo asertórico, además reduce el ser al modelo de la sola
presencia y de la sola evidencia. Las consecuencias de todo este proceso del
modelo asertórico serán analizadas por Heidegger en el § 35 de Ser y tiempo, parágrafo dedicado al
fenómeno de la charla (Gerede).
La charla es el hablar por el
hablar, la charla articula el se dice, se comenta, se barrunta, se opina, este modo
de utilizar el habla es el que distingue a la cotidianidad media. La charla es
la ausencia total de contenidos. La charla es lo que se afirma una y otra vez,
y esto se hace por el temor a que quien charla no sea tomado en serio. La
charla es la ausencia total de comunicación.
La charla implica una inauténtica
comprensión del mundo y de sí mismo. El ser-ahí se comunica en la charla de
manera superficial, imprecisa e inauténtica. Este se oculta, disimula y
enmascara en la charla, así como tampoco se capta a sí mismo en ella.
Así, en este primer momento de la
reflexión heideggeriana sobre el lenguaje, el que aquí se ha denominado
lenguaje y existencia, momento que nuestro autor desarrolla en Ser y tiempo y en los cursos de los años
20, este desarrolla el tema del lenguaje desde los modos propios e impropios de
la comprensión, del situarse y del entendimiento propios del ser-ahí. Sin
embargo este autor no desarrolla en esta obra ni en los cursos de esta época el
tema del lenguaje entendido como revelación (Fabris 25).
6.2.2. Lenguaje y poesía.
Durante los años treinta del siglo
pasado, la reflexión heideggeriana se volcará sobre la cuestión acerca del
lenguaje entendido como revelación. Desde esta perspectiva recurrirá al tema de
la verdad en su sentido griego de αλητεια
y esta a su vez delineada en los términos de desvelamiento, lo que sale de su
ocultamiento, revelación de lo que está previamente oculto. Todo este panorama
es el que le sirve de fondo a Heidegger para hablar y dialogar con los poetas.
La poesía abre y desvela un mundo, este es el lugar donde se presentan las
relaciones de los hombres y los dioses.
Para esta época, el problema
central para Heidegger seguirá siendo el ser. Este problema lo llevará a
descubrir la importancia del lenguaje poético. Este, durante los años treinta,
tendrá como punto central una larga y profunda conversación con Hölderlin. A él
le dedicará varios cursos y conferencias. Según Heidegger, este poeta es el que
expresa de una manera más adecuada lo que las cosas son y el horizonte
comprensivo desde el cual aquellas se revelan. En la poesía es en donde de
manera más diáfana el lenguaje revela sus posibilidades y sus potencialidades.
De esta manera, la poesía manifiesta una forma diferente de concebir la
tradición filosófica Occidental.
Hölderlin es el poeta que mejor
sabe decir lo que las cosas son en su manifestación, pero por eso mismo es el
poeta que sabe expresar mejor el peligro y las dificultades propias e
inherentes a la palabra. Por esto mismo el poeta se encuentra siempre ante el
peligro del error en el decir. La poesía es el lenguaje de los lenguajes, ella
resuena con toda pureza en medio de los lenguajes.
El pensar verdadero se encuentra
ante la obligación de rechazar toda idea del lenguaje objetivante, metafísico y
cosificante. Lenguaje que concibe las palabras como si fueran cosas y el
enunciado como algo que concuerda con la cosa, así como la creencia en la
absoluta estructura legalista que determina el funcionamiento del mismo. Para
Heidegger la filosofía, desde el imperio de la metafísica en que ella ha caído,
ha quedado supeditada a este paradigma objetivante. El pensar verdadero debe
pensar la verdad del ser desde la palabra, en esto consiste su tarea y su proyecto.
Ser, que en su manifestación, es dinámico. Pensar que debe corresponder con
dicha dinamicidad. Esta es la razón por la cual tanto el pensamiento como la
poesía brotan ambas del ser y se extienden hasta la verdad del ser.
Pensar y poesía se convierten así
para Heidegger en dos tópicos cuya proximidad él trata de expresar y de
explicar. Un primer intento consiste en el hecho de recurrir a la metáfora y a
la invención de palabras nuevas. En otros momentos Heidegger, busca en la
poesía aquellos elementos que el pensamiento occidental ha olvidado o
malentendido. En este mismo sentido, Heidegger, hace coincidir el ejercicio del
pensar con el ejercicio hermenéutico. Todo esto lo aborda desde la filosofía no
desde la poesía.
Desde los años treinta, Heidegger
recurre a giros lingüísticos, metáforas y palabras prestadas de los poetas,
pues su intención es dejar a un lado el lenguaje objetivante y cosificante
propio de la metafísica, esta es la razón por la cual este pensador recurre a
poetas como Hölderlin, Rilke, Trakl, George, Benn. En ellos intenta encontrar
las palabras que le ayuden a comprender el ser en su manifestación y al ser-ahí
en actitud de la apertura correspondiente a dicha manifestación. Esta es la
razón por la cual, en este pensador se encuentran términos tales como:
mortales, divinos, dioses idos, dioses por venir, el soplo que consiste en la
voz del ser, y del ángel que hace de mensajero (Fabris 27). Estos conceptos,
que hacen parte de todo el acervo lingüístico heideggeriano solo se pueden comprender
desde esta fusión que realiza este pensador entre filosofía, pensar y poesía.
Es aquí donde está el horizonte desde el cual se puede comprender esta su
propuesta lingüística en su segundo momento.
El problema del ser, el intento
por pensarlo desde unas bases más originarias, es lo que en su segundo momento,
lleva a Heidegger a relacionar ser y lenguaje, lenguaje y poesía, poesía y
pensamiento. La finalidad de este pensador es estar a la altura de lo que
siempre debe pensar la filosofía, es decir, el problema del ser. Esta debe ser
la perspectiva y la pauta hermenéutica desde la cual se debe comprender la
tarea emprendida por Heidegger en este segundo momento de su reflexión
lingüística.
Sin embargo la tarea que todavía
le queda pendiente a nuestro pensador es la necesidad de pensar la relación que
se establece entre ser y lenguaje. Mostrar la manera como ser se manifiesta a
través del lenguaje. Esta relación aparecerá constantemente en los escritos de
los años 30, los que son de gran importancia para entender a este pensador y
los que tienen como hilo conductor, como ya se dijo, la relación entre el ser,
en su manifestación y este entendido como Ereignis
(evento), y el lenguaje.
6.2.3. Lenguaje y camino.
Siempre que se asume el tema del
lenguaje se corren dos riesgos: el primero es que surja el equívoco, el
malentendido, y en este sentido se termine diciendo algo más de lo que se
quiere decir. El segundo riesgo consiste en que para tratar el tema del
lenguaje, Heidegger asumió una actitud crítica contra todo lo que la tradición
había dicho sobre este tema. En este segundo sentido, como ya se ha dicho, el
mencionado autor, asumió de manera diferente el principio aristotélico que
define al hombre en los términos de animal racional, y más bien lo entiende como
animal dotado del habla y de la palabra (UzS
217)[6]. Según esta nueva
interpretación se podría entender que la palabra, el habla o el lenguaje fueron
un instrumento, un objeto o una cosa de la que el hombre pudo disponer; sin
embargo, y contra esta concepción objetivista e instrumentalista del lenguaje,
Heidegger va a proponer que el lenguaje es un don (UzS 173). Para poder defender esta concepción del lenguaje como
don, nuestro autor, recurre al hecho de que el lenguaje es algo que está
estructurado de manera previa; el lenguaje es un previo que ya está
configurado.
De modo que, cuando hablamos del
lenguaje, este se nos tuvo que haber dado previamente, este se nos tuvo que
haber donado de modo previo; cuando se pregunta al lenguaje o se pregunta sobre
el lenguaje, este ya está haciendo parte de aquello sobre lo que preguntamos y
aquello a lo que preguntamos. Así, cuando nos planteamos preguntas sobre el
lenguaje, lo hacemos moviéndonos en el ámbito del lenguaje (UzS 156-157). En este sentido nuestro
autor dice que cuando surge la cuestión sobre el habla está ya está hablando.
Cuando nos planteamos cuestiones sobre el lenguaje es porque ya estamos
situados en el interior del mismo, esta es la razón por la cual se hace tan
difícil tematizar la cuestión del lenguaje (UzS
157-158).
La cuestión acerca del lenguaje
había sido planteada desde distintas perspectivas: unos sostenían que hablar
consiste en expresar, manifestar y articular lo que interiormente es el hombre.
Otras teorías lingüísticas consideraban que el habla es el ejercicio de una
actividad que distingue y caracteriza al hombre. Otras teorías sostenían que el
habla consiste en configurar y formar algo que externamente o internamente
afecta al ser humano. Se podría decir que todas estas teorías consideran el
lenguaje como si este fuera un instrumento, un objeto o una cosa que está al
servicio del hombre.
Heidegger fundamentalmente va a
invertir los términos de la cuestión cuando sostiene que no es el hombre quien
habla, sino que quien propiamente habla es el lenguaje, en este sentido nuestro
autor va a realizar un juego de palabras en alemán y que suena así Die Sprache spricht y que se podría
traducir como El habla habla (UzS 229). Entendiendo correctamente el
juego de palabras se podría decir que el hombre habla porque previamente el
lenguaje se le ha ofrecido como don, el lenguaje se le ha dado previamente. El lenguaje
muestra su prioridad y su primacía cuando se trata de ponerse en relación con
el hombre e incluso cuando se desea hacer una investigación sobre él (UzS 229-230).
¿De qué modo habla el lenguaje? El
lenguaje habla mediante la palabra que se ha dicho y mediante la palabra
poética, que para Heidegger es el modo más puro del hablar del habla. La poesía
pone en práctica el estado más puro del habla. La poesía es el acto mediante el
cual se llama a la palabra para que esta asuma un compromiso con el ámbito de
lo que se puede decir. Por eso para nuestro autor es muy claro el hecho de que
lo que se puede decir lo dicen los poetas, ellos nombran lo que se puede
nombrar, ellos fundan lo que permanece (HD
137-138).
Lo propio del lenguaje es mostrar,
es decir, el lenguaje, al mostrar hace aparecer. En este sentido, Heidegger
retoma la interpretación en torno a Aristóteles y su tratado titulado περι ερμηνειας, sostiene Heidegger que:
“El texto de Aristóteles es el claro y sobrio decir que hace visible la
estructura clásica en la que el habla, en tanto que hablar, permanece cobijada.
Las letras muestran sonidos. Los sonidos muestran los padecimientos en el alma
y los padecimientos muestran las cosas que alcanza y consternan al alma” (UzS 220-221). Con esto, nuestro autor
intenta redescubrir aspectos del lenguaje que habían sido olvidados por la
tradición.
Desde la perspectiva enunciada
anteriormente, Heidegger, dice que lo más propio del signo es mostrar, y que
solo después de la época helenística, el signo se convierte en un instrumento
que designa, en este sentido dice que: “La relación entre el mostrar y lo por
él mostrado… se transforma más tarde en una relación convencional entre un
signo y un designado (UzS 221) y cuando
esto sucede es porque lo que ha cambiado es la esencia de la verdad entendida
como desvelamiento: “La alteración del signo de algo que muestra a algo que designa
reside en la mutación de la esencia de la verdad” (UzS 221), y con esta mutación de la esencia de la verdad y del
habla se da una mutación del ente, ya que este viene entendido desde entonces
como la sola presencia. Heidegger se va a preocupar por decir que cuando algo es
nombrado, ese algo hace su comparecencia y esta es entendida como cercanía; de
este modo, tanto el hombre como las cosas se encuentran y ambos se despliegan
en su esencia (Fabris 30). Sin embargo, con este hecho no sucede que la
distancia se elimine, sino que en el decir y en el nombrar se mantiene el juego
entre cercanía y alejamiento, el lugar donde acontece este juego entre cercanía
y lejanía es llamado por Heidegger el espacio de la diferencia.
El tema de la diferencia
ontológica ya había sido anunciado tempranamente por Heidegger en el año de
1927 en su texto Die Grundprobleme der
Phönomenologhie (GdP) (Problemas fundamentales de la fenomenología)
en la segunda parte, más explícitamente a partir de los parágrafos 19 al 22 y
muy especialmente en este último parágrafo mencionado. Tema que desde entonces
se habría de convertir en uno de los conceptos rectores del pensamiento
heideggeriano.
Lo que se alcanza a percibir en
dichos parágrafos es que la temporalidad hace posible la temporalización del
ser-ahí y en este proceso de temporalidad y temporalización es posible percibir
la diferencia que se presenta entre ser y ente: “La distinción entre ser y ente
es temporalizada en la temporalización de la temporalidad… la distinción entre
ser es preontológica, es decir, que aunque no tenemos un concepto explícito del
ser, ella se hace latente en la existencia del ser. En cuanto tal, ella se
puede transformar en diferencia explícitamente comprendida (GdP § 32).
Ya aquí, en el texto de 1927 Problemas fundamentales de la fenomenología,
se vislumbra lo que luego desarrollará en el texto de año 1959, De camino al habla, cuando sostiene que
lo más propio del habla es hablar, que somos hablados por el habla. Este
fenómeno acontece porque existe un previo que, en su condición de preliminar,
favorece nuestra capacidad para nombrar, designar, explicitar, etc., previo que
se configura como categoría lingüística. En este sentido Fabris dice que: “el
hablar del hombre no tiene su fundamento en sí mismo, sino que remite siempre
al horizonte de sentido de un lenguaje que está abierto, donado” (GdP § 30).
El hombre habla un lenguaje, este
está dado previamente para que aquel pueda desplegarse de modo efectivo; si el
lenguaje es un previo que está dado como un horizonte, el hombre está llamado a
la escucha de aquel previo para que de esta manera se pueda presentar el
fenómeno del habla. Esta es la razón por la cual tanto el habla y el lenguaje
son tan importantes como la escucha; de modo que lenguaje, habla y escucha son
conceptos de vital importancia en la reflexión heideggeriana sobre el lenguaje.
La diferencia propiamente dicha radica en el hecho de que existe una cierta “prioridad
del lenguaje en cuanto decir originario (Sage)
respecto a la palabra dicha” (Fabris 31), desde esta perspectiva la escucha se
hace más importante que el interrogar, este cobra su sentido más originario en
aquella. Todas las preguntas que se pueden realizar sobre el lenguaje parten de
la condición de que aquello hacia lo cual se dirige la pregunta ha hablado ya
previamente.
El lenguaje se revela a partir del
habla, y esta a su vez, trata de revelar las cosas, las revela en lo que ellas
son; de modo que el habla es quien acerca las cosas, las hace próximas,
cercanas y las avecina. La diferencia esencial que se hace presente aquí es que
hay que distinguir varios niveles: el lenguaje, la escucha, el habla y por lo
tanto la cosa nombrada; ahora, para que todo esto suceda es necesario que el
hombre habite en el lenguaje, el hombre more, haga su morada en el lenguaje;
justamente en este proceso de morar el lenguaje, Heidegger introduce el
concepto de experiencia (UzS 150ss).
Tener o hacer experiencia con el
lenguaje se refiere al hecho de que toda experiencia transforma y trastorna a
quien la hace o la tiene. Esto implica que en toda experiencia con el lenguaje
el ser humano está llamado a acoger y a adecuarse a aquello que lo afecta. El
lenguaje apela, cuestiona e interroga y la respuesta a este apelo y
cuestionamiento es corresponder a él. La experiencia indica el proceso que se
realiza a través de un viaje y de un camino para alcanzar un dominio,
simplemente que este dominio que alcanzamos a través del viaje hace referencia
al lenguaje, que es el ámbito en el cual ya previamente se encuentra el hombre.
Todo esto implica una transformación del ser del hombre (UdH 263)[7].
Con esto Heidegger pretende
mostrar la importancia ontológica que tiene el lenguaje, es decir, la relación
que se puede establecer entre ser y lenguaje; en este sentido se hace explicita
la afirmación heideggeriana de que “el lenguaje es la casa del ser”, afirmación
que aparece en la Carta sobre humanismo
del año 1946 (UdH 274).
¿Qué significa o qué quiere decir
el hecho de que el lenguaje sea la casa del ser? Que se puede establecer una
relación entre el ser y el lenguaje, y esta relación se puede entender en un
doble sentido: primero que todo se puede decir que la palabra sostiene y
mantiene la cosa en su ser. La palabra es aquello que porta y conserva la cosa
como cosa, en este sentido Heidegger, en UzS,
repite las palabras de Estefan George según las cuales “nada es donde falta la
palabra” (UzS 150); también Heidegger
sostiene que “la palabra se declara al poeta como lo que mantiene y sostiene
una cosa en su ser” (UzS 151ss).
En segundo lugar se puede decir
que el lenguaje se participa a sí mismo en la medida en que es hablado, la
esencia del lenguaje se hace presente en la palabra dicha. El lenguaje se hace
presente en su ser en la medida en que es hablado. Básicamente lo que se acaba
de decir es lo que viene expresado en la frase lapidaria de Heidegger según la
cual “la esencia del habla: el habla de la esencia” (UzS 158, 179). Según esta frase, el lenguaje pertenece a la
esencia; también según esta frase se puede decir que la esencia misma se
expresa de manera lingüística. El lenguaje se concretiza a partir de la palabra
y esta a su vez manifiesta el ser de las cosas. El habla es el medio a partir
del cual se configura este proceso. El habla es el medio a través del cual se
ejecuta el lenguaje. El lenguaje es el Decir originario que posibilita el
mostramiento de algo. La palabra se muestra en todo su carácter a partir del
lenguaje.
Según Heidegger la palabra tiene
como características fundamentales el mostrar y el mostrarse; de esta manera es
como la palabra se vincula con la esencia. También sostiene que: Todo decir es
un mostrar; este mostrar del decir se hace latente en Todo lo que nos habla, en
lo hablado, en el acuerdo, en lo sugerido pero inhablado, en lo que nos hablan
a nosotros, en lo que desaparece en su ausencia y en nuestro propio hablar, en
todo ello el decir es mostrar . También Heidegger se preocupa por el Decir que
aparece en el claro, en la luz y su brillo como algo que muestra, hace presente
lo presente en cuanto lo libera a su presencia y lo ausente en cuanto lo lleva
a su ausencia (UzS 232).
Lo más propio de la palabra es que
ella muestra y ella se muestra, ella se manifiesta en cuanto revela y desvela.
La lengua, el habla y la palabra no pueden ser entendidas ni como entes, ni
como instrumentos, ni como objetos. La palabra se da, la palabra se manifiesta,
la palabra es aquello que da, la palabra da ser, así Heidegger coloca la
reflexión sobre el lenguaje en la relación de este con el ser, la relación
entre palabra y esencia.
Heidegger durante los años treinta
intenta reflexionar sobre el ser pero pensándolo no como algo fijo y estable
sino como algo dinámico, esta es la razón por la cual este autor intenta
repensar el ser desde una nueva base conceptual en la que sobresalen palabras
como don y esencia. En este sentido es necesario precisar que cuando nuestro
autor rechaza las concepciones objetivantes, ónticas e instrumentales del
lenguaje está tratando de comprender el ser desde su base dinámica y
ontológica. Dicha comprensión del ser lo entiende como algo dinámico que
desvela, y como un movimiento de apropiación, es decir, trata de llegar a algo
hasta el punto en el cual se encuentra en su propiedad. Este acto de
apropiación-expropiación es nombrado por Heidegger con el nombre de Ereignis.
¿Qué significado tiene este
concepto, qué es lo que Heidegger quiere decir con él? Lo que está implícito en
el concepto de apropiación es que el ser es algo que hace parte de un horizonte
de comprensión ya siempre desoculto y del cual se puede perfilar un carácter de
apropiación y de compromiso. Ereignis
es la acción que conduce, lleva o porta algo al lugar que le es más propio y
desde el cual revela su propia identidad. De esta manera, todo lo que es de
alguna manera accede al ser y permanece en él.
El lenguaje al no ser un ente, ni
una cosa, ni un instrumento se comporta de manera dinámica en la medida en que
su función es mostrar y manifestar y de esa manera mantiene a los entes en el
ámbito del ser. Este es el sentido de las palabras de George que Heidegger cita
en UzS “ninguna cosa sea donde falta
la palabra” (198ss).
Lo más propio del ser es dejar
ser, además es un don y un mostrar; esta dinámica del dejar ser, del ser como
don y del ser como mostrar es lo que constituye la dinámica del Ereignis. Este recoge en sí, este
unifica todas las formas del donar, del mostrar y del dejar ser, todo esto
acontece dentro del lenguaje y del habla. El Ereignis se muestra de modo más
propio en el decir originario. En este sentido se puede decir que “Lo más
removedor en el Mostrar del Decir es el hacer-propio (Ereignen) (UzS 233).
6.2.4. Conclusión.
A lo largo de este pequeño estudio
sobre la manera como Heidegger concibe el lenguaje se ha podido observar cómo
nuestro autor desarrolla una teoría sobre el lenguaje que resulta extraña y
ajena a la manera como la tradición ha estudiado dicho tema.
Se ha visto como para Heidegger
las palabras son señales que indican un camino. Para quien transite por el
camino debe prestar atención a las señales porque eso es lo que enriquece su
caminar. Pensar es prestar atención a dichas señales, pues estas conducen al
ser, siendo este a su vez diferente del ente. La función del lenguaje es tratar
de expresar dicha experiencia por medio de la palabra. Heidegger reconoce que
las señales poéticas, metafóricas y simbólicas son las que más ayudan a
expresar lo que es el ser en cuanto tal.
7. Gadamer: lenguaje y hermenéutica.
7.1. Verdad y Método.
Como es
bien sabido, Gadamer ha sido alumno de Heidegger, durante los cursos y
seminarios que este impartiera durante los años 20 en Friburgo y en Marburgo.
Desde esta perspectiva es posible rastrear la relación que se establece entre
ambos pensadores. Relación que Habermas ha denominado con el término
urbanización. Dando a entender con ello que Gadamer solo ha tenido un interés
por su maestro desde la perspectiva de la relación que Heidegger entablara con
la tradición.
La
pretensión de Gadamer al relacionar a su maestro con la tradición es la de
filtrar los elementos heideggerianos mediante los elementos de la tradición
filosófica. Su intención ha sido comparar lo elaborado por Heidegger con lo
pensado en la tradición. En este sentido es posible aseverar que mientras que
Heidegger creía que la tradición se había interrumpido, Gadamer cree que es
posible colocar a Heidegger a dialogar con la tradición, con esto Gadamer ha
podido reconocer que la filosofía aún tiene mucho para decir y para pensar en
la época contemporánea.
Verdad y método ha sido la obra en la que es posible rastrear los
elementos sobre el tema del lenguaje propuestos por Gadamer, pero también es la
obra en la que se puede hacer un estudio más detallado sobre el mismo tema y su
relación con la hermenéutica. Esta obra
además de desarrollar una teoría del acto interpretativo y comprensivo, es
además todo un tratado de filosofía. En este sentido se puede decir que Gadamer
se preocupa por trabajar filosóficamente en él algunos temas que hunden sus
raíces en la tradición filosófica. Desde esta perspectiva, en dicha obra hacen
su comparecencia temas tales como: la verdad, el arte, el lenguaje, la
historia, el método, la tradición humanística, etc., todo esto es desarrollado
desde una teoría de la comprensión y de la interpretación; en este proceso
investigativo tanto el acto interpretativo puesto en acción, como el método
tienen un papel preponderante. Esta última idea es la que hace posible que la
hermenéutica sea considerada tanto como una teoría como una praxis.
Lo primero
que hace Gadamer en su obra es afrontar de modo polémico los dos conceptos que
se anuncian en el título de la misma. Pues por un lado, y desde la perspectiva
científica, la verdad ha sido entendida como aseveración sobre un estado de
cosas, y el método ha sido entendido como algo que una vez establecido, probado
y ejecutado conduce al puerto seguro de la verdad. Esta polémica la asume
nuestro autor desde la relación que se establece entre la verdad y la
comprensión. Con todo ello, Gadamer, procura tanto para la verdad
filosóficamente entendida, como para la filosofía misma un espacio autónomo que
le confiere el rol de un saber diferente al científico.
En este
proyecto emprendido por Gadamer, Aristóteles y su texto a Nicómaco juegan un
papel central, pues esta obra es la que le permitirá elaborar desde la
filosofía griega el concepto de praxis, ya no tanto entendido como poiesis o
como techné, es decir, como práctica productiva encaminada a un fin determinado
según unas leyes causales y dominadas por expertos competentes. Lo que Gadamer
perfila es que la praxis se encamina al hecho de saber hacer las cosas, al
contexto dentro del cual se saben hacer y esto implica ya una cierta idea sobre
lo que es el acto interpretativo. Además la praxis se conecta con el mundo de
lo social y lo comunitario. En este sentido, Gadamer descubre que se presenta
una reciprocidad entre el acto de comprender, lo que se va comprendiendo y lo
ya comprendido, estableciendo entre ellos una circularidad en términos de
precomprensión-comprensión, prejuicio-juicio. Proceso en el cual no hay reglas
o leyes que se sigan mecánicamente, como en el caso del método científico.
Proceso en el cual se da o se presenta un acrecentamiento del horizonte de
comprensión. La praxis también implica el hecho de que el ser humano no
solamente crea o inventa proyectos a su antojo sino que ha de contar con los
demás hombres para ejecutar acciones que interesan a la comunidad.
Lo que
Gadamer ha logrado en su obra es alcanzar la autonomía del ámbito filosófico
desde la relación que se puede establecer entre verdad e interpretación, y
también ha podido ir más allá de la separación entre el ámbito teórico y el
práctico, esto lo logra gracias a la hermenéutica. Se presenta así una acción
recíproca entre pensamiento y acción. Según lo anterior, la interpretación debe
ser aplicada y debe resaltarse en el ámbito de la actividad práctica; esta a su
vez se enriquece desde una actividad comprensiva, así como aumenta la capacidad
comprensiva del agente que actúa. Esta es la razón por la cual, la filosofía,
desde el ámbito de la hermenéutica puede configurarse como un saber orientado a
la acción.
Verdad y método es una obra que trata de dar su aporte a la polémica
suscitada desde la época moderna, y según la cual, la ciencia, su método y su
noción de verdad quieren tener un alcance universal; contra esto, Gadamer
intenta mostrar que la verdad tiene un alcance que desborda el método científico
y que por lo tanto también se presenta en el ámbito del arte, de la historia,
de la filosofía, de la literatura, etc., todas estos campos del saber han
puesto en evidencia que la verdad desborda el ámbito de la ciencia, de la
verificación científica y de los mecanismos de control que esta quiere imponer.
7.2. Arte, historia y lenguaje.
Estos tres
elementos enunciados corresponden a los tres grandes ejes articuladores que
conforman la obra principal de Gadamer, pero una reflexión sobre cada uno de ellos
implica una conexión íntima y estrecha con los demás.
Respecto
al tema del arte que desarrolla Gadamer en su obra, se puede notar el influjo
que sobre este tuviera su maestro Heidegger y sobre todo especialmente lo
referente a su obra El Origen de la obra de arte, de la cual, el alumno ha
realizado una edición con un prólogo que lleva por título La verdad de la obra
de arte y que ahora aparece en la obra de Gadamer titulada Los caminos de
Heidegger.
En dicha
reflexión sobre el arte, Gadamer se esfuerza por mostrar cómo la noción de
verdad inherente a la experiencia estética desborda el ámbito de la adecuación
y de la correspondencia; con esto, este autor, centra su atención en la noción
de verdad entendiéndola como desocultamiento y desvelamiento. Gadamer, para
elaborar su teoría sobre la experiencia estética, recurre a la noción de juego
(Spiel).
¿Cómo
entiende Gadamer el juego? Primero que todo hay que decir que el juego no es
algo que escapa a toda ley causal y de esta manera se aleja de todo el ámbito
en el que es necesario responder a un por qué. Tampoco entiende el juego como
una multiplicidad de ámbitos estructurados por unas reglas y que corresponden a
formas de vida. Si en el primer caso ubicamos a Heidegger, en el segundo a
Wittgenstein. Por el contrario Gadamer reclama para sí otra noción de juego.
Para este autor, el juego es algo que tiene una estructura propia, y que en la
medida en que es jugado precede a la conciencia de los jugadores; él puede ser
repetible y representable como una unidad de sentido. También es claro para
nuestro autor que no es el hombre quien juega sino que es el propio juego el
que juega jugando a los jugadores y haciéndose él mismo sujeto de todo este
proceso. Mientras que para Wittgenstein, el juego tiene que ver con el
lenguaje, para Gadamer, el juego tiene que ver con la obra de arte y el modo
como ella accede en lo por ella representado. Gadamer circunscribe el juego dentro
del campo de la hermenéutica y de la interpretación. Entre estos ubica al
lenguaje y este entendido como un ser, que desde el diálogo con la tradición,
se ubica en un contexto histórico determinado; esto hace que el ser humano se
experimente a sí mismo como un ser finito e inmerso en un flujo histórico que
lo determina. También considera nuestro autor que el hecho de que el hombre se
sitúe en la tradición puede, con su pensamiento y con su acción, transformar la
historia y llevarla a cumplimiento. En este sentido, Gadamer habla de la
conciencia histórica como aquel rasgo humano que hace que el hombre viva
plenamente su condición histórica y desde ahí articule la comprensión que tiene
de ella.
¿Qué
significa comprender? La comprensión es el diálogo que el hombre puede
establecer con la tradición, con el objeto o con el tema que roba su interés;
diálogo que está estructurado sobre la lógica de la pregunta y de la respuesta.
Todo esto hace que el ser humano asuma su propia condición y su situación.
Básicamente lo que hace que el hombre pueda comprender y comprendiendo se haga
consciente de su situación es la lógica de la pregunta y de la respuesta, en
este sentido se puede decir que:
Al principio se presenta la pregunta que la tradición nos plantea, al
vernos directamente apelados por la palabra del pasado. El dato histórico –ya
sea un documento, un texto o una obra del pasado- se vuelve a nosotros
poniéndonos en situación de apertura. Por nuestra parte, para responder a
aquello que nos interpela desde el pasado debemos comenzar por interrogar. Pero
en esta nuestra interrogación trascendemos el horizonte histórico que nos
propone el pasado, lo ponemos en cuestión, del mismo modo que hacemos con
aquellas palabras provenientes de la tradición… con las que interrogamos. De
este modo se constituye otro horizonte histórico más comprensivo, en el cual se
inserta nuestro propio preguntar, que, a su vez, está precisamente determinado
de manera histórica (Fabris 42).
De esta
manera tanto el horizonte en el cual nos situamos, como aquel que interrogamos
terminan siendo transformados y enriquecidos, el ser humano es quien hace
posible que tal transformación y enriquecimiento de los horizontes conceptuales
se haga efectivo (WM I 566)[8].
7.3. La propuesta lingüística de Gadamer.
Hasta lo
que aquí se ha estudiado sobre el lenguaje, han quedado perfiladas las dos
grandes tendencias que determinan el desarrollo histórico del mismo, estas son:
por un lado la concepción del lenguaje entendido como instrumento, objeto y
ente, por otro lado se encuentra la concepción del lenguaje que lo considera
como medio de comunicación que posibilita el ser, el pensar y el quehacer del
hombre, en este sentido sostiene Gadamer que:
El lenguaje no es un medio más que la conciencia utiliza para
comunicarse con el mundo. No es un tercer instrumento al lado del signo y la
herramienta que pertenecen también a la definición esencial del hombre. El
lenguaje no es un medio ni una herramienta… El conocimiento de nosotros mismos
y del mundo implica siempre el lenguaje, el nuestro propio. Crecemos, vamos
conociendo el mundo, vamos conociendo a las personas y en definitiva a nosotros
mismos a medida que aprendemos a hablar (WM
II 147-148).
La
reflexión gadameriana sobre el lenguaje se ubica en esta segunda línea acabada
de enunciar. En esta línea de pensamiento, considera nuestro autor, que el
lenguaje es el medio universal a través del cual se realiza la comprensión (WM
II 151 181).
El ser
humano no utiliza las palabras como si estas fueran herramientas o
instrumentos. El ser humano se sitúa en medio del lenguaje y a partir de ahí el
lenguaje desoculta previamente, dice Gadamer que “La verdad es que estamos tan
íntimamente insertos en el lenguaje como en el mundo” (WM II 148), también dice
que: “En todo nuestro pensar y conocer, estamos ya desde siempre sostenidos por
la interpretación lingüística del mundo” (WM II 149).
Este
carácter universal del lenguaje, Gadamer lo va a defender desde varias tesis, a
saber: primero que todo, nuestro autor sostiene que la tradición viene
mediatizada como un hecho lingüístico; esto quiere decir que la tradición se hace
patente solamente como un hecho lingüístico; tradición que se puede transmitir
ya sea como palabra o como texto escrito. Este fenómeno lingüístico de la
tradición es el que permite que esta se convierta tanto en objeto de
interpretación como de comprensión. Solo comprendemos cuando nos apropiamos de
lo que se ha dicho. Esto una vez apropiado solo se puede explicar mediante el
uso de la palabra.
Este
fenómeno de la apropiación de la tradición que realiza el intérprete y el hecho
de explicarla significa que quien interpreta, comprende y explica pertenece al
mismo flujo de la tradición. Así pues para Gadamer el hecho de que nos
apropiemos de la tradición, la interpretemos, la comprendamos y la expliquemos
solo puede darse porque por medio está el lenguaje como trasfondo.
Para
Gadamer es claro que quien interpreta, comprende, se apropia y explica la
tradición hace parte, está involucrado en aquello que intenta comprender. Es
más, tiene la posibilidad de abrir y desplegar nuevos horizontes de comprensión
dentro del flujo histórico. Este fenómeno solo puede ocurrir porque de por
medio y como trasfondo está el uso de la palabra (Fabris 43); en este sentido afirma
Fabris que “solo gracias al fuerte vínculo establecido entre pensamiento y
lenguaje le es posible al hombre insertarse en el curso de la tradición y,
sobre todo, prolongarla y llevarla a cumplimiento (43).
No solo es
lingüístico el proceso de comprensión, interpretación y explicación de la
tradición. También es lingüístico el proceso de pregunta y respuesta mediante
el cual interpelamos y nos apropiamos de la tradición. Dentro de todo este
proceso Gadamer insistirá en que entre intérprete y tradición se establece un
tercer elemento, este consiste en el horizonte conceptual, siendo este a su vez
también un hecho lingüístico. Esto quiere decir que para que la comprensión sea
un hecho efectivo, es necesario que el horizonte lingüístico, el tertium que se establece entre tradición
e intérprete venga mediatizado a partir de caracteres lingüísticos. En este
sentido puede decirse que el lenguaje ejerce, mediante el horizonte de
comprensión, el papel mediador a través del cual se patentiza la tradición. El
lenguaje se configura así como el gran medio que posibilita el diálogo con la
tradición.
Este
tercer elemento llamado horizonte de comprensión surge de la fusión de dos
horizontes: el de quien comprende y el de lo comprendido; en este sentido, el
intérprete se sitúa ya dentro de un flujo en el cual siempre ha estado, este
flujo es de carácter lingüístico y compromete tanto a uno como al otro. Solo en
la medida en que el intérprete y lo interpretado se colocan en un mismo
horizonte, fusionándose mutuamente se puede entablar un diálogo y una
conversación entre ambos.
El hecho
de que tanto el que comprende como lo comprendido hacen parte del carácter de
mediación del lenguaje, implica además que quien comprender entiende lo
comprendido en el lenguaje. Cada comprensión se realiza en sí misma mediante el
lenguaje, en este sentido puede decirse que el lenguaje es el medio que
posibilita la comprensión.
Este
carácter del lenguaje entendido como el gran mediador, así como el carácter
relacional del mismo es lo que le
permite a Gadamer llegar a la gran conclusión de que el ser que puede ser
comprendido es lenguaje (WM I 567). Básicamente,
lo que hace Gadamer es remitir el carácter de mediación y el carácter
relacional del lenguaje a la esfera ontológica.
Según lo
anteriormente expresado, la última parte de Verdad y método está dedicada a lo
que se puede llamar una ontología hermenéutica (WM I 526); el lenguaje es presentado en esta parte de la
investigación gadameriana como el medio que hace posible nuestra comprensión
del mundo: “El lenguaje es aquello que hacer surgir, articula y expresa la
verdad del mundo” (Fabris 44). El mundo se propone a través del lenguaje para
que sea comprendido; el lenguaje es el medio que, desde siempre, hace patente
la relación del hombre con el mundo; esta es la razón por la cual Gadamer llega
a afirmar que quien posee el lenguaje posee el mundo (WM I 531-532). En este sentido, Gadamer, llega a afirmar que “El
que tiene lenguaje tiene el mundo” (WM
I 543).
Mientras
que en la ciencia, todavía se sigue presentando, con cierta relevancia, la
dicotomía entre sujeto y objeto, en la hermenéutica no es posible presentar la
objetivación del lenguaje. Todo lo contario, la ontología hermenéutica dice que
no es posible afirmar ni sostener una escisión entre ser y lenguaje, ser y
pensar. Es más, la ontología hermenéutica sostiene que la única manera como
puede plantearse, elaborarse y expresarse la experiencia que se da entre sujeto
y objeto es una cuestión lingüística. El lenguaje es el que saca a la luz la
experiencia que se presenta entre un sujeto y un objeto.
Hegel
había hablado de la proposición especulativa, según esta, la proposición
realiza una escisión entre sujeto y predicado, pero también es además un
proceso especulativo que manifiesta el carácter finito del sentido y de la
comprensión. Gadamer, tratando de explicar este fenómeno de la proposición especulativa
dice que en ella se realiza la unidad del concepto, y que en la medida en que
es hablada y comprendida se realiza y se efectúa el sentido. En la realización
del acontecimiento lingüístico, en el habla y en la comprensión se realiza el
sentido; este viene puesto de manera finita y puntual pero en las posibilidades
en que pueda ser comprendido manifiesta un carácter infinito.
¿Cuándo se
pone de manifiesto el carácter infinito de la interpretación? Cuando alguien
dice que me entiende es porque lo que le he dicho se relaciona con el trasfondo
infinito de lo no dicho; y esto que se entiende de lo que he dicho puede ser
tematizado posteriormente, de manera que cuando hablo lo hago de modo
especulativo no tanto mostrando un ente sino que expreso mi relación con el ser
en su totalidad.
Lo
anteriormente dicho se pone de manifiesto cuando en el ejercicio de la poesía
se hace imposible vaciar todo el contenido de lo dicho en una frase o juicio
asertivo. La poesía siempre va a poner de manifiesto la relación del hombre con
el mundo y con las cosas, relación que siempre es activa y dinámica. La poesía
pone de manifiesto la relación del hombre con las cosas. Con esto se hace
palpable que la proposición poética es especulativa y esto quiere decir que
ella expresa una cantidad infinita de posibilidades. La proposición
especulativa mundea mundo.
Según lo
anteriormente expuesto, Gadamer sostiene que el lenguaje es el punto de
encuentro en el cual se reúnen el yo y el mundo. En el lenguaje aparecen de
modo originario el yo y el mundo, tanto desde la perspectiva hermenéutica como
la poética o bien desde la dialógica. Estos elementos además muestran el
carácter especulativo del lenguaje, este a su vez, se preocupa no tanto por
fijar un sentido determinado sino por anunciar un todo de sentido. Con este
ejercicio la cosa misma viene y accede al ser. Hacemos la cosa misma a través
de este ejercicio lingüístico. Con esto Gadamer intenta asociar el sentido del
lenguaje con una estructura universal ontológica y que él asocia con la
comprensión (WM I 567).
La
relación entre el ser y el lenguaje tiene sentido porque puede ser expresada,
puede ser autorrepresentada por medio del lenguaje. Este se presenta como el
gran mediador universal que hace posible la comprensión. Con esto, se pone de
manifiesto el carácter finito de la comprensión y a la vez su carácter
infinito, pues el hombre interpreta desde su propia finitud, pero lo trasmitido
viene dicho desde un trasfondo infinito de posibilidades que jamás se puede
agotar; de modo que cuando alguien dice que ha entendido es porque del
trasfondo infinito de lo que ha podido comprender ha entendido una posible
posibilidad de lo por entender: “la universalidad de la hermenéutica, mediada
lingüísticamente, se convierte de este modo en el hilo conductor que lleva a la
comprensión de esa finitud del hombre, el cual encuentra en la tradición tanto
la condición del propio delimitarse como el estímulo para un constante
sobrepasamiento” (Fabris 46).
8. Jürgen Habermas.
8.1. Introducción.
Habermas
sintetiza o fusiona varias corrientes: la fenomenología, la hermenéutica y el
psicoanálisis. Además propone una nueva teoría de la sociedad.
Es
considerado uno de los filósofos más importantes del siglo XX. En él se
fusionan varios horizontes conceptuales tales como el psicoanálisis, la
fenomenología, la hermenéutica y la lingüística. Propone además, una teoría de
la sociedad que tiene sus fundamentos en la relación entre la filosofía y en la
política, dicha teoría lo lleva a reflexionar sobre el tema de la racionalidad
y a proponer un nuevo discurso racional que sirve de base para establecer un
diálogo entre las más variadas disciplinas. Además de todo esto se desprende un
nuevo concepto de sociedad en la que se replantea el quehacer ético, político y
el ejercicio del derecho.
Habermas,
además desde muy temprana edad entra en contacto con los teóricos de la escuela
de Frankfort, fue asistente de Teodoro Adorno y de allí entró en contacto con
el marxismo y el sicoanálisis, dos tendencias que marcarían y determinarían su
quehacer filosófico.
8.2. Antecedentes filosóficos.
8.2.1. La escuela de Frankfort.
La obra de Jürgen Habermas está influenciada y
precedida por el quehacer filosófico y académico de la escuela de Frankfort. En
este sentido se puede decir que los primeros representantes de esta escuela
orientarán su quehacer filosófico. Esta es la razón por la cual se puede decir
que Habermas reelabora y recrea la labor realizada al interior de la teoría
crítica.
¿Cuál es
el objetivo de la teoría crítica? En el fondo esta escuela intentaba realizar
un vínculo entre la crítica social y la investigación científica. Desde este
vínculo los teóricos de la teoría crítica intentaban además rehabilitar una
praxis de orden marxista, con esto se buscaba que el conocimiento de una
determinada situación llevara en germen, dentro de sí, su propia dirección
emancipadora. Para alcanzar este objetivo, los representantes de la teoría
crítica dirigieron su mirada hacia la propuesta antropológica del marxismo y la
relacionaron con las intuiciones de Freud, de esto surgió como efecto, el hecho
de que ellos empezaron a considerar que la situaciones sociales eran patologías
y que la forma terapéutica para tratar dichas enfermedades es el saber social.
Los
pensadores de la escuela de Frankfort investigaron las condiciones sociales que
determinaron al materialismo, y este entendido como teoría científica, así como
las determinaciones histórico-económicas inherentes a la misma, ellos trataron
de evidenciar las contradicciones inherentes a este acontecimiento.
Tanto
Horkheimer como Adorno en su famosa obra Dialéctica de la Ilustración,
intentaron mostrar cómo el proyecto que había propuesto la Ilustración,
proyecto que consistía en que el hombre poco a poco se iría emancipando y
liberando, dicho proyecto termina generando estructuras, sistemas y regímenes
opresivos y totalitaristas. Esto quedaba evidenciado a partir de fenómenos
tales como la sociedad de consumo y las sociedades de mercado que para la época
de la postguerra se presentaban como fenómenos de dominación. Tanto Horkheimer
como Adorno consideraban que este fenómeno es algo inherente a la dialéctica
misma instaurada y propugnada por la época moderna desde la Ilustración.
Horkheimer
recurre al concepto de razón instrumental para tratar de explicar las bases
epistemológicas que fundamentan tanto a las ciencias como a las sociedades
modernas. Sin embargo, y a pesar de dicho esfuerzo, no fue posible encontrar
una racionalidad alternativa a la racionalidad ilustrada.
El gran
problema en el cual incurrieron Horkheimer y Adorno fue que aunque hacían una
crítica a la racionalidad ilustrada, tildándola de racionalidad instrumental,
sin embargo, ambos pensadores no proponían, pues no disponían, de un tipo de
racionalidad alterna. Esta es la razón por la cual Adorno termina afirmando una
teoría estética y Horkheimer termina afirmando una experiencia religiosa
alterna.
8.3. El aporte de Habermas.
Habermas
intenta realizar una recuperación de la teoría crítica tal y como la habían
formulado Horkheimer y Adorno, además intenta fundamentar científicamente dicha
teoría. Para ello recurre a un modelo epistemológico racional donde combina la
reflexión social desde categorías críticas con pretensiones emancipatorias. En
este sentido Habermas intenta resolver tres problemas muy concretos, a saber,
el primero tiene que ver con la relación que se establece entre teoría y
praxis. Este problema ya había sido planteado por los teóricos de la escuela de
Frankfort en los términos de las pretensiones práctica inherentes a la
investigación social.
El segundo
problema tiene que ver con la crítica científica a las sociedades capitalistas
pues estas habían tergiversado en la práctica el proyecto emancipatorio
propugnado por la modernidad. Con ello se planteaba la exigencia de replantear
los ideales ilustrados. Desde aquí surge en Habermas una idea que este
defenderá con gran fuerza, según esta, él considera que la modernidad es un
proyecto inacabado.
En este
segundo problema Habermas incluye el tema del espacio público y este entendido
como el lugar donde ha de discutirse y deliberarse, insiste también en la
necesidad de afirmar la democracia y una política que tenga caracteres
dialógicos y deliberativos.
El tercer
problema tiene que ver con el hecho de que Habermas propone un concepto de
racionalidad más amplio y en el cual encuentran un fundamento epistemológico no
solo la ciencia empírica sino también la ciencia social, la ética y la
política, la moral y el positivismo. En este sentido, Habermas dará un salto
que va de la reflexión sociológica a la epistemología.
8.4. De lo social a lo epistemológico.
La
reflexión habermasiana tiene en sus orígenes un trasfondo de carácter político,
sin embargo se dio cuenta que detrás de lo político era necesaria una reflexión
de carácter filosófico, en este sentido evidencia el hecho de que la
racionalidad práctica había sido tergiversada desde varias perspectivas,
constató además que el fenómeno del decisionismo había sido el causante de la
irracionalidad en la que había caído la política, la moral y el derecho. Esta
constatación hace que nuestro autor, centre su reflexión en el problema de la
racionalidad. Proyecto este que estaba motivado por dos razones: la primera
consistía en el deseo de realizar una crítica al positivismo y su tendencia
reduccionista pues este tenía una gran tendencia a interpretar
tecnocráticamente la política y la ética. La segunda razón consistía en el
hecho de elaborar una metodología en la que hiciera su aparición una teoría
crítica de la sociedad.
Según
Habermas, los procesos de racionalización que han acompañado a la modernidad
han hecho que el mundo desarrolle una mayor productividad, sin embargo, dichos
procesos consideraban que las creencias, los valores, los mitos y las
experiencias religiosas eran irracionales, también consideraban que estos
fenómenos eran producto de las diferentes ideologías, ya que en ellas no se
pueden realizar afirmaciones o proposiciones con carácter de certeza. Desde
aquí Habermas constataba la existencia de una paradoja según la cual no existía
un equilibrio entre el deseo de emancipación de la miseria y la pobreza y un
ejercicio real y efectivo que tratara de solucionar la humillación, la
esclavitud y la servidumbre en la cual estaba sumido el hombre en la época
tecnológica.
El
cientifismo es una teoría que defiende que lo teórico acompañado de lo práctico
es lo que debe primar, pues una teoría sin una práctica no tiene sentido, y una
práctica que no esté orientada por una teoría es acéfala y sin sentido. Desde
estos presupuestos el cientifismo hace una defensa de la ciencia, pues esta se
convierte en el campo teórico-práctico que tiene consecuencias útiles para la
sociedad. La ciencia es una disciplina que ha demostrado su efectividad en el
campo concreto de la solución de problemas sobre todo cuando viene acompañada
de la técnica.
La
política no ha logrado entenderse sin la necesidad de recurrir a la técnica y a
la ciencia, de este modo se han formado sociedades técnicamente administradas,
se han implementado tecnocracias e ideologías, con esto, se ha bloqueado el
acceso a la voluntad de los pueblos, además se ha negado el acceso a los
espacios comunes deliberativos, con esto queda en claro la mentalidad
cientifista que más que generar soluciones, lo que hace es plantear problemas
del orden social, económico, ético y político, por ello, además, es un
imperativo para Habermas, la tarea de superación del cientifismo, lo que se
debe hacer, no solo por razones filosóficas sino también políticas y sociales.
8.5. El conocimiento.
En un
texto que Habermas escribiera en el año de 1968 titulado Conocimiento e interés manifiesta sus deseos de conocer los
fundamentos de la ciencia, pero la pauta hermenéutica desde la cual aborda este
problema es la política, con esto se introduce dentro de lo que se puede llamar
una autorreflexión sobre la ciencia misma, y además, detectar los límites del
ya mencionado fenómeno del cientifismo. Otro de los grandes objetivos del texto
es buscar los fundamentos epistemológicos de la teoría crítica y con ello
otorgarle un puesto que la ubique como alternativa a los planteamientos
cientifistas. De este modo la teoría crítica se propone como alternativa al
cientifismo predominante en nuestra época.
Conocimiento e interés es una obra en la que Habermas se pregunta acerca de
las estructuras cognoscitivas y de los procesos que generan el saber
científico. También se plantea el problema inherente a los límites que
determinan a cada uno de las ciencias.
El problema que se esconde detrás
de esta pretensión habermasiana es que los distintos saberes científicos
pretendían demarcar los propios límites de los distintos saberes desde sus
contextos prácticos y vitales, además alegaban para sí mismos pretensiones
cognoscitivas desinteresadas y neutrales, al hacer esto querían reivindicar
para sí mismos, su propia pureza. Justamente, la obra ya mencionada, desde su
título pretende desenmascarar los intereses ocultos en los diferentes saberes
cientifistas. Con ello pretende mostrar que no existe un tal conocimiento
neutral ni desinteresado.
Según
Habermas, lo que da origen al conocimiento humano son los intereses que el ser
humano tiene arraigados en su propia naturaleza. Estos, se convierten en la
causa y el origen de sus orientaciones y de sus búsquedas, estos a su vez están
en la base de su autoconstitución y autoformación.
El
concepto de interés humano es analizado por la hermenéutica, el empirismo, el
positivismo y el criticismo, disciplinas que se ocupan del proceso
histórico-formativo del ser humano. Dicho concepto se encuentra en un punto
intermedio entre las categorías lógicas y las categorías históricas que
constituyen la formación del ser humano. El ser humano llega a autoconstituirse
y autoconformarse gracias a los mecanismos de socialización. Entre estos,
Habermas encuentra el trabajo, el lenguaje y el ejercicio del poder. El interés
es una actitud humana, que según Habermas, procede de la experiencia. El
interés se convierte en un punto de vista que puede ser una categoría de orden
trascendental y necesaria. Es el interés
quien le brinda al conocimiento contenidos informativos de orden técnico,
interpretativo, analítico, reflexivo y emancipatorio. De esta manera, puede
verse cómo el interés es una categoría que media entre lo inmanente-empírico y
lo trascendental. Cuando se alcanzan a descubrir los intereses que motivan el
conocimiento, entonces es posible ampliar el conocimiento científico y es
posible descubrir las pretensiones del cientifismo. Según Habermas, existe un
ámbito que permite la ampliación del saber empírico y analítico, otro que
permite configurar el carácter científico y epistemológico de las ciencias
sociales e históricas y otro ámbito que permite la fundamentación del saber crítico,
cada ámbito del saber posee un interés diferente; de igual manera sostiene que
los objetos de cada saber y los métodos son a su vez diferentes. Habermas
considera que existen tres tipos de intereses, a saber:
Un interés
técnico. Según este, el ser humano mira y percibe la realidad con la intención
de manipularla técnicamente. Este es el interés que está a la base de las
ciencias empíricas y analíticas.
Un interés
práctico. Según este, el ser humano intenta encontrarle un sentido a la
realidad. Este es el interés que está a la base de la búsqueda del sentido de
las realidades simbólicas, históricas y culturales. También este interés sirve
de fundamento a las ciencias de carácter práctico e histórico.
Un interés
emancipatorio. Este es el interés que determina el conocimiento de la realidad
social. Tiene como objetivo la emancipación de la sociedad desde la libertad.
En este sentido se instaura contra ella una crítica con el fin de cambiarla y
de modificarla. Aquí se ubican las ciencias críticas y dentro de ellas,
Habermas ubica su propia propuesta.
Esta
teoría de los intereses le permite a Habermas reconocer varios tipos de
intereses que determinan las orientaciones de los diferentes saberes.
Conocimiento
e interés (Erkenntnis und Interesse)
y ciencia y técnica como ideología (Technik
und Wissenschaft als Ideologie) son dos textos habermasianos que tuvieron
una gran resonancia. El primer texto estaba pensado como un prolegómeno,
después de él habría de desarrollar dos temas en los cuales expondría el
desarrollo de la filosofía analítica. Con todo esto, Habermas intentaba
presentar una fundamentación de la teoría social que no estuviera basada en
ningún tipo de ideología.
En el
segundo texto nuestro autor pretendía reconstruir la prehistoria intelectual
del positivismo llegando así a justificar la teoría crítica de la sociedad
teniendo a la base una concepción antropológica anclada en el conocimiento.
Este texto fue puesto en entredicho cuando se le criticó el hecho de que se
sumergiera dentro de los límites del cientifismo.
Realmente
la intención del autor en este segundo texto antes mencionado era hacer una
propuesta para analizar el contexto social en el cual había surgido el
positivismo, pero este entendido como ideología. Desde ahí, su autor extraería
consecuencias para aclarar las condiciones de una transformación revolucionaria
de las sociedades capitalista tardías (Wiggershaus 792). Desde aquí se concluyó
que las primeras fuerzas productivas en las sociedades capitalistas son la
técnica y la ciencia.
8.5.1. Conocimiento, interés y psicoanálisis.
Conocimiento
e interés es un texto en el cual Habermas intenta situar la teoría crítica o la
teoría marxista dándole un estatus que la ubique entre la filosofía y la
ciencia. Por otro lado presenta su propia contribución al positivismo. Con todo
ellos tenía como pretensión el hecho de llegar a desarrollar una teoría crítica
de la ciencia en la cual se llegaran a diferenciar las distintas formas del
conocimiento propias de las sociedades industrializadas. Este trabajo lo llevó
a realizar un estudio más detallado del psicoanálisis, el cual se va a
presentar de manera muy somera a continuación.
La
metodología de las ciencias de la naturaleza puede descubrir que existe una
relación entre lenguaje y actividad instrumental. Por el contrario, en las
ciencias del espíritu la relación se presenta entre lenguaje e interacción.
Dicha relación en las ciencias del espíritu se presenta como una conexión objetiva
y tiene una función de tipo trascendental.
Considera
Habermas que la metapsicología también trata una relación o conexión
fundamental, presentándose esta en los términos de deformación del lenguaje y
su relación con un comportamiento patológico. En ella está presupuesta una
teoría del lenguaje ordinario y con él trata de desentrañar la validez
intersubjetiva que se utiliza mediante los símbolos. El lenguaje para esta
ejerce el papel mediador en las interacciones y con ello se alcanza un
reconocimiento reciproco.
La
metapsicología trata de comprender cómo las gramáticas utilizadas en los
diferentes juegos lingüísticos tienen una función socializadora a través de los
procesos de individuación. La metapsicología trata de determinar
lingüísticamente la relación que se presenta entre lenguaje y praxis vital.
Relaciona lingüísticamente los motivos que generan las acciones. En este
sentido sostiene que los motivos que generan las acciones son intenciones
subjetivamente orientadas y mediadas por símbolos, así como entrelazadas entre
ellas mismas.
La metapsicología
tiene como tarea mostrar que el caso motivacional y relacional acabados de
mencionar dependen de interpretaciones de necesidades que se comunican
públicamente, también de necesidades reprimidas y de las que, en muchos casos,
se suelen individualizar y privatizar. Cuando una simbología se aísla y cuando
un motivo se rechaza trae consecuencias que afectan las cabezas de los sujetos,
por lo tanto requieren o exigen que las satisfacciones y las simbolizaciones
sean sustituidas por otras. Todo símbolo, por aislado que esté, siempre
continúa relacionado con el lenguaje público. Sin embargo, la gramática que le
subyace, de una u otra manera, permanece oculta. Dicha gramática adquiere su
poder del hecho de que perturba el uso del lenguaje público y se crean
identificaciones que tienen una semántica falsa. Cada símbolo que se reprime
sigue unido a la biografía particular de cada individuo, pero no sigue unido
según las reglas que se reconocen intersubjetivamente. Cada enmascaramiento,
cada símbolo reprimido y enmascarado inicialmente es incomprensible tanto para
el sujeto como para los demás. Para que el símbolo reprimido sea comprensible
es necesario que se dé un proceso de intersubjetivación entre el sujeto en
calidad de yo y el sujeto en calidad de ello. En este sentido, tanto el médico
como el paciente están llamados a romper de modo reflexivo las barreras de la
comunicación y así establecer un flujo comunicacional. De esta manera
desaparece la deformación que se había establecido en el lenguaje privado,
también desaparece la necesidad sistemática de sustituir los motivos de la
acción que se habían reprimido, y que ahora se hacen comprensibles y
controlables por el consciente (Habermas Conocimiento
e interés 253).
De esta
manera se puede ver como la interpretación habermasiana del psicoanálisis está
referida a los juegos lingüísticos, y cómo se presenta el surgimiento y la
superación de síntomas a través de los procesos de simbolización y resimbolización.
A la base
de esta propuesta se encuentra Alfred Lorenzer, un colega de Habermas en
Frankfort. Paro nuestro autor también tomó de Freud una teoría en la que se
pueden apreciar el surgimiento de la disolución de las instituciones e
ideologías (Wiggershaus 793).
Habermas
sostiene, según esta reelaboración, en Conocimiento
e interés (227), que para Freud las instituciones se conforman como un
poder que ha interiorizado la violencia externa e hiriente, y la ha
interiorizado en la compulsión interna y duradera de una comunicación deformada
y autolimitada.
También
sostiene Habermas que para Freud la tradición cultural es el inconsciente
colectivo censurado y dirigido hacia el exterior. En dicho inconsciente
colectivo los símbolos aislados conducen hacia la satisfacción virtual de los
motivos que, aunque están excluidos de la comunicación, permanentemente se
reactivan sin tregua. Estos motivos se convierten en poderes que confinan la
conciencia y legitiman la dominación. También son poderes de los cuales la
conciencia, mediante la reflexión, puede liberarse. La conciencia sumergida en
una ideología, mediante la reflexión, puede liberarse del dominio en la que se
ve aprisionada. Esto sucede cuando surge un nuevo poder que domine la
naturaleza y haga perder credibilidad a
las viejas legitimaciones. Con esta propuesta Freud estaba tratando de darle
una fundamentación racional a los principios que rigen la cultura.
Habermas
reformuló esta propuesta freudiana planteándola en los términos de organización
de las relaciones bajo el principio de que toda forma política que tenga
implicaciones en el campo de la política adquiere su valor del consenso que
surja de una comunicación en la que no haya coacción. Todo esto lo encausa
Habermas hacia la cuestión en la que se plantea un debate público donde se
tenga en cuenta el postulado de una vida que valga la pena ser vivida. También
considera Habermas que una conciencia tecnocrática se convierte en una atentado
en el cual se ve violentado el lenguaje y este entendido como una forma de
comunicación que lleva a la socialización. Lo que Habermas pretendo con esto es
que se presenten fenómenos encaminados a establecer relaciones intersubjetivas
y al establecimiento de una comunicación donde no se presente ninguna coacción.
La
mentalidad tecnocrática solo tiene un interés en el cual prima la ampliación
del dominio de la técnica y merma el interés por las relaciones intersubjetivas
y por los procesos comunicativos.
8.6. El giro en la propuesta habermasiana.
Durante
los años setenta se percibe un giro en la propuesta de Habermas, giro en el que
se percibe un intento por fundamentar más sólidamente su teoría, en este
sentido el mismo autor ha hablado de un cambio de paradigma científico. Desde
este orden de ideas, él abandona la concepción epistemológica que le servía de
fundamento para su teoría y en lugar de ello intenta reconciliar varias
tradiciones filosóficas. Entre estas se encuentran principalmente la sociología
contemporánea, la filosofía del lenguaje y la filosofía analítica.
¿Qué es lo
que lo obliga a dicho giro? La base sobre la cual fundamentaba su teoría de la
sociedad era la teoría del conocimiento, a la base de esta se encuentra el
racionalismo y este enfatizaba de manera muy grande al sujeto, pero un sujeto
aislado, solipsista y artificial, un sujeto monológico. Frente a este hecho,
Habermas intenta introducir el paradigma de la comunicación y con esto
propondrá una nueva concepción del concepto de racionalidad.
En lugar
de la relación sujeto-objeto propuesta por el racionalismo, Habermas, propone
la relación entre lo lingüístico y lo pragmático. El racionalismo, desde la
relación sujeto-objeto, y esta a su vez interrelacionada con el lenguaje, se
configura como una propuesta filosófica que enfatiza el carácter subjetivista,
solipsista y monológico del ser humano. Habermas propone un carácter dialógico,
fruto del análisis desarrollado por el pragmatismo americano y la filosofía
analítica.
Desde esta
nueva perspectiva, Habermas, inicia un análisis de los procesos
comunicacionales, también se interesa en tratar de descubrir cuáles son las
reglas que determinan al mutuo entendimiento entre sujetos racionales. Con este
proceso, nuestro autor, intenta superar el marco de las teorías modernas e
intenta justificar conceptualmente su teoría desde el esquema de las teorías
comunicacionales. Desde este análisis resultará que los procesos de
entendimiento y mutuo acuerdo entre los hablantes son la clave para comprender
toda la propuesta habermasiana.
8.7. Teoría de la acción comunicativa.
La obra
fundamental de Habermas lleva por título Teoría
de la acción comunicativa, publicada en el año de 1981. En ella recoge
todas sus intuiciones y preocupaciones originales y les da una configuración
filosófica definitiva. En ella intenta desarrollar tres problemas, los que se
convierten en sus objetivos.
El primer
problema intenta desarrollar una teoría de la racionalidad. Esta ha de
entenderse como una razón discursiva y ha de suponerse que supera todos los
reduccionismos en los cuales había caído la filosofía. Esta razón discursiva es
producto de los análisis de los procesos comunicacionales y de una pragmática
de carácter universal.
Los
procesos comunicativos manifiestan un tipo de racionalidad. Racionalidad que se
basa en el carácter argumentativo de los enunciados. En este sentido puede
decirse que es racional todo proceso comunicativo en el cual llegan a un común
acuerdo todos los participantes en una argumentación. Todo aquel que teniendo
razones para justificar, acepta una propuesta comunicacional, hace parte de una
razón comunicativa. En este sentido sostiene Habermas que todo análisis
racional de una práctica comunicativa entre diferentes sujetos debe estar
encaminada a detectar las condiciones, las reglas y los límites desde los
cuales se realiza dicha práctica comunicativa. Esto es lo que Habermas llama
una pragmática universal.
¿En qué
consiste la pragmática universal? Esta consiste en la capacidad que tienen los
hablantes para construir e insertar oraciones dentro de la realidad. Oraciones
en las que se expresan las funciones pragmáticas, autoexposiciones y relaciones
interpersonales.
Si la
tarea de la pragmática universal consiste en lo enunciado anteriormente,
entonces este se ve obligada a un análisis de los actos del habla y de los
actos comunicacionales. Habermas distingue en este proceso los aspectos
locutivos y los ilocutivos, los primeros hacen referencia a los enunciados que
se tratan de expresar claramente. Los segundos hacen referencia a los elementos
equívocos, los sentidos ocultos o expresados a medias dentro de lo que se trata
de explicar con toda claridad. De este modo es pertinente decir que todo acto
proposicional ha de estar acompañado de actos ilocucionarios, pues estos son
los que permiten el mutuo entendimiento entre quienes hablan. Los actos
ilocucionarios son los que permiten que los que hablan establezcan relaciones.
Por lo tanto se infiere que la comunicación consiste no solo en la transmisión
de una información sino que además está encaminada al establecimiento de una
relación interpersonal.
El gran
aporte que Habermas realiza con su pragmática universal consiste en el hecho de
afirmar que el habla tiene su función principal en el hecho de realizar una
comunicación. La función comunicativa del habla es la principal y la más
originaria.
La
pregunta que necesariamente debe hacerse es esta ¿Cuáles son las condiciones
que determinan un acto del habla? Lo primero que hay que decir es que todo
emisor, en un acto del habla, plantea o tiene la pretensión de que lo que dice
es válido. Frente a estas pretensiones, el receptor puede aceptar con un sí
dichas pretensiones o puede rechazarlas con un no. En el primer caso, es decir,
si se aceptan dichas pretensiones, se alcanza el acuerdo y el mutuo
entendimiento. En el segundo caso, es decir, si no se aceptan dichas
pretensiones de validez, con ello se dará por terminado el acto del habla. De
esta manera puede decirse que no se ha alcanzado un acuerdo mutuo. Puede ser
que se dé un proceso discursivo pues el receptor le pedirá al emisor que
justifique argumentativamente las pretensiones de validez inherentes a su acto
del habla.
Lo segundo
que habría que decir es que los actos del habla llevan dentro de sí una
pretensión universal de validez, y esta es la que le da una garantía a los
mismos. Pero cuando un agente le pide a su interlocutor que justifique su
propio acto del habla, entonces lo que ha fallado es la pretensión universal de
validez. La justificación o la tematización argumentativa es la que permite que
se llegue a un consenso.
Desde la
pragmática universal, Habermas, va a identificar las siguientes pretensiones de
validez universal según la finalidad de los actos del habla, estos son:
Pretensión
de verdad. Esta se presenta en todo acto del habla que tiene como pretensión
comunicar algo sobre la realidad objetiva. También pueden llamarse actos del
habla constatativos.
Pretensión
de normatividad o rectitud. Esta se encuentra a la base de los actos del habla
que intentan ser normativos. Por lo tanto subyacen en el fondo de todo
enunciado normativo. Estos pueden llamarse actos del habla normativos.
Pretensión
de veracidad. Según esta, toda expresión que intenta reflejar la interioridad
del hablante intenta ser veritativa. Estas expresiones pueden llamarse actos
del habla expresivos.
El segundo
problema que intenta desarrollar la Teoría de la acción comunicativa es la
propuesta de una teoría de la sociedad. Esta surge como producto de un análisis
de las manifestaciones sociales de la racionalidad y de los distintos tipos de
acción que le son inherentes. Según esta teoría, la sociedad ha de regirse por
normas sólidamente construidas desde el consenso y el diálogo comunicacional,
pero además sirve para hacer una evaluación de las sociedades contemporáneas.
El tercer
problema tiene que ver con el hecho de que la teoría de la sociedad
desarrollada por Habermas, le permite hacer una explicación de la manera como
las sociedades modernas han evolucionado y desde ahí hacer una evaluación de
ellas.
La
propuesta filosófica de Jürgen Habermas incluye una versión crítica de la
sociedad. Este pensador considera que es posible superar las controversias que
se presentan en ella mediante una acción comunicativa y su ética del discurso.
También propone una teoría de la verdad en la que se destaca un gran respeto
por el interlocutor. Además propone un proceso de comunicación ideal y una
igualdad en el ejercicio del poder que puedan ejercer todos los actores.
La obra en
la que Jürgen Habermas expone su propuesta sobre la acción comunicativa en la
sociedad es Teoría de la acción
comunicativa. ¿Qué es lo que Habermas propone en dicho texto? Este autor en
el prólogo declara cuál es su intención, y lo hace en los siguientes términos:
“fundamentar metodológicamente las ciencias sociales teniendo a la base una
teoría del lenguaje” (Habermas 99). También aclara que el sociólogo o el
teórico social, a través la teoría social puede alcanzar, mediante un análisis
empírico, un conocimiento acertado de las estructuras sociales. Pero también es
claro que mediante el análisis lingüístico el filósofo puede replantear y
reformular los problemas que la filosofía se ha planteado a lo largo de toda la
tradición occidental.
Nuestro
autor, en dicho texto, propone que la estructura dialógica del lenguaje es el
fundamento del conocimiento y de la acción; desde aquí establece una crítica a
la estructura monológica e intencional de la conciencia, en el esquema clásico
del sujeto que se relaciona con el objeto, y defendido por las ciencias
modernas. Por otro lado, se podría decir que Habermas, con su propuesta, se
ubica dentro de lo que se podría llamar en la cultura contemporánea el giro
lingüístico.
También es
claro que, para nuestro autor, el concepto de acción comunicativa incluye la
capacidad racional del ser humano. Esta capacidad racional se hace presente
entre los sujetos, estos a su vez, poseen un lenguaje que los ayuda a
comunicarse y a entenderse entre ellos, y desde dicha capacidad racional,
mediatizada por la experiencia lingüística, los seres humanos pueden llegar a
realizar acciones conscientes mediante hechos del habla. En el fondo de todas
esas acciones, comprensiones y experiencias lingüísticas se encuentra lo que se
ha llamado el mundo de la vida (Lebenswelt).
Pero detrás del mundo de la vida se encuentran creencias, acciones, intereses,
mitos, presupuestos que no se han explicitado concreta y claramente, y que sin
embargo se han aceptado acríticamente por las sociedades y por las comunidades.
Habermas,
desde la Teoría de la acción comunicativa,
intenta explicar los diferentes procesos y fenómenos sociales, recurriendo a
una teoría del lenguaje y a través de esta trata de explicar las estructuras
generales de la praxis humana. Todo esto supone que los seres humanos son seres
racionales y que dicha racionalidad se puede llegar concretizar objetivamente
mediante el lenguaje.
La teoría
de la acción comunicativa que nos presenta Habermas, propone una acción
comunicativa que dé razón de los fundamentos normativos que rigen a nuestra
sociedad. Dentro de este gran proyecto, nuestro autor, no excluye la
posibilidad de que se presente un diálogo constructivo entre las diferentes
disciplinas y este con miras a aportar elementos científicos y filosóficos que
ayuden a afianzar la racionalidad moderna dentro del contexto capitalista.
Según
Habermas, las ciencias sociales pueden servirse, a través de la acción
comunicativa, de los diferentes elementos culturales, estéticos y filosóficos
que se encuentran presentes en nuestra época contemporánea. En este sentido, el
lenguaje tiene un papel muy importante, pues este debe encaminarse hacia el
mutuo entendimiento. Detrás de esta concepción lingüística Habermas considera que
la filosofía puede adquirir el rol que tuvo en la época de la Ilustración,
cuando los pensadores consideraban la posibilidad de construir grandes
sistemas. La filosofía debe ser la encargada de elaborar una teoría sistemática
de la racionalidad y los demás saberes, y las disciplinas pueden establecer una
labor de cooperación y de diálogo con aquella.
Detrás de
esta última propuesta se encuentra en Habermas el deseo de reemprender el
diálogo interdisciplinar que había fracasado en los años treinta del siglo
pasado. Detrás de este fracaso interdisciplinar estaba el hecho de que la
filosofía de la conciencia había llegado a su ocaso. En este sentido y frente a
este hecho tiene un gran valor la teoría de la acción comunicativa propuesta
por nuestro autor.
La propuesta
de Habermas trata así de articular, en el marco de una filosofía de la
racionalidad, la relación sujeto-objeto dentro de los límites de la acción y
del conocimiento y dentro del esquema conceptual en el cual tanto el lenguaje
como la acción comunicativa tienen un papel preponderante.
Se aprecia
así en la propuesta de Habermas el giro que va de la filosofía de la conciencia
y de la razón hacia el análisis lingüístico tal y como es propuesto por la
filosofía analítica y el positivismo lógico. Esto se puede apreciar en el hecho
de que Habermas propone ya no un modelo diádico de los signos, es decir la
relación que se puede establecer entre oraciones y estados de cosas. Habermas
va más allá y propone un modelo triádico, apoyándose en Bühler. Según este
modelo el análisis lingüístico hace referencia al mutuo entendimiento y a la
interacción lingüística que varios participantes pueden tener sobre el mundo de
la vida. En este sentido, puede apreciarse un avance en la propuesta
habermasiana respecto al tema del giro lingüístico.
8.8. El lenguaje discursivo.
Para
Habermas es claro que toda acción comunicativa tiene como característica
fundamental el discurso, pues este es el medio a través del cual se puede
pretender un acto válido de defensa que tenga pretensiones de validez. También
es claro para nuestro autor que la racionalidad se manifiesta de manera
argumentativa. La racionalidad tiene un carácter discursivo. En este sentido se
puede decir que el discurso es el medio a través del cual una persona puede argumentar
de modo racional su propuesta comunicativa, y que a través de él se vehiculan
elementos que tienen pretensiones de validez. El éxito del discurso radica en
la capacidad de aceptación que tiene el receptor, de modo que cuando este
alcanzó a recibir, percibir y aceptar el discurso y las pretensiones de validez
propias del discurso, entonces, se puede decir que aquel alcanzo a tener éxito.
Esta dinámica discursiva muestra que el consenso es el punto final al cual debe
llegar todo acto del habla y del lenguaje.
Habermas
distingue dos tipos de discursos: primero distingue el discurso teórico, este
intenta tematizar y poner en discusión las pretensiones de verdad que conlleva
todo acto comunicativo. Todo acto comunicativo al llevar una pretensiones de verdad,
estas deben ser discutidas, tematizadas y clarificadas. Este discurso, dice
Habermas, es teórico.
En segundo
lugar distingue un discurso práctico, el que es fundamentalmente argumentativo
y trata de hacer posible el hecho de que un enunciado normativo sea aceptado.
En otros términos se puede decir que todo enunciado normativo, a través de la
discusión y la argumentación, debe ser realizable y aceptado.
Habermas
considera que todo discurso debe tener pretensiones de validez universal, pues
el discurso lo que busca es que los enunciados que en él se expresan tengan un
reconocimiento universal. Según esto, todo sujeto, al reconocer el discurso y
al aceptar los enunciados expuestos en él debe aceptarlo.
En todo
proceso argumentativo solo es válida la fuerza del mejor argumento. Habermas,
sin embargo, reconoce que debe existir un criterio normativo para que a través
de él se aprenda a diferenciar entre lo que es un acuerdo, un consenso y un
discurso que solamente va encaminado a la manipulación ideológica. Este
criterio normativo, lo reconoce nuestro autor, en lo que él llama la situación
ideal del habla. La pregunta que necesariamente hay que hacer es esta ¿En qué
consiste una situación ideal del habla? Una situación del habla es ideal cuando
en un proceso comunicativo se presenta un flujo contingente, cuando no se
presentan coacciones de ningún tipo, cuando tampoco se presentan distorsiones
sistemáticas en los procesos comunicativos. La situación ideal del habla se
presenta cuando es posible marcar los límites racionales de la estructura
formal de un discurso encaminado al consenso. La situación ideal del habla es
algo así como una estructura normativa que posibilita la identificación de las
condiciones ideales de un discurso válido. Condiciones que se enmarcarían
dentro de los principios de igualdad, libertad, universalidad y no coacción ni
imposición, ni violencia etc.
La
propuesta habermasiana sobre el discurso, y este entendido como pragmática
universal, ha permitido establecer lo que se llama un nuevo concepto de razón y
este nuevo concepto entendido como discursivo. Según Habermas, en la propuesta
de la racionalidad discursiva convergen y confluyen la validez de la totalidad
de todos los saberes, los que a partir de la época moderna, y a causa de todos los
procesos de especialización se habían separado y alejado los unos de los otros.
La racionalidad discursiva ha permitido la unidad de la razón, la que después
de la época moderna se había fragmentado. Después de la época moderna, los
campos de la ciencia, del derecho, del arte y de la moral se habían separado,
cada uno de ellos recurría a un modelo de razón particular, sin embargo, y a
pesar de esto, Habermas considera que la racionalidad discursiva es el modelo
de razón en el cual convergen todos estos saberes; ahora la pregunta que hay
que hacer es esta ¿Cuáles son las características de esta racionalidad
discursiva para que ella pueda mancomunar todos los saberes dispersos de la
racionalidad? Para tratar de responder a esta pregunta, se pueden enunciar las
siguientes:
Primera.
La racionalidad discursiva propuesta por Habermas se apoya en la discurso de
carácter lingüístico. Ella debe surgir de una pragmática comunicativa y llevada
a cabo en la práctica cotidiana de los hablantes.
Segunda.
La racionalidad discursiva surge como una experiencia en la cual los individuos
predican sus emisiones. También es una experiencia que es fruto de una práctica
social.
Tercera.
La racionalidad discursiva tiene pretensiones de carácter universal, y además
tiende a convertirse en una norma universal.
Cuarta. La
racionalidad discursiva, al tener pretensiones normativas y universales, al
tener como trasfondo una práctica lingüística y discursiva, ella tiende a
entremezclar las más diferentes manifestaciones en el campo común del lenguaje.
Quinta. La
racionalidad discursiva surge del carácter racional del ser humano, y de la
capacidad que este tiene para expresarse a través del discurso y del argumento.
Sexta. La
racionalidad discursiva tiene un rasgo procedimental y formal propio, y a
través de ellos, esta puede desarrollarse en un contexto de carácter
postmetafísico. En este sentido puede decirse que la racionalidad discursiva no
hace referencias a la totalidad, ni tampoco propone contenidos materiales de
carácter vinculante.
Séptima.
La racionalidad discursiva converge en la práctica con la capacidad que tiene
el ser humano de alegar, de aceptar y de recibir argumentos racionales, y todos
ellos mediados a través del carácter lingüístico que poseen.
Octava. La
razón es la base mínima sobre la cual se sustenta la racionalidad discursiva.
8.9. La verdad como consenso y la ética como discurso.
Según la
propuesta habermasiana, la racionalidad tiene sentido en cuanto hace parte de
los enunciados que se esgrimen en función de un argumento y de los enunciados
con los que algo se comunica. En este orden de ideas, es pertinente decir que
una teoría científica tiene sentido en cuanto pueda ser argumentada desde un
discurso racional. Esta es la razón por la cual la racionalidad discursiva es
el fundamento último sobre el cual descansa toda propuesta que pretenda
adquirir el rango de cientificidad, rango que puede ser empírico, social o
filosófico. Una de las tareas fundamentales de Habermas es conducir a la
práctica discursiva, a la racionalidad discursiva todas las problemáticas
filosóficas.
Habermas
propone que la verdad surge como producto del consenso, también propone que
todo argumento tiene como finalidad la exposición de la verdad y que los
diversos modos del habla tienen como fin último la pretensión de alcanzar la
verdad. Si la verdad surge como producto del consenso, entonces, esta no es
algo objetivo así como tampoco es un hecho que surja como producto de una
visión realista de la realidad. La verdad, al contrario, aparece como el
producto de algunos actos del habla y puede ser argumentada discursivamente.
Todo acto del habla es verdadero en cuanto que él manifiesta el asentimiento de
algún ser humano que lo pueda corroborar, siempre y cuando en él se hagan
explícitos los presupuestos pragmáticos sobre los cuales se sustenta.
Habermas
ha recibido algunas críticas sobre este concepto de verdad que se ha expuesto,
pues establecer la verdad bajo el criterio de que la verdad es lo que es válido
para todos supondría el hecho de que cada individuo posee un saber ilimitado, y
desde ese punto de vista, existen cosas, argumentos y realidades que no se conocen,
que apenas se conocen o que se conocen a medias. Todo esto conlleva el peligro
de que se afirmen verdades superficiales o de que se llegue a un autoritarismo
y incluso al extremo del ejercicio de la violencia impositiva. Estas críticas
han hecho replantear el concepto de verdad, al considerar que esta no depende
solo de una categoría consensual y mental sino que requiere, además de una base
ontológica fundamentada en el realismo.
Habermas
considera que las normas morales adquieren su validez mediante el ejercicio
discursivo. En este orden de ideas, la moral adquiere los rasgos de
racionalidad, así como un carácter cognoscitivo; la validez de la norma es la
que le propicia el carácter de verdad. La ética discursiva se propone como una
ética universal, pues parte del hecho de que cada individuo racional debe
reconocer, por su carácter racional, la validez de la norma. Habermas considera
que las normas morales son universales pues ellas conllevan un interés que es
común para todas las personas y por lo tanto pueden ser aprobadas por todos.
La ética
discursiva es una ética de carácter formalista en la que se establecen
procedimientos a través de los cuales los seres humanos pueden corroborar su
validez normativa de manera imparcial. Por ese carácter formalista y
procedimentalista de la ética discursiva, la opción o la apuesta de esta ya no
es tanto la búsqueda de una vida buena o de una vida feliz, la apuesta de la
ética discursiva se concentra en la justicia que debe imperar a través de las
relaciones sociales y en el interés general de la especie humana. Por eso, se
ha considerado que la ética discursiva es una ética de mínimos, pues las normas
que han de determinar al ser humano han de ser mínimas.
Habermas
considera que una ética que se basa en el concepto del bien surge del carácter
comprensivo de los individuos o de las colectividades, pero que tiene una
validez relativa. También considera que las propuestas éticas que surgen en
torno al concepto del bien, aunque tienen una tendencia universalista, son susceptibles
de analizarse desde los procedimientos discursivos.
8.10. Repercusiones sociales de la propuesta
habermasiana y el mundo de la vida.
Según todo
lo que se ha visto hasta aquí puede inferirse que la propuesta habermasiana
conlleva a unas implicaciones sociales tan profundas que ella misa desarrolla
una teoría social que tiene grandes relaciones con la racionalidad discursiva.
Desde la racionalidad discursiva, nuestro autor, propone una clasificación de
la acción social, pues los actos del habla generan relaciones sociales e
integraciones sociales. La base de este hecho radica en la idea de que los
actos del habla, al ser actos comunicativos y actos del entendimiento, generan
la posibilidad de coordinar socialmente la actividad humana.
Según
Habermas, la interacción entre los seres humanos se coordina y se realiza
cuando ellos llegan a acuerdos comunes para interactuar. Esto debe hacerse de
manera armónica y pacífica. También sostiene nuestro autor que los seres
humanos no solo persiguen sus propios intereses egoístas sino que ellos pueden
alcanzar acuerdos por medio de procesos comunicativos, y de esa manera, al
llegar a acuerdos pueden coordinar sus acciones de modo solidario.
Con este
enfoque habermasiano se puede alcanzar a vislumbrar un nuevo modelo de sociedad
en el cual puede advertirse una dualidad de estructuras, esta dualidad
estructural es la siguiente:
Primero.
Una perspectiva sistemática de la sociedad. En este punto Habermas es heredero
de Parsons y Luhmann al considerad a la sociedad como si esta fuera un gran
sistema, que se autorregula constantemente y que busca su propio equilibrio
realizando adaptaciones permanentemente. Toda acción individual genera una
consecuencia, esta está orientada hacia la consecución de un fin particular,
pero también puede basarse en una decisión estratégica. Estas acciones
individuales son las que componen el sistema. Cada ser humano planea sus
acciones de manera individual sin hacer referencia a los otros hombres, estos
son los que constituyen el sistema. Detrás de cada persona se encuentra un plan
y un proyecto que tiene su propia lógica individual, y desde este realiza sus
propias acciones. También considera nuestro autor que el sistema genera
subsistemas especializados en los que no está presente la comunicación
lingüística, sino que son movidos por diferentes intereses. En este sentido
puede considerarse que el subsistema económico está movido por intereses de
dinero, el subsistema administrativo está movido por intereses de poder, etc.
Segundo.
El mundo de la vida social. Este hace referencia al conjunto de experiencias
culturales y simbólicas que comparten los miembros de una determinada sociedad.
En este mundo de la vida social se encuentra el horizonte común de comprensión
que mancomuna a los seres humanos cuando comparten un sistema social común.
Este horizonte común de comprensión posibilita el mutuo entendimiento, la mutua
comunicación y el hecho de que las diferentes acciones se puedan realizar de
modo compartido y dialogado. Este mundo de la vida normalmente es una forma de
conocimiento que no se pone en duda, que además es aceptado de manera implícita
y es el que permite llegar al entendimiento mutuo y a la realización de
acciones comunicativas. Este mundo de la vida propicia que las acciones se orienten
hacia un mutuo entendimiento. En el mundo de la vida los hombres tienen un
punto común de encuentro, pues en él se realiza la producción cultural, la
integración social, así como todos los procesos sociales en los cuales se
despliega la vida de los individuos. El mundo de la vida solo se hace latente
para aquellas personas que son capaces de interactuar y que están posibilitadas
para comprender su dinámica.
8.11. El proceso evolutivo de la sociedad.
Habermas,
al estudiar la sociedad desde la doble estructura acabada de esbozar, es decir,
la estructura sistémica y la estructura del mundo de la vida, realiza a la par
un estudio evolutivo de las sociedades. De este estudio surge una normatividad
para analizar críticamente la época moderna desde la Ilustración. Según este
análisis, toda sociedad está constituida por las dos estructuras acabadas de
mencionar. Ambas estructuras sociales se complementan y se exigen mutuamente,
de modo que cuando las sociedades evolucionan correctamente, mantienen o tratan
de mantener, un equilibrio entre las dos estructuras.
Una de las
cuestiones que ha constatado Habermas es que en un proceso evolutivo, las
sociedades han tratado de privilegiar la estructura sistémica, es más, también
ha constatado que la estructura sistémica opaca, oculta y se sobrepone por
encima de la estructura del mundo de la vida. Este fenómeno es llamado por
nuestro autor la colonización del mundo de la vida. Según ello, los intereses
sistémicos han tenido una primacía sobre el mundo de la vida y con ello se ha
dado un oscurecimiento de la vida cultural, simbólica y moral de las
sociedades, también según lo anterior, se ha dado una primacía a los aspectos
sociales teleológicamente entendidos. Estos aspectos se generalizan de tal
manera que la comunicación y el mutuo entendimiento entre los individuos se
opacan. Habermas ha constatado que los espacios y los lugares en los cuales los
individuos pueden llegar al mutuo entendimiento se cada vez más reducidos.
Este
fenómeno de la primacía del mundo sistémico sobre el mundo de la vida ha
coincidido, según nuestro autor, con los procesos de expansión de la técnica
que han experimentado nuestras sociedades. Con ello ha primado una razón
instrumental según la cual el ámbito del comercio, el mercado y el ejercicio
del poder son las experiencias lógicas que imperan en nuestro mundo actual.
La razón
instrumental es producto de la razón autoproclamada por la modernidad desde el
movimiento de la Ilustración, también es producto de la expansión de la
técnica, y que ha generado el fenómeno según el cual los medios de comunicación
cada día son invadidos por la lógica instrumentalista, también este fenómeno ha
hecho que prime en ellos un mecanismo de coordinación tal que en ellos impera
una comunicación no verbal que sustituye al entendimiento lingüístico. Dentro
de este proceso pueden tenerse en cuenta a la sociedad de consumo y su afán por
consumir. Las sociedades en las cuales las relaciones interpersonales están
mediadas por un afán económico también pueden contarse dentro de este fenómeno.
Todo esto ha mostrado que en la sociedad se dé una primacía del sistema sobre
la persona, esta, en última instancia ha venido a ocupar un segundo lugar.
Si
Habermas ha constatado que en las sociedades modernas se presenta una desarticulación
entre la estructura sistémica y el mundo de la vida, entonces no se trata de
buscar una superación de la época contemporánea hacia una época postmoderna,
sino de buscar un acoplamiento, un equilibrio entre las dos estructuras en las
sociedades actuales. Esta es la razón por la cual Habermas, en la disputa entre
los modernos y los postmodernos, opta por el cumplimiento de los ideales no
consumados ni realizados en la modernidad.
La
propuesta de Habermas es que se haga un intento por recuperar el mundo de la
vida, y de esa manera se pueden acrecentar los mecanismos para que los seres
humanos desarrollen espacios comunicativos encaminados al mutuo entendimiento.
Así se puede corregir el avance de la estructura sistémica y se pueden alcanzar
a desarrollar espacios sociales en los que se propugne por la emancipación del
ser humano.
Una vez
que Habermas ha constatado este fenómeno de la primacía del mundo sistémico
sobre el mundo de la vida ha dedicado todas sus fuerzas para defender el mundo
de la vida social, sin llegar a criticar excesivamente la implementación del
ámbito técnico-científico.
La
denuncia que Habermas le hace al mundo técnico-científico es que este se ha
expandido de modo arbitrario, sin embargo, uno de los aspectos positivos es que
el dicho mundo ha aumentado la capacidad productiva del ser humano. Es
necesario, según Habermas, implementar el mundo de la comunicación para llegar
a fundamentar las normas morales, creando y recreando normas jurídicas que den
lugar a un mutuo entendimiento en nuestra sociedad. Es necesario recrear
espacios que posibiliten la discusión y la comunicación encaminadas a una mayor
y mejor participación ciudadana.
8.12. La política discursiva.
Así como
en la propuesta habermasiana es posible hablar de una ética discursiva, también
podemos hablar de una política discursiva. Esta constituye la conclusión de la
teoría social de Habermas. La política habrá de depender de los actos de
comunicación basados en el discurso. Según esta propuesta, el poder es legítimo
si surge como producto de proceso democrático en el que las personas expresan
su voluntad política. La voluntad generalizada de los seres humanos, expresada
de manera democrática a través del discurso y del consenso, es la que le da
legitimidad al sistema pues los destinatarios se ven reflejados en él. También
considera Habermas que una propuesta política deliberativa debe estar
encaminada a la generación de opinión pública, ella debe estar encaminada a
constituir y a conformar consenso. Toda institución que se encamine a generar y
a formar consenso y opinión ha de tener cierta relevancia política sobre las
demás. Toda deliberación política se encamina a la regulación de los intereses
de una colectividad, así como a los diferentes miembros que la conforman.
La propuesta
habermasiana abarca tres ámbitos de las realidades sociales actuales: el
Estado, la sociedad civil y la economía, y las relaciones que se entrelazan
entre ellas. Habermas, por un lado, analiza la teoría republicana según la cual
de los tres elementos antes mencionados es la sociedad civil quien ha de
conquistar, en términos éticos, al Estado, para reelaborar una teoría sobre el
poder. En este sentido podría decirse que para esta teoría republicana la
política tiene como objetivo el poder. La teoría liberal considera que el
Estado es el garante de la sociedad, pero esta es entendida solamente en
términos económicos. La finalidad de la política es la de sortear los intereses
que pudieran surgir entre estas relaciones. La teoría política ha intentado complementar
dichas propuestas pero no ha tenido mucho éxito. La propuesta deliberativa
habermasiana busca superar ambas propuestas.
La
propuesta habermasiana de una teoría política discursiva considera que los
seres humanos, que conforman una colectividad, deben ser los primeros
implicados en la resolución de sus propios problemas y normas. Los discursos
han de institucionalizarse para que ellos jueguen un papel muy importante en la
toma de decisiones y en los aspectos deliberativos de las sociedades contemporáneas.
Deliberaciones que han de analizarse de manera formal e incluso
institucionalizada pero también de manera informal.
La teoría
política discursiva considera que la racionalidad inherente al ejercicio
comunicacional propio de las diferentes colectividades es el nexo que las
mancomuna. Lo racional es el elemento que configura y le da identidad a las
diferentes comunidades políticas. En las comunicaciones cotidianas lo que se
impone es el mejor argumento. Las reflexiones que sobre lo ético se hacen de
manera individual han de enriquecer la esfera pública de la sociedad civil; en
la esfera privada se forja la voluntad y la opinión pública se forja en el seno
de los procesos discursivos en los que se debaten problemas, se perciben los
intereses particulares y donde se tematizan las pretensiones que tienen como
trasfondo el mundo de la vida social.
Habermas
considera que si la condición propia de nuestro mundo es la globalización,
entonces se hace necesario replantear el concepto de ciudadanía, pues este nació
del antiguo concepto de las identidades nacionales propias de los estados
nacionales. Nuestro autor, en lugar de dicho concepto de ciudadanía utiliza el
de patriotismo constitucional, ya que este hace referencia a los valores y
principios constitucionales y al orden democrático constitucional.
8.13. Etapa práctica de la propuesta habermasiana.
La última
etapa de la propuesta habermasiana ha dejado de lado el problema de la
fundamentación de la racionalidad y de la cientificidad y se ha dedicado más
bien a poner en práctica su propuesta de la racionalidad discursiva. Esta etapa
práctica de la propuesta habermasiana toca los confines de los más variados
ámbitos, tales como el derecho, la ética y la política.
Esta
propuesta práctica tiene que ver con el hecho de que la moral sea concebida no
según los criterios de acción teleológica, sino desde un punto de vista
consensual. También se encamina al hecho de que las normas jurídicas puedan
conformarse y establecerse de manera discursiva. También insiste Habermas en
este establecimiento de su propuesta práctica que el ejercicio del poder se
establezca a partir de los intereses que surgen de las propuestas ciudadanas.
En esta medida las sociedades alcanzarán un equilibrio entre la estructura
sistemática y el mundo de la vida.
Esta etapa
práctica de la propuesta habermasiana ha coincidido con el hecho de que nuestro
autor se ha dedicado a realizar propuestas políticas en las que aboga por
cambios radicales en la manera de concebir el sistema político en nuestro
tiempo. Esto ha surgido al mismo tiempo en que Habermas ha hecho su irrupción a
través de los medios de comunicación social. De todas estas posturas, tienen un
marcado interés, aquellas en las que aborda el tema de la bioética y aquella en
la que se preocupa por una postura frente al carácter secularizante en que
subsiste nuestro mundo. Estas dos experiencias serán abordadas a continuación
de modo muy somero.
8. 14. La Bioética.
Habermas
percibe que en nuestro mundo la estructura sistémica del dinero tiene una gran
tendencia a imponerse sobre los demás y sobre la vida misma. Esta es la óptica
desde la cual en su texto El futuro de la naturaleza humana, abordará el tema
de la expansión y de la invasión arbitraria que tienen las biotecnologías.
Considera
nuestro autor que las relaciones humanas, así como la forma de concebir la
especie humana, tienden a tecnificarse, a hacerse técnicas, a perder los
caracteres que hasta ahora han tenido. Esto debido a la posibilidad de
modificar el genoma humano y a la posibilidad de seleccionar libremente el
patrimonio genético.
También considera
nuestro autor que la eugenesia pone en riesgo la libertad ética, la autonomía y
la responsabilidad pues quien manipula la vida es un tercero al que se le
concede el poder para hacerlo y de esta manera se pierden la libertad, la
autonomía y la posibilidad de elaborar la biografía que el propio autor pueda
elaborar. En cambio cuando las intervenciones eugenésicas se hacen con la
intención terapéutica no comprometen la responsabilidad de terceros puesto que
se presume el consentimiento. Esta es la razón por la cual no cree que en este
segundo caso se presenten problemas de tipo ético.
Habermas,
en el texto antes mencionado presenta argumentos que van a favorecer la
voluntad o el deseo de la mujer embarazada que quiera abortar.
8.15. El secularismo.
Habermas,
en el año 2004 sostuvo, en una polémica abierta con el cardenal Ratzinger, que
las creencias religiosas juegan un papel muy importante en las sociedades
actuales y dentro del marco del espacio público. En nuestro mundo existen
tendencias que quieren eliminarlas, sin embargo Habermas alega contra estas
tendencias que las creencias religiosas juegan un papel muy importante en las
sociedades actuales. Habermas alega que la importancia de la religión en el
mundo actual radica en la capacidad que esta tiene para generar lazos de
relaciones entre los seres humanos, así como para generar un ambiente crítico
contra la tendencia economicista de nuestro mundo actual. Las religiones son
espacios públicos en los cuales puede expresarse la voluntad ciudadana. También
generan conciencia participativa y espacios dialógicos.
Habermas
considera que los ciudadanos a través de las asociaciones y de los grupos realizan
sus aportes, pues es un derecho al que también pueden acceder las distintas
iglesias y los distintos grupos de creyentes. La estructura religiosa puede
iluminar ciertos aspectos ensombrecidos del mundo de la vida que han caído en
el olvido. Estas posturas han llevado a nuestro autor a hacer la diferencia
entre una actitud secular y el secularismo o laicismo. Las personas que optan
por una vía secularista y laicista, tienen una actitud agnóstica frente a las
tendencias religiosas; ellas creen que la fe por no tener una base científica
seria y fundada debe ser eliminada y rechazada en el mundo contemporáneo y por
esa misma razón tratan de llevar tanto la fe como la experiencia religiosa al
descrédito. Igualmente considera nuestro autor que esta postura laicista se
fundamenta en el prejuicio del cientifismo.
Índice.
Capitulo primero.
Líneas interpretativas de la filosofía contemporánea.
1. Analíticos
y continentales.
2. Línea
kantiana-línea hegeliana.
3. Hebraísmo
y cristianismo.
4.
Estructura y evento.
5 ¿Es
posible seguir hablando de filosofía?
6. Más
allá de la filosofía.
7. La
unidad y la pluralidad.
8. El
presente.
9. El
problema ético.
10.
Rehabilitación de la filosofía.
11. La
teoría.
12. Otros
problemas.
Capitulo segundo.
Características generales de la filosofía analítica.
1. ¿Cuál
es el estilo de la filosofía analítica?
2. ¿Qué
relación puede establecerse entre lenguaje y pensamiento?
3. ¿En qué
consiste el análisis?
4. La
relación entre lógica y filosofía.
5. La
dimensión lingüística y biológica.
6.
Tendencias y temas de la filosofía analítica.
Capítulo tercero.
Historia del lenguaje como problema filosófico.
1. El
problema del lenguaje en la época antigua.
1.1.
Platón.
1.2.
Aristóteles.
2. El
problema del lenguaje en la edad Media.
3. El
problema del lenguaje en la época moderna.
3.1. Vico
y el lenguaje.
3.2.
Leibniz y el lenguaje.
3.3. John
Locke y el lenguaje.
Capitulo cuarto.
Historia de la filosofía analítica.
1. La
filosofía analítica.
2. La
filosofía analítica y el período comprendido entre 1930-1940.
3. Las dos
grandes tendencias de la filosofía analítica.
4. Un giro
hacia el pragmatismo.
5. Más
allá de la filosofía analítica.
6. Hacia
lo cognoscitivo.
Capitulo quinto.
Autores más representativos de la filosofía del
lenguaje.
1. Gottlob
Frege.
1.1.
Objetivo.
1.2. Una
teoría del significado.
1.3. El
propósito.
2.
Bertrand Russel.
2.1.
Consideraciones generales.
2.2.
Teoría de conjuntos.
2.3. La
obra de Bertrand Russel.
2.3.1. El
lógico-matemático y epistemólogo.
3. Ludwig
Wittgenstein.
3.1. Las
dos etapas de la propuesta filosófica de Wittgenstein.
4. George
Edward Moore.
5. Franz
Brentano.
5.1. La
verdad.
5.1.1.
Introducción.
5.1.2. La
equivocidad.
5.1.3.
Antecedentes históricos de la propuesta aristotélica.
5.1.4.
Intentos Brentanianos por refutar el concepto de verdad.
5.1.5.
Dificultades inherentes al concepto aristotélico de la verdad.
5.2. La
psicología.
6. Chales
Morris.
7. Rudolph
Carnap.
6.2. El
lenguaje: existencia, poesía y camino en Heidegger. 99
7.
Gadamer: lenguaje y hermenéutica. 112
8. Jürgen
Habermas. 121
Capitulo sexto.
El giro lingüístico: una aproximación desde
Wittgenstein, Heidegger, Gadamer y habermas.
1. Introducción.
2.
Heidegger y Carnap: dos concepciones sobre el lenguaje.
2.1. Heidegger:
una concepción hermenéutica del lenguaje.
2.1.
Carnap: una concepción lógica del lenguaje.
3. ¿Qué es
el lenguaje?
4. Vía
analítica o lógica y vía continental o hermenéutica.
5.
Wittgenstein.
5.1. El
primer Wittgenstein. El Tractatus lógico-philosophicus.
5.2. El
segundo Wittgenstein. Las investigaciones filosóficas.
5.3.
Conclusión.
6. El
problema del lenguaje en Heidegger.
6.1.
Antecedentes históricos del problema lingüístico.
6.1.1. El
lenguaje en el Romanticismo alemán.
6.1.2.
Johan Georg Hamann.
6.1.3.
Johan Gottfriend Herder.
6.1.4.
Karl Wilhelm von Humboldt.
6.2. El
lenguaje: existencia, poesía y camino en Heidegger.
6.2.1.
Lenguaje y existencia.
6.2.2.
Lenguaje y poesía.
6.2.3.
Lenguaje y camino.
6.2.4.
Conclusión.
7. Gadamer:
lenguaje y hermenéutica.
7.1. Verdad
y Método.
7.2. Arte,
historia y lenguaje.
7.3. La
propuesta lingüística de Gadamer.
8. Jürgen
Habermas.
8.1.
Introducción.
8.2.
Antecedentes filosóficos.
8.2.1. La
escuela de Frankfort.
8.3. El
aporte de Habermas.
8.4. De lo
social a lo epistemológico.
8.5. El
conocimiento.
8.5.1.
Conocimiento, interés y psicoanálisis.
8.6. El
giro en la propuesta habermasiana.
8.7.
Teoría de la acción comunicativa.
8.8. El
lenguaje discursivo.
8.9. La
verdad como consenso y la ética como discurso.
8.10.
Repercusiones sociales de la propuesta habermasiana y el mundo de la vida.
8.11. El
proceso evolutivo de la sociedad.
8.12. La
política discursiva.
8.13.
Etapa práctica de la propuesta habermasiana.
8.14. La
bioética.
8.15. El
secularismo.
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filosofía del lenguaje en la edad media. Ed. Universidad Nacional Autónoma.
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Brentano,
Franz. Sobre el concepto de verdad. Ed. Complutense. Madrid. 2006.
Cuartas
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Universidad del Valle. Cali. 2003.
D’
Agostini, Franca. Analitici e
continentali. Raffaello Cortina. Ed.
Milano. 1997.
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Madrid. 2003.
Fabris,
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Aportes a la filosofía. Acerca del evento. Ed. Biblos. Buenos Aires.
2006.
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Los caminos de Heidegger. Ed. Herder. Barcelona. 2003.
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2001.
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Ricoeur, Paul. Teoría
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Técnica ed esistenza. Ed. Paravia. Torino.1997.
Más allá de la interpretación. Ed.
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Volpi, Franco. Guida
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Wiggershaus Rolf La
escuela de Frankfort. FEC. 2011. México.
Wittgenstein, Ludwig. Tractatus logico-philosophicus. Ed. Enaudi. Torino. 1995.
Ricerche filosofiche. Ed. Enaudi.
Torino. 1999.
[1]
El concepto de Epoché, o epocalidad
sugiere una lectura de la historia y del destino del ser que puede desembocar
en el relativismo. El mismo Vattimo, que siendo discípulo de Heidegger, por
medio de Gadamer, y continuador de esta corriente de pensamiento, en varios
lugares de sus obras, trata de justificar las razones por las que a la ontología hermenéutica
contemporánea, no se le puede tildar de relativista, a este respecto pueden
confrontarse las obras hermenéutica y
racionalidad, 141ss y Oltre
l’interpretazione, 121ss.
[2] Sintagma:
grupo de elementos lingüísticos que, en una oración, funciona como una unidad.
[3] Apofántico es un adjetivo
que usa Aristóteles para calificar los enunciados que pueden ser verdaderos o
falsos; en este sentido este filósofo hablará de enunciados declarativos, por
ejemplo: Sócrates es sabio, todo hombre es sabio, sin embargo las preguntas,
los mandatos y las declaraciones son frases dotadas de significados a los
cuales no se les puede atribuir grados de verdad o de falsedad.
[4]Para
esta breve conclusión nos serviremos del texto Manual de filosofía del lenguaje.
[5]
Sobre este tema véase mi texto: El arte
de la interpretación. La peregrina historia de la hermenéutica. Ed. UPB.
2014. Medellín. Pp. 59ss.
[6] Para la citación de las
obras de Heidegger esta investigación asumirá las siglas de las obras aceptadas
universalmente, en este caso hablamos Unterwegs
zur Sprache (UzS), que en español aparece bajo el título De camino al habla.
[7] Carta al humanismo (UdH).
En Hitos
(WM).
[8] Gadamer, Verdad y método, la sigla universalmente
aceptada para esta obra es WM.
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