Lo sublime

Lo sublime[1].
Lo sublime es una categoría estética, tratada principalmente en la obra de Longino titulada Sobre lo sublime; lo sublime consiste fundamentalmente en una belleza extrema, capaz de llevar al espectador a un éxtasis que se sitúa más allá de su propia racionalidad; belleza que  incluso puede provocar dolor por ser imposible de asimilar.
El concepto fue redescubierto durante el Renacimiento y gozó de gran popularidad durante el Barroco, durante el siglo XVIII alemán e inglés y sobre todo durante el primer Romanticismo
Según la propuesta de Longino, lo sublime se caracteriza por ser una belleza extrema, que produce, en quien la percibe, una pérdida de la razón, una identificación total con el proceso creativo del artista y un gran placer estético. En ciertos casos, lo sublime puede ser tan puramente bello que produce dolor en vez de placer. Según este pensador, hay cinco caminos distintos para alcanzar lo sublime, a saber: grandes pensamientos, emociones fuertes, ciertas figuras del habla y del pensamiento, dicción noble y disposición digna de las palabras.
Estableciendo la diferencia entre lo bello y lo sublime, considera que una obra de arte bella persuade, convence, se dirige a la razón, aunque podemos discrepar; en cambio, una obra sublime tiene grandeza, no depende de la forma, prescinde de opiniones, se dirige más al interior; es igual de buena para todo el mundo, no depende de las variaciones temporales del gusto. Lo sublime se relaciona con la belleza aunque sobrepasa sus límites: la belleza es contención, lo sublime es incontinente; la belleza guarda las formas, lo sublime las pierde; lo bello convence y agrada, lo sublime involucra y sorprende; la belleza está en los objetos a la vista, en lo sublime el objeto desaparece. Lo sublime corresponde al último estadio del amor platónico, en que no se ve la belleza, sino que se sumerge en ella, está en un océano de belleza.[]
Redescubrimiento de lo sublime.
Durante la Edad Media, el tratado de Longino sobre lo sublime y, por lo tanto, el concepto mismo, permanecieron desconocidos. Sólo comenzaron a recuperar cierta notoriedad e influencia en el siglo XVI con Robortello y Falgano.
Durante el siglo XVII, los conceptos de Longino sobre la belleza gozaron de gran estima y fueron aplicados al arte barroco, ello se debió a Nicolas Boileau-Despréaux, quien situó el concepto en el centro del debate estético de la época. En la interpretación de este autor, lo sublime es aquello que eleva, rapta, transporta, es algo que se dirige al sentimiento más que a la razón.
Lo sublime en el Reino Unido.
La época moderna recupera el concepto de lo sublime en el Reino Unido en el marco de la filosofía empirista y en un contexto donde se expresa admiración por las formas sobrecogedoras e irregulares de la naturaleza exterior. Dentro de este contexto se introduce el gusto por las cosas que estimulan la imaginación y se distinguen tres cualidades estéticas principales: la grandeza o sea lo sublime, lo singular o sea lo novedoso y la belleza. También se crea una nueva categoría, lo pintoresco; este consiste en aquel estímulo visual que aporta una sensación tal de perfección que pensamos que debería ser inmortalizado en un cuadro; además se relacionó la belleza con la pasión, desligándola de la razón: la belleza nos afecta de forma inmediata e instantánea, como un golpe, actuando de forma más rápida que la razón, por lo que es más poderosa. Dentro de este contexto, cuando se retoma el concepto de lo sublime esbozado por Longino, es elevado de categoría retórica a categoría general, trasladándolo desde el lenguaje hasta la imagen.
En esta época el concepto de grandeza se une al de sublime. Burke fue el primero en decir que lo sublime y lo bello son categorías que se excluyen mutuamente, del mismo modo en que lo hacen la luz y la oscuridad. Además describió lo sublime como un temor controlado que atrae al alma, presente en cualidades como la inmensidad, el infinito, el vacío, la soledad, el silencio, etc. Calificó la belleza en los términos de amor sin deseo y lo sublime en los términos de asombro sin peligro. Con esta distinción, crea una estética fisiológica, ya que la belleza provoca amor y lo sublime temor.
Lo sublime en Alemania.
El concepto de lo sublime también fue tratado por  Kant y Schopenhauer.
Kant en su Crítica del Juicio habló sobre el concepto de lo sublime definiéndolo como lo que es absolutamente grande, lo que sobrepasa al espectador y le causa una sensación de displacer; lo sublime puede darse únicamente en la naturaleza, ante la contemplación acongojante de algo cuya medida sobrepasa nuestras capacidades. Así, lo bello es una contemplación tranquila, un acto reposado, mientras que la experiencia de lo sublime agita y mueve el espíritu, causa temor, pues sus experiencias nacen de aquello que es temible y se convierte en sublime a partir de la inadecuación de nuestras ideas con nuestra experiencia. De tal modo que para sentir lo sublime, a diferencia de para sentir lo bello, es necesaria la existencia de una cierta cultura: el hombre rudo ve con temor lo que para el culto es sublime. El poderío de esta experiencia estética invoca nuestra fuerza y la naturaleza es sublime porque eleva la imaginación a la presentación de los casos en que el ánimo puede hacer para sí mismo sensible la propia sublimidad de su destinación, aún por sobre la naturaleza. De este modo interpretó la naturaleza como fuerza y en ella está lo sublime.
Para Kant lo sublime es el exceso, el desbordamiento: así como la belleza es la forma contenida, limitada, humana, lo sublime desborda la forma, se dirige al infinito. La belleza comporta gusto, lo sublime atracción. Lo sublime es el punto donde la belleza pierde las formas, es el superlativo de la belleza. Lo sublime es aquello que es absolutamente grande, aquello que somos capaces de imaginar del infinito. Es lo que gusta inmediatamente por la resistencia que opone al interés de los sentidos: una música muy alta, un sabor muy fuerte, un olor muy intenso.
Schopenhauer para esclarecer el concepto del sentimiento de lo sublime, hizo una lista de las etapas intermedias desde lo bello hasta lo más sublime en su texto El mundo como voluntad y representación. Para este filósofo, el sentimiento de lo bello nace simplemente de la observación de un objeto benigno. El sentimiento de lo sublime, en cambio, es el resultado de la observación de un objeto maligno de gran magnitud, que podría destruir al observador.
Lo sublime para el Romanticismo.
El concepto de lo sublime se incorporó a la estética romántica desde sus orígenes tanto en Reino Unido como en Alemania. La concepción panteísta de algunos de los primeros románticos o la visión arrebatada y violenta de la naturaleza propia del Sturm und Drang tienen una gran correspondencia con las reflexiones y la definición que Schopenhauer hiciera sobre lo sublime.
Schiller también habló de lo sublime, distinguiendo tres fases: lo sublime contemplativo, es decir el sujeto se enfrenta al objeto, que es superior a su capacidad; lo sublime en cuanto patético, es decir donde peligra la integridad física;  la superación de lo sublime, en que el hombre vence moralmente, porque es superior intelectualmente. Para este autor el sentimiento de lo sublime es un sentimiento mixto ya que está compuesto por un sentimiento de pena, que en su más alto grado se expresa como un escalofrío y por un sentimiento de alegría, que puede llegar hasta el entusiasmo y si bien no es precisamente el placer; el que las almas refinadas lo prefieren mucho más que a cualquier otro placer.
En Francia fue Víctor Hugo quien más trabajó el concepto de lo sublime y lo definió como una combinación de lo bello y lo grotesco, opuesto a la idea clásica de perfección.
Lo sublime en el postromanticismo.
Las últimas décadas del siglo XIX vieron el nacimiento de la ciencia del arte, un movimiento que intentaba discernir las leyes de la apreciación estética y alcanzar un acercamiento científico a la experiencia estética. A comienzos del siglo XX, se llegan a distinguir cinco formas estéticas básicas: lo bello, lo sublime, lo trágico, lo feo y lo cómico. La experiencia de lo sublime implica un olvido del propio yo, en el que el miedo es sustituido por una sensación de bienestar y seguridad al enfrentarse a un ser superior. Esta sensación es similar a la experiencia trágica: la conciencia trágica es la capacidad de lograr un estado exaltado de la conciencia, logrado a partir de la aceptación del sufrimiento inevitable destinado a todos los seres humanos.
Lo sublime, como concepto estético, estaba también en la base del modernismo, que intentaba reemplazar en el observador lo meramente bello mediante la liberación de las limitaciones de su condición humana. En la obra Lyotard, lo sublime apunta a una aporía de la razón: indica el límite de nuestras capacidades conceptuales y revela la multiplicidad e inestabilidad del mundo postmoderno.
El arte del capitalismo, es decir, la experiencia estética del hiperrealismo tardío, da a la categoría de lo sublime el sentido de estupor y horror. En el hiperrealismo hay que considerar que el síntoma más importante es el de un mundo dominado por la imagen, en que no es posible distinguir la verdad de la falsedad, en que la vida diaria de la ciudad es alienante, en que la vista se deleita con imágenes convertidas en mercancía; en este sentido la pobreza urbana es mostrada con superficies brillantes, incluso los automóviles destruidos brillan con una especie de resplandor que alucina.
Lo sublime en el arte
Lo sublime tuvo gran relevancia en el romanticismo; los románticos tenían la idea de que el arte surge espontáneamente del individuo, destacando la figura del genio; en este sentido se puede decir que el arte es la expresión de las emociones del artista. En esta época se exalta la naturaleza, el individualismo, el sentimiento, la pasión; igualmente se destaca una nueva visión sentimental del arte y la belleza que conlleva el gusto por las formas íntimas y subjetivas de la expresión, como lo sublime. También otorgó un nuevo enfoque a lo oscuro, lo tenebroso, lo irracional, lo que para los románticos era tan válido como lo racional y luminoso. Para esta época el concepto de belleza se alejó de los cánones clásicos, reivindicando la belleza ambigua, que acepta aspectos como lo grotesco y lo macabro, que no suponen la negación de la belleza, sino su otra cara. Se valoró la cultura clásica, pero con una nueva sensibilidad, valorando lo antiguo, lo primigenio entendido como expresión de la infancia de la humanidad. Asimismo se revalorizó la Edad Media como una época de grandes gestas individuales, en paralelo a un renacer de los sentimientos nacionalistas. El nuevo gusto romántico tuvo especial predilección por la ruina, por lugares que expresan imperfección, desgarramiento, pero a la vez evocan un espacio espiritual y de recogimiento interior.
En el arte, lo sublime corrió paralelo al concepto de lo pintoresco, este se puede definir como un tipo de representación artística basada en unas determinadas cualidades como son la singularidad, la irregularidad, la extravagancia, la originalidad, la forma graciosa o caprichosa de determinados objetos, paisajes o cosas susceptibles de ser representadas pictóricamente; en el género paisajístico, y dentro del arte romántico, se reúnen lo sublime y lo pintoresco para producir una serie de representaciones que generen nuevas ideas o sensaciones, que agiten la mente, que provoquen emociones y sentimientos. Para los románticos, la naturaleza era fuente de evocación y estímulo intelectual; ellos elaboran una concepción idealizada de la naturaleza, la que perciben de forma mística, llena de leyendas y recuerdos, como se denota en su predilección por las ruinas. El paisaje romántico cobró predilección por la naturaleza grandiosa: grandes cielos y mares, grandes cumbres montañosas, desiertos, glaciares, volcanes, así como por las ruinas, los ambientes nocturnos o tormentosos, las cascadas, los puentes sobre ríos, etc. Sin embargo, no sólo el mundo de los sentidos proporciona una visión sublime, también existe una sublimidad moral, presente en acciones heroicas, en los grandes actos civiles, políticos o religiosos; igualmente existe la sublimidad pasional, la de la soledad, la nostalgia, la melancolía, la ensoñación, el mundo interior de cada individuo.]


[1] Tomado de http://es.wikipedia.org/wiki/Sublime.  Consultado el 18-08-2010.

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