La Verbum Domini y el giro hermenéutico-lingüístico contemporáneo: un intento dialógico entre la Iglesia y el mundo actual.

 

La Verbum Domini y el giro hermenéutico-lingüístico contemporáneo: un intento dialógico entre la Iglesia y el mundo actual.

Por:

Orlando Arroyave Valencia[1].

 

Resumen.

La presente investigación trata de establecer un diálogo entre la Verbum Domini y la filosofía contemporánea, desde diferentes perspectivas: giro lingüístico, giro hermenéutico, metafísica-ontología y la nueva forma de entender la Tradición desde la nueva hermenéutica; esta es una forma concreta de establecer el diálogo fe-razón desde el documento pontificio elaborado por el Papa Ratzinger.

 

Palabras Clave.

Giro hermenéutico, giro lingüístico, ontología, interpretación, diálogo.

 

Introducción.

La presente investigación implica un estudio previo sobre la hermenéutica bíblica  (Grech, 1995) (Boscolo, 2015)[2], en él se realiza una genealogía sobre la manera como esta se ha desarrollado desde la cultura hebrea, pasando por la greco-romana hasta nuestros días. Igualmente está implicado un estudio sobre la hermenéutica filosófica, ésta aporta una concepción mucho más amplia sobre dicha disciplina. Ello ayudó a descubrir dónde y cuándo se presentan acercamientos entre ambas formas de concebir la interpretación.

El rastreo mostró que la hermenéutica bíblica tenía como punto final el documento conciliar Dei Verbum (Documentos del Vaticano II, 1968, pág. 113ss). Existía, además, un documento pontificio, una exhortación apostólica del Papa Benedicto XVI, que había salido en el año 2010 y que trataba el tema de la palabra de Dios; ella había sido poco comentada, por lo menos en nuestro medio.

La Verbum Domini (Ratzinger, 2010) tiene dos grandes temas referidos a la Palabra de Dios: el lenguaje (Ratzinger, 2010, págs. 15-48) y la hermenéutica (Ratzinger, 2010, págs. 52-85).

Por otro lado, en la cultura contemporánea se evidencia el giro de la hermenéutica (Arroyave Valencia, 2014), a la par se dio también el giro lingüístico (Fabris, 2001), y una gran relevancia adquirieron los métodos para interpretar la Sagrada Escritura; estos, evidentemente tienen sus raíces en la gran tradición hermenéutica[3].

Desde lo anteriormente expuesto surgió la idea directriz que articula este ensayo, la cuestión es esta, si el Papa Ratzinger escribe una exhortación apostólica sobre la interpretación de la Palabra de Dios, y si esta se estructura sobre dos grandes ejes temáticos que son el lenguaje y la hermenéutica ¿acaso el Papa Ratzinger, en ella, no quiere establecer un diálogo con el mundo y la cultura contemporánea, en el que acerca la Iglesia y el cristianismo, a este nuevo panorama filosófico-cultural? ¿existen elementos en el documento que pudieran dar una indicación para realizar dicho acercamiento?

Antes de responder a dichas cuestiones es necesario buscar la manera acertada para abordar la exhortación. El texto está escrito en términos teológicos, bíblicos y cristianos, pero aquí se intenta un acercamiento de carácter filosófico. Esto implica la necesidad de encontrar una pauta hermenéutica diferente, un lugar desde dónde mirar, leer e interpretar el texto.

Es necesario recurrir a la filosofía contemporánea para tratar de encontrar en ella la pauta hermenéutica que ayude a decodificar el texto del Papa Ratzinger. A partir de la labor realizada surgieron muchos elementos, no solo referidos a la hermenéutica y al lenguaje sino a la filosofía contemporánea[4]. Aquí serán tratados algunos de ellos: el método que el Papa Ratzinger utilizó para elaborar el documento. Seguidamente se tratará del concepto de Tradición y la manera como debe ser concebida eclesial y apostólicamente, y como se relaciona dicho concepto desde la filosofía contemporánea, especialmente desde Gadamer. Más tarde se hará referencia a otro de los temas más recurrentes en la filosofía contemporánea: la metafísica, la ontología y la lógica. Se abordará después el tema del lenguaje y las diferentes acepciones y matices que utiliza el Papa Ratzinger sobre este tema.

El método.

Desde finales de la época moderna el tema del método que debía justificar epistemológicamente las ciencias del espíritu era la preocupación para los representantes de este tipo de saber.

Fueron Droysen, Schleiermacher y Dilthey los pensadores que intentaron dar respuesta a este problema (Arroyave Valencia, 2014, págs. 99-151); también los empiristas plantearon la cuestión adentrándose en el tema de la experimentación y la lógica; Hegel medió recurriendo a la dialéctica especulativa; fue Nietzsche con su método genealógico quien enseñó a colocar la mirada en la historia; a partir de entonces se habla de deconstruccionismo y arqueología para referirse a los métodos de los que se sirven las ciencias humanas; desde entonces no se puede hacer filosofía sino es recurriendo a uno de estos métodos; lo cual no excluye, sino todo lo contrario, incluye el método analítico usado por la filosofía del lenguaje y la filosofía analítica.

Muchos de estos métodos, a excepción de los analíticos, tienen su campo de investigación en la historia; Nietzsche, para llevar a cabo su método genealógico recurre a una deconstrucción de la metafísica, la moral y la religión, mostrando, históricamente, la relación que existe entre estas y el platonismo. Él plantea la historia de la cultura occidental como una fábula, producto de un error que empieza con los neoplatónicos; Foucault utiliza el método arqueológico para deconstruir la cultura occidental, Derrida continuará con la misma experiencia metodológica, pero desde la deconstrucción. Heidegger recurrirá al mismo proceso para recuperar los orígenes que fundamentan la concepción del ser especialmente en la cultura griega.

El problema que subyace detrás de estos métodos es muy sencillo, ya que se trata de buscar en la historia la génesis y el desarrollo de un determinado problema o institución; desde este recorrido deben brotar los quiebres, los giros, las transformaciones que la cuestión propuesta ha experimentado a lo largo de la historia. Esto le permite al investigador formarse una idea acerca de lo que intenta investigar. A la vez la idea que obtenga le ayudará a explicar dicha cuestión en su estado actual. Después de esto pueden emprenderse reflexiones y acciones que miran hacia un futuro.

En la exhortación apostólica Verbum Domini el Papa Ratzinger utiliza un método similar a estos que se acaban de enunciar. En varias ocasiones puede verse la manera como lleva a cabo este ejercicio (Ratzinger, 2010, págs. 16ss,11ss,12ss)[5], hablando de “la sinfonía de la palabra” ( (Ratzinger, 2010, pág. 16), muestra cómo ella a lo largo de la historia ha adquirido diferentes matices, se expresa de muchas maneras, por lo tanto se puede hablar de un uso analógico de la palabra de Dios. La expresión sirve para mostrar la manera como Dios se comunica sí mismo: “en el evangelio de san Juan expresa el Verbo o el Logos, nacido de María la virgen; en el medioevo la expresión hace referencia al libro de la naturaleza que está escrito con caracteres divinos; igualmente la Palabra se ha manifestado en la historia de la salvación a través de los Patriarcas, los profetas, los reyes; esta palabra llega a su plenitud en el misterio de la encarnación, después se perpetúa a través de los apóstoles y luego a través de la tradición viva de la Iglesia”.

Es evidente cómo el Papa hace un recorrido histórico, utiliza el método reconstructivo, para mostrar cómo la palabra siendo la misma adquiere formas según la época en la que se encuentra.

Con esto puede verse un acercamiento del Papa Ratzinger a la filosofía contemporánea; la teología, la Iglesia y el cristianismo pueden acercarse dialógicamente a la cultura contemporánea y operar un proceso que en hermenéutica se ha llamado de actualización y acercamiento, este puede comprenderse desde el hecho de salvar la distancia temporal que existe entre el inicio de un fenómeno y su actualización para que sea comprendido mucho mejor en una época distante a la de su inicio (Ratzinger, 2010, pág. 36ss)[6].

La tradición (Ratzinger, 2010, pág. 36ss).

Cada época histórica ha planteado una relación con el pasado del cual es heredera. Pero esta relación no ha sido igual para todas, tampoco para los pensadores, ni para las tendencias o corrientes.

En la época antigua, en la Grecia clásica, en la que surgió el problema del logos y este entendido como razón, los pensadores plantearon una ruptura respecto a sus antecesores que consideraban la visión del mundo no bajo la idea del logos sino la mitología o el caos. La confrontación mito-logos implicó una ruptura; la explicación del origen del cosmos implicaba un cambio de paradigma, nuevos problemas qué resolver y la solución no se encontraba en la propia época, por esta razón, era necesario volver a releer la época anterior para encontrar en ella las soluciones que surgieron con el advenimiento de la explicación racional del cosmos.

Los medievales, al encontrarse ante un nuevo paradigma teocéntrico, tuvieron que empezar a resolver los problemas que advenían con este cambio epocal. Para realizar dicha labor volvieron a leer las épocas pasadas y mirar cómo, los que los precedieron, resolvieron y dieron solución a problemas similares a los que ellos enfrentaban. Solo así se explica el hecho según el cual los Padres de la Iglesia recurrieron a los pensadores griegos para resolver los desafíos que se presentaban en esta nueva época; ellos encontraron en los pensadores griegos y latinos una fuente inagotable de conceptos e ideas a partir de los cuales releer los retos que se les imponían.

Con el Renacimiento viene una nueva etapa donde el paradigma teocéntrico entra en crisis, este traía consigo problemas que debían resolverse: el surgimiento de la educación pública, la concepción de ciudad entendida desde una nueva perspectiva, el sistema cambiario, la nueva forma de organizar el ejercito que se prepara para el combate y la defensa de la ciudad, formas de mandato bajo la figura del príncipe. Estos debían iluminarse; para realizar dicha tarea, algunos pensadores del Renacimiento tuvieron que volver a leer las épocas que los precedieron.

Durante la Ilustración se presentó un cambio y una ruptura respecto a las épocas anteriores; muchos ilustrados consideraron que los antiguos eran un impedimento para ejercer un libre ejercicio de la razón; por eso durante esta época se planteó un rechazo y una desconfianza hacia la tradición, Gadamer (Gadamer, 1993., pág. 337ss) hablará de un prejuicio contra el prejuicio (Arroyave Valencia, 2014, pág. 239ss). La disputa entre los antiguos y los modernos en la época ilustrada se presentó como una confrontación acerca del papel que aquellos ejercían sobre estos, ya la cuestión no se presenta en los términos de resolución de problemas sino ¿los antiguos, con el peso de la tradición permiten un ejercicio libre de la razón? La respuesta era un no rotundo.

En nuestros días ha sido H. G. Gadamer (Gadamer, 1993., pág. 344ss) quien ha retomado el problema de la tradición o la relación con los antiguos y la ha propuesto bajo una nueva base, realiza este objetivo sirviéndose de un nuevo concepto: historia efectual (Wirkunsgeschichte) (Gadamer, 1993., pág. 370ss); para ello se servirse a su vez de la concepción de la temporalidad realizada por Heidegger en Ser y Tiempo (Heidegger, 1993., pág. 253ss).

Para Gadamer la historia y la tradición no son algo muerto ni estático, tampoco son algo que impida el libre ejercicio de la razón; la tradición y la historia constituyen el pasado de la humanidad del cual se sirve, a la que se dirige para encontrar las luces que ayuden a iluminar los retos que se encuentran en la época que estamos viviendo. Este pensador considera que la forma correcta de abordar la tradición es la hermenéutica. Se trata de entablar un diálogo creativo y recreativo con la tradición; para realizarlo hay que establecer un horizonte lingüístico común entre quien habla y quien escucha, la tradición habla a quien desee encontrar respuestas en ella; este horizonte común, este tertium (Gadamer, 1993., págs. 372ss,) (el lenguaje) es lo que Gadamer llama “horizonte común de comprensión”. Se trata de ponerse a la escucha del ser, porque lo que la tradición trasmite es la voz del ser (Heidegger M. , 1987., pág. 161); es la manera como los pensadores anteriores han dialogado, han estudiado y han hablado del ser. Por esto todos los pensadores contemporáneos tienen que recorrer una y otra vez el pasado para descubrir ecos y resonancias, los que a su vez se convierten en la voz del ser que nos habla.

En Verbum Domini (Ratzinger, 2010, pág. 36ss) el papa Ratzinger dice que: “la tradición no es algo muerto y estable sino una “realidad viva” y “dinámica” que va creciendo en la Iglesia con la ayuda del Espíritu Santo. La tradición hace que la Iglesia comprenda cada vez mejor los libros sagrados y los mantenga vivos y siempre activos” […] la tradición viva es esencial para que la Iglesia vaya creciendo con el tiempo en la comprensión de la verdad revelada en las Escrituras. En estas palabras hay que resaltar el hecho de que el Papa Ratzinger acuña una expresión: “Tradición viva[7]” y con ello toma posición frente a aquellas tendencias que consideraban que la Tradición impedía el ejercicio de la razón.

Estas palabras ponen de relieve que el Papa Ratzinger está moviéndose dentro de la nueva hermenéutica, la ontología hermenéutica o el giro hermenéutico; al hacer esto muestra que es un hombre que dialoga con las nuevas formas de pensamiento, las actuales formas de ver e interpretar el mundo, estas no son un impedimento para comprender la relación entre el cristianismo y la cultura actual, ellas posibilitan un diálogo permanente entre la Iglesia y el mundo contemporáneo.

Diálogo entre metafísica y ontología.

La metafísica ha sido cuestionada desde hace mucho tiempo en el ámbito de la filosofía; los primeros en hacerlo fueron, en la época moderna, los empiristas; ellos consideraban que esta forma de pensar correspondía con una tendencia filosófica que, al reflexionar sobre algo llamado ser, no podía dar cuenta de ello; la causa de esta crítica es que la metafísica no tiene argumentos empíricos para demostrar la existencia del ser. Por lo tanto, ella no puede demostrar desde el método experimental que exista algo que se llama el ser.

El mismo Kant cuestionó la metafísica cuando habla sobre el fenómeno y el noúmeno, pero afirmaba que el noúmeno no existe y por lo tanto había que “suponer” su existencia. Por esta razón él se propone realizar una metafísica de orden racional que suponga la existencia del ser, entendido bajo la forma del noúmeno, pero que en realidad no existe.

Nietzsche, con su proyecto de inversión del platonismo, realizó una crítica contra la metafísica, la moral y la religión cristiana; este autor, para negarla se sirvió del argumento según el cual toda la filosofía occidental es una continuidad de la forma como pensaba Platón (platonismo); y propone que, en lugar de pensar la realidad bajo la categoría del más allá y del más acá, la filosofía debe dedicarse a pensarla solo desde el más acá, lo inmanente y negar lo trascendente.

Heidegger (Heidegger M. , La historia del ser., 2011., pág. 35ss) (Martin, 2003, págs. 77-81), continuando con lo propuesto por Nietzsche, se propondrá a realizar una crítica a la metafísica, diciendo que la metafísica se olvidó del ser, y en lugar de plantearlo se dedicó a pensar el ente. Un argumento muy reiterativo de este pensador es que, la metafísica, al pensar el ser bajo la presencia, y al terminar planteándolo bajo la categoría del ente, se olvidó del ser. Todos sus intentos filosóficos, después del año 1937 se proponen estudiar el ser en sí mismo, pero ya no desde la metafísica sino desde la ontología, esta disciplina está llamada a recuperar la pregunta por el sentido del ser.

La crítica de este pensador tuvo tal influjo en el pensamiento contemporáneo que a partir de él muchos pensadores prefirieron decirle adiós a la metafísica y acoger la ontología. La cuestión, en este momento, llega a plantearse en los términos de anti-metafísicos que son aquellos que rechazan la metafísica y post-metafísicos que son aquellos que pretenden e intentan superar la metafísica. Tampoco se puede negar que en la actualidad existen también pensadores que aún siguen afirmando la metafísica, especialmente aquellos que trabajan en el ámbito de la filosofía especialmente desde el ámbito judeo-cristiano.

Es aquí donde se encuentra el gran aporte del Papa Ratzinger, y en el documento que se está analizando puede verse claramente:

 

La economía de la revelación tiene su comienzo y origen en Dios Padre. Su Palabra “hizo el cielo; el aliento de su boca, sus ejércitos” (Sal 33,6). Es Él quien da a conocer la gloria de Dios reflejada en Cristo (2 Co 4,6; cf. Mat 16,17; Lc. 9,29).

Dios, fuente de la revelación, se manifestó como Padre en el Hijo “Logos hecho carne” (cf. Jn. 1,14), que vino a cumplir la voluntad del que lo había enviado (cf. Jn. 4,34), y lleva a término la educación divina del hombre, animada ya anteriormente por las palabras de los profetas y las maravillas realizadas tanto en la creación como en la historia de su pueblo y de todos los hombres. La revelación de Dios Padre culmina con la entrega por parte del Hijo del don del Paráclito (cf. Jn. 14,16), Espíritu del Padre y del Hijo, que nos guía “hasta le verdad plena” (Jn. 16,13) (Ratzinger, 2010, págs. 41-42).

Puede verse como el Ser, que es el Logos, Dios-Padre son pensados bajo la categoría metafísica de fundamento trascendente, del cual desciende todo, el que crea todo, hizo el cielo y la tierra.

Pero más adelante dice que ese Logos se hace carne y lleva a cabo la educación divina del hombre, animada por los profetas y las maravillas realizadas tanto en la creación como en la historia de su pueblo y de todos los hombres. En esta segunda idea puede verse ya como ese Ser, que es fundamento, se hace histórico, humano y terreno –la Encarnación, la historia de la salvación y la economía de la salvación, estos eventos le permiten al Papa Ratzinger seguir hablando del Ser ya no en términos trascendentes sino también inmanentes.

La ontología actual sigue hablando del ser ya no en términos de trascendencia, como lo hacía la metafísica, sino bajo la categoría de la inmanencia.

A partir de este texto puede apreciarse cómo el Papa Ratzinger se presenta como un pensador que, en nuestro tiempo, concilia el pensamiento metafísico y el pensamiento ontológico. En un mundo que tiende a excluir la metafísica en favor de la ontología, Ratzinger invita a poner en diálogo ambas formas de pensamiento.

Aquí también puede encontrarse una respuesta del teólogo Ratzinger, que en el año 1968 intentaba conciliar metafísica y ontología, contra un “Movimiento de renovación que se despertó en la teología católica a partir de la primera guerra mundial y que se autodenominó como ‘Renacimiento’, el que intentaba volver a las fuentes, pero estas se debían leer correctamente en sus originales y sin los anteojos del sistema escolástico” (es decir el sistema metafísico) (Ratzinger J. , 1968)[8].

Textualidad.

La Verbum Domini (Ratzinger J. , 2010, págs. 41-42) obliga a pensar otro de los tópicos que son muy recurrentes en el giro hermenéutico: el Textualismo. Según la hermenéutica contemporánea solo aquello que se presenta bajo la categoría de un texto puede ser interpretado, comprendido y explicado. Para ella la realidad aparece como si fuera un texto, y por lo tanto adquiere los rasgos de aquel. El mundo, la realidad física creada por Dios, la existencia de cada ser humano, las leyes naturales a partir de las cuales Dios creó el mundo, etc. etc., pueden ser leídas como si fueran un texto, dice el Papa Ratzinger: “Teniendo presente estos elementos esenciales de nuestra fe, podemos contemplar así la profunda unidad en Cristo entre creación y nueva creación, y de toda la historia de la salvación. Para recurrir a una imagen, podemos comparar el cosmos a un “libro” –así decía Galileo Galilei- y considerarlo “como la obra de un Autor que se expresa mediante la sinfonía de la creación” (Ratzinger J. , 2010, pág. 16ss). Estas palabras evidencian cómo el Papa Ratzinger acoge la teoría textualista propuesta por la nueva hermenéutica[9].

No solo la creación, además hay que leer la historia y la economía de la salvación como si fueran un texto, los grandes hechos maravillosos realizados por Dios en la historia de la salvación: el paso del mar rojo, la alianza pactada con el pueblo, la Encarnación, etc., todos estos hechos y muchos más para que se puedan comprender hay que llevarlos a la textualidad o considerarlos como si fueran textos. La Verbum Domini realiza un gran esfuerzo en este sentido, ya que en ella el Papa Ratzinger realiza toda una lectura que va desde la creación, la Encarnación y la historia de la Iglesia en términos de textualidad.

El gran peligro de esta teoría es lo que los hermeneutas han puesto de relieve y que consiste en el hecho de que todo sea texto; sin embargo, más bien habría que decir que lo que se quiere recalcar es que todo puede ser leído, interpretado, comprendido y explicado “como si fuera un texto”. Idea que el Papa Ratzinger ha captado muy bien y lo demuestra en la exhortación apostólica postsinodal Verbum Domini.

La lógica entendida desde el Logos.

El Papa Ratzinger, en la Verbum Domini (Ratzinger J. , 2010, pág. 13), después de haber realizado un recorrido metafísico-ontológico que va desde la creación hasta la Encarnación llega al momento decisivo del misterio pascual, la intención es mostrar cómo la historia de la salvación tiene una lógica y un logos; la muerte y resurrección de Cristo conserva una relación interna con la historia de la Antigua Alianza de Dios con su pueblo. Esta tiene su lógica porque con la muerte y resurrección de Cristo todo adquiere un sentido: “En el misterio pascual se cumplen las palabras de la escritura, o sea, esta muerte realizada “según las Escrituras” es un acontecimiento que contiene en sí un logos, una lógica: la muerte de Cristo atestigua que la Palabra de Dios se hizo carne e historia humana” (Ratzinger J. , 2010, pág. 28ss).

La palabra Logos ha sido traducida y entendida de muchas maneras: el prólogo del evangelio de san Juan la utiliza para referirse a “Cristo”, al Padre Dios y al Espíritu Santo, e incluso a la reunión de las tres divinas personas; en el ámbito de la filosofía puede significar “lo que reúne y congrega, pero en el reunir y congregar hace la diferencia de lo congregado y reunido”[10]; en el ámbito de la lógica, como disciplina, logos hace referencia a la ciencia que administra rectamente la cuestión del ser. En el ámbito de la filosofía esta última concepción choca contra otra manera de entender el logos, en cuanto este es considerado como la lógica inherente que guía y orienta de modo interpretativo el devenir histórico; este último sentido es el que podemos encontrar en la Verbum Domini.

El hecho de ser herederos del Logos implica la rememoración de que el ser histórico-divino está fundado en el Él y se convierte en el destino del cual se es depositario y a la vez trasmisor. El Papa Ratzinger entiende la lógica como la continuidad del logos histórico y del Logos divino, en la Verbum Domini ese concepto adquiere la doble dimensión: la Palabra Divina y la esencia de la divinidad.

Se desprende así un nuevo sentido de lo que se ha llamado lógica, ya que lo que el Papa Ratzinger entiende por lógica es el hecho de que como cristianos somos herederos del Logos Encarnado, del Logos creador y del Logos palabra divina que nos ha sido trasmitida mediante las Escrituras.

Se da otra concepción que tiene una gran importancia para el Papa Ratzinger y es la que tiene que ver con la Tradición; ya que si la creación, la redención y la historia de salvación tienen una lógica, y esta a su vez se perpetúa en la Iglesia entonces el dialogo con la historia de la Iglesia, con la Tradición se convierten en toda una fuente inagotable para extraer perspectivas que ayudan a autocomprendernos a nosotros mismos.

La ontología hermenéutica.

La historia de la hermenéutica, desde el punto de vista filosófico, se divide en tres momentos: la prehistoria, la historia y la ontología hermenéutica. La prehistoria comprende la hermenéutica como si fuera una técnica que está al servicio de la interpretación de textos[11]. La historia abarca el momento en el cual la hermenéutica es entendida como el método que sirve para justificar las ciencias humanas. El tercer momento hace referencia al hecho según el cual la hermenéutica es una característica que caracteriza al ser humano. La Verbum Domini está estructurada sobre estos tres momentos, lo más novedoso es que este texto aporta algunos elementos para leer la relación del hombre con Cristo, a partir de este tercer momento de la historia de la hermenéutica. Aquí solamente se destacarán algunos de estos elementos.

El diálogo entre Dios y el hombre se da mediante y a través de la palabra (Ratzinger J. , 2010, págs. 43-44). En el diálogo lo que va y viene es la palabra, tú hablas yo hablo, se establece un vaivén de la palabra. Sin palabras no puede darse un diálogo.

La palabra en el diálogo se convierte en un tertium, un tercero que media entre dos personas que dialogan –un sujeto emisor, un sujeto receptor-, y entre los dos la palabra; la palabra es en un horizonte “común” entre dos personas, este se hace común porque pertenece a dos, surge de los dos, pero a la vez es independiente de ellos.

En el diálogo se pregunta y se responde, se da una dialéctica entre pregunta y respuesta (Gadamer, 1993., pág. 447ss), dice Gadamer que el ideal es que cada uno de los que dialogan lleguen a ponerse en el lugar del otro (Gadamer, 1993., pág. 461ss); no necesariamente hay una pregunta y una respuesta; en lugar de ello puede darse una cuestión que es el tema de la conversación: en este proceso los que dialogan resultan siendo interpelados por la palabra; la palabra roba la atención, disloca, saca del lugar propio para colocar en el lugar del otro.

En el diálogo tiene que darse una respuesta, ya que, si la palabra interpela y cuestiona, necesariamente tiene que haber una respuesta (“el hombre escucha la palabra divina y responde a ella”).

Las teorías clásicas del lenguaje proponían que el lenguaje es un objeto del cual el hombre dispone en el momento de hablar; las teorías convencionalistas proponían que para usar el lenguaje había que recurrir a una especie de contrato y a partir de este, varios seres humanos se ponían de acuerdo para nombrar algo. En la cultura contemporánea el lenguaje no surge de una convención ni de un acuerdo, tampoco se concibe como si fuera un objeto del cual dispone el hombre en el momento de hablar o decir algo; las teorías más recientes sostienen que el ser humano vive sumergido en un flujo lingüístico, y si esto es así, entonces no es el hombre el que dispone del lenguaje sino el lenguaje el que dispone del hombre (Gadamer, 1993., pág. 549ss). El papa Ratzinger sostiene en la Verbum Domini que: “el hombre ha sido creado en la palabra y vive en ella” (Ratzinger J. , 2010, pág. 44).

Es en este sentido donde puede encontrarse un acercamiento del Papa con lo que hoy se llama el giro lingüístico y a la nueva hermenéutica (Heidegger M. , Unterwegs zur Sprache, 1997, pág. 159ss)[12].

Más adelante sostiene que “El hombre no se entiende a sí mismo sino se abre a este diálogo” (Ídem), con estas palabras puede verse un giro que en términos hegelianos expresa el salto de la conciencia a la autoconciencia, ya que la palabra no es solo un medio externo que sirve para la comunicación, el habla o el diálogo, sino que la palabra interpela, cuestiona y mueve al cambio. La palabra transforma, cambia, expresa no solo el estado del ser sino también nuestro ser. En el diálogo se da un proceso de autocomprensión; en el diálogo con Dios, el hombre se autocomprende, y encuentra las respuestas a las cuestiones más profundas que anidan en su corazón.

Donde hay palabra hay relación, donde dialogan dos personas se establece una comunidad de hablantes que se relacionan entre sí, este rasgo lo ha llamado Derrida el carácter comunitario del habla, cuando el hombre habla establece relaciones con aquello sobre lo que habla y con aquellos que hablan, podría decirse que la Iglesia es la comunidad de aquellos que hablan y en su hablar establecen puntos de vista comunes, relaciones interpersonales, etc. el Papa dice: “la Palabra de Dios revela la naturaleza filial del hombre y relacional de nuestra vida” (Ratzinger J. , 2010, pág. 44); nótese que la palabra que usa en esta frase es “revela”, porque la función de la palabra es revelar, mostrar, desocultar la naturaleza de aquello sobre la cual se habla. Aristóteles decía que una de las funciones del habla es que esta es un puente que se tiende entre el alma y lo que podemos decir de ella, la palabra es el medio a través del cual mostramos lo que hay en nuestra alma.

La palabra entendida como logos revela la esencia de Dios, porque Él es el Logos, el Logos que se encarna, el Logos que se comunica. La Sagrada Escritura, entendida como Palabra de Dios revela la esencia de Dios, la historia del pueblo de Israel; la historia de la Iglesia entendida como Tradición que se revela mediante los mensajes, los dogmas, los concilios, los sínodos, los escritos de los santos, los documentos pontificios, etc., el logos a su vez revela la esencia del hombre, porque lo que es, como es y lo que piensa solo lo puede conocer mediante la palabra.

Conclusión.

Se intentó mostrar cómo la Verbum Domini elabora una propuesta para el cristiano de hoy; para ello el Papa Ratzinger recoge y retoma todos los instrumentos que están vigentes en la filosofía contemporánea, la nueva hermenéutica y el giro lingüístico; al servirse de ellos coloca a la Iglesia en diálogo con la cultura contemporánea que, aunque en muchos aspectos es neopagana, sin embargo, no por ello no se puede dejar de anunciar a Cristo y su mensaje de salvación.

Finalmente hay que reconocer que la Verbum Domini es un documento programático; así como Juan Pablo II elaboró la Redemptor hominis con miras a convertirla en un programa que desarrolló durante su pontificado, Benedicto XVI elaboró en la exhortación apostólica postsinodal un programa que debía transitar la Iglesia a lo largo de su pontificado…lástima que hubiera sido tan corto.

Bibliografía

Arroyave Valencia, O. (2014). El arte de la interpretación. Medellín: UPB.

Documentos del Vaticano II. (1968). Madrid: BAC.

Fabris, A. (2001). El giro Lingüístico: hermenéutica y analísis del lenguaje. Madrid: Akal.

Gadamer, H. (1993.). Warheit und Methode. Trad.Verdad y método. Salamanca.: Sígueme.

Heidegger, M. (1987.). Unterwegs zur Sprache. Trad. De camino al habla. Barcelona: Del serbal.

Heidegger, M. (1993.). Sein und Zeit. Trad. Ser y tiempo. Bogotá.: FCE.

Heidegger, M. (1997). Unterwegs zur Sprache. Stuttgart: Verlag Gunter Neske.

Heidegger, M. (2011.). Die Geschichte des Seyns. trad. La historia del ser. Buenos Aires.: El hilo de Ariadna.

Martin, H. (2003). Zeit und Sein. Trad. Tiempo y ser. Madrid: Técnos.

Ratzinger, J. (1968). Die Bedeutung der Väter für die Gegenwärtige Theologie. Tübinger Theologische Quartalscchrift., 257-282.

Ratzinger, J. (2010). Verbum Domini. España: Verbo Divino.

 

 

 



[1] Sacerdote de la Arquidiócesis de Medellín, doctor en filosofía en la Universidad Gregoriana de Roma; docente e investigador en la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín. Pertenece al grupo de investigación Epimeleia. Con estudios de pregrado y posgrado en la misma universidad. Ha sido docente en la Universidad de Antioquia, en la Universidad de san Buenaventura y en la Universidad Cooperativa de Colombia. Colabora pastoralmente en la parroquia de la Candelaria.

 

[2] El texto Ermeneutica es una excelente guía que ayuda a realizar dicha investigación; en él, el cardenal Prosper Grech realiza un rastreo histórico sobre dicho tema. También puede leerse el texto La Biblia en su historia de Gastone Boscolo.

[3] Esta investigación trata sobre la hermenéutica bíblica: los métodos y la historia de dicha disciplina.

[4] Sobre la filosofía contemporánea he escrito varios artículos, además de mis notas de clase, que están sin publicar. En la universidad Pontificia Bolivariana he dictado el curso por más de 15 años.

[5] Los numerales en los cuales se puede evidenciar dichos métodos son: 7, 11, 12, 15, 16.

[6] El número 17 habla sobre el tema de la distancia histórica y la actualización; allí dice que: “La tradición hace que la Iglesia comprenda cada vez mejor los libros sagrados y los mantenga vivos y siempre activos. Pp. 36ss.

 

[7] “Al reafirmar el vínculo profundo entre el Espíritu Santo y la Palabra de Dios, hemos sentado también las bases para comprender el sentido y el valor decisivo de la Tradición viva y de las Sagradas Escrituras en la Iglesia”. Op. Cit. (la cursiva es nuestra).

[8] Ratzinger, Joseph. Die Bedeutung der Väter für die Gegenwärtige Theologie. Trad. El significado de los Padres para la teología actual. En: Selecciones de Teología. Vol. 8; julio-septiembre de 1969. N° 31. Pp. 265-272

[9] El número 7 de la VD. Es muy importante porque en él, el papa Ratzinger hace una aclaración frente a algunas tendencias hermenéuticas contemporáneas que consideran que existen religiones del libro, para referirse con ello al hecho según el cual, la religión musulmana, la hebrea y la cristiana son religiones del libro, porque detrás de ellas existe un libro: el Corán, la Torah y la Biblia en el caso del cristianismo. El Papa Ratzinger en este número sostiene: “Todo esto nos ayuda a entender que por qué en la Iglesia se venera tanto la Sagrada Escritura, aunque la fe cristiana no es una <<religión del libro>>: el cristianismo es la <<religión de la Palabra de Dios>> no de <<una palabra escrita y muda sino del Verbo encarnado y vivo>>. Vattimo en su texto Credere di credere es uno de los pensadores que afirma esta tesis.

[10] Los sentidos filosóficos de la palabra Logos pueden encontrarse en la obra de Martin Heidegger Einführung in die Metaphysik. Trad. Introducción a la metafísica. cf. 168ss

[11] En la Verbum Domini, el Papa Ratzinger se sirve de la prehistoria y la historia de la hermenéutica cuando habla de: Sentido literal, sentido espiritual (# 37). Interpretación fundamentalista (# 44). Sentido tipológico (#s 40-41, 12). Palabra e iglesia (#s50-51). Sentido litúrgico (#s 52ss).

 

[12] A lo largo del texto heideggeriano titulado Unterwegs zur Sprache. Trad. De camino al habla, en el capítulo que lleva por título La esencia del habla resuena una y otra vez la frase <<Kein ding sei wo das wort gebricht>>, traducida como <<nada sea donde falta la palabra>> o <<ninguna cosa sea donde falta la palabra>>. Es una expresión que desde el giro lingüístico contemporáneo expresa el sentido del lenguaje, pero detrás de ella puede establecerse una relación con el libro del Génesis “Y dijo Dios hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza”, la expresión la repite el autor del texto a lo largo del capítulo primero, idea que resuena una y otra vez en la Verbum Domini y que el Papa Ratzinger explora en todos sus sentidos posibles.

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