La interpretación vattiminiana de Heidegger.
La interpretación vattimiana de Heidegger.
La dialéctica.
Vattimo aborda el problema de la
dialéctica desde la concepción histórica en el sentido que el proceso histórico
dialéctico puesto en marcha en la búsqueda de la verdad termina por encontrarse
fenómenos y problemas que la misma dialéctica no puede tematizar, no puede
controlar; en este sentido la verdad termina siendo no verdad en cuanto se
convierte no en un valor absoluto sino en una cuestión de perspectiva; en este
sentido la búsqueda de un Dios garante del proceso moral termina encontrando su
propia muerte, su propia disolución; este es justamente uno de los rasgos que
Vattimo lee primero en Nietzsche y luego en la lectura que Heidegger hace sobre
Nietzsche sobre todo respecto al problema del nihilismo, a la disolución de
todos los valores eternos, a la crítica de la metafísica, en este sentido
Vattimo sostiene que: “En el desarrollo del pensamiento disolutivo de nuestro
siglo aparece una tendencia disolvente que el esquema dialéctico ya no consigue
controlar y que puede observarse en la micrología de Benjamin, en la
negatividad de Adorno y en las utopías de Bloch”.[1]
Por otro lado Vattimo critica la
dialéctica porque es un proceso que está encaminado hacia la reapropiación de
un punto final por parte del individuo, punto desde el cual puede dominar la
totalidad;[2]
dominación que se hace hegemónica; en este sentido Vattimo en su texto Il pensiero debole cita a Benjamin y a
Sartre; igualmente habla de la desilusión
experimentada respecto a la caída del
marxismo, y dice que una dialéctica presentada en estos términos es un fenómeno
que presenta una cierta complicidad con la metafísica y con su concepción de
ser entendido e interpretado desde rasgos ónticos: “Los conceptos rectores de
la metafísica –la idea de una totalidad del mundo, de un sentido unitario de la
historia, de un sujeto centrado en sí mismo y eventualmente capaz de hacerse
con ese sentido- se muestran ahora como instrumento de aleccionamiento y de
consolación, ya no necesarios en el marco de las capacidades que la técnica hoy
nos proporciona”.[3]
El problema es que una metafísica que se ha encontrado como superflua puede
invitar a la reconstrucción de una nueva metafísica más radical que ésta; esto representa
para Vattimo un riesgo del que solo puede salirse cuando la mirada se vuelve
hacia el replanteamiento del ser que Heidegger ha iniciado.
Sin embargo en Vattimo puede
encontrarse, por otro lado, una cierta simpatía por la dialéctica gadameriana
que desde su propuesta hermenéutica recurre a la pregunta y a la respuesta, lo
mismo que a la circularidad ad infinitum que esta establece entre estos
elementos.
La diferencia.
¿Cuáles son aquellos rasgos fundamentales
que caracterizan a la ontología heideggeriana y que según Vattimo serían la
puerta de salida para una solución de tipo no metafísico sino ontológico
respecto al carácter disolutivo que ha encontrado la dialéctica?
Desde la perspectiva vattimiana la
evidencia que se percibe, una vez aprehendido el punto culmen del proceso
dialéctico, es criticada por Heidegger cuando sostiene que: “No podemos tomar
como obvia la noción de ente ya que dicha evidencia es el producto, el
resultado de una serie de posiciones, de sucesos o –al decir de Heidegger-
aperturas histórico-culturales, ( y en sentido heideggeriano, destinales) las
cuales antes que la evidencia objetiva del ente, y de forma más radical,
constituyen el sentido del ser”.[4] Se
podría decir, para resaltar este primer rasgo de la propuesta ontológica
heideggeriana, que la evidencia evidente patentizada en el ente no es tan
evidente porque es el producto de aperturas epocales, culturales e históricas
que se superponen para hacer aparecer en su apariencia al ente como algo
evidente; leído esto desde Vattimo se podría decir que una teoría científica
que llega a predominar en un determinado momento no es más que el producto de
una apertura histórica que llega a imponerse y en su imposición llega a ser
explicación de todos los fenómenos que en ella confluyen; dice Vattimo que lo
que Heidegger pretende con esto no es encontrar una estructura que se esconde
detrás de un ser que se presenta como evidencia sino “La inconsistencia
(primero en la “cosa misma” que en nuestra teoría) de aquellos rasgos que la
tradición metafísica desde siempre le ha atribuido al ser: la estabilidad en la
presencia, la eternidad, la “entidad” o ousía”.[5]
Un segundo rasgo característico que
se desprende de esta concepción del ser desde la diferencia ontológica y que
Vattimo resalta es que el ser no es sino que acontece; es decir el ser es
concebido como un acaecer “histórico cultural, como el establecerse y el
transformarse de aquellos horizontes en los que, sucesivamente, los entes se
tornan accesibles para el hombre y el hombre a sí mismo”.[6] Se
podría decir que la apertura de un horizonte histórico cultural es como la
apertura de una ventana que desde un balcón alto nos permite vislumbrar un
horizonte vasto.
Un tercer rasgo es el hecho de que
la apertura de un horizonte nos permita dirigir la mirada, orientarla en una
dirección determinada; si esto es así, el ser se hace trans-misión o podríamos
decir misión que una vez recibida se transmite en una dirección determinada hacia
la cual dirigimos la mirada y la existencia; Vattimo lee esta transmisión desde
la analítica existencial y es cuando sostiene que: “Del ser podemos decir tan
solo que es trans-misión, envío (hacia el futuro); Ueber-lieferung y Ge-schick. El mundo se experimenta
dentro de unos horizontes constituidos por una serie de ecos, de resonancias de
lenguaje, de mensajes provenientes del pasado, de otros (los otros junto a
nosotros como las otras culturas)”.[7] El
hecho de que Vattimo enfatice aquí el carácter futuro de la transmisión nos
hace pensar en algo sobre lo cual Franco Volpi nos llamaba la atención en el
sentido de que la cuestión temporal heideggeriana, leída desde la analítica
existencial, le da una cierta preeminencia al sentido del futuro.
El fondo de la reflexión vattimiana
respecto a la transmisión leída desde la ontología heideggeriana radica no solo
en una lectura de la analítica existencial sino en una lectura del carácter
temporal del ser-ahí; además en una relectura del ser-ahí como ser-en-el-mundo;
en este sentido Vattimo insiste en que “El a priori que hace posible nuestra
experiencia del mundo es Ge-schick,
destino, envío o Ueberlieferung,
transmisión. El verdadero ser no es, sino que envía (se pone en camino y se
manda), se trans-mite”.[8]
El cuarto rasgo que Vattimo propone
como característico de la ontología heideggeriana es el carácter lingüístico del
ser; el ser se muestra, se revela en el lenguaje con unos rasgos totalmente
distintos a los que tenía en la tradición; Vattimo recalca que los más
característico de este rasgo lingüístico del ser es que: “El carácter
lingüístico del acaecer del ser se refleja en la concepción del propio ser,
que, de este modo, se ve despojado de los rasgos robustos que le atribuyera la
tradición metafísica”;[9]
hecho este que el profesor Carlos B. Gutiérrez nos ayuda a comprender cuando
hablando de la precomprensión o estructura
previa del comprender dice que: “Esta estructura o ‘comprender primario’
significa que el ser humano se caracteriza por un ser ya interpretado que le es
propio y que precede a toda enunciación, ser cuyo carácter fundamental corre
permanentemente peligro de quedar encubierto por la tendencia niveladora del
juicio proposicional”.[10]
¿Cómo se ubica el pensamiento que
piensa la diferencia entre ser y ente respecto al pensamiento que piensa
dialécticamente? La lectura de los textos vattimianos respecto a la colocación
de la diferencia en su relación con la dialéctica plantean una doble
perspectiva: por un lado aquellos pensamientos: la dialéctica y la diferencia
dan la idea de que entre ellos hay una relación de continuidad, en otros
términos se podría decir que el pensamiento que piensa la diferencia continúa y
prosigue en un orden de continuidad las consecuencia no controlables que se
presentan al interior del desarrollo dialéctico, en este sentido Vattimo
recuerda que “El pensamiento de la diferencia puede concebirse como el heredero
que lleva hasta sus consecuencias últimas las exigencias disolventes de la
dialéctica”.[11]
Por otro lado los textos de Vattimo
dan la idea de que entre pensamiento dialéctico y pensamiento de la diferencia
no hay una continuidad, una prosecución sino un salto, una interrupción brusca
que salta de un lugar a otro; hecho este que se presenta como el avizoramiento
de un abismo entre dos realidades diferentes, entre dos grandes bloques y la
necesidad de dar un gran salto entre uno y otro; en este sentido se pueden
recordar aquellos textos en los que Vattimo habla de que llegados al final del
pensamiento que piensa la relación entre ser y ente en términos ónticos es
necesario atreverse a pensar, desde Heidegger, el ser desde sí mismo, es decir
en términos ontológicos y el ente desde sí mismo, es decir en términos ónticos;
quizás sea esta la perspectiva desde la cual haya que pensar las nociones
heideggerianas de Verwindung y Ueberwindung; esto a los ojos de
Vattimo plantea no un problema metafísico, pues no se trata de proseguir con la
metafísica, sino un problema ontológico; por eso Vattimo, desde Heidegger se va
a preocupar por detallar aquellos elementos que conformarían una ontología
acorde con el pensamiento de la diferencia, ontología que constituiría el
pensamiento débil.
Vattimo va a resaltar tres términos que
desde su lectura de Heidegger constituirán la declinación del pensamiento de la
diferencia en el pensamiento débil, ellos son Verwindung, An-denken y Pietas.
Verwindung.
Es el término que Heidegger adopta para reemplazar Ueberwindung, que es a su vez el término que caracteriza a la
dialéctica; la Verwindung hace
referencia a dos acepciones: primero declinación-destinación; declinación que
puede entenderse en varios sentidos: declinar es inclinarse hacia abajo,
decaer, aproximarse una cosa a su fin, ir cambiando de costumbres hasta tocar
el extremo contrario, rehusar; en las lenguas de flexión causal el termino
evoca la enunciación de las formas que presenta una palabra para desempeñar las
funciones correspondientes a cada caso, distorsión que puede entenderse como
torsión, torcedura, deformación, acción de torcer o desequilibrar, alteración;
en todos estas posibles forma de enunciar la Verwindung encontramos el carácter de lo fuerte que se hace débil,
de lo fuerte que pierde su potencia, del ser que siendo fuerte desde los
caracteres metafísicos se hace débil desde los caracteres postmetafísicos.
La segunda acepción a la que se
refiere la Verwindung es rimettersi, que el traductor del texto
vattimiano al español traduce como ponerse de nuevo[12] y
que puede también traducirse como reponerse y desde aquí hay también varias
acepciones: reponerse de, como cuando una persona se repone de una enfermedad,
se alivia, recobra su estado original de salud; otro sentido es el ponerse
nuevamente a, es decir volver a adquirir una destreza que se había perdido o
había dejado de usarse o el disponerse para, es decir el estar en posición para
ejercer una función o desempeñar un papel y el otro sentido es el proyectarse
hacia el futuro, reconociendo que esta ultima acepción es quizás la mas
utilizada por Heidegger en su analítica existencial cuando habla de la
proyección del ser-ahí. Todas estas acepciones nos muestran la vastedad del
concepto heideggeriano, retomado por Vattimo para hacer su propuesta del
pensamiento débil y que van a caracterizar el pensamiento postmetafísico
recogido por Vattimo para su propuesta.
Cada una de estas acepciones supone
un pensamiento que rebasa la propuesta metafísica, colocándose más allá de la
misma en el pensamiento que reflexiona sobre la diferencia, en un pensamiento
ultra o postmetafísico pero a la vez un pensamiento que siendo algo distinto
debe retornar sobre lo ya hecho para que desde ello emprenda su labor y su
función propia.
Verwindung que
constata la presencia de un pensamiento metafísico, de un pensamiento
dialéctico y a la vez la necesidad de abandonar dicho pensamiento, despedirse
de él para adentrarse en algo nuevo.
An-denken es
la actitud que testimonia la presencia del ser no como ya presente, no como
presencia desplegada sino como recuerdo, rememoración; podríamos decir que si Verwindung toma acta presencia de lo
que fue y ya no es pero que habiendo sido se convierte en recuerdo, en memoria;
en este sentido Vattimo sostiene, desde su interpretación heideggeriana que Al
ser no se accede por medio de la presencia, sino solo por el recuerdo; la razón
es que el ser no puede definirse nunca como aquello que está, sino solo como
aquello que se transmite: el ser es destinación y envío. Pero esto también
quiere poder decir que, en cierto modo, el pensamiento ultrametafísico se ve
obligado a manejar las nociones de la metafísica rebajándolas,
distorsionándolas, refiriéndose a ellas, volviendo a ponerlas en juego a
recibirlas como su propio patrimonio.
Pietas. El
problema es que en el pensar no se parte de cero aunque haya una posición
crítica frente a la tradición; en el pensar postmetafísico, ultrametafísico
siempre se partirá de aquellos conceptos que la tradición metafísica logró
acuñar; conceptos que siendo rememorados con reverencia necesariamente al
entrar en un nuevo campo, en un nuevo horizonte adquieren una nueva
significación, un nuevo sentido; así se cumple en ellos el recuerdo, la memoria
y a la vez la torsión y quizás la distorsión; los conceptos heredados de la
metafísica son monumentos en los que la tradición acuñó una forma de pensar
determinada; monumentos que deben ser reverenciados, pero a la vez son ellos
quienes dan qué pensar, son ellos quienes nos obligan a repensar cada vez de
nuevo.
Consecuencias.
El pensamiento débil propone que este cambio
en la forma de pensar las categorías que caracterizan al ser y al ser mismo
trae consecuencias muy importantes de las que el pensamiento apenas empieza a
percatarse.
La primera de ellas hace referencia
al hecho de que a nuestra manera de ser corresponde una manera de representar;
manera de ser que depende de una apertura (alhteia) en la que el
ser-ahí se encuentra situado y que está caracterizada por el rasgo de la
temporalidad y de la mortalidad; apertura que incide en el carácter
representacional que el hombre puede tener en un momento determinado; el ser no
es algo permanentemente estable sino que experimenta los rasgos de la finitud,
de la mortalidad, de la temporalidad, no de la inmortalidad ni de la eternidad.
El ser en
su acaecer transparenta los rasgos de la mortalidad que pueden acompañar, que
deben acompañar a todo fenómeno históricamente situado; aquí se deja entrever
aquella situación no manejada ni controlada por la dialéctica en los fenómenos
históricamente situados: el caso de la radicalización de la verdad termina
reconociendo no una verdad eterna e inmutable sino una verdad que es
interpretación.
La
segunda tiene que ver con la legitimación no fundante de un fenómeno, ella se
orienta en el pensamiento débil, no recurriendo a aquellos rasgos que desde la
inmortalidad pudieran servir de soporte fundamentador, sino que el pensamiento
débil se limita a un tomar nota, a un constatar que no apela a un proyecto
propio sino que liga conjugando el pensamiento dialéctico y el pensamiento de
la diferencia. En este sentido se puede decir que el pensamiento débil legitima
tomando nota porque su intención no es fundamentar sino constatar, ya que si
fundamentara sería caer en el pensamiento metafísico que se quiere criticar;
legitimar tomando nota es constatar lo que aquí y ahora en esta apertura epocal
nos incumbe y nos interpela.
Legitimación
en la que juega un papel muy importante la hermenéutica en cuanto ésta es el
ejercicio que, en parte, se preocupa por pensar y repensar lo que de impensado
se quedó en la tradición; ejercicio que se preocupa por liberar aquellos
horizontes y aperturas desde las cuales un ámbito determinado adquiere un
sentido; camino este que pone de manifiesto hasta qué punto en un ámbito concreto
se llegan a imponer criterios de verificabilidad, criterios que son los caminos
por recorrer para llevar a cabo una auténtica experiencia de la verdad.
Critica.
Lo
primero que habría que preguntarse es si toda dialéctica es necesariamente
metafísica y si todo esfuerzo dialéctico apunta hacia la reapropiación de un
punto desde el cual sea posible la dominación de todo el proceso. Es muy
probable que la lectura que la modernidad hizo de la dialéctica tuviese la
pretensión de alcanzar un punto final desde el cual se llegara a dominar el
todo, sin embargo Vattimo olvida que la dialéctica utilizada por Platón o por el
mismo Sócrates tenía como intención el esclarecimiento del concepto, de la
verdad y que la dialéctica gadameriana de pregunta y respuesta no tiene otra
intención que el esclarecimiento de las condiciones en las que se encuentra
quien pregunta o quien responde, dialéctica que elabora un tertium desde el
cual los interlocutores se edifican mutuamente y al cual edifican mutuamente;
dialéctica que apunta más a un modo de vivir, a una mutua edificación que a la
reapropiación de un lugar o principio desde el cual se pueda dominar la
realidad.
El
problema es que Vattimo mira la dialéctica desde la utopía y al hacer esto está
pensando en un lugar casi concreto, por eso cita permanentemente a Adorno,
Bloch, Benjamin, Sartre, a los socialistas utópicos que ante el fracaso del
marxismo intentan reelaborar una nueva utopía de orden geográfico, macroscópico
y olvida que hay otras propuestas dialécticas que apuntan no a un lugar
geográfico o macroscópico sino a experiencias hermenéuticas donde el amor por
el saber se convierte en pasión, en el ejercicio del pensar.
[1] Vattimo, Gianni.Il pensiero Debole. Feltrinelli. Milano, 199711
rei pp. 17. Se cita el texto italiano. De ahora en adelante citado PD.
[2] Sobre
este tema Vattimo ha escrito un articulo que lleva por título: Irrazionalitá, storicismo egemonía en La cultura filosofica italiana dal ’45 al
1980, Napoli, Guida, 1981, pp. 242-261. Igualmente ha escrito otro artículo
que lleva por título: Ernst Bloch
interprete di Hegel en Incidenza di
Hegel, Napoli, Ed. Morano, 1970, Tessitore. Pp. 913-926.
[3] Vattimo, Gianni. PD, 18.
[4] Vattimo, Gianni. PD, 18.
[5] Vattimo, Gianni. PD, 19.
[6] Vattimo, Gianni. PD, 19.
[7] Vattimo, Gianni. PD, 19.
[8] Vattimo, Gianni. PD, 19.
[9] Vattimo, Gianni. PD, 20.
[10] Gutiérrez,
Carlos B. Temas de filosofía hermenéutica.
Universidad Nacional de Colombia y Universidad de los Andes. Bogotá. 2002. pp.
103.
[11] Vattimo, Gianni. PD, 20.
[12] Cf. Vattimo, Gianni. El pensamiento débil. Cátedra. 1995, pp. 31.
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