El trans-sexualismo ¿realidad o ficción? ¿verdad o falsedad? Una mirada filosófica.
Resumen:
Siguiendo una metodología heideggeriana, se
intenta describir desde lo fáctico, la manera como la tradición trató el tema
de la trans-sexualidad; abriéndole posibilidades hermenéuticas se explora desde
las bases ontológicas que arroja Heidegger; de esa forma se llega descubrir que
la postmodernidad es la época en la cual la liberación sexual y la toma de
conciencia que esta conlleva, ponen en entredicho algunos postulados lógicos
que predominaron durante mucho tiempo en nuestra cultura.
Abstract:
Following a Heideggerian methodology, we
try to describe from the factual, the way the tradition dealt with the subject
of trans-sexuality; opening hermeneutic possibilities is explored from the
ontological bases that Heidegger throws; In this way, it is possible to
discover that postmodernity is the era in which sexual liberation and the
awareness that this entails, call into question some logical postulates that predominated
for a long time in our culture
Key
Words: trans-sexualism, identity, postmodernity,
Heidegger, Foucault.
Palabras
clave: trans-sexualismo, identidad, postmodernidad, Heidegger, Foucault.
Introducción.
La intención del presente estudio es mostrar
cómo el trans-sexualismo en la época postmoderna ha cuestionado muchos de los
postulados que la filosofía había tenido como puntos de referencia inamovibles;
para alcanzar este objetivo, desarrollaremos los siguientes puntos: rastreo
histórico, la concepción de la verdad desde la cual se puede leer lo
trans-sexual, algunos principios de la lógica que han quedado en entredicho a
partir del mencionado fenómeno; la base ontológica o la concepción del ser, y
finalmente se plantearán las relaciones que se pueden establecer entre
sexualidad, trans-sexualidad y postmodernidad.
Antes que nada, es necesario clarificar el
concepto trans-sexualismo. Con este concepto quisiera designar varios fenómenos
que, aunque son diversos, tienen algo en común: la bisexualidad, el
travestismo, la homosexualidad, el transgenerismo, el lesbianismo y el
hermafrodita son diferentes en muchos aspectos, cada uno de ellos está más o
menos delimitado, pero tienen en común el hecho según el cual todos se sitúan
en el límite del verdadero sexo; mejor aún, todos ellos trasgreden las márgenes
que la sociedad ha establecido a este respecto. A este rasgo común apelamos con
el término trans-sexualismo: ellos van más allá de lo establecido por la
cultura, la sociedad, la religión y la institucionalidad ¿en qué medida
trasgreden o traspasan el límite? esto será algo que se irá clarificando a lo
largo de esta investigación.
1. Rastreo histórico.
La cultura occidental ha planteado el tema
de la sexualidad desde una doble perspectiva: lo masculino y lo femenino; el problema radica en que al plantear
la cuestión bajo estos términos se ha presentado, históricamente, en nuestras
sociedades, la discriminación y la exclusión en el momento de catalogar a los
seres humanos: lo masculino o lo femenino,
hombre o mujer.
Desde lo anteriormente dicho se puede
aseverar que la cultura occidental nunca estuvo preparada para aceptar que un
ser humano primero tuviese un sexo y después otro, tampoco lo estuvo en el
momento de aceptar que tuviese los dos sexos al mismo tiempo, como en el caso
del hermafrodita.
Se tiene noticia que el problema del dilema
sexual que plantea el trans-sexualismo, históricamente, hunde sus raíces en las
épocas y las culturas más antiguas; se sabe que algunas fueron muy tolerantes;
incluso existieron sociedades para las cuales los rasgos no definidos de los
varones jóvenes se convirtieron en el centro de atracción y predilección; de
igual manera existieron algunas que fueron muy rígidas, intolerantes y duras
cuando se trataba de juzgar este fenómeno, las que llegaron al extremo de la
ejecución, ya que eran considerados como una especie de monstruosidad y
aberración.
Durante toda la edad media, a partir del
derecho canónico y civil, se sabe que en el caso de que un transexual fuera
llevado al bautismo, quienes le ponían el nombre y definían su identidad eran
los padres o los padrinos del infante. Ellos suponían que en él debía primar
uno de los dos sexos; por lo tanto, éstos, viendo cuál de los dos sexos primaba
sobre el otro, le daban el nombre, para ello se basaban en la simple
observación ¿cuál de los dos sexos primaba sobre el otro? Era la pregunta que
debían responder
También podía suceder que cuando un ser
humano, que era trans-sexual y quería cambiar de nombre, de sexo y de
personalidad lo podía hacer; la única condición era que una vez que diera este
paso, se convertía en algo definitivo y jamás podía volver a su estado anterior.
Cuando se llegó a transgredir esta norma, y el trans-sexual se cambiaba de sexo
o de función sexual, entonces era condenado. Se le condenaba no porque llevara
en sí los dos sexos sino porque no era capaz de llevar hasta el fin la opción
que él mismo había hecho.
En la época moderna, a partir del siglo
XVIII, las condiciones cambiaron debido a los estudios biológicos sobre la
sexualidad; también influyeron los mecanismos de control de los Estados y las
condiciones jurídicas del individuo. La modernidad se convirtió en una época
intransigente e intolerante contra todos aquellos que llevaban en su cuerpo y
psique los rasgos no definidos de la sexualidad o del género al cual debían
pertenecer[1].
Muy probablemente detrás de estas posturas está el lema de la Ilustración que
reza así: “Ten el valor de servirte de tu
propia razón”[2].
La razón busca ideas claras y distintas, en cambio las ideas confusas, no claras
y poco delimitadas deben ser rechazadas. Este lema se puede aplicar a los
cuerpos y a los seres humanos que no tenían una muy clara identidad, una sexualidad
ambigua o no muy definida. En este sentido se puede decir que un lema propio de
la modernidad sería: “cada ser humano se
identifica con un solo sexo y nada más que ese”.
En esta época, si un ser humano aparecía
con rasgos no muy definidos, entonces era función del médico o del legislador buscar
e identificar los verdaderos; ellos eran quienes le otorgaba la identidad
sexual; ellos tenían que desocultar las anatomías equívocas y reencontrar los
órganos que pudieran haber resistido el sexo opuesto, “el único y verdadero
sexo”. En esta época ya no era el ser humano el que podía definir o escoger su propia
identidad, sino que un experto tomaba la decisión por él. Cuando una persona no
vivía ni actuaba de acuerdo a la verdadera sexualidad que le había concedido el
especialista, es decir el médico o el jurista, entonces era penalizado y
castigado por la institución encargada de dirimir en estos casos.
La época postmoderna que se inicia, según
algunos, en la década de los años sesenta[3],
está caracterizada por todo tipo de liberaciones, revoluciones y posiciones
críticas frente a la tradición. Justamente la liberación sexual fue uno de esos
aspectos que marcó dicha revolución; a partir de este momento se puede apreciar
que, en la época actual la sexualidad, la falta de identidad o la búsqueda de
otra no es un problema. La postmodernidad va a estar caracterizada por la
fragmentación en todos los campos, la pluralización a todos los niveles, de ahí
se desprende el hecho según el cual es necesario aprender a convivir y a ser
tolerantes con quienes tienen una identidad sexual no muy definida o con
quienes teniendo un sexo buscan otro tipo de sexualidad.
Este pequeño rastreo histórico nos muestra
que el problema de la sexualidad no es nada claro ni evidente por sí mismo para
algunos individuos e incluso para la sociedad; también nos muestra que la
cultura occidental ha asociado el tema de la identidad y de la sexualidad; cada
individuo tiene un solo sexo y nada más que ese, y de acuerdo a eso debe
ejercer un rol social, familiar, laboral, religioso, etc., y debe desarrollar
una determinada personalidad. Digamos que, en la cuestión de la identidad
sexual, las sociedades ejercieron un gran influjo sobre los individuos.
2. El verdadero sexo[4].
Antes de tratar el problema acerca de si
existe o no un verdadero sexo, y de mirar en qué medida el concepto de verdad
se aplica a la sexualidad, es necesario realizar una consideración conceptual
de orden filosófico.
La filosofía se dedica a trabajar con
conceptos, su labor consiste en conceptualizar la realidad, tratar de comprenderla
y hacerla comprender; todos los filósofos se han dedicado a esta tarea.
Todo concepto tiene una doble dimensión:
una abstracta o teórica y la otra práctica o fáctica. Esta división permite comprender
que en la actualidad existen dos grandes tendencias bajo las cuales se puede
comprender el quehacer filosófico: la analítica y la continental; la primera
enfatiza los conceptos vistos desde la parte teórica y abstracta, la segunda
enfatiza la dimensión histórica y práctica; lo cual no quiere decir que se haga
de manera exclusiva, sino que se trata de un énfasis en una o en otra
perspectiva. Así, por ejemplo, la filosofía analítica antes de Wittgenstein se
dedicaba al estudio del lenguaje desde una dimensión formal y lógica; después
de él se enfatiza el de la realidad efectual del mismo[5].
En la tendencia continental, el énfasis puede ser teórico, pero también
práctico, en este sentido puede leerse el concepto de facticidad heideggeriano;
la disputa que existía entre Carnap y Heidegger respecto al tema del quehacer
filosófico, y entre éste y Husserl, dicha controversia tiene un matiz en este
sentido[6].
La verdad ha sido el concepto que ha
determinado una de las más importantes reflexiones de la filosofía. La idea que
ha predominado en la cultura occidental sobre este concepto ha sido la
aristotélica, esta enfatiza la dimensión lingüística, lógica y formal, y la ha
entendido como adecuación o correspondencia; la verdad consiste en que debe
existir una adecuación o una correspondencia entre lo que digo, lo que veo y lo
que experimento en la realidad. Una adecuación entre la realidad y lo que el
hombre experimenta acerca de ella[7].
La lectura sobre la sexualidad que se ha
hecho de este concepto radica en lo siguiente: la cultura occidental consideró
durante mucho tiempo que existen solo dos sexos: el masculino y el femenino;
desde aquí también consideró que todos los seres humanos deben y tienen que adecuarse a uno de ellos: ser hombre o
ser mujer, ser masculino o femenino; de modo que cuando se habló del verdadero
sexo siempre se pensó que los seres humanos debían ajustarse a esta regla.
Realmente el problema no termina ahí,
porque cuando surgían seres humanos que no cumplían con esta norma, seres
a-normales, eran considerados casos aberrantes, seres abominables o
despreciables; en el fondo, lo que había de por medio es que los que no se
adecuaban a la norma, debían ser excluidos, rechazados, marginados o
simplemente eliminados. El rastreo histórico que hemos realizado nos muestra
apenas un pequeño asomo de lo problemático que resultaba el ser humano que no
cumplía con los requisitos que se imponían en la sociedad respecto al verdadero
sexo. Incluso la historia muestra que existieron seres humanos que fueron
llevados a la hoguera, fueron decapitados o asesinados porque no se adecuaban a
los patrones impuestos por la sociedad. Aunque también existen momentos
históricos en los que se divinizó este tipo de personas porque se consideraba
que ellas tenían la plenitud de la sexualidad[8]. Mientras
que los seres humanos normales tenían un solo sexo, los trans-sexuales gozaban
de los dos, en este sentido gozaban de la plenitud de la sexualidad[9].
En la época postmoderna nos encontramos
frente a una especie de rebelión contra esta posición clásica, ya que las
discusiones actuales sobre el verdadero sexo ponen en jaque esta situación. Los
seres humanos, que en otra época fueron excluidos, marginados y rechazados, hoy
pretenden ser vistos por la sociedad como seres normales. Digamos que el trans-sexualismo
es un fenómeno propio de nuestra época y que cuestiona los cánones clásicos
desde los cuales fue considerada la sexualidad[10].
Si la función de la filosofía es
conceptualizar la realidad, y esta es la situación en la que nos encontramos en
la época postmoderna, entonces la pregunta que tendríamos que hacernos es ¿Cuál
es la noción de verdad que puede iluminarnos para comprender el fenómeno del
trans-sexualismo? ¿Cuál es la concepción ontológica que podemos tener presente
a la hora de leer este fenómeno propio de nuestra época?[11]
3. Un solo sexo.
La trans-sexualidad entendida como fenómeno
cultural de nuestro tiempo ha puesto en entredicho una serie de postulados
filosóficos que la cultura occidental había conservado y cuidado como su
patrimonio.
Anteriormente hemos visto como el postulado
de la verdad y esta entendida como adecuación fue lo que predominó durante
muchos siglos; desde ahí la cultura habló de “verdadero sexo”; ello implicó
para la tradición occidental que todo ser humano debía “enfilarse”, “encuadrarse”
o “adecuarse” dentro de uno de los dos sexos aceptados social y culturalmente[12].
El ser humano que no se lograra “adecuar” dentro de los parámetros socialmente
establecidos, en el menor de los casos, era rechazado, marginado o tenido como
“a-normal”, incluso era obligado a llevar consigo el sexo que los padres,
padrinos o autoridades locales o médicas le imponían. En el peor de los casos,
el ser humano que no cumplía la norma del verdadero sexo era tenido como
“sodomita” o era sentenciado a una pena de muerte humillante (apedreado,
quemado en la hoguera, guillotinado, desmembrado, etc.). En el mejor de los
casos era divinizado.
Ahora trataremos de ver cómo algunos postulados
de la lógica formal y matemática, leídos desde lo social, cultural e histórico,
quedan cuestionados o puestos en entredicho a partir del fenómeno de la
trans-sexualidad[13].
El primero que vamos a tratar es el principio de la identidad y luego
analizaremos el principio de no contradicción ¿Qué lecturas se han hecho de
este principio?
La lectura básica del principio de
identidad reza así: un concepto o una idea es igual a ella misma (A=A) y no
cambia en el momento en que se piensa. Este principio indica que una cosa es
siempre la misma, no obstante, los diferentes nombres que se le apliquen. Este
también se puede enunciar diciendo que “A es A”[14].
Heidegger en su texto Identidad y diferencia[15]
analiza las posibles lecturas que se han hecho en la cultura occidental sobre
el principio de identidad. La primera se refiere al hecho según el cual éste ha
sido leído como conformidad, de modo que si A es igual a sí misma (A es A),
entonces se está negando la posibilidad de ser otra. A tiene que ser ella misma
y no otra.
Desde la perspectiva de la sexualidad esto
implicó que un ser humano no puede ser otro “diferente” a sí mismo; se le niega
la posibilidad de explorar si puede ser otro; él tiene que ser “idéntico”
consigo mismo. Desde el punto de vista histórico esto implicó que si una
persona, a lo largo de su existencia, descubría que su verdadero sexo era otro
diferente al que le había asignado la naturaleza, tenía que vivir sometido a su
verdadera “identidad” sexual, y si incurría en un cambio de comportamiento
sexual diferente, la sociedad o las instancias sociales lo reprobaban y corría
el riesgo de afrontar no solo el desprecio y el rechazo sino hasta la pena de
muerte.
La otra lectura del principio de identidad
que propone Heidegger es la de la uniformidad o la igualdad A=A. Según esta
lectura, el concepto que debe primar es la igualdad; de modo que, si A es igual
a A, todo A tiene que ser igual a A, no puede existir un A que no sea igual a
A.
Esta lectura del principio de identidad
implicó lo que se llamó la lectura del género. Todo ser humano masculino tiene
que ser igual a los del género masculino; todo lo femenino tiene que ser igual
a los del femenino; y para poder “encuadrarse” o “adecuarse” al género tiene
que cumplir unas condiciones determinadas, de modo que quien no las cumpla
queda excluido o marginado y es tenido como “a-normal”.
Lo que las sociedades postmodernas y
contemporáneas han puesto de relieve es que el principio está mal formulado,
debe ser reformulado o definitivamente solo aplica para el campo
lógico-matemático y abstracto, pero no para el funcionamiento de la sociedad ni
para hacer una lectura del ser humano desde él.
Frente al fenómeno de lo trans-sexual nos
encontramos con el dilema según el cual un ser humano que nació bajo una
determinada condición sexual puede ser otro siendo el mismo o puede ser otro
siendo o pretendiendo ser totalmente otro; esto nos da pie para hablar de otro
de los postulados planteados por la sociedad occidental: el principio de no
contradicción.
4. Dos sexos y un solo ser humano: una
contradicción.
El principio de no contradicción dice que
una cosa no puede ser y no-ser al mismo tiempo, ya que si fuera y no fuera al
mismo tiempo sería algo contradictorio. Aristóteles consideró que este
principio es el más cierto de todos, pues los demás se refieren a este; tanto
Kant como Leibniz realizaron sus propias formulaciones sobre éste[16].
Desde la formulación de este principio se
entendió e incluso se dio por supuesto que un ser humano no puede tener el sexo
masculino y femenino a la vez, pues de ser así incurriría en una contradicción.
Sin embargo, el caso más extremo de lo
trans-sexual, que es el hermafrodita, y sin negar que los otros casos incurren
en la misma paradoja, nos muestra que existen seres humanos que, ante el
principio, ante la sociedad y la cultura aparecen como una contradicción, pues
son y no-son al mismo tiempo. Esto nos lleva a considerar que una mujer que
ejerce las funciones sexuales de un hombre o un hombre que ejerce las funciones
sexuales de una mujer se presentan ante el principio de no contradicción como
una paradoja; existen personas que pueden ser y no-ser al mismo tiempo: hombres
que hacen de mujeres, mujeres que hacen de hombres, ellos son al mismo tiempo
hombres y mujeres. A partir de lo dicho hasta aquí surge la pregunta ¿Desde
dónde podemos leer este fenómeno? ¿Cuál es la base ontológica que nos permite
leer el fenómeno del trans-sexualismo?
5. Base ontológica.
La intención de este apartado es mostrar
cómo, cuando la tradición habló del ser humano, lo hizo pensando en lo que él
es, es decir, en lo que aparece ante la vista; en cambio, a partir de la
propuesta heideggeriana, presentada en la analítica existencial llevada a cabo
en Ser y tiempo, es posible hacer una
lectura del ser humano desde otra perspectiva; esta será la que nos permita
comprender el fenómeno del trans-sexualismo.
5.1. El ser humano visto desde mera
presencia.
Cuando la tradición pensó en el ser humano
lo hizo desde la mera presencia, es decir, lo que parece, lo que se puede ver,
lo que aparece en él; éste aparecía como hombre o como mujer, así se le
catalogaba y se le asignaba el sexo. Además, se le daba el nombre que debía
llevar y el rol que debía desempeñar; en algunos casos en los que podía existir
alguna duda eran los padres, los padrinos, el jurista o el médico que atendía
el parto quienes, viendo y observando el sexo que primaba y que tenía una mayor
fuerza, debían colocar el nombre y así le asignaban la función que debía ocupar.
La institucionalidad era quien daba la última palabra acerca de la función
sexual.
En este caso poco importaba lo que pensara
o sintiera el ser humano en lo más profundo de su conciencia; las luchas
interiores que este experimentaba poco interesaban ante la sociedad, sus
dilemas interiores no eran tenidos en cuenta por nadie; todo esto hacía parte
de la privacidad de cada quien; cada vez que un ser humano intentara expresar o
manifestar sus dudas, sus dilemas y sus interrogantes respecto a la sexualidad
era corregido, castigado, sometido a la burla y al desprecio o simplemente no
era tomado en serio.
Como es bien sabido por los conocedores de
la obra de Martin Heidegger, lo que prima en la forma de pensamiento acabada de
esbozar es una mentalidad metafísica; mentalidad que mira, estudia y analiza al
ser humano desde la mera presencia, desde los fundamentos, pero con una gran
tendencia hacia los fundamentalismos y dogmatismos. Por esta razón no se podían
presentar otras opciones ni otras interpretaciones porque se corría el riesgo
de ser mal visto, castigado o marginado por el poder establecido.
5.2. El ser humano: una posibilidad pura.
Ha sido el mismo Heidegger quien, a lo
largo de toda su obra, ha propuesto una concepción ontológica más acorde con lo
que es el ser humano; concepción que, a nuestro modo de ver, sirve para
comprender el fenómeno del trans-sexualismo aquí analizado.
Para Heidegger, el ser es posibilidad pura,
acontecimiento y suceder[17];
este concepto lo desarrolla en su obra Ser
y tiempo cuando analiza al ser humano y todas las posibilidades
existenciales que este puede desarrollar a lo largo de toda su existencia y
desde la dimensión temporal. Vamos a leer algunos apartes del § 54 en el que el autor del texto
se plantea la cuestión del poder-ser (posibilidad) propio del ser-ahí, dice
Heidegger “Estamos buscando un ‘poder
ser’ propio del ser-ahí cuya posibilidad
existencial resulte atestiguada por
el ‘ser-ahí mismo’”[18].
Nótese, en estas palabras, que lo que Heidegger intenta mostrar es que el ser
humano es posibilidad pura, para ello utiliza los conceptos “poder ser propio
del ser-ahí” y “posibilidad existencial”; este carácter de posibilidad del ser
humano es el modo de existir propio del hombre.
Dice Heidegger,
que para que el hombre llegue a descubrir sus posibilidades y su posibilidad
más propia, es necesario que retroceda hacia atrás yendo en la dirección de la
búsqueda de sí mismo: “retroceder en busca de sí desde el uno, es decir, la
modificación existencial del uno mismo en el ser-si-mismo propio ha de llevarse
a cabo como la de una elección perdida […] decidirse por un poder ser […] en
dicha elección se hace posible por primera vez en el ser-ahí su poder ser
propio […] el ser-ahí debe tener conciencia de un poder ser sí mismo que en cuanto
posibilidad él es en cada caso ya”[19].
El ser humano, retrocediendo hasta el estado de la cotidianidad media y dándose
cuenta que no vive una existencia auténtica, toma conciencia de su poder ser y
sobre éste proyecta su existencia auténtica.
El
estado de la cotidianidad media es el ambiente en el cual el ser humano vive
por y para lo que dicen los demás, vive de lo que dicen los otros, pero aún no
vive “su” existencia. Sin embargo, hay un momento en el cual él toma conciencia
de que debe vivirla según su criterio y discernimiento; así se hace patente su
poder-ser, su existencia propiamente dicha.
Lo
importante de todo esto es que el ser humano descubre en sí mismo su propia
posibilidad de ser; no es algo que se le imponga desde afuera. Enfrentándose a sí
mismo, descubre lo que realmente quiere y desea ser, lo que desea hacer de su
vida y existencia; esto es lo que Heidegger llama “toma de conciencia”, y se
fundamenta en la voz de la conciencia que le habla al ser humano.
En su texto Introducción a la metafísica, Heidegger analiza el tema del ser
entendido como poder-ser leído desde el ente y desde otras perspectivas: lo
histórico-temporal, Alemania y su relación con Norteamérica y Rusia, el temor
suscitado por la guerra fría, el carácter gramatical y etimológico del ser; el
ser y el devenir; ser y pensar; ser y deber-ser; en dicho texto, sostiene que
la pregunta ¿por qué es el ente y no más bien la nada? Aborda el plano en el
que la posibilidad del no-ser convive con la posibilidad del ser; ser y no-ser
son posibilidades que siempre van a existir y coexistir de manera simultánea.
El ente siempre va a oscilar entre la posibilidad del ser y del no-ser. Sin
embargo, la existencia es en cada caso la mía. La existencia humana se mantiene
siempre suspendida en la oscilación entre ser y no ser[20].
Lo que Heidegger entiende aquí por no-ser es la posibilidad de ser otro
totalmente diferente a lo que es ahora; esa posibilidad siempre va a estar
latente en el ser humano.
En este caso acabado de enunciar se
encuentra la posibilidad ontológica de explicar el fenómeno del
trans-sexualismo, ya que todo trans-sexual tiene que pasar por un momento
decisivo de su vida en el cual se decide por ser otro totalmente diferente; el
trans-sexual, en un acto de toma de conciencia, decide ser otro totalmente
diferente a como lo ha sido hasta ahora[21].
Esta posibilidad de ser-otro siempre estuvo
latente en el trans-sexual; por algún tiempo es algo que se niega a reconocer
por temor a la presión que ejerce la
sociedad, la familia, la religión, etc., y por eso, en muchos casos, no se
atreve a tomar otra decisión diferente a la que se le impuso, sin embargo, esa
posibilidad siempre estuvo ahí; él, en un acto de coraje, después de tomar
conciencia de su propio ser decide ser otro; asume su propia decisión y así se
le presenta otra manera de ser-en-el-mundo; esto es lo que en nuestra sociedad
se reconoce coloquialmente como “salir del closet”. En los términos filosóficos
en los que los plantea Heidegger es un tomar conciencia de la propia situación
en el mundo.
6. Sexo verdadero.
Para Heidegger, la verdad consiste en un
dejar-ser al ente, en este sentido dice que “todo comportamiento abierto flota
en el dejar-ser al ente, y se pone siempre en relación con este o aquel ente”[22].
En este dejar-ser al ente, la libertad, entendida como estado de ánimo, solo
puede ser vivenciada o sentida y está siempre comprometida con el desvelamiento
del ente.
También considera este autor que unido al
proceso de desvelamiento está el ocultamiento; de modo que desvelamiento y
ocultamiento hacen parte de la verdad. En todo este proceso está radicalizando
la noción de verdad que había predominado en la cultura occidental y que hemos
descrito cuando hablamos del verdadero sexo ¿Qué implica esta nueva concepción
de la verdad para comprender el asunto del trans-sexualismo?
Heidegger, en Ser y tiempo dice que “El ser verdadero permite ver un ente en su
estado de no oculto (estado de descubierto) […] la verdad (αλήθεια) significa las cosas
mismas, lo que se muestra, los entes en el cómo de su estado de descubiertos”[23].
En la misma dirección, Heráclito presenta la definición de la verdad en los
términos de estado de descubierto (estado de no oculto); sin embargo, este
estado des-ocultador y descubridor es una de las maneras como el ser humano se
sitúa frente a la realidad.
En esta
noción de verdad que Heidegger propone es necesario tener presente que la
verdad no es algo que está dado de antemano y definitivamente, sino que
paulatinamente se va presentando, dando y descubriendo. La verdad tiene que ver
con un comportamiento, una actitud, un estado anímico de parte del ser humano;
estado que puede identificarse con la libertad o con el estado de ánimo (Befindlicheit). En la experiencia que el
ser humano pueda tener de la verdad, entra en juego un proceso de desvelamiento
y de ocultamiento ¿Cómo ilumina esta concepción heideggeriana sobre la verdad
el asunto del trans-sexualismo?
Cuando
tratamos la cuestión del verdadero sexo se comentó que la tradición, al hablar
del sexo, le exigió a cada ser humano, que desde su nacimiento debía alinearse
solamente y únicamente en uno de los sexos establecidos, y tenía que permanecer
en ese estado hasta el final; en este caso la verdad se definía como
concordancia y como adecuación; cada ser humano, de acuerdo a la forma física y
biológica de su cuerpo, debía concordar con uno de los dos sexos. Lo que podemos
inferir de la propuesta de Heidegger cuando habla de la verdad, y ésta
entendida como des-ocultamiento y desvelamiento, es que la opción sexual, en el
caso del trans, no es algo que está dado definitivamente sino algo que se va
desvelando y des-ocultando. No es de extrañar que un ser humano después de una
determinada edad termine cambiando su condición sexual, este fenómeno del
cambio de sexo no es igual para todos; ya que unos se pueden percatar
tempranamente de su situación, otros lo pueden hacer en un estado de madurez.
Lo que
aquí se está manifestando es que el sexo verdadero o el verdadero sexo solo
llega a ser verdadero cuando ha pasado por un proceso de reflexión, meditación,
toma de conciencia y de autocomprensión; en este proceso, la verdad del sexo
solo se hace patente cuando el ser humano realiza un viaje hacia la
interioridad de su propio ser para descubrir su propia verdad y su condición
sexual.
Podría
decirse que, cuando un ser humano opta por su propia identidad sexual está
actuando libremente; es necesario que este proceso se realice fuera de las
presiones externas porque realmente lo que importa es la realización personal
del ser humano.
7. Sexualidad, trans-sexualidad y
postmodernidad.
¿En qué
medida la sexualidad y la trans-sexualidad ayudan a comprender la época
postmoderna? Como es bien sabido uno de los debates que predominó entre los
modernos y postmodernos es la cuestión acerca de si los ideales propuestos por
la modernidad habían llegado a su fin.
En este
debate, algunos decían que la modernidad ha cumplido los ideales que ella se
había propuesto; según esto, estamos en una nueva época que es la postmoderna;
otros sostenían que, los ideales de la modernidad no se habían cumplido, por lo
tanto, todavía estamos en la época moderna o tardo-moderna. Estos ideales o
metarrelatos como los denomina Lyotard[24]
son fundamentalmente: la libertad, la justicia, la fraternidad; pero igualmente
podemos mencionar otros como la racionalidad o la racionalización, la toma de
conciencia, etc.
A partir
de lo que hemos visto aquí, la problemática sobre la sexualidad y la
trans-sexualidad nos ayudan a comprender que estamos en una nueva época, que es
la postmoderna; ya que, si la sexualidad del ser humano en la época moderna
estaba mediada y regida por la institucionalidad, en la época postmoderna la sexualidad
depende del ser humano que opta por el sexo que desea llevar. La libertad, entendida
como valor determinante proclamada por la modernidad, en la época postmoderna
se hace realidad cuando la leemos desde la sexualidad; más concretamente desde
la liberación femenina y la transexualidad; en este sentido sosteníamos que la
postmodernidad empieza con la revolución de los años sesenta.
La otra
cuestión es que lo sexual y lo trans nos ayudan a comprender el debate entre
modernos y postmodernos, ya que, la opción sexual por la que debe pasar el ser
humano, que se encuentra en este dilema, es un proceso de toma de conciencia,
de racionalización, de interiorización y de autoconciencia, y este es el lema que
planteaba la Ilustración cuando sostenía: “ten el valor de servirte de tu
propia razón”; el trans-sexual además de tomar la decisión del sexo que quiere
llevar debe asumir las consecuencias de su toma de conciencia y de su opción.
En este sentido nos encontramos frente al tema de la razón teórica y la razón
práctica.
Además,
de esto, pueden plantearse dos interrogantes que miran hacia el futuro de la
humanidad ¿Serán los seres humanos más felices y realizados porque tomaron su
decisión personal al optar por su propio sexo? ¿Serán los seres humanos más
desdichados y frustrados porque, habiendo optado por llevar un sexo diferente al
que les dio la naturaleza, optaron por tener otro diferente y así creyeron
tener la verdadera identidad sexual?
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Murillo, Álvaro León. Lógica formal y matemática. Medellín. UPB.
2005.
Platón. El banquete o de la erótica. En: Diálogos. Porrúa. México. 1973.
Wittgenstein, Ludwig. Tractatus logico-philosophicus. Ed. Enaudi. Torino. 1995.
Ricerche filosofiche. Ed. Enaudi.
Torino. 1999.
[1] Foucault sostiene que: “El concepto de pertenencia de cada
individuo a un sexo en particular fue formulado por médicos y juristas solo en
el siglo XVIII aproximadamente […] En la civilización moderna, existe una
correspondencia rigurosa entre el sexo anatómico, el sexo legal y el sexo
social, estos sexos deben coincidir y clasificarse en una de las dos columnas
de la sociedad” Dits et Ecrits. Op.
Cit. 625.
[2] Kant, Emmanuel. ¿Qué es la
Ilustración? Tecnos. 1999. P. 17. Existe otra versión del texto en: Filosofía de la historia. FCE. México.
P. 85.
[3] Aunque también puede decirse que tiene sus orígenes en los años
treinta cuando Horkheimer y Adorno, así como Benjamin y Marcuse empiezan a
cuestionar la modernidad y el cumplimiento de los ideales que esta propuso…. En
fin, el tema sobre los orígenes de la postmodernidad puede ser muy discutido,
aquí nos atenemos a las revoluciones de los años 60, como inicio de lo que se
llamó la liberación sexual… empezando por la mujer (la liberación femenina) y
luego extendiéndose de modo más amplio a otros niveles.
[4] Como es bien sabido Foucault se interesó durante mucho tiempo por
la relación que puede establecerse entre verdad y sexo, así como por la cuestión
acerca de la sexualidad como objeto de conocimiento, en este sentido dice: “No
quería escribir la historia del comportamiento sexual en las sociedades
occidentales, sino abordar una pregunta más sobria y limitada: ¿cómo estos
comportamientos se convirtieron en objetos de conocimiento? ¿Por qué medios y
por qué razones se ha organizado esta área de conocimiento que está
circunscrita por esta palabra relativamente nueva de sexualidad? Sexualité et verité. En: Dits et Ecrits.
Gallimard. París. Pp. 136
[5] Como bien se sabe este es el tema de las Investigaciones filosóficas y especialmente el de los juegos
lingüísticos. En cambio, en el Tractatus el
énfasis se coloca más en la parte lógica.
[6] Cfr. Fabris, Adriano. El giro
lingüístico: hermenéutica y análisis del lenguaje. “Por su parte, Carnap,
en el famoso ensayo La superación de la
metafísica mediante el análisis lógico del lenguaje critica a Heidegger,
haciendo ver que los enunciados que aparecen una y otra vez en su discurso no
son de hecho susceptibles de formulaciones desde el punto de vista de la lógica
formal, por lo que no pueden ingresar en el ámbito de un discurso capaz de
proporcionar criterios sobre su propio sentido”. P. 6
[7] Cf. Fabris, Adriano. El giro
lingüístico: hermenéutica y análisis del lenguaje. Madrid. Akal. 2001. P.
8.
[8] La
escultura del Hermafrodita durmiente
representa un personaje de la mitología griega, hijo de Hermes y Afrodita; escultura que generó una impresión tan
grande que fue permanentemente reelaborada y copiada por distintos artistas en
diferentes épocas históricas. Este dato nos ayuda a comprender que el trans-sexualismo
no solo tuvo una dimensión negativa y de rechazo sino también de atracción,
fascinación y misterio. Incluso Foucault nos dice que: “En el siglo XIX, entre los nuevos significados atribuidos al
hermafroditismo, en una perspectiva místico-religiosa, encontramos el de la
pareja primordial. La religión católica es la única en la que no nos
encontramos con una pareja divina, una diosa al lado de un dios: esta brecha se
llenará con ciertas sectas para-cristianas o no cristianas que proliferaron
durante el siglo pasado”. Dits et Ecrits.
624-625.
[9] También habría que considerar el mito de Andrógeno que menciona
Platón en su obra el Banquete.
Allí Aristófanes relata cómo
en otro tiempo existía una clase particular de ser humano que se llamaba andrógino,
el que reunía en sí a los dos sexos: el femenino y masculino. El Banquete o de la erótica. En: Diálogos. México. Porrúa. Pp. 351-386
[10] En este sentido Foucault se hace la pregunta ¿cómo llegamos a esta
condena de dos fenómenos bien distintos, el del hermafroditismo y el de la
homosexualidad? Dits et Ecrits.
624-625. Una historia de la sexualidad tendría que resolver esta cuestión.
[11] En este sentido, este texto se avecina a lo que fue una de las
inquietudes foucaultianas que predominaron a lo largo de su producción
histórico-filosófica: “El problema que determina casi todos mis libros es ¿cómo
es que, en las sociedades occidentales, la producción de discurso cobra (al
menos durante un tiempo determinado) un valor de verdad que se relaciona con
diferentes mecanismos e instituciones de poder? Sexualité et verité. En: Dits
et Ecrits. Op. Cit. Pp. 136-137.
[12] Uno de los grandes esfuerzos de Foucault es mostrar cómo: “en las
instituciones religiosas, en los reglamentos educativos, en las prácticas
médicas, en las estructuras familiares en las que se formó (el tema de la
sexualidad como práctica discursiva), pero también en las coerciones que
ejercía sobre los individuos, tan pronto como se convencían de que tendrían que
descubrir en sí mismos la fuerza secreta y peligrosa de una sexualidad”. Idem.
[13] En este punto estamos entendiendo la lógica tal y como la entiende
Heidegger cuando dice que: “La lógica es para nosotros el pasar revista
interrogante a los fundamentos del ser, a los lugares de la cuestionabilidad
del ser humano”. Lógica. Lecciones de M.
Heidegger. Barcelona. Anthropos. 1991. P. 3.
[14] Murillo, Álvaro León. Lógica
formal y matemática. UPB. 2005. P. 48-49.
[15] Heidegger, Martin. Identidad
y diferencia. Anthropos 1990. P. 61ss.
[16] Murillo, Álvaro. Op. Cit. 49ss
[17] El concepto que Heidegger utiliza es Er-eignis. El que puede traducirse como Evento: “Ereignis significa
en el alemán actual “acontecimiento”, “suceso”, “evento”. Etimológicamente,
indica Heidegger, la palabra procede de <Er-äugnen>, esto es, <asir
con la mirada>….” Identidad y
diferencia. Nota al pie de página (7), p. 85. Op. Cit.
[18] Heidegger, Martin. Ser y
tiempo. FCE. Colombia. 1993. P 291.
[19] Ídem. 292.
[20] Heidegger. Martin. Introducción
a la metafísica. Nova. Buenos aires, 1977. P. 65ss
[21] El momento en el cual, como dice Foucault, las instituciones
empiezan a ejercer coerción sobre los individuos, tan pronto como se convencían
de que tendrían que descubrir en sí mismos la fuerza secreta y peligrosa de una
sexualidad. El ser humano, por sí mismo, tiene que descubrir en sí mismo, la
fuerza secreta y peligrosa de una sexualidad. Sexo y verdad. Op. Cit. 136.
[22] Heidegger, Martin. Ser,
verdad y fundamento. En: ¿Qué es
metafísica? Y otros ensayos. Siglo veinte. Buenos Aires. 1988. P. 122.
[23] Heidegger, Martin. Ser y
tiempo. Op. Cit. § 44.
[24] Dice Lyotard que: “Los “metarrelatos” a que se refiere La condición posmoderna son aquellos que
han marcado la modernidad: emancipación progresiva de la razón y de la
libertad, emancipación progresiva o catastrófica del trabajo (fuente de valor
alienado en el capitalismo), enriquecimiento de toda la humanidad a través del
progreso de la tecnociencia capitalista…” La
posmodernidad explicada a los niños. P. 29
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