Curso de filosofía contemporánea. Tendendcia actuales de la filosofía
La filosofía contemporánea
Introducción
Introducción
I. Líneas
interpretativas de la filosofía contemporánea.
En esta introducción vemos
los hilos conductores desde los cuales se puede interpretar la filosofía
contemporánea.
a. analíticos y continentales.
La filosofía analítica
concentra todos sus esfuerzos en el análisis lógico lingüístico, busca
justificar los criterios que hacen verdadero el saber, busca clarificar los
criterios que le dan justificación científica al saber y universalidad al
pensamiento.
El tipo de escritura que la
escuela analítica emplea es argumentativo, y definitorio, es decir, ella busca
a través de definiciones clarificar y despejar de dudas todos los ámbitos donde
se puedan encontrar obscuridades.
La escuela analítica
concentra su atención en una analítica de la verdad, es decir, los análisis que
los representantes de estas escuelas emprenden, los realizan teniendo como base
un análisis de la verdad.
La analítica de la verdad
busca justificar los criterios que hacen valido el saber, busca clarificar los
criterios que le dan justificación científica y universal al mismo.
La escuela analítica
critica la metafísica porque es algo que no se puede justificar en su validez
universal, los representantes de esta escuela buscan una liquidación definitiva
de la metafísica, dado que muchos de los parámetros desde los cuales es posible
justificar dicha disciplina, no soportan análisis rigurosos como los
contemplados por esta escuela de pensamiento. El representante más
significativo de la escuela analítica es Rudolph Carnap.
La
filosofía continental sostiene que hoy se debe hablar del ser, desde una
corriente heideggeriana, mientras que la corriente derridiana sostiene que
hablar del ser implica hacer metafísica, y por lo tanto ellos significa que
debemos seguir prisioneros de las categorías metafísicas[1].
El estilo de escritura de
la escuela continental es más sugestivo, narrativo, poético y persuasivo.
Una de las búsquedas de
esta escuela se concentra en una ontología de la actualidad. La que está
conformada por aquellos que con Heidegger sostienen que hoy se debe seguir
hablando del ser y aquellos que con Derrida sostienen que hablar del ser
implica hablar de metafísica, seguir prisioneros de la metafísica.
Dentro de la filosofía
continental hay un análisis histórico efectual y desde ahí se tratan de buscar
los criterios que le dan sentido al saber.
El
representante más significativo de la escuela continental es Martin Heidegger.
b. Línea kantiana- línea hegeliana
La línea kantiana indaga
las condiciones trascendentales que hacen posible el conocimiento, también las
condiciones trascendentales que hacen posible la racionalidad teórica y
práctica.
Dicha línea se encarna en
todas las propuestas filosóficas que concentran su atención en la lógica, la
epistemología, las formas del saber científico y de la acción ética.
La línea hegeliana se
evidencia en aquellas tendencias que centran su atención en la historia de las
formas de vida, en la historia de los lenguajes, y de los paradigmas
científicos.
Se
ocupa también del problema de la historicidad de los saberes y de la
historicidad de la misma filosofía, a este respecto, es muy significativo el
análisis que Vattimo trae en su libro tecnica
ed esistenza, allí muestra la historicidad de las civilizaciones, y de las
mismas escuelas de pensamiento[2].
Esta
línea de reflexión llega hasta los extremos del relativismo, el que se
desprende supuestamente de una escucha de la historia, del destino del ser,
como en el caso de Heidegger y sus discípulos[3].
c.
Hebraísmo y
cristianismo.
Son las dos grandes
tradiciones religiosas que han dejado su impronta en el Occidente moderno.
Estas están representadas por Derrida y Levinas. Ambos hablan de la
historicidad, la que por un lado se concentra en la finitud de la existencia y
que se expresa en los términos de que siempre
estamos arrojados en una condición histórica, determinada, finita y especifica.
Lo que más importa a esta
filosofía es el "siempre" y no los rasgos característicos de la
situación concreta.
Este modo de considerar la
historicidad es hebraico porque espera a aquel que ha de venir, lo que es un
componente esencial en los últimos escritos de Derrida.
Ambos hacen pensar en la
posibilidad de pensar la historicidad y la temporalidad fuera de la perspectiva
de la parusía.
Para el cristianismo se
hace necesaria la afirmación del retorno de un Mesías ya venido al mundo y que
es reconocible también en los momentos ya acontecidos de la historia de la
salvación.
d. Estructura-evento.
La corriente estructural
propugna por un retorno a los fundamentos eternos, últimos e inmutables, es una
filosofía de corte metafísico. El ser es interpretado como fundamento eterno e
inmutable.
No se debe olvidar que en
el momento actual hay una gran crítica contra la metafísica, pues según algunos
filósofos contemporáneos la metafísica tiende a encerrar el ser dentro de
estructuras.
Dicha critica se hace
evidente sobre todo a partir del proceso deconstruccionista que Nietzsche
instaura contra la moral, la metafísica y la religión.
La corriente eventual hace
una lectura del ser como acaecer, como mutabilidad, como evento, todo es
acaecimiento, nada es estable, en esta se da una deconstrucción de los
fundamentos últimos, eternos e inmutables.
Todo
intento de justificación de un ser único, eterno e inmutable es fuertemente
criticado con argumentos que lo tildan de ideológico. A este respecto es
significativa la crítica que Vattimo hace contra el marxismo[4].
II.
¿filosofía?
Se
dice que en el momento actual es difícil hablar de la filosofía
fundamentalmente por tres razones:
a.
Porque no existe la filosofía sino que existen muchas
filosofías, muchos modos de hacer filosofía y muchas maneras para decirse filósofos.
b.
Porque se habla más frecuentemente y propiamente de
filosofías aplicadas: filosofía de las ciencias, de la política, de la
religión, etc. No se habla tanto de de filosofía como saber, actitud del
pensamiento o estilo argumentativo puro y desconectado de las aplicaciones.
c.
Porque hay una difundida sospecha de que la filosofía
como tal no existe, hay un residuo inútil de la cultura occidental, un tipo de discurso
excéntrico o genérico que sea incapaz de hablar con las otras formas de
pensamiento y de responder a los problemas puestos por la contemporaneidad.
III. Metafilosofía.
En
el fondo de todo, está la tendencia de la filosofía a autocriticarse, tendencia
visible desde el siglo XVIII, y se hace evidente como autoretracctación y
autodestrucción.
Desde
el siglo XVIII se puede rastrear una tendencia muy clara y a la vez unificante
del pensamiento, es decir la reflexión sobre el final de la filosofía.
El
último siglo se ha caracterizado porque ha proclamado con fuerza el final de la
filosofía en el pensamiento contemporáneo, esta es la razón por la que es
necesario habituarse a usar la noción de fin
de la filosofía o final de la filosofía.
Esto
explica el hecho de que se hable de filósofos artistas, filósofos escritores,
filosofos negativos, desde Kierkegaard hasta Derrida, desde Marx hasta Richard
Rorty, desde Nietzsche hasta Wittgenstein, Adorno, Lyotard.
Sólo
se puede aceptar que hoy por hoy, exista una
filosofía aceptando la labor de autocrítica destructiva de la misma, una
antifilosofía, un final de la filosofía.
Aceptar
esta pluralidad de filosofías o de filosofías aplicadas es una manera de rastrear la filosofía contemporánea.
Nosotros
hablamos de filosofía desde la perspectiva de aquella disciplina que se pone el propio problema, ella se esfuerza
por autodescribirse y autocomprenderse.
La
filosofía de nuestro momento está profundamente marcada por el problema de la
propia identidad, de las propias tareas y de los propios límites.
Aproximarse
al pensamiento contemporáneo significa referirse a discusiones y controversias
sobre las tareas, objetos, métodos de un saber o una actitud existencial, un
contenido teórico, un estilo o una práctica de escritura llamados filosóficos.
Sin
embargo nosotros creemos que la filosofía de hoy haya encontrado su propia
verdad metafilosófica en la negación de sí misma, en la proclamación de su
propio final, en un primer momento. En un segundo momento afirmamos el final de
la filosofía desde la pluralidad, la diversidad las muchas prácticas y
prospectivas filosóficas.
IV. Historia y
ontología de la pluralidad.
La
autocomprensión de la filosofía, el fenómeno de que ella haya encontrado su
propia verdad metafilosófica radica en el hecho de:
a. Negarse a sí misma, en proclamar su propio
final.
b.
La pluralidad, la diversidad, las muchas prácticas y perspectivas filosóficas.
La
caracterización de la filosofía contemporánea hunde sus raíces en que desde los
años sesenta hay una conciencia cada vez mas creciente de la idea de pluralidad
y de la diversidad, ello no ha sido visto como un límite o una circunstancia de
crisis sino como una oportunidad positiva, un chance en los términos de Vattimo.
Hoy
existe un gran dominio de las categorías de diferencia y multiplicidad;
mientras que la filosofía anterior, tanto en la modernidad como en la
medievalidad y en la antigüedad, las propuestas filosóficas hicieron un gran
énfasis en la unidad, la filosofía contemporánea insiste en la diferencia y en
la identidad.
V. Historia
presente.
La
pluralidad de las verdades, de las perspectivas teóricas, de las filosofías es
el punto de partida típico del pensamiento de los últimos treinta años, aunque
también el punto de llegada.
Esta
pluralidad genera:
a.
Tentativas de re-unificación de la fragmentación, destacándose en esta línea Karl
Otto Apel, Jürgen Habermas. Tentativa que propone la tarea de pensar sin
reducirse a las diferencias que dispersan, estas se pueden llamar posiciones re-unificantes.
b.
Tentativas de disgregación o de vivir la diferencia en su plenitud, posiciones
que se pueden llamar disgregacionistas.
Según ellas, no hay urgencia en buscar la reunificación la razón, no hay razón
unificante, sino que se puede adaptar y adoptar un pensamiento parcializado y
fragmentario.
Este
punto de partida de la pluralidad y frente a ella los intentos de unificación
racional o de dispersión y disgreción racional, se genera en los años cincuenta
y sesenta. Ahí se sitúa el punto de
partida de lo que se llama la filosofía contemporánea. En esta época se publican
algunas obras claves: Verdad y Método
de Gadamer 1960, La estructura de las
revoluciones científicas de Thomas Kuhn 1962, De camino al habla 1959, Nietzsche
1961 de Heidegger, Historia y critica de
la opinión pública 1962 de Habermas.
Se
vislumbran así, en los inicios de la década de los años sesenta, las bases de
nuestro presente filosófico, desde ahí se perfilan las principales tendencias de lo que se ha
llamado el pensamiento contemporáneo; estas tendencias son:
1.
La filosofía analítica
2.
La hermenéutica
3.
La teoría crítica
4.
El post-estructuralismo y el post-modernismo
5.
La epistemología post-positivista.
Al
análisis de estas tendencias se dirige nuestro curso de historia del
pensamiento contemporáneo.
VI. El giro
ético.
En
la filosofía contemporánea se asiste a varias
reflexiones de tipo práctico, este hecho demuestra que, para cierto núcleo
de pensadores de la filosofía contemporánea, se presenta una primacía de la
razón práctica, reflexionada desde la ética, sobre la racionalidad teórica. La
reflexión ética en la filosofía contemporánea surge básicamente por tres
razones:
En
primer lugar se puede decir que el giro ético surge del hecho de que haya una
crítica fuerte contra la metafísica, la que servía de fundamento a las
anteriores postulaciones éticas.
En
segundo lugar es necesario decir que se puede pensar que, el creciente interés
por la ética, surge cuando se hace un tipo de reflexión frente a la pluralidad
cada vez más marcada de nuestro mundo; de esta manera se puede aseverar que, se
da un salto que va desde lo puramente descriptivo, propio de nuestra sociedad,
a lo prescriptivo.
Una
tercera razón por la cual se puede explicar el interés ético que ha surgido en
la filosofía contemporánea es el hecho de que la reflexión ética es una
reacción que busca rehabilitar la filosofía frente a la primacía de la razón
científico-técnica.
Por
otro lado se puede alegar que es evidente el hecho de que el giro ético sea una
manera radical de proponer la pregunta ¿Qué es hoy la filosofía?
La
reflexión ética opta por el hecho de que la cuestión religiosa sea puesta sobre
nuevas bases; en este sentido se destacan una notoria franja de filósofos
contemporáneos que propugnan, en sus bases, por cuestiones de tipo teórico.
Se
hace evidente además la reflexión filosófica sobre el arte, que desde el
romanticismo hasta hoy, conquista cada vez más espacios de gran magnitud. Tanto
los filósofos del arte, como los de la religión pueden ser matafilosóficos en
un sentido tan radical como lo son los epistemólogos.
VII.
Rehabilitación de la filosofía.
La
propuesta filosófica de nuestro tiempo incluye la imagen del final de la filosofía, la antifilosofía y la idea de
una filosofía pluralizada y pluralista. Incluye a la vez la visión de una filosofía
que no rompe con los esquemas del pasado sino que muestra el giro ético, con
ello se destaca que la filosofía es capaz de reelaborar las categorías éticas y
a la vez puede establecer un diálogo con la tradición.
Reconfirmar, pluralidad, fin de la filosofía son los tres elementos nucleares que se asoman
en este renacimiento de la cuestión ética, dentro de la práctica filosófica de
los últimos treinta años.
VIII. Teoría.
El
hecho con que se enfrenta en la filosofía contemporánea son las dos grandes corrientes
filosóficas, las dos maneras de hacer filosofía: la continental y la analítica;
ello implica dos maneras de pensar, de argumentar y de razonar: la primera es aquella forma de pensar que incluye la
literatura, la historia, la humanística y la narrativa. La otra incluye la lógica, la matemática y el análisis
lógico como modos de hacer filosofía. Quizás la definición más acertada de
filosofía sea aquella de que la filosofía
es una especie de híbrido en el que entran en juego tanto lo histórico-humanístico-literario-hermenéutico
y lo lógico-matemático-analítico.
Se
puede decir que en los textos de los filósofos, y del quehacer filosófico
contemporáneo hay un predominio relativo de valores, tanto analíticos como
continentales.
IX. Teoría: otros problemas.
a. La cuestión del sujeto.
Dicha
cuestión recorre todo el pensamiento contemporáneo. En la tradición filosófica
la reflexión en torno al sujeto es un hilo conductor del debate filosófico que recorre
por ejemplo la propuesta diltheyana del historicismo, donde se da una inclusión
del sujeto en los datos propios de la experiencia, en las ciencias del espíritu,
en las implicaciones del sujeto, en la constitución propia de la cientificidad.
La
cuestión del sujeto es la misma cuestión que da sentido al giro existencial en
el que Heidegger retoma la fenomenología husserliana; con ello se retoma la
superación del humanismo y la superación del subjetivismo metafísico.
Lo
mismo la hermenéutica, que el post-estructuralismo, el estructuralismo y la
teoría crítica se empeñan en sobrepasar la cuestión de la subjetividad
cartesiana.
La
cuestión del sujeto habla de un saber en que el sujeto se debilita, se escinde,
un sujeto atravesado por el lenguaje, por el ser, por el inconsciente.
b. la cuestión de la metafísica.
La metafísica primero es negada y
cuestionada tanto por Carnap, en la corriente analítica, como por Heidegger
en la corriente continental; luego desde el giro lingüístico, incluido en todas
las corrientes filosóficas contemporáneas, es cuestionada; sin embargo también
existe una franja de filósofos que llegan a sostener una rehabilitación de la metafísica.
Lo
que hay que tener en cuenta es que la cuestión de la metafísica se refiere a
una realidad incierta, a un objeto igualmente incierto. La metafísica hace referencia
a una objetividad no fácilmente conquistable ni comprensible, así como tampoco
constatable desde el punto de vista empírico.
c. La cuestión lingüística.
Dicha
cuestión es crucial en la filosofía de este siglo, en la que se encuentran
implicadas todas las corrientes filosóficas de este siglo; por un lado en la
corriente analítica se destacan nombres tan respetables como: Wittgenstein,
Russel, Frege, Moore; por el lado continental se destacan nombres tan ilustres
como: Heidegger y Gadamer. Mientras que los
primeros son los máximos exponentes de la filosofía analítica, los segundos son
los representantes de la filosofía continental, la que llega a tocar los
confines de la hermenéutica.
d. La cuestión del relativismo.
Que
importa tanto a la corriente analítica: los juegos lingüísticos de
Wittgenstein, las cuestiones relativistas de Quinne, el relativismo de Kuhn,
como a la corriente continental que surge con el relativismo historicista de
Dilthey, Simmel o el prospectivismo nietzscheano.
La
cuestión del relativismo se refiere al hecho de que la pluralidad de lenguajes
y la historicidad de las adquisiciones teóricas hacen inadecuado el esfuerzo filosófico que daría lugar a un saber universal, hasta el grado
de que, para quienes propugnan por el relativismo, se hace imposible hablar de
modo definitivo y exhaustivo de los
entes.
La
filosofía contemporánea nace de estas limitaciones y en ellas se puede ver
reflejada auténticamente.
La
cuestión filosófica envía seguramente a la cuestión del final de un cierto paradigma
filosófico: yo-cosa, el modo de representación propuesto por la tradición
filosófica que se ha heredado de la modernidad especialmente.
Todo
lo anterior constituye un envío a buscar nuevas premisas teóricas o a volver a
las antiguas formas de pensamiento.
Capítulo
primero.
La
filosofía analítica.
I.
El estilo.
Lo
que ha caracterizado a la filosofía analítica ha sido fundamentalmente un estilo de argumentación y de escritura,
un modo de trabajar en filosofía y de concebir las tareas y los objetivos del discurso
filosófico. Dicho estilo puede ser rastreable en dos aspectos:
a.
La propensión a textos breves que afrontan cuestiones detalladas, se adentran
en cuestiones sutiles, usan lenguajes disciplinares, esquemas, formalismos. En
sus textos la argumentación es llevada de modo riguroso, controlable,
de modo que todo sea justificable.
b.
La filosofía analítica intenta elaborar un campo único de discusión y de
acuerdo que sea un punto de referencia a lenguajes que se pueden compartir.
II. Lenguaje y pensamiento.
El
objeto, el contenido, el campo donde se indaga es el lenguaje; por esto, la
filosofía analítica ha sido identificada con la filosofía lingüística; los
problemas filosóficos son problemas del lenguaje y ellos pueden ser resueltos
reformulando los lenguajes.
El
dato más novedoso de la filosofía analítica es haber descubierto y declarado
abiertamente el rol decisivo del lenguaje en el trabajo del pensamiento y de
haber concebido una práctica filosófica consecuente.
La
idea de filosofía del lenguaje propia de la filosofía analítica puede implicar
un primado del lenguaje sobre el pensamiento, idea que no todos los filósofos
analíticos están dispuestos a compartir.
El
hecho de que la filosofía analítica se identifique con la filosofía del
lenguaje es algo que está en profunda contradicción con la idea original desde
la que nacía el análisis lingüístico y que era problema común al pensamiento
europeo a finales del siglo XVIII: el problema del objeto en general y del
objeto filosófico particular.
Cuando
Frege coloca como objeto de estudio las entidades lógicas hace referencia a
aquellos entes que no vemos pero que son, porque están en nuestra mente como
por ejemplo los números.
El
interés de Frege es el estudio del pensamiento como entidad no empírica, ni
sicológica, sino como entidad lógico-lingüística, como pensamiento
significativo. Para él, el lenguajes es un modo de reflexionar y de representar
el pensamiento; el lenguaje es un espejo en el que se representa y se
reflexiona sobre el pensamiento, esto sugiere ya un análisis del lenguaje en
los orígenes del pensamiento analítico, pero no necesariamente una filosofía
del lenguaje.
Frege,
el fundador de la filosofía analítica, propone el nexo pensamiento-lenguaje
como la problemática sobre la que analiza la filosofía, reproponiendo
nuevamente la noción de análisis tan infravalorada en Kant.
3.
Análisis.
a.
El análisis se diferencia de otros procedimientos porque no pone en relación
diversas entidades, él trata de descomponer aquello de lo que dispone. Lo
anterior visto desde los juicios sintéticos y analíticos de Kant quiere decir
que mientras los sintéticos ponen en conexión entidades diversas, el predicado
agrega algo nuevo al sujeto, los segundos simplemente explicitan una conexión
interna existente entre los dos elementos de un juicio; en los juicios
analíticos el predicado pertenece al sujeto.
b.
La pregunta que surge es ¿De qué disponemos? una tradición que se remonta hasta
Descartes ha respondido que lo único de que disponemos es el pensamiento, así
tanto en el razonar, en el pensar y en el tener experiencias siempre lo único
de que se dispone es el pensamiento.
Después
de Kant surge la pregunta acerca de qué sea el pensamiento y cómo nos es
posible analizarlo, preguntas que nos colocan en el ámbito en el cual Kant
sitúa el objeto de la filosofía: es decir el ámbito de lo trascendental.
Después
de Frege se hace claro que el análisis lógico es un análisis lógico-lingüístico
y por tanto se convierte en un análisis de tipo lógico-lingüístico como tarea
filosófica, se convierte en lingüística, filosofía lingüística.
El
pensamiento se define así no como flujo de la conciencia sino como un conjunto
de configuraciones casi-objetivas, simbólicas: conceptos, pensamientos,
entidades lógico-lingüísticas que definen el pensamiento.
En la
concatenación de estas entidades con la experiencia es de donde surgen los
problemas de los que se ocupa la filosofía analítica.
c.
El análisis lingüístico ha estado sujeto a problematizaciones y equívocos
respecto a su práctica:
Unos
lo conciben como descomposición de
lo complejo en las partes más simples; otros conciben el análisis lingüístico
como desarrollo de lo inexpresado o expresar lo inexpresado; otros lo
conciben como traducción o paráfrasis.
Aún la misma idea de análisis lingüístico privado de toda referencialidad a lo
empírico es cuestionada.
Las
opciones que se dan en el análisis lingüístico son varias:
a.
Las razones por las que se examina el lenguaje se encaminan a descubrir su funcionamiento, a desenmascarar los
falsos problemas filosóficos.
b.
La manera como se usa el lenguaje natural respecto a los lenguajes lógicos.
c.
El tipo de lenguaje sobre el que se investiga que puede ser un lenguaje común,
científico, filosófico.
La
complejidad de las nociones de análisis y lenguaje lleva en los años ochenta al
movimiento analítico a comprenderse como un determinado estilo argumentativo.
Sin embargo la relación lenguaje-pensamiento y la manera como se relacionan
sigue siendo determinante para la escuela analítica.
4. Lógica y filosofía.
El
análisis que Frege defendía es el análisis lógico formal y es a partir del análisis
del lenguaje como función de verdad, que él descubre la fecundidad del
análisis.
Para
Frege el análisis es un desarrollo, una operación que hace surgir desde el
trabajo lógico conceptos nuevos sin referencia a la experiencia empírica.
Para
la historia de la escuela analítica es fundamental el análisis aplicado a la
lógica formal. También para los analíticos permanece una referencia común: el
uso de representaciones esquemáticas y la recurrencia a modelos teóricos de
cualquier tipo. Esto es un punto de divergencia con el pensamiento continental
ya que este está caracterizado por un rechazo de la formulación, un rechazo por
el tentativo de esquematización o modelización del pensamiento, desde una
concepción de la filosofía como práctica que prescinda de la representación
formal de los propios resultados.
5. Otros confines: lingüística, biología.
La
filosofía analítica entendida como análisis del lenguaje, dotada de pretensiones
de cientificidad ha debido confrontarse entre otras con las ciencias del
lenguaje. Si el primer punto de referencia fue la lógica, ello no implica que
la escuela analítica no haya tenido que referirse a otras ciencias como la
lingüística; si en un comienzo fue la lógica el punto de referencia
privilegiado de los analíticos, después fueron otros sectores del estudio del
lenguaje los que estuvieron implicados en el trabajo de los filósofos
analíticos.
Como
el trabajo de los filósofos ha dado nuevos impulsos a la investigación lógica,
análogamente la investigación filosófica sobre el lenguaje ha dado nuevos
impulsos a la lingüística y su desarrollo.
6. Tendencias de la filosofía analítica.
El
lenguaje y el pensamiento no sólo son objetos del método analítico sino que
definen además su ámbito de trabajo. Los pensadores analíticos se ocupan de las
más variadas temáticas: ética, estética y arte; sin embargo lo que es común a
los más diversos pensadores es la investigación rigurosa de los significados y
de los conceptos en juego, acompañado de un gran interés cognoscitivo y
teórico.
La
relación con la lógica, las más diversas variantes de la lingüística, las
ciencias cognoscitivas y la apertura a las más variadas temáticas hace que la
identificación de los pensadores analíticos sea hoy difícil, por ejemplo Noam
Chomsky es considerado un filósofo de inspiración analítica, John Rawls es un
filósofo neocontractualista, también es considerado analítico Ronald Dworkin
filósofo del derecho.
El
origen de esta dificultad radica en que hay diversidad de discusiones abordadas
desde la escuela analítica y en la dificultad de la determinación del origen
exacto de la corriente analítica; además de las posibles referencias a
Aristóteles, Sócrates, Leibniz o Kant, el origen de la escuela analítica se
puede rastrear en la escuela de Franz Brentano o en Frege, en Wittgenstein o en
el neopositivismo, en Moore y Russell.
Las
características que definen el concepto de análisis y de teoría analítica son:
a.
Un análisis en el que prevalece una orientación lógico-lingüística, lo que
disponemos y a lo que nos referimos es al lenguaje esencialmente, y nuestra
tarea fundamentalmente es la de elaborar una teoría del significado.
b.
Un análisis en el que predomina una orientación sicológico-cognoscitiva; no
sólo disponemos del lenguaje, sino también del sentido común, de la intuición,
del pensamiento; el mismo lenguaje nos obliga a interrogar la naturaleza de la
mente y de los procesos mentales.
c.
El análisis entendido como método de trabajo o como análisis aplicado que se
preocupa tanto de problemas lógicos o sicológicos cuanto de problemas de la
justicia, de la política, de la ética y del arte.
Historia.
7. Orígenes:
Los
orígenes de la escuela analítica son rastreados hasta dos componentes: el
positivismo lógico o neopositivismo centroeuropeo de los años diez hasta los
años treinta, y comprende el círculo de Viena, el circulo de Berlín, la escuela
de Varsovia. Y el trabajo de los primeros analíticos de la escuela de Cambridge
de entre los cuales se pueden contar a Russell y Moore.
Desde
los orígenes se da una contaminación de las dos corrientes analíticas ya que el
positivismo lógico en su versión vienesa se inspiraba en las innovaciones
lógicas de Russell y Whitehead (autores de los Principia mathematica escrito entre 1910 y 1913, además del Peano y
de Frege, quienes fueron decisivos en la formación intelectual de Russell y del
Tractatus de Wittgenstein.
Por
lo demás el trabajo de Frege puede ser considerado como el trasfondo único de
los dos movimientos, ya que Frege fue el punto de referencia tanto de Russell
cuanto de los neopositivístas austríacos, alemanes, polacos, y por otra parte
Frege anticipa el giro lingüístico en todas sus variantes, aún los intereses
por el lenguaje ordinario y por los aspectos ejecutivos y pragmáticos del
mismo.
La
idea de la filosofía como análisis riguroso, fondo común de todos los
pensadores analíticos, se puede rastrear hasta el pensamiento austríaco de la
segunda mitad del ochocientos por lo tanto en Franz Brentano, Bolzano y Lotze.
Brentano hace invadir en la cultura continental el estilo filosófico inglés,
Brentano y sus discípulos tuvieron una influencia directa en el desarrollo del
pensamiento inglés.
8.
Los años treinta y cuarenta.
No
hay una fecha precisa sobre el inicio de la filosofía analítica, esta depende
del aspecto del programa analítico que se quiera considerar.
Si
el acento se coloca en la noción de ciencia es muy claro hacerlo surgir en
Brentano y sus discípulos que fueron los principales teóricos entre mil
ochocientos y mil novecientos, de la filosofía científica.
Si
el acento se coloca en la noción de análisis como procedimiento reflexivo,
según lo entiende Ernst Tugendhat se está tentado a pensar que ya Frege hacia
finales de mil ochocientos elaborase de la filosofía analítica todos sus
efectos y que en definitiva toda la tradición de la filosofía pura pueda ser considerada una forma no autoconciente del
análisis lingüístico desde Aristóteles hasta Descartes, pasando por Kant.
Si
el acento se coloca a su vez en el procedimiento de confrontación entre el
sentido común y el lenguaje filosófico, una forma de análisis que se presenta
en Moore y en sus continuadores, entonces se hace necesario ir hasta más lejos
históricamente hablando, es decir hasta la escuela escocesa del sentido común
de mil setecientos.
Si
se piensa en la práctica del análisis como simple ejercicio sobre el lenguaje,
no contaminado de implicaciones epistemológicas, es decir de teoría de la
ciencia y del conocimiento, se esta inclinado a definir la noción de análisis
sólo desde la filosofía surgida en Inglaterra más tarde, gracias a las nuevas
investigaciones de Wittgenstein en los años treinta y al trabajo de Austin
entre los años cuarenta y cincuenta.
Para
tener presentes estos movimientos se puede admitir que los precursores de estos
movimientos analíticos hayan sido Frege, algunos discípulos de Brentano, los
primeros lógicos polacos, Russell, Moore, el primer Wittgenstein, pero que el
verdadero y propio movimiento analítico surge más tarde, con el afirmarse
autoconciente de una filosofía lingüística, pensada primeramente como lógica,
después como análisis del lenguaje ordinario o ideal.
En
esta perspectiva la fase inaugural de la filosofía analítica puede ser colocada
en los años de mil novecientos treinta, cuando se inicia la publicación de la
revista oficial del neopositivismo vienes Erkenntnis
(1930) y es fundada en Cambridge Analysis
(1933).
En
la primera mitad de los años treinta son fijados los principios esenciales de la
filosofía lingüística: en el texto sintaxis
lógica del lenguaje de Carnap, en el ensayo Expresiones sistemáticamente desviantes de Gilbert Ryle, en lenguaje, verdad y lógica de Alfred
Ayer. Por esta misma época se inicia la difusión del pensamiento neopositivista
del mundo anglosajón.
Con
la llegada de Hitler al poder, acaecida en 1933, muchos intelectuales alemanes
y polacos son obligados a emigrar y los principales neopositivístas tuvieron
que emigrar a Norteamérica donde se genera una fecunda contaminación con el
pragmatismo, también en Inglaterra donde se inicia un diálogo, promovido sobre
todo por Ayer, entre las ideas del círculo de Viena y la tradición analítica
inglesa. En Inglaterra, cuando en Cambridge en 1929 retornaba Wittgenstein y
desde 1930 reprendía su enseñanza en el Trinity College, el neopositivismo no
obtenía un gran seguimiento, y estaban desarrollándose cada vez más las
tradiciones de análisis filosóficos emprendidas por Russell y Moore.
Hacía
finales de los años treinta se ve perfilar una situación bastante clara donde
los componentes lógico neopositivístas se han difundido sobre todo en los
Estados Unidos, mientras los componentes propiamente analíticos se han
difundido sobre todo en Inglaterra. En ambos casos el análisis filosófico es
concebido como análisis lógico y la lógica es vista una estructura normativa
única, o un cierto orden interno del lenguaje a partir del cual se pueden medir
la corrección y la inconsistencia de los enunciados de la filosofía y disolver
los seudoproblemas.
En
los desarrollos americanos del neopositivismo prevalecen los intereses
metalógicos y epistemológicos, de la teoría de la ciencia, mientras en el
pensamiento ingles el análisis se ocupa de por lo demás de la solución o
disolución de problemáticas filosóficas clásicas.
9.
Los dos lenguajes.
En
los años cincuenta, a la distinción entre análisis americano y análisis ingles,
tiende a sobreponerse la distinción entre los dos tipos de lenguajes. Desde
tradiciones del neopositivismo proviene el análisis del lenguaje ideal, que
consiste en la purificación y clarificación del lenguaje, en particular del
lenguaje científico y filosófico, poniendo en relación o traduciendo, a un
lenguaje formal o reglamentado, es decir en un lenguaje cuya forma lógica y
cuyos procedimientos sean controlables, clarificados y definidos. Esta
tendencia, ya evidente en Frege y Russell, se expresa de manera ejemplar en
Carnap, en Reichenbach y en sus discípulos americanos como Quine o Goodman. Se
desarrolla sobretodo en los Estados Unidos, mientras que los analíticos
ingleses prácticamente la ignoran.
En
Inglaterra a su vez e inicialmente a partir de los trabajos de Moore, se
desarrolla el análisis del lenguaje ordinario entendido como:
a.
Individuación de juegos que aparecen en el lenguaje, por ejemplo hablar de
sensaciones es un juego distinto que hablar de objetos, lo que lleva a
hipotizar un lenguaje neutro que hable de unas o de los otros, aunque ello es
una reducción indebida en la tarea esencialmente terapéutica de disolución de los
problemas filosóficos.
b.
Descubrimiento del resurgimiento conceptual del lenguaje ordinario, no sólo
encaminado a resolver los enigmas de naturaleza teórico-filosófica sino también
clarificar la dignidad filosófica de las tesis del sentido común.
La
primera corriente nacida del giro que Wittgenstein da a su pensamiento en la
segunda mitad de los años treinta, se desarrolla inicialmente en Cambridge y
tiene como exponentes principales a Wisdom y Waismann. A esta tendencia
pertenece también Ryle, que trabajando en Oxford comparte la teoría de
Wittgenstein de análisis como disolución de los problemas filosóficos. La
segunda, que se inspira sobre todo en el estilo analítico de Moore, y que es
inaugurada en la postguerra por Austin, es característica de la escuela de
Oxford y ha tenido un amplio y diversificado número de exponentes. Entre los
más importantes están Estrawson, Grice, y el estadounidense Searle. Así nace la
que por un tiempo ha sido llamada la Oxford
Cambridge Philosophy, que ha tenido prontamente una gran difusión sobre
todo en los Estados Unidos.
10.
Convergencias: el giro pragmático.
Los
elementos de divergencia entre las dos corrientes del análisis del lenguaje
ordinario no eran en verdad muy numerosos. Las dos estaban orientadas a
concebir el lenguaje en términos de acciones (juegos, actos lingüísticos) más
que en términos de proposiciones y de funciones de verdad.
Ambas
se contraponían a la formalización, al uso de procedimientos formales para el
análisis y la clarificación del lenguaje natural, porque para ambas la
naturaleza esencialmente interactiva y comunicativa del lenguaje parecía
desautorizar este tipo de procedimiento.
Ambas
en última instancia estaban inicialmente opuestas a la adopción de textos
metodológicos específicos y a la construcción de modelos explicativos
generales, y proponían un trabajo local de solución disolución lingüística de
los problemas.
La
más relevante diferencia consistía en el hecho de que la primera tenía una
orientación más teórico filosófica y menos lingüística: el interés de
Wittgenstein por el lenguaje en efecto provenía de la lógica, mientras el
interés por el lenguaje para Austin provenía de la filología, más que la
defensa del sentido común, como en el caso de Moore. Esta diferencia en el
transcurso de los años sesenta es gradualmente reducida, en parte porque la
importancia de las teorías de Austin crecían y por el otro punto de vista
permanecían como prerrogativas de los estudiosos de Wittgenstein, sólo en los
años ochenta los analíticos americanos empiezan a ocuparse sistemáticamente del
segundo Wittgenstein, en parte porque el mismo análisis de Oxford adquiría una
nueva densidad y un nuevo empeño teórico filosófico, gracias a la obra de Searl
y Grice que después de la muerte de Austin desarrollaron en una teoría
orgánica, densa de implicaciones lógicas, filosóficas y lingüísticas, las
intuiciones austinianas.
Al
final del decenio no se puede advertir la diferencia entre los común-lingüistas
de Oxford y aquellos de Cambridge y por lo general se habla de la Oxford Philosophy. Propiamente por
aquellos años, algunos entre los más importantes exponentes ingleses de la
filosofía analítica son llamados para enseñar en los Estados Unidos, y desde
aquí se desprende la nueva visión pragmática del lenguaje característica de la Oxford Philosophy que se inserta en la
tradición del pragmatismo americano, y en los desarrollos en el sentido que
habían conferido ya al análisis neopositivista los alumnos de Carnap y
Reinchenbach, como Quine, Sellars, Goodman.
Aparece
claro que en el transcurso de aquellos años se ha generado un giro lingüístico,
un giro pragmático que interesa de varias maneras a todos los exponentes de la
filosofía analítica. Giro pragmático significa desviar el interés del análisis
lingüístico como estructura lógica y como facultad preferentemente asertiva, es
decir la capacidad de producir enunciados que describen estados de cosas y
caracterizados por ser verdaderos o falsos, al análisis del lenguaje como
facultad comunicativa y como conjunto de actividades multiformes, ligadas a
otras actividades de tipo social, desviación del interés de una visión
correspondacionista del significado y de la verdad a una visión del significado
como entidad regulada por estipulaciones e interacciones.
La
misma dicotomía entre análisis del lenguaje ideal y análisis del lenguaje común
se atenúa progresivamente. Por una lado desde los primeros años sesenta los
estudiosos del lenguaje ideal propenden a considerar con más atención el rol
del lenguaje natural y se dan tentativos de formalización de los lenguajes
ordinarios, por otro lado la desconfianza hacia la formalización, típica de la
otra corriente, es redimensionada y los común-lingüísticos empiezan a
formalizar los hechos lingüísticos.
Un
dato persistente de divergencia es la dicotomía entre análisis construccionista
y análisis descriptivista. Es una diferencia que inicialmente distingue la
praxis filosófica de los comunes lingüistas de aquellas de los teóricos del
lenguaje ideal y que mancomuna a los unos y a los otros en una explicita
discusión. Seguidamente la aplicación historiográfica de las dos categorías se
hace menos clara, pero es permanentemente la línea de trabajo filosófico
ejemplarmente representada por Searle y aquella de Donald Davidson.
Searle
hereda de Austin y Grice un interés descriptivo, después de haber indagado los
hechos lingüísticos elaborando una clarificación se ha propuesto indagar la
intencionalidad, la mente, varias de las funciones sociales de producción del
lenguaje. El interés de Davidson parece orientado hacia la resolución de los
problemas clásicos de la investigación analítica y su reflexión sobre la
semántica de las lenguas naturales se desarrolla sobre todo a partir de una
teoría general de la verdad y del significado puesta en su lugar o construida
preventivamente.
11. La filosofía post-analítica.
Los
veinte años que transcurren entre 1960 y 1980 son una época particularmente
compleja. La filosofía analítica es conocida en todo el mundo y en América es
considerada la filosofía en sentido propio y riguroso. Pero con dicho evento
llega a una incertidumbre, ya que se vislumbra una situación de diversificación
interna que caracteriza permanentemente el movimiento. Un cierto estilo
argumentativo, particularmente minucioso, con procedimientos demostrativos de
tipo jurídico y que permanece aparentemente como el único elemento común de los
ejercicios filosóficos disgregados por métodos, presupuestos y objetivos.
Para
algunos y por un cierto tiempo, esta situación ha implicado una crisis del
movimiento y la necesidad de liberarse de la denominación analítica.
Este
es un problema que hunde sus raíces en la misma ambigüedad que está unida al
concepto de análisis riguroso, entendido como reducción de lo complejo a lo simple y que está latente permanentemente
en las obras de los común-lingüistas y en las obras de los teóricos del
lenguaje ideal. También es entendido este concepto como traducción y en este sentido el rigor del procedimiento no se
determina con referencia a un orden lógico-ontológico objetivo, desde aquí la
necesidad de plantear un principio de caridad como criterio determinante de la
interpretación y de la traducción. Dicho concepto de análisis riguroso está
unido también al escepticismo en materia de filosofía y de conocimiento que caracteriza tanto la tradición del pragmatismo americano
cuanto al trabajo intelectual del segundo Wittgenstein.
Las
fuentes más directas y cercanas a esta tendencia se pueden rastrear en las
teorías de Quine que con sus conclusiones relativistas habían puesto en crisis
la fe neopositivista en la posibilidad de instruir investigaciones
absolutamente rigurosas. También se pueden rastrear en las tesis de sus
discípulos como Donald Davidson, cuyas tesis se acercan más a la tradición
hermenéutica y que estimula la negación la negación de la existencia de algo
que se llama lenguaje y concebido como estructura compartida y claramente
definida.
Naturalmente
no todos comparten estas tesis. Se duda por ejemplo que se haya dado una fe
perfecta en la existencia de un lenguaje definido claramente, salvo en algunos
casos de los exponentes del neopositivismo sobre todo en sus orígenes. Es
además discutible la parte de la conclusión post-analítica a la que Rorty y
otros analíticos llegan en esta parte de la investigación. En los mismos años
en que en los Estados Unidos se anunciaba el giro post-analítico, Michael
Dummett en Oxford proponía una redefinición de las tareas, las proveniencias y
de la praxis de la filosofía analítica, retomando el programa de Frege y
entraba en una polémica con Davidson, discutiendo las conclusiones
relativistas. Hacia la mitad de los años ochenta el inglés Strawson que desde
los años cincuenta se había opuesto al espíritu anti-sistemático de los
primeros filósofos del lenguaje ordinario, asociando la posibilidad de una
definición precisa y actualizada de las tareas de los análisis. El alemán Ernst
Tugendhat por su lado reafirma el primado de la filosofía lingüística desde el
punto de llegada a la ontología tradicional.
12. El giro cognoscitivo.
Este
giro era preparado desde los años cincuenta cuando se empieza a redimensionar
la importancia de la lógica firmal y matemática, desde el análisis de factores
genéricamente antropológicos: sociales, retóricos, sicológicos que asumían un
papel relevante y totalmente diferente.
Hacia
finales de los años cincuenta se comienza a discutir una de las tesis más
características del movimiento: se comienzan a refutar las tesis psicologista y
mentalista, igualmente se empiezan a refutar las prohibiciones de considerar los
hechos del pensamiento y del lenguaje como acontecimientos mentales.
Estas
posiciones eran defendidas por Frege y por Wittgenstein y habían llevado al
análisis del lenguaje fundamentalmente en la línea de la investigación lógica
del significado, en otros términos la dicotomía era si el significado no es una
representación mental, entonces debía ser evidentemente una función lógica.
Ellos habían llevado también a considerar a la semántica o la teoría del
significado como una rama de la matemática y no de la psicología ni de la
lingüística, hecho este que había dado lugar a muchas dificultades.
Estando
las cosas así, las competencias del hablante adquirían una gran relevancia, lo
que llevaba al hecho de que era necesario emprender investigaciones de tipo sicológico
y mirar con interés las experimentaciones que estaban elaborando los sicólogos.
Vistas
las cosas así, la sicología se convierte en el trasfondo disciplinar propio de
las investigaciones lógicas y epistemológicas, aquí renacen debates tales como
el de la intencionalidad y el de la filosofía de la mente, temáticas que habían
sido puestas en tela de juicio en la tradición analítica.
Ya
en los años sesenta, una gran parte de los filósofos analíticos ponían en
discusión los modelos lógicos y matemáticos para el estudio del significado y
propendían por modelos alternativos, más amplios y más unidos a las nacientes
ciencias cognoscitivas.
¿Cuáles
fueron los hechos que contribuyeron a este giro? Primeramente el hecho de que
las teorías lingüísticas de Chomsky comienzan a difundirse, teorías que se
basaban en renovado interés por las cuestiones sicológicas y en una renovación
del pensamiento cartesiano en lo concerniente al problema del lenguaje y del
pensamiento.
En
segundo lugar el nacimiento de un área de elaboración teórica que se da gracias
al desarrollo de la informática: la inteligencia artificial, surgida en la
mitad de los años cincuenta (1956), y que es lugar de encuentro de diversas
tradiciones unidas por un mismo interés: lógico, lingüístico, sicológico y
filosófico.
La
inteligencia artificial es lugar común de encuentro de la lingüística
generativa, la sicología cognoscitiva, la filosofía del lenguaje, la filosofía
de la mente, la teoría lógica de la computabilidad y la informática. La
inteligencia artificial a la par que es lugar de encuentro es lugar de debate,
de investigación, llegando a los confines cada vez más amplios de la sicología,
de la antropología, de la biología, y las neurociencias que nacen con el nombre
de ciencias cognoscitivas y que postulan formulas transversales donde entran en
juego todos los intentos investigativos sobre el pensamiento, el lenguaje, y
las relaciones del uno y del otro.
Autores.
Frege.
Su
propósito es explicar la naturaleza de los entes matemáticos y más en general
de los entes del pensamiento. Dicha explicación común en la filosofía de la
matemática, era de tipo sicológico. Los matemáticos y los filósofos tendían a
considerar el número como fruto de una intuición o de una cierta percepción de
la realidad.
Según
Frege, esto parece verdadero cuando se tienden a considerar números pequeños
como el cinco o el tres, por ejemplo cuando pensamos en las tres o cuatro cosas
que tenemos delante de nosotros, pero se hace mucho más difícil cuando se
piensa en la serie de números infinitos. Ya Descartes decía que más allá de la
serie infinita se percibe alguna cosa que sobre pasa las fuerzas del hombre, y
Kant considera la numeración infinita como el sublime matemático.
Frege
considera que la noción de número no tiene fundamento en la intuición sensible
o en la experiencia y que debe ser deducible analíticamente, es decir
deduciendo de leyes lógicas generales o de definiciones. Es aquí donde se
deduce el juicio analítico y la lógica pura. El análisis no es una labor
infecunda sino el desarrollo de una verdad puramente lógica, o sea un análisis
que se hace sin referirse a otros ámbitos particulares de la ciencia.
En
su texto los fundamentos de la matemática,
Frege alcanza a dar una definición fundamentalmente lógica del concepto de
número, dando con ello a la lógica, según él, una posición de disciplina
fundativa de la matemática, de aquí el nombre que toma la perspectiva de Frege,
es decir el logicismo.
¿Qué
es la lógica, cuál es su ámbito de aplicación? Para Frege la lógica es el
análisis de las conexiones entre los pensamientos y la descomposición de
pensamientos complejos con el fin de individuar los pensamientos simples que
constituyen los complejos. Dicho análisis está profundamente influenciado por
el realismo platónico de Lotze, por lo que el objetivismo es punto de
referencia permanente en el pensamiento de Frege. Desde aquí sostiene que los
pensamientos no tienen una naturaleza mental, sino que son entidades
independientes y autónomas, sólo de esta manera es que se pueden entender,
comprender y compartir los pensamientos de los otros. Para Frege no es posible
compartir los hechos interiores, ya que jamás se puede compartir el dolor de
cabeza del otro.
Surge
entonces un interrogante ¿qué es el pensamiento, si no es un hecho sicológico?
Frege llega a la reflexión sobre el giro lingüístico meditando en los objetos
lógicos, objetos que no tienen una naturaleza empírica, ni sicológica, sino
puramente lógica; después Frege hipotetiza un tercer reino, que es intermedio
entre el mundo físico y el mundo síquico; el hecho que hace posible la
identificación de este reino con el lenguaje fue hecho notar más tarde con
Wittgenstein y el neopositivismo.
No
fue tema relevante en el pensamiento de Frege la primacía del lenguaje sobre el
pensamiento, su tema fue por el contrario una atomización de la palabra frente
al espíritu humano, y sin más coloca en el horizonte de pensamiento el giro
lingüístico.
Frege
notaba que en las investigaciones matemáticas, el lenguaje natural era
necesario para explicarlas, el lenguaje que usamos todos los días es el mismo
que servía para explicar las matemáticas, aunque es un lenguaje lleno de
imperfecciones e imprecisiones. Por lo tanto la tarea era crear un lenguaje
purificado, controlable en todos sus aspectos y que fuese posible de adaptarse
a la deducción matemática, es aquí donde surge la ideografía o la escritura de
conceptos.
Frege
es considerado como el padre del análisis del lenguaje ideal, pero Frege se
coloca en la empresa del análisis del lenguaje ordinario y en ello descubre
problemas lógicos y lingüísticos y formulando teorías que se convertirían en
clásicas, dentro de lo cual estaba incluido un lenguaje ideográfico y un
análisis del concepto de número. Con lo anterior se ha podido hablar de un paradigma
fregeano al que se refiere constantemente toda la filosofía analítica del
lenguaje en sus distintas versiones y tendencias, hasta los años setenta.
Russell, Moore y el primer
Wittgenstein.
La
obra de Frege fue acogida muy fríamente, ya que era muy matemática para ser
acogida por los filósofos y muy filosófica para ser acogida por los
matemáticos, entristecido por los escasos frutos de su trabajo, Frege se vio
apartado e ignorado, cuando estaba a punto de publicar su texto Principios fundamentales de la aritmética
el 16 de junio de 1902 recibe una carta de un joven estudioso inglés Bertrand
Russell quien le comentaba que desde el sistema de los principios era posible
derivar una autonomía. Frege agrega un apéndice a dicha obra en la que anuncia
el dato y con ello anunciaba una modificación a su programa de fundación de la
lógica aritmética, dicha modificación fue motivo de ulteriores revisiones y el
problema resaltado por Russell fue para Frege motivo de reflexiones
posteriores.
Russell (1872-1970).
De
familia noble, se adhiere con entusiasmo al programa de la lógica y con ello se
convierte en el primer y más entusiasta difusor de la obra de Frege. Su aporte
a la filosofía analítica ha sido objeto de las opiniones más dispares, lo que
hace que él mantenga durante los años treinta una abierta confrontación y no
adhesión al movimiento, siendo adversario al giro lingüístico.
Recientemente
su figura ha sido revalorada hasta tal punto que Quine, Popper, Wittgenstein y
Carnap heredan de él el análisis riguroso y minucioso y con ello lo que parece
ser el primer y el último requisito del movimiento.
Él
retomando a Frege y Peano, postula la técnica del análisis lingüístico del que
fijó sus principios y que sirvieron para varias generaciones de pensadores
analíticos, aún para el matemático Alfred Whitehead su maestro.
¿Dónde
está contenida la tesis central de su trabajo? La tesis central de su trabajo
está contenida en una teoría de la
descripción, que Russell expone en la revista Mind en 1905 sobre la denotación y que después perfecciona en
escritos sucesivos.
¿Cuál
es el problema que origina la teoría? El problema del que se origina el
análisis lingüístico es ¿Qué significación se le debe dar a frases como “el
actual rey de Francia es calvo”, sabiendo que hoy rige la república?
Según
Frege este tipo de enunciados no son falsos ni verdaderos, según Russell este
tipo de enunciados deben ser parafraseados para que surja la verdad o la
falsedad. Dicho enunciado se revela falso en el momento en que la frase es
parafraseada del siguiente modo “existe sólo un x que hoy reina en Francia y
este x es calvo”. Este enunciado es falso porque no hay ningún x que de este
tipo reine actualmente en Francia.
Russell
transforma el lenguaje de modo tal que se convierte en algo que capacita o
incapacita para denotar una realidad efectivamente existente y que vale como
empíricamente rastreable.
¿Cuáles
aspectos de su teoría fueron decisivos para el desarrollo posterior del
análisis? El primero es la naturaleza innegable del lenguaje natural, según el
cual la forma gramatical de un enunciado puede enmascarar su verdadera forma
lógica o sugerir una forma lógica distinta de aquella que el enunciado posee.
De este hecho, es como se sabe desde Wittgenstein y Carnap, es que surgen los
problemas lógicos que se deben resolver o disolver.
Wittgenstein (1889-1951).
En
1911 Ludwig Wittgenstein, siendo ingeniero y un apasionado de los problemas
lógicos y matemáticos, siguiendo el consejo de Frege, llega hasta Cambridge
para seguir las lecciones de Bertrand Russell. Aquí a partir de las lecciones
recibidas y de las teorías russellianas en parte discutidas con él, se formó
algunas ideas sobre la lógica de la
lógica, es decir comprender la naturaleza de las proposiciones en general y
en particular aquellas de la propia lógica.
Dichas
anotaciones reciben una forma definitiva en 1918 y fueron publicadas en 1922
con una introducción de Russell, bajo el nombre del Tractatus logico-philosophicus, sin lugar a dudas una de las obras
que mayor influencia ha tenido en la filosofía contemporánea.
¿Cuáles
son los elementos fundamentales del Tractatus?
El Tractatus se basa en algunas tesis
muy simples pero que están dotadas de múltiples consecuencias problemáticas.
Así
por ejemplo: el mundo es un conjunto de hechos,
nosotros nos formamos imágenes de
estos hechos, algunas de estas imágenes son lingüísticas,
es decir son proposiciones. Imágenes
que tienen una cierta forma, una cierta dirección y pueden ser falsas o
verdaderas.
Tienen
sentido aquellas proposiciones que son verdaderas o falsas y que constituyen
imágenes de hechos del mundo real o posible o que constituyen una composición
de esas imágenes.
De
aquí se sigue que las proposiciones sobre metafísica, teología, estética, ética
y hasta sicología son proposiciones privadas de sentido y es imposible hablar
sobre estas cosas de manera sensata.
Es
propio del análisis dilucidar cuáles proposiciones son aceptables, es decir
reducibles a enunciados observables, descriptivos de objetos simples. Lo
anterior logra establecer la verdad o falsedad de los enunciados, gracias a las
leyes de la lógica y gracias al método de las tablas de verdad, de las que Wittgenstein se ha considerado uno de
los creadores.
Para
Wittgenstein, estas tesis, anteriormente enunciadas, son una limitación para la
lógica y para la filosofía basada en ella. Ya que abstenerse de hablar sobre
ética, estética, teología, religión, etc., es no hablar de lo que más importa,
lo que tampoco significa desvalorar estos ámbitos, ni catalogarlos como ámbitos
insensatos. Las cosas al comienzo no fueron muy claras.
A
los ojos de Wittgenstein el Tractatus
no es una obra inaugural, ni una obra que abra una nueva manera de hacer
filosofía, sino una obra concluyente que demuestra la inutilidad de la práctica
filosófica.
Después
del Tractatus él guarda silencio sobre la filosofía y se convierte en un
maestro de escuela rural elemental, después fue jardinero de un convento y
cuando reemprende la tarea de hacer filosofía se dedica a corregir los
elementos neopositivístas de su obra, practicando un análisis filosófico no ya
basado en la lógica, sino en el lenguaje común y en la descripción de los usos
de la lengua.
Hacia
los años treinta la noción de significado como referencia a la cosa empieza a
ser puesta en duda, lo mismo que la concepción denotativa del lenguaje, se
cuestiona duramente la idea de que la única función del lenguaje sea describir
la realidad y se empieza a considerar como una paradigmática para el estudio
del lenguaje.
Estas
eran tesis sostenidas por el primer Wittgenstein ya que constituían el
presupuesto lógico sostenido por los neopositivístas de Viena. Para ellos la
noción de verdad estaba profundamente ligada a la noción de adecuación,
correspondencia de la palabra a la cosa. Esta es la razón por la cual muchos
filósofos consideran como central en la discusión filosófica el paradigma
neopositivista y es la razón por la cual una verdadera filosofía analítica
debía nacer desligada de los programas originarios epistemológicos y de la
teoría empirista que constituía su trasfondo.
Quine,
Orman, Carnap unidos a la revisión que Wittgenstein hace del Tractatus operan la ruptura del
paradigma referencialista.
Moritz
Schlick, amigo personal de Wittgenstein lo anima para que reemprenda una
revisión del Tractatus, hacia 1929,
corrigiendo el trasfondo neopositivista que le es inherente. Dicha labor
correctiva se constituye en una obra de auto-revisión.
En
las lecciones tenidas entre 1930 y 1947 en Cambridge y en las Philosophichen Untersuchungen (Las Investigaciones Filosóficas) que son
como el punto de llegada, Wittgenstein repropone la revisión del lenguaje, tal
cual se había considerado en el Tractatus
y lo hace bajo una mirada filosófica sustancialmente diversa de aquella que lo
moviera en su primer escrito.
George Edward Moore (18573-1958).
Sin
lugar a dudas, en Cambridge, fue uno de los pensadores que más influyó, a
comienzos de siglo, para que se formara una racionalidad analítica de tipo
inglés.
En
Russell y en el primer Wittgenstein la cuestión fundamental es la lógica y
luego la observación empírica, para Moore que, que es discípulo de Russell y
amigo de ambos, la validación de una teoría filosófica se debe confrontar con
el sentido común.
¿Cuál
es el centro del trabajo de Moore? Este está constituido desde el hecho de
considerar la filosofía como una crítica
de la filosofía y que está contenido en dos de sus obras Ensayos filosóficos y Estudios filosóficos.
En
1903, él escribe para la revista Mind
un artículo que lleva por titulo refutación
del idealismo donde afronta un tema central en la discusión analítica y que
sucintamente se puede enunciar así: el problema de la realidad de las cosas que
constituyen los objetos de la experiencia. Según la tesis sostenida por Moore
para el idealismo la experiencia hace parte integrante de la conciencia y no
hace referencia a objetos individuales de dicha experiencia. Pero para sostener
esta tesis es necesario entrar en conflicto con muchas convicciones que
constituyen el sentido común.
A
la par con esto Moore defiende el realismo ingenuo que acompaña las y funda las
convicciones del hombre común y que las teorías filosóficas tienden a
desmentir.
Hay
verdades fundamentales que se contradicen cuando son desmentidas por ejemplo es
imposible negar la existencia de sujetos humanos, ya que si se niega dicha
existencia, implícitamente se niega la existencia del filósofo que hace dicha
afirmación. Este es el mismo tema que Wittgenstein repropone y luego Apel
contra el antifundacionismo. Lo característico de Moore es que la defensa de las
evidencias últimas es un argumento contra la filosofía idealista, mientras que
Apel se sirve de este argumento para la reconstrucción de la racionalidad.
¿En
qué consiste el estilo filosófico de Moore? Es un estilo fundamentado en una
gran claridad y simplicidad, y consiste en la discusión sistemática de
cualquier tesis, discusión orientada a la individuación de verdades intuitivas,
últimas y no discutibles posteriormente.
Para
Moore el análisis es descomposición de lo complejo en entidades primeras, las que
son intuiciones de base. Esta es la base sobre la que Moore, junto con Brentano
tiempos atrás, repropone a favor de la ética una visión intuicionista de la
misma y no ya emotiva.
Según
esta, el bien, el mal y la valoración inherente a estos, no es tema sólo
inherente a las emociones, sino que son susceptibles de un tratamiento
racional. Con ello Moore lleva al campo de la tradición analítica el tema de la
ética, tema que Wittgenstein y Russell habían alejado de la discusión del
análisis lingüístico.
Con Wittgenstein, Russell y Moore nace
la noción de análisis clásico, el que se centraba en dos elementos centrales:
el primero es la descomposición de los elementos de los problemas complejos en
simples y en un segundo lugar la crítica de la filosofía, crítica hecha en base
al análisis del lenguaje, o en base a las creencias del sentido común y que son
fuentes de intuiciones comunes validas.
¿Cuáles son los criterios y los
fundamentos para el análisis? Los enunciados son descompuestos y verificados
según las reglas y los formalismos establecidos por Peano, Frege, Wittgenstein,
Whitehead y Russell. Mientras que los enunciados comunes son analizados
teniendo como referencia la experiencia común de la vida y del lenguaje. Estos
dos elementos lógica y sentido común siguen definiendo las tendencias de la
filosofía analítica aún hoy.
Franz
Brentano (1838-1917).
Estudioso de la lógica y autor de una
teoría sicológica de los actos intencionales. Su filosofía ha sido definida en
los términos de proto-analítica, basada en instancias de claridad y
objetividad, con una gran carga anti-idealista, reacia a las elaboraciones
sistemáticas, inclinada hacia un trabajo meticuloso sobre problemáticas
circunscritas.
Con su trabajo filosófico favorece la
difusión del empirismo ingles y el positivismo, e inaugura el filón de
conceptual que desemboca en las reflexiones sicológicas y lógicas que terminan
en la fenomenología y en el empirismo
lógico y de aquí sucesivamente a la filosofía analítica.
Entre los discípulos de Brentano se
encuentran Husserl el fundador de la fenomenología, Kart Stumpf iniciador de la
sicología de la forma, la Gestaltpsuchologie,
Anton Marty que inaugura la escuela neopositivista en Suecia y Alexius von
Meinong que para algunos es el padre del pensamiento analítico.
Morris
y Carnap.
Charles Morris (1901-1979) y Rudolph Carnap
fueron los encargados de publicar la Enciclopedia
de la ciencia unificada. Esta es el órgano a través del cual se pone de
manifiesto un proyecto iniciado por los positivistas lógicos, proyecto que
busca la unificación de las ciencias por medio de la unificación de un lenguaje
universal y controlable.
Morris fue el promotor principal del
encuentro entre el pragmatismo americano y la filosofía analítica de carácter
neopostivista. Además formuló una sistematización de los modos de estudiar el
lenguaje. Esta hace énfasis en el análisis lingüístico desde la sintáctica es decir el estudio de las
relaciones de los signos entre ellos, la semántica
es decir el estudio de las relaciones entre los signos y las cosas por ellos
designadas, la pragmática es decir
el estudio de las relaciones de los signos con aquellos que los interpretan.
Al reconocer esta tridimensionalidad
del proceso semiótico se reconocen varias dimensiones: una formalista que desconoce una valoración de los significados, la empirista que es proclive a subrayar la
necesidad de la relación signo-objeto, además está la dimensión que tiende a
considerar la lengua como una actividad comunicativa de naturaleza social que
tiende a satisfacer la necesidades o manifestaciones de un grupo social
determinado.
Rudolph
Carnap (1891-1970).
Si es verdad que el movimiento
analítico nace de la superación y de la evolución del neopositivismo, entonces
se puede concluir que el primer filósofo analítico ha sido Carnap, ya que ha
estado en las crisis sucesivas que han llevado a una revisión profunda del
neopositivismo.
En primer lugar es necesario destacar
que Carnap ha llevado a termino todas las innovaciones lógicas de Frege, su
maestro lo mismo que las de Russell y Whitehead.
En su texto La construcción lógica del mundo es aplicado el método lógico a la
teoría del conocimiento y a la ciencia en general, y de la misma manera se fijan
los principios generales de la visión neopositivista del lenguaje y de la
experiencia.
A partir de datos elementales, es
decir de percepciones globales instantáneas, se construyen unidades complejas
teniendo como base las reglas de la lógica. Desde aquí se da una reducción del
lenguaje en toda su complejidad a dos tipos enunciados: los enunciados empíricos, observativos que describen
una experiencia y los enunciados que expresan verdades lógicas. Gracias al análisis lógico, el hombre está en
capacidad de individuar y eliminar todo otro tipo de enunciado.
Luego Carnap toma posición a favor de
la teoría fisicalista, según la cual todos los enunciados de partida, a partir
de los cuales el hombre construye su imagen del mundo, son verdades
transmitidas por la física. En otros momentos opta por tener como punto de
partida las experiencias subjetivas, en 1934 toma posición frente a las
actitudes formalistas.
La teoría formalista implica una
visión no absolutista de los principios y axiomas, las reglas a las que se
conforma el hombre son elegidas y determinadas por convención, no tienen un
carácter objetivo como suponen los filósofos defensores de la lógica, pero
tampoco son construcciones lógicas subjetivas creadas por el matemático o por
el lógico.
Carnap llega a concluir: primero que
las formas lingüísticas dentro de las que el hombre se mueve son
convencionales, en segundo lugar para Carnap debe reinar un principio de
tolerancia dadas las posibilidades de las elecciones que debe regir el diálogo
racional, y finalmente la lógica se puede reducir a la sintaxis del lenguaje
específico, dentro del cual se mueven el lógico, el matemático y el filósofo.
La
hermenéutica.
I. Teoría.
1. Definición.
Palabra
que deriva del griego ermeneuein (expresar,
interpretar), significa originariamente teoría o arte de la interpretación. Como
corriente filosófica surge a mediados del s. XX y está caracterizada a grandes líneas
por la idea de que la verdad es fruto de la interpretación; la hermenéutica
está definida por la toma de posición
frente a la verdad, frente al
problema del ser y al tipo de
comprensión que de él podemos tener.
Recorrido histórico del término desde
Ontología. Hermenéutica de la facticidad[5].
El término hermenéutica
indica el modo unitario de abordar, plantear, acceder, cuestionar y explicar la
facticidad.
Etimológicamente, la
hermenéutica se suele relacionar con Hermes, que para los griegos era el dios
mensajero de los dioses. Con relación a esto se puede comprender el hecho que
Platón hable de los poetas en cuanto que ellos son los emisarios de los dioses.
De ahí que el hermeneuta es el que comunica, el que notifica a alguien lo que
otro piensa, el transmisor, el reproductor de la comunicación, de la noticia.
Dentro del mismo contexto
hay que entender el hecho que en el Teeteto la hermenéutica consiste en
notificar el ser de un ente en su ser respecto a... (mi). Notificar es hacer
explícita la diferencia de otros con respecto a lo Koinon. Lo que se ve en las
palabras, lo que las palabras comunican. Y en este sentido hay que entender que
lo que las palabras comunican no es una concepción teórica, sino voluntad,
deseo y en el caso particular de Heidegger y quizás más importante las palabras
comunican ser y existencia.
Las cosas necesitan de las
palabras para que estas vehiculen lo que ellas son y para que en ello se
desvele el ser de estas; el hecho mismo de que lo viviente necesita de las
palabras para que en ello se implique lo que las mismas manifiestan en su ser,
lo que ellas son; en este sentido la hermenéutica es entendida en los términos
de hablar con alguien sobre algo; en este sentido la palabra es la que
garantiza el verdadero ser de lo viviente en su mundo y con su mundo; Heidegger
anota que en este caso, que es el de Aristóteles, la hermenéutica es confundida
con el dialektoV, es decir el hablar
coloquial sobre algo, este hablar coloquial es la concreción del logoV, el modo fáctico de realizarse el logoV. Desde esta perspectiva aristotélica habría que decir
que el habla hace que el ente se haga patente y claro en su ser, que se haga
asequible en su utilidad y en su inutilidad, para poder tenerlo a la vista.
Para Aristóteles la función de la hermenéutica se reduce a descubrir y hacer
conocido el ente.
Para Heidegger la definición
aristotélica, según la cual “La función del habla es hacer accesible algo en
cuanto estando aquí presente, mostrándose abiertamente”,[6] es
muy importante porque él va a poner en relación el habla con el logos; este y
aquella van a ser relacionados con la verdad entendida en los términos de
desocultación y desvelamiento, razón por la que, a renglón seguido afirma que
“En cuanto tal, tiene el logoV la posibilidad señalada del
alhteuein (desocultar, poner aquí a la vista, a disposición lo que antes estaba
oculto, encubierto).[7]
Hecho este que es de vital importancia para esta investigación, pues ya este
escrito de juventud deja entrever que el joven Heidegger tenía una posición
crítica frente a la noción de verdad entendida en los términos de adecuación, y
veía que la noción de verdad se aproximaba más al fenómeno de la desocultación
y del desvelamiento.
Luego fue el helenismo quien
puso en relación la hermenéutica con la significación y el significado. Así debe
entenderse el hecho de que una frase, una palabra, un hecho signifique algo,
quiera decir algo, el hecho que su significado sea este o aquel.
Dentro de este recorrido
histórico, la hermenéutica se coloca del lado del judaísmo para convertirse en
traducción, interpretación. Así es como se debe entender el hecho de que un
texto bíblico, que es escrito en una lengua extraña, se haga asequible en la
propia lengua. Y un significado posterior que adquiere la hermenéutica, siempre
relacionado con el ambiente religioso, y que tiene una profunda relación con lo
antes dicho, es el comentario, interpretación, en el sentido que comentar o
interpretar un texto bíblico es hacerlo asequible, aclarar lo que él quiere
decir verdaderamente.
Ha sido mérito de Agustín
producir la primera hermenéutica propiamente dicha, cuando elabora los
elementos que deben tenerse en cuenta en el momento de interpretar; a este
respecto, él planteándose la cuestión de con qué armas el hombre debe abordar
los pasajes oscuros de la escritura que no le son claros, trata de responder:
el temor de Dios es una arma para buscar la voluntad de Dios; el hombre debe
ser piadoso para no perderse en discusiones verbales; debe tener conocimientos
lingüísticos, conocimientos sobre ciertos objetos y acontecimientos naturales
pues en ellos encuentra la fuerza demostrativa, fuerza que se apoya en el
contenido de la verdad.
A partir del siglo XVII el
título de hermenéutica sacra hace referencia no a la interpretación misma, sino
a la doctrina de las condiciones, el objeto, los medios, la comunicación y la
aplicación práctica de la interpretación. Para lo cual se destacan cuatro
elementos, a saber:
1. De la disposición
adecuada para la interpretación de textos, del sentido de los textos.
2. La analogía de la fe en
cuanto principio de interpretación; las circunstancias, los efectos; el orden,
el contexto; el paralelismo de las escrituras.
3. Los medios gramaticales,
críticos, retóricos, lógicos y científicos. Traducción y comentario.
4. De la comunicación y la
demostración, de la aplicación porismática (Porísmata, porizein deducir por medio de
argumentos) y práctica.
Schleiermacher ha sido uno
de los pensadores que más ha incidido en el marco del pensamiento hermenéutico
contemporáneo; él definía la hermenéutica en términos restringidos, pues de
doctrina con carácter general y activo, arte, doctrina de entender el habla de
otro, él pasa a entenderla como disciplina relacionada con la gramática, la
retórica, la dialéctica. Metodología que es formal y en cuanto hermenéutica
general (ya que es el arte de entender el habla de los demás en general),
abarca las hermenéuticas especiales, es decir la teológica y la filológica.
Para Dilthey el concepto
de hermenéutica, puede ser entendido en los términos de método de entender,
doctrina del arte de la interpretación de textos; sin embargo dicho método lo
descompuso cuando hace un análisis del entender en cuanto tal. Con ello
Dilthey, quería remarcar la parte metodológica pues su problema determinante
era el de la dilucidación de las ciencias hermenéuticas del espíritu. Heidegger
considera que esta posición de Dilthey es una posición restringida y poco clara
con respecto a la dirección fundamental que antaño asumiera el desarrollo de la
hermenéutica.
2. Ser-lenguaje.
Según
la hermenéutica contemporánea la verdad
es interpretación porque las cosas, los eventos y el mundo del cual nos
ocupamos y que tratamos de comprender se comportan de manera semejante a como
se comporta el lenguaje escrito.
Esta
es una idea muy antigua: ya los padres de la iglesia hablaban de la naturaleza
como del libro escrito por Dios, la misma idea bíblica de la creación a través
de la palabra de Dios puede ser una anticipación de esta tesis, la que en los
momentos mas extremos toca el confín del panlingüismo
(todo es lenguaje) o el textualismo
(todo es texto).
Para
mantenerse en aquella que se puede llamar una línea standard de la hermenéutica, es menester comprender que la
prioridad del lenguaje implica que el modelo de la interpretación de los textos
es aplicado a la comprensión del ser que se refiere al mundo humano y que
consta de libros, obras de arte, discursos, monumentos, edificios, documentos,
mitos, memorias que mandan a… , saberes, instituciones, etc., esta tesis puede
que no sea tan arbitraria si se recuerda la gran importancia de la escritura
para una civilización como la nuestra, importancia que hoy se puede rastrear no
sólo en las disciplinas humanísticas e históricas, sino también en matemática,
en sociología, en informática.
3. Ser, historia, narración, mito.
La
extensión de la hermenéutica desde la particularización es decir la
hermenéutica especializada, hasta la comprensión ontológica de la misma es
decir la hermenéutica general tiene su justificación en el hecho de que a los
padres de la hermenéutica contemporánea: Dilthey, Heidegger, Gadamer- aparece
justificada; en otros términos podemos decir que a los padres de la
hermenéutica contemporánea es plenamente justificable el hecho de que se dé un
salto de la hermenéutica particular o especializada a la hermenéutica general.
Cuando hablamos del ser de las cosas y de nosotros mismos, hablamos de:
Realidades
históricamente determinadas, de entidades que se desarrollan, que cambian y que
tienen un fin. Realidades que nos
han sido referidas, contadas y narradas. Palabras
que hemos heredado. Mitos a los
cuales tenemos la posibilidad de creer o no creer, que pertenecen íntimamente a
nuestra visión de la realidad y le dan su fundamento.
Cuando
se trata de comprender la realidad, cuando se dice que algo es, se hace referencia a todo esto
junto: fluido dialogante, mutable, hecho de proveniencia y destino,
tradiciones, presagios y narraciones, es a todo esto a lo que la hermenéutica
llama ser.
Para
la hermenéutica es ser el lenguaje, texto, mito, narración y diálogo. Para la
misma el ser es tiempo, flujo del acaecer; aquella radicaliza las tesis
heideggerianas de que el ser es evento (el
ser es un transitivo), el principio de que el ser no es sino que acaece y su acaecer es un evento lingüístico, un apelo.
4.
La precomprensión.
El
tema de la precomprensión será abordado desde cuatro momentos: un primer
momento será la introducción; un segundo momento será la definición; el tercero
se referirá a la historia, y finalmente se hablará sobre las consecuencias que
se desprenden del fenómeno de la precomprensión.
Introducción.
¿Cómo
se lleva a cabo efectivamente la interpretación? La hermenéutica hace claro el
hecho de que nosotros estamos sumergidos
en un flujo lingüístico, en un lenguaje que se temporaliza.
El
ser que es un flujo lingüístico-temporal no se desarrolla frente a nosotros,
sino que es aquello en lo que estamos colocados nosotros mismos, lo acogemos y
transmitimos sus voces; esto significa que nosotros para encontrar las cosas,
no las encontramos jamás de modo inmediato, sino que tenemos una cantidad de
elementos preliminares, prejuicios, expectativas sobre ellas, todo esto porque poseemos un lenguaje y el lenguaje determina, preorienta nuestro juicio sobre la realidad.
Heidegger
en Sein und Zeit quiere ocuparse del
problema del ser, problema amplio, general y originario, pero inmediatamente se
ocupa del hecho de que del ser el
ser-ahí ya tiene una idea vaga y media, experiencia fácilmente
generalizable; de la misma manera que cuando formulamos una pregunta, ya se
tiene una idea vaga de la respuesta que se desea obtener.
Ya
para el pensamiento de la antigüedad era bien claro que sabemos ya aquello que nos proponemos conocer, esta es la base de
aquel tipo de conocimiento que en Platón se llama anamnesis (antes de vivir, ya hemos conocido el mundo de las ideas,
después perdimos la memoria -luego sabemos ya todo-, es necesario recordar; vivir es recordar); es un buen motivo
para negar escépticamente el sentido de la investigación neutral y del
conocimiento objetivo.
La
interpretación lingüística y ontológica nos propone que el ser-lenguaje en el
cual estamos sumergidos, nos hace comprender que estamos ya siempre orientados
por condicionamientos de tipo lingüístico-cultural, hay una precomprensión de las cosas, la que
anticipa nuestro conocimiento de la realidad.
Esta
precomprensión nos obliga a poner en discusión la idea de un conocimiento
neutral de la realidad, objetivo de las cosas; también nos ayuda a conocer la
realidad porque en cierta medida predisponemos
de ella.
Definición.
La
precomprensión como fenómeno hermenéutico puede ser equivoco, ya que su
definición apunta hacia varias direcciones.
A.
Precomprender como proceso previo del comprender hace referencia a aquellas
circunstancias ideológicas, emotivas, psíquicas, sociales, culturales, etc. que
determinan la comprensión y que pueden influir de manera negativa o positiva en
el proceso de comprensión.
A1.será
negativo el influjo de lo precomprensivo en lo comprensivo si previamente no
hay una clarificación, un discernimiento de los elementos precomprensivos que
guiarán la comprensión.
A2.
Será positivo el influjo de lo precomprensivo en el proceso comprensivo si
previamente al proceso comprensivo se da un proceso de discernimiento y
clarificación y entonces los prejuicios resultarán clarificados, enriquecidos,
convalidados o invalidados.
B.todo
proceso de formación, reconformación y reconfiguración de una obra, de una
propuesta social, teórica, económica requiere de una precomprensión previa que
guíe y oriente el hacer y la producción; este es el sentido que guía a la labor
utópica, a la práctica artística en su proceso productivo; este proceso es el
que hace que la visión heideggeriana sobre la existencia dé una primacía al
futuro en cuanto momento temporal reconfigurante del proyecto existencial.
Historia.
Un
primer momento en la historia de la precomprensión está dado por la fijación de
los cánones, las reglas y las normas de la interpretación; estos deben guiar a
manera de elementos precomprensivos y orientadores las búsquedas, las
pesquisas, las investigaciones y las lecturas de los textos, especialmente los
sagrados.
En
la historia de la precomprensión es necesario admitir otro momento fundamental
en los esfuerzos de la reforma protestante por tratar de entender cada texto
sagrado desde su propia circunstancia, sin someterlo a ninguna presión
dogmática; ello necesariamente conlleva a la disolución del canon y se da
prioridad a la interpretación de la propia persona. Con ello se da el
consiguiente rechazo a toda autoridad eclesiástica: el magisterio, la
patrística, a la dogmática o al concilio y con ello se afirma el principio de
la sola escritura.
Otro
momento importante en la historia de la precomprensión y que prepara la
posición de la teoría de la ciencia moderna, es la distinción entre una
interpretación unida al dogma, apoyada en las instituciones y en su autoridad,
que busca la defensa de las normas dogmáticas y una interpretación libre,
adogmática, abierta que delata la precomprensión marcada por la teoría de la
ciencia moderna; posición abierta, libre y adogmática que se fundamenta en una
posición escéptica.
Un
tercer momento en la historia de la precomprensión queda fijado en el inicio de
la época humanista; época en la que se da un rechazo al estilo de la enseñanza
de la escolástica y su apoyo en la autoridad eclesiástica y propugna por una
lectura de los textos originales; este momento histórico marcado por el giro
humanista reclama la atención sobre los clásicos.
Consecuencias.
A.
Todo esto pone de manifiesto una doble problemática: por un lado que todo texto
para ser leído e interpretado, requiere de una apropiación especial de parte
del interprete; pero por otro lado que todo texto para ser elaborado requiere
de parte del autor una intencionalidad que precomprende desde una actitud
idealizada la totalidad de la obra por interpretar.
B.
El hecho de llegar a leer una texto teniendo a la base determinadas
expectativas que se convierten en precomprensión, influyen necesariamente en la
comprensión del texto que pueda llegar a tener el lector o el interprete; son
los elementos precomprensivos los que deciden la orientación y el rumbo que
toma un lector o interprete en la lectura o interpretación del texto.
C.
La precomprensión es la premisa de la comprensión, en el sentido que la
comprensión al estar orientada por los elementos precomprensivos manifiesta el
carácter positivo y productivo de la precomprensión; desde este punto de vista
se rescata el esfuerzo de la hermenéutica por señalar el sentido positivo y
productivo de la precomprensión.
Cuando
la hermenéutica rescata el carácter positivo de la precomprensión, igualmente
sugiere una clasificación de los principios hermenéuticos, que a la manera de
preconceptos determinan la lectura y la interpretación; sólo de esta manera se
puede luchar contra el servilismo y la esclavitud ciega que a veces determina
la lectura y la interpretación de un texto; solo de esta manera el interprete comprende
lo infundado de sus propios elementos precomprensivos; esto es lo que acontece
cuando se asume una posición critica frente a los elementos ideológicos que
pueden guiar una interpretación, lo mismo que frente a una cosmovisión, etc.
D.
pero a su vez en el esfuerzo propio por desenmascarar o comprender los propios
elementos precomprensivos se da una maduración y un cambio de los mismos;
justamente esta es la labor de la hermenéutica: comprender lo precomprendido y
al hacerlo busca madurar los propios elementos precomprensivos que determinan
una determinada lectura de la realidad.
E.
Pero la precomprensión aplicada al campo de las ciencias sociales genera una
visión a futuro de la historia y con ello se dará siempre la posibilidad de que
la conciencia histórica diseñara siempre desde su propia orientación al futuro
una historia universal precomprendida.
5.
El prejuicio.
6.
El circulo hermenéutico.
Si
las cosas son así, entonces comprendo una cosa que ya conozco y que me es
familiar; así cuando formulo una pregunta ya puedo intuir la respuesta; a lo
largo de un coloquio puedo adivinar aquello que mi interlocutor me dirá ¿No es esto
un error o una paradoja de la interpretación?
Según
la teoría hermenéutica no, ya que hay una circularidad natural en el
comprender, un proceder necesario desde lo ya comprendido al comprender y
viceversa, por ejemplo: si yo me pregunto ¿qué es una obra de arte? Debo saber
para responder qué es el arte, pero ¿cómo conozco lo que es el arte si no
reconozco lo que es una obra?
Esta
circularidad que según la visión clásica del conocimiento es sólo un límite
para el pensamiento, desde la óptica de la hermenéutica, es una oportunidad
positiva; es el mismo mecanismo por el cual en un texto, conociendo una parte,
tenemos una visión del todo, y conocemos el todo a partir del conocimiento de
sus partes.
¿Qué
es interpretar? Interpretar significa moverse dentro de esta circularidad,
relacionando el conocimiento, del todo a la parte, y de la parte al todo,
relacionando a nuestra precomprensión de la cosa, la experiencia efectiva y
midiendo los límites de nuestra precomprensión.
El
círculo hermenéutico es así el principio basilar que guía la lógica de la
experiencia hermenéutica y la diferencia de la lógica del conocimiento
tradicional. Desde hace poco se ha comenzado a vislumbrar en la circularidad
del conocer ciertas condiciones inevitables, también una eventualidad positiva
y ha dejado de considerarse un error.
El círculo hermenéutico
referido a la lectura de la sagrada escritura consiste en el hecho de que “es
el conjunto de la sagrada escritura el que guía la comprensión de lo
individual, igual que a la inversa este conjunto solo puede aprehenderse cuando
se ha realizado la comprensión individual (WM,
227); relación del todo a la parte que no es en sí misma nada nuevo, ya que la
retórica antigua la conocía cuando comparaba el discurso perfecto con el cuerpo
orgánico, en la relación entre la cabeza y los miembros; el mismo Lutero
traslada esta imagen de la retórica clásica a la comprensión y desarrollo como
principio fundamental y general de la interpretación de un texto, que sus
aspectos individuales deben entenderse a partir del contexto, del conjunto y a
partir del sentido unitario hacia el que este está orientado.
Para Schleiermacher es
presupuesto fundamental el hecho que cada individualidad es una manifestación
del vivir total y por eso es que cada uno lleva en sí mismo un mínimo de cada
uno de los demás; con ello se puede dar la adivinación por comparación consigo
mismo; así es como la individualidad del autor puede trasformarse uno
directamente en el otro.
De esta manera la
comprensión se presenta como un hecho universal y adivinatorio, como algo
comparativo, donde la familiaridad y la extrañeza juegan un papel muy
importante; igualmente la interpretación seguirá siendo un arte porque no puede
comprenderse como una aplicación de reglas, una técnica.
Schleiermacher reconoce
que un rasgo básico, fundamental y esencial del comprender es que el sentido de
los detalles resulta siempre del contexto, en última instancia del conjunto;
así es como debe entenderse la interpretación gramatical de una frase, de una
obra leída desde su conjunto, el conjunto de la literatura o del género
literario.
Para Schleiermacher desde
lógica, la interpretación se presenta como un razonamiento circular, pues el
todo desde el que se debe entender lo individual no debe estar dado antes de
ello, a no ser bajo la forma de un canon o de una precomprensión del espíritu
de una época. Para él, comprender es siempre un moverse en ese círculo y por
ello es esencial el continuo retorno del todo a las partes y viceversa. Este
círculo constantemente se está ampliando pues el concepto del todo es relativo y la integración de cada
cosa en nexos cada vez mayores afecta a la comprensión; con ello se hace experiencia
del sentido inacabado e inconcluso de la comprensión y a la vez su carácter
provisional.
A este círculo de la
comprensión hay que añadir el hecho de que la individualidad nunca termina por
abrirse totalmente; en este sentido ésta se presenta como un misterio siempre
por descubrir. Así es como la interpretación es un proceso adivinatorio, un
arte pues no es algo mecánico, sino que la comprensión lleva a cabo su obra tal
como se elabora una obra de arte: buscando en ella su perfección.
Para la hermenéutica, la
obra se presenta como un tú, como otro que hay que comprender e interpretar en
su alteridad, tú que se presenta como algo oscuro y poco a poco se va
clarificando.
Para Heidegger la
circularidad de la interpretación deriva de la temporalidad del ser-ahí; para
él el círculo de la comprensión no debe ser degradado a un círculo vicioso, ni
siguiera a un círculo permisible; para él el círculo es una posibilidad
positiva del conocimiento más originario; el que se alcanza a comprender cuando la interpretación ha
comprendido que su tarea primera, última y constante consiste en no dejarse
imponer nunca ocurrencias propias o conceptos populares, ni la posición, ni la
previsión, ni la anticipación sino en asegurar la elaboración del tema
científico desde la cosa misma.
Para Heidegger el círculo
hermenéutico tiene un sentido ontológico positivo, toda interpretación debe
cuidarse siempre de las ocurrencias, de los hábitos imperceptibles del pensar y
debe orientar su mirada hacia la cosa misma; esta orientación hacia la cosa
misma es para el interprete la tarea primera, constante y última. Así lo
verdaderamente importante en el acto interpretativo es mantener atenta la
mirada a pesar de todas las desviaciones; no dejarse distraer por las
tergiversaciones y desviaciones a que se ve sometido el intérprete en el acto
mismo del comprender.
Quien quiere comprender
un texto realiza un proyectar; tan pronto como en el texto aparece un primer
sentido, el intérprete proyecta un segundo sentido del todo; el sentido en la
interpretación de un texto se da porque hay unas expectativas relacionadas con
un sentido determinado.
¿En qué consiste la
comprensión de un texto? En la elaboración de un proyecto previo que tiene que
ser constantemente revisado en baso a lo que va resultando conforme se avanza
en la penetración del sentido. Al revisar el primer proyecto se supone una
anticipación (adivinación) de un nuevo proyecto de sentido; varios proyectos a
la vez, pueden rivalizar los unos con los otros hasta que pueda establecerse la
unidad del sentido de manera univoca. La interpretación comienza siempre con
conceptos previos que deberán ser sustituidos progresivamente por otros
conceptos más adecuados; así la interpretación se presenta siempre como un
reproyectar, como un continuo movimiento de comprender e interpretar.
¿Cuál es la tarea de la
comprensión? La tarea de la comprensión consiste en elaborar proyectos
adecuados y correctos sobre las casas, proyectos que son anticipaciones y que
deben confirmarse y conformarse en las cosas mismas. Las opiniones previas
sobre las cosas por interpretar deberán ser constantemente individuadas y
convalidadas desde la cosa misma que se debe interpretar.
Según lo que hemos
acabado de exponer, podemos extraer las siguientes cuestiones: el círculo
hermenéutico tiene una historia, que aquí ha sido individuada en tres momentos:
la sagrada escritura, la retórica antigua y Lutero. El círculo hermenéutico
tiene cuatro características que lo distinguen: la interpretación como un hecho
universal; la interpretación como un hecho existenciario; la interpretación
como un hecho familiar y la interpretación como un hecho que parte de una
cierta extrañeza. El círculo hermenéutico genera tres consecuencias: el círculo
hermenéutico es un hecho positivo del comprender; el círculo hermenéutico se
mueve siempre dentro de un proceso relacional; el círculo hermenéutico se guía
siempre por la cosa misma.
6.
Autoreferencia, reflexividad, diferencia.
El
circulo es ciertamente una posibilidad positiva del comprender, contrariamente
a aquello que dicen las leyes de la lógica clásica, para las cuales, dice
Heidegger, el circulo es siempre un circulo vicioso (Sein und Zeit §
32), y para el conocimiento científico entendido en sentido tradicional no se
puede comenzar presuponiendo aquello que
se propone demostrar. Aquello que la interpretación nos ofrece no es
ciertamente una verdad última, definitiva, objetiva y eterna.
Si
es cierto que el ser-lenguaje está hecho de mensajes que se mueven en el
tiempo, que se transmite y se interpreta, entonces nuestro interpretar es un
hecho que se da en el tiempo y a partir de esto, nos es ofrecido en el tiempo:
esta condicionado por el contexto histórico, es relativo, es transitivo. En
otras palabras nosotros pertenecemos a aquel horizonte histórico-lingüístico
sobre el que se ejercita nuestro interpretar y por lo tanto no podemos jamás
tener de él una interpretación exhaustiva, ni podemos pretender conocerlo en su
totalidad.
La hermenéutica no pretende
describir objetivamente el ser o el lenguaje, sino que se limita a interpretarlo, es decir a dar una imagen fatalmente incompleta, y
esto no sólo porque el ser es
lenguaje-tiempo (es plural, porque muchos son los lenguajes, y transitorio
porque a las diversas épocas corresponden interpretaciones, narraciones, mitos)
sino también porque el mismo interprete
está implicado e inmiscuido en el ser del cual rinde cuentas. Ser histórico
significa, ha dicho Gadamer, no poder jamás resolverse en autotransparencia; la
situación es aquello dentro de lo cual nos encontramos, y la clarificación de
esa es una tarea incompleta.
Por
otra parte, si es verdad que hay una participación-pertenencia del sujeto a la
cosa por interpretar, es verdad que no hay propiamente interpretación sin un descartar, un extrañamiento entre el interprete y el texto o el discurso que se
interpreta. Hablamos justamente de interpretación en los casos en los que el lenguaje es oscuro, no transparente, o formulado en una
lengua diversa de la nuestra; hablamos de interpretación respecto a los textos
o a las obras del pasado, que nos son extrañas, de las cuales no conocemos
exactamente todo aspecto. Ya Friedrich Daniel Schleiermacher (1768-1834) había
puesto de manifiesto que la alteridad
está a la base del proceso interpretativo, y él había concebido la
interpretación como aquel proceso con el cual atenuamos, reducimos la
diferencia; comprendemos aquellos textos de los cuales nos separa una
distancia (histórica, cultural, sicológica).
La
lógica de la experiencia interpretativa se nos presenta así claramente definida
desde dos aspectos, desde la participación
y la diferencia. Se trata de dos aspectos, en parte contradictorios entre ellos
pero que definen el horizonte de la efectividad existencial. Los mismos se
contraponen desde Kierkegaard a la especulación de la razón idealista y enfatizan
la existencia efectiva del sujeto:
a.
Sujeto que participa de la
existencia -la irreductibilidad de la existencia a objeto.
b.
La singularidad del yo, del pensador viviente, la extrema más no integrable
diversificación de los aspectos del existir, es decir mientras que el idealismo
trataba de integrar al sujeto dentro de un sistema totalizante para poderlo
explicar, el existencialismo simplemente trata de explicar al sujeto desde su
mismidad.
La
hermenéutica hereda (desde Heidegger, según Gadamer; sobretodo desde Jaspers en
el caso de Pareyson) este doble aspecto de la ontología existencial, pero lo
desvincula de la problemática del yo, del pensador viviente, y lo lleva al
horizonte del ser-lenguaje-tiempo: lo transfigura en la respuesta a una
problemática de tipo ontológico, no más sicológico-existencial (como en el caso
de Kierkegaard y del existencialismo) o epistemológico (como en el caso de
Dilthey y del historicismo). El horizonte de la interpretación es el lugar en
el que no sólo los seres humanos, sino también las cosas mismas participan la una de la otra, y del
ser-lenguaje-tiempo en que están inmersas (y de las cuales están constituidas)
y que por otra parte es un horizonte en el que todo evento singular o ente
tiene una individualidad irreducible, no integrable en esquemas especulativos o
metódicos. ¿Se trata de un horizonte anti-teórico, post-filosófico,
relativista?
7.
Más allá del relativismo.
Subrayando
lo incompleto y lo irreducible del proceso interpretativo, la hermenéutica se
suscribe en aquel que ha sido definido como el paradigma relativista del pensamiento contemporáneo. Es
necesario recordar que casi todos los hermenéutas, y sobretodo aquellos que son
los verdaderos iniciadores de la hermenéutica novecentesca (Gadamer, Pareyson,
Ricoeur), están animados por la exigencia de restituir dignidad y profundidad a
la labor del pensamiento, aceptando la visión historicista, pluralista, y prospectivista
de la verdad surgida en la filosofía después de la disolución del hegelianismo.
Toda
la problemática de la interpretación, ha escrito Luigi Pareyson en 1985, nace
de una serie de preguntas específicamente encaminadas a encontrar una vía de
salida a la pregunta ¿Es posible encontrar una concepción pluralista pero no
relativista de la verdad? ¿Cuál es el punto de vista en que se puede
validamente colocar una afirmación de prospectivismo que llegue a conciliar la
unidad de la verdad con la multiplicidad de sus formulaciones? ¿Es posible el
diálogo que presupone junta e inseparablemente la alteridad de los interlocutores
y la unidad de la verdad? ¿Podemos decir que esta problemática nos avoca a una
relectura en la filosofía contemporánea del ?
II. Historia.
8.
Dilthey.
Desde
lo que hemos dicho es posible caracterizar la hermenéutica de hoy en base a los
siguientes requisitos:
a.
La lingüicidad y la temporalidad del ser (desde aquí proceden la
relatividad y la transitoriedad de la comprensión, y la noción de verdad como
interpretación).
b.
Pertenencia del sujeto al ámbito de
la propia investigación desde la que proceden las nociones de precomprensión y
de círculo hermenéutico.
c.
La alteridad y la diversificación de
las cosas por interpretar y de los seres interpretantes, jamás integrables en
la homogeneidad de un todo completo y describible.
d.
Reapertura del programa filosófico tradicional, pero sobre unas
nuevas bases, más allá del idealismo y del positivismo, y contra las visiones
de la filosofía como saber total y objetivo.
Antes
de examinar los teóricos de la hermenéutica contemporánea, y valorar sus
contribuciones específicas para la creación de este terreno común (y también
sus disentimientos en algunos puntos), conviene ver brevemente cómo se ha
formado esto.
En
el renacimiento y en la reforma protestante la hermenéutica entendida como teoría
de la interpretación textual, se convierte en disciplina autónoma y plenamente
consciente. En el renacimiento, y en particular con Schleiermacher es
reconocido el rol esencial de la interpretación en la existencia humana (véase su
texto: Hermenéutica,). Muchos temas
de la reflexión de Schleiermacher anticipan las tesis de la hermenéutica
contemporánea, pero más directamente decisivo ha sido el aporte de su
continuador e interprete Wilhem Dilthey (1833-1911).
Entre
el final del siglo pasado y el inicio de este siglo -es decir en plena crisis
epistemológica de la filosofía-, Dilthey específica el objeto y los métodos de
las ciencias del espíritu, o bien las ciencias de la sociedad y de la historia
(Introducción a las ciencias del espíritu.
Pp. 5).
La
diferencia esencial entre las ciencias de la naturaleza y las ciencias del espíritu
(Geisteswissenschaften), anotó Dilthey, es que mientras en el
primer caso el sujeto y el objeto son distintos
(yo puedo pensarme como entidad destacada y autónoma respecto a las orbitas de
los planetas o a la reproducción de los animales), en el segundo el ser que
investiga coincide en parte con el ser investigado, es decir, yo pertenezco a la historia y a la
sociedad que estudio y que describo (en cierto sentido, yo mismo creo el mundo histórico-social que
describo).
Desde
esta diferencia de objeto consigue
una diferencia fundamental de método:
el procedimiento de las ciencias de la naturaleza es la explicación causal, el procedimiento de las Geisteswissenchaften es la comprensión.
Las cosas del mundo del espíritu (como los textos, según Schleiermacher) son el
fruto de una experiencia vivida (Erlebnis),
y para comprenderlas debo revivir la
experiencia que está a la base, supongamos, de un momento, de un cuadro, de una
institución política que me llevará a tener una nueva experiencia. Este
encuentro y superposición de Erlebnise,
de vivencias es según Dilthey, el procedimiento de interpretación. En Dilthey
entonces:
a.
Se afirma la tesis de la pertenencia
del sujeto al propio ámbito de la investigación, y por lo tanto supone la participación del sujeto en la
constitución de los objetos propios de la experiencia, pero también (contra el
trascendentalismo kantiano), implica que el procedimiento interpretativo llegue
siempre a resultados singulares, no del todo universales.
b.
Se amplía el ámbito de operatividad
de la hermenéutica, desde el texto a todas las obras del espíritu: dice Dilthey
que en las piedras, mármoles, notas musicales, gestos palabras y escritura, en
las acciones, sistemas económicos e instituciones, se habla el mismo espíritu
humano y pide que sea interpretado (véase
el texto Hermenéutica y religión).
Asimismo
teniendo mucha fe en la posibilidad de determinar científicamente el ámbito y
el método de las ciencias del espíritu, Dilthey introduce dos consideraciones limitativas que caracterizan la hermenéutica sucesiva. La primera es el círculo hermenéutico. Ya
Schleiermacher y los románticos habían teorizado el circulo como reclamarse
reciproco de la parte al todo en la comprensión de los textos. Dilthey en La esencia
de la filosofía (1903) lo tematiza en el marco del problema de la
comprensión: la noción de filosofía puede ser definida solo a partir de la
investigación sobre las filosofías individuales, pero estas son comprensibles y
evidentes solo si sabemos ya qué es
la filosofía. Esto es según Dilthey, un límite del conocimiento interpretativo:
la filosofía tomada desde el círculo de la comprensión no podrá jamas anhelar a
la objetividad de las ciencias de la naturaleza, no podrá jamás conseguir una
determinación exacta del propio objeto.
La
segunda limitación introducida desde Dilthey es correlativa a la noción de conciencia histórica. La conciencia de
pertenencia a la historia limita toda pretensión de comprender el proceso
histórico en su totalidad e integridad (aquí Dilthey, como más tarde Gadamer,
manifiesta la distancia propia respecto a Hegel, el cual admitía la posibilidad
de concebir el diseño histórico en su totalidad o bien describir una historia
universal). La conciencia histórica nos mueve, entre otros, a reconocer la relatividad y la
transitoriedad de las visiones del mundo que caracterizan cada una de las
épocas. La idea de conciencia histórica generó en Dilthey un cierto extravío:
el mundo del espíritu, escribe, parece en posesión de una anarquía tremenda.
Pero el relativismo histórico como un cuchillo perfora toda metafísica y toda
religión, ello le parece también como la condición de una nueva libertad, la
salida de una atmósfera contaminada y refinada de la crítica kantiana y del
idealismo, la liberación de las telarañas, del entramado del pensamiento
occidental.
9.
Heidegger.
Martín
Heidegger (1889-1976) en su obra principal, Ser
y tiempo (véase en particular el parágrafo 32), efectúa dos pasajes
principales respecto a las posiciones de Dilthey:
a.
La comprensión interpretativa no es solamente el procedimiento propio de las
ciencias del espíritu, sino que define el modo fundamental en que el ser-ahí-es-en-el-mundo.
b.
El círculo hermenéutico (dicho expresamente círculo de la precomprensión) no es
más un límite, sino una oportunidad positiva.
En
cuanto al primer pasaje, se trata de una extensión
posterior de la prospectiva hermenéutica respecto a Dilthey (todo el ser es
objeto de interpretación), pero también, más profundamente, de un cambio de
prospectiva: la interpretación adquiere ahora un sentido ontológico, no tiene ya solamente un valor metodológico,
cognoscitivo; esa no se refiere solamente al conocimiento del hombre sino a su ser mismo ¿Cómo sucede esto?
El
ser-ahí (Da-sein), o bien el hombre,
es según Heidegger, aquel ente que se pone el problema del ser, es el ente cuya
peculiaridad ontológica consiste en el poner la cuestión del ser. Con ello
consigue que el modo en que tal cuestión es puesta y profundizada no es algo
accesorio, sino que define el Ser-ahí en sentido profundo: y tal modo es la
comprensión interpretativa.
Dilthey
decía que comprendemos interpretativamente cuando la vida interroga sobre la
vida, cuando yo siendo parte de la sociedad y de la historia interrogo la
sociedad y la historia. Del mismo cuando el Ser-ahí siendo parte del ser se
pone el problema del ser sólo entonces tenemos la comprensión hermenéutica,
pero aquí se refiere al ser y no simplemente al conocer. Nace así la hermenéutica
como ontología, no más metodología de la interpretación textual o de las
ciencias del espíritu, sino interrogación del ser (y trabajo en el ser).
El
segundo pasaje tiene como consecuencia importante la separación entre
hermenéutica y ciencia o saber científico, que ha sido una de las características
del movimiento hermenéutico y uno de los argumentos más frecuentemente
debatidos. Heidegger extiende la noción de círculo hermenéutico por el mismo
motivo por el cual extiende la noción de comprensión interpretativa, y teoriza
abiertamente el concepto de precomprensión. La interpretación, dice, es el
desarrollo de la comprensión, es decir el despliegue de las esperanzas,
pretensiones, precomprensiones, anhelos que siempre tenemos sobre la cosa, en
el encuentro con la cosa misma (Ser y
tiempo). Por lo tanto, la interpretación es circular y se trata siempre de
retornar a lo precomprendido para articularlo en lo comprendido. Ahora
Heidegger pone expresamente el circulo en oposición y en alternativa a la no
circularidad del saber científico (recordemos que al inicio de mil novecientos,
Russell había puesto como condición esencial para la ciencia evitar en lógica
las antinomias y el rechazo del llamado círculo vicioso): el principio
demostrativo científico no puede comenzar con la presuposición que se propone
demostrar, por lo tanto el circulo hermenéutico es un procedimiento inaceptable
desde el punto de vista científico; y todavía, hay que evitarlo para no errar en
la comprensión de cabo a rabo, y privarla de su oportunidad característica.
Ahora,
si la comprensión es el conocer más originario y si el circulo no es un límite
sino una fuerza del pensamiento, esto significa que hay una cierta primacía de la comprensión sobre la
explicación, del saber histórico-hermenéutico sobre el saber científico: la
comprensión interpretativa es el carácter distintivo y fundamental del ser del
hombre, la explicación científica es una variante, por decirlo así,
interna, y por lo tanto menos estricta.
Pero
¿Qué es y de dónde proviene aquella precomprensión que siempre tenemos de las
cosas? en la fase de su pensamiento sucesiva a Ser y tiempo, Heidegger efectúa dos pasajes posteriores:
a.
Clarifica la noción de comprensión interpretativa en sentido anti-humanístico.
b.
Afirma la identidad de Ser y lenguaje
y la naturaleza lingüística de la
experiencia hermenéutica en la que consiste el encuentro con el ser.
El
Ser-ahí no dispone de la precomprensión que él mismo tiene de las cosas. Nosotros
no controlamos ni construimos nuestra anticipación de sentido. Esos nos son
dados y disponen de nosotros, más allá de nuestras decisiones al respecto. Es
verdad que las cosas están en el proyecto del hombre, hacen siempre parte de un
horizonte interpretativo ya dado. Pero quien arroja en el proyectarse, dice
Heidegger en la Carta sobre el humanismo
de 1947, es el ser mismo: él es quien decide el destino del hombre, es él quien
dispone del hombre. Aquí se realiza una superación decisiva de la perspectiva
de Dilthey, que ahora aparece como
subjetivista, humanista y ligada al punto de vista del hombre como centro y
dominador del ser. Lo esencial no es el hombre, dice Heidegger, sino el ser. La pertenencia del hombre al ser, núcleo
central de la comprensión interpretativa, se debe al hecho que el hombre habita en el ser, no lo crea, no lo
constituye, ni mucho menos puede simplemente verlo o describirlo: el ser es el lugar dentro del cual el hombre está
colocado.
Ahora,
el medio a través del cual se hace oír la voz del ser es el lenguaje, es por
eso que el lenguaje es la casa del ser. En la morada dada desde el lenguaje
habita el hombre, escribe Heidegger. Es este el pasaje constitutivo de la
hermenéutica contemporánea: Gadamer radicalizará esta posición heideggeriana,
afirmando sin más, que la comprensión es la misma familiaridad que poseemos con los nombres de las cosas; comprendemos las cosas en cuanto estamos en el lenguaje, dentro del cual
solamente las cosas se nos aparecen como tales, como cosas.
Un
último punto sobre el pensamiento heideggeriano lo consideramos con mucha
atención porque en torno a ello se ha concentrado una parte sustancial del
debate contemporáneo sobre la hermenéutica, y su problemática ha dado lugar a
interpretaciones divergentes. Se trata de la Superación de la metafísica, una cuestión a la que se hace
referencia cuando se habla del final de la filosofía y del giro lingüístico. A
lo largo de toda su obra, Heidegger ha buscado una ontología, una visión del
ser diferente de la ontología
tradicional, que ha olvidado el ser a favor de los entes, y que ha concebido el
ser mismo en la forma de la presencia
de una cosa puesta de frente a un sujeto que conoce, que como se sabe era un
problema ya planteado por Husserl. En la época de Ser y tiempo, Heidegger ve en la hermenéutica un modo de poner el
problema del ser alternativo a aquel de la filosofía tradicional, pero después
dejó caer esta hipótesis (así lo ha dicho Gadamer), porque el horizonte hermenéutico
le parecía ahora marcado por aquella reflexividad de la conciencia que había
caracterizado las últimas versiones de la metafísica: el trascendentalismo, el
idealismo, la misma fenomenología husserliana. Pero abandonando la
hermenéutica, Heidegger termina por abandonar la filosofía, su pensamiento se
asemejó más a la poesía y él mismo teorizó el final de la filosofía como resultado del final (o del cumplimiento)
de la metafísica.
La
hipótesis hermenéutica planteada en Ser y
tiempo permanecía ahora por desarrollarse en sus consecuencias; la idea del
ser como lenguaje-tiempo y la hipótesis de la superación de la metafísica
permanecían como las grandes propuestas ontológicas de Heidegger y que la
hermenéutica inspirada en su pensamiento se ha propuesto desarrollar y
articular en un discurso unitario.
10.
La hermenéutica contemporánea.
En
los años ochenta la hermenéutica ha tenido una fortuna extraordinaria, al punto
de ser definida como koiné del
pensamiento contemporáneo (Vattimo). Además Apel ha hablado de un giro
hermenéutico de la filosofía, hasta el punto de caracterizarse como un pasaje
crucial en el gran giro lingüístico de la segunda mitad del novecientos.
Esta
visión de la hermenéutica está hoy en su fase de invasión, permaneciendo la
dificultad de orientarse hacia un movimiento de pensamiento que tiende a
traducirse en un clima espiritual, una difundida actitud espiritual (por cuanto
más o menos todos están convencidos del hecho que la verdad es interpretación,
ya que vivimos en una realidad transitoria y multiforme, que el lenguaje por lo
demás decide sobre nuestras opciones y decisiones teóricas).
La
hermenéutica se pone a si misma el problema del trabajo filosófico y de sus
relaciones con la tradición, tratando de dar soluciones posibles. Desde las
hermenéuticas particulares o desde aquellas (por ejemplo la teoría de la
interpretación de Emilio Berti y de Erich D. Hirsch) que no nacen o no se
colocan como filosofías, sino como desarrollos de la problemática de la
interpretación; desde las hermenéuticas aplicadas o desde los confines de la
hermenéutica como en el caso del heideggerismo, los éxitos del historicismo y
de la fenomenología.
Desde
lo anteriormente expuesto, es posible distinguir una hermenéutica originaria, cuyos representantes son
los filósofos nacidos en los primeros años del siglo pasado: el alemán Hans
Georg Gadamer, el italiano Luigi Pareyson, el Francés Paul Ricoeur.
Se
da también una hermenéutica nietzscheana
que tiene como exponentes, a pesar de la diversidad de sus posturas, al francés
Jacques Derrida, y al italiano Gianni Vattimo.
Se
habla también de una hermenéutica crítica
representada por Jürgen Habermas y Karl Otto Apel.
Finalmente
hay una hermenéutica neopragmática
que tiene como principal exponente a Richard Rorty.
Las
dos primeras provienen de un mismo núcleo de teorías originarias: el
historicismo, la fenomenología, el existencialismo, en las personas de Dilthey,
Husserl y Heidegger.
Richard
Rorty llega a la hermenéutica en una cierta fase de su pensamiento y estando
positivamente interesado en Heidegger y en Gadamer, haciendo una lectura de
estos donde tiende a resaltar la afinidad con ciertas exageraciones de la
filosofía analítica, en la versión de Donald Davidson y del pragmatismo
americano en sus orígenes.
Habermas
pertenece a la escuela de Franckfurt, encuentra la hermenéutica en los años
setenta y establece una relación inicialmente conflictiva, de discusión y de
confrontación crítica.
Apel
ha caracterizado originariamente su pensamiento con un trasfondo heideggeriano
y con las problemáticas hermenéuticas clásicas, mantiene una relación tanto con
la filosofía analítica como con la teoría crítica, y llega a una teoría que
tiene aspectos divergentes respecto a la hermenéutica originaria y a aquella
nietzscheana y con una estrecha similitud con la teoría habermasiana.
Se
hablará a continuación de la hermenéutica filosófica originaria y de sus
desarrollos en sentido nietzscheano.
11.
Gadamer: teoría de la experiencia
hermenéutica.
La
contribución dada por Hans Georg Gadamer (nacido en 1900 y muerto en el 2002) a
la hermenéutica contemporánea ha sido decisiva. Las tesis esenciales de la
hermenéutica como filosofía han sido fijadas por él en su libro más importante Wahrheit und Methode escrito en 1960.
Todo intento que quiera discutir o defender posiciones de la hermenéutica está
llamado a medirse con Wahrheit und
Methode.
Gadamer
se relaciona expresamente con Heidegger y profundiza su teoría de la experiencia hermenéutica elaborada
por él en Sein und Zeit § 9. Como
Heidegger, Gadamer establece una distinción y casi una contraposición entre
saber hermenéutico y saber científico: el primero se diferencia del segundo
porque es un saber extrametòdico. Un
saber metódico se puede reconstruir en los detalles, y se puede dar cuenta de
él en todo pasaje, un saber metódico se puede enseñar, desde el inicio hasta el
final. Un saber extrametòdico a su vez está basado en facultad y sensibilidad
cuyo operar no es del todo reconstruible, como e gusto, el genio, el tacto
(facultad típicamente civil, retórica e interpersonal, que consiste no tanto en
el saber decir, sino en el saber no decir al momento oportuno, o en el decir
sólo algunas cosas y no otras W.M 38-40).
Para
comprender de qué saber se trata, es necesario dirigirse a la experiencia estética, al conocimiento histórico (a los cuales son dedicados
respectivamente la primera y la segunda parte de WM.
a. en el
encuentro con la obra de arte, nosotros experimentamos algunos fenómenos que
son del todo extraños al conocimiento científico. “la obra de arte, escribe
Gadamer no es un objeto que se contraponga a un sujeto”, en el encuentro con la
obra de arte nosotros somos seducidos, poseídos y desposeídos, estamos poseídos
en un juego que nos supera y que dispone de nosotros (encontramos aquí el
anti-humanismo del segundo Heidegger), la verdadera esencia de la obra es en
efecto transformar a quien la encuentra: la verdad que encontramos en el arte
nos transforma, es una verdad que no tiene nada que ver con la verdad
científica, prefigurada y predescrita desde la metodología. En otras palabras
es necesario decir que nosotros participamos en la constitución de la obra
porque el arte no es tal si no en cuanto existen fruidores que la pongan en
ser: un libro es mudo hasta que un lector no lo haga hablar, es sólo en
ejecución, en el evento de la lectura, de la interpretación (pensemos en la
música, más que en la lectura) se da la verdad de la obra.
Desde
esta primera delineación de la experiencia hermenéutica como experiencia
estética aparece una primera visión de aquel que es el horizonte preliminar en
que se mueve la reflexión gadameriana. El hombre para Gadamer es el espíritu mediador que hace hablar las
cosas (las obras) del mundo. Pero este dar voces no es un constituir (como en
el transcendentalismo kantiano), ni una creación de la imaginación productiva
(como en el idealismo fichtiano o para los románticos). El hombre en el mundo
es jugado, y también constituido por las verdades (por las sombras, por las
narraciones y por los mitos) que el mismo contribuye a evocar. El sujeto humano
está en cierto sentido al servicio
de la cosa, para que la cosa pueda expresarse.
Se
ve así que la posición del sujeto metafísico y de la ciencia y la técnica queda
tergiversada en el sentido que no es el hombre el que dispone de las cosas,
sino que son las cosas las que disponen del hombre. Se ha hablado de una cierta
inclinación animística de las posiciones de Gadamer, y más en general de una
cierta primacía del objeto (acusación de parte de Adorno) en el
heideggerianismo, pero en realidad el universo hermenéutico como se delinea en Wahrheit und Methode es un universo
peculiar totalmente, característico de una civilización de la lectura, de la
escritura, de la historia y del arte, es este horizonte el que la hermenéutica
y el historicismo consideran propio de la época presente, dominada de la
conciencia histórica.
¿Cómo
se desarrolla la labor de la interpretación? Gadamer responde a esta pregunta
en la segunda parte de Wahrheit und
Methode, cuestionando la experiencia histórica. La teoría heideggeriana de
la precomprensión y del círculo hermenéutico le sirve a Gadamer sobretodo para
tomar las distancias del objetivismo del historicismo: este último, anota
Gadamer, ha reconocido laudablemente la historicidad (la relatividad, el
carácter móvil y contextual) del objeto histórico, pero ha olvidado de relevar
la historicidad del sujeto de la historiografía. También nosotros, como las
cosas de la historia (textos, monumentos, obras, huellas) somos contextuales y
mutables; como decía Heidegger (al que se debe, según Gadamer, el análisis
profundizado de fenómeno de la comprensión) estamos siempre yetados en un mundo
de significados y de valores, no nos podemos pensar como entidades neutrales
valorantes de la realidad. Yo veo, encuentro, tomo un hecho histórico siempre
teniendo como base mis intereses y mis expectativas de sentido, yo interpreto
un hecho también en base a esas, confirmándolas, modificándolas, integrándolas
a nuevas adquisiciones (de aquí la circularidad del proceso interpretativo).
Si
Heidegger había hablado de la precomprensión que anticipa nuestra comprensión
de la cosa, Gadamer habla de los prejuicios
que graban sobre nuestra visión de los hechos históricos. El término tiene una
connotación negativa, pero es necesario revalorarlo, porque:
Los prejuicios (un cierto numero de prejuicios en la
valoración de la realidad) son in-eliminables, y suponer que no se tienen sería
permanecer siendo víctimas y prisioneros, entre otros se permanece siendo
víctimas del más peligroso entre todos, el prejuicio de la neutralidad,
presuponer que no se tienen prejuicios.
Los prejuicios son en realidad las condiciones de nuestro
encuentro con la realidad, son el pre-juzgar y el pre-ver que orientan nuestro
juicio y nuestra mirada.
Un mismo tipo de actividad transvalorante se realiza, según
Gadamer, cuando se confronta la tradición. El iluminismo despreciaba la
tradición, considerándola como una forma de autoridad que hace prisionero el
juicio e impide la creación de la novedad. Observa Gadamer que nosotros estamos
inmersos en la tradición: ella es sobre todo el tejido conector que nos permite
dialogar entre nosotros y con el pasado, es por lo tanto imposible e ilusorio
echarla de menos (también la novedad sobreviene siempre sobre un trasfondo de
continuidad), y sería por lo tanto inoportuno y desventajoso privarse de ella.
Todo el trabajo de interpretación, así como ha sido descrito
y concebido por Gadamer, consiste en un diálogo con la tradición, y en un
procedimiento de autocrítica, y al mismo tiempo de puesta en obra de los
prejuicios. Círculo hermenéutico, prejuicios, tradición constituyen el marco,
las condiciones preliminares del trabajo interpretativo. El desarrollo efectivo
de la interpretación es después caracterizado por Gadamer teniendo como base
cuatro categorías: la diferencia temporal (Zeitenabstand),
la historia efectual (Wirkungsgeschichte),
la conciencia de la determinación histórica (Wirkungsgeschichte Bewusstsein), la fusión de horizontes (Horizontvermelzung). Estas ayudan
fundamentalmente a especificar la característica difusiva del dato hermenéutico
(o sea compleja y no puntual), y el modo correcto de concebirlo y de acogerlo.
Yo valoro un monumento, leo un libro, observo un cuadro: no
estoy yo solo haciendo la acción de leer, de valorar ni de observar, el
monumento, el libro y el cuadro se me ofrecen ellos solos para ser observados,
valorados, leídos. En mí se conjuga, en mí vive mi pertenencia a la historia,
en mi vive el diálogo de los seres humanos en el curso del tiempo y que en mi
propia vida se han conjugado. En la obra de arte se conjugan una serie de interpretaciones
que se han dado de ella a lo largo de toda la historia, en ella se da su
destino, la fortuna o el infortunio que acumulado durante su recorrido por las
diferentes épocas históricas. En mi encuentro con la obra llevo conmigo la
totalidad de los significados representados desde la obra. Pero además yo mismo
soy consciente de la distancia histórica que me separa de la obra, de otra
manera, si no soy consciente de dicha distancia, jamás comprenderé la
peculiaridad de la misma, en esta medida soy sensible, me hago sensible a la
alteridad del texto que se convierte en signo de una conciencia
hermeneuticamente educada.
Dicho encuentro entre la obra y el intérprete se realiza como
un diálogo, como un encuentro de pregunta y respuesta. El texto nos propone
ciertas preguntas, y nosotros mismos movidos y estimulados por su interrogar a
nuestra vez plantemos preguntas. Para Gadamer la esencia del saber se da en el
preguntar. El texto nace como respuesta a una pregunta, pero la respuesta da
pie a su vez a nuevas preguntas. El
saber es el arte de preguntar, pero en este preguntar la respuesta es
preguntar nuevamente en un proceso que se hace infinito, en esto consiste,
según Gadamer, el arte de pensar, y
la auténtica experiencia, sabe quien
pregunta auténticamente. Tener experiencia no significa alcanzar una
adquisición última y definitiva, sino llegar a ponerse nuevas preguntas.
12. Gadamer y el
lenguaje.
¿Qué es la obra vista desde la experiencia hermenéutica? ¿qué
ofrece la obra para la comprensión del viviente? Estas cosas son lenguaje. El ser en cuanto lenguaje se
ofrece para ser comprendido de ahí la famosa afirmación de Gadamer que podemos
encontrar en Wahrheit und Methode “el
ser que puede ser comprendido es lenguaje”.
La cercanía entre ser y lenguaje, postulada por Heidegger y
la hermenéutica entran en lo que se ha llamado el giro lingüístico, que de una
u otra manera ha caracterizado a la cultura filosófica contemporánea. ¿Qué se
entiende por lenguaje, desde el punto de vista hermenéutico? Porque el lenguaje
puede ser tratado lingüísticamente, filológicamente, científicamente,
lógicamente, etc. es decir se puede entender de muchas maneras. Gadamer en la
tercera sección de Wahrheit und Methode
delinea la visión hermenéutica de la experiencia lingüística. Dichos rasgos son
los siguientes:
El lenguaje es
intrascendente en el sentido que toda crítica del lenguaje que se hace en
palabras permanece al interno del lenguaje. Es imposible salir del lenguaje
mismo para criticarlo.
Hay una
indisolubilidad natural entre palabra y cosa. Es imposible pretender una
experiencia pre-lingüística pura, esto porque la experiencia humana está
siempre estructurada lingüísticamente, en este sentido se comprende que empezar
a hablar significa empezar a tener experiencia del mundo, así es que la
experiencia del mundo y del ser crece y se acrecienta con la experiencia del
lenguaje.
Concebimos el mundo,
el ser en su totalidad y realidad porque poseemos un lenguaje, por medio de
este trascendemos el aquí y el ahora de toda experiencia. Hay un parentesco
especial entre lenguaje y mundo, así es cuando podemos decir que tengo un mundo
porque lo digo y lo expreso en palabras, tengo un lenguaje y por eso expreso el
mundo. No solo el mundo es mundo solamente en cuanto se expresa en el lenguaje,
el lenguaje a su vez tiene existencia solo en cuanto representa el mundo.
La lengua dispone de
nosotros, no somos nosotros quienes disponemos de ella, prueba de ello es
que olvidamos una lengua cuando dejamos de usarla.
La lengua es el lugar
donde habitamos, así Gadamer toma distancia de Heidegger cuando considera
el lenguaje como un instrumento. Así es que no hay una experiencia anterior al
lenguaje, no hay un lugar más allá del lenguaje, no hay un lugar humano que
anticipe y que gobierne desde esta anticipación el lenguaje. Según esta
observación no se puede concebir un lugar externo desde el cual valorar el
lenguaje en su totalidad. Si habitamos el lenguaje no podemos tener de él una
visión total, completa y definitiva, si examino aquello a lo que pertenezco mi
trabajo se hará infinito y eternamente incompleto. Esto último será un
principio esencial de la hermenéutica a partir de Dilthey, Gadamer completará
este principio diltheyano reconociendo la incompletitud del conocimiento
histórico y llevándolo a sus raíces lingüísticas, a la elemental experiencia
humana del lenguaje y del mundo.
Gadamer en las obras posteriores a Wahrheit und Methode se ha dedicado a defender, precisar, y
completar la doctrina expuesta en esta su obra. Dentro de este contexto es que
hay que comprender el desarrollo de problemas tales como: la universalidad de
la hermenéutica y sus relaciones con las ciencias y la filosofía, el carácter
práctico de la filosofía de la interpretación, la relación de Gadamer con el
idealismo hegeliano es decir la hermenéutica con la dialéctica.
La experiencia hermenéutica en cuanto portadora de una noción
extra-metódica de verdad, se contrapone a la experiencia científica. El
problema que aquí se perfila es de suma importancia ya que aquí está en juego
la identidad epistemológica de la hermenéutica, de aquí surge entonces la
pregunta ¿La hermenéutica es un modo de
conocer alternativo al conocimiento científico?
Gadamer ha mostrado en diferentes escritos que la
hermenéutica es la continuadora de aquel tipo de aquel tipo de saber iniciado
en Grecia respecto a la noción de logos y rivalizando con la idea de la
filosofía entendida como saber epistemológico propia del saber científico,
noción todavía presente en el positivismo y en el idealismo. Gadamer sostiene
que la hermenéutica puede constituirse en una metódica universal, puede dar su
juicio en ámbitos que sobrepasan el saber histórico, la estética, la historia,
la filosofía del derecho, etc., convirtiéndose en una phronesis, saber
práctico, en el sentido teorizado por Aristóteles.
¿Cuál es la relación que existe entre el logos lenguaje, que realiza
la identidad entre cosa y palabra y el logos que está a la base de la
dialéctica hegeliana, la que identifica lo real y lo racional, ser y pensar?
Gadamer ha sostenido que entre su pensamiento y el de Hegel hay un instinto
lógico de lenguaje, un movimiento natural del sentido que es necesario
rastrear. Para Gadamer en Hegel es necesario recorrer el movimiento progresivo
dialéctico del pensamiento y que equivale a seguir el espíritu especulativo de
la lengua. Según Gadamer, el lenguaje es aquello que Hegel llamaba el espíritu
objetivo.
Lo peculiar del punto de vista hermenéutico consiste, según
Gadamer en una mayor adhesión a la concreción lingüística, de la que provienen
dos conclusiones extrañas a la dialéctica hegeliana, la primera es que la
dialéctica hermenéutica es la simple contraposición entre pregunta y respuesta
que caracteriza la dialéctica dialógica de Platón y Sócrates y que no tiene en
cuenta la triada hegeliana, tampoco admite una síntesis o una fase conclusiva
que no sea la apertura a nuevas preguntas.
Segunda es que la hermenéutica cree que sea posible
constituir una visión del proceso histórico en su plenitud, ya que ser
histórico no significa jamás desarrollarse en una autotransparencia total, o
bien nos encontramos siempre en una situación donde nuestro pensar, nuestro
opinar son siempre inmersos en una situación históricamente determinada,
transitoria y relativa.
En el sistema hegeliano la filosofía se presenta como un
saber total, como un sistema completo, mientras que en la hermenéutica la filosofía puede continuar a
ser total solo bajo la condición de no ser jamás un saber como saber completo,
concluido. La hermenéutica es universal sólo en la medida en que no ofrece
soluciones definitivas, la totalidad para ella coincide con el carácter de
apertura, la mediación total constituida por el lenguaje es total solamente en
la medida en que no puede convertirse jamás total en el sentido de conclusa.
Si la aspiración hegeliana era la de dar razón de la
totalidad dando cuenta del proceso, la conquista de la hermenéutica es que sólo
en el carácter de incompletitud del decir, se rinde cuenta de la totalidad. Así
se alcanza un postulado fundamental para la hermenéutica y es que la filosofía
es saber total, solo en la medida en que se constituye en un saber consciente
de su carácter relativo e incompleto. Dándose así una clara divergencia entre
totalidad e incompletitud.
13. Luigi Pareyson.
14. Paul Ricoeur.
15 Jacques Derrida.
16. Gianni Vattimo.
17. la universalización de la
hermenéutica.
18: Schleiermacher.
La teoría
crítica
I.
teoría.
Introducción.
La teoría
crítica.
La teoría crítica de la sociedad tuvo su origen en el
texto Dialéctica de la Ilustración
escrito por Max Horkheimer y Teodoro Adorno, texto que se escribió en los años
cuarenta cuando éstos estaban exiliados en EE.UU.
En dicho texto los
autores se lamentan del estado deplorable en que se encuentra la tradición
científica occidental; sostienen que los avances científicos se dan con el
crecimiento de una decadencia cultural teórica; que el cultivo de la tradición
científica es un momento indispensable del conocimiento y que con la caída de
la civilización burguesa ha entrado a ser cuestionada la organización y el
sentido de la ciencia.
Pero además cuestionan la
sociedad de las masas, la cultura de las masas en lo referente a su capacidad
crítica y de autocrítica: sostienen que la opinión pública ha alcanzado un
estado en el que el pensamiento se vuelve mercancía y el lenguaje es elogio de
esta misma mercancía; se hace necesario y urgente identificar semejante estado
mercantilista y comercial del conocimiento y asumirlo críticamente, negándose a
obedecer sus exigencias lingüísticas e ideológicas, antes de que se haga
imposible una toma de posición frente a este fenómeno a causa de su
universalización y generalización.
La tesis que desarrolla
dicho texto es que Europa está autodestruyendo los ideales propugnados por la
ilustración, ya que si ésta está siendo invadida por los fenómenos antes
mencionados, entonces los ideales de la ilustración, tales como la liberación
de las cadenas de la ignorancia, liberación de la dominación y liberación de
una mala conciencia, entonces estos ideales no se han cumplido.
Junto a estos dos autores
antes mencionados, se destaca Herbert Marcuse, quien sostiene que en la
sociedad capitalista desarrollada, la ciencia se declara neutra e incompetente
para juzgar lo que debiera ser; ella favorece a los poderes sociales que
determinan completamente lo que debería ser y lo que es; así la organización
científica está íntimamente unida a la industrialización avanzada, ya que ella
impone la eficacia perfeccionada de la empresa individual sobre la sociedad que
está constituida como un todo; así estamos hablando de una dominación formal y
racional, donde todo es precisión y estabilidad, exigencia de disciplina y
confianza; es una dominación basada en el saber, pero un saber fijo y
calculable.
Además sostiene que la
ciencia está dominada por la razón técnica y ésta está dominada por la razón
política, de ello resulta el dominio de los hombres sobre los hombres; así en
la técnica y en la política se perpetúa la esclavitud.
Evidentemente, una de las
grandes preocupaciones de los teóricos de Franckfurt es la cuestión acerca de
la relación entre desarrollo científico y destino de la humanidad; es además la
cuestión acerca de la unidad del saber.
El nazismo y la sociedad industrial.
Los tres pensadores antes
mencionados desarrollaron la teoría crítica teniendo presente el dolor físico
al que están expuestos los hombres cuando tienen que afrontar la irracionalidad
y el antihumanismo; es por ello que la teoría crítica trata de dar cuenta de la
“nueva Barbarie” que deja ver sus rostros en los campos de concentración como
Auschwitz; según Adorno la teoría crítica es una voz de aliento y de alerta
para evitar que el hombre vuelva a caer en dicho desastre.
El nacismo es un fenómeno
típico de la sociedad moderna industrializada y su visión inhumana e
irracional; los tres autores antes mencionados dirigen su crítica hacia una
sociedad científica y económicamente muy desarrollada e industrializada pero
que se ha tornado en inhumana hasta tal punto que el hombre que se encuentra en
ella no es consciente del estado de irracionalidad en que vive, llegando al
extremo de estar alienado de su propia alienación.
Ellos han intentado
analizar el concepto de razón que se ha instalado en la sociedad técnico
científica; dicha sociedad se ha tornado irracional y opresora del hombre y es
culpable de la irracionalidad y opresión ejercida sobre los miembros que la
componen; estos pensadores han estudiado este fenómeno de la racionalidad en
las sociedades técnico científicas más avanzadas desde diferentes perspectivas,
así Horkheimer habla de una razón instrumental; Adorno habla de una razón
identificante y Marcuse habla de una razón unidimensional.
Horkheimer: crítico de la razón instrumental.
Horkheimer en su esfuerzo por interpretar el concepto
de racionalidad o de razón que subyace detrás de la cultura industrial, hace
una distinción entre razón objetiva y razón subjetiva.
Por razón objetiva
entiende la preocupación por encontrar los fines que el hombre se plantea a lo
largo de toda su vida; fines que harán más humana la vida del hombre; fines que
reconfigurarán la historia del hombre.
La razón subjetiva es la
razón que sólo se preocupa por resolver los problemas técnicos que se dan en la
relación entre los medios y los fines, pero que no se preocupa por examinar la racionalidad
inherente a estos fines y a estos medios; desde esta óptica, Horkheimer
sostiene que el positivismo cientifista es la base de la razón instrumental.
Adorno: crítico de la razón identificante.
La teoría crítica es
llamada por Adorno dialéctica negativa
porque ve en el pensamiento de Hegel una visión anticipada de la sociedad
actual industrializada; en este sentido es como se debe entender el hecho que
Adorno vea en el principio de identidad de Hegel, que domina toda su concepción
filosófica, el sistema de una sociedad radicalmente socializada.
Además identifica el
hecho que el desarrollo técnico-económico del sistema global social, aparece en
una posición dominante muy por encima del desarrollo de los hombres, hacia esto
apunta también la razón identificante de Hegel.
Y una tercera concepción
de la razón identificante de Hegel, Adorno la ve en el positivismo
absolutizante de las ciencias, que reduce la razón a modelo de la metodología
de las ciencias de la naturaleza.
Marcuse: crítico de la razón unidimensional.
Marcuse denuncia como falsa la neutralidad de la
economía y de la técnica que fueron el impulso de la civilización occidental.
Para Marcuse el
racionalismo científico se ha hecho una forma universal de producción
económica; ha invadido todas las esferas de la vida social, ha configurado un
proyecto histórico determinado de sociedad humana y ha proyectado un mundo. Es
lo que Marcuse ha denominado unidimensionalidad de la razón técnica; ella ha eliminado todo tipo de de valoración
moral como consecuencia de su carácter totalitario y opresor; sostiene Marcuse
que la técnica que engendró la sociedad capitalista es esencialmente política
porque es opresora. Todo esto lo expresa Marcuse en su texto El hombre unidimensional del año 1964.
Tanto Marcuse, como
Adorno y Horkheimer sostienen que el sistema técnico-económico produce su
propia autodefensa para intentar acallar todo tipo de crítica.
Marcuse no sólo ataca al
capitalismo americano, sino también a la U.R.S.S. porque ha incorporado en su
desarrollo el mismo tipo de técnica que su rival.
Jürgen Habermas.
Es considerado como el
último gran representante de la escuela de Franckfurt; sus pretensión es la de
elaborar, desde la teoría, una praxis humanizadora en medio de la sociedad
deshumanizada como la actual; sociedad que ha producido y sigue produciendo los
medios para su total autodestrucción.
Habermas es un crítico de
las orientaciones positivistas, sin embargo acepta los postulados de la ciencia
empírica como tal; su propuesta de una teoría crítica de la sociedad tiene sus
antecedentes teóricos en el criticismo kantiano y en los escritos de Marx,
donde trata sobre los aspectos económicos de la sociedad; además esta teoría
está sustentada en tres fundamentos teóricos: los intereses que constituyen el
conocimiento; la acción comunicativa y la crisis de la legitimación. Dicha
teoría enfoca algunos problemas tales como: las bases normativas y la relación
entre teoría y praxis; pone en marcha una crítica social donde enfatiza una
teoría de la sociedad que tiene como fundamento una racionalidad argumentativa,
explicativa y justificadora; con ello plantea una racionalidad basada en
intereses cognoscitivos y emancipatorios; intereses que están íntimamente
relacionados con la autorreflexión individual.
Habermas entiende su
propia obra como un intento de reconstrucción del materialismo histórico y una
realización del programa propuesto por Horkheimer, Adorno y Marcuse que es el
intento de fundamentar una teoría del conocimiento como teoría crítica de la sociedad.
El interés de Habermas se
ha centrado en un intento por comprender teóricamente la sociedad capitalista
actual; sociedad que es súper industrializada; comprensión teórica de la
sociedad encaminada a la transformación de la misma, con fines emancipatorios y
con la intención de buscar un camino humanizador.
¿Cuáles son los
presupuestos marxistas con que labora la teoría crítica? Marx es un crítico del
sistema que trata a los hombres como cosas y como bestias; su propuesta se
encamina a la búsqueda de una sociedad más justa y fraterna; considera que la
lucha de todos contra todos es una forma de convivencia que está encaminada a
buscar las condiciones más favorables para la sociedad; su análisis en materia
de economía está encaminado a desentrañar todo cuanto de inhumano y antisocial
se encierra en este campo; su propuesta está enmarcada dentro del contexto de
una crítica que tenga en cuenta el desarrollo histórico de la humanidad desde
una visión materialista de la misma.
La teoría crítica es heredera de la crítica marxiana de la
economía política.
Por eso la teoría crítica
de la sociedad de la escuela de Franckfurt se confiesa heredera del tipo de
ciencia nacido con la crítica de la economía política de Marx. Por eso, ella
quiere concienciar a los hombres que viven en condiciones materiales y
espirituales precarias, ya que ellos son quienes pueden transformar sus propias
vidas, mediante la liquidación de las relaciones económicas y sociales
alienantes y explotadoras del ser humano.
La teoría crítica de la sociedad
de la escuela de Franckfurt es unidad de teoría y praxis. Es teoría porque la
historia del último siglo y medio ha demostrado que Marx y Hegel se equivocaron
en sus predicciones. Hegel había previsto que los ideales históricos de razón y
libertad se convertirían en una realidad social. Marx había avizorado que esa
realidad estaría cerca de la revolución proletaria, sin embargo se ha
constatado que el nivel humano deseado por todos, continúa siendo una
aspiración y por ello sólo puede anhelarse teóricamente dentro de una actitud
crítica. La teoría crítica de la sociedad es praxis porque lleva
intrínsecamente la pretensión de eliminar la dependencia ciega e inhumana de
los hombres respecto a sus relaciones materiales.
La teoría crítica no
analiza a la sociedad como un objeto externo a sí misma, para tratar de
explicar los mecanismos existentes en su funcionamiento. La teoría crítica de
la sociedad trata de comprenderse a sí misma tratando de abolir el entorno
social opresor. Ella sigue los pasos de la crítica marxista de la economía
política.
La teoría crítica de la
sociedad es heredera además, de la nueva concepción de la historia, cuando
postula que cada hombre debe construir su propia esencia a lo largo de la
historia, pues la esencia no es algo que preexiste; la realización plena del
ser humano es algo que se va construyendo con el devenir; en este sentido la
historia es emancipación, es multidimensional, es liberación del ser humano de
su minoría de edad, es creación de autonomía humana, es progreso hacia la
libertad.
La teoría crítica
sostiene que el desarrollo de las fuerzas productivas es inherente a la misma
organización capitalista e influye directamente en la transformación social de
algunos sectores de la vida humana. Además sostiene que en el proceso de
reconstitución de una moral universal, se desenmascara todo tipo de
legitimación ideológica y exige una discusión racional de todo aquello que vaya
en contra de la calidad de vida en el planeta. Insiste en que las
interpretaciones relacionadas con el mundo, la historia y estas a su vez
ligadas a las creencias religiosas van rumbo a la desaparición de las
tradiciones culturales de los pueblos, produciéndose un vacío que concluye con
una crisis de identidad en el mundo.
El problema que se le
plantea a la teoría crítica es comprender cómo la humanidad es capaz de
ascender por sí misma en virtud del desarrollo de sus propias fuerzas. Para
Habermas la explicitación del desarrollo sociocultural del hombre ha sido y
debe seguir siendo un proceso de autorreflexión; ésta debe entenderse como el
desenmascaramiento de los poderes opresores cuya objetividad deriva de no haber
sido todavía descubiertos como tales.
1.
¿Qué es la teoría critica?
Se
entiende por el término teoría crítica, la crítica de la sociedad, de la
cultura, de las formas de racionalidad.
Fue
inaugurada en los años treinta por los teóricos de la escuela de Franckfurt, y
desarrollada a partir de los años sesenta sobre todo por Jürgen Habermas. Junto
a éste descuella K. O. Apel como representantes de la teoría crítica, este
último es un filósofo de formación heideggeriana y hermenéutica, pero su
pensamiento se ha desarrollado en diálogo con Habermas y la escuela de
Franckfurt.
Ambos
se han inscrito dentro de una hermenéutica crítica, y en torno a ellos se ha
formado un grupo de pensadores, los que unitariamente colaboran y se confrontan
en sus temáticas y las teorías de la escuela de Franckfurt. Sus temáticas son
confrontadas con las tendencias más recientes del pensamiento ético-político,
post-estructuralismo, post-modernista, con la filosofía analítica y con el neo-pragmatismo.
Desde
los años ochenta en adelante se ha creado una relación con algunos exponentes
de la filosofía analítica, con intereses ético-políticos, entre los exponentes
del neo-pragmatismo americano (Rorty, Bernstein) con Habermas, sus
continuadores y sus discípulos.
2.
Caracteres generales.
Los
aspectos más relevantes de la teoría crítica son:
a.
El tentativo de actualizar el marxismo a través de un nuevo análisis de la
sociedad contemporánea que tenga en cuenta las estructuras ideológicas y
culturales más que las económicas.
b.
Crítica de la actitud objetivista propia de la racionalidad técnico-científica.
c.
Un replanteamiento de la inspiración hegeliana del joven Marx y un replanteamiento
de la concepción hegeliana de la dialéctica.
d.
Una visión de la filosofía como crítica sistemática de la realidad, la que se
realiza desde una conciencia individual capaz de autorreflexión, por lo tanto
huidiza a toda normatización ejercida desde los aparatos económicos y
políticos.
3.
Investigación social y autorreflexión
crítica.
Hay
una continua conexión entre los cuatro caracteres generales que distinguen a la
teoría crítica:
a.
El análisis de las sociedades industriales avanzadas muestra que el dominio de
los aparatos económico-políticos a través de los mass media, la industria cultural y la publicidad actúan al nivel
de las conciencias individuales; con dicho influjo determinan las elecciones y
los deseos.
b.
Esto significa que el trabajo de concientización y de emancipación debe atravesar
una fase de autoconciencia crítica, un trabajo de retorno crítico a sí mismo,
de vigilancia sobre toda presunta espontaneidad de los impulsos.
c.
Aquí se refleja una auto-clarificación de los prejuicios, ya que una parte del
trabajo hermenéutico consiste en dicha clarificación.
d.
La autorreflexión crítica se convierte en la primera actitud que se debe asumir
para una visión que tenga finalidades emancipatorias y es la primera condición
aconsejable para conservar una cierta libertad de juicio en las condiciones del
capitalismo tardo industrial.
4.
Crítica y dialéctica.
Crítica
significa negación de lo que aparece como evidente, la no satisfacción con
aquello que es dado. En esto se dejan entrever razones anticapitalistas y
antiburguesas, ya que la sociedad capitalista burguesa está dominada por una
racionalidad técnico-científica cuyo objetivo es la cosificación, objetivación
de los procesos reales, y de los hechos fácticos para poder dominar la realidad.
Las estructuras de dominio se sirven de mercancías, datos, objetos, cosas cuyo
terreno ideal es el pensamiento positivo.
Es
evidente que un pensamiento negativo, una dialéctica negativa mira no a la
consecución de una síntesis positiva, sino que se entrega a su fuerza crítica,
para contrarrestar los sistemas económico-políticos y la mentalidad
tecnocrática que la sostiene.
5.
Ontología de la contradicción y del
no-ahora.
La
fuerza de la contradicción pertenece a las cosas mismas, no es algo que se impone
a la realidad, es el movimiento inevitable de procesos reales vistos desde la
totalidad y desde el conjunto.
El
único modo de contrarrestar la obra de la totalidad sobre los individuos es a
partir de un pensamiento de la totalidad que revele la voz de la contradicción, ya que desde un análisis
fragmentario no aparecen las contradicciones internas.
Si
se considera el desarrollo de la razón iluminista se puede llegar a la
conclusión que la racionalidad se coloca como garantía de la libertad y la
justicia, sin embargo ha sido Auschwitz la total desventura de la tierra
totalmente iluminada, ahí terminan todos los sueños entusiastas ideados por los
iluministas, ahí fenece la racionalidad iluminista e ilustrada.
La
tarea del pensamiento crítico es hacer evidentes las contradicciones que
recorren la sociedad y la cultura; tarea difícil porque no es fácil mantenerse
alejado del poder seductor de la manipulación, del control, y mantenerse
alejado de traducir la crítica en positividad y sistema.
La
utopía concreta de Ernst Bloch es una
versión positiva de esta crítica de la realidad, utopía que mira a las potencialidades,
direcciones y requiere de un todavía no
que invade el presente.
Bloch
revisa el materialismo dialéctico y ello le ofrece el soporte para una ontología
del todavía no. La materia vista como potencialidad dinámica y abierta
constituye el cambio, el giro del pensamiento hegeliano operado por Marx. Así a
la clausura del espíritu hegeliano se contrapone la apertura de la materia. Lo
negativo que vive en las cosas no es otra cosa que el destino de las mismas
cosas vistas en su materialidad, la tarea del pensamiento es aprehenderlo y
secundarlo.
6.
Aporías.
La
escuela de Franckfurt es fuertemente criticada por la escuela crítica. La
investigación sociológica sobre las estructuras ideológico-culturales, en el
mundo contemporáneo, es un proyecto de investigación positivo que entra en
conflicto con la práctica de la crítica sistemática y con la dialéctica
negativa tematizada por Adorno.
El
marxismo es duramente criticado desde el positivismo marxista y el determinismo
marxista, además la escuela crítica considera que la lucha de clases es algo
inactual.
Theodor Wiesegrund
Adorno (1903-1969) se puede considerar el máximo exponente de la escuela de
Franckfurt, su obra mayor lleva por titulo la
dialéctica de la ilustración[8],
obra escrita en compañía de Horkheimer (1895-1973) publicada en el año de 1947
en Amsterdam. En ella desarrollan los conceptos metódicos y los filones
interpretativos fundamentales de la escuela de Frankfurt de modo paradigmático.
El análisis parte del método
hegeliano y de su crítica: si es verdad que el hegelianismo es entendido como
pensamiento dialéctico, como capacidad de evidenciar las contradicciones y de
indicar las superaciones de estas contradicciones, entonces también es verdad
que la dialéctica hegeliana está construida sobre la cabeza, sobre la razón,
sobre la teoría.
Es necesario ahora corregirla, es
necesario entrelazarla, identificarla como la clave de la comprensión de lo
determinado, es necesario identificar la dialéctica como la clave de la
comprensión de nuestro mundo, del mundo burgués. En otros términos es necesario
decir que la dialéctica puede convertirse en algo verdadero sólo cuando refute,
rechace la absolutización de la metafísica y cuando valga o acepte la tendencia
a la comprensión de lo concreto.
Dialéctica materialista, objetiva y
concreta como aquella que produce Adorno y Horkheimer y no dialéctica
subjetiva, ni idealista como aquella que produce Hegel.
La dialéctica de Hegel refleja la
totalidad antagónica del mundo burgués, absolutiza las contradicciones y
demuestra una famosa y celebre voluntad apologética de la situación existente.
La dialéctica también puede revelar
una situación trágica. Este es el propósito sobre el cual Adorno y Horkheimer
harán su investigación sobre la dialéctica: investigar las raíces por las
cuales la humanidad en vez de alcanzar una condición verdaderamente humana, se
precipita en una especie de barbarie[9].
El progreso de la humanidad hacia la barbarie constituye la dialéctica de la
ilustración.
La época de la Aufklärung tiene su inicio cuando el hombre comienza a ejercitar su
dominio sobre la naturaleza librándose del miedo de la superstición: ya en la
esfera del mito se desarrolla el proceso de la iluminación, Ulises es su héroe.
La liberación
del hombre respecto al mito y al miedo se encarna en el poder racional de
dominar la naturaleza y en el poder racional de dominar a los hombres. Dicho
poder racional se organiza como saber unitario, como saber sistemático y
normalmente se organiza según las reglas del modelo matemático. Así se destacan
los tres grandes ejes sobre los cuales se mueve la Aufklärung: liberación, autoridad y sistema.
Pregunta Adorno: ¿Quién es el sujeto
de esta dialéctica de la Aufklärung?
E inmediatamente responde que el sujeto de esta dialéctica es el burgués, que
asume distintas denominaciones según las épocas: el patrón, el libre
emprendedor y el administrador.
La filosofía moderna representa de
manera completa la vocación teórica de la voluntad de dominio sobre la
naturaleza y sobre los hombres, voluntad de dominio que anima y mueve el
espíritu del burgués, que rompe el equilibrio y que abre la esfera de la
alienación.
La crisis de la Aufklärung es casi inevitable, el retorno a la barbarie primitiva
es casi fatal, la historia humana se precipita en la tragedia y ya es tragedia
la historia que la humanidad vive hoy. El mundo contemporáneo está dominado por
la falsa propaganda que impone módulos
de pensamiento, de gusto, de la total objetivación técnica y espiritual.
El texto de Horkheimer y Adorno se
ubica en lo que Foucault llama la ontología de la actualidad, pero presupone
una visión pesimista sobre la dialéctica, ya que mientras el texto de Kant Wat ist Aufklärung? Es un tono exaltado
y optimista, los dos autores mencionados y desde la escuela de Frankfurt se
encuentra un tono pesimista y casi negativo. Sin embargo el horizonte de
pensamiento sobre el cual se delinea la teoría crítica ya se refleja en el
texto de los mencionados autores.
7.
Continuidad y divergencias.
Horkheimer
y Adorno han dejado la situación política y social en una insatisfacción
trágica y nostálgica. Habermas hereda dicha situación y en parte la modifica,
el objetivo inicial de su reflexión es la realización de una nueva
investigación sobre la sociedad orientada en sentido emancipatorio, con cánones
diversos del marxismo. El territorio de una nueva ciencia crítica de la
sociedad se coloca para Habermas en el ámbito de la cultura, de los intercambios
comunicativos, de lo que él llama la
esfera pública.
Para
Habermas la esfera pública es lugar donde se pueden colocar las potencialidades
liberantes en nuestro mundo.
Tanto
Habermas como Apel subrayan la diferencia entre saber filosófico y saber técnico-científico,
reconociendo en ellos distintos tipos de saber, diversos tipos de intereses
cognoscitivos que se complementan e integran. Para Habermas la filosofía es
epistemología, es decir, teoría de la ciencia y de los saberes orientada en un
sentido crítico y emancipatorio; él descubre que hay una afinidad entre la
racionalidad pragmática y el pensamiento idealista trascendental, afinidad que
es desarrollada por filósofos como Bernstein y Honneth.
Tanto
Apel como Habermas atenúan el hegelianismo y optan fundamentalmente por el
kantismo, rechazan el solipsismo idealista racionalista y propugnan por una
racionalidad intersubjetiva, un sujeto comunicativo, interpersonal enmarcado
dentro del giro lingüístico.
Ni
Apel ni Habermas comparten una despedida de la razón como lo teoriza la escuela
de Franckfurt; consideran insensata la pretensión de construir una crítica de
la razón privada de fundamentos
normativos; ellos intentan una reconstrucción a partir de la crítica,
reconstruir la razón a partir del giro lingüístico.
8.
La filosofía según Apel y Habermas.
La postmodernidad y el post-estructuralismo.
La postmodernidad.
1. Generalidades.
Historia.
El
concepto aparece por primera vez en el uso literario y en el uso político hacia
la década de los años treinta del siglo veinte, luego el concepto es utilizado
de manera frecuente hacia la década de los años cincuenta y sesenta en el
debate cultural norteamericano; hacia los años sesenta, el concepto es
utilizado con cierta frecuencia en el debate cultural europeo.
Significado.
Aunque
el término postmoderno alude a una posterioridad respecto a lo moderno, sin
embargo su significado no alude a una sucesión temporal. Postmoderna no es la
época que en una sucesión temporal sigue después de la moderna, según una
periodización cronológica; postmoderno es un modo diverso de relacionarse con
lo moderno, modo que no es ni la oposición, ni la superación.
La
postmodernidad está ligada a una experiencia de crisis y de ruptura; está
ligada a los discursos apocalípticos frecuentes sobre todo en los años sesenta
sobre el fin del arte, de la historia, de la filosofía, de lo político, de lo
social
La
dificultad para definir la postmodernidad depende de la dificultad para definir
el término al que ella se refiere, es decir la modernidad, pues ésta comporta
rasgos ambivalentes. ¿Cuáles son dichos rasgos?
La
modernidad coincide en sus inicios con el surgimiento y la estabilización de la
clase burguesa en el siglo XV, con la reforma protestante, con el nacimiento de
la ciencia, con la ilustración. Dentro de esta caracterización es necesario
decir que el término tardomoderno coincide con la modernidad vivida y
desarrollada hasta la primera mitad del siglo XIX.
Después
de la segunda guerra mundial, se da una toma de conciencia de la crisis en que
ha entrado la modernidad; crisis debida a razones históricas, pero sobre todo
debida a una serie de transformaciones socioculturales que han hecho de nuestra
sociedad una sociedad postindustrial que se configura en base a una serie de
revoluciones tecnológicas, estas a su vez definen el pasaje a una serie de
formas organizacionales cada vez más complejas; entre otras cabe destacar las
siguientes:
a.
El pasaje de una sociedad industrializada y mecanizada a la industria fundada
en la electrónica, la telecomunicación y la informática. Con estas
transformaciones se da un cambio radical en la sociedad y en la cultura y con
lo anterior una reestructuración en el trabajo, en el saber y en la cultura.
b.
La postmodernidad es una reflexión de y sobre este nuevo modelo de sociedad,
sobre sus bases materiales y sobre sus productos culturales. Estos elementos
diferenciadores jalonan una reflexión sobre su alcance respecto al mundo que
llamamos moderno.
2. Características de la
modernidad.
a. El
mito del progreso necesario e infinito.
La idea central que jalona la
modernidad es que la historia tiende hacia lo mejor de forma necesaria y que el
hombre con su capacidad racional es capaz de orientar y enderezar este curso
histórico; esta idea asume varias configuraciones:
a.1. La concepción utopista que
prefigura anticipadamente un mundo organizado y guiado por el progreso
tecnológico, así como un mundo planificado tecnológicamente.
a.2. Las teorías evolucionistas que
consideran el mejoramiento de la raza humana como algo paulatino desde estratos
inferiores, menos desarrollados hasta estratos superiores más desarrollados.
a.3. Las teorías idealistas y dentro
de estas la filosofía de la historia de Hegel para quien la historia es un
continuo proceso de superación cuyo final o culmen es la realización del saber
absoluto.
a.4. El positivismo que considera la
sociedad en un continuo ascenso progresivo y cuyo culmen es la sociedad
planificada.
b.
La concepción de la libertad como emancipación.
b.1. La modernidad considera la libertad
del hombre desde una dimensión política, social e histórica; no es una
condición ética, ni una dimensión metafísica lo que le interesa escrutar a la
filosofía moderna sobre la libertad.
b.2. La historia tiene un fin y este
fin es la emancipación de las cadenas ideológicas, religiosas, sociales y
políticas.
¿Cómo puede acontecer la
emancipación? Por el uso de la razón, por una toma de conciencia, por el
progreso científico o por la lucha de clases; todas estas propuestas se han
alternado en la modernidad; con ello se han dado los discursos legitimantes que
tienen como pretensión la universalidad; discursos que tienen una gran fe en la
historia y en su desarrollo.
c. El
progresivo dominio de la naturaleza.
El dominio de la naturaleza es una
condición que evidencia el progreso; la dimensión técnica, como dominio de la
naturaleza, está unida al saber científico, en cuanto que, para que aquella se
haga efectiva, es necesario un dominio de las leyes de la naturaleza; con esto
se instaura una dimensión epistemológica y gnoseológica en cuanto que el poder
transformador está asociado al poder cognoscitivo.
d. El
objetivismo.
En la modernidad se da la primacía de
la dimensión objetivante, científica y técnica; dimensión que es entendida
conjuntamente con la primacía del método cuantitativo experimental y este
entendido como el medio por excelencia a través del cual se llega a la
obtención del conocimiento.
La preeminencia de esta dimensión
conduce a la matematización no solo de la naturaleza, sino también de las disciplinas
tradicionalmente llamadas humanistas, particularmente la antropología y la
sicología y con ello un dominio sobre el hombre, en el sentido que así como la
naturaleza es el objeto sobre el cual trabaja la técnica y la ciencia así se da
un dominio sobre el hombre desde la sicología y la antropología.
e. La
homologación de la experiencia.
Con el predominio del método
científico experimental se da una reducción de la experiencia a lo
experimental; la experiencia se reduce a lo que se puede experimentar y con
esto se da una reducción de la verdad a lo que es experimentable. Se presenta
así una especie de domesticación de la experiencia a lo experimentable y se
excluye de este horizonte todo aquello que no se ajusta a este proceso de
homologación.
f. Una
racionalidad de carácter formal e hipotético.
Desde Galileo el método científico
procede por formulación de hipótesis, en este hay un predominio de la
formalización y una sustitución de los objetos en cuanto son vistos en función
de equivalencias puramente funcionales. La arquitectura por ejemplo, en este
contexto, se basaba en principios racionales y funcionales y con ello una
abstracción total del lugar y del contexto, creando una contraposición total
del contexto; la arquitectura renuncia a elementos típicos, locales y prescinde
de toda limitación y definición de espacio y de tiempo.
g. El
universalismo naturalista.
La universalidad de la racionalidad
genera una primacía de la racionalidad científica. El fundamento del ideal
cosmopolita de la ilustración radica en la consideración de la razón como un
hecho común a todos los hombres; esta es una versión secularizada de la idea
cristiana de la fraternidad humana en cuanto que todos los hombres son hijos de
Dios. Idea que ha inspirado las cartas de los derechos humanos desde la
revolución francesa, idea que ha inspirado los movimientos políticos modernos y
de los estados modernos; esta idea de la homologación estaría, según Lyotard, a
la base de algunos estados totalitarios modernos.
3. La
crisis de la modernidad.
El ideal paradigmático de la
modernidad es la idea de progreso, justamente la crisis de la modernidad se ha
empezado a delinear a partir de experiencias que han puesto en tela de juicio
la idea de progreso.
Algunos signos de esta crisis son
consecuencias de una radicalización distorsionante de características propias
de la modernidad; otros cambios indican una inversión de tendencia, de entre
unas y otras se pueden señalar:
a. Las dos guerras mundiales revelan
el poder destructivo de unas guerras guiadas con criterios de planificación a
nivel industrial.
b. El creciente malestar del hombre
al sentirse dentro de una sociedad racionalizada donde aumentan los procesos de
producción alienantes y objetivantes.
c. Las consecuencias destructivas,
por mucho tiempo infravaloradas, de una explotación indiscriminada de la
naturaleza.
d. En la escena mundial surgen
fenómenos que ponen en discusión o marcan los límites de la tendencia
universalizante de la época moderna, tales como el fenómeno del feminismo que
reivindica el derecho a la diferencia y la tendencia a imponerse de las
minorías.
e. La evolución de la ciencia en el
sentido de la física relativista, la física cuántica y la teoría del
indeterminismo pone en discusión algunos puntos centrales en que se afincó la
modernidad.
4. Características
generales de la postmodernidad.
Desde lo anteriormente expuesto es
posible delinear los caracteres que determinan la postmodernidad; evidentemente
se tratarán de mostrar aquellos caracteres que se refieren a los antes mencionados,
no con la intención de hacer una contraposición, sino de mostrar los límites de
la modernidad.
a. La
idea de progreso.
La postmodernidad cuestiona
críticamente la fe en el progreso propugnada por la modernidad y sobre todo
cuestiona el rol que el hombre ejerce al hacer de guía en el decurso de la
historia. Cuestionamiento que se hace desde el hecho que el hombre ha perdido
todo punto de referencia y con ello la imposibilidad de orientar el cauce de la
historia. Esta ha perdido su telos, lo mismo que el hombre y con ello ha
perdido una orientación racional pues ha perdido su carácter de sentido univoco
comprensible este por sí mismo.
Además experiencias como las dos
guerras mundiales, el malestar del hombre al sentirse en una sociedad
racionalizada, las consecuencias destructivas de la naturaleza han demostrado
que el progreso tecnológico y científico no siempre coincide con un verdadero
progreso, con un progreso real; es más, dichas experiencias de aparente
progreso han sido la justificación para cometer abusos, engaños, dominaciones y
marginaciones.
La toma de conciencia de estas
limitaciones es lo que ha justificado una renuncia a los metarrelatos, una
renuncia a los discursos omnicomprensivos y totalizantes; discursos que
pretendían explicar la historia y por esto guiar el proceso emancipatorio de la
modernidad.
b. La
relación entre hombre y naturaleza.
Por un lado el pensamiento
postmodernista problematiza el ideal del saber propuesto por Bacon que
terminaba en el dominio de la sociedad y de la naturaleza por medio de la
técnica; problematización que crítica dicha postura tildándola de reduccionista
y antihumanista; crítica que implica una fuerte discusión sobre el mecanicismo
y el objetivismo, que son los presupuestos teóricos del dominio científico de
la naturaleza y que reducían el saber a un proceso de cuantificación, de
matematización y de instrumentalización.
c. El
racionalismo.
La postmodernidad somete a discusión
los límites del racionalismo y sus distorsiones; la racionalización de la sociedad
y del mundo introducida por la modernidad también es cuestionada por la
postmodernidad.
Racionalidad que se manifiesta en la
exigencia racionalizante del mundo, en el desencanto de los contenidos míticos
o sagrados a través de la autonomía de la esfera mundana de aquella religiosa,
una primacía de la racionalidad instrumental sobre la racionalidad que tiene en
cuenta los valores.
El proceso de racionalización propio
de la modernidad implica la reducción de la realidad a un orden que está
determinado por una serie de relaciones univocas y que se reduce a un principio
univoco. Racionalización que comporta un principio fundante único al que la
realidad se debe reportar permanentemente y sobre el cual esta se debe
uniformar.
Contra esta tendencia uniformante se
deben entender, en el pensamiento postmoderno, las insistencias en las
diferencias y las multiplicidades; igualmente contra esta tendencia se debe
entender la insistencia en la experiencia estética de parte de la Postmodernidad,
en cuanto que la experiencia estética no se deja reducir a un proceso de
racionalización, objetivación ni matematización; a continuación se delimitarán
aquellos aspecto políticos y sociales que manifiestan el clima de reacción por
parte de la postmodernidad.
1. El
ecologismo.
Es un movimiento típico de la
postmodernidad que reacciona contra los intentos de destrucción de la
naturaleza; movimiento que se presenta de modo ambivalente, pues por un lado es
un movimiento reactivo contra la sociedad consumista y sin reglas que propugna
por un retorno a la naturaleza, mientras que por el otro es un movimiento
propositivo y emancipatorio reactivo a las exigencias del mundo contemporáneo y
busca una conciliación con las exigencias del hábitat.
2. El
principio de la diferencia.
La diferencia es una de las palabras
más llevadas y traídas en la cultura postmoderna, sobre todo en el ámbito
filosófico y político.
La homologación de la experiencia, la
comprensión unitaria de la realidad teniendo como base un principio único
fundante y en el ámbito político la idea de igualdad son elementos claves en la
cultura moderna; contrariamente la cultura postmoderna insistirá en la
diversificación, en la multiplicidad y hace de ellos baluartes contra los
riesgos de homologación y de planificación social.
El romanticismo soñaba con una
comunidad orgánica donde el hombre encontraba su punto de referencia
sustancial; en ello se dejaba ver un sueño de la modernidad que consistía en la
esperanza de encontrar sujetos políticos como el individuo, la nación y el partido
caracterizados por un fuerte poder de identificación; contra ello el clima
cultural postmoderno opone modelos que tienen una gran tendencia a la
fragmentación y a la diversificación como movimientos, grupos y asociaciones.
La modernidad insistió hasta la
saciedad en el principio de la identidad nacional y de la configuración de las
territorialidades del Estado; en la cultura postmoderna estos límites se hacen
cada vez más endebles no solo con el advenimiento del carácter multinacional de
la economía y de las comunicaciones, de la globalización de los mercados, sino
también con una experiencia de vida en la que cada vez las fronteras son
atravesadas con mayor facilidad.
3. La
tolerancia.
Contra la cultura uniformante propia
de la modernidad, la cultura postmoderna proyecta un tipo de sociedad fundado
en la diferencia y en el pluralismo; con ello el apelo al principio moral de la
tolerancia.
Los caracteres de la postmodernidad:
pluralismo, movilidad, transformación, facilidad en la comunicación ayudan a formar
un ambiente pluricultural y pluri-racial en el que la multiplicación de las
diferencias no se puede entender como apelo a la división sino como el llamado
al derecho de las diferencias que no pretende absolutizarla sino darle la
palabra.
El mundo soñado por la cultura
postmoderna es un mundo donde se dé el equilibrio de la igualdad que no suprima
la diferencia; mundo donde sea posible la heterogeneidad sin jerarquías.
4.
La Postmodernidad y el arte.
El arte constituye un terreno
particularmente significativo para recorrer el camino que va de la modernidad a
la Postmodernidad, porque el desarrollo sobre la reflexión de la Postmodernidad
se ha dado en torno al cambio que ha experimentado el arte en la modernidad;
cambio que se puede rastrear en la muerte del arte, en la identificación del
arte entendido como fenómeno de masas y con la identificación del arte desde
formas que provocan extrañamiento.
La Postmodernidad es considerada como
la época de la estetización general de la existencia, en el sentido que es la
época de la imagen, del simulacro, de la apariencia, de las explosiones y de
las inclusiones; época que parece revivir el ideal romanticista de una
comunicabilidad esencialmente estética[10];
época que trata de entablar un acercamiento entre la cultura elevada y la
cultura popular, siendo esta una fractura instaurada en la modernidad.
El arte en la Postmodernidad asume
formas y contenidos de la vida cotidiana, una posibilidad que se ha
desarrollado sobre la huella del arte pop,
y con este hecho ha conferido dignidad a producciones artísticas que se ubican
entre la producción industrial y la producción artística, experiencias
artísticas destinadas a ser fruídas no por una elite especializada sino a ser
fruídas por un vasto público; por esto en la cultura postmoderna reciben el
estatuto de arte el design, el cine,
la moda, la publicidad; del mismo modo que algunos fenómenos masivos en los que
el objeto industrial es impensable sin una connotación estética que vehicule su
comunicabilidad, comercialización y difusión.
En la época postmoderna se asiste al
predominio de la imagen, predominio que es leído como un continuo proceso de
des-realización del objeto y en el que se hacen relevantes las discusiones
sobre el valor de uso y el valor de cambio.
Toda la discusión postmoderna sobre
el arte y en especial en la pintura, se ha centrado en el hecho de la
des-realización del objeto; un proceso según el cual el objeto desaparece con
sus caracteres normales y reaparece como un hecho abstracto, siendo así
reducido a su propia esencia y con este fenómeno una lectura de la desaparición
del arte como institución, un proceso desacralizante, un proceso nihilista.
Este proceso tiene como motor la
institución de la novedad como ideal; la institución de lo nuevo en cuanto nuevo;
siguiendo este principio, el arte está condenada a su desaparición ya que ha
renunciado a continuar en el seguimiento de su ideal constructivo; el ideal
a-temporal de la belleza y de la perfección. “Lo que hoy es nuevo, mañana es
obsoleto”, el arte siguiendo este principio ha seguido y elegido su propio
objeto: la caducidad, lo efímero de toda producción innovadora.
La pintura particularmente ha vivido
este proceso; en este sentido, varias características de la Postmodernidad son
particularmente ilustrativas: la arquitectura ha elaborado una teorización
explicita sobre el sentido del postmodernismo en los Estados Unidos de América
y con ello un proceso de reacción contra la modernidad.
La
pintura.
Lo que caracterizaba a la pintura en
segunda mitad del siglo XVIII era la relación entre arte y tiempo, entre arte e
historia; sin embargo hoy el arte no está interesada en representar más la
belleza atemporal, hoy el arte se preocupa por la simple actualidad; quien
primeramente introdujo concientemente sujetos de la vida cotidiana fue Manet,
quien con sus cuadros suscitó escándalos, en este sentido pueden observarse Le
Déjeneur sur l’herbe y Olimpia.
Así mientras que la modernidad
propuso al nivel del arte la relación arte-ser-nuevo, la Postmodernidad propone
la relación Bello-nuevo, donde lo nuevo se presenta como lo actual. Esto puede
observarse, en el campo de la pintura, en la búsqueda de una uni-dimensionalidad
que tiende a abolir la profundidad y la perspectiva. Para tal efecto el arte se
desvincula de la representación y tiende a una especie de autonomía
autoreferencial, con esto la investigación artística se resuelve recurriendo
siempre a una mayor purificación para alcanzar esta esencialidad.
Tanto el impresionismo, como el
expresionismo y en mayor medida las vanguardias históricas de los primeros
decenios del siglo XIX contribuyeron a dejar de lado el carácter
representativo y figurativo de la
pintura y han recurrido a temáticas donde el arte no se hace representable en
términos objetuales: la luminosidad, los sentimientos y en general lo que es
espiritual,[11]
incluso recurriendo a una descomposición o destrucción del espacio y del
objeto. Esta tendencia llegará hasta la desaparición del objeto en el campo de
la pintura, a una des-realización testimoniada por las poéticas cubistas,
futuristas y abstractas lo que tendrá su conclusión en el abstraccionismo puro
del Malchevich representado en su cuadro “Cuadrado blanco sobre fondo blanco”
obra de 1918.
El arte vanguardista representa una
conciencia anticipadora del tiempo, la conciencia de lo nuevo no es actual en
el arte; es más, el arte plantea una ruptura con el pasado y con la tradición;
en este sentido en el arte vanguardista puede observarse una especie de
mesianismo que tiende a una crítica radical del presente, crítica que llega
incluso a plantear como problemática la misma institución del arte. En este
sentido el arte vanguardista está plasmada de caracteres nihilistas y
futuristas.
El arte vanguardista: cubismo,
futurismo, abstraccionismo, surrealismo, dadaísmo, es un arte
anti-tradicionalista por definición; por esta razón será un arte condenada a su
propia auto-negación ya que ella será condenada por la sociedad burguesa que
ella misma pretendía negar. Esta auto-negación del arte, se puede considerar como
una especie de muerte del arte, y representa el pasaje del arte moderno al arte
postmoderno, pasaje típicamente ilustrado por el Arte Pop (cuyo principal representante es Andy Warhol); arte que,
según los críticos de la Postmodernidad, está definitivamente integrada en el
mercado, arte que ha abolido la propia distancia crítica desde la sociedad y
que se limitaría a repetir el carácter de espectáculo.
El punto de convergencia entre las
vanguardias y el Pop Art está
representado por Duchamp y por su estética del ready-made. El ready-made
es una manufactura, un objeto común que el artista prefiere exponer firmándolo
(es típica la exposición de la rueda de la bicicleta, la exposición del orinal
expuesto con el título Fontaine).
Desde esta perspectiva el ready-made
se convierte en una experiencia artística contestataria de los cánones
tradicionales de la estética: la belleza, la originalidad, la creatividad; pero
sobre todo este tipo de arte constituye una especie de gesto según el cual
repite lo contrario inherente a la obra de arte ya que hace de ella un objeto
de cambio en el mercado o poniendo a la obra de arte bajo los cánones del
mercadeo; con ello se evidencia la lógica a la que ha llevado a la obra de arte
la estética de lo nuevo. Según lo anterior si la estética de lo nuevo, lo
original se trata de sustraer a la
lógica del mercado, de la reproducción y del valor intercambiable, el arte
propuesto por Duchamp es un arte que se mueve dentro de lo irónico ya que su
objeto es cualquier cosa que se pueda comprar en el mercado y de la que se
puedan conseguir muchas copias, algo que no es nuevo, ni original sino algo que
en su origen está por esencia la marca de la reproducción y del mercado, con
esto se convierte en un gesto subversivo.
El gesto distintivo del arte de
Duchamp es una total desacralización del arte, con ello el arte pierde su aura
de sacralidad y de mística; con ello el arte se torna en algo desacralizado, no
tanto creadora de obras reales sino solo intencionadas, y que introduce en el
campo del arte las máquinas y su poder de reproducción. Desde aquí el paso hasta el Pop-art, es decir hasta la total abolición de la diferencia entre el
arte de las elites y el arte de las masas es un paso muy breve. Justamente el
arte moderno y el arte vanguardista por su carácter crítico habían aumentado la
distancia entre el arte del pueblo y el arte de las elites. Cuando Duchamp
escoge para sus exposiciones objetos de la vida cotidiana, objetos de uso común
está elevando estos objetos al rango del arte y está abajando el arte al nivel
de lo cotidiano.
El Pop Art se difunde sobre todo en
la América de los años sesenta, asumiendo como objetos de arte, objetos de uso
cotidiano, desde el design banal e
industrial, enfatizando tanto la banalidad como el extrañamiento y esto a
través de procedimientos transformados desde las nuevas tecnologías y desde los
métodos de comunicación publicitarios.
En este sentido se puede mencionar
como ejemplo a Roy Lichtenstein quien banalizando los objetos desde la
transformación de las nuevas tecnologías, obtiene a través del engrandecimiento
de imágenes sobre el modelo de la reproducción litográfica o periodística,
hecha por una serie de puntillos coloreados o en blanco y negro y con ello
produce imágenes similares a las reproducidas en televisión. También se puede
mencionar a Andy Warhol quien acentúa el efecto reproductivo a través de la
reproducción seriada; tal es el caso de Thirty
are better than one, una de sus obras más notables; en ella se reproduce,
en serie, treinta veces la imagen de la Gioconda o de Marilyn Monroe y con ello
expresa de manera formidable el efecto banalizado y masificado que experimenta
todo producto cuando cae en las manos de las técnica de reproducción seriada. La
propuesta de estos artistas se puede leer como un proceso mediante el cual el
arte se rinde ante al mercado o por el contrario como un rescate homeopático
del arte a través de la exasperación de su banalización masificada.
El agotamiento del carácter utopista
de las vanguardias históricas, proceso en el cual Duchamp se convierte en el
punto de quiebre y de giro, constituye el pasaje a lo que propiamente se podría
denominar postmoderno respecto a la pintura. Las características de esta
pintura postmoderna, la que realmente tiende a ser menos pintura en el sentido
tradicional de la palabra, son: el abandono de la superficie plana del cuadro
para invadir el espacio circundante, pasando a una producción artística que
tiende a cancelar la diferencia entre estético (lo que tiene que ver con la
cualidad perceptiva) y técnico (lo que tiene que ver con la acción y la
transformación), la estricta correlación con la multimedialidad, la
transformación de la creatividad en la libre revisión de las formas ya
producidas, donde al ready-made como
producto industrial sustituye el producto cultural del pasado. Sobre todo esta
última característica constituye un elemento típico de lo postmoderno
convirtiéndose en un denominador común sea en pintura, en arquitectura, en
filosofía.
Una vez que se ha agotado el impulso
innovador, el culto de lo nuevo en la modernidad no queda otro camino que
recurrir al pasado haciendo de la producción artística una arte combinatorio,
un collage, un juego de citaciones
que no obedece más a la lógica de la sucesión lineal del tiempo. El pasado es
un museo, un contenedor de estilos contemporáneos que pueden ser libremente
revisados, pero esta revisión no es mera repetición, está ya de por sí marcada
por la diferencia (esto es lo que se conoce como el manifiesto de la repetición
diferente, movimiento que se difundió en Italia hacia la mitad de los años
setenta).
El post del postmoderno queda así
saldado con el pre del premoderno, según una lógica cíclica que salta a la
actualidad; lo moderno está a la base de aquella ambigüedad y hace restrictivo hablar
de postmoderno como progresismo o conservadurismo. Girgio Chirico fue un
anticipador de esta tendencia, ya que su pintura metafísica se proponía ser
originaria, más aún original; en esta combinaba libremente estilos y formas
haciendo de ella una especie de museo ideal.
Este nominalismo teórico, que lleva a
viajar por la historia como en un banco de datos, como se navega en Internet,
es la condición propia del hombre postmoderno, cuya experiencia está
caracterizada por la pérdida de un punto de referencia estable, por la continua
travesía a través de fronteras reales o virtuales, por un no sentirse jamás en
casa, lo que no es visto con términos de nostalgia, sino con un sentido de
euforia y de libertad.
1. El significado del post.
El
post-estructuralismo se ubica en Francia hacia los años sesenta y en los
setenta en toda Europa.
Dicho
movimiento surge por la necesidad de mancomunar un grupo de pensadores
coetáneos, los que tienen afinidades lingüísticas, ascendientes teóricos y en
las conclusiones comunes: Gilles Deleuze, Michel Foucault, Jacques Derrida,
Jean François Lyotard.
En
los años cincuenta y sesenta predominaba en Francia el estructuralismo, de este
movimiento deriva el post-estructuralismo, aunque no comulga plenamente con
aquel porque entre estos y aquellos hay una contraposición, de ahí que el post-estructuralismo
se piense como el desarrollo del estructuralismo y a la par se puede encontrar un
cierto antagonismo entre estos.
Foucault
ha reconocido que el post-estructuralismo fundamentalmente hace referencia a
cuestiones lingüísticas y humanas.
La
aplicación de algunas instancias estructuralistas en el ámbito filosófico ha
coincidido con la Nietzsche-renaissance de los primeros años sesenta y ha
estado caracterizada como post-estructuralismo.
Luego
el post-estructuralismo es un movimiento que busca corregir y proseguir el
estructuralismo concebido a partir del pensamiento de Nietzsche.
2. El estructuralismo.
El
estructuralismo se presenta en filosofía como una reacción al clima
subjetivista y humanista difuso en el pensamiento francés, a partir de los años
cuarenta-cincuenta en los que predominaba la fenomenología de Merleau-Ponty, el
espiritualismo y el pensamiento de Marcel y sobre todo el existencialismo
sartriano.
El
punto de convergencia de los pensadores estructuralistas franceses como
Levi-Strauss, Althusser, Lacan, Piaget, Barthes es sobre todo la idea de que
cualquier ente u objeto observable -como los fonemas en el lenguaje-, no tiene
ningún valor ni existencia sino en cuanto se colocan en una serie de relaciones
estructurales.
¿Qué
es la estructura? Es el conjunto describible de relaciones dentro de las cuales
cada cosa, signo, ente es insertado, tales relaciones deciden no solo sobre la
comprensibilidad de una cosa, también sobre su ser y su destino.
El
estructuralismo recoge las conclusiones anti-humanistas alcanzadas desde las
ciencias humanas y asumen positivamente la muerte del hombre como presupuesto
de un nuevo modo de pensar y de trabajar sobre el lenguaje.
Otros
aspectos típicos del estructuralismo son:
a.
La consideración del lenguaje como realidad autosuficiente y auto-consciente.
b.
El primado de la espacialidad sobre la temporalidad, el primado del punto vista
sincrónico sobre el diacrónico.
c.
La estructura tiene movimiento propio determinado por la ausencia de un objeto
faltante o de una casilla vacía.
¿Cuáles
son los aportes del estructuralismo? La estructura tiene una aspiración en su
seno: la necesidad de captar la unidad de lo real dividido por la complejidad.
¿Cómo explicar esto? El conocimiento científico se ha convertido en algo cada
vez más complejo, donde este colocaba al objeto, el estructuralismo ve una
pluralidad de elementos y a lo mejor hay objetos. La captación de esta
pluralidad de elementos mediante la inteligencia es a su vez algo cada vez más
complejo, las consecuencias que se desprenden de esta inteligencia se
multiplican cada vez más, determinando a su vez el conocimiento mismo,
conocimiento que a su vez aspira a la unidad; unidad que ha renunciado a la esencia
para buscar en otra parte una unidad supletoria. Justamente esta unidad
supletoria, que es la aspiración del conocimiento es lo que refleja la palabra
estructura, cuando se trata de comprender el sentido del mismo concepto.
Así
la noción de estructura lleva consigo el deseo de una nueva unidad que trata de
comprenderse, de asegurarse y de garantizarse; la estructura, en cuanto es un
proceso que está en permanente construcción, intenta encerrar en si misma la
dirección del objeto, construcción que está garantizada por un orden. Así la
estructura refleja el sueño eterno del saber por tener una unidad del
conocimiento, por llegar a un orden primero que determine y explique la
realidad.
Pero
la palabra estructura está correctamente definida cuando se la asocia al hecho
de que la estructura quiere decir totalidad que no se puede reducir a la
sumatoria de sus partes.
En
la base de la estructura se encierra la posibilidad de considerar el objeto en
los términos de un sistema, este a su
vez es el que garantiza la posibilidad de acceder a él a través del
conocimiento, razón por la que en el proceso del conocimiento, necesariamente
hay que recurrir a la estructura.
Los
estructuralistas aspiran a captar la coherencia de la realidad que analizan,
proclaman la interdependencia de los elementos que la conforman, presienten la
unidad que se esconde detrás de la realidad analizada y tratan de expresar
conceptualmente todo lo que se visualiza y se comprende en dicha realidad. La
máxima aspiración a la que ellos quieren llegar es a expresar conceptualmente
lo que es el objeto, entendido como estructura; así para ellos todo lo que
designamos con la palabra cosa tiene una estructura, que las cosas a pesar de
su apariencia caótica y compleja tienen una organización interna que las
determina.
Para
no caer en el riesgo de darle un carácter sistemático a un seudo-objeto, los
estructuralistas proponen la delimitación más exacta posible del objeto,
delimitación que se basa en tener una gran claridad sobre los contornos,
lugares y contenidos del objeto en cuestión, todo esto con el fin de buscar las
relaciones entre ellos. Claude Lévi-Strauss propone en este sentido la correcta
determinación del objeto por analizar. Althusser sugiere que el objeto sea
correctamente colocado en su campo problemático, en el sistema de pensamiento
desde el cual es posible construir su concepto.[12]
Uno
de los posibles peligros en que puede caer el estructuralismo es que al
estudiar sistemáticamente un objeto, al reconocer por lo tanto que un objeto es
un sistema, se lo extraiga de su devenir histórico y con ello se coarte su
libertad e independencia.
Otro
peligro en que puede caer el estructuralismo es que no basta con analizar el
sistema, descubrir las interrelaciones que conforman sus elementos constitutivos
y la ley que los determina, sino que es necesario dar el salto hasta la ley que
conforma, que crea el sistema; lo que sólo se puede hacer mediante la
utilización de un método hipotético deductivo; sólo cuando se hace esto se
llega al concepto de estructura.
Se
pueden rastrea tres niveles de la estructura: el primero es el intencional, el
que como lo indica su nombre está determinado solo por una intención. El
segundo es el nivel sistemático reconoce que tal o cual objeto tiene una
estructura. El tercero es el nivel estructural y se presenta cuando tal o cual
objeto es en propiedad una estructura.
3. El postestructuralismo.
Mientras
el estructuralismo sustituye el poder del sujeto y la libertad del hombre, el
poder y la fuerza determinante de la estructura es decir, el orden de las
conexiones simbólicas y las relaciones de significado, dentro de las cuales el
hombre está insertado, por otro lado el postestructuralismo sobrepasa la
estructura vista como posterior encarnación de Dios o del sujeto.
La
fe en la descripción científica de estructuras aparece para el
postestructuralismo como una posterior expresión del aquello que Nietzsche
llamaba el pensamiento moral metafísico.
El
postestructuralismo en oposición a las nociones estructurales de formalismo y estático
adelanta las nociones vitalistas de fuerza, energía, producción.
Un
concepto que distingue al postestructuralismo del estructuralismo es el de
producción.
Las
diferencias son valoradas como principios dinámicos, la actualidad simbólica
aparece como actividad productora de diferencias.
La
producción no es producto del individuo sino de una fuerza impersonal, como la
energía impersonal de las pulsiones, la voluntad de poder, las fuerzas
productoras o el trabajo, también el ser heideggeriano que es ser, lenguaje y
tiempo.
El
lenguaje, las diferencias, las relaciones sociales son valoradas en términos
energéticos, en términos de fuerzas productoras.
Una
de las principales tareas del pensamiento es la condena de todo lo que impide,
limita, aprisiona las energías productoras, todo lo que canaliza o centraliza
la producción; las formas típicas de esta canalización son la subjetividad, la
dialéctica, la estructura, la noción de una economía negativa del deseo por
medio del cual el deseo sería esencialmente ausencia, privación.
A
la noción cartesiana, idealista y fenomenológica de subjetividad y a su exteriorización
en la estructura, el postestructuralismo contrapone la idea de un universo
desubjetivizado, activado por las diferencias libres no vinculadas a ninguna
forma o imagen del pensamiento (Deleuze), o la idea del sujeto como enunciado,
evento lingüístico excogitado en una cierta época (la edad cartesiana) para dar
un orden a la razón y excluir la no-razón (Foucault). A la noción de deseo como
privación es contrapuesta una teoría afirmativa del deseo como pulsión
productiva (tesis compartida por Lyotard y Deleuze).
4. Nietzsche, Marx y Freud.
Estos
tres pensadores se convierten en puntos de referencia para los pensadores
postestructuralistas, de Freud recurren a la energética de los instintos, de
Marx el análisis económico-energético de la sociedad y de Nietzsche el
vitalismo, el nihilismo, la voluntad de poder, el enmascaramiento del sujeto
cartesiano.
De
Marx y Freud han hecho la interpretación de la canalización de los instintos;
de Marx la concepción dialéctica de la historia y de la sociedad; de Freud la
concepción de Edipo. De Nietzsche tratan de tomar la concepción de la muerte de
Dios, el nihilismo activo en su concepción dinámica, no nostálgica. Desde esta
lectura de Nietzsche dan el salto a la consideración de Marx y Freud como
teóricos de la liberación de las energías vitales.
5.
Las vanguardias y la producción artística.
La postmodernidad.
1. Introducción.
Criticada
sea por la filosofía analítica, sea por el pensamiento continental tradicional,
de raigambre fenomenológico-dialéctico-existencial, el postestructuralismo ha
señalado una estación muy breve en la vida cultural europea. Muchas temáticas
del movimiento han encontrado, a través de Derrida y Lyotard una amplia resonancia
en los Estados Unidos y son replanteadas en el contexto del debate sobre la
modernidad y la postmodernidad que ha empeñado diversas tradiciones en los dos
continentes: la teoría crítica (Habermas), la hermenéutica (Vattimo), el
neopragmatismo (Rorty).
El
complejo entrecruzamiento de postestructuralismo, postmodernidad, hermenéutica
y tendencias personalistas en la filosofía del lenguaje americana, que se
constata en los años ochenta, está documentado por una gran cantidad de textos.
Dar cuenta exhaustiva de dicho debate es imposible. Uno de los núcleos
temáticos que se puede examinar es la cuestión de la relación entre ética,
política y ontología como se establece en el postestructuralismo y se
desarrolla en la postmodernidad, portando con ello y actualizando la temática
de la crisis de la razón.
a. Aporías del postestructuralismo.
El
requisito central del postestructuralismo es la idea de una ontología y de una
lógica antidialéctica, a partir de las cuales se pueda hipotizar, promover,
garantizar o secundar un movimiento de emancipación no tanto o solamente de los
seres humanos, sino de los conceptos, de los cuerpos, de las prácticas
lingüísticas. El origen es esta conexión entre ontología y emancipación para la
cultura francesa es el radicalismo anárquico de pensadores postestructuralistas
como Bataille. La búsqueda de otro pensamiento, problemática que recorre toda
la filosofía, se conecta explícitamente con la búsqueda de otra sociedad y de
otros modos de vivir y de pensar.
Una
de las características esenciales de esta búsqueda es mantener una actitud
antinormativa, se trata de buscar un pensamiento sin imagen, un pensamiento que
escapase a la imagen tradicional del pensamiento, pero surge aquí la pregunta
¿en qué sentido un programa de emancipación no es en todo caso una circunstancia
lógicamente y ontológicamente coercitiva? ¿Cómo conciliar anarquía y
experimentación, búsqueda de un nuevo pensamiento y juntamente libertad de toda
imagen del pensamiento nuevo-antiguo? La solución más frecuentemente adoptada
es la transcripción del programa político en un programa estético y la idea del
filósofo como un romancero de los modos de vivir y de pensar posibles.
Para
Lyotard la postmodernidad aparece como una versión descriptiva de aquello que
el postestructuralismo hipotetizaba como un programa lógico-estético-político.
Esta es la razón de que en Lyotard el pasaje del plano proyectual al plano
descriptivo se manifieste en términos vistosos. Lyotard haciendo propio el
programa deleuziano y nietzscheano de una afirmatividad indiscriminada y
elaborándolo en términos más radicales, encontraba una incompatibilidad entre
afirmación y diferencia, dos de las palabras de orden común a todos los
postestructuralistas. La práctica de la afirmación alcanzaba a la eliminación
de la diferencia crítica, de lo negativo, pero de modo tal que se convertía en
el simple ascenso a un dato de hecho diferenciado y perdía toda capacidad
discriminante sobre el plano político. Mientras la afirmatividad imponía un
talante únicamente descriptivo, la salvaguarda de la diferencia parecía
requerir el pasaje a un plano también prescriptivo. De aquí la dirección
sucesiva del trabajo lyotardiano, empeñado en diluir la distinción de la
relación entre prescripción y descripción.
b. Vanguardia postmoderna.
El
conflicto entre experimentación y emancipación (en Deleuze), entre
afirmatividad descriptiva y diferencia proyectual y crítica (en Lyotard), son
los dos principales núcleos aporéticos que se determinan en el pensamiento
postestructuralista y dan lugar a la última vanguardia paradojal
estético-política del siglo: la postmodernidad. Que se trate de una vanguardia
paradojal no es algo que está determinado sólo por el hecho que lo paradojal lo
constituya un tema central sino que su núcleo central, lógico constitutivo es
la negación de aquellas visiones progresivas que inspiraron profundamente la
modernidad y de la cual la noción de vanguardia es el último en portar. La
postmodernidad se coloca como última refutación de la modernidad, prosiguiendo
y heredando la lógica misma de las vanguardias se coloca a sí misma como última
expresión refutativa de la experimentación estético-política en el novecientos.
Lo
que inicialmente aparece en la postmodernidad es una práctica que afirma las
diferencias temporales y criticas generándose así una serie de mundos
fragmentados; esta fragmentación es lo que hace que Orfeo sea el símbolo
emblemático de la postmodernidad (Orfeo que continúa cantando aún después de la
muerte del desmembrado).
Por
otra parte la postmodernidad niega el énfasis de la modernidad en lo nuevo y la
experimentación y reconoce el carácter coercitivo y normativo inherente a
dichos conceptos.
c. La anomalía postmoderna.
La
teoría postmoderna se presenta como la versión despolitizada, acrítica y
proyectual del postestructuralismo. En la teoría postmoderna convergen distintas
versiones de la contemporaneidad: el análisis de la sociedad de Gehlen, la
tesis de McLuhan sobre la aldea global, la teoría de los juegos lingüísticos.
Las que tienen como fondo común la tesis de una pluralidad no describible en el
momento presente, y con ello cae la forma de unificación de las diferencias que
en otro tiempo era un discurso legitimante y que era la base para articular la
justicia y la verdad.
La
pluralidad y diversidad inconexa es la base para que la teoría postmoderna
hable de un final de la historia, un final de la modernidad, un final del
sujeto proyectual y político que anima el quehacer filosófico desde Descartes
en adelante. Evidentemente es un final siempre en acto y jamas llevado a su
plenitud, en parte porque es típicamente moderno establecer superaciones, en
parte porque a partir de las condiciones dadas faltan los instrumentos para que
se dé este fin realmente.
La
postmodernidad es así el reino de las anomalías insuperables y el reino del fin
de la historia y de los proyectos de emancipación que la filosofía moderna
había proclamado a partir del iluminismo.
Habermas
en una conferencia cuando le asignaron del premio Adorno hace una crítica
contra el pensamiento postmoderno, relevando las raíces neoconservadoras de la
teoría posmoderna, según esta critica el éxito del pensamiento postmoderno
consiste en la deslegitimación de aquel discurso liberal que constituye la
primera motivación crítica. De esta manera Habermas reivindicaba la dignidad y
la posibilidad del programa moderno-iluminista de una emancipación racional,
contra la práctica antiuniversalista y contextualista de los postmodernos.
2. Lógica y ética de la postmodernidad.
Tanto
la irracionalidad como el neoconservadurismo son sólo aspectos aislados del
pensamiento postmoderno, esto es lo que dificulta una orientación por esta
concepción de la libertad de las condiciones liberalizantes y características
de la época postmoderna.
Además
es necesario tener en cuenta que solo algunos filósofos teorizan sobre el final
de la filosofía. Vattimo por ejemplo apoyado en Heidegger y en Nietzsche
proclama la superación de la metafísica, superación siempre por realizarse y
del nihilismo teorizado por Nietzsche, dándose en ello el territorio de nuevas
condiciones paradójicas y lógicamente empeñadas.
La
aporía de la normatividad y de la descriptividad o el problema de concebir la
naturaleza necesaria del otro pensamiento sin caer en una proyectualidad
normativa o la descripción de las condiciones obligatorias se resuelve en
Vattimo gracias a aquella forma de hegelismo atenuado que es propiamente la
relación hermenéutica con la tradición o de la filosofía de la historia
hermenéutica.
El
pensamiento postmoderno no es un proyecto o un programa teórico sino una
interpretación de la situación histórica, por ende, dicho pensamiento tiene
caracteres hermenéuticos, no es una descripción de la condición histórica sino
que es una lectura en clave hermenéutica de dicha situación, es decir: a)
narración, discurso progresivo, privado de toda definitividad y ultimidad b)
saber impuro y participado, es decir que es participativo y que es común a una
colectividad, conscientemente privado de una evaluación no es un saber separado.
La
alteridad del pensamiento postmoderno y postmetafísico no se entiende como
contraposición con la racionalidad metafísica y moderna. Vattimo utiliza el
concepto Verwindung para clarificar
la relación del pensamiento postmoderno con la tradición filosófica, lo cual
significa que frente a la metafísica se mantiene una relación de distorsión, la
adopción de categorías metafísicas tiene como presupuesto la adopción de un
punto de vista anti-proyectual, asumir el apelo del ser bajo la condición de la
contingencia histórica.
La
Verwindung define la actitud teórico-filosófica
que sustituye a la filosofía crítica, revolucionaria y política propia de la
modernidad, la misma lógica de la situación en que nos encontramos, la lógica
de las condiciones postmodernas, una forma de continuación distorsionada de la
lógica tradicional.
Estamos
en condición de evaluar las mismas situaciones que la tradición evaluó
diversamente, según el desarrollo de una lógica de distorsiones semánticas y de
torsiones que llevan a la postmodernidad a la más alta autoconciencia. De aquí
que la lógica paradojal de la postmodernidad se entienda como destino
nihilistico de la historia de la metafísica. De aquí que la postmodernidad sea
entendida por algunos no como un pensamiento contrapuesto crítico e innovador
respecto a la modernidad, sino como un pensamiento que autorefuta internamente
la modernidad, desde siempre presente.
Es
posible rastrear una ética de la razón postmoderna. Una ética de la tolerancia,
del pluralismo, de la pietas en la
confrontación de las huellas históricas y de la tradición. Con esto se da lo
que se ha llamado el giro ético de la
postmodernidad.
3. La ética postmoderna.
El
punto crítico del programa postmoderno es la ética. En efecto mientras la acusación
de caer en una autocontradicción performativa puede ser irrelevante desde el
punto de vista postmoderno, que justamente tematiza lo inevitable de la
paradoja y se coloca programáticamente en una lógica paradojal, la objeción
moral, o sea la idea que la vía postmoderna se pueda descartar porque proclama
la legitimación o desligitimización de una conducta moral, tiene una mayor
plausibilidad. Lo anterior ha determinado un cambio, un giro en la gran mayoría
de los principales teóricos del área postmoderna y desconstruccionista y una
reorientación de tipo moral.
Derrida
abandonando el espíritu textualista y geometrizante de los años setenta, se
dedica a temáticas como la muerte, la amistad y el derecho; en Lyotard
sobrevive la idea de una filosofía como narración convivencial, fábula breve
circunscrita e improntada en sentido subjetivo (según el género de moralidad) que
se aplica a un mensaje preciso: es necesaria la aceptación para no
desesperarse, mirar resueltamente al final de los ideales, a la esencia de
cualquier camino pos seguir. Esta actitud concebida como contraria al
entorpecimiento de la postmodernidad vitalista, que se nutre de lo efímero y
del espectáculo para evitar la desesperación, está orientada que según Lyotard
hacia el reconocimiento de una falta que trasciende las formas hasta
habitarlas.
Autores
como Derrida y Lyotard que en un inicio se ocupaban sobretodo de una
continuidad radicalizada de la crítica de la razón, se tornan hoy sobre
cuestiones de ética y de justicia de manera tal que algunos observadores ya
hablan de un giro ético. El campo de la teoría moral, que para todos los
representantes postestructuralistas era hasta hace poco tiempo un ejemplo
particularmente marcado por el universalismo constrictivo de los modernos, se
ha convertido en el verdadero y propio médium
para un desarrollo posterior de las teorías postmodernas.
El
giro de los postmodernos surge para evitar el peligro de la indiferencia ética.
Pero ¿Cuál es la especificidad de la teoría ética pensada por los postmodernos?
¿Cómo se concilia el contextualismo con una reflexión moral reemprendida? ¿Se
trata de una forma de reacción a una crítica, de una actitud contra los reparos
para evitar el peligro de la indiferencia ética a la que era naturalmente
expuesta la crítica de la metafísica y de la razón moderna?
El
contextualismo existencial-hermenéutico constituye desde el punto de vista del
neoaristotelismo de los años sesenta y setenta, un presupuesto y no una
contraindicación para una reapropiación de la filosofía práctica y de la
reflexión política. Lo que significa que el antiuniversalismo (hermenéutico y postmoderno)
no puede ser por sí una razón para dejar de lado toda forma de reflexión moral.
Es más así como se puede ver en Vattimo, en Gadamer, en Levinas y otros, la
opción por una ontología pluralista y contextualista ha sido decidida por
razones éticas. Lo que significa que en la ética postmoderna continúa a estar
en juego una cuestión ontológica, la idea de una revisión
descriptivo-interpretativa de la lógica y de la ontología tradicionales, para
las cuales es el mismo caso de la relación de aplicación de los universales a
los casos individuales.
La
ética postmoderna tiene hoy su inicio teorético en la idea de una consideración
moral del individuo. Lo que significa que la dimensión del cuidado del
individuo, típicamente propuesta contra las éticas universalistas del
pensamiento feminista, se presenta como el centro más consecuente de la nueva
reflexión moral postmoderna.
Las
posiciones de Lyotard y de Derrida corresponden a dos variantes muy diversas
del panorama de las posiciones éticas ofrecidas en la postmodernidad. Las
conclusiones negativas lyotardianas tienen elementos afines con la solución
trágica adorniana de la aporía de la razón. Ellas llevan al presupuesto de la
necesidad de un territorio universal común para que se dé la posibilidad de un
discurso ético (territorio compartido por la ética del discurso de Habermas y
de la ética planetaria de Apel), hecho del que se puede concluir la
imposibilidad de un territorio semejante dada la inconmensurabilidad de las
diversas prácticas lingüísticas. El problema ético permanece cuando los
intereses y los derechos de los oprimidos deben ser lanzados al olvido, pero no
se sabe bien cómo resolver dicho problema cuando se da la ausencia de un territorio
normativo.
Frente
a tal problemática, la solución de Lyotard escila entre una contextualidad
reseñada, que confía el discurso ético a la tarea de dar cuenta de la
existencia de intereses y necesidades inarticuladas y una crítica del poder, o
sea del predominio de ciertos juegos lingüísticos que no permiten la expresión
de otros juegos lingüísticos minoritarios, hasta a la hipótesis de una apertura
de la comunicación social para juegos que hasta hoy han permanecido excluidos.
En otros teóricos postmodernistas, esta posición ha significado la defensa de
una sensibilización hacia el individuo, o sea una protección social del
elemento ignorado de la individualidad, del singular y de lo heterogéneo. En
otros representantes de la postmodernidad se da la teorización estética a tener
la sensibilidad del artista como invocación para que se den sensibilidades
creativas familiares con los posibles sufrimientos de la otra persona.
Por
otra parte, en la reflexión reciente de Derrida se evidencia la tensión entre
justicia (abstracta, universal, dirigida el trato imparcial) y bondad (la
solicitud frente a la necesidad del otro). Dos lógicas completamente distintas
se confrontan: la primera impone el frío deber del tratamiento imparcial, la
segunda el infinito tener cuidado del otro. Se puede pensar que la primera
corresponde a la moral moderna fundada sobre el tratamiento imparcial, la
segunda correspondería a la moral de una democracia diferencial todavía altruista.
La nueva epistemología.
En
los últimos treinta años se han desarrollado discusiones en torno al método,
objeto y objetivo de las ciencias, vistas desde la consideración de la
filosofía como problema para si misma. Es un núcleo de problemas que se define
como temático.
A
partir de los años sesenta, se han desarrollado dos corrientes epistemológicas
autónomas y paralelas a la teoría crítica, a la filosofía hermenéutica, a la
filosofía analítica inglesa y americana, al postestructuralismo y a la
postmodernidad. La primera es la línea postempirista
la que se sitúa en la filosofía de la ciencia, ella surge de un profundo
replanteamiento y revisión del neopositivismo. La segunda es el desarrollo de
la epistemología sistémico-estructural de la post-guerra, en el sentido de la
epistemología genética de Piaget y otras direcciones de investigación, algunas
de las cuales terminan unidas en la mitad de los años ochenta en la teoría epistemológica de la complejidad.
Las
anteriores serán denominadas como líneas postempiristas y neopositivístas y se
tratará de sus éxitos sociológicos, retórico-hermenéuticos, interpretativos. Se
hablará de la discusión paralela sobre filosofía y ciencia en un ambiente
continental, tratando de indicar como las soluciones analíticas y las
propuestas en la tradición continental llegan a encontrarse en un fondo común
hermenéutico, interpretativo. Se tratará de reconstruir la discusión de una
epistemología experimental que a través de Bachelard, el estructuralismo y
algunas formas de neoestructuralismo y gracias a los desarrollos de la teoría
de los sistemas, de la cibernética y de la lógica computacional, llega al
entrecruce particular de ciencia y filosofía que es la epistemología de las
totalidades complejas
1
Filosofía y ciencia: los modelos
anglosajones, alemanes y franceses.
A
partir de los años cincuenta se perfilan tres líneas de reflexión sobre las
relaciones entre ciencia y filosofía, las que se caracterizan en base a tres
áreas específicas: el modelo anglosajón, el alemán y el francés, la división
geográfica no es absoluta, pero el desarrollo de la discusión anglosajona sobre
esta relación sólo tiene su correlativo en Francia o en Alemania. Por otro lado
la elaboración continental alemana se desarrolla en base a temáticas
relativamente autónomas (cuestiones sobre las ciencias del espíritu y las
ciencias naturales, la cuestión sobre la hermenéutica como metodología
universal y como filosofía práctica, etc.). En Francia la cuestión se
desarrolla sobre problemas de tipo estructural y sistemáticas inherentes a las ciencias.
Lo que cuenta es que en las tres perspectivas emergen diferentes maneras de
concebir la filosofía y su relación con la ciencia, las que brevemente se
pueden enunciar como integración, diversificación o conflicto entre la ciencia y la filosofía.
a.
El modelo anglosajón.
El
modelo anglosajón es aquel que se presenta en los años veinte y treinta desde
el neoempirismo, según el cual la filosofía es el ejercicio crítico y
clarificante en las confrontaciones con el lenguaje científico, se trata de un
trabajo en si mismo científico, es decir riguroso, porque se sirve de
simbolismos puestos al servicio de las investigaciones lógicas de Frege, Peano,
Russell y Whitehead; evita elaborar grandes construcciones sistemáticas porque
rechaza cualquier implicación metafísica, cualquier enunciado que no exprese
una verdad lógica y que no pueda indicar las condiciones de verificabilidad. En
ella se conserva la idea de la filosofía como un saber total, con tal que se
admita que la totalidad es una mirada que abarca y reflexiona sobre la
ciencia.(no sobre el ser, ni sobre la vida) y que tenga un carácter
metodológico y no metafísico. La noción de filosofía de la ciencia es entendida
en un doble sentido: metodológico y temático, de filosofía rigurosa y filosofía
que se ocupa preferentemente de la ciencia.
Se
tiene así un caso de integración, el reconocimiento de una colaboración
posible. El proyecto colaboracionista es reconocido con tal que haya una
corrección, una actitud de ajustar la filosofía, que esta se consolide con un
gran rigor científico. En el encuentro entre ciencia y filosofía prevalecen los
parámetros de rigor que se suponen son propios de la ciencia.
Se
habla de un modelo anglosajón, ya que ha surgido como movimiento en Alemania y
en Austria, sin embargo ha dominado en los países de habla inglesa y ha
influido por un cierto tiempo en el destino de la epistemología y de la
filosofía del lenguaje en el área anglosajona.
b.
Mas específicamente alemana, continental y del centro de Europa es la tesis de
una diversificación natural de la ciencia y de la filosofía, diversificación
que se presenta principalmente bajo dos versiones: la de derivación diltheyana,
donde se da una pertenencia de la filosofía a las ciencias del espíritu o una
racionalidad diferente de aquella científica. La versión husserliana de la universalidad
del método filosófico aplicable a cualquier tipo de objetos de experiencia y
dotado de una especifica cientificidad.
Las
dos posiciones se delimitan a partir de los años sesenta en la alternativa que
domina el pensamiento continental como filosofía abarcante que incluye y funda
todo saber, que realiza una mediación entre esferas culturales separadas o que
realiza una reflexión general sobre los presupuestos de toda práctica
científica, comunicativa, social; una filosofía como praxis portadora de una
racionalidad específica, con una lógica propia, que se diferencia
institucionalmente desde la racionalidad y desde la lógica operada en otras
formas de saber y que no tiene, respecto a estas, una función fundativa
específica.
Los
momentos esenciales en el desarrollo de esta problemática son: las tesis
husserlianas del inicio de siglo y de los años treinta; la antitesis entre
pensamiento existencial, hermenéutico, dialéctico y pensamiento analítico
culminado en los años sesenta; los esfuerzos conciliantes de las dos
racionalizaciones completados en varias reproposiciones de Apel y Habermas; la
rehabilitación de la filosofía práctica, entre los años sesenta y setenta.
Heidegger representa una figura excéntrica en este movimiento, porque su idea
de una contraposición entre racionalidad filosófica y racionalidad científica
está señalada por la hipótesis de una continuidad natural entre la una y la
otra. Es una posición que se presenta también en Husserl, en Adorno y en
Horkheimer, pero en Heidegger alcanza a soluciones particularmente radicales,
que prefiguran algunos desarrollos actuales de la ciencia y de la reflexión de
la ciencia sobre si misma.
c.
El modelo francés sigue su recorrido autónomo y excéntrico tanto respecto al
debate continental cuanto respecto al debate que se desarrolla desde el
neopositivismo. En algunos momentos los resultados de los franceses son
acogidos y reelaborados en las otras dos tradiciones.
La
particularidad del punto de vista francés consiste en la oscilación entre la
idea de un cierto primado de la ciencia sobre la filosofía, o sobre un cierto
tipo de filosofía tradicional, espiritualista e idealista, y la idea de una síntesis
completa, o de una indistinción preliminar de filosofía y ciencia, que se
afirma como negación de alguna diferencia de principio entre las dos culturas,
o como pensamiento complejo que surge de la reflexión sobre la totalidad del
mundo contemporáneo. Desde Duhem hasta Bachelard, desde Bachelard hasta Serres,
los franceses tienden a considerar las teorías científicas en los términos de
teorías hipotético-convencionales, susceptibles de valoraciones estéticas. Es
así subrayada la tarea creativa, pensante del trabajo científico y colocado en
un segundo plano la tarea de la simple descripción-observación de la realidad,
de la individuación de las leyes empíricas.
También
en el estructuralismo, que se presenta con un carácter objetivista, como
descripción-observación de estructuras inmanentes a la realidad, se coloca el
acento sobre el carácter autogenerativo de las estructuras, la estructura misma
es concebida en los términos kantianos como condición de
inteligibilidad-expresabilidad de los fenómenos. Es un paradigma
construccionista que tendrá una cierta fortuna, en varias formulaciones, desde
los inicios de los años sesenta hasta hoy y que postula una armonía sustancial
entre razón filosófica y razón científica, pero que en el sentido del devenir
progresivo de un pensamiento único, científico-filosófico que busca nuevas
soluciones lógico-teóricas también a partir de los nuevos resultados de las
ciencias.
En
síntesis se puede decir que mientras en el modelo anglosajón permanece
dominante una idea de la filosofía como parte de la ciencia, y en el modelo
continental fenomenológico-hermenéutico, la filosofía es una antagonista de la
ciencia o es también la instancia critica o es el horizonte más amplio dentro
del cual se colocan las adquisiciones de los saberes particulares y de las
disciplinas particulares, en el modelo francés la filosofía es un obstáculo
epistemológico o no hay presupuesta una rígida clarificación de principio entre
saber filosófico y saber científico y se presupone que un mismo tipo de
prospectiva o de pensamiento pueda aplicarse tanto a los formalismos
matemáticos como a la lógica hegeliana o a la historia de las ideas, a la
crítica del arte o a la introspección sicológica.
2.
Neopositivismo y racionalismo crítico:
el circulo de Viena, Popper, Albert.
a.
La filosofía neoempirista.
La
tarea de la filosofía para los neopositivístas es explicitar el significado de
los enunciados de las ciencias y reconstruir su lenguaje de manera precisa,
esto se hace posible gracias al análisis lógico del lenguaje. Pero ¿qué
significa analizar lógicamente el lenguaje de la ciencia? Para los primeros neopositivístas
el análisis lógico-lingüístico tiene la tarea de individuar cuáles
proposiciones están dotadas de significado o pueden ser verdaderas o falsas.
Sólo están dotadas de significado dos tipos de proposiciones: las analíticas,
que son realizadas sobre principios lógicos universales como llueve o no
llueve. Las empíricas que expresan verdades de hecho o estados de las cosas
verificables en base a la observación de la realidad. Las proposiciones del
primer tipo son composiciones de las segundas, ella consigue que el análisis
verifique el sentido de las proposiciones reduciéndolas a aserciones
elementales sobre los datos sensibles, y que el criterio de la sensatez del
lenguaje esté dado por las aseveraciones de las ciencias empíricas. Lo que
consigue que las aseveraciones, no reducibles a enunciados observables o no
referidas a verdades lógicas, están privadas de significado.
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De la existencia al existente.
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Adiós a Emmanuel Lévinas. Palabra de acogida.
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Cuentos del jasidismo.
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Yo y tú.
Vattimo,
Gianni. El final de la modernidad.
La
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Ética
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Después
del cristianismo.
Creer
que se cree.
El
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Más
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El
sujeto y la máscara.
Foucault,
Michel. La historia de la sexualidad I-II-III.
Vigilar
y castigar.
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palabras y las cosas.
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Safranski, Rüdiger. Un maestro de Alemania. Ed. Tusquets.
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Arendt,
Hannah. La condición Humana. Ed.
Paidós. Barcelona, 2005.
1]
Como muy bien lo ha mostrado Gianni Vattimo en su libro Le avventure della differenza. Confróntese la tercera parte del
tercer capitulo.
[2]
Cfr. Tecnica ed esistenza, cap. I.
[3] El
concepto de Epoché, o epocalidad
sugiere una lectura de la historia y del destino del ser que puede desembocar
en el relativismo. El mismo Vattimo, que siendo discípulo de Heidegger, por
medio de Gadamer, y continuador de esta corriente de pensamiento, en varios
lugares de sus obras, trata de justificar las razones por las que a la
ontología hermenéutica contemporánea, no se le puede tildar de relativista, a
este respecto pueden confrontarse las obras hermenéutica
y racionalidad, 141ss y Oltre
l’interpretazione, 121ss.
[4]
Cfr G. Vattimo, Il pensiero debole,
12ss.
[5]
Para dicho tratamiento se ha utilizado el texto Ontología. Hermenéutica de la facticidad. Ed. Alianza. 1999.
Madrid. 154 pp. Especialmente los parágrafos 2 y 3. Debe recordarse que de los
textos heideggerianos que están escritos en parágrafos, se cita el mismo, no la
página. Dicho texto será citado de ahora en adelante OEF.
[7] Heidegger, Martin. OEF, 3.
[9]
Cfr. Adorno, Theodoro Grussegrund y Max Horkheimer. Dialectik der Aufklärung, 8.
[10]
Este era el ideal presentado en Die älteste System Programm des deutschen
Idealismus, lo que en términos sumarios se puede presentar así: estoy
convencido de que el acto supremo de la razón, en el que ésta abarca todas las
ideas, es un acto estético, y que solo en la belleza se hermanan la verdad y el bien. El filósofo debe poseer
tanta fuerza estética como el poeta. Los hombres sin sentido estético son
nuestros filósofos de la letra. La filosofía del espíritu es una filosofía de
la estética… la poesía recibe de este modo una dignidad superior, al final será
lo que era en el principio: maestra de la humanidad (ÄSP 235).
[11] Piénsese en el texto de Kandinsky
intitulado “De lo espiritual en el arte”.
[12] Miller, Louis y Madelaine Varin
d’Ainvelle. El
estructuralismo como método. Ed. Cuadernos de diálogo. Madrid, 1972. Pp. 90.
Para este estudio nos serviremos de este texto, del cual sólo utilizamos las
conclusiones.
Me llama mucho la atención la forma de ver la ilustración como una forma emancipatoria y liberadora de la razón; sin embargo, este texto despertó en mi una inquietud y es si será que la
ResponderEliminarVisión kantiana de la guerra y la revolución, hechos considerados por algunos como macabros y aterradores, como un signo de la ilustración es lo más adecuado, o ¿no será que estos hechos son planteados de una forma utópica como forma de liberarse para justificar las injusticias que en ellos se efectúan y como una forma de evitar el reproche de los adeptos a la misma? Porque es cierto que la razón busca no ser coaccionar, pero puede que la violencia de esa lucha lo que haga es una nueva coacción hacia los mismos seguidores de la ilustración y se convierta en un simple medio de control de las mentes para un fin pragmático de quienes encabezan dicho pensamiento; pienso que sería bueno analizar esto y sacar conclusiones, para que no vayamos a salir de un dogmatismo para caer en uno nuevo, pero bellamente formulado.
Por cierto, muchas gracias por tan invaluable tesoro que es este texto.