Biblos y Hermeneia: creer y saber. Los origenes de la fe cristiana.
Biblos y hermeneia: creer y saber.
Los origenes de la fe cristiana.
frente a frente. Hermeneia
y Biblos, desde
hacía mucho tiempo no
lo estaban porque habían
acontecido muchas cosas
en la casa, sin embargo pregunta Biblos:
- ¿Por fin te decidiste a conocerme?
- No sé si sea el tiempo de conocerte, no sé
si ya estoy lo suficientemente madura y
preparada para poder conocerte, por eso la
pregunta que siempre taladra en mi mente
es: ¿Estoy lo suficientemente madura para
conocer a Biblos?
- Yo creo que ya lo estás, piensa mujer que
has estudiado lenguas clásicas: griego,
hebreo y latín, además del arameo, copto y
siríaco; por otro lado tienes amplios dominios
en las lenguas modernas: inglés,
francés, alemán e italiano, siendo el
español tu lengua natural, adquiriste
además varios títulos universitarios: doctorado
en filología, filosofía, teología así
como maestrías en sicología, arqueología y
antropología, has realizado varios viajes,
conoces muchas culturas antiguas y modernas,
posees conocimientos en paleontología,
has realizado traducciones de textos antiguos
a lenguas modernas. Realmente mi querida
Hermeneia, si no estás preparada para
conocerme ahora, ¿Cuándo lo estarás?
¿Cuándo seas una anciana y ya no puedas
valerte por ti misma? Ven a conocerme, no
tengas miedo que yo misma te guiaré en tu
recorrido, te llevaré de mi mano y no te
abandonaré, anda arriésgate….
- Está bien, - dijo Hermeneia a Biblos - ,
mañana empezaremos la aventura de
conocerte, espero que cumplas tu promesa
de no abandonarme y de llevarme de tu
mano para no extraviarme.
- No tengas miedo, - respondió Biblos -
mañana, tú y yo, empezaremos la gran aventura.
Al día siguiente, muy temprano Hermeneia
estaba allí, frente a Biblos.
– Buenos días ¿Estás lista? - Inquirió Biblos.
- Sí, creo que estoy lista, pero ¿Por dónde
empezaremos?
- Empecemos llevando un orden - respondió
Biblos-. Tu padre Hermes me había dado unas
instrucciones muy sencillas para guiarte en tu
visita.
- Fuera de la plaza pública, hombres, mujeres
y niños van y vienen; los niños asisten
a las clases con sus maestros, todos visten
con largas túnicas, van calzados con sandalias
y adornan sus cabezas con coronas de
laurel. Reina una gran armonía entre todos,
la ciudad parece construida según el
modelo de sus habitantes: un espacio
seguro, ameno y agradable para convivir
con los demás – Complementó Hermeneia.
- Muy bien, han hecho una buena descripción
de mí - dijo Greta - ¿Saben realmente
quién soy?
- No - respondieron a unísono Hermeneia y
Biblos.
- Soy - dijo Greta - , la cuna, el origen, la
más antigua raíz de la cual procede nuestra
forma de pensar. Grandes hombres, como
ese que ven hablando con sus alumnos, son
los que me dieron fama: Pitágoras, Heráclito,
Parménides, Sócrates, Platón, Aristóteles,
Plotino; las grandes escuelas y los
grandes movimientos que ellos formaron
fueron los que me dieron un lugar muy importante
en la historia; según algunos, un
puesto tan importante que nadie, en
muchos siglos de historia, ha podido superarlo.
En el recorrido que están haciendo
tendré que acompañarlas porque sin mí, la
travesía no tendría sentido. Ahora permítanme
presentarles a mi amiga inseparable:
Iuda.
- Hola yo soy Iuda y quisiera preguntarles
¿Qué ven en mi?
- Vemos un gran templo, grandísimo, de
dimensiones colosales, adornado con hermosas
Así fue como estas dos grandes amigas
empezarían una aventura, al final de la cual
se harían más amigas, Hermeneia y Biblos
terminarían transformándose con lo que descubrirían
a lo largo del trayecto recorrido.
Éste era el letrero que aparecía bajo el portal;
las amigas viéndolo atravesaron la gran portada
y en el centro del salón se encontraron
con tres grandes maquetas que estaban enfiladas
en un orden sucesivo y cada una marcada
con un nombre: la primera se llamaba
Greta, la segunda Iuda, la tercera Latina.
- ¡Vaya nombres peculiares¡ - exclamó Hermeneia.
- Ya verás el porqué de sus nombres - dijo
Biblos.
Para el asombro de ambas, Greta exclamó:
- Hola chicas, ¿Les parece muy extraño mi
nombre? Ya verán por qué me llamo así
¿Qué es lo que ven en mí? Hagan una
descripción.
- Vemos en primer lugar una gran plaza,
adornada con grandes y hermosas columnas
y en el centro de la plaza vemos a un hombre
que dialoga con otros más jóvenes que el
primero; parece que entre ellos hay una gran
discusión. Se ven las manos agitadas de
algunos, otros las levantan para preguntar,
otros tienen actitudes de estar pensando o
ejercitando el pensamiento – Se adelantó
Biblos en responder.
joyas, con grandes pórticos y dentro de sus
naves vemos a muchos hombres mayores
que enseñan a otros más jóvenes. Ellos
tienen largas cabelleras y barbas adornadas
con pequeñas trenzas, están vestidos con
mantos que terminan en flecos y todos
tienen un pequeño gorro redondo que les
cubre una parte de la cabeza. Sin embargo,
éstos se diferencian de los anteriores
porque tienen en sus manos unos libros en
forma de rollos; todos discuten temas relacionados
con ese libro, unos señalan con el
dedo algún lugar específico del texto, otros
levantan la mano y hay una gran agitación.
Fuera del templo, hombres y mujeres van y
vienen alrededor de muchos negocios
donde se compra y se vende. Sin embargo,
todo gira alrededor del templo.
- Muy bien, han hecho una buena descripción
de mi, sin embargo ¿Saben quién soy?
- No - respondieron nuevamente Biblos y
Hermeneia.
- Soy - dijo Iuda - junto con Greta, la cuna de
la cultura occidental, soy la raíz de la cual
procede la forma de creer y de esperar de la
civilización occidental. Grandes hombres
como Abraham, Isaac, Isaías, Jeremías,
Ezequiel, Daniel, David, Salomón, así como
grandes movimientos y tendencias, descienden
de mí. Ellos son los que me dieron una
fama, un esplendor y una grandeza tal que
nadie ha podido superar.
- Greta y yo somos como dos polos que nos
atraemos y nos repelemos, pero a la vez nos
necesitamos para conservar nuestro equilibrio y
la armonía de aquellos que proceden de nosotras.
A veces dialogamos, a veces nos distanciamos;
algunos han considerado que la una es
superior a la otra, pero en realidad parecemos
hermanas, porque aunque peleamos,
discutimos y dialogamos, sin embargo mutuamente
nos apoyamos. Mis queridas
amigas, desde este momento Greta y yo las
acompañaremos en la aventura que han
iniciado. Ahora les presentamos a Latina,
nuestra compañera.
- Hola chicas - exclamó Latina -, quisiera
preguntarles ¿Qué ven en mi?
- Vemos en ti un gran estadio, de inmensas
proporciones y de medidas colosales,
además de estar hermosamente adornado
con mármol de carrara. En el centro del
mismo hay una explanada hecha de arena,
rodeada por unas compuertas que dan
acceso a un sótano. También vemos inmensas
graderías y palcos de honor.
- Fuera del estadio, apreciamos una gran
avenida donde hay mucha agitación, unos
van, otros vienen. Vemos algo así como una
especie de gran edificio central en el centro
del cual hay un gran trono y en el trono
puede verse a un hombre vestido con hermosas
prendas: sandalias, manto y túnica;
éste tiene la apariencia de ser alguien que
posee poderes divinos o sobrehumanos.
Alrededor de él están otros hombres también
de aspectos nobles que discuten acaloradamente,
a diferencia de Greta y Iuda, la
relación que aquí parece percibirse no es la
de maestro-alumno sino la de superioridad-
inferioridad.
- Fuera de este gran edificio también puede
apreciarse a los maestros que discuten con
sus alumnos; puede apreciarse un lugar
donde hay otros hombres bañándose en
unas aguas que parecen calientes, fuera de
la ciudad se ven algunas viviendas que son
para veranear.
- Muy bien, han hecho una buena descripción.
Yo no soy tan antigua como Greta y
como Iuda, sin embargo soy producto de
ellas dos y tengo dentro de mí tanto de la
una como de la otra. Por un lado, los maestros
y los alumnos que ven en mí son un
reflejo de los alumnos y los maestros que
vieron en Greta; por otro lado, los hombres
que ustedes ven predicando en las plazas
fueron emigrantes que llegaron a mí procedentes
de Iuda. Mi gran aporte a la cultura
occidental fue haber creado una forma de
dirigir la ciudad teniendo como directriz la
ley y la norma, el dominio y el control de sí
mismo, el respeto a los demás. Debo
decirles que desde ahora, nosotras tres,
Greta, Iuda y yo, tendremos que acompañarlas
durante la travesía que harán a lo
largo y ancho del terreno misterioso que se
proponen escrutar y descubrir.
Greta toma la palabra y dice:
- Es necesario que antes de pasar a otro
nivel echemos una mirada más profunda al
lugar de donde provengo porque creo que
allí hay otro misterio que nos puede ayudar
en nuestra aventura.
- Cuentan las antiguas leyendas de mi
pueblo que provengo de las luchas entre los
dioses, ellos fueron los que me engendraron.
Entre ellos había uno que era el mediador,
el que comunicaba la voluntad de los
dioses a los humanos, el que interpretaba
los deseos de los unos para con los otros;
ese dios se llamaba Hermes. Él engendró
una hermosa niña que debía llevar el
nombre de su padre y de su madre que se
llamaba Herminia.
Luego dirigiéndose a Hermeneia le pregunta:
- ¿Nunca te has preguntado por qué te
llamas así?
Inmediatamente se iluminó el rostro de
Hermeneia. Ella había conocido a su hermosa
madre pero no a su padre, de quien
aquella le hablaba siempre con gran admiración,
respeto y cariño, sin embargo nunca
le había hablado de su procedencia ni de su
origen divino.
Ahora Hermeneia entendía por qué tantas
cosas en su vida, cosas que tenían el sabor
de lo extraordinario y de lo misterioso;
ahora entendía por qué su madre se había
preocupado por una educación tan esmerada
para ella en lo concerniente al estudio de
los autores clásicos y de las lenguas clásicas;
todo obedecía a un plan que seguramente
su padre Hermes había proyectado
para ella y que su madre debía cumplir a
cabalidad hasta el día que murió.
De repente, Iuda toma la palabra e indica
que en su pueblo existía una antigua leyenda
que decía que Dios mismo había pretendido
revelarse directamente a los hombres;
pero que, como estos no estaban
capacitados para entender su lenguaje
directamente, se sirvió de unos hombres
muy sabios y muy buenos para que escribieran
un gran pergamino donde quedara
consignada su voluntad; las personas al
escuchar el nombre del pergamino debían
dirigir todos sus sentidos y sus vidas al
Dios Altísimo.
Y dirigiéndose a Biblos le pregunta:
- ¿Nunca te has preguntado el porqué de tu
nombre? Tu nombre puede tener muchos
sentidos: el primero puede ser “el Libro”
que es una traducción del antiguo “pergamino”;
pero también puede significar simplemente
“un libro” en el cual se consigna
toda la sabiduría de los seres humanos;
puede significar biblio-teca “el lugar”
donde se guardan los libros.
Cuando Iuda terminó de hablar, Biblos
entendió muchas cosas: comprendió por qué
Hermes quería que Hermeneia la conociera,
tuvieran juntas muchas aventuras y que
nunca se separaran. Ahora entendía por qué
en ella estaba depositada tanta sabiduría
acumulada durante tantos años. ¡Qué
honor, pero qué responsabilidad los tesoros
que habían depositado en ella!
En ese momento, ambas amigas habían
entendido el origen divino que las unía
tan estrechamente.
Finalmente habló Latina diciendo:
- Cuenta una antigua leyenda que una
vez aparecieron por mis calles, mis
plazas y mis montañas un grupo de hombres,
que en épocas anteriores, se dedicaban
a la pesca y que hablaban de un
Dios que se había hecho hombre. Estos
hombres que hablaban del Dios hecho
hombre convencieron a otros y a otros
hasta llegar a convertirse en una fuerza
tan grande que terminaron por arrebatar
para su causa a todos los hombres que
vivían en el orbe entero.
- Éstos tomaron prestados elementos de
Greta y de Iuda y lograron consolidar una
doctrina; más aún, dice la leyenda que este
Dios hecho hombre es el cumplimiento de
una profecía anunciada por los visionarios
de Iuda, hombres que alcanzaban a anticiparse
en el tiempo y pronosticar y predecir
lo que iba a suceder.
Esa fue la manera como Hermeneia y
Biblos al final de esta pequeña aventura
terminaron transformadas redescubriéndose
en sus orígenes; redescubrieron las
raíces que las convirtieron en lo que son:
Hermeneia o exégesis, el arte de interpretar,
traducir, mediar y Biblos o la voz de Dios,
la Sabiduría divina. Ambas habían conocido
a sus antepasados, tres grandes amigas:
Greta, Iuda y Latina. Sin embargo, todavía
tendrían otra aventura en la que terminarían
por descubrirse más a sí mismas y las transformaciones
que irían poco a poco sufriendo.
Ahora eran cinco amigas,
Biblos y Hermeneia,
Greta, Iuda y Latina, las
que debían desvelar el
misterio inserto en el árbol
de la vida, del saber, del
creer y del esperar. Ahora
hacían una lectura diferente
de cada una de ellas.
Biblos había descubierto que era hija de
Iuda por su cultura, pero por su nombre
descubría algunos rasgos de afinidad con
Greta, así como con Latina. Hermeneia
había nacido en Greta pues sus orígenes se
encontraban allí y por su forma de concebirse
a sí misma, pero por cultura sus antepasados
habían tenido un desarrollo muy
notable en Iuda, aunque también en Latina.
Pero entre las tres existían parentescos tan
profundos y tan familiares que podían
verse reflejadas entre sí mismas; existía
entre ellas algo así como unos rasgos familiares,
unos parecidos que las hacían ver
como si fueran de la misma familia y para
nada desconocidas.
La pregunta que rondaba por sus mentes
era ¿Cómo iban a escalar el árbol de la vida
si no tenían la clave para acceder a él? Para
que él les permitiera subir por sus ramas
debían desvelar una característica común a
Biblos, Greta, Iuda, Hermeneia y Latina.
Sin embargo, Hermeneia por tradición era
la encargada de desvelar los misterios, ella
era quien desde las épocas de su padre
Hermes descubría lo oculto en los misterios,
así que las otras chicas le encomendaron
esta inmensa labor.
Esta es la razón por la cual Hermeneia se
pone en la tarea de tratar de descubrir
aquello que debía ser común a estas cinco
amigas.
Empieza haciendo un recuento de lo que
hasta ahora había visto y oído; en Greta
predomina la figura del maestro que
enseña el arte de razonar; en Iuda predomina
la figura del maestro que enseña el arte
de obedecer la ley religiosa; en Latina predomina
la figura del maestro que enseña el
arte del dominio de sí mismo y del gobierno
de sí. El conocimiento, la obediencia y
el autocontrol o autodominio eran las
características que definían de forma más
notable a sus amigas pero ¿Cuál era la característica
común a todas ellas?
Los hijos de Greta creían que en el arte de
razonar bien estaba la mayor característica
que los definía como únicos y auténticos;
los hijos de Iuda creían que en la capacidad
de obedecer a la ley y ésta entendida como
la voluntad de Dios, estaba la principal característica
que los definía como únicos y
más auténticos; Latina creía que sus hijos
se caracterizaban como únicos y auténticos
por el arte del gobierno de sí, del autocontrol
y del autodominio. Desde aquí Hermeneia
podía deducir que la ley del saber, la
ley de Dios y la ley del gobernante podrían
ser una característica común a todas ellas.
Pero también existía otra posibilidad: la del
origen divino de las cinco amigas; todas
ellas tenían directa o indirectamente un
origen divino: Greta había nacido de la
lucha entre los dioses, Iuda había nacido de
la voluntad del Dios creador, Latina tenía
un gobernante que parecía revestido de caracteres
divinos, Biblos en su interior albergaba
la voluntad divina y ella misma
descendía de Hermes el dios encargado de
transmitir mensajes entre los dioses. Por fin
había encontrado una característica común
entre ella y sus amigas, característica que
consistía en el origen divino del cual
descendían.
Cuando encontró esta característica común
a las cinco se alegró mucho y corrió a
contárselo a sus amigas y todas juntas
fueron hasta las raíces del árbol de la vida
para proclamar el origen divino del cual
procedían. Estando delante de las raíces del
árbol de la vida, Hermeneia pronunció el
nombre “divino”, pero el árbol no le permitió
subir por sus ramas.
Entonces intentó decir varios nombres:
Hermes, Yavé, Apolo, Dios e inmediatamente
el árbol de la vida se puso a la
disposición de ellas para que empezaran a
descubrir sus secretos; secretos que estaban
repartidos en dos grandes ramas: la primera
tenía el nombre de Eclesía y la segunda el
nombre de Tejné pero ¿Quiénes eran ellas?
- Hola chicas - dice Eclesía -, ¿Qué ven en mí?
- Vemos una comunidad de hombres, mujeres
y niños que están alrededor de doce
hombres que les predican, les enseñan y les
sirven; parecen tenerlo todo en común,
nadie tiene más ni menos que nadie; todos
están sentados alrededor de una gran mesa
donde hay panes y vino; la cena que están
realizando la hacen con gran fervor, respeto
y alegría; de entre los principales que están
sentados en la mesa existe uno que está
vestido de blanco, su rostro y sus vestidos,
así como sus cabellos y sus barbas son
deslumbrantes; hay una gran paz en él, una
serenidad, una bondad y una dulzura indescriptibles;
sus ademanes corresponden
con su interioridad; posee una mirada tan
profunda que penetra hasta lo más hondo
del alma. Fuera de este lugar se pueden
ver soldados que van y vienen, parece que
están persiguiendo a los que están en la
reunión de la comunidad; los soldados
están al acecho esperando que den un paso
en falso para poder acabar con ellos.
- Muy bien chicas, mi nombre es Eclesía, al
igual que ustedes tengo un origen divino,
también provengo de una lucha del Dios de
Iuda que lucha consigo mismo para rebajarse
y hacerse hombre, para encarnarse a
través de una mujer muy bella; ese hombre
que ven sentado en la mesa y que tiene caracteres
sobrenaturales, ese es el Hijo de
Dios, el Dios encarnado en la entrañas de
una doncella bellísima, el Dios hecho
hombre.
Continúa diciendo Eclesía que, mientras
Greta consideraba que la sabiduría era el
elemento más eficaz para cambiar el
mundo, Iuda creía que era la ley de origen
divino y Latina creía que era la ley surgida
del gobernante:
- Yo Eclesía, creo que es la ley del amor la
que logra salvar y transformar el mundo.
- Mi origen más remoto estuvo en Iuda,
continuó diciendo Eclesía, luego los doce
hombres y el Maestro que ven en mí, emigraron
a Latina; en ésta adquirí carta de
identidad y actualmente se puede decir que
no soy tanto una ciudad sino una civilización;
de modo que he trascendido los
límites de las razas, de las ciudades, pueblos
y aldeas y me he convertido en una civilización
que incluye una forma de pensar,
una forma de ser, una forma de creer, una
forma de amar; incluye lenguas, razas, culturas
y tradiciones.
- Yo Eclesía tuve mi origen en Iuda, adquirí
mi carta de ciudadanía en Latina pero Greta
me aportó muchísimos elementos para
autocomprenderme y para desvelar los
misterios que existen en mi interior; los
hombres que le dieron fama a Greta son los
que propiciaron los elementos y herramientas
para comprenderme a mí misma y para
hacerme comprender ante los demás; por
eso, en mí, - dice Eclesía -, perduran Greta
y Iuda.
- Por otro lado he enriquecido a Biblos, he
escrito un segundo capítulo de su historia,
en él continúo narrando lo que le faltaba al
primero para mostrar la plenitud de los
acontecimientos divinos, la plenitud de los
tiempos.
Ahora, dice Eclesía, les presento a mi
amiga inseparable: Tejné.
- Hola chicas, soy Tejné, y les pido el favor
de que me describan.
- En ti se puede apreciar que todo funciona
mecánicamente, todo funciona con precisión,
todo funciona matemáticamente;
existe en ti una gran preocupación por las
máquinas y por los dispositivos eléctricos;
todo dentro de ti funciona como si todo
hiciera parte de una gran mecanismo; en ti
no vemos la figura del maestro sino la del
operario y la del obrero que frente a las
máquinas se interesa por producir y producir.
Cuando un mecanismo no funciona o
cuando una parte del mecanismo se arruina
es reemplazada y es tirada a un lugar que
tiene un letrero que dice “inservible”.
- Da la impresión de que los hombres en ti
no parecen ser libres, con sentimientos y
voluntad sino que parecen autómatas que
están al servicio de una gran máquina; los
hombres en ti no parecen hombres sino que
da la impresión de que son algo así como
dispositivos o engranajes dominados por
un gran cerebro central. Parece que a los
hombres no les está permitido pensar por sí
mismos sino que están en función del gran
engranaje, de la gran máquina y al servicio
del gran cerebro central que todo lo
domina.
-Muy bien chicas - dijo Tejné -, mi origen
no es divino, no desciendo ni de la lucha
entre los dioses, como en el caso de Greta,
ni de la lucha del Dios consigo mismo,
como en el caso de Eclesía, ni como en el
caso de Iuda del Dios que preexiste por
siempre, sino que soy producto de la mente
humana, soy una creación humana; mi pariente
más cercano es Greta y tiendo a convertirme
en alguien tan importante que me
hago imprescindible para los hombres.
-Sin embargo - recalcó Tejné -, mi gran preocupación
es que tiendo a convertirme en
alguien que valora a los seres humanos por
su capacidad productiva; también empiezo
a considerarlos como piezas de un gran
engranaje que cuando ya no funcionan se
desechan, se descartan y se tiran teniéndolos
por inútiles.
- Tengo un gran cerebro central y artificial
creado por los hombres y con él determino
el tiempo y la duración de las cosas, la cantidad
de productos que se deben producir y
logro llegar a crear necesidades en los seres
humanos para que compren más y gasten
más; por eso una de las grandes leyes que
me determinan es la ley de lo que produzco
para ofrecer frente a lo que requieren de mí
los seres humanos para calmar sus ansias
de bienestar.
- Mi meta es invadir todos los espacios en
que habita el ser humano, incluso llegar a
invadir al propio ser humano: sus sentimientos,
sus afectos, su cerebro, su conciencia…
Para lograr esta meta creo
necesidades cuando hago aparecer como
imprescindible algo que en realidad no lo
es.
Continúa diciendo Tejné:
- Los seres humanos son un medio para
alcanzar un fin; el obrero es el medio que
opera la máquina en una empresa y de él
espero que produzca un producto determinado;
el operario es el que opera la máquina
y en el funcionamiento de éste espero
que se produzca algo… el campesino para
mí es un medio que cultiva el campo para
producir la comida.
-Algunos dicen de mí que soy inhumana -
continúa diciendo Tejné - pero la humanidad
para mí es simplemente la creación de
bienestar y de placer para el ser humano; la
humanidad consiste para mí en que el
hombre esté cómodo, tenga lujos, obtenga
bienestar, en eso consiste para mí
humanizar el mundo; eso sí, dejo muy en
claro, mis queridas amigas que quien no
posea dinero ni riqueza ese no puede gozar
de lo que le ofrezco para que esté cómodo.
En esto me diferencio de mi amiga inseparable
Eclesía…
Ahora, dice Eclesía
- Para mí los seres humanos son personas a
quienes quiero y amo por sí mismos, por lo
que son; mi amor por los seres humanos se
manifiesta en la compasión, en la misericordia,
en la piedad y en el perdón; trato de
llevar a los seres humanos a un lugar donde
ellos mismos descubren lo mejor de sí
mismos y donde son capaces de descubrir
su necesidad de trascendencia, su necesidad
de Dios; intento llevar a los seres
humanos al lugar donde ellos mismos sienten
una gran estima y una gran necesidad de
los otros; por eso el carácter comunitario
que existe en mí es una característica que
me define; sin importarme si el ser humano
es rico o pobre, es operario, obrero o campesino
simplemente amo a todos y cada uno
de los seres humanos por lo que son y como
son y no por lo que producen.
- Ahora queridas amigas, continúa diciendo
Eclesía a Greta, Latina, Iuda, Hermeneia y
Biblos como pueden ver entre Tejné y yo
existen algunas diferencias muy grandes y
marcadas; eso ha hecho que muchas veces
nos consideren enemigas, otras veces nos
consideren amigas que podemos llegar a
ser complementarias; esa es la razón por la
que algunas veces consideran que los caminos
de Tejné son opuestos a los míos; otros
consideran que yo voy detrás de ella
aportando lo que ésta no tiene; otros consideran
que Tejné debiera ser la única que
podría reinar en la civilización humana;
otros consideran que si Tejné no tuviera mi
apoyo y mi consejo ya se hubiera autodestruido.
Lo cierto es que entre ambas existe
tal atracción y tal repulsión que aunque nos
rechazamos sin embargo nos necesitamos y
nos complementamos.
Sayber
- Mi gran aliada, dice Tejné, es Sayber; ella
y yo intentamos apropiarnos del mundo e
incluso nuestro gran propósito es desplazar
al hombre colocando y creando máquinas
que piensen y actúen por ellas mismas y
que por otro lado lo puedan reemplazar.
También intentamos crear grandes cerebros
que sean capaces de manejar y manipular
todo cuanto existe; nuestra intención es que
el hombre simplemente obedezca a las
máquinas creadas en los laboratorios, en
los talleres y en las grandes factorías saybernéticas.
- También, dice Tejné, intentamos crear
sayberespacios;estos son lugares no reales
pero son lugares que existen; en ellos se
puede guardar información, crear salas de
conversación y recreación; en ellos se
pueden encontrar cosas para comprar y
vender; en los sayberespacios se pueden
realizar consultas, es más el protagonismo
de Sayber es tan grande que se dice que
“quien no está inscrito en el sayberespacio
simplemente no existe”; una de las grandes
tendencias del sayberespacio es que tiende
a desplazarlo todo y simplemente a existir
por sí mismo.
- Dice Eclesía a su vez, que ella tiene también
dos grandes aliadas llamadas Estetiqué
y Poetiqué; entre ellas intentan hacerle
contrapeso a Sayber; Estetiqué y Poetiqué
leen y ven el mundo como si éste fuera una
gran obra de arte o un gran espacio simbólico
que lo trasciende todo; ellas tienen como
propósito crear espacios y mundos alternos
donde la persona se puede re-crear; su
esfuerzo se encamina a crear un mundo que
no sea solamente el de la máquina, el del
operario o el del obrero sino un mundo recreado
por la imaginación, la voluntad, los
sentimientos, la fe y la esperanza; el mundo
de Estetiqué y de Poetiqué es el mundo de
la re-creación y el mundo del juego.
Continúa diciendo Eclesía que
- Mientras que para Estetiqué lo que prima
es la Imagen, la Figura, la Forma y el
Color, así como la Idea, el Símbolo y el
Signo, para Poetiqué lo más importante es
la palabra, el diálogo, la figura, la metáfora,
el texto, el contexto y el hipertexto.
Ambas al ser aliadas de Eclesía, tratan de
crear mundos alternos al mundo creado por
Tejné.
Así mientras que Tejné se sumerge en el
mundo de las soluciones para las necesidades
de los humanos, Sayber se sumerge
en el mundo virtual, posible y en el mundo
de los sistemas computacionales y operacionales.
Eclesía por el contrario abre un mundo destinado
a trascender todos los demás
mundos: un mundo de eternidad, gracia y
esperanza; Estetiqué recrea un mundo plasmado
de figuras y Poetiqué recrea un
mundo que se canta, se poetiza, un mundo
que se hace ensoñación.
Todas ellas luchan por apropiarse del
hombre y de su mundo; sin embargo en su
lucha lo que hacen es darle equilibrio; un
equilibrio para los seres humanos, esa es la
razón por la cual todas ellas se necesitan.
Así es como estas amigas se reunirán con
las anteriores y serán más amigas y más
cercanas las unas a las otras; Greta, Iuda,
Latina, Hermeneia y Biblos han encontrado
a cinco nuevas amigas: Eclesía, Tejné,
Sayber, Estetiqué y Poetiqué; pero las diez
amigas deben prepararse para la etapa final
del último viaje; quizás la etapa más peligrosa
y sin embargo la más atractiva porque
llegando hasta el final descubrirán el verdadero
sentido de sus vidas.
Sin embargo, antes de terminar esta segunda
gran aventura, pregunta Hermeneia a sus
compañeras de camino: - ¿Qué transformaciones
habían experimentado a lo largo del
recorrido por las diferentes ramas del árbol
de la vida?
La misma Hermeneia, a manera de reflexión,
trata de hacer un recuento de lo que
han vivido, además de las transformaciones
que han experimentado. Biblos y ella,
Greta, Iuda y Latina por un lado, han descubierto
sus rasgos familiares, por otro han
advertido sus orígenes divinos, ellas han
sido como la savia que ha nutrido el árbol
de la vida, la vida de la civilización occidental;
además han descubierto que por
esos avatares del destino, las cinco y el
caudal histórico que tienen tras ellas engendraron
sin quererlo a las otras cinco compañeras
de camino; ellas se ven reflejadas
en Eclesía y Tejné, Poetiqué, Estetiqué y
Sayber, de una u otra manera estas son sus
parientes más cercanas por lo tanto con
ellas debían desvelar la etapa final del
camino ¿Sería realmente este el final del
camino?
Cierto día estaban Fides y
Ratzio conversando en la
biblio-teca, pero Ratzio
veía que su amiga estaba
muy inquieta, casi que
afligida y de pronto le
pregunta:
- ¿Por qué estás tan inquieta?
- Porque desde hace varios días tengo una
pregunta que me está taladrando en la
mente - responde Fides.
- ¿Qué pregunta? - Inquiere Ratzio.
- Tú que sabes tanto, tú que conoces culturas,
pueblos y civilizaciones, tú que
conoces la historia de nuestra civilización
¿Es posible que los hombres puedan
conocer a Dios?
Frente a tal pregunta Ratzio permaneció
mucho tiempo en un silencio meditativo y
profundo, al final del cual respondió:
- Cuenta una antigua tradición que entre
los años 700 y 1400 de nuestra cultura,
un puñado de hombres, entre los cuales
se menciona a Buenaventura, Escoto
Eriúgena, Pedro Lombardo, Bernardo
de Claraval, Hugo de San Víctor,
Nicolás de Cusa, Tomás de Aquino,
Alberto Magno, se hicieron exactamente
la pregunta que tú misma me
acabas de hacer ¿Es posible conocer a
Dios? Y todos ellos respondieron que sí
es posible conocer a Dios.
- Pero ¿Cómo es posible conocer a
Dios? - pregunta Fides.
- Ellos decían - responde Ratzio -, que
para conocer a Dios existe un camino
que tiene cuatro etapas, periodos o estadios.
Te los voy a mostrar.
La primera etapa del camino la llaman el
período del conocimiento racional o
intelectual de Dios.
Esta primera etapa del conocimiento
racional o intelectual de Dios consiste en
adquirir todo el conocimiento que sea posible
por la vía de la lectura, la escucha, el
testimonio acerca de lo que concierne a
Dios; las principales fuentes, las fuentes
que deben orientar dicho saber son básicamente
la Sagrada Escritura o la Biblia, el
Catecismo de la Iglesia católica, las
grandes obras escritas por los grandes hombres
y las grandes mujeres que han tenido
una gran y profunda experiencia de Dios;
además se pueden encontrar conocimientos
acerca de Dios en las predicaciones y las
homilías de los grandes predicadores; incluso
ellos consideran que el mundo es
como un gran libro escrito por Dios mismo,
por lo tanto en la misma naturaleza, en el
mundo es posible tener un conocimiento de
Dios; los sacramentos son signos visibles a
través de los cuales Dios se hace presente.
En conclusión, la gran tarea de esta primera
etapa del camino que conduce hasta Dios
es la búsqueda racional e intelectual del
conocimiento de Dios; el que se puede
adquirir a través de la lectura, pero también
mediante la escucha, la vista, por medio del
gusto y del deleite. La gran preocupación
en este primer período es conocer a Dios,
dejarse seducir por él y conocerlo por la vía
de la razón.
Al final de esta primera etapa del camino el
hombre termina formándose una idea
mental sobre Dios; todo el conocimiento
adquirido termina por convertirse en una
imagen que queda impresa en la mente del
hombre.
- Fides interrumpe a su amiga y le dice: A
ver si entendí bien, la primera estación del
camino es conocer, saber e interpretar, leer
sobre Dios por todos los medios disponibles
para ello y la finalidad es formarse una
idea o una imagen mental de Dios ¿No es
así?
- Estás en lo cierto – le responde Ratzio.
Rápidamente inquiere Fides a Ratzio ¿Cuál
es la segunda etapa del camino?
Una vez que se ha conocido leído e investigado
acerca de Dios –responde Fides
tratando de continuar su relato-, se trata de
avanzar hacia el estadio o nivel más profundo
pues se trata de comprender uno a
uno los conceptos, las palabras y las ideas
que se adquirieron en la primera etapa del
camino.
Se debe realizar un recorrido que va desde
la mente hasta el corazón; según este
desplazamiento se trata no solo de saber
intelectualmente acerca de Dios sino de
sentirlo, de amarlo y esto se realiza con la
ayuda del Espíritu Santo, ya que Éste es
quien ilumina la mente y el corazón de los
hombres; la mente iluminada por su gracia
queda capacitada para entender las cosas de
Dios; el corazón iluminado por sus dones,
sus frutos y su gracia es fortalecido para
amar las cosas relativas a Dios, pero principalmente
amarlo a Él.
Al final de esta segunda etapa del camino
se comienza a sentir tanta simpatía, tanto
amor y tanta afinidad con Dios y con todo
lo relativo a Él que se empieza a experimentar
una unidad entre lo pensado, amado
y sentido por Dios; unidad entre la mente,
el corazón, el cuerpo y la presencia de
Dios.
- Nuevamente interrumpe Fides diciendo:
A ver si entendí bien, en esta segunda etapa
ya no es la mente, ni el intelecto quienes
tienen una primacía en la relación con Dios
sino que es el corazón, el afecto, los sentidos
que se penetran todos por la simpatía
con Él ¿estoy equivocada?
- No, estás en lo cierto –subraya Ratzio-.
- Espera aún debo preguntarte otra cosa –
continúa diciendo Fides - ¿Cuando las personas
bailan, danzan, cantan, levantan las
manos, lloran y todo esto entendido como
expresiones para Dios, están demostrando
que han alcanzado esta segunda etapa del
camino?
- Si - afirma Ratzio -, porque estas expresiones
externas de las personas hacen parte
de sus afectos, de sus emociones y de sus
sentimientos sobre todo cuando se sienten
invadidas por la presencia de la divinidad e
iluminados por su Santo Espíritu.
- Bien -continúa diciendo Fides - ¿Y cuál
es la tercera etapa del camino?
Nuevamente Ratzio retoma su relato diciendo
que si la persona ha sido capaz de
llegar hasta esta etapa del camino ya tiene
un saber muy grande sobre Dios, conocimiento
que no es solo mental e intelectual,
el que no es meramente conceptual o
racional sino que es una intelección amorosa,
afectiva, algo que acontece en el
corazón del creyente; es similar a lo que le
pasa a la madre que no solo llega a conocer
a su hijo con la mente sino que su amor por
el hijo llega a ser tan grande que este afecto
la impulsa a conocerlo más y más. Con la
experiencia de lo divino sucede algo similar,
en la segunda etapa del camino que
lleva hacia Dios el hombre descubre su
lado amoroso, el amor mueve e impulsa al
ser humano a conocer más y más a la divinidad.
La tercera etapa del camino y parte de la
segunda ya no dependen exclusivamente de
un esfuerzo por parte del hombre, por lo
tanto el ser humano no tiene que esforzarse
para conocer a Dios sino que simplemente
él debe abandonarse en las manos de la
divinidad; el hombre debe dejar que el ser
divino se le muestre, que le indique el
camino, la persona debe dejarse instruir por
Dios. En esta tercera etapa lo único que
Dios pide de parte del hombre es la paciencia
y la constancia; paciencia para dejarse
moldear y modelar, constancia para no desfallecer
ni cansarse del camino trasegado.
-Continúa diciendo Ratzio que- La tercera
etapa llamada extática coincide con el
hecho de que Dios lo pone todo, Él realiza
todo, todo lo llena; el hombre para esta
parte del camino no puede vivir sin Dios,
encuentra todo en Dios y a Dios en todo, a
esta altura el ser humano prefiere morir
antes que vivir sin Dios; hay un amor tan
grande y tan inmenso en el corazón
humano hacia Dios y de Dios para el
hombre que uno es para el otro, uno sin el
otro no puede vivir. En esta jornada del
camino el hombre no necesita la razón, ni
los afectos ni los sentidos, cesan las
pasiones, solo reina el amor, una gran paz y
una confianza infinita en el Señor. En esta
etapa ya no hay deseos solo existe uno: el
anhelo de entregarse y de donarse sin
límites.
Cuenta una antigua leyenda que, en un convento
en Ávila, España, una mujer muy
santa llamada Teresa de Jesús se había propuesto
seguir el camino y habiendo llegado
a la tercera etapa, un día subiendo por la
escalera de su convento se encontró con un
niño muy hermoso que le preguntó ¿Quién
eres tú? Ella le respondió: “yo soy Teresa
de Jesús” y tú ¿Quién eres? Y el niño le
respondió “Yo soy Jesús de Teresa”.
Ella lo había buscado tanto que por fin
termina encontrándolo y no solo esto sino
que ya le pertenecía: “Yo soy Jesús de
Teresa”; Jesús viendo los afanes de ella y el
amor tan grande que le profesaba termina
donándose.
La última etapa del camino que lleva hacia
la unión íntima con Dios se llama el rapto.
Cuentan que muy pocos hombres han llegado
hasta esta jornada del camino; pero eso
sí, quienes llegan, pueden decir que alcanzan
la cima, la cumbre de la perfección
cristiana.
Esta cuarta etapa, -dice Ratzio-, es algo
muy particular ya que el hombre que puede
llegar hasta aquí se olvida de sí mismo,
olvida sus deseos y sus intenciones, se
olvida de las cosas y de las personas de este
mundo; quien llega hasta aquí es todo de
Dios, solo a Él le pertenece, su gran deseo
es poseer al ser divino, su tesoro y riqueza
es tener plenamente a Dios, por otro lado la
divinidad se lo roba para sí, lo toma en sus
brazos y lo lleva siempre cargado como si
fuera un niño en brazos de su madre,
cuando esto sucede solo hay un deseo de
parte del hombre: ser solo de Dios. “Solo
Dios basta”.
A ver si entendí- comenta Fides-. La última
etapa del camino se puede asemejar a
aquello que le pasó al profeta que fue arrebatado
vivo hacia el cielo en una carroza de
fuego, que dicen que Dios se lo llevó….
Sí, la imagen es verdadera, -responde
Ratzio- y continúa diciendo ¿Te acuerdas
que al comienzo de nuestra conversación te
hablé de algunos hombres que se hicieron
la misma pregunta que tu te hiciste? Pues
bien estos hombres estaban seguros de que
sí es posible conocer a Dios, sin embargo
ellos sostienen que la condición para
conocer a Dios es la realización de este
camino. A propósito ¿Sabes por qué te
llamas Fides? No, - respondió ella-.
Continúa diciendo Ratzio que- el camino
para llegar hasta Dios es el de la fe; la fe es
una vía a través de la cual o por la cual
quien la realiza llega al conocimiento de
Dios y sobre todo a poseerlo, de manera mi
estimada Fides que tu nombre coincide con
el nombre con el que designamos el camino
para llegar hasta Dios.
Ahora comprendo - responde Fides- , que
mi nombre hace parte integrante de la cultura
cristiana en que vivimos; ahora entiendo
que tú y yo nos necesitamos mutuamente
si queremos alcanzar la cima de la
vida cristiana: llegar a conocer, amar y
poseer a Dios.
Además quiero concluir este diálogo –asevera
Ratzio-, con las siguientes palabras:
preguntaste inicialmente por el conocimiento
de Dios, pero dicho saber se convirtió
en iluminación, luego en presencia y
finalmente rapto o propiedad; conocimiento,
iluminación, presencia y rapto son las
cuatro grandes estancias que conforman el
camino hacia Dios. Nunca lo olvides
porque un hombre sin ansia de Dios tiende
a morir en medio de la sequedad del
mundo.
Así fue como Fides y Ratzio comprendieron
que sus nombres entretejidos constantemente
a lo largo de la historia de la cultura
occidental y ejerciendo una gran influencia
en la misma han sido sus personajes
Fides y Ratzio, Eclesía y Tejné, así como Poetiqué, Estetiqué y Sayber son como los grandes
polos entre los que se mueve, como un gran péndulo, la cultura occidental; ellas le brindan
equilibrio y armonía, por eso mutuamente se necesitan aunque constantemente traten de rechazarse
y repelerse.
Estas son la última versión en la que se transformaron aquellas cinco grandes amigas que
inicialmente le dieron color y sabor a este cuento; por eso las cinco grandes amigas iniciales
terminan convirtiéndose en las cinco grandes amigas del final de esta narración. Todas ellas
perviven en lo que somos y en lo que nos determina culturalmente: somos poetas (Poetiqué)
y estetas (Estetiqué), somos razón (Ratzio) y fe (Fides), somos comunidad (Eclesía) y encuentro
en los espacios (Sayber) que la cultura nos propicia para confrontarnos a nosotros
mismos con los otros.
Descendemos de lo divino (Greta, Iuda, Eclesía, Latina) y vamos en busca de lo divino
(conocimiento, iluminación, presencia y rapto de Dios); la vida como la figura de la mujer,
como la figura de estas amigas, todas ellas mujeres, tiene rostro y rasgos de mujer porque a
través de ella se perpetúa la vida, bien como narración, relato, simulación; por eso la vida
es puro cuento, porque se poetiza o se hace estética, porque se hace fe, razón, comunidad y
encuentro.
protagónicos. Conociendo su trayectoria
terminamos por conocernos a nosotros
mismos ya que ellas constituyen la
tradición que está detrás de nuestra espalda.
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