¿Qué es el lenguaje? Herder y Hamann.
¿Qué
es el lenguaje?
Johann
Gottfried Herder.
Herder es el pensador que asume
críticamente la concepción ilustrada del hombre que privilegia la razón, y
contra ella hará un énfasis muy especial en la revaloración del sentimiento y
de la sensibilidad.
El marco general desde el cual hará su
crítica al racionalismo del hombre ilustrado es la concepción de una historia
natural del ser humano, y esta entendida no como progreso lineal, sino como un
proceso de crecimiento orgánico.
Según la propuesta de Herder, el hombre es
considerado como un animal incompleto (Mängelwessen),
ya que no posee un instinto que le dé seguridad en el momento de guiar y
orientar su comportamiento. Sin embargo, y paradójicamente, por esta razón, el
hombre es libre frente a los obstáculos que le presenta la naturaleza, y por
este fenómeno él puede elegir y crear de manera autónoma su propio mundo así
como su propia forma de vida.
Herder, desde una amplia polémica con Kant,
ha sido uno de los primeros pensadores en resaltar la importancia que se
presenta entre el lenguaje y la razón. En este sentido él sostiene que el
lenguaje junto a la razón es el instrumento del cual se sirve el hombre para
formarse a sí mismo y para conformar su propio mundo. Una idea que defenderá
repetitivamente nuestro autor es que sin lenguaje el hombre no tiene razón, sin
razón no existe lenguaje.
Herder sostiene que el lenguaje humano es
algo profundamente diferente de los sonidos emitidos por los animales: el
lenguaje humano es actividad (Energeia)
simbólica mediante la cual se conforman los diferentes significados y a través
del él, el hombre se abre a las experiencias del mundo.
Otra idea que defiende nuestro autor en su
texto Ideas para una historia de la
humanidad es que el lenguaje es el instrumento específico para la formación
del hombre, el lenguaje le muestra, le señala al hombre tanto sus
potencialidades como sus limitaciones.
Lenguaje
y cultura.
Considera Herder que tanto en el hombre
como en el simio puede encontrarse un cierto instinto específico que se puede
llamar imitativo. Este no surge como producto de una reflexión racional, sino
todo lo contrario, es producto de una simpatía orgánica.
La organización del ser humano, que es la
más refinada de todas, está destinada a reflejarse en todos los demás seres de
la naturaleza y a recrearlos en sí misma, en este sentido puede decirse que la
historia de las enfermedades muestra que tanto las afecciones como los traumas
físicos e incluso la locura pueden propagarse simpáticamente.
Este hecho también puede verse reflejado en
los niños, ya que ellos tienen una gran predisposición o sensibilidad para
reflejar en sí mismos todo lo que acontece a su alrededor. Tanto las acciones
como los gestos, las pasiones y los pensamientos son absorbidos
imperceptiblemente por su estado de ánimo; esto sucede de tal manera que lo que
de hecho no lo pueden ejercitar, por lo menos se encuentra en los niños una
cierta predisposición. Esto sucede en virtud de un instinto inconsciente, el
que a su vez se convierte en una especie de asimilación espiritual.
Esto que se aprecia en los niños también
puede apreciarse en los hijos de la naturaleza, especialmente en las culturas
más antiguas. Tal es el caso de las pantomimas que imitan alegremente todo lo
que es expresado a partir de fábulas, ellas quieren expresar y testimoniar a
partir de las danzas, los juegos, las narraciones y los diálogos lo que para
una colectividad se ha convertido en un particular modo de pensar. De igual
modo hay que decir que la fantasía se relaciona, a través de la imitación, con
estas imágenes. En todo este proceso el patrimonio de la memoria y del lenguaje
tienen una forma particular y privilegiada, pues de esta manera los
pensamientos de estas culturas antiguas sobreviven fácilmente en acciones y se
convierten en tradiciones.
Justamente, todo este lenguaje mimético del
hombre que pervive a través de la cultura, es lo que ha dado un carácter
distintivo a la propia especie humana, es decir a la razón. Por lo tanto, solo
se puede acceder a la razón únicamente con el lenguaje; el lenguaje es lo que
caracteriza al hombre y lo distingue de los animales.
El lenguaje ha hecho humanos a los hombres,
con ello ha colocado límites a la enorme marea de estados anímicos de los
hombres y con ello se han erigido por todas partes monumentos racionales. De
esta manera, se puede decir que todo lo que el espíritu humano ha pensado y lo
que los sabios antiguos han dejado a través de su pensamiento, todo ello ha
llegado hasta nosotros únicamente mediante el lenguaje. A través del lenguaje y
mediante ese proceso, nuestra alma pensante se liga y se une al alma del
primero y quizás del último hombre pensante. Se puede decir que para Herder el
lenguaje es la cualidad característica de nuestra razón, mediante la cual, ella
adquiere forma y a la vez se propaga.
La
razón como instrumento y como cálculo.
La tesis de la que parte Herder es que
ningún lenguaje expresa cosas, todo lenguaje expresa nombres. También sostiene
que la razón humana no conoce las cosas sino que solamente posee las connotaciones
de ellas, y estas a su vez son designadas mediante las palabras. Sostiene
Herder que esta es una constatación humillante ya que encierra la historia de
nuestro intelecto dentro de límites restringidos y con ello la configura de
modo inesencial.
Toda metafísica es metafísica en el sentido
propio del término ya que ella se convierte en un registro sistemático de
nombres; registro que se construye haciendo abstracciones de las observaciones
de la experiencia. Si la metafísica se convierte en el registro sistemático de
nombres abstraídos de las observaciones de la experiencia, entonces puede ser
de mucha utilidad, ya que puede servir de guía para el intelecto artificial en
todo otro campo del saber. De modo que cuando la naturaleza íntima de las cosas
se considera por sí misma, ella no constituye ningún concepto completo y
esencial, por lo tanto, ninguna verdad íntima en sí misma. La observación de la
naturaleza no conduce por sí misma a ninguna verdad íntima de la misma, esta es
la razón por la cual se hace necesario llevar a cabo el proceso de abstracción
que realiza la metafísica. En este sentido sostiene Herder que toda ciencia
registra sus cálculos teniendo a la base las individualidades que se abstraen
de las concatenaciones exteriores, las cuales a su vez no alcanza a registrar
la íntima existencia de ninguna cosa, ya que el ser humano no posee ningún
órgano para percibirla y para expresarla. El hombre no es capaz de conocer las
íntimas energías que subsisten en las esencias de las cosas, tampoco podrá jamás
llegar a conocerlas. Ello incluye el hecho de que la energía que nos anima a
nosotros mismos, la misma que produce nuestros pensamientos es oscura para
nosotros y solamente nos gozamos de sus frutos pero no la podemos conocer.
el hombre tampoco está capacitado para
comprender la concatenación que se establece entre la causa y el efecto, ya que
no tiene plena claridad sobre lo que produce los efectos, así como tampoco
conoce el efecto mismo. El hombre no posee absolutamente ningún concepto del
ser mismo de una cosa. Concluye Herder diciendo que la mísera razón del hombre,
como lo indican muchas lenguas, no es más que una máquina calculadora que
atribuye signos a las cosas, según esto, la razón es logos y ratio, palabras
griega y latina, que pueden también traducirse por cálculo.
La
razón como pensamiento y lenguaje.
¿Cuáles son aquellos elementos en torno a
los cuales la razón hace sus cálculos o realiza sus operaciones? ¿Acaso la
razón realiza dichas operaciones o cálculos sirviéndose de las connotaciones
abstractas que ella ha realizado, connotaciones ya por sí mismas imperfectas e
inesenciales? Según Herder, las connotaciones son traducidas en fonemas
arbitrarios; estos a su vez, son inesenciales respecto a las connotaciones
mismas, y justamente con estos fonemas piensa el alma. La materia prima con la
cual piensa el alma son los fonemas. Sostiene Herder que el alma se sirve de
signos y símbolos; estos vistos desde el punto de vista lingüístico propician
una conexión esencial entre lenguaje y pensamiento; de igual manera se da una
conexión entre el lenguaje y las cosas. Los múltiples lenguajes que hablan los
hombres son el material del cual se sirve la razón para realizar sus
operaciones mentales. Según esto, Herder considera que la razón se siente
satisfecha al conformarse con un juego de sombras, que surgen de los cálculos
de la razón, cálculos que son inesenciales y que se pueden designar con este o
aquel signo.
Considera Herder que lo anteriormente
descrito se convierte en motivo para que el género humano se sienta triste pues
los errores y las opiniones son consustanciales a la naturaleza humana cuando
los hombres propagan estos conceptos mediante la razón y el lenguaje.
Herder intenta mostrar como la razón
funciona en torno a los conceptos, pero estos han llegado establecerse de modo
arbitrario; sin embargo, aunque la razón funciona con estos conceptos nacidos
de la arbitrariedad, con ellos realiza sus propios razonamientos. Este hecho,
ante los ojos de Herder es fatal para la historia del género humano.
Consecuencias.
¿Qué consecuencias trae para el género
humano lo anteriormente descrito? De lo anteriormente descrito, Herder extrae
dos consecuencias.
La
primera consecuencia.
Según Herder, el ser humano no se puede
adaptar a la intuición porque nuestras facultades humanas son imperfectas para
ella. Este autor sostiene que ningún hombre está en la capacidad de captar la
esencia íntima de las cosas. Y si la pudiera captar no estaría en la capacidad
de comunicarla pues la esencia de las cosas sobrepasa, está más allá de las
palabras y de las connotaciones.
Tampoco el ser humano puede ser creado
totalmente para la especulación, pues esta cualidad va más allá, sobrepasa las
palabras y sus sentidos.
Si el ser humano no se puede adaptar a la
intuición, ni a la especulación pues el lenguaje metafísico lo envía hacia una
región muda de palabras y llena de intuiciones, entonces la divinidad ha
conducido al ser humano a una vía intermedia. Vía que se ubica entre la
intuición y la especulación, vía que para Herder coincide o se identifica con
el lenguaje. A través del lenguaje llegan las ideas al intelecto, es decir a
las categorías mediante las cuales el ser humano organiza y unifica discursivamente
los datos sensibles. A través del lenguaje el ser humano se siente satisfecho
de su propia naturaleza humana. Por el lenguaje el hombre puede explicar sus
propias fuerzas, puede gozar sanamente de su propia vida. A través del
lenguaje, el ser humano puede acceder a su propia formación humana. En este
sentido sostiene Herder que el ser humano no está destinado para gozar de las
cosas etéreas y volátiles sino para servirse de las cosas terrenas y estas
pueden gustarse solamente desde el lenguaje.
El hombre, través del lenguaje, ha hecho
tanto de la memoria como del intelecto, el recuerdo y la fantasía
El lenguaje es el medio a través del cual
el hombre utiliza la memoria, el intelecto, el recuerdo y la fantasía; y lo ha
hecho de tal manera que muchas veces no ha diferenciado los grados mayores o
menores de tales facultades. El ser humano cuando ha utilizado dichas
facultades tampoco ha diferenciado el ámbito específico en el cual las ha
desempeñado. Herder insiste en que las facultades humanas se ejercitan, se
ejecutan y se desempeñan a partir de categorías lingüísticas; en este sentido
pueden mencionarse tanto la memoria como la imaginación, la inteligencia
práctica y la teórica, la capacidad para decidir, para juzgar y la capacidad
expresiva, en el uso de todas estas facultades, el ser humano tiene que
recurrir a expresiones y conceptos verbales.
La diferencia en el uso del lenguaje
radica, según Herder, en el hecho de que existen hombres que hacen un uso
refinado del lenguaje cuando recurren a conceptos e ideas, tal es el caso del
filósofo. En cambio existen seres humanos que solamente recurren a imágenes y a
expresiones no elaboradas en conceptos, ni en ideas acerca de la realidad. Pero
son justamente estas ideas, conceptos, palabras y expresiones lingüísticas de
las que se sirve la razón para elaborar sus ejercicios racionales. Lo que
Herder intenta mostrar es que el hombre recurre a lenguajes elaborados,
artificiales, culturales y especulativos, y desde ahí elabora el ejercicio de
la razón. También intenta decir que existe otro tipo de hombre que sin
necesidad de recurrir a artificios especulativos vive de modo más concreto y
menos abstracto su relación con la realidad. Herder también intenta mostrar,
desde el ambiente romanticista y en plena disputa con el racionalismo kantiano,
que es posible elaborar una crítica contra el neokantismo de corte idealista y
en nombre del romanticismo. Para elaborar dicha crítica recurre a la
experiencia no especulativa de las categorías lingüísticas.
La razón recurre a abstracciones
conceptuales y lingüísticas para elaborar sus teorías y de ellas se sirven los
filósofos para elaborar sus teorías. Paralelamente existen otras culturas que
viven una vida más simple y no necesitan recurrir a elaboraciones abstractas
para relacionarse con la realidad. Sin embargo, Herder reconoce que tanto en un
caso como en el otro, tanto desde la especulación como desde la intuición
primaria o desde una vida más simple en todos esos casos se tiene que dar
necesariamente una mediación del lenguaje.
Sostiene Herder que la providencia Divina
ha dotado a todos los seres humanos del don lenguaje y partir del uso del mismo
ha hecho iguales a todos los hombres. Todos los seres humanos pueden gozarse de
la razón porque pueden acceder a ella mediante el uso del lenguaje, y al
lenguaje los hombres pueden acceder mediante la tradición y prestando fe a las
palabras de los ancestros.
Sostiene Herder que aquel que exigiese una
demostración o una explicación sobre el uso primitivo de las palabras sería un necio,
pues las palabras que se reciben de la tradición y de los superiores orientan
al ser humano, lo determinan en su relación con la realidad. La fe en el
lenguaje recibido de la tradición es la guía que orienta al hombre. También es
la fe en el lenguaje recibido de la tradición la que orienta en los procesos a
partir de los cuales el hombre observa los procesos y los fenómenos naturales.
Sostiene Herder, desde lo dicho anteriormente que, quien no confía en sus
propios sentidos es un ciego cuyo destino es la especulación vacía, quien
ejercita la fe en su propia especulación, confiando en sus propios sentidos es
el único que puede alcanzar un patrimonio de experiencia para su propia vida
humana.
El lenguaje es quien estimula la atención
del observador, y es quien puede guiarlo hacia un uso activo y autónomo de sus
energías psíquicas. El lenguaje ilumina tanto el corazón como la razón, el
intelecto se sirve tanto de experiencias lingüísticas elaboradas como de
experiencias lingüísticas espontáneas como el gesto, el movimiento, la
expresión de las cosas mismas, el sentimiento, el lenguaje racional y
conceptual tiene tanto de solidez como el lenguaje gestual, sentimental y
cordial.
Segunda
consecuencia.
Según Herder, una comparación filosófica de
las lenguas sería el medio a través del cual se podría elaborar una historia
detallada del intelecto y del corazón humano. También serían las lenguas
quienes portarían en sí mismas los caracteres y las impresiones de un pueblo.
Los instrumentos lingüísticos varían y cambian
según las diferentes regiones geográficas, en este sentido puede decirse que
cada nación posee su propio alfabeto y sus propios fonemas. También cambian las
diversas maneras como se otorgan los nombres y se forman las palabras en las
diversas civilizaciones. Estos hechos se perciben en la manera como se designan
los objetos audibles y las expresiones a través de las cuales el hombre expresa
sus estados de ánimo o sus estados interiores.
Un pueblo, a través del discurso verbal, se
expresa y con ello manifiesta su propia autonomía; así también como el modo
propio de ser de un pueblo se expresa a partir de categorías lingüísticas. El
discurso verbal manifiesta las expresiones impropias, las imágenes verbales,
las intuiciones y las reflexiones que son características propias de un pueblo.
Las expresiones verbales expresan reflejan la relación recíproca, el orden y la
coordinación de los elementos de los que dispone un pueblo para expresar su
propio modo de ser y de situarse en el mundo.
El hecho de que el léxico de una nación
contenga muchos nombres o muchos términos para designar las acciones, el modo
como una nación designa las personas y los tiempos, el hecho de que tanga
predilección por una cierta concatenación de conceptos en vez de usar otra,
todo esto expresa de manera admirable la forma de ser de un pueblo o de una
civilización. Cada una de las naciones tienen una lengua específica para el
género masculino o femenino. Existen pueblos más activos que otros que son más
bien reflexivos, en todos ellos pueden apreciarse riquezas lingüísticas
grandísimas.
Herder sostiene que la parte más original
de las lenguas humanas es la manera como designan las sensaciones, la
expresiones de amor y de estima, la adulación y la amenaza, expresiones en las
cuales la debilidad de un pueblo puede llegar a manifestarse de manera
ridícula.
No existe, según Herder, una obra que haya
elaborado satisfactoriamente los deseos de Bacone, Leibniz y Sulzer, obra que
contenga una fisonomía, un estudio general de los caracteres de los pueblos y
que no esté relacionada con sus propias lenguas; las lenguas de cada pueblo son
los medios a través de los cuales estos expresan su propia fisonomía; el
problema radica en que solamente se tienen elementos particulares que expresan
la idiosincrasia de las lenguas particulares.
Considera Herder que sería muy necesaria
una historia de las lenguas de los distintos pueblos para tratar de comprender
en ellas las modificaciones gramaticales que han experimentado. Desde esta
visión histórica se trataría de confrontar las revoluciones experimentadas por
las diversas culturas, ya que las revoluciones que sufre el espíritu humano se
ven reflejadas en las lenguas de cada pueblo. Además considera Herder que todas
las épocas que viven los distintos pueblos se ven reflejadas en los respectivos
lenguajes. Si esto se pudiera hacer, entonces se podría comprobar que existen
naciones que se encuentran en plena fase de infancia, otras en la juventud,
también habría otras que se encontrarían en plena edad madura y otras en edad
senil.
Escritura
y lenguaje.
Herder considera que la escritura es la
tradición de las tradiciones; en este sentido él considera que el lenguaje es
el instrumento de la formación humana y que la escritura es el instrumento de
la formación cultural erudita. También sostiene nuestro autor que los pueblos
que no tienen una gran labor escriturística se encuentran marginados del
quehacer cultural, en cambio aquellos pueblos que tienen un gran ejercicio
escriturístico están llamados a eternizar, a partir de los signos
escriturísticos, la razón y las leyes.
Herder, siguiendo el Fedro de Platón,
considera que aquel que inventó la escritura como instrumento para perpetuar
las leyes y la razón, actuó como si fuera un dios entre los hombres (Herder
12). Platón considera en el Fedro que la escritura fue un invento del dios
Theut, una divinidad egipcia que consideraba que la escritura hace más sabios a
los hombres; además los hace capaces de recordar, los capacita para tener más y
mejor memoria, pues actúa a la manera de una medicina para la memoria y para la
sabiduría. Sin embargo, cuando Theut somete su invento al juicio del dios
Thamu, para que este haga una valoración de la utilidad de su descubrimiento,
el rey responde que la escritura ha tenido un efecto contrario, es decir ha
generado en los hombres una mayor capacidad de olvido y una sabiduría solamente
aparente.
También reconoce Herder que cuanto se ha
dicho del lenguaje escrito ha servido para eternizar los pensamientos del
hombre, aunque de igual manera, y según una concepción muy propia de los
pensadores del Romanticismo y de los Idealistas, el lenguaje también ha
determinado y encuadrado el espíritu y el discurso humano; esto último ha, de
una u otra manera, limitado el espíritu humano, en cuanto lo ha encapsulado y
limitado al someterlo a la letra.
Herder sostiene que en la medida en que los
pueblos han intentado configurar lingüística y literariamente sus expresiones
culturales, sus gestos y sus formas culturales, las han encapsulado, las han
limitado y con ello las han empobrecido pues las han alejado de la
espontaneidad cultural que las vio nacer. Por esta razón, la escritura y la
literatura, aunque tienden a enriquecer y a eternizar también tienden a
empobrecer y a limitar. El intelecto humano se encuentra encadenado las letras
y es por ello que se encaminan mutuamente por las mismas sendas.
Herder considera que a pesar de todo esto
enunciado anteriormente no se puede impedir que la escritura sea la mejor
manera y la mejor forma de evaluar y de tener en cuenta la riqueza de la
tradición. Pues a través de la escritura las naciones influyen en las naciones,
las épocas influyen en las otras épocas, y a partir de todo esto, el género
humano se encontrará siempre ligado, en un futuro a una única cadena de tradición
fraterna.
Johann
G. Hamann.
El
hombre como ser dotado de libertad y lenguaje.
Introducción.
Hamann crece y madura su propuesta
filosófica en Königsber, la ciudad en la que Kant desarrolló su labor de
docencia y su labor intelectual. Este pensador fue el primer, más radical y
decidido opositor de la propuesta hecha por la Ilustración. Crítica contra la
Ilustración que tiene su fundamento en una experiencia religiosa, pietista y
protestante. Su intención no era tanto la de realizar una profesión de fe en el
dogmatismo de dicha propuesta religiosa sino que critica la Ilustración para
generar un clima en el cual se pudieran radicalizar algunas exigencias que la
Ilustración no llegaba a satisfacer.
Hamann consideraba que los sistemas
filosóficos eran telarañas en las cuales la razón se enredaba; por esta causa
él hacía una defensa en favor de la intuición genial donde prima el libre
argumento. Desde este propósito él desarrolló y anticipó algunos de los
elementos que fueron fundamentales en la época Romántica.
De entre los elementos anteriormente
mencionados se pueden resaltar el descubrimiento del papel que juega el
sentimiento y el lenguaje en las concreciones culturales e históricas; con esto
Hamann se opone a la propuesta de la Ilustración según la cual la razón tiene
un carácter universal y abstracto. También es mérito de Hamann el hecho de
haberle otorgado un papel místico a la naturaleza en contraposición a la
Ilustración que la consideraba como algo meramente físico y material. También
propone una interpretación esotérica de la Sagrada Escritura en oposición a la
interpretación racional de la misma, propuesta que era realizada por los
ilustrados. En uno de sus dichos más eficaces, Hamann hacía la invitación a no
echar en el olvido, por amor al cogito, el noble sum; con ello quería decir que
el amor al pensamiento no podía ser tan grande que por ello se olvidara la
existencia concreta.
El estilo que Hamann usa en sus escritos es
oscuro y arduo para el lector común y desapercibido; sobre esta cuestión Kant
consideraba que Hamann tenía el don de pensar las cosas en general, pero en el
momento de mostrar con claridad los principios o de recalcar cualquier
minúsculo detalle se sumergía en la oscuridad. Hamann a su vez decía que Kant
se preocupaba por alimentar un amor místico por la forma, pero declaraba odio
por la materia, y decía además que la obra de Kant era algo así como un
archipiélago lleno de islas aisladas entre sí y que entre ellas no se podían
construir puentes para interrelacionarlas. También decía Hamann que Kant
reclamaba para sí mismo el trato o el apelativo que Sócrates había reservado
para Heráclito de Éfeso cuando lo llamaba el oscuro de Éfeso; se decía que
Sócrates creía en la verdad de las sentencias heraclíteas que no llegaba a comprender
por el grandísimo valor que aquellas poseían.
Una de las cuestiones centrales en las que
Hamann se empeña en su labor filosófica es mostrar que el lenguaje humano tiene
un origen divino, cosa que ya habíamos mencionado en la propuesta de Leibniz,
también muestra Hamann que el lenguaje es una capacidad que posee el hombre,
pero por medio de él se hace partícipe de la divinidad.
Justamente, tratando de introducir algunas
consideraciones sobre el tema del origen divino del lenguaje humano, Hamann
parte del hecho de mostrar que el hombre es un ser cuyo rasgo distintivo es la
libertad. En este sentido Hamann considera que el hombre es un ser que Dios ha
dotado de libertad y de lenguaje.
El
hombre: un ser dotado de libertad y de lenguaje.
Considera Hamann que entre el hombre y el
animal existen varias cosas en común, varias similitudes, tales como la vida,
el organismo y el mecanicismo; desde aquí se pueden extraer grados de
similitud, por lo tanto lo que hace distintivo al hombre tiene que ver con el
modo de vida.
Respecto a la manera como el hombre
socializa, Aristóteles considera que tiene una forma natural de hacerlo, sin
embargo considera Hamann que el verdadero carácter o rasgo distintivo de la
naturaleza humana consiste en la capacidad para juzgar, así como en la forma en
la que ejerce la autoridad, ya que es un animal político. Desde aquí establece
Hamann una diferencia entre el hombre y el animal, diferencia que se puede
establecer en los términos de príncipe y súbdito.
Cuando Hamann realiza esta distinción está
haciendo referencia a la famosa definición que Aristóteles hace del hombre la
considerarlo como animal político dotado de logos, es decir, razón y lenguaje
(política I 1), y también alude al hecho que menciona Aristóteles según el cual
el ciudadano no puede ser mejor definido que desde el hecho de participar de
las funciones del juzgar, del orientar y del dirigir (política III 1).
Pero esta dignidad que posee el hombre, y
que Hamann la lee desde la Política de Aristóteles no supone una dignidad interior
ni un mérito precedente de parte de la naturaleza humana, esta dignidad es un
don, una gracia que Dios le regala al hombre (Hamann 4).
Hamann sostiene que el mérito o la virtud
son correlativos a la posibilidad de un ser libre y con tendencia al mal, solo
donde existe un hombre libre y con inclinaciones al mal, puede surgir la virtud
y el mérito. Solo el ser humano que es libre puede ser imputado de culpa e
incluso solo desde la libertad se puede imputar el conocimiento del bien y del
mal, la libertad es la medida máxima a partir de la cual el hombre expresa sus
fuerzas naturales. La libertad también se constituye en el impulso fundamental
y en el fin último hacia el cual se orienta toda dirección, todo desarrollo y
toda conversión.
Hamann sostiene que ni el instinto ni
tampoco el sentido común condicionan al hombre, así como tampoco el derecho
natural ni el derecho de las gentes condicionan al príncipe, cada ser humano es
legislador de sí mismo, de la misma manera que el príncipe es el primero y el ser
más cercano a sus súbditos.
Hamann basándose en el texto del apóstol
Santiago (1,25) que dice que: “el que se fija atentamente en la ley perfecta,
que es la ley que nos trae libertad, y permanece firme cumpliendo lo que ella
manda, será feliz en lo que hace”, considera que sin la ley perfecta, el hombre
no sería capaz de el don de la imitación. En este sentido, Hamann también alude
al texto aristotélico de la política (IV 48b 4-17) según el cual el hombre es
el ser que en su proceso educativo y formativo está capacitado para imitar y
para seguir el ejemplo; la imitación es la base sobre la cual se apoya todo
proceso creativo y educativo; el hombre es el ser, entre todos los animales que
imita por naturaleza (Hamann 4).
Hamann, desde lo anteriormente dicho,
sostiene que para la gran mayoría de los hombres, la conciencia, la atención,
la abstracción e incluso la conciencia moral parecen ser la energía que impulsa
la libertad.
A la libertad confluyen no solo fuerzas
indeterminadas sino también la capacidad de la determinación, elementos que de
una u otra manera son indispensables para la naturaleza humana. Los animales
orientan todos sus esfuerzos y sus impulsos para poner en ejecución todos sus
instintos en función de un interés particular e individual, el hombre por el
contrario extiende su punto de vista hasta tener una visión universal, general
e infinita. Con esto Hamann está aludiendo al hecho de que mientras los
animales solo tienen una visión del entorno, los hombres son capaces de
sobrepasarlo y tener una visión universal, general y llegar a tener una idea o
imagen del infinito.
Hamann sirviéndose de la comparación que
trae Aristóteles en su texto De Anima (III 8) donde dice que: “el alma es como
la mano, ya que la mano es el instrumento de los instrumentos, el intelecto es
la forma de las formas y el sentido es la forma de todo lo sensible”, sostiene
que el estagirita compara a la mano porque esta es el instrumento de todos los
instrumentos y el alma es la forma de todas las formas sensibles e intelectuales.
Siguiendo a Leibniz, Hamann sostiene que
nada hay en nuestro intelecto que no haya estado primero en nuestros sentidos
(Nuevos ensayos sobre el entendimiento humano. Libro I § 2: Nihil est in
intellectu, quod non fuerit in sensu”; a esto el mismo autor agregaba que
“excipe: nisi ipse intellectus” nada hay en nuestro intelecto que no haya
estado en nuestros sentido, excepto el intelecto mismo), y también sostiene que
no haya pasado por nuestro estómago.
Sostiene Hamann que todas las funciones de
la razón humana no son más que revelaciones y tradiciones que el hombre toma en
posesión para transformarlas en fuerzas que influyen en el destino; de esta
manera, nuestro autor, trata de explicar el carácter político del hombre.
Hamann considera que la analogía que se
puede establecer entre el animal y el hombre político puede también explicar la
dimensión racional, ética, moral y política del ser humano, la vía comparativa
entre el ser humano y el animal puede explicar las diferencias de grado
existentes entre ambos seres de la naturaleza.
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